Como esta historia es un desarrollo alternativo de "No es ciencia, es amor", se repetirá el capítulo 8 que es donde comienzan a conocerse más los protagonistas de esta historia, hasta donde se hace el corte para empezar ésta. Los que ya leyeron la otra historia, pasen al capítulo siguiente, ahí comenzará la nueva historia. Se puede entender perfectamente sin haber leído la anterior, sólo con saber que Kohaku todavía está saliendo con Senku durante este capítulo/prólogo.

Era lunes, y ese día comenzaba su nuevo e inesperado trabajo temporal: Ser la "profesora" en clases de japonés con su nuevo conocido, Stanley Snyder. Estaba un poco nerviosa, no tenía experiencia alguna en enseñarle nada a nadie, ella se dedicaba a entrenar artes marciales mixtas, pero el ofrecimiento del estadounidense fue demasiado ideal para ayudarla económicamente con su futuro. Un mes, habían acordado, pero intenso, de lunes a viernes, una hora diaria. Él ya sabía hablar japonés, aunque todavía tenía una pronunciación rústica y claramente inglesa, pero le había dicho que quería mejorar su conversación y ampliar su vocabulario.

Por ese mes de clases le iba a pagar nada menos que dos mil dólares, una completa locura, con eso podía pagarse un año de clases semanales, tal vez. Pero su argumento era que le estaba ofreciendo el trabajo sin anticipación, ocupando todas sus tardes de la semana después de la preparatoria, además de que le iba a reducir su tiempo de entrenamiento, algo muy valioso para ella. A decir verdad, el ofrecimiento de Stan había llegado luego de que ella le había comentado que trabajaba medio tiempo todas las noches en el restaurante de ramen de Mozu y su familia, para poder pagarse las clases de entrenamiento. Aunque seguía siendo excesiva la paga, tenía una buena intención.

O en parte, al menos, porque Kohaku no podía dejar de malpensar y sospechar de la otra intención. "Stan", como le había pedido que lo llame apenas conocerlo, tenía un don natural para ser todo un galán, seducía hasta las piedras. No sólo por su llamativo y excesivo atractivo físico –Alto, rubio, una cara con delicados rasgos y al mismo tiempo masculino, unos ojos azules con pestañas imposiblemente largas, labios cincelados, y claro, el casi perfecto cuerpo de un modelo– sino porque también lo era en actitud.

Había sabido de su existencia por una publicidad de ropa interior que había hecho con Mozu, vaya a saber cómo o por qué, porque su amigo no era modelo, sino luchador como ella, además de trabajar con su familia en el restaurante. Y poco después, lo conoció personalmente en una mega-fiesta que Mozu había organizado. Stan había dejado una estela de mujeres –y hombres– babeando tras él, pero ella tuvo especialmente su cuota de interacción e intento de seducción. Por supuesto que no le afectó en nada porque estaba saliendo con Senku, pero tenía que reconocer que el hombre era muy bello, y bailaba sensualmente como los dioses.

Y como si fuera poco, al día siguiente se reencontró con él en una feria de ciencias a la que fue porque su preparatoria y la de Senku, que eran rivales, participaban. Resultó ser que Stan era el mejor amigo del Dr. Xeno, científico de la NASA, y temporalmente coordinador del área de ciencias de su escuela, como parte de un proyecto y un acuerdo entre los dos países. Lo bueno, fue que de la breve charla que compartieron a solas mientras esperaban las presentaciones surgió su nuevo trabajo. Lo malo, fue que él seguía incomodándola un poco con sus frases halagadoras, parecía que seducía a la par de respirar. No porque fuera intenso o maleducado, sino porque ella no sabía tampoco aceptar cumplidos, y no estaba acostumbrada a que le digan que era linda o que le bromearan seductoramente, aunque Stan ya se había enterado que ella salía con Senku. Pero aceptó el trabajo, la recompensa valía la pena de tener que soportarlo, y si llegaba a propasarse, sabía bien cómo defenderse.

Habían quedado en que él la pasaba a buscar a la salida de la escuela, aunque no sabía exactamente cómo. Su duda fue rápidamente resuelta, porque cuando salió del edificio, fue demasiado obvio el murmullo de sus compañeras de clase, que se preguntaban emocionadas y curiosas qué hacía semejante hombre esperando ahí. Cuando lo vio, Kohaku comenzó a arrepentirse inmediatamente de aceptar la propuesta: Ahí estaba él, vestido de camisa, jean, y una campera de cuero encima, apoyado en una moto negra, fumando un cigarro. Demasiado cliché, era la portada de una revista, pero real. No podía negar que era un hombre muy atractivo, con su apariencia tan occidental y "perfecta". Era un muñeco, más que un hombre, tenía que estar en la estantería de alguna juguetería, y no ahí. A ella no le importaba tanto su increíble apariencia, pero se irritó mucho al ver cómo sus compañeras se babeaban sin disimulo.

Cuando Stan la saludó con la mano todavía a lo lejos, y Kohaku se le acercó, las chicas presentes soltaron un grito de sorpresa, no lo podían creer. ¿De verdad ese adonis estaba esperándola a ella? ¿A Kohaku, la chica menos femenina y romántica de toda la escuela? Sí, era hermosa, nadie podía negarlo, pero también pensaban que era un desperdicio, porque su actitud no concordaba para nada con esa cara y ese envidiable cuerpo que tenía. La envidia y el chismorreo se propagaron al instante, pero la rubia ignoró olímpicamente todo, y saludó a Stan de la forma más discreta y austera que pudo, para no darles qué hablar. Aunque claro, unos segundos después se iba a subir a su moto, y ponerse un casco que él le dio, eso no ayudó para nada.

Cuando Stan frenó la moto y le pidió que Kohaku se bajara, estaban frente a la puerta de un gran edificio moderno, aparentemente lujoso. La rubia pensó que podía ser un hotel, pero se dio cuenta que no, que era un departamento. Subieron unos pisos por el ascensor, y cuando abrió la puerta de la vivienda, Kohaku no pudo evitar un jadeo de sorpresa: Era enorme, tan moderno como la fachada del edifico que lo contenía, y tenía un aire más bien occidental, muy apropiado para él. Ahora entendía por qué no le había parecido una cifra alta el pago por las clases, ese lugar de seguro era costoso. Pero el encanto se rompió rápidamente, cuando sintió el aire viciado por el olor a cigarrillo, que le hizo fruncir la nariz. Se aclaró la garganta, conteniéndose de toser.

