¡Boom!
Mi espalda sale disparada de la cama, mi corazón palpita mil veces por segundo, los perros ladran a la distancia y el sonido de unas sirenas empieza a hacerse presente.
No soy muy bueno contando historias, pero lo voy a intentar. ¿Quien soy? Bueno, ¿Por qué no se ponen cómodos y les platico?
Estamos en Onett, mi pueblito natal, situado en la costa oeste de Eageland. Terminaba la década de los noventa, yo tenía unos 12 años. Todo empezó un sábado por la noche, lo que significa que tenía permiso para desvelarme, pero esa noche simplemente no lo hice, había jugado béisbol toda la tarde y llegué cansadísimo a casa, «dormiré hasta tarde» pensé, pero ese no sería el caso .
Algo me había levantado de la cama y espantado mi sueño junto con todos los animales de alrededor. Lo siguiente que hice fue abrir la ventana y asomarme por ella, no vi nada.
No voy a recuperar el sueño en un buen rato, hasta que descubra que fue ese sonido para ser específico. Desde que tengo memoria, en Onett no había pasado algo realmente interesante que digamos, la gente está acostumbrada a la tranquilidad y eso solo alimentó mi curiosidad por saber que había provocado ese ruido.
Me escabullí por el pasillo oscuro.
«Hermano, ¿Qué fue ese ruido?» pregunta Tracy.
«Vuelve a la cama…» susurro entre dientes.
Ella aprieta el rostro en protesta.
«…Voy a investigar y enseguida te digo, pero por favor no hagas ruido».
Ya en la planta baja, la luz de la sala estaba encendida y mi mamá estaba parada asomándose por la ventana haciéndose la misma pregunta que todos. No parecía haber ido a acostarse, se había quedado haciendo el quehacer hasta tarde. Madre mía, eres la persona más trabajadora que he conocido; nunca la veras descansando.
«Si camino de puntillas podré pasar sin que me vea ―pienso―, estas pantuflas ni ruido hacen».
«¿A dónde Ness?».
Si, ese es mi nombre, ya se imaginarán la cantidad de bromas que se pueden hacer con este.
«Yo... quería salir a ver que fue ese ruido...».
"¿Qué? ―exclama ella―, ¿No escuchas el sonido de esas sirenas...? –Suspira–. Oh bueno, creo que de todas formas te escaparías de tu habitación, aunque te dijera que no lo hagas.
Por lo menos cámbiate primero» agrega mientras se frota sus ojos con una mano y señala a las escaleras con la otra.
«Es tarde, date prisa».
Es una noche agradable, no hace mucho frío, el estruendo parece haber despertado a todo el vecindario, hay gente de pie en la entrada de sus casas mientras que otros conversan con los policías que acaban de llegar al lugar, están poniendo barricadas así que debo darme prisa, unas luces color neón provienen de una colina cercana, así que sé a dónde me debo dirigir. Los policías me dicen cosas como "hey tú" o "niño", menos mal que ninguno hace nada por detenerme, así que creo que la verdad no les importaba.
Vivía en un sitio lindo, todo Onett se ve desde aquí y por la noche las luces del pueblo complementan al cielo estrellado.
Vaya suerte la mía, un policía que es amigo de la familia estaba adelante, "Quizá me pueda dejar pasar" pienso.
«Hola Daniel».
«Ey Ness, ¿cómo estás?».
«No me quejo».
«¿Tu papá?».
«Trabajando».
«… Oye, ayúdame con Pokey, me está volviendo loco».
Levanto la vista y lo veo, un niño regordete bombardeando a los policías con preguntas.
«¿No son ustedes amigos?» pregunta Daniel.
«Mmm... Algo así».
«¡Pero son vecinos! ―exclama desesperado― ¿No hay algo que…?».
«¡Hola Ness! ―entra Pokey Minch a escena, o como lo conocemos en el barrio 'Porky', el niño más rico, molesto y presumido de todo Onett―. ¡Deja de andar de curioso! –exclama asertiva–. Estas metiéndote en el lugar de los Polis...».
«Ejem».
«Jeje. ―Sonríe hipócritamente a Daniel―. Digo, de los señores oficiales».
Daniel y yo cruzamos miradas.
«Ve a casa ―prosigue con soberbia―. Mañana yo, Pokey te contaré más sobre el extraño meteorito que acaba de caer».
Había mil cosas que se me ocurrieron decirle a Pokey pero me las callé, después de vivir doce años junto a él aprendes a tratarlo, no quieres tener a su madre sobre ti por una tontería.
«Okay» . Me doy media vuelta un poco decepcionado.
Al menos ya sé que fue ese ruido. Llego a casa donde esta esperándome mamá, intento contarle lo del meteorito, pero ella interrumpe:
«Es tarde Ness. ―Bosteza y prosigue: ― Hablamos mañana, Ponte tu pijama ya la cama».
No es justo. ¿Cuantas veces cae un meteorito cerca de tu casa? ¿Qué tal sí para mañana ya se lo llevaron? Todos estos pensamientos rondaban mi cabeza sobre la cama. poco a poco se fueron desvaneciendo en la completa oscuridad.
¡Tonk, Tonk, Tonk…Tonk !.
