Prólogo 1: Una visita inesperada.
Disclaimer: Salvo los OC, todo pertenece a JK Rowling... No debería ponerlo, pero por las dudas
Era la última semana de la salida a Hogsmeade y era el turno de Severus Snape de vigilar que ninguno de los estudiantes de Hogwarts se comportara de manera indeseable… Algo sumamente difícil, en especial considerando que los gemelos Weasley ya se encontraban en cuarto año, y el hecho de que pudiesen seguir saliendo al pueblo ya era una amenaza de continuar con los problemas en la escuela, ya fuera por sus bromas creadas o por la mercancía que podían conseguir con Zonko.
Si al menos el foco de sus bromas no fuesen sus Slytherin o, mejor aún, si sus calificaciones reflejaran la misma inteligencia y brillantez que demostraban tener en esas acciones…
Suspiró. Ya era hora de comer, y eso significaba que era hora de ir al local de Madame Rosemerta; ni siquiera él podría negarse el hecho de alimentarse en el momento correcto. La última vez que olvidó de alimentarse en el trabajo terminó desmayándose y recibiendo una reprimenda de parte de Madame Pompfrey que nunca pudo olvidar. Por lo mismo, se apresuró en entrar, luego de regañar a algunos estudiantes de Hufflepuff por estar demasiado cerca.
Sin embargo, al momento de cruzar el umbral de la entrada, la misma Madame Rosmerta se acercó a él y le dijo con voz preocupada:
— Hay una mujer que quiere hablar con usted, profesor Snape, pero no dijo quién era.
Extrañado, el de ojos negros siguió a la dueña del restaurant y, entrando a una de las salas privadas, se percató que, efectivamente, había una mujer cuyo rostro estaba cubierto con una capucha. Estaba sentada cómodamente en una de las sillas, con los pies apoyados en un reposapiés y bebiendo lo que aparentaba ser cerveza muggle.
Parpadeó. Sólo conocía una persona en el mundo mágico que sería capaz de traer su propia gama de cerveza.
— ¿Qué haces aquí, Faewood? — preguntó, con molestia.
Pudo vislumbrar una sonrisa en sus labios mientras ella se sacaba la capucha con una mano y, descuidadamente, seguía tomando de su jarra.
— Sabía que con algo tan sutil descubrirías mi identidad, Severus — dijo ella, su voz melodiosa y alegre. — Vamos, ya es hora de comer y un distinguido profesor como tú no debería negarse los placeres de una buena mesa. Toma asiento y disfruta de mi compañía mientras puedas.
Con un gruñido, el profesor se sentó y se quedó mirando a la mujer, lo que era doloroso para él debido a que le recordaba a otra mujer muy parecida a ella, cuyo cadáver tuvo entre sus brazos ya casi trece años atrás.
Delgada, con tez muy pálida, de cabello largo y pelirrojo amarrado en un medio moño y cuyos ojos color jade se parecían a los ojos esmeralda de aquella otra mujer que permanecía plasmada en su memoria, de aquella llamada Lily Evans. La única gran diferencia entre ambas mujeres era en la alegría y jovialidad que emanaba la que estaba presente, como si la juventud no se hubiera ido de su ser.
— ¿Y cómo te ha tratado la vida, Sev? ¿Aún extrañando a nuestra querida Lily? ¿Sigues lamentándote haber sido Mortífago y no haber ganado en ningún momento en su perdón, tal como tus memorias te indican? — preguntó, como si hablase del clima.
El de cabellos negros gruñó nuevamente, en especial porque la mujer había tocado un tema muy delicado como si nada. Sin embargo, se detuvo en la última pregunta.
— ¿A qué te refieres a que si mis memorias me lo indican? ¡Tú fuiste testigo de cómo Lily dejó de ser mi amiga en quinto año y fuiste quien me escuchó y me soportó hasta que decidí ser parte de los mortífagos, apartándote de mi vista! — exclamó él, notando de inmediato que la habitación estaba protegida por un encantamiento Muffliato, evitando llamar la atención.
— Eso es lo que dicen tus memorias, no las mías — replicó ella antes de seguir bebiendo de su jarra, comiendo de vez en cuando alguno de los bocadillos ofrecidos.
Severus se quedó de piedra, sin querer entender las palabras de la mujer. Ella lo miró con algo semejante a la compasión, pero sabía que, si quería ejecutar sus planes de forma legal, debía hacer parte de su complot al que fue su amigo, voluntariamente o no.
— Para alguien tan hábil con oclumancia y legeremancia, no ser capaz de ver la red de mentiras en su propia mente es divertido y a la vez lastimoso, a decir verdad… pero si te pregunto en quién confías, dirás que, pese a tus instintos, es Albus Dumbledore, y ya recibir esa respuesta es suficiente para que vomite frente tuyo. Pero, sólo por nuestra amistad, te diré lo que ocurre, ya que nuevamente nos dejaremos de ver por bastante tiempo — dijo ella: — Y sólo lo hago por la memoria de Lily, porque si dijera en nombre de nuestra amistad, te enfadarías a más no poder… Y no tengo ni el tiempo ni la paciencia para lidiar con esto.
Acto seguido, dejó su jarra y se sentó de forma erguida, sus ojos brillando intensamente ante sus palabras. Sacó su varita, de color oscuro, en la cual se notaban runas inscritas en un lenguaje desconocido para Severus, en cuya punta había una pequeña esmeralda que parecía imbuida de magia y cerca de la mano parecía tener otras gemas pequeñas incrustadas. La alzó y proclamó sin titubear:
— Yo, Alanna Shailyn Faewood, juro por mi legado y mi magia que hablaré con la verdad y sólo con la verdad a Severus Tobías Snape, y que lo que se declare en este cuarto sólo será revelado a quien debe ser siempre el testigo de nuestras acciones, Harry James Potter, y a la familia a quien sirvo, que sólo puedo hablar de su nombre cuando el tiempo de las profecías se cumpla. Que así sea — juró, y luego comprobó su juramento haciendo brillar su varita con un simple Lumos.
— ¿A qué te refieres con Potter…?
— Debes hacer el juramento, o no podré hablar con sinceridad — insistió ella.
Como su curiosidad fue más grande que su juicio, Snape alzó su varita e hizo su juramento a Alanna, sin colocar a quien podría revelar sus acciones, a lo que la mujer le advirtió.
— Tendrás que jurar que no mencionarás nada a Dumbledore.
Molesto, agregó lo solicitado por la mujer.
— Bien, habiendo jurado esto, puedo decirlo abiertamente. Vengo por nuestro ahijado. Por eso es a él a quien debo todas las explicaciones de por qué Dumbledore me impidió ir por él, en lugar de dejarlo con Petunia y la morsa que se hace llamar su esposo — declaró, y se puso de pie. — Luego de eso, me marcho con él, dejándolo fuera de la matrícula de Hogwarts hasta que pueda regresar en mejores condiciones que las debe haberlo dejado ese manipulador. Y yo estaré ahí para él, como no lo estuvieron ni Black, ni Longbottom, ni tú.
Severus tardó unos momentos en procesar la información cuando se dio cuenta que su acompañante ya se había dirigido a la puerta.
— Creo que estás equivocada. Potter no es más que un niño malcriado, presuntuoso y maleducado. Es imposible que una persona así haya sido criado por…
— Sí, sí, lo que permita tener tu mente tranquila a la hora de dormir, Severus. Sólo te vine a informar de esto porque, cuando regrese a Gringotts y clame lo que me corresponda, recibirás una notificación de investigación por el claro abandono de tus deberes hacia tu ahijado, al cual hiciste un juramento ante Madre Magia, tal como te lo pidió Lily. Lo hago por la amistad que alguna vez tuvimos y para que, si eres capaz de romper la red en la que estás metido, puedas demostrar que eres mejor persona de lo que dices ser — dijo, y abrió la puerta.
— ¿Sólo para eso viniste? — preguntó él. — Creí que sería más serio. Al fin y al cabo, no había tenido noticias tuyas en más de trece años, cuando te sentí en el funeral de los Potter.
— ¿Y quieres saber por qué tardé tanto? ¡Pregúntale a Dumbledore, si es que tienes agallas…! Aunque, claro, no podrás decirle que me viste.
Y, sin decir más, se puso nuevamente su capucha y se marchó, cerrando la puerta.
El maestro de Pociones se quedó allí, sentado, tratando de cuadrar la información recibida con las memorias que tenía de sus relaciones con Lily y con ella. Recordó los años en que compartieron juntos, aunque pertenecían a casas diferentes… Él, un Slytherin, Lily en Gryffindor y Alanna, a quien conocieron en el expreso a Hogwarts, en Ravenclaw. Los tres se reunían constantemente en la biblioteca sin importar las circunstancias para debatir sobre las novedades sobre la magia, en particular en encantamientos, runas y pociones, que eran las áreas que los tres manejaban en común.
Cuando fue la discusión con Lily, Alanna fue quien trató de reavivar la amistad y se juntaba con uno y con otro para hacerlos entrar en razón. Pero él, sintiendo la necesidad de obtener más poder, ya que no soportaba más a su padre, terminó asociándose con aquellos que se convertirían en los Mortífagos de su generación y, después de una gran discusión, él terminó de alejarse de su amiga. Lily, en tanto, parecía guardar tanta distancia con ella como era posible…
No, eso no cuadraba. Él la había visto juntarse en más ocasiones con Lily, alejada de James y sus amigotes… E incluso una vez ambas fueron a hablarle… Pero eso… ¿Cuándo fue? Incluso estaba seguro de que Faewood se había reunido otra vez con él, para preguntarle sobre quizás qué cosas…
Un dolor de cabeza punzante pareció querer atravesar sus pensamientos y querer redirigirlos a otras ideas, por ejemplo, de castigar a Potter sólo por mirarlo feo…
Pero… Él es también hijo de Lily…
El dolor de cabeza comenzó a aumentar ante esos pensamientos. Severus tuvo que verse obligado a concentrarse, tomar una poción para el dolor que siempre andaba llevando consigo por si ocurriese algo y, combinándolo con los bocadillos que había dejado Alanna, centró sus pensamientos en su respiración, tratando de encontrar las razones para semejante enredo en sus pensamientos.
Retomar los pasos básicos en la meditación, vaciar la mente y dejar que los pensamientos se alejen de su foco; lo fundamental para reconocer qué podía estar mal en él. Sin dejar que esa preocupación lo llenase, siguió trabajando en reconocer su mundo interior, sus defensas y todos aquellos pensamientos que deberían estar ordenados para prevenir cualquier ataque de cualquier experto en Legeremancia, ya fuese Dumbledore o Voldemort...
Todo eso… Para encontrar que, tal como le advirtió la mujer, había una innumerable cantidad de vacíos, desorden y, como dijo ella, todo pareciera estar envuelto en telarañas, que reconocía claramente que no eran de su creación.
Quiso golpearse ahí mismo de la rabia y frustración. Aunque Faewood no era experta en las artes mentales, pareció reconocer de inmediato cuán mal estaban sus defensas y cómo había logrado ser manipulado, probablemente por Voldemort y por Dumbledore a la vez… pero, ¿con cuál motivo? No deseaba pensarlo demasiado hasta encontrar la manera de arreglar el desbarajuste que existía en sus pensamientos. Sólo así comenzaría a resolver aquel problema y, de ser necesario, intentaría nuevamente comunicarse con la mujer, aunque ella declaró con claridad que sólo venía por Potter…
Potter… Su ahijado…
Por los mil…
Notitas de autor
Sé que esperaban la quinta parte del Legado de Lily... Pero aquí estamos.
Holis ^^
Bien, a diferencia de los cuatro libros anteriores, en las cuales Siegfried escribia y yo editaba y publicaba, esta vez traemos esta historia que es mía y que Sieg edita para que yo lo publique, claro.
Bueno... Esta es una parte del prólogo, relacionada con Severus, pero advierto, es el único capítulo donde veremos a Severus de forma directa. Después estará presente... pero en recuerdos e historias del pasado, nada más. Sólo sabremos de Severus... por ahí xD
En el próximo capítulo sabremos de Harry Potter, no se preocupen... creo.
Saludos... Y ojalá les sea de su gusto :D