- Puedes pasar, bienvenida. No es necesario que te quites los zapatos, pero puedes hacerlo si quieres.

- Sí, gracias –Fiel a sus costumbres, se los sacó igual, además el piso se veía impoluto– Wow, es enorme…y muy bonito. ¿Es tuyo?

- No, lo alquilo. No me gustan los hoteles, salvo para viajes cortos, y como ya estoy aquí hace varios meses, y planeo quedarme un tiempo más, me pareció mejor alquilarlo, parece más un hogar así, y no un lugar de prestado –"Y porque no puedes fumar tanto en un hotel", pensó Kohaku.

- Ah, perdona, es de mala educación mirar tanto. Pero es que realmente me sorprendió, aunque puedo imaginarte totalmente en él.

- Acomódate tranquila, en unos minutos empezamos, voy a preparar algo para tomar. ¿Té, café, agua?

- Mmm, té está bien. ¿Puedo…abrir la ventana? Me gusta el aire fresco –Mentira, bueno, no del todo… pero necesitaba urgentemente respirar aire puro, no podía creer que él no lo sintiera.

- Claro, adelante, hay un buen balcón ahí.

Un momento después, Stan llevó consigo una bandeja en las manos, con el té para ella, un café para él, y unas galletas para acompañar. La apoyó en la mesa del comedor, pero cuando vio la cara dudosa de ella, sonrió burlonamente.

- ¿Todo bien? Puedes entrar, así empezamos. Aunque se nota que quieres comentarme algo, y no te animas.

- ¡Perdón! –Juntó sus palmas por delante de su cabeza, y cerró los ojos–No quiero ser grosera, pero hay demasiado olor a cigarrillo, y no estoy acostumbrada, no me gusta para nada. ¿Podemos…hacer la clase aquí fuera?

Stan sonrió, y le dio una última bocanada a su cigarrillo, antes de apagarlo en uno de los tantos ceniceros que "decoraban" su casa– Sí, no hay problema. Disculpa si te incomoda, estoy tan acostumbrado que no lo siento.

- Sí, lo noté –murmuró.

El balcón tenía una mesa del tamaño de un escritorio, y un par de sillas, así que era ideal. El estadounidense volvió un minuto después con un cuaderno grande y unas lapiceras, además de volver a transportar la bandeja con la merienda.

- Bueno, comencemos.

- Oh…sí, claro.

Kohaku no se esperaba que fuese tan concreto, pero la alivió un poco. Hicieron un repaso general y básico, para comprobar el entendimiento de las bases del idioma de él, y luego de varias correcciones, practicaron algunas conversaciones básicas. Stan tenía una buena base, entendía muy bien, pero su pronunciación era poco clara por momentos, aunque entendía que el inglés era un idioma bastante diferente en ese aspecto. Por lo que decidieron hacer más foco en eso. Cuando terminaron, Stan le dio un sobre con la paga de las clases de toda la semana. Luego de agradecerle por la clase, agarró los cascos, y le dijo que podía llevarla al trabajo, o a donde quisiera. Viendo la hora, se decantó por ir directo al trabajo, era un poco temprano, pero ya se había hecho la idea de que iba a ir directamente, por las dudas.

Los días siguientes, se organizaron de la misma manera, sólo que para sorpresa de Kohaku, la casa ya no olía a cigarrillo, así como tampoco la ropa de él. Ella le preguntó por eso, y Stan le respondió que no había dejado de fumar, sólo que se estaba acostumbrando a hacerlo afuera, para no incomodarla. A la rubia le sorprendió esa gran consideración, aunque se sintió un poco culpable de obligarlo a cambiar sus hábitos por ella. Lo que le resultó curioso, aunque en el fondo muy agradecida, era que Stan entraba en un modo muy correcto y profesional en cuanto empezaban las clases, era como si tuviera un botón de encendido con el modo disciplina. Eso calmó los nervios de Kohaku con respecto a sus intentos de seducción.

Para que Senku no se sintiera inseguro o celoso, decidió contarle brevemente sobre eso, y realmente parecía mucho más tranquilo al respecto, y no le hizo ningún planteo. Habían acordado verse un par de veces a la semana mientras durara ese mes especial, pero Kohaku estaba tan ocupada entre la escuela, el entrenamiento, y ahora sus dos trabajos, que no tenían mucho tiempo para compartir en sus encuentros, y siempre tenía que ser de noche, después que Kohaku salía del trabajo, u ocasionalmente en sus días libres. No siempre podían pasar la noche juntos, pero de todas maneras lo disfrutaban, relajadamente, y su relación se iba fortaleciendo día a día, en especial después de esa charla que tuvieron a la salida de la feria de ciencias.

A principios de la tercera semana, Kohaku seguía pensando en el misterio que le resultaba Stan. Había resultado un hombre bastante agradable, y ella ya no consideraba esa fama de mujeriego que tanto le había advertido Mozu bromeando en el trabajo. Aunque era muy escueto y tranquilo, más de una vez, en los breves momentos antes o después de las clases, la rubia notó que él la miraba con bastante intensidad, y cuando hacían contacto visual, él no corría la mirada, sino que le sonreía un tanto seductoramente, lo cual la incomodaba un poco, pero no pasaba de eso. O quizás no era una mirada con esa intención, pero la belleza de ese hombre no ayudaba para pensar otra cosa, podía estar hablando del clima, y daba la apariencia de estar proponiendo algo bastante menos inocente. Un día, ella no resistió la curiosidad, y quiso sacarse una duda que la carcomía.

- Oye, Stan… ¿puedo preguntarte a qué te dedicas?

- Soy instructor de tiro.

- ¡¿Eh?! ¿De verdad? –Menuda sorpresa, no daba esa apariencia ni por casualidad, pensaba que era todo modelaje, quizás actuación.

- No tiene sentido mentirte. Sí, tengo entrenamiento militar, pero desde que mis superiores valoraron mi puntería, me derivaron a ese trabajo. Policía, detectives, seguridad privada, lo que sea.

- Qué interesante. No te hacía esa imagen para nada. Pero ahora entiendo por qué me parecías tan disciplinado, ahora que lo pienso, tiene sentido.

- ¿Y a qué te pensabas que me dedicaba? –Le sonrió de costado, entrecerrando los ojos.

- Bueno, pensé que eras sólo modelo.

- Hmmm, ¿cómo sabías que trabajé de modelo?

- Oh...es que… te vi en una revista, una publicidad en la que aparecías con mi amigo Mozu.

- Ya veo. Creo que sé a la que te refieres. Así que me viste en ropa interior. ¿Te gustó?

- ¡¿EH?! –¡Qué directo! Se sonrojó intensamente, ahí volvió Mr. Seductor nuevamente, y con qué descaro– No pienso contestarte eso, es incómodo.

Stan soltó una risa libre y divertida, no como las suaves y contenidas que se le solían escuchar.

- Tranquila, era una broma. Aunque cuando quieras, aquí tienes el modelo original, en carne y hueso.

- Gracias, pero paso. No puedo bajar la guardia contigo, parece.

- No veo el problema. ¿Te avergüenza admitir que me encuentras atractivo? A mí me pareces muy bella, e interesante. Sólo estoy apreciándote.

- Bueno, hazlo en silencio entonces. Además, sabes que estoy saliendo con Senku, y es algo serio para mí.

- Sí, lo sé. Y como sabes, lo estoy respetando.

Stan no podía hacer nada con eso, pero encontraba fascinante a esa joven fuerte y enérgica de lengua tan afilada. Lamentaba que estuviese con ese alfeñique científico, no entendía qué veía en él, pero tuvo que contenerse, aunque cada vez le costaba más hacerlo. Hacía tiempo que no conocía una mujer que le interesara tanto, y ella era la primera que resistía sus encantos, o que más bien los rechazaba abiertamente, lo cual encontraba muy divertido. Pero con los días y la confianza que crecía entre ellos, también lo hacía su interés, hasta que se dio cuenta que esperaba esas clases casi con expectativa. No podía seguir así, o se convertiría en un problema, sobre todo porque no iba a quedarse en Japón indefinidamente.

Una noche de esa semana, Byakuya y Senku fueron a cenar al restaurante de ramen, y a los pocos minutos de ser recibidos y hacer su pedido, llegaron dos personas más, y a Kohaku se le quedó la voz atorada en la garganta al momento de saludar cuando vio quiénes eran: Dr. Xeno y Stan. El científico saludó educadamente a su alumna, sin hacer un alboroto, al parecer no fue una sorpresa verla trabajar allí, mientras que Stan le obsequió una de sus sonrisas deslumbrantes, haciendo que cayera la comida de los palillos de más de un cliente cuando el rubio entró en su campo de visión. Pero el grito de sorpresa que se oyó con claridad fue de Byakuya, que vio a su colega científico cuando se acercaba a la barra donde se iba a sentar, a unos metros de él y Senku.

- ¡Xeno! ¡Esto sí que es una sorpresa!

- ¿Byakuya? Tanto tiempo. Senku –asintió en su dirección, y el peliverde le contestó de igual manera. Te presento a Stanley, un amigo de mi país.

- Un gusto, y él es mi hijo Senku

- Sí, nos hemos conocido, aunque no presentado oficialmente.

- ¡¿De verdad?! Cuántas coincidencias, el mundo es un pañuelo. Xeno, me enteré por Senku que estás trabajando de coordinador de ciencias en una escuela secundaria, la de Kohaku-chan, de hecho.

- Sí, es sólo temporal. Estoy en un proyecto con JAXA, porque soy uno de los pocos en la NASA que tiene un nivel de japonés como para no necesitar un traductor, y era interesante la propuesta. En paralelo, me ofrecieron el puesto en esa escuela, pero sólo será hasta fin de año.

- Ya veo. Y me dijo Senku que le ofreciste una beca para estudiar y trabajar en la NASA, ¿eh? Eso es increíble, pero no trates de robarme a mi viejo, suficiente con que te admira desde pequeño y fuiste su mentor – bromeó Byakuya.

- No me interesa particularmente trabajar con niños, pero tu hijo es una excepción, y lo demostró haciendo ese cohete, creo que tiene mucho potencial, y ciertamente es muy elegante.

- ¡Así es! Estoy muy orgulloso de mi hijo, quién diría que seguiría mis pasos…aunque más bien creo que ya me superó y lo hará ampliamente más adelante. Si es lo que él quiere, entonces te lo confío, Xeno.

- Así que tú hiciste el contacto para que tu hijo y Xeno se conocieran, ya me parecía que era inusual que él se interesara por ayudar a un niño –Stan intercedió, palmeando el hombro de su compatriota con una sonrisa burlona.

- Aaah, no. Senku siempre fue chico increíble y lo hizo todo por su cuenta, me enteré más tarde, yo ya estaba entrenando para ser astronauta para ese entonces, en Estados Unidos.

- ¿Estados Unidos? -preguntó Kohaku, que escuchaba interesada- ¿No era que usted fue al espacio en el Soyuz, que es ruso?

- Sí, bueno, Estados Unidos y Rusia trabajan codo a codo en la Estación Espacial Internacional, no es extraño. JAXA, la agencia japonesa de exploración aeroespacial, tiene una sede llamada "Centro espacial Tsukuba", que se encuentra en la prefectura de Ibaraki. Los astronautas que van a formar parte de la Estación Espacial Internacional son entrenados ahí, y la otra parte del entrenamiento se hace en el "Centro Espacial Lyndon B. Johnson", en Texas. Ahí es donde conocí a Xeno, que ya era científico de la NASA, aunque él era muy joven.

- Ooh, ya veo. Así que ustedes se conocen hace casi diez años.

- Sí, y siempre que veía a Xeno me hacía acordar a mi hijo, la misma pasión por la ciencia y la ambición de llegar lejos. Y no puedo explicarte la emoción que sentí cuando me enteré que él iba a ayudarlo personalmente con sus investigaciones científicas de los cohetes, aunque todo de forma virtual, claro. Lo único palpable fue cómo me vació los bolsillos comprando todo el equipamiento para sus experimentos, pero estaba feliz de hacerlo.

- Entonces empieza a ahorrar nuevamente, Byakuya. Aunque creo que Senku ya tiene edad para colaborar, no es como entonces.

- Haré lo que sea necesario por mi hijo, no te preocupes. ¿Y de cuánto tiempo estás pensando que sea la beca?

- No más de un año. Si bien el chico es prometedor, no tiene los estudios universitarios necesarios todavía. Pero será una buena experiencia, y estoy seguro que, si todo va bien y se decide a continuar sus estudios científicos superiores, no faltará oportunidad en el futuro.