Otra vez. Soy despertado a mitad de la noche.
¡Son las 2 de la madrugada! ¿Quién toca la puerta a esta hora? Tracy, mamá y yo bajamos. King ―nuestro perro― ni ruido hace. ¿Mencioné que teníamos perro? ―un viejo ovejero inglés que en vez de molestarse en ladrar para proteger la casa prefiere taparse las orejas y fingir que duerme―. No importa, no hace gran cosa.
Mamá y yo nos quedamos pensando un segundo antes de abrir. Aquel que tocaba se escuchaba enojado.
Tracy se desvía a la cocina.
Mamá se distrae para ir a revisar que ruidos estaba haciendo Tracy, así que me pide a mí abrir la puerta.
Me dirigí a la puerta. Lo pienso otro segundo y… quito el seguro, rápidamente se abre la puerta contra mi cara.
Ay no
«Escucha lo que tengo que decirte (…)» farfulla desesperado Porky mientras me froto la nariz (ni siquiera se disculpó).
Resulta que después que regresé a casa, Pokey llevo a Picky ―su hermano menor― a ver el meteorito, pero este se perdió y ahora necesita mi ayuda para encontrarlo.
«¿Porque no le pides ayuda a tus amigos oficiales?» pregunto.
«Los oficiales ya se habían ido cuando Picky se perdió, al parecer surgió un problema con los tiburones (los vándalos de la ciudad). Si mis papás llegan y Picky no está... No quiero imaginarme lo que me hará. Tienes que ayudarme Ness, eres mi mejor amigo».
Pokey debía estar muy desesperado para venir a pedirme ayuda después de haberme mandado a mi casa hace rato.
«Yo... No sé qué vaya a decir mi mamá» contesto.
«Ve con él Ness –dice ella, quien estaba escuchando todo–, no es correcto negarle la ayuda a alguien cuando puedes dársela».
«¿Podré ver el meteorito?» le pregunto a Pokey.
Cambiando su expresión responde «Pues claro».
« Okay , iré».
«¿Puedo ir también?» pregunta Tracy.
«Tú vas a dejar esas galletas y volver a la cama».
«Pero mamá» protesta ella.
«Descuida pulga, mañana te llevo a verlo» le respondí.
Estamos a punto de irnos cunado...
«No tan rápido Ness. La pijama».
«Mamáaaa».
«Mamá nada, ve a cambiarte y bájate tu bate de béisbol».
«¿Mi bate? ¿Para qué?».
«Yo que tú no protesto, se puede enojar. ¿No es así señora?».
Hago lo que mamá me pide y cuando bajo veo a Tracy peleando con Pokey por el tarro de las
galletas.
«Mamá, se las va a acabar».
«Bueno, tú las sacaste en un inicio jovencita».
«Al fin bajas ―exclama Pokey dejando el tarro de galletas en la mesa de centro–. Muy bien buen amigo, acabemos con este puesto de paletas».
«Hermano, toma una galleta, te dar energía».
«Gracias Tracy».
Pokey extiende el brazo, pero Tracy le da un manotazo. Pequeña fiera.
«Muy bien niños, ya denme ese tarro» dice mamá.
«¿Ya nos podemos ir?».
«Hmm, sí ―contesta ella en un tono seco mientras mira hacia el teléfono―. Ah, por cierto, deberías llevarte a King contigo».
"¿¡Qué!? (Sólo voy a la colina, no a perderme al bosque) Okay ".
King se hace como que no entiende, pero bien que lo hace, aun así debería llamarlo varias veces
y darle algunas "pataditas" antes de despertarlo.
Otra vez. Estamos a punto de irnos cuando...
Ring, Ring.
«Oh, Ness, el teléfono, ¿Podrías contestar?» pregunta mamá.
«P... pero...».
«Ness –se entromete Pokey–. contesta, pero rápido porque ya perdimos mucho tiempo».
Tal parece que toda la gente del planeta olvidó dormir hoy .
«¿Diga?».
«Ness, es papá».
«¿Qué estás haciendo despierto a esta hora?».
«Trabaja hasta el cansancio cuando seas joven. ¿Has escuchado ese dicho?».
«Pues sí, pero…».
«¿A poco no te alegrará escuchar la voz de tu viejo?».
«Pues sí, la verdad es que sí... ¿Cómo estás? ¿Sucede algo?».
«Yo estoy bien, pero te llamaba para decirte que voy a estar fuera otra temporada».
«Pero dijiste que...».
«Sí, sí, se lo que dije. ―Suspira―. Pero ya ha comenzado».
«¿De qué estás hablando?».
«Lo entenderás más tarde. Lo que debes saber ahora es que cuentas con mi apoyo al cien por ciento, haces que me sienta como un héroe…».
"¿Qué?".
«Digo, el padre de un héroe, Je je. Pásame a tu madre».
«¡No, espera!».
«Nada de espera –vuelve a interrumpir Pokey–, ya es hora de irnos».
«Ness, ¿qué pasó?» pregunta mamá.
No tengo más opción que pasarle el teléfono y partir.
La conversación más extraña que he tenido con mi padre. Bien, todo se pone extraño desde aquí .
