Devuélveme el Corazón
Los personajes pertenece a KOF SNK
Las gotas de agua caían lentamente sobre el asfalto de aquella estrecha calle de la ciudad de Osaka, los faroles se prendieron e iluminaron la llegada de la noche, muchas personas paseaban contentos por el centro comercial, parejas enamoradas veían en cada vitrinas miles de objetos y cosas adecuadas para un bonito regalo de San Valentín como también citas románticas en cada restaurante.
Athena para poder escapar un poco del frío de la llovizna decidió entrar al gran centro comercial que estaba decorado con todos los colores y adornos de corazones rojos y dorados, luces y hasta canciones románticas sonaban alegremente.
La chica comenzó a caminar por los pasillos observaba cada tanto las vitrinas y en una de ellas vio a un par de niños jugando y al oír sus risitas tan inocentes la hizo sonreír cuando sintió un dolor fuerte en su pecho, entreabrió sus labios para poder respirar y se apoyó contra la pared mientras pasaba una mano por su pecho rogando que el dolor desapareciera, las lagrimas caían de sus ojos ahora rojos y cansados, estaba arta, ya no aguantaba más está situación, ella no merecía todo lo que estaba padeciendo pero tenía que hacerlo, ser más fuerte solo por el, por su hijo, ese pequeño que crecía día a día dentro de ella, su mano se deslizo hacia su vientre y tocarlo suavemente, sus párpados se le cerraban, tenia sueño, quería llegar a casa y dormir, se sentó en uno de los bancos, no supo cuanto tiempo ella estuvo así dándose cuenta que el ardor en su pecho y el dolor descendió.
Abrió sus ojos y se sorprendió al ver la poca gente que había, de seguro era muy tarde y paso una mano por su rostro, "otra vez fiebre.. " susurro ella y asi despegarse de la pared, san valentin siempre había significado mucho para ella y ahora por lo mas raro que pareciera se encontró sola, sin amigos, sin sus padres, completamente sola, suspiro cansada volviendo a caminar cuando sin querer se topo con alguien, frente a ella estaba Iori. Ella froto un poco sus ojos que dolían y su mirada se fijó en el, vestía un negro y largo abrigo, se lograba ver de bajo que llevaba también una camisa negra a medio abrochar y un pantalón también negro con una cadena colgando en su cintura con una elegante helvilla plateada, su piel blanca y su cabello rojo brillante, tal y como lo recordaba.
— ¿Te encuentras bien? - preguntó una joven de cabello castaño mirándola con pena.
Athena miro a la joven, era hermosa, pareciera una modelo de revistas y su ropa de diseñador la hacia mas glamurosa, luego miró de nuevo a Iori y bajo un poco su mirada, contesto rápidamente.
—si, estoy bi ..- tosió un poco y miro sus dedos manchados de sangre, Athena se asusto un poco, era la primera vez que pasaba eso.
— Oh por dios. -dijo la castaña en un murmullo al notar la sangre en los labios de la psíquica quien se limpio rápidamente con la mano. Iori se sorprendió también aunque disimulo no ver nada.
— Lo siento debo irme. -Athena salió disparada del lugar.
—Pobre chica, debe estar enferma. -Comentó la bella joven que acompañaba a Iori.
Luego salieron del centro y fueron a donde dejaron estacionado el auto. Iori abrió la puerta y dejo entrar a la chica con las bolsas que ella había comprado cerro la puerta y apoyó su brazo sobre su automóvil un momento y bajo su cabeza dejando caer su largo mechón de pelo hacia delante.
—Athena ... - murmuró, sin poder evitar una sonrisa.
"Tu me gustas Iori "
Esas palabras estaban tan vivas en su mente, era como si ella misma se lo estaba diciendo como esa noche en en el torneo XIII, cuando la psíquica se le acerco tímidamente con su bella sonrisa, la recordó tan hermosa con ese traje y feliz, le confesó su amor sin importar su pasado como asesino, su crueldad, su maldición. Y al escuchar a una joven como ella diciéndole que le gustaba lo dejó sin habla. En ese momento la psíquica despertó una calidez única sobre el que no la pudo dejar ir, lo enamoró como un loco dejando todo lo demás aun lado, con ella se sintió bien, vivo y lleno de paz aunque a veces sintió que se comportaba como un idiota, incluso llegó a pensar en dejar de pelear y seguir persiguiendo a Kyo, solo por ella, ya no sentí ese odio.