- Me encanta cómo suena. Aunque será difícil estar lejos de Senku otra vez, pero tendré que aguantarme. ¿Y tú, Stanley, también eres del mundo científico?

- No, para nada. Me dedico más bien al mundo de la armería, entre otras cosas. Pero gracias a Xeno he aprendido una o dos cosas muy interesantes. Así que, si quieren hablar de los viejos tiempos, te cedo mi lugar así lo hacen tranquilos. Sólo lo invité aquí para desenterrarlo de su casa, yo vine a probar el famoso ramen de donde trabaja Kohaku –y le guiñó un ojo a la rubia, que le ofreció una breve sonrisa, un poco incómoda por la mirada de reojo que le dio Byakuya.

- Así que conoces a Kohaku-chan también –hizo un sutil énfasis en el "chan", y miró rápidamente a Senku, cuyo ceño se había fruncido sutilmente– Pero si conociste a Senku, no es raro que la conozcas a ella, ya sabes –y le sonrió significativamente.

- Kohaku es alumna de mi escuela, y si mal no recuerdo dijo que no le interesaba la ciencia –acotó Xeno– pero la encontré contigo en la feria, Senku, aunque tu escuela y la mía eran rivales. ¿Son amigos?

- Sí, somos amigos.

Cuando Senku dio esa respuesta cortante, se dieron diversas reacciones. Xeno asintió sin mucho interés, sólo por cortesía, y Byakuya abrió ligeramente la boca, sorprendido, pero sin cuestionar a su hijo. Kohaku frunció los labios mientras miraba al piso, cosa que no pasó desapercibida para Stan, que luego entrecerró los ojos y le dedicó a Senku una mirada muy afilada y seria. Se alcanzó a escuchar una suave risa de fondo, que provino de Mozu, que justo había escuchado esa parte de la conversación, pero se apuró en convertirla en un carraspeo, para disimular. Pero como vio que el aire se había tensado repentinamente, decidió dar el tiro de gracia.

- Hola a todos, y bienvenidos. Perdonen la interrupción, pero no puedo dejar de notar que se conocen entre sí. Kohaku, tómate un descanso, y hablen tranquilos, yo te cubro.

- No es necesario, Mozu, yo…

- No, no…se nota que es una ocasión muy especial. No te preocupes. Ve, siéntate allí –señaló el asiento vacío que quedaba justo entre Senku y Stan– Tampoco cenaste todavía, ¿cierto? Así que relájate, te traigo un bowl de ramen para que comas con tus amigos.

Incómodo. Muy incómodo. Esa era la única palabra y la más perfecta para describir la situación en la que de pronto se encontraron.

- Bien, como parece que ellos tres se conocen, ¿qué te parece si me cuentas de tu experiencia espacial, Byakuya?

- Hmmm, sí, con gusto.

Byakuya percibió cómo pareció descender la temperatura varios grados alrededor suyo, en especial la mirada glacial y terriblemente seria con la que Stanley miraba a su hijo. No tenía idea la relación que había entre ellos, pero no parecía ser una amistosa, en especial desde que Senku sólo dijo que Kohaku era su amiga. Sabía que su hijo no era romántico ni delicado con las mujeres, pero la forma en que lo dijo, estaba seguro por la cara de Kohaku que también fue una poco grata sorpresa para ella que no diga que eran pareja. Aunque le parecía raro que la cara de ese hombre cambiara a una más hostil en cuánto escuchó eso, si estuviera seduciendo a Kohaku-chan, más bien se alegraría, o eso sería lo lógico. Pero no podía meterse, así que se levantó y se fue a sentar al otro lado de la alargada mesa, junto a Xeno.

Kohaku se sentó entre ellos, sumamente tensa, y fue eterno el silencio que los envolvió durante un minuto, ya que los dos hombres a su alrededor tampoco hicieron ademán de iniciar la conversación. Fue tan evidente el mal momento que estaban pasando, que Mozu volvió a intervenir, para romper el hielo.

- ¿Cómo van las clases de japonés, Stan? Kohaku me contó que la contrataste como profesora.

- Bien, estoy satisfecho –Aunque su expresión seguía muy seria, se suavizó un poco cuando la miró a ella– Ya pulimos varios errores que tenía en mi nivel básico, y estamos practicando vocabulario más asociado a mi profesión. Aunque me siento un poco mal, la estoy haciendo estudiar, porque no tiene idea de esas cosas.

- Con lo excesivamente generoso que estás siendo con la paga, lo menos que puedo hacer es prepararme. Es interesante, aunque no vaya a ser algo que sea de utilidad en mi vida. Soy más de la lucha cuerpo a cuerpo, que de las armas a larga distancia. Aunque también he practicado kendo, así que hasta las espadas estoy familiarizada. Pero no más.

- Puedo darte unas clases, cuando quieras. Nunca está de más afinar la puntería, aunque sean distintas disciplinas, está todo relacionado. Es el control de tu cuerpo y la respiración.

- Detrás de esa cara tan bonita se encuentra alguien letal, ¿no te parece, Kohaku? Que las apariencias no te engañen, se hace respetar, aunque fuera de eso es uno de los hombres más agradables que conozco. Aunque fuma tanto que es una lástima, no envidio el aire que debe tener su casa.

- Sólo el primer día que le di clases, es verdad que apestaba a cigarro. Pero no volvió a suceder, desde entonces, y no lo he visto fumar.

- Ooooh, ¿así que te estás conteniendo de fumar por ella? Qué caballero, considéralo un honor, Kohaku. Aunque este zorro puede perder el pelo, pero no las mañas.

- Ya basta, Mozu, lo dices como si me conocieras de verdad.

- Oye, oye…qué serio te has puesto, ¿a qué viene ese mal humor? Voy a traerte nuestro mejor ramen, vas a ver cómo te saca una sonrisa. Cuando tienes esa cara das un poco de miedo, Stan, ahuyentarás a las damas, aunque Kohaku no es una chica que puedas intimidar fácilmente, créeme.

- Mozu, creo que los cocineros te están llamando –Señaló Kohaku. Era mentira, pero con la mirada que le dedicó bastó para hacerle entender que era hora que se callara.

Como era de esperar, la espera de la comida fueron los minutos más largos de sus vidas, mientras que por otro lado Byakuya y Xeno compartían sus anécdotas, totalmente ajenos del aura pesada que tenían a pocos metros.

- Salgo a fumar, discúlpame un momento, Kohaku –dijo Stan, todavía con un semblante serio.

Pero Senku tampoco estaba con una cara amigable, así que el intento de conversación dependía enteramente de Kohaku, que cada minuto se ponía más incómoda. Ya había hecho un poco las paces con la cuestión de que Senku no quisiera admitir públicamente que salían, aunque seguía sin entender cuál era el problema en decir que salían juntos, ya no eran unos niños. Pero ver la cara de sorpresa de Byakuya, y la reacción de Stan, la puso más nerviosa de lo que podía controlar. Así que se quedó callada, pensando que mejor que intentar forzar una conversación amistosa. Simplemente no podía haber salido peor. Cuando Mozu trajo los bowls de ramen para todos, llamó a Stan que estaba todavía fumando, y se fue a seguir atendiendo. Ahora seguían callados, pero por lo menos tenían la excusa de entretenerse con la comida. Después de observar el plato con curiosidad, Stan atrapó hábilmente los fideos con los palillos, mientras tomaba un poco del caldo con la cuchara. Sus cejas se levantaron instantáneamente al probarlo, y la comisura de sus labios se elevó. Suspirando relajada, Kohaku rompió el hielo.

- ¿Está bueno? ¿No habías probado el ramen hasta ahora?

- Sí, muy interesante el sabor, me agrada. No tuve la oportunidad, y me gusta cocinar mi propia comida, así que es la primera vez que pruebo este plato.

- ¡Ja! Es de lo más rico de la comida japonesa, me alegro que te guste. No sabía que cocinabas, aunque supongo que es lógico que, si vives solo, tienes que aprender a cocinar.

- No cocino sólo para alimentarme, disfruto de hacerlo. A ti también te gusta mucho, parece.

- Sí, es de mis comidas favoritas, y eso que trabajo aquí y lo como seguido durante mi turno de trabajo, aunque claro que no es lo único. También es el plato favorito de Senku, y de su papá –Trató de incluir amigablemente a la conversación al peliverde, pero este sólo hizo una mueca, no parecía con ánimos de conversar.

- Estoy más acostumbrado a la comida occidental, pero esto no está nada mal, tendré que felicitar a Mozu después, y creo que su padre es el cocinero.

- Sí, así es. También llevamos a domicilio, así que puedes pedirle a Mozu, es el que suele encargarse de las entregas normalmente.

- Gracias, puede que lo haga.

Unos minutos después, ya habían terminado los tres de comer, y Kohaku tenía que volver a trabajar, además de que quería desesperadamente huir de esa situación, aunque se sentía mal por Senku y Stan. Así que se levantó, y les dijo que iba a llevarse los bowls a la cocina, dejándolos solos. Senku sacó su teléfono, y se puso a revisarlo, cuando notó que Stan lo miraba fijamente, y era imposible ignorarlo. Se encontró con unos helados ojos azules, que se clavaron en los suyos de tal forma que le hizo acordar al águila, animal representante del país de dónde venía.

- Seré directo, creo que lo apreciarás –Le dijo el rubio, bajando el tono de voz, lo cual lo hacía sonar más amenazante, ahora que no sonreía ni un milímetro– No sé si te das cuenta de lo que haces, o qué tan en serio vas con Kohaku, pero si no te decides de una vez, lo haré yo.

- ¿Perdón? –Senku levantó la ceja.

- Si no puedes admitir que están saliendo juntos, entonces no voy a considerarte, no tengo que respetar la "relación" que tienen, aunque según tus propias palabras, son sólo amigos. Me gusta Kohaku –hizo una pausa para que el joven procese sus palabras– Y quisiera conocerla mucho más…sin límites. Estaba siendo respetuoso, pero no voy a perder el tiempo, y no sé si no lo ves, o no te importa, pero la estás lastimando, y parece que hasta tu padre se sorprendió, no creas que no lo vi. Estás avisado, te daré una semana.

- ¿Y quién demonios te crees que eres para poner plazos en mi vida?

- No te los estoy poniendo a ti, te estoy avisando que mi paciencia se agotará para ese entonces, y dejaré de contenerme. Si no estás decidido a estar con Kohaku seriamente, lo lamento por ti, pero entonces ya será una decisión de ella con quién quiera estar. Y créeme que no le faltarán motivos para considerarme, tengo mucho que ofrecerle, y las mujeres aprecian a un hombre seguro, en lugar de a un niño cobarde. Así que piénsalo, ya que parece que eres tan inteligente. Hasta luego.

Sin esperar respuesta, se dirigió a Xeno, y como vio que ya había terminado de comer, le dijo que iba a fumar afuera, que lo esperaba un rato para llevarlo de vuelta a la casa. Se despidió de Mozu y de Kohaku, y le dedicó una última mirada glacial a Senku antes de retirarse. A los pocos minutos, Xeno y Byakuya se despidieron con un apretón de manos, y Senku esperó a que se fueran, para decirle a su padre de volverse ellos a su casa también. Las últimas palabras de Stan lo habían puesto aun de peor humor, y no tenía ganas de hablar con más nadie.

Unos días después, Kohaku salió de la escuela a la tarde, y miró preocupada el cielo: Estaba nublado, pero se veían unos nubarrones muy oscuros, típicos de una gran tormenta. La buena noticia es que ese día no tenía que trabajar, casualmente, así que no se mojaría tanto. Pensó en mandarle un mensaje a Stan para cancelar la clase, pero justo entonces escuchó el sonido de un arranque de motor, y cuando levantó la vista, lo vio ahí, ya esperándola.

- ¡Stan! Estaba por escribirte…iba a cancelarte, porque parece que va a llover, pero ya estás aquí.

- Es un poco de agua, tampoco es ácido. Si nos apuramos llegaremos bien, no te preocupes, después te llevo de vuelta en cuanto pare.

Las primeras gotas cayeron unos minutos después, y en pocos segundos comenzó a llover intensamente. Por suerte ya estaban muy cerca, pero no pudieron evitar empaparse desde que bajaron de la moto, hasta meterse en el departamento. Kohaku no podía creer que en tan pocos segundos se hubieran mojado tanto, prácticamente goteaban los dos. Apenas entraron a la casa, se sacaron los zapatos húmedos, y Stan le dijo que fuera al baño, que le iba a alcanzar una muda de ropa para que pudiera secar la suya. Él se cambió en su cuarto, y le prestó a ella una camisa y un short, que sin embargo le quedaba largo como una bermuda, y la camisa le llegaba a las rodillas, era una imagen muy graciosa y adorable, parecía una niña con la ropa de sus padres.

Como Stan tenía el pelo medianamente corto, enseguida se lo secó, y llevó otra toalla para la rubia, que lo tenía todo llovido sobre la cara, ahora que se lo había soltado. Cuando ella estiró la mano para tomarla, él la esquivó, y se arrodilló detrás de ella para secarle el pelo.

- No, déjame, yo te lo seco.

- Oh, vamos, puedo hacerlo sola.

- Ya lo sé, pero no quiero que te resfríes por mi culpa. Yo puedo hacerlo mejor, y ya vas a ver que te relajará.

Tal como dijo, se puso a secarle el pelo minuciosamente, y cuando masajeó su cuero cabelludo, Kohaku terminó cerrando los ojos, realmente relajada. Stan tenía manos grandes y fuertes, y nunca nadie antes le había secado el pelo desde que era chica. Sonrió al recordar que en una situación similar con Senku, él le había arrojado la toalla directamente. Bueno, eran dos estilos de hombres distintos, y el estadounidense tenía claramente más experiencia y delicadeza en su trato con las mujeres, no por nada tenía tanta fama de galán. Pero era muy correcto, y realmente la sorprendió que lo fuera, ya se esperaba que esas clases fueran muy incómodas, ignorando y rechazando sus continuos intentos de seducción. Quizás realmente le había ofrecido ese trabajo para ayudarla, y no con segundas intenciones. Decidió sincerarse y decírselo.

- ¿Sabes? Creo que me equivoqué contigo

- ¿Hmm? ¿Por qué?

- Como siempre te me estabas insinuando, pensaba que ibas a intentar hacer algo conmigo durante estas clases, que eran una excusa para eso.

- No me gusta mezclar lo profesional con lo personal, hice un contrato de trabajo contigo. Pero no te confundas –su mirada cambió, y ahora la miraba fijamente, serio.

- ¿Con qué?

- Eso no quita que me gustas.

- Oh –Se lo esperaba, pero aun así se sonrojó, nerviosa por la directa declaración. Bueno, ella fue a la boca del lobo, no podía quejarse– pero yo...

- Y no digo sólo porque eres una belleza y me atraes físicamente, me gustas tú. Y se lo dije al chico con el que sales.

- ¡¿A Senku?! ¿Cuándo? –¡¿Cómo?! Su mandíbula cayó ampliamente, no podía siquiera imaginarse la situación.

- El otro día, en tu trabajo, cuando te fuiste a la cocina. No sé qué tan serio es con respecto a ti, pero ya van varias veces que sólo te llama "amiga" y no admite que salen juntos, y creo que ya están saliendo hace más de un mes. No lo entiendo, y vi en tu cara que a ti también te molesta, y te lastima.

- Sí, pero entiendo que él es más tímido, y necesita más tiempo.

- Yo no, no soy un niño, y no me avergüenzo de que me guste alguien. Él es el primer hombre con el que estuviste íntimamente, ¿o me equivoco?

- Eso es muy personal –¿Cómo podía preguntar así de fácil algo tan incómodo?

- Lo es, pero no sabes lo que es estar con un hombre con más experiencia, y que no se contiene. No te preocupes, no pienso tocarte, no encuentro placer en forzar a alguien. Pero si algún día cambias de opinión, con una palabra o un gesto tuyo me alcanzará para hacerlo. No te estoy presionando a nada, no hablemos más del tema. ¿Podemos empezar con la clase?

- Sí…claro –Kohaku no podía creer lo rápido que Stan se ponía en modo profesional, la desencajaba, ella ciertamente no podía, pero tuvo que respirar hondo y contener sus pensamientos, y demostrar que se tomaba en serio ese trabajo.

Poco más de una hora después, terminaron de estudiar, pero el sonido de la lluvia era más intenso que cuando habían llegado, parecía que se estaba cayendo el cielo.

- No puedes volverte así, lamentablemente no tengo coche, y es peligroso andar en moto con este tiempo, además que nos volveríamos a empapar. Quédate hasta que pare, y ahí te llevaré, aunque sea tarde, no me molesta. Pero no puedo permitir que te resfríes.

- Mmm, de acuerdo. Si no te molesta, voy a ponerme a estudiar.

- Para nada, hazlo. Te dejo tranquila aquí, cualquier cosa me llamas.

Un par de horas pasaron, e impresionantemente la lluvia no amainaba, o lo hacía por breves momentos, sólo para volver a estallar, cuando Kohaku pensaba que podía aprovechar para irse. Oyó sonidos en la cocina, Stan parecía estar cocinando, y un rato después comenzó a llegarle un delicioso aroma que le abrió el apetito. Trató de concentrarse en la lectura, pero cada vez se le hacía más difícil, ya que su estómago empezaba a rugir. Justo cuando se iba a parar a ofrecerle su ayuda, Stan apareció llevando dos platos que se veían increíbles, e hizo un segundo viaje para ir a buscar los vasos y una botella de agua.

- Aquí tienes, espero que te guste.

- Huele increíble… ¿qué es?

- Es un plato original mío, lo hice pensando en la fusión de la comida oriental y la occidental. Son fideos de arroz, con verduras salteadas en salsa de soja, vino blanco, miel y mostaza, una combinación un tanto agridulce, y también tiene un toque picante.

- Se me hace agua la boca de sólo escucharlo. Así que de verdad cocinas bien, no era un farol –agarró un poco de comida con los palillos, y en cuanto la saboreó, cerró los ojos de puro placer, la combinación de ingredientes era maravillosa. Cuando los volvió a abrir, vio a Stan sonriéndole como un niño, complacido y aliviado de que le haya gustado, y ella rió– Es perfecto, me encanta. Sabes, a los ojos de las mujeres serías el esposo perfecto, entre lo atractivo y lo atento que eres, y encima cocinas, malcriarías demasiado a tu mujer.

Soltó una carcajada, divertida con su propio comentario, pero se detuvo al notar que Stan se había quedado completamente quieto, sin retrucarle nada ingenioso o provocador como solía hacer, y había agachado la cabeza. Kohaku se inclinó sobre la mesa, curiosa, porque notó que las orejas de él se habían puesto coloradas. Cuando bajó más la cabeza para buscar su mirada, él levantó los ojos hacia ella, y tenía una expresión completamente adorable, entre tímida y perturbada, y notó que estaba profundamente sonrojado. La rubia se sorprendió tanto que su boca cayó abierta, nunca lo había visto así, tan seguro que era.

