Quería pegarse un tiro ahora mismo.

Star se encontraba nerviosa, apoyada en la pared que estaba atrás de la cocina. Ahí se encontraba Marco, limpiando los trastes con una sonrisa. Hoy le tocó lavar, así eran las reglas implementadas desde hace mucho. Ella lo miraba por momentos, sin que éste se fijase de su presencia. Pensaba lo bello que fueron los tantos años que estaban juntos. Tanto que han pasado, tanto que han atravesado, fueron tiempos de puro amor. Incluso los dos teniendo 18 años respectivamente, podían dar mucho más. Había excepciones, pero en su mayoría lo fue. No quería que terminase, pero ahora eso dependerá del joven Díaz.

En sus manos, se encontraba lo que no quería tener. Una prueba de embarazo. ¿El horror? Está positivo. Eso la inquietaba cada día desde que se lo hizo. No quería llegar el día en que le contase sobre todo, pero era mejor para los dos que él se entere temprano que tarde. Tenía el derecho de saber, después de todo, lo iba a notar cuando la panza de la rubia crezca. Era todo o nada, ella no quería pero era todo o nada. Podía esperar a que su novio termine de limpiar, pero eso sólo aumentaría su ansiedad. No tenía guion, ningún plan, nada. Sólo palabras que contar, noticias que él tiene que recibir.

Ella ocultó la prueba en su espalda, sosteniéndola con sus dos manos. Inhaló y exhaló profundamente, aún sabiendo que eso no pararía los latidos rápidos en su corazón, y entró a la cocina.

Caminó sólo unos pasos, tanto para que su novio se dé cuenta que ella estaba ahí.

—Oh, hola, Star —comenzó el chico, mostrando una linda sonrisa—. Veo que tardaste un poco cuando fuiste a tu habitación, pero está bien —ella no le contó por qué fue, aún—. ¿Ves que soy hombre de palabra? Estoy lavando todo como el horario de limpieza lo indicó, jajajaja.

—Ja, ja, ja —rio nerviosamente—. Sí, eres muy puntual.

Marