I. El Pináculo en la Sima.

El espectáculo había empezado, voces en grandes coros gritaban ante lo que pasaba en el campo de batalla del gran Estadio Coliseo Skypper.

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Un estallido en la mitad del campo levantó una cortina de humo, y de ella salían dos cuerpos veloces persiguiéndose el uno a otro. Leves sonidos de filos metálicos y puños electrizantes se escuchaban entre las flamas. Un Scizor volaba cerca del suelo mientras evitaba el fuego abrasador de un Lanzallamas. Este bailaba entre el fuego evitando las llamas. De repente, un Infernape salió de la misma cortina dando una patada voladora. Scizor apenas y pudo esquivarla al dar un backflip hacia atrás y planear un poco con sus alas hasta llegar a una distancia segura.

Las masas de personas en las gradas apoyaban a su campeón mientras que se deleitaban del choque de voluntades enfrente de ellos. Con sus garras envueltas en luz grisácea, Scizor se batía a duelo con sus garras en un baile de espadas. Contrarrestaba el poder bruto del A Bocajarro, lo hizo retroceder ante la ráfaga constante cortes que recibía en cada contacto de sus puños con la armadura y lo dejaron muy herido. Entonces Infernape retrocedió derrotado en el combate cercano, y Scizor acató la orden de su entrenador. Retroceder fue su último error, el público lo hacía saber al gritar al unísono y pisaban ante el ritmo de la multitud la canción insignia del campeón.

Rimas y una frase terminaban por sacudir las tribunas de aquel prominente estadio al saber lo que pasaba. El entrenador de Infernape trataba de sacarlo de esa situación. De forma desesperada se ordenó el ataque más fuerte de tipo fuego para hacerle frente, y un mar de llamas brotaron más fuertes que una llamarada y rodearon a Infernape por completo junto a todo el campo de batalla y por si no hubiera sido por la barrera del sistema de autosalvacion también se habría llevado las tribunas junto al público; era Anillo Ígneo, el movimiento más fuerte de tipo fuego, fue soltado en el campo.

Aun así, no bastó para frenar a Scizor.

Atravesando el fuego a una alta velocidad corrió hacia Infernape e hizo ocho cortes en plena carrera de diferentes direcciones, pero con el mismo punto en el centro. El público estalló de la emoción levantándose ante ver tal espectáculo enfrente de ellos. Tras la dispersión de las llamas ocho cortes marcados en el suelo del campo como fuego en la tierra del campo, y entre las flamas Scizor permanecía intacto, y el Infernape devuelto a energia con su entrenador.

El referee declaró el ganador y la gente aclamaban por el inmutable Scizor, gritos y cantos en coros se escuchaban mientras el referee entregaba el cuarto punto a su entrenador.

No tardo mucho hasta que Infernape fuera regresado y un gigantesco Snorlax apareciera en el campo para encararle. Así que rodeado de energía se lanzó contra el Scizor con un Golpe Cuerpo, pero su objetivo ya no era el mismo. Fue un cambio rápido de parte de su entrenador, Scizor regresó a su Acopioball y un formidable Dusknoir salió de una Ocasoball en su lugar. El golpe cuerpo falló atravesando el cuerpo espectral de Dusknoir. Con un grito casi demoniaco Dusknoir se abalanzó contra Snorlax y tomando su cabeza la estrelló varias veces contra el suelo. Snorlax no podía hacer nada ante la presión que Dusknoir emitía, y como su cabeza se enfriaba en cada golpe ante el Puño Hielo de Dusknoir. Solo que usaba el suelo como el puño y el hielo en su mano de manera creativa. Una tras otra vez golpeaba el suelo congelado y el suelo retumbaba en el campo de batalla.

El entrenador retiró a su Snorlax casi debilitado y sacó a un Greninja al campo. Dusknoir solo lo miró con su ojo envuelto en luz, Greninja sentía el peligro y atacaba a distancia con Shuriken de Agua. A gran velocidad pasaba como una sombra por todo el campo mientras continuaba atacando a distancia. Dusknoir no lograba alcanzarlo, y el que Greninja usara Doble Equipo para hacer copias del mismo no hacía nada más que molestarlo. Así que muy frustrado de la boca en el estómago de Dusknoir una esfera oscura salió y al llegar a una cierta altura empezó a succionar todo como si fuera un agujero negro. Rocas, polvo, fragmentos del mismo suelo, inclusive unas gorras sueltas y basura de las personas del publicó fueron succionadas por la fuerza de la esfera. Todos los clones de Greninja eran absorbidos hasta que el original también fue succionado, y la misma esfera implosionó junto a un suave y melancólico susurro dejando caer el cuerpo desfigurado del Greninja al suelo. Luego de ello volvio a convertise en energia y volver con su entrenador.

El referí declaró el ganador y la gente aclamaban por el temible y violento Dusknoir.

Aunque muchos en las gradas estaban algo conmocionados, muchos estaban acostumbrados a la violencia que tenía ese Dusknoir cuando se ponía serio en el combate. Aun así los aplausos y gritos no faltaban ante la emoción del combate.

Greninja regresó y ahora un Salamance feroz salió en su lugar para batir sus alas en pleno vuelo. Al momento en que salió Salamance rugió a los cuatros vientos y de algún sitio en el techo cayeron meteoros envueltos en un fuego violento purpura, estaba usando el movimiento más fuerte de tipo dragón; Cometa Draco.

Todo el lugar se iluminó y dejaron sorprendidos a las masas con que aquel ataque tan repentino pudiera haber derrotado al temible Dusknoir. Solo para ver un gran cráter, pero Dusknoir no estaba ahí. Dusknoir había vuelto a su Ocasoball, y de una pokeball con una estrella negra salió el pokemon más resistente de su entrenador. En su lugar, un malhumorado Venusaur veía con ojos molestos al Salamance mientras que las pocas heridas de su cuerpo se recuperaban con el paso de los pocos segundos presente en el campo.

El resto del combate terminó por dejarse de lado una vez que había aquel Venusaur salió al campo. El motivo era simple: no había nadie que pudiera tumbarlo, más el si podía tumbar a cualquier enfrente de él. Aquel combate era una grabación que sin importar cuantas veces sea mostrada, se siente el mismo impacto del combate. No ha habido nadie en la actualidad que no tuviera presente el nombre de aquel entrenador que superó a los cielos, y que puso su brillante trono de luz en lo más alto del mundo.

– Esto señores es una de las grabaciones de los combates con más visitas en las plataformas de La Liga. Uno de los últimos desafíos que tuvo nuestro querido campeón, aquel que ha escalado entre miles como él para poner su trono sobre todos los demás y ganado el derecho de ser llamado como el Rey de Reyes al superar el Reto de la Liga en múltiples regiones del mundo y considerarse uno de los Pilares de La Liga. – Un anunciante en traje de gala hablaba ante las grandes masas en el estadio con un micrófono en mano. Se veía la emoción en cada una de sus palabras, y una vista llameante se escondía detrás de aquellos lentes negros. – Damas y Caballeros, permítame mostrarle las palabras de nuestro campeón mundial; la Corona Negra del reino de La Liga Mundial. –

Un video es mostrado en las grandes pantallas digitales y muestran los momentos más icónicos de aquel entrenador. Se corría un montaje en donde veían algunos de sus pokemon en sus combates y resultados.

Un Scolipede arrinconando a un Talonflame en un combate de velocidad contra como si una presa persiguiera a su depredador hasta derribarlo del cielo.

Una Weavile derrotando a un Machamp a fuerza bruta con cientos de sino miles de cortes en todo su cuerpo hasta caer arrodillado ante ella en el Torneo de La Frontera.

Un Sudowoodo destrozando a un Gyarados de varios metros de altura en un campo acuático hasta haberle desfigurado el rostro y romperle el cráneo a Testarazos en la Liga Occidental.

Un choque de titanes donde se encontraban un Milotic aguantando los ataques de un Togekiss con su entrenador con ojos dorados en su espalda sin retroceder en la Liga Oriental.

Un Vanilluxe burlón que había superado en potencia y congelado a un Magmortar hasta haberlo convertido en una escultura de hielo en el campo de fuego del Torneo Veraniego de la Ciudad Batalla.

Un Persian lamiéndose sus patas encima del cuerpo cortado en dos de un gran Dragonite antes de desaparecer en luz vencido de un golpe crítico y obligando a los demás contrincantes a rendirse de inmediato en el Battle Royal de La Liga Americana.

Una Jinx con un cuerpo demasiado humano para ser llamado pokemon lanzando besos a la cámara mientras se sentaba de una forma un tanto erótica encima del cuerpo de un Lucario debilitado usado como una silla. Alrededor de ella se encontraban varias figuras de hielo móviles iguales a ella posando ante el público.

Una Sandslash combatía a la par con Garra Metal contra un Gallade usando Hoja Aguda en pleno campo de tierra para terminar con una ejecución al Gallade de forma limpia con un Guillotina en la Copa de TerraNova.

El mismo inmutable Scizor batiéndose a duelo a la par contra un formidable Garchomp de una poderosa arqueóloga muy reconocida en su región como Combate de Exhibición en la Regional de Unova.

Un Typhlosion que había partido en pedazos a la armadura metálica del cuerpo de un Empoleon sin prender el fuego en su espalda en la Liga Oriental.

Un Pidgeot derribando a siete pokemon enemigos a la vez con un poderoso Vendaval hecho del batido de sus majestuosas alas de siete colores que desprendía una luz magistral en el Battle Royal del Reto del Archipiélago en el continente Americano.

En cada uno de esos clips, se mostraba al mismo entrenador manteniendo su título como campeón con el gran arsenal detrás de él, y en primera fila estaba un Venusaur inmutable enfrentándose a un Volcarona de un cierto campeón en la región occidental sin que las flamas de la Danza Flama, el movimiento insignia de aquel pokemon mitológico, le afecte para luego devolver un rayo de luz de la enorme flor de su espalda.

Todo para terminar con los más de 50 pokemon detrás de la imagen de su entrenador sujetando la pokeball con una estrella negra. Un joven adulto de unos 25 años de edad en aquel momento con cabello negro medio largo y apenas peinado a un lado, con unos ojos prominentes y a la vez de un azul profundo índigo, un rostro alargado y rasgos algo juveniles que hacían contraste entre la imagen que tenía entre un adolescente y un adulto. Aquel personaje era la cara emblema de lo que era ser el campeón en la torre de oro hecha en todos los años en que la organización internacional como La Liga. El mas joven desde la leyenda del campeón de la era Dorada de la Liga. Aquel niño de 11 años que ganó la Liga Índigo en Kanto hace mucho tiempo y había incitado el sueño a miles de jóvenes. Aquel personaje en pantalla ante todos era el actual campeón que había alcanzado ese mismo sueño y había ganado el título de campeón en varias Ligas de todo el continente oriental y occidental, el campeón de campeones.

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"Ante todo el mundo que escuché mi mensaje, y todos aquellos que logren escucharlo tiempo después. Reto a todo aquel desee mi puesto a intentar despojarme de mi título. Del este o el oeste. Sea hombre o mujer, guerrero o novato. Estoy dispuesto a enfrentar a cualquier entrenador que llegue a mí, sea a través del reto de la Liga o por la promoción de las organizaciones.

Cualquiera que quiera despojarme de mi título y desea ser llamado campeón está invitado a intentarlo. Cumplan el reto, viajen por el mundo, exploren los rincones sin explorar, descúbranse a sí mismos en el trayecto, y tal vez estén a la altura de llegar aquí.

Demuestren que merecen pertenecer a la sima, intenten llegar a mí y les prometo que defenderé mi trono con todo lo que tengo. Superen sus límites, enfrenten a sus mayores miedos, abran los ojos ante la verdad, rompan el molde que los demás dicten, vayan más allá de lo que es posible. Te estaré esperando, futuro campeon. Alcánzame, si puedes."

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El mensaje se cortó tras ello y la atención volvió al hombre en traje de gala.

– Como ya ven, nuestro querido campeón nos dejó este mensaje y por el momento se encuentra en un viaje de forma indefinida. Sin embargo, siempre estará listo para enfrentarse a cualquier candidato que sea apto y desee retarlo por su título. – decía el hombre en traje de gala. – Por el momento su trono se encuentra vacío, pero estamos seguros que nuestro querido campeón anhela encontrar a alguien digno de enfrentarlo. Así que embárquense en la aventura de sus vidas, atrapen y entrenen a sus pokemon, reúnan las medallas de sus regiones, desafíen a los altos mandos y los campeones regionales, alcense en el ranking de los entrenadores, suban en los escalones de clases de entrenadores y conviértanse en maestros pokemon. En algún lugar del mundo nuestro campeón, Corona Negra, espera ansioso a sus futuros contrincantes. –

Así que damas, caballeros, y grandes jóvenes soñadores de todas las edades. Ante los ojos de todo el mundo les pregunto: ¿Qué es lo que buscan? ¿Tesoro, Fama, Gloria, Respeto, Admiración, Poder, Honor, Autoridad? Encuentre todo eso y más en la cima del mundo.

¿Quién será el próximo contrincante que demuestre su valía? ¿Quién será el aspirante que logré quitarle la Corona Negra de la cabeza de nuestro Campeón?


LAZOS DE NUESTRO MUNDO:

Capítulo 1: El Comienzo del Resplandor

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II. El Veloz como el Viento.

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El sol salía y los rayos del sol pasaban por la montaña con el toque matinal de la mañana que daba en ese pueblo. Esa esencia de tranquilidad y calma que se encontraba con solo sentir el aire, pero en el mismo viento se sentía un corte en el siendo roto por el movimiento de un "proyectil". Por la calle se veía a un chico corriendo a toda velocidad. Un chico más o menos común de unos 1.52 de altura con 14 años recién cumplidos lograba avanzar como el viento mientras corría a una velocidad inhumana para otros.

— Vamos, Rayo. — Decía un chico mientras corría a la velocidad de un relámpago. — Los perezosos no tienen derecho a comer. —

Los pikachus eran una especie que de alguna forma se habían esparcido en el mundo como una figura importante de la naturaleza. Todo el mundo conocía al pokemon incluyendo a regiones donde no se suponía que podían estar por su propio ambiente. Muchos entrenadores sobre todo los jóvenes buscan atrapar uno con la esperanza de imitar los pasos del primer joven entrenador que logró alzarse como campeón hace 50 años.

Los pikachus eran muy comunes casi como una marca de comercio y favoritos del público hasta hartar a muchos. Aquel pikachu no era tan diferente en cuanto a su especie, pero lo que lo hacía especial era su extraño color distinto al amarillo común. Era un extraño variocolor, un pokemon brillante para otros, que no se era posible encontrar uno en un millón. Un pokemon común y cliché iba a una velocidad sorprendente.

Apenas se lograba ver al chico que casi volaba por la velocidad a la que corría arrasando con todo lo que pase en frente como si fuera un huracán dejando su rastro.

Con cabello medio largo y muy despeinado por el viento, con una camisa blanca, shorts azules, gomas rojas y unos lentes deportivos de color naranja con los que cubría protegiendo sus ojos, era lo que se veía de aquel chico.

Llevando en su cuello dos collares, uno del cual colgaba una clase de brújula metálica, y el otro era una clase de medalla plateada que tenía marcada una "F."

Ya llegando al lugar y al intentar frenar falló y tropezó y se estrelló con una pared, aunque fuera preocupante también era muy cómico, donde había frenado y se había estrellado tenía la forma del chico como si hubiera pasado ya miles de veces.

— Otra vez no... — dijo mientras se sobaba la cabeza colocando una más a la veces que golpeó esa pared para luego darse vuelta al ver al ratón eléctrico. — Me faltó poco esta vez y lo sabes, panzón. —

El chico al desprenderse de la pared, vio a su compañero eléctrico muriendo por un golpe crítico de risa por la cara marcada en el sitio. Ya levantándose y quitándose el polvo junto con los restos de la pared para luego con el quitar de su visor mostrar una mirada llena de esperanza oculta en esa luz destellando ese color rojo, más profundo y espeso que la sangre. Un par de pupilas rojas brillaban con la luz del día. Tras calmarse entraron ambos a una casa rustica con naturaleza rodeándola.

— Ya llegue mamá. — Al no escuchar respuestas alguna simplemente entro sin vacilar y viendo en el centro de la mesa de la rustica cocina había una nota con una disculpa de parte de su madre diciendo que llegaría tarde nuevamente o incluso se tendría que quedar en ese caso. – Supongo que hoy tampoco ha vuelto, ¿eh? ¡Bueno, estará ocupada con el trabajo! ¡Que se le va a hacer! –

Al entrar fue a buscar comida para los dos, su entrenador había agarrado una baya Aranja para lanzársela a su pokemon y ver sus reflejos, una baya rápida como le decía el chico, que terminó partida por la mitad de forma casi limpia como si se hubiera tajado con una espada.

— Bueno, te salvaste esta vez de la rápida aranja, pero... ¿Podrás con la pecha extrema? —

El chico le lanzó la baya rosada hacía el ratón tipo eléctrico, al verla o mejor decir que sentirla, el ratón eléctrico hizo una Cola Férrea, o Cola Hierro para otros, y la partió a la mitad. Aquello parecía común para ellos, pero había una diferencia sutil aparte de su grisáceo resplandor. Aquello era la Cola Platino, mismo ataque con doble peso con menos control y movilidad.

– Presumido, fue suerte... —

Después del desayuno, el chico solo se alistó para emprender un largo viaje a un pueblo cercano.

Recordaba que debía ir a Pueblo Primavera, rumbo al laboratorio del profesor Boreal. Balton Boreal era un investigador famoso reconocido por varios logros, y tal parece que era un viejo amigo de su padre según lo poco sabido por su madre. Sabía poco de él, era un profesor puesto para encargarse del puesto del profesor Elm, quien bajo la muerte de un reconocido profesor en Kanto decidió tomar su lugar de forma temporal.

Según lo dicho por su madre, el profesor Boreal había planificado un acuerdo con el señor Forcehold para que sus hijos obtuvieran sus pokemon iniciales de la región que ellos quisieran de su tierra natal, traídos especialmente para ellos. Su hermano hace diez años emprendió su viaje con un Bulbasaur bastante particular, y ahora era el turno de God de obtener su primer pokemon "oficialmente."

¿Cuantos años habrá esperado por fin dar comienzo a su aventura? Por fin podría salir de aquel pequeño pueblo, recorrer el mundo, y más que nada alcanzar a su hermano mayor. Con muchas cosas en la mente su cuerpo se movía por propia inercia y costumbre mientras se preparaba para partir a un posible largo viaje.

Uno el cual anhelaba desde hace años mientras lo único que tenía del mundo exterior era una ventana del hospital en el que era residente. Llegó a un cuarto muy amplio donde estaban dos camas, una no tocada en mucho tiempo y otra muy desordenada. En cuestión de segundos se cambió a una camisa con el diseño de una ultraball, pantalones azules con correas interlineales de blanco y negro que evitaba que se le cayeran, unas deportivas comunes y una gorra de un diseño muy particular (roja al frente, blanco en los costados y azul oscuro la parte de atrás).

— Rayo, hoy es el día que comenzamos nuestro viaje en esta región, y así superar a mi hermano. — Dijo el chico con un optimismo que sobresalía de él. Al estar en el cuarto el chico sacó una pequeña caja y de ahí un montón de cosas como fotos, medallas, juguetes, collares y entre todo eso una esfera azul cubierta por mucho polvo y una pañoleta negra que la cubría de sufrir daño alguno. — Al fin abuelo, comenzare mi viaje y te mostraré lo fuerte que me he hecho, prometo cumplir nuestro sueño y prometo contarte de mis experiencias... como tú lo hacías conmigo de pequeño. — Dijo el chico con una calma en su alma, el chico envolvió el pañuelo con una cinta y la guardó en un morral negro que tenía guardado.

Preparado en cuerpo y mente, le faltaba guardar objetos en caso de emergencia. Pociones, medicinas naturales, revivires y una que otra cosa inútil como dentífrico y desodorante. Para el final, el chico sacó una esfera azul del tamaño un poco más grande que su palma y se quedó unos segundos en ella. Sus hermosos tonos de color azul distintos en forma de elipse le hacían sentir una cierta nostalgia mientras recordaba a su abuelo, el que le enseño mucho acerca de lo que debería esperar afuera. Aunque fuera un maestro muy estricto con su propio nieto era un gran profesor.

Al terminar, el chico se vio en el espejo como el bolso que cruzaba su pecho donde se veía dónde poner las pokeball en un pequeño cinturón. Salió a la calle y se fijó en la ruta que debía seguir para llegar a Pueblo Primavera mientras caminaba por la calle principal. Algunas cosas pasaban a su alrededor, pero él no prestaba atención mientras recordaba la importancia de la primera presentación con el viejo amigo de su padre. Debía cuidar sus palabras, ya que era una de las primeras veces que podía conocer a alguien importante según su madre y debía de actuar moderado enfrente de él. Tampoco era que atacara a las personas cuando lo veían, así que pensaba que mientras ocultara sus ojos estaría bien. Por lo que con total calma iba dispuesto a ser su nombre. Nada lo pararía.

Algo pesado chocó contra él, y lo derribó al suelo de lleno. Fue una embestida que no haría avergonzar a ningún Tauros si la viera, o eso pasaba por la cabeza del chico que había hecho un crujido al chocar con el camino pavimentado.

– (Aay... ¿Alguien... ¿Alguien anotó las placas?) – Fue lo único que pudo pensar mientras volvía a sus sentidos. Al ver que Rayo estaba bien logró levantarse de una y ver el responsable. – Aja, entonces fuiste tú. –

Una bici de carreras se veía como el culpable, pero como no se podía demandar a una bici, el verdadero culpable era la que la montaba. Una chica en la adolescencia. Alguien chocó con él con una bici de carreras y lo dejó tirado, de pronto a levantarse él dice obviamente después de quejarse del golpe que se dio en la cabeza. La chica tenía rasgos hermosos, como un rostro redondo y rasgos faciales y estaba algo desarrollada, parecía joven pero no tenía el cuerpo de una niña. Con ropas que parecían caras como una blusa, shorts para montar bicicleta y medias largas negras con varios huecos y raspones posiblemente hechos con el potente Desenrollar de Miltank que acababa de golpearlo.

Al verla más de cerca notó que su cabello largo negro terminaba en unas puntas rojas, de hecho ahora que lo veía la chica parecía apenas poder respirar del cansancio. Parecía que perdió el control de su bici por el cansancio y parece haberse lastimado, por lo que solo le tocó tomar la responsabilidad de ser el maduro en la situación.

– Oye, ¿estás bien? Fue un golpe muy fuerte. – dijo el chico estirando su mano para que se levantara. – ¿Estas herida? ¿Puedes levantarte? ¿Quieres que llamé por ayuda? –

Cuando se dio cuenta la chica tomo su mano, y de alguna forma ahora estaba sujetado en el suelo por el cuello por sus piernas mientras perdía el aire.

— ¡¿Quién te crees que eres para gritarme?! ¿Eh? ¿No sabes que tan importante soy? — Dijo o mejor dicho gritó la chica con una increíble cantidad de aire, el chico quedó con el oído al lado del otro, no podía creer que ella tuviera tanta voz. – No dejaré que un niñito se ponga así conmigo. –

La chica tenía un fuerte agarre mientras que el chico sin entender como terminó así trataba de pedir piedad sin tener que pelear. El pikachu variocolor veía esto de forma triste viendo a su entrenador reducido q un rehén la chica desconocida.

Al pasar unos minutos y que el rostro del chico se cambiara a distintos tonos, ambos pudieron comenzar de nuevo en un banco cerca de donde estaban. Por supuesto que hubo un silencio incómodo entre ambos al no saber cómo actuar. No sabían cómo responder el uno al otro.

– Esto es ridículo. – Fue hasta que luego de un minuto donde esquivaban la mirada del otro que la chica se dignó a romper el hielo. – Mira, dejemos esto así. Si quieres saber, me llamo Olivia Boreal, pero llámame señorita Liv. –

– Esto... Claro (¿Señorita? ¡Ni que fuera más mayor que yo!) – dijo y pensó God mientras forzaba una sonrisa. – Bueno, entonces tengo que presentarme. Mi nombre es God Forcehold. –

– ¡¿Forcehold?! ¡¿Cómo Neil Forcehold?! – pregunto Liv cortando la distancia en el banco con God. – ¿Entonces eres tú el hermano de Neil? –

– Sí, soy yo. Un gusto y placer, señorita. – dijo God poniendo una sonrisa en su rostro.

Liv se quedó viéndolo de forma seria unos segundos dejando a God algo confuso.

– Entonces... ¿Me pagas tú por el golpe? Me pagas después... Ya sabes, por haberme chocado de la nada y tal... Sabes que, mejor lo dejamos así. Por favor deja de mirarme así. –

– Tus ojos. –

– ¿Mis qué? –

– Tus ojos. – Liv se acercaba a él para quitarle los lentes deportivos, y God con maestría se escapó de su alcance. – Déjame verlos. –

– Oye. Se ve, pero no se toca. – dijo God mientras esquivaba a la chica que de alguna forma parecía muy intensa en querer ver sus ojos. – Nadie toca estos lentes, son un regalo de mi superiora (No quiero que me ejecute si me ve sin ellos). –

– Mi padre me dijo que el chico a quien le debo entregar los pokemon tiene un par de ojos muy raros. – dijo Liv algo molesta. – Entiendo que es algo especial y todo ya que es alguien cercano a la familia, pero el hecho de que tuviera que irme en bici porque mi hermana mayor se haya llevado el auto para ir de compras y que la defiendan me hace molestar demasiado. –

– ¿Tu padre? Espera... Espera un segundo... Entonces tú eres... Esto... ¿Cómo es que te llamabas? – Luego de otra exposición de clase gratuita de llave de lucha libre de parte de Liv, God pudo recordar. – ¿Eh? ¡¿La hija del profesor?! –

– Nunca te enseñaron que es grosero gritarle así a una señorita. – dijo Liv ya cansada de la interacción con este tipo. – Sí, soy hija del profesor. No es nada raro. –

– Es que... Bueno, no esperaba toparme así con alguien tan importante por la calle (Y yo que pensaba que ese cliché en las historias eran demasiado raros. Debo tener cuidado de no toparme con algún otro evento tan rudo). – dijo y pensaba God forzando una sonrisa. – Entonces, ¿para qué quieres ver mis ojos? –

– Ya lo dije, necesito comprobar que seas de verdad a quien debo de entregarle los pokemon de mi padre. –

– ¿Y es mejor eso que solo una foto o ver una identificación? (No es que la lleve encima, de todos modos). –

– Seria diferente si fuera un entrenador cualquiera, tendrías que ir al laboratorio tú mismo e identificarte para un plazo de dos semanas y... – Liv continuaba pero las palabras ya no lograban entrar en su cabeza. God pensaba por dentro el motivo por el que no podía resumirlo en 20 palabras o menos. – Pero como parece que eres hijo de alguien importante para mi padre, parece que quiso hacer algo más personal. –

–. . . Claro (No entendí NADA. ¿Por qué no pueden solo darme un pokemon y dejarme salir de aventuras?) – dijo God mientras los engranajes en su cabeza estaban echando humo tratando de procesarlo. – Entonces tu traes los pokemon? –

– Lamentablemente sí, soy la encargada de dártelos. – dijo Liv algo molesta. – Puedes sentirte honrado de ello. Normalmente esto se encarga una ayudante común del laboratorio. Ya me puedes dar las gracias. –

– Ah... ¿Y el hecho de que me usaras para probar la resistencia de tu bici es parte de ese trato V.I.P? – dijo God viendo la bici tirada a un costado.

– Eso... – dijo volteando la mirada avergonzada mientras veía la bici. – ¡Solo fue un accidente! –

– Entiendo... (Que rara forma de disculparse, ¿no?) – dijo y pensaba God forzando otra sonrisa. – Entonces el profesor Boreal no estará disponible, ¿eh? –

— Mi papá no pudo venir debido a una emergencia en la sucursal del laboratorio en Ciudad Endrino. — Dijo Liv tratando de ser un poco más compasiva con él. – Me pidió que sí podía venir a Pueblo Esperanza a entregarle al hermano del campeón su inicial como el pidió que se hiciera claro, antes de su desaparición... –

Cuando Liv se dio cuenta, ya la había cagado en grande al mencionar eso último. God quedó estático un momento sin respirar, por su parte el ratón eléctrico en su hombre se mantuvo callado y trato de animarlo al frotar su cola con la nuca de su entrenador.

— Ya... ¡Ja! Ya veo. Mi hermano me dijo que le dio al profesor Boreal los tres iniciales para mi comienzo de las aventuras. — Dijo God con una gran sonrisa evitando ese tema. Liv se había quedado callada no sabiendo responder. – Supongo que así me ahorro muchas millas. Una pena, hubiera sido un buen calentamiento. –

— Antes que nada, requiero de tu ayuda ya que mi padre quiere hablar contigo. — Dijo Liv.

— ¿Que necesitas?— Dijo el chico mostrando una gran sonrisa mientras cruzaba los brazos. – ¡Mientras no sea un examen médico o dinero puedo ayudar! –

— Mi padre necesita que vayas a verlo en Pueblo Primavera para hacerte algunas preguntas sobre... lo que paso con... tu hermano... — Dijo Liv intentando ser comprensiva con el chico, no era algo que se podía decir a la ligera ya que había perdido a un familiar cercano.

Tras lo que dijo, God, cambió de estado su humor a uno más serio, y volvió la sonrisa con mucha alegría.

— ¿Que clases de preguntas?— Dijo God intentando estar feliz, pero se notaba un poco en el cambio de tono de su voz que le había tocado un nervio y muy profundo.

— Ya sabes cuales, God... Disculpa, ¿no hay otra forma de llamarte? Es que es raro llamar a alguien Dios en otro idioma. –

– Sinceramente prefiero que me llamen así, es diminutivo de mi nombre y más fácil de decir. – explicaba God con algo de pena. — Claro, haré lo que pueda, peeero... Hay dos personas más que quiero que vengan, ¿Se puede?—

— Si no estorban, está bien por mí. — Dijo Liv de buena manera al ver la actitud colaboradora del chico. Ya no tenía que arrastrarlo a Pueblo Primavera si se rehusaba a ayudar.

— Bueno pero voy a buscarlos y vamos al parque Milagro, está en el centro del Pueblo, junto a la Fuente Roselia. Esta más al este de aquí. – dijo God alejándose un poco de Liv. – Me agradecerás al ver el paisaje del pueblo. –

– Lo dudo. Odio la naturaleza, pero supongo que le daré una oportunidad si tanto insistes. – respondió Liv de mala gana. – Solo apresúrate, y trae... los aquí... ¿A dónde fue? –

Cuando se dio cuenta el chico ya estaba a varios metros y alejándose a tiempo record. Liv solo pude ver como en menos de unos segundos desapareció de su vista.

– Es rápido... –

Liv se había quedado sorprendida por la actitud del tal chico.

— Entonces ese es el hermano tonto de nuestro campeón... ¿De verdad fue adiestrado como estudiante del Criador Eco? Supongo que solo será nepotismo... — dijo Liv algo decepcionada mientras se subía a la bicicleta y se dirigía hacia esa plaza. – Demasiado basico, y muy despreocupado... No puedo creer que sea un chico como el reciba esta clase de pokemon. Que desperdicio. –


III. Estrellas Brillantes.

En pueblo Esperanza había una plaza especial donde crecían flores, cantan todo tipos de pokemon voladores que estaban ahí y se veían a los niños jugar con pokemon como Rattatas, Sentrets, Pidgeys, entre otros. Era un lugar de paz y harmonía, una de las zonas que no había sido corrompida por la tecnología debido a que preferían ser un pueblo rural a una ciudad que vive por la noche.

En esa plaza tan hermosa se vio a Liv, la misteriosa hija del profesor más importante de la región de Johto, el creador de la Lineball; la pokeball de conexión de transporte y el descubridor de la misteriosa Zona Inicio, una zona mucho más grande que cualquier otra región que apareció de la noche a la mañana en el mar pacífico.

Cerca de la plaza se oía hablar a un trio de "amigos" emocionados acompañados por sus tres pokemon y apresurados por llegar a la plaza Milagro ya que tendría una súper misteriosa sorpresa según lo decía una y otra vez God.

— Sabes lo que te pasara si esto resulta otra de tus trampas, te usare como muñeco de pruebas. — Dijo un chico de pelo castaño más o menos largo con una mirada fría. — La última vez te pasaste con que fuéramos a ver un pokemon raro y terminamos viendo la última película de Crobatman. –

— Ya les dije todo, Tony. — dijo God tratando de apresurar el paso como siempre. – Esa chica no creo que sea de las pacientes. –

— ¿Qué tiene de especial la hija del profesor Boreal? — dijo una chica de pelo rulo marrón con pecas en la cara y ojos marrones algo molesta por conversar sobre otra chica. — Es otra chica rica que no se ensucia las patas en trabajos difíciles. –

— ¿Qué tienes contra ella, Daisy? Fue amable en esperarme de que los buscara y no diga que fue fácil ya que siempre te pierdes en tu casa y te distraes por cualquier pokemon bonito que se te cruce por el camino. —

— ¡Yo no hago eso!— Dijo furiosa Daisy pero de repente salió un Beautifly de los arbustos y Daisy con cara de emoción la siguió hasta que Tony y God la detuvieron para que no se fuera. – Solo para aclarar, esto no cuenta. Solo fue... Curiosidad, sí. Solo es curiosidad. –

– De cualquier manera, confíen en mí. Por fin podremos comenzar el viaje. – dijo God con una sonrisa en su rostro. Los dos que lo acompañaban compartieron una mirada un tanto preocupados por esas palabras. – Dos años tarde, pero podremos por fin salir del pueblo. –

– Podemos intentarlo. – dijo Daisy mientras que Tony solo se cruzaba de brazos soltando un suspiro. – No podemos frenarlo de ninguna forma, que más que evitar que se mate. –

– Supongo que no hay remedio. – dijo Tony resignándose a seguir a God.

Al cerrar y abrir los ojos habían llegado a la plaza Milagro emocionado por aquel día. Al verla a Liv cerca de la fuente de estatua de Roselia vieron que estaba con tres pokeballs en una caja con una carta para God. Las presentaciones fueron rápidas y precisas.

— Holis, soy Daisy y esta chiquita preciosura que está aquí es mi compañera Sitty. — Dijo Daisy, dos segundos después apareció un Cleffa con un lazo destino en su cuello saludando con una reverencia por pedido de Daisy.

Era una chica de 1.58 de altura de unos 15 años. Vestida con un vestido algo campestre y una chaqueta del material parecido al de los jeans que siempre usaba, junto a unas botas algo nuevas la cual una tenía un pequeño adorno en forma de estrella rosada. Entre sus rasgos físicos no se podía decir mucho, cabello largo café un poco rizado, ojos verde oscuro, tez blanca, era delgada de buena figura, pero lo más resaltante era ese lunar debajo de su ojo derecho y una aptitud optimista. A simple vista, parecía alguien que le gustaba estar vestida a la moda.

— Tony Ignest, y el Wolf. — Dijo Tony de mala gana y con su tono indiferente y cortante, igual que antes detrás del apareció un Houndour lleno de energía ladrando un poco con un tono muy energético.

Era un joven de 1.63 de altura de unos 15 años. Tony llevaba en ese momento una camisa gris debajo de una chaqueta oscura con un símbolo algo especial para él, una flama negra camuflada por el color de su chaqueta. El resto de su ropa era similar al de la ropa de un militar con pantalones y botas de unos colores negros y grisáceos. A simple vista, parecía alguien distante y bastante apático.

— Gusto en conocerlos, pero creo que ya saben porque estoy aquí. — Dijo Liv mientas miraba a God con seriedad. – Acércate. Tengo que explicarte unas cosas de estos pokemon. –

— Muy bien chicos, — dijo God volteando a verlos. – Como les dije, cada uno tome uno. –

¿Eh?

¿EH?

¡¿EHHHH?!

La reacción de Liv iba en ascenso hasta llegar a un tono demasiado alto para oídos humanos.

— ¡Espera!, ¿vas a regalar los pokemon? — Liv demostraba todo su enojo rompiendo los tímpanos de God y del ratón dejándolo escuchando estática. — ¿No sabes que tan valiosos son? ¡No tienes idea que tan valiosos son estos pokemon! ¡Son pokemon criados especialmente por un campeón mundial, y lo vas a regalar! ¡¿Estás loco?! —

– (Ruidosa...) – pensaron todos al oírla.

— Si, lo sé. Por eso mismo hago, no quiero tener el camino tan fácil. — dijo God tapándose las orejas para luego levantarse. — Además, de qué sirve tener un viaje sin tener los retos. —

— ¡Uhh?! ¿A qué te refieres? — pregunto Liv algo confusa al igual que los otros dos, más parecía de manera más sutil en el caso de Daisy, y casi nulo en el de Tony si no hubieran visto que movió su ojo al costado.

— Mi hermano, me decía que en sus viajes nada era mejor que tener a alguien que tenga el mismo sueño o meta, quien siempre trata de superarle cada vez que pueda. –

— ¿Un rival? Bueno... tienes razón en eso, hay casos en la historia como Red y Blue, Brendan Ruby y May Zafiro, Gold Eco y Silver, Lucas Diamond y Barry Pearl, hay varios ejemplos. ¿Pero estas seguro que quieres regalarlos? —

— Claro, tal vez sean un cliché, pero son mi cliché. — dijo junto con una sonrisa mientras abrazaba por detrás a ambos jóvenes por el cuello. Daisy simplemente le devolvió el gesto abrazando el brazo en su cuello. Tony se encontraba indiferente ante el abrazo, era molesto pero tampoco lo apartaba. – Por eso quiero darles algo importante para mí. –

– Pero pero pero... Ugh, como sea. – Liv se resignó y mostró un estuche con tres pokeballs. – Terminemos con esto. –

— Gracias Liv. —

— Es señorita Liv para ti, novato. — dijo Liv cruzando los brazos acercándose con una mirada que desprendía enojo. — Recuerda que aún con pokemon raros, sigo siendo superior a ti. –

— Esta... bien. — dijo God forzando una sonrisa.

— ¿Si qué? — dijo Liv con un tono militar acercándose al rostro de God de forma amenazante.

— Si, señorita. — dijo God dando un paso atrás.

— ¿No te escucho?— repitió Liv con un tono más alto poniendo rígido a God.

— ¡Señor si señor digo señora digo Señorita! — dijo God al propio estilo militar, parado firme con manos atrás y vista al frente. Liv se acercaba a su rostro dándole la sensación que lo mordería o peor, usaría el vozarrón más fuerte que ha oído. Por esto God se mantuvo quieto más una gota de sudor empezó a deslizarse por su mejilla, pero para su suerte Liv lo terminó dejando dándose la vuelta lleno al borde de la gran fuente Roselia y dejando a God dar el respiro más hondo de su vida.

— ¿No es algo raro que hablen de nosotros como si no estuviéramos aquí? — le susurro Daisy al oído al de ojos verdes.

— Sabes cómo es God. — dijo Tony sin interés Tony mientras mantenía los brazos cruzados. – Solo sigue la corriente, y se cansara. –

— Trata de no ser el gruñón solitario de siempre. — le susurro Daisy. – Es un día especial para él, por esta vez acepta un regalo de su parte. –

— Hmph. — bufó Tony mirando a otro lado, dejando en visto a Daisy frustrada por el bajo interés de su "amigo".

Sacando la caja puso un cilindro transparente donde había tres pokeballs que tenían equitativamente pequeños círculos en la parte frontal roja, la primera tenía 3 puntos negros, la segunda tenía 2 puntos negros y la última poseía cuatro puntos negros.

– Supongo que tú elegirás primero, ¿no? – dijo Liv refiriéndose a God. – Bueno, elige bien a quien llevaras contigo. –

— Ya se cual elegiré, lo he sabido desde hace mucho tiempo. — decía God mientras se acercaba a los pokeballs con el ratón eléctrico variocolor en su hombro a lo que tomo la pokeball de cuatro puntos. — Rayo, te presentó a nuestro nuevo compañero. Bienvenido, Charmander. —

— Squirtle. — Dijo Tony. Así agarro la pokeball del tipo agua con tres puntos marcados en ella.

— ¿Tienes que ser tan frío? — Le preguntó Daisy un tanto molesta con la actitud del chico. — Tienes un gran compañero ahora y lo tratas así. —

Pero se había callado al ver que le estaba ignorando y empezó a discutir mientras que God conservaba con su Pikachu variocolor, lo que extraño a Liv quien veía esa escena.

— Hola, amiguito. Soy tu nueva entrenadora. — Dijo Daisy tomando la pokeball que quedaba de un punto. Eres muy lindo, contigo vamos a hacer que estos dos coman mucha tierra. –

El extraño comportamiento de dulce a sádico le hizo dudar un instante a Liv.

— En tus sueños. — dijeron sus amigos al unísono, ya que ellos siempre tuvieron la misma meta.

— Ya tienen pokemon de antes. — Dijo Liv. Al escuchar eso los tres supieron que les iban a poner. – No tengo que decirles que pueden ponerles un nombre, ¿verdad? –

— Desde hace años se cómo llamarte amigo. — Dijo God con una sonrisa mientras sentía un movimiento leve de la pokeball. — En honor a mi abuelo, si te gusta te llamaré Discharger, como alguna vez se llamó su Charizard negro. —

— ¡¿Espera?! ¿Un Charizard negro? ¿Tu abuelo también tenía un Charizard negro?— Preguntó sin parar Liv lo cual atrajo la atención de God.

— Pues sí, aparte de Namu, su Charizard fue su pokemon insignia, y... — decía God totalmente calmado hasta darse cuenta de lo que quiso decir y la palabra "también" resonó en su cabeza como el eco en un cuarto vacío. — ¿Como que también?—

– Deberías sacar a Charmander de su pokeball para echarle un vistazo. — Dijo Liv apuntando a la pokeball en manos del de ojos carmesíes.

God hizo lo que dijo y se sorprendió lo que paso, al formarse el rayo de luz logro ver algo especial, al igual que su ratón eléctrico también era especial.

— No puedo creerlo... — Dijo God asombrado y muy sorprendido para que después se le dibujara una sonrisa que desprendía ese sentimiento de alegría y optimismo. — Charmander, eres un brillante. — grito God tomando de brazos a la pequeña lagartija sorprendiéndola pero a la vez mostrando que tenía una actitud bastante alegre. – Increíble... –

Pero tras la sorpresa de la aparición del Charmander del mismo color que el mismo oro puro junto a sus estrellas rojas que al salir bailaban alrededor de él, los otros sacaron a sus pokemon y para la sorpresa fue que ellos eran también brillantes. Squirtle con su caparazón verde y Bulbasaur con su tono color amarillento.

– ¿Variocolores? Pensé que no vería otro igual a Rayo. – dijo Daisy sorprendida del Bulbasaur que al verla pareció algo asustado, pero un abrazo repentino parecía quitarle el miedo y le trajo confusión. – ¡Eso te hace muy especial, amiguito! –

Squirtle era rodeado por un energético Houndour corriendo en círculos, manteniéndose tranquilo, pero su atención estaba en los ojos de ml chico con ojos esmeraldas. Había un extraño silencio, pero parecían entenderse cuando Tony puso su mano en la cabeza del Squirtle y este cerraba los ojos aceptando el gesto.

Charmander se encontraba viendo a su alrededor curioso por lo que le rodeaba, y al ver al Pikachu enfrente de él pareció tener un cierto compañerismo cuando le extendió la pata para saludarle. God por su parte veía con brillos en sus ojos al pokemon variocolor, que se sentía algo presionado por el chico con los lentes deportivos que escondían sus ojos.

— ¡Esto no lo esperaba, pero está bien! — Dijo God mostrándole una sonrisa sincera que daba alegría y tranquilidad e hizo que Charmander le devolviera el gesto, parecía que se había ganado algo de confianza. – Bueno, no me importa tu color, solo quiero y espero que seamos grandes amigos. –

— Oye, God, recuerda lo que toca ahora. – decía Tony mientras veía la pokeball en su mano, y apuntaba al chico con los lentes deportivos. – Creo que lo mínimo que puedo hacer es ser tu oponente en un sparring. Probemos que tanto puedes aguantar esta vez. –

Con una sonrisa God en su rostro empezó a emocionarse aún más por las palabras de Tony.

– Cierto, aún tenemos cuentas pendientes. – decía God levantándose de un salto. – Haber... Que sea batalla de dos contra dos, y el que gane pelea con Daisy y Bulbasaur. Reglas normales de Liga. —

— Se llama Saur ahora. — Dijo Daisy y aclarando un punto como siempre. – Recuérdenlo, o será muy vergonzoso cuando los aplaste en batalla. –

— Éntrenle. Quiero ver el potencial de estos pokemon. — Dijo God poniéndose enfrente del de ojos más rojos que el mismo carmesí, estos dos se miraban desafiante sin quitar la mirada del otro, Por su parte el Pikachu veía algo cansado mientras se estiraba mientras que el Houndour estaba saltando a su alrededor.

Fue cuestión de tiempo para llegar a uno de los campos de batalla en el parque. Pueblo Esperanza fue fundado por un entrenador famoso, y había algunos sitios hechos para que entrenadores practicaran de forma segura.

El aire era espeso por la presión de ambos entrenadores, crecieron de niños y siempre se enfrentaban en todo para saber quién era mejor, eran rivales innatos que daban lo mejor de sí para derrotar al otro o intentarlo ya que casi siempre terminaban en empates al final, siempre Tony ganaba por estrategia a God, aunque nunca mostraría tanto espíritu como él.

— Seré la referee entonces, oportunidad para ver que son capaces los supuestos entrenadores prodigiosos que mi papa ha estado esperando tanto. — Dijo Liv algo interesada en la batalla. — Sera una batalla dos contra dos sin sustituciones, el que derrote a su oponente y sus dos pokemon será el ganador. —

Se sentían en el campo la presión de los dos grandes rivales desde la infancia, el aire se sentía espeso y se sentía un sentimiento de emoción y las miradas que se daban entre sí. Como era su gran rivalidad, ambos siempre competían para convertirse en el mejor de los dos, causándole un dolor de cabeza a Daisy y por todas sus peleas y bobas competencias. Era como un duelo de vaqueros que daban cinco pasos y disparaban solo que lanzaban sus pokeballs de sus manos lo más rápido posible.

— Listos... ¡Comiencen! — Grito la referee.