La Athena de ahora era diferente, pareciera que el color y la alegría se hubiera ido de ella, su cabello opaco y despeinado, su piel pálida y demacrada, no habia color en sus labios y sus bellos ojos lilas eran oscuros ya no se veía ese brillo en sus ojos. ¿Qué había pasado con ella? Se cuestionaba preocupado pero se le pasó cuando recordó sus palabras cuando termino con toda relación.
"¿Porqué no me haz llamado?"
"Iori, lo nuestro se acabó ¿lo entiendes? ¡Se acabó!"
"¿Porque?"
"porque ... ya no te amo"
El pelirrojo apretó sus manos y dio la media vuelta para irse, no pensaba seguir recordando esa escena, la lluvia comenzó a caer con fuerza sobre el asfalto, entro a su auto y lo encendió cuando la chica puso un cd de música pop y no cualquiera sino de ella ...
Ya no quiero verlo otra vez
Mi alma esta partida en dos por ti
No me importa el fuego en el que ardo hoy
Dice que estoy enferma de amor
Que me levanto y vuelvo a caer por ti
Cada vez que te apareces frente a mí.
Iori golpeo el volante e hizo asustar a la chica y la miro fríamente, ella reacciono rápidamente apagando el estéreo, no entendía que le estaba pasando.
—No vuelvas a poner esa música. –Le dijo con seriedad arrancando el vehículo.
— ¿Por qué? Es solo Athena Asamiya. –Le contesto ella tomándose de valor mientras veía por la ventanilla, Iori no contesto solo se limito a conducir. Si supiera que la mujer lamentable que acaba de ver hace unos momentos era esa gran artista que admira.—Hoy la pase muy bien Iori, mañana podemos ir al cinema...- hablaba ella pero el pelirrojo no la escuchaba, solo pensaba y recordaba a esa persona que lo comprendía y disfrutaba la vida en cada momento, quien no le temía y su risa tan alegre ...
- ¡¿Puedes apagar esa música?! - le gritó, asi es el le grito porque sabia que ella no se asustaría, ni se enojaría.
- Oh, esta bien... - chillo ella mientras le bajaba un poco y miraba por la ventanilla los letreros luminosos de la ciudad.
Athena cerro sus ojos disfrutando de la música y de a rato cantaba unas estrofas, Iori volteo a verla detenidamente y su mirada se fijo en el escote de la psíquica, noto que ella no se había abrochado el cinturón de seguridad y no dudo en tomar el cinturón y abrochárselo, esa se maravillo a ese gesto del pelirrojo y sus lindas mejillas ardieron, Iori solo sonrió como si no hubiera visto nada y volvió a concentrarse manejando .
Esa escena desapareció cuando escucho un grito de exclamación de la chica, el miro por un momento, se veía molesta con los brazos cruzados.
—Odio que me ignoren Iori. -Le dijo ella apretando sus dientes, el frunció el ceño sacando un cigarrillo y encendiéndolo con el dedo cosa que incomodo a la chica.
No entendía como pudo empezar a salir con una joven que apenas conocía, ella era buena y amable pero durante su relación no pudo sentir nada por ella, fue la desesperación de olvidarla que lo llevo a estar con Mei, una joven que conoció en un concierto por casualidad, fue la misma noche que ella lo dejo, terminando la relación y todo lo que tenga que ver con el en su camarín dejándolo como si nada para ir a cantar.
Expiró lentamente, disfrutando. Mei abrió un poco la ventana, dándole un sentido que el humo le disgustaba, pero él no lo apagó. Continuó fumando, como si no le importara cuando de pronto vio la figura de Athena en el parabrisas, contra la oscuridad de la noche, la lluvia y paseando con el frio que hacia, era obvio que no compraba obsequios ni estaba con ningún idiota en san Valentín, sino sola, cosa que lo extraño ¿Dónde estaban sus amigos de los que tanto hablaba? Después de ese concierto que por extraño también fue el ultimo jamás volvió a saber nada de ella durante tres meces. Ahora Ella caminaba, sola, desamparada, cabis baja, como si no le importara nada. Recordó en sus ojos enrojecidos, la sangre en sus labios, su palidez, algo no andaba bien.