- ¿Qué, no me vas a contestar nada? No puedo creer que dejé a Stanley Snyder sin palabras.

Pero él tampoco le respondió nada, y de hecho se quedó bastante callado durante la cena, y Kohaku pensó que quizás lo había incomodado, aunque no podía imaginarse por qué. Cuando terminaron, Stan se levantó para limpiar los platos, y Kohaku estaba tan calentita y satisfecha que pronto sus ojos comenzaron a cerrarse. Unos momentos después, sintió que el rubio le tocó el hombro, y ella abrió los ojos con pereza. Se había quedado dormida en la mesa, sin darse cuenta. Se encontró con la mirada divertida de él.

- Sigue lloviendo, aunque menos. Pero me da lástima interrumpir tu sueño, te veías muy linda, incluso babeando mi ropa.

- ¡¿Eh?! ¡Yo no me babeo! –Se sonrojó, avergonzada, y miró las mangas de la camisa, donde evidentemente había un rastro húmedo. Quería desaparecer bajo tierra.

- No te preocupes, me alegra que te sientas tan tranquila como para dormirte así. Puedes quedarte a dormir en mi cama.

- ¡N-no¡… eso es… ¿y tú? –Ya se veía venir un intento se seducción muy atrevido, lo cual la preocupó, pero él le contestó relajado.

- Dormiré en el sillón, por supuesto –Aunque al notar la perturbación en ella, sonrió con malicia– A menos que quieras que te acompañe, claro.

- ¡Ni lo sueñes! –Contestó horrorizada, pero él soltó una risa libre.

- Estaba bromeando. Si dudas de mí, puedes trabar la puerta, aunque preferiría que confíes en mi palabra. Ya te lo dije, no voy a tocarte, a menos que tú lo quieras. Y como es claro que no quieres, cumpliré mi palabra. ¿Te alcanza con eso?

- Mmmm, creo que sí. Bueno, gracias, aunque me siento mal que tengas que dormir incómodo por tu culpa.

- Es sólo una noche, y en todo caso es mi culpa que te hayas quedado atascada aquí.

El teléfono de Kohaku sonó, y se le pusieron los pelos de punta al pensar que era su hermana o su padre preguntando dónde estaba, pero no. Aunque se estremeció el doble al ver que Senku era el que la llamaba. Se puso nerviosa, sabía que no podía decirle que estaba en la casa de Stan a esa hora, o él pensaría muy mal, y quería evitar peleas innecesarias.

- Hola, Senku…

- Hola leona, ¿cómo estás?

- Bien

- ¿Sólo bien?

- Sí…

- ¿Segura que estás bien? Parece que te comieron la lengua los ratones. Oye…Byakuya salió, sé que está lloviendo un poco, pero me preguntaba si querías venir a casa.

- No puedo… perdona, Senku, no puedo esta noche.

- Ah…bueno, no me esperaba eso. Pero entiendo, no te preocupes. Bueno, suenas rara, quizás estás cansada de tanto trabajo.

- Sí…lo siento.

- Hablamos mañana entonces, si quieres.

- Sí, yo te llamo.

- Buenas noches, descansa, leona.

- Buenas noches, Senku.

Cortó. Maldición. Se sentía horrible, aunque si bien no estaba haciendo nada malo, no podía evitar sentirse un poco culpable.

- Kohaku –Stan la llamó, y ella sacudió la cabeza, alejando sus pensamientos. – No estás haciendo nada malo, lo sabes, ¿verdad?

- Sí, claro que sí. Pero siento como que le estoy ocultando algo, y no me gustó…

- Insisto, no estás haciendo nada malo. Fue una mala casualidad que lloviera tanto. Mira, quizás esto te anime otra vez.

Stan le puso delante de ella un plato con un pedazo de torta de chocolate. Lucía delicioso, parecía sacado de una tienda boutique de pasteles, bien decorado y todo.

- Gracias, no me esperaba que hubiera postre –Tomó la cucharada que él le ofreció, y sus ojos se abrieron mucho al probarla, instantáneamente se le derritió en la boca– ¡Mmmm! Esto es delicioso. ¿Dónde la compraste?

- No la compré, la hice yo –le sonrió, orgulloso.

- ¡¿QUÉ?! ¿Tú…tú hiciste esto? ¿Cuándo?

- Mientras tú estudiabas. Aunque como no lleva horno, por eso no te enteraste. Es una marquise de chocolate, es mi postre favorito.

- No puedo creerlo…Espera, ¿te pasaste la tarde cocinando? ¿Por qué?

- No llevó mucho tiempo hacer esto, pero quise hacerlo para compensarte por hacerte perder tanto tiempo. Hice una grande, para que te lleves a tu casa, si quieres.

- Oh…gracias. Es mucho, pero está tan deliciosa que no puedo rechazarla –rió con picardía, como una niña feliz con sus dulces.

- Esa es la sonrisa que quería ver, misión cumplida. Bueno, disfrútala tranquila, y eres libre de ir a mi cuarto a dormir cuando termines. Perdona que te deje sola, pero quiero descansar.

- Claro, muchas gracias, Stan.

La mañana siguiente, que era sábado, Kohaku se despertó por su cuenta, y cuando se vistió y se fue para el living, se encontró con Stan preparando el desayuno, ya estaba totalmente vestido y presentable, como si se hubiera levantado hace varias horas.

- ¿Dormiste bien, Kohaku?

- Sí, gracias. Nunca había dormido en una cama tan grande.

- Ah, ya lo harás cuando vivas sola. No podrías volver a dormir en esas camas pequeñas, una vez que te acostumbras a estas. ¿Quieres desayunar?

- Te agradezco.

Cuando terminaron, Stan le preparó la torta para llevar, y como había salido el sol por suerte, la llevó a su casa en moto. Kohaku no podía esperar para visitar a la tarde a Senku, y podía tantear si tenía un paladar dulce como ella al llevarle la torta de sorpresa. Le mandó un mensaje, preguntándole si tenía libre un rato para que pasara a visitarlo, pero él le contestó que recién al atardecer iba a poder, porque ya había quedado con su amigo Taiju. Quedaron en verse a esa hora, así que ella se organizó para entrenar unas horas en el club de la escuela, que estaba abierto hasta la tarde, pero primero tendría que ir a su casa a bañarse y cambiarse.