— ¡Maldición! -Exclamo y el chillido de las ruedas contra el asfalto cuando el pelirrojo comenzó a retroceder no fue nada comparado con el brusco movimiento que lanzó un Mei hacia adelante con brusquedad se golpeo la cabeza ya que no tenia el cinturon de seguridad puesto.
— ¡Oye! ¡Casi me matas! -Grito la chica tomándose de la frente. Iori miraba hacia atrás mientras retrocedía a toda velocidad por la avenida casi desierta. Cuando gano algo de espacio, hizo girar el vehículo en ciento ochenta grados, haciendo caso omiso a las maldiciones de los demás conductores y los gritos de Mei a su lado. — ¡AAAAA! ¡PARA ACA! -Exigió Mei aterrada, el se detuvo y ella no dudo en bajar y salir del coche.
El automóvil siguió su camino sin Mei en la avenida donde la había visto, solo pensaba en ella, estaciono su vehículo como pudo en el lugar donde la vio pero ella no estaba, no le importaba la lluvia, ni mojarse, solo ella, vio un parque cerca , lo único que se escuchaba era las gotas de lluvia al caer. Cuando vio a alguien caminar metros de el encapuchada con un gran abrigo empapado.
— ¡Athena! -La llamo y ella paro en seco y se volteo lentamente para ver si era a el a quien escucho, y efectivamente lo era.
—Iori... -musito ella y ambos se fueron acercando lentamente estando uno enfrente del otro. Solo se miraban, en silencio.
— ¿Qué haces?
—Por favor vete, aléjate de mi. -Le rogo queriendo dar vuelta pero su mano en su brazo se lo impidió.
— ¡¿Por qué?! -Exigió saber. Ella volvió a mirarlo a pesar de la lluvia, se notaba serio como siempre. — ¿Que es lo que pasa contigo? -Cuestiono suavizando su expresión, ella sonrió con tristeza.
—Nada que te importe. -Respondió como si nada retomando su camino lo cual el no la detuvo, ella paro un taxi y se subió, en ese momento Iori se subió a su vehículo.
Cuando Athena llego a su departamento ya no llovia, notó que el automóvil la habia estado siguiendo, algunas personas que estaban afuera se asomaron con asombro.
"¿De quién es el Rolls-Royce? No parece una falso".
"¿Un hombre rico que vive en una comunidad tan pobre?"
Athena actualmente vivía en un edificio residencial muy antiguo, en el que residía la gente común. Por lo tanto, al ver un auto de lujo valorado en decenas de millones de dólares, no pudieron evitar sentir curiosidad. La psíquica se acerco y miró el coche. Su rostro cambió este auto... parecía familiar.
Justo cuando estaba pensando en ello, la puerta se abrió. Iori salió del auto tranquilamente. Estaba rodeado de ojos envidiosos o celosos, pero parecía no haberlos notado.
Tan pronto como vio a Athena irse, inconscientemente condujo y siguió el taxi hasta aqui. Como resultado, vio este edificio residencial en mal estado.
¿Penso que debía haber algo mal con Athena? De lo contrario, ¿cómo viviría en un lugar tan lamentable en lugar de su antigua mansión? o su departamento en el centro de Tokio era mucho mejor que este lugar.
Al pensar en esto, Iori se irritó aún más.
Después de esperar un rato, Iori vio a Athena y cerró el auto sin expresión y camino paso a paso hacia Athena, que estaba parada allí.
—Creo que tienes algo que decirme.
Solo entonces Athena salió de su asombro Nunca pensó que Iori vendría a ella, desde que lo dejo el orgulloso no volvió a verla.
— No tengo nada que decirte
Athena se dio la vuelta y se fue. Ella no quería estar más enredada con él. Aunque no sabía por qué Iori vino aquí, él no estaria aquí para felicitarla por su nueva vida. Era mejor evitar problemas innecesarios. Athena no quería causar problemas por sí misma.
Al ver que Athena se fue sin dudarlo, Iori apretó los puños y la alcanzó en unos pocos pasos.
— ¿Por qué tienes tanta prisa? ¿Para ver a tu amante en turno?
— ¡Iori, es suficiente!
Athena no pudo soportarlo más. Cuando era su novio el habia sido bueno con ella y la complacía en todo, ahora no estaban juntos y la humillaba con estas palabras. Ahora ya no era la mujer que solia amar, pero él la encontró aquí.
— ¿Suficiente? Por supuesto que no.
Otras figuras aparecieron rodándolo y uno hablo. Al ver que Athena estaba enojada, Iori estaba aún más segura de que tenia tanta prisa porque queria quedarse con ese hombre:
— Ya que estoy aqui, me gustaría ver quién era el hombre que te dejó tan fascinada. -Iori puso su mano en el costado de Athena y dijo con frialdad: — Me gustaría saber si este hombre llega a saber que fuiste mi amante por mucho tiempo y le contara las cosas que haciamos ¿insistirá o se rendirá?- Athena abrió mucho los ojos. Las palabras de Iori hicieron que su corazón se hundiera en una cueva de hielo. Resultó que en su corazón, no valía la pena mencionarla.
— ¡Es ilegal que entres en una casa!
— ¿Entonces? ¿Quieres llamar a la policia? Solo intentalo. -Iori levantó las cejas con indiferencia. No creia que ningún policía se atreviera a arrestarlo.
Athena se mordió el labio inferior. Definitivamente entendió lo que quería decir Iori. Con su poder en Japón, ¿quién se atrevería a ofenderlo?
Justo cuando ninguno de los dos quería ceder, la vecina salió a tirar la basura. Cuando vio a Athena de pie con un hombre alto y guapo que parecía una estrella popular. inmediatamente comenzó a chismear.
— Oh, Athena, ¿quién es él? ¿Oye? Realmente me parece familiar. Se ve un poco... como...
Al ver que la abuela vecina estaba muy interesada en Iori, Athena se quedó sin palabras. En particular, parecía haber conocido a Iori y Athena tenia miedo de causar problemas innecesarios, por lo que rápidamente abrió la puerta y dijo:
— Tengo que empezar a cocinar, hasta la próxima. -Iori la siguió adentro. Ella lo miró malhumorada. —¿Qué estás haciendo aquí?
Iori la ignoró y miró la sencilla casa. Aunque era pequeño, estaba muy limpio y había muchos adornos que parecían reales. Aunque no era tan lujosa y espaciosa como su villa, era cálida y cómoda.
¿Era esta la nueva casa de Athena y ese hombre? El rostro de Iori estaba sombrio y la ira brotaba de su corazón. Entró directamente, con la intención de ver al hombre. Ante su arrogancia, Athena no pudo evitar fruncir el ceño.
— ¡Estas ensuciando el piso!
Anoche había pasado mucho tiempo y energía limpiando la casa. Iori entró sin quitarse los zapatos.
— ¡Entonces tráeme las pantuflas!
Athena se burló.
— Lo siento, no los tengo.
Vivia sola y como nadie la visita, no penso en comprar otras. Iori se quedo atónito y miró el zapatero a su lado. De hecho, no había zapatos de hombre, y solo había unos pocos pares de zapatos de mujer.
— ¿Ese hombre suele entrar con los pies descalzos?
" Si le digo que no hay ningún hombre en absoluto, ¿Se irá?" - Athena puso los ojos en blanco ante ese pensamiento. Después de eso, ella lo ignoró llendo a la cocina, según los libros, debe garantizar una nutrición suficiente en la etapa temprana del embarazo y comer a tiempo, por el bien de su bebé tenía que comer bien, para que el bebé pudiera crecer sano..
Iori se quitó los zapatos y entró. Miró alrededor casualmente. De hecho, no había nadie más en la casa, y parecía que nunca había vivido ningún hombre aquí. Esto alivió la preocupación del pelirrojo.
Miró alrededor del pequeño dormitorio. Obviamente, la propietaria aún no había comenzado a organizarse, y el equipaje estaba hecho un lío.
Los cosméticos y algunas muñecas pequeñas estaban apilados, lo que encajaba bien con la vida de una niña. Cuando Iori estaba a punto de echar un vistazo a los libros sobre la mesa, Athena de repente recordó algo y salió corriendo de la cocina.
Solo entonces recordó que había varios libros sobre el embarazo en su dormitorio. Si Iori los encontrara, se volvería loco.
— ¿Terminaste con mi dormitorio? Si es así, sal, por favor - Athena entró en el dormitorio y vio que estaba a punto de tocar su mesita de noche. Su corazon salto un latido. Rápidamente se acercó, levantó la colcha y escondió los libros debajo de la almohada.
— ¿Por qué? - Iori tenía curiosidad por qué Athena lo empujó a irse.
— No es asunto tuyo.- Athena respondió con indiferencia, sin ningún rastro de culpa.
— Lo he visto antes. - Iori la miró de arriba abajo y se acercó. — He visto cada parte de ti.
El rostro de Athena se puso rojo. Ya se habían separado, ella consideraba lo sucedido como un sueño. Ahora estaba despierta, pero ¿por qué el hombre siempre lo mencionaba?
—Todo es diferente ahora.- pensó Athena empujando al hombre fuera de la habitación con las manos en su pecho.
Luego cerró rápidamente la puerta. Sería terrible si viera los libros.
— Quiero cenar y tomar una ducha más tarde. Por favor, márchese, Sr. Yagami- Athena miró la olla en el horno.
— ¿Es así como tratas a tu invitado?
Iori la miró. No se iría sin ningún nuevo descubrimiento. Es más, el idiota con el que salia podría volver más tarde.
No se iría hasta que se confirmara.
— ¿Entonces quieres cenar conmigo aquí?- Athena dijo de mal humor.
La comida que cocinaba no estaba mal, pero tampoco deliciosa como las que cocinaba el chef de su casa al mismo nivel que el hotel cinco estrellas. Athena pensó que Iori debía estar loco si se quedaba.
— Buena idea.
Iori echó un vistazo a la cocina, que estaba mojada por el vapor y el leve aroma, lo que le trajo una calidez perdida hace mucho tiempo y una sensación de hogar.
Este sentimiento era en realidad muy nuevo para él. Por lo general, Iori solo podía ver la exquisita comida frente a él. No tenía idea de cómo se hacían. Todo lo que necesitaba hacer era disfrutarlo.
Ahora lo vio, pero era... interesante. En particular, Athena, que estaba ocupada en la cocina con un delantal, lo hizo sentir muy especial. A decir verdad ella nunca le habia cocinado, ni siquiera cuando salian, solo iban a restaurantes.
Esas no eran más que una forma de demostrar su fingida ternura y virtud. De hecho, los sencillos platos caseros de Athena lo hacían sentir a gusto.
Al menos, era real, no hipócrita.
Como Iori no tenia intención de irse, Athena decidió preparar unos platos de más. Mientras pensaba en ello, Athena apagó el fuego.
Sólo preparó una sopa verduras con carne y un flan de huevo al vapor, que eran ligeros. Dejó dos tazones de sopa de la olla y caminó hacia la mesa del comedor con dos tazones de sopa y dos tazones de arroz. Luego, se sentó lentamente y le puso la sopa a Iori, quién tomó una cucharada de sopa, frunciendo el ceño.
¡Estaba delicioso!
Miró a Athena con un poco de asombro que estaba comiendo como de costumbre, luego de un rato Athena terminó todo y dejo los utensilios.
— Estoy satisfecha. Puedes irte cuando hayas terminado.
Planeaba escuchar la música fetal, no estaba de humor para decir tonterías con él.
Desde que llegó Iori, ella lo había expulsado. Dejó sus cubiertos lentamente y dijo:
— Todavía no estoy lleno, pero usted, el anfitrión, dejó la mesa. Me temo que no es apropiado.
— No deberías haber venido sin ser invitado - dijoAthena, sintiéndose mal al decirlo pero es lo que debia hacer. Sin mas lo ignoró y entró en el dormitorio. En realidad, Athena había estado escuchando lo que sucedía en la sala de estar. Iori estaba aquí, lo que la preocupó
Pensando en ello, Athena de repente sintió un poco de náuseas. Lo tenia a diario. Sin dudarlo, corrió al baño. Iori ya había dejado sus palillos. Al ver que Athena tenía tanta prisa y se veía terrible, se acercó y palmeó la puerta.
— Athena, ¿estás bien? - Iori recordó la sangre que habia salido de su boca en el centro comercial y pensando en eso entró en la habitación de Athena, asumiendo que debería tener algún medicamento a la mano.
Al abrir el cajón, Iori descubrió que había un pequeño rincón especialmente para la medicina de uso común. Cuando estaba a punto de buscar el propulsido, las palabras en la botella de repente llamaron su atención.
"Ácido fólico para la etapa temprana del embarazo". Los dedos de Iori que giraban, se detuvieron en la botella. El lo recogio.
Asegurándose de que esto era algo solo para mujeres embarazadas, los labios del hombre se apretaron y sus ojos se volvieron cada vez más fríos.
Por lo tanto, estaba equivocado.
¿Athena tenía prisa por alejarlo, no por vivir con su amante, sino por el embarazo?
Iori pronto se dio cuenta de que había métodos anticonceptivos cuando tenían relaciones sexuales. Entonces, ¿quién la dejó embarazada?
Athena había estado vomitando durante mucho tiempo en el baño. Hasta que su estómago volvió a estar vacio, luchó por ponerse de pie.
Mientras se enjuagaba la boca, ella miró por la puerta. Era mejor ahuyentarlo lo antes posible.
Pensando en esto, Athena se limpió el agua de los labios, abrió la puerta y estaba a punto de salir para pedirle a Iori que se fuera, pero él ya estaba allí.
Los ojos de Iori estaban sombrios. Se paró en la puerta sin expresión en su rostro, como una pared. Mirando su rostro oscuro, Athena de repente predijo que algo malo sucedería.
Justo cuando ella estaba a punto de dar un paso atrás para evitar su mirada, Iori la agarró de la muñeca.
— Athena. ¿estás embarazada?
En ese momento, la mente de Athena se quedó en blanco.
¿Cómo podría él llegar a saber acerca de esto?
—¿De qué tonterías estás hablando? -Sus ojos parpadearon un par de veces, pero Athena fingió estar tranquila. —No entiendo de qué estás hablando. Es tarde. Por favor, sal de mi casa.
Iori se burló y arrojó el suplemento para mujeres embarazadas al suelo.
— Todas esas pastillas son para mujeres embarazadas. ¿Cómo te atreves a decir que no lo estás? Es por eso que terminaste conmigo solo por esto, ¿verdad? ¿Quién es el padre del niño?
El tono del hombre era frio y sin emociones, pero Athena notó un indicio de peligro.
Después de respirar hondo varias veces, ella se dijo a sí misma que debía calmarse.
— Nos hemos separado. No es asunto tuyo.
La ira del hombre se encendió instantáneamente.
—Ven al hospital conmigo.
Con esto, Iori agarró la muñeca de Athena y la arrastró fuera.
— ¡No no!
Athena luchó con todas sus fuerzas. Este niño era suyo, y tenia que protegerlo del Clan Yagami.
—¡No depende de ti! - Iori sujetó la muñeca de Athena con más fuerza, como un par de pinzas de acero y fue arrastrada fuera de la casa. Iori no dijo nada y simplemente la arrastró.
Athena lsey se puso cada vez más inquieta. al ver que el pelirrojo estaba a punto de subirla al auto, comenzó a gritar:
"¡Ayuda! ¡Quiere secuestrarme! ¡Por favor! "
Athena prefiere ir a la estación de policia que a un hospital.
Era demasiado peligroso.
En este momento, había algunas personas paseando cuando escucharon el sonido, se dieron la vuelta y los miraron. Iori la miró con frialdad y les dijo a los transeuntes.
"Disculpen las molestias, ella es mi esposa".
Tan pronto como el pelirrojo dijo esto, los espectadores negaron con la cabeza. Por supuesto no se meterian en peleas de marido y mujer.
Continúa