A eso de las seis de la tarde, Senku le envió un mensaje diciéndole que ya estaba en casa, que podía venir cuando quisiera, y ella emocionada le dijo que ya iba para allá. Cortó un buen pedazo de la torta, pero dejó la mitad para su familia. Ruri tenía que estudiar con una amiga para un importante examen, así que se había ido, y su padre también tuvo que viajar a Osaka por cuestión de trabajo por unos días, así que iba a estar sola en su casa esa noche, o tal vez podía quedarse en lo de Senku.

Cuando llegó a la casa del científico, y lo saludó con un beso en la boca, cosa que ya era normal para ambos, al menos cuando nadie los veía. Se fueron al cuarto de él, y el gato Kuro corrió a recibirla, encantado de verla.

- Creo que te extrañaba, lo conscientes demasiado.

- Es que es tan adorable, es más fuerte que yo –Le rascó la barbilla, y el gato negro ronroneó sonoramente, parecía un motor encendido –Mira, Senku, traje algo para merendar, si quieres.

- Ooh, qué agasajo. Claro, voy a hacer un té. Ponte cómoda, ya vuelvo.

Unos minutos después, mientras Kohaku seguía acariciando al mimoso Kuro, Senku volvió con una bandeja, en la que había una tetera, dos tazas, y un par de platos y cucharas.

- ¿Qué trajiste?

- Una torta deliciosa, se te hará agua la boca, ya verás.

- Lo mío no es lo dulce, pero confío en ti, ya que estás tan emocionada.

Kohaku sirvió las porciones, y se la dio al peliverde con una radiante sonrisa. Senku la probó, y se sorprendió de que realmente estaba buena.

- Diez billones de puntos para ti, leona. ¿Dónde la compraste?

- No la compré

- ¿De verdad? No me lo creo… ¿acaso la hiciste tú? Así que tenías talentos culinarios ocultos, te lo tenías bien guardado.

- Eeeh, no, tampoco la hice yo. No sé cocinar mucho, menos algo tan elaborado y sabroso como esto.

- ¿Ah? ¿Y entonces de dónde salió?

- La hizo Stan

- ¿Qué…? –De pronto no le pareció tan deliciosa, más bien le sabió muy amarga– ¿Y por qué te hizo una torta?

- Se sentía mal porque llovía mucho y nos empapamos, y me tuve que quedar un rato más…–de pronto se dio cuenta que se le había soltado la lengua, pero rezó que Senku no se haya dado cuenta. Aunque claro, estaba hablando de Senku, el joven más detallista y memorioso del mundo.

- No coinciden las fechas…no llueve hace por lo menos una semana, salvo ayer –Abrió los ojos, dándose cuenta de algo– Espera… ¿ayer?

Kohaku tragó duro, y sus esperanzas de pasar desapercibida se estrellaron instantáneamente. Así que decidió ser sincera, era lo mejor, además no había hecho nada malo, como para sentirse mal.

- Sí… fue ayer.

- Kohaku –La realización cayó sobre él, de golpe– Cuando te llamé… ¿estabas con él?

- Sí. Me iba a llevar a casa apenas parara la lluvia, pero la tormenta no paraba, y bueno…me quedé.

- ¿Te quedaste? ¿En su casa, de noche, y solos? –La miró horrorizado, pensando lo peor.

- Oh, vamos, suena peor de lo que fue. No te preocupes, se portó correctamente, no intentó nada. Y te dije que, si alguna vez lo hacía, estaba lista para golpearlo.

- ¿Me mentiste?

- ¿Qué…? ¡No! No te mentí para nada, ¡¿por qué piensas eso?!

- Porque me pareció raro que estuvieras evasiva, ahora entiendo todo.

- No, no entiendes nada. No pasó nada, Senku. Él no intentó nada conmigo, y por supuesto que yo tampoco con él. ¿No…no confías en mí? –Preguntó desilusionada.

- Tú eres la que no entiende nada. Ese maldito…él…–no sabía si decirle de la amenaza de la confesión de la otra noche, pero no tenía opción– El gusta de ti, leona. No puedes confiar en él.

- Sí, lo sé.

- ¿"Lo sé"? ¿Sabes que gusta de ti?

- Sí, me lo dijo. Pero tranquilo, dijo que no iba a tocarme siquiera, porque sabe que estamos juntos, que respeta que estoy contigo.

- Mentira… eso es pura mierda.

- No, no lo es. Cumplió su palabra, de verdad que no intentó nada. ¿Por qué no me crees?

- No sé…no sé si aliviarme u ofenderme de que seas tan inocente e idiota.

- ¡Oye! ¿Qué demonios te pasa?

- ¿Qué me pasa? Te quedaste a dormir en la casa de un hombre que te seduce abiertamente, me lo ocultaste, ¿y encima me preguntas qué me pasa A MÍ?

- ¡Sí, te lo pregunto porque parece que no confiaras en mí!

- En este momento me está resultando muy difícil hacerlo, no me lo pones fácil.

- ¿Qué es lo que no te pongo fácil? –Levantó el tono, estaba ya muy indignada– ¡Te dije desde el principio que iba a darle clases, siempre te conté de cómo iban las clases, aunque no te interesara! Si ayer no te dije nada, es porque sabía que no te iba a gustar, y quería ahorrarme todo esto, porque no pasó NADA.

- ¿Por qué sigues trabajando con él? Tú misma lo dijiste, te dijo que gusta de ti. ¿Cómo puedes seguir dándole clases lo más normal? –Él también levantó el tono ahora, sin poder creer que ella no lo entendiera. Realmente había caído en las redes de ese maldito.

- ¡Porque es buena plata, te lo dije en su momento!

- Ah, ya veo –Le contestó resentido, y escupió las siguientes palabras con veneno– Ya que te interesa tanto el pago, entonces si él te ofrece aún más plata, también te le abrirías de piernas, ¿no?

¡PAF! Kohaku le dio una cachetada tan fuerte, que resonó en todo el salón. Senku abrió mucho los ojos, aturdido, y se tocó la mejilla, que instantáneamente se puso muy roja, y le ardía.

- ¡ERES UN CRETINO! ¡¿CÓMO PUEDES DECIR ESO, MALDITO?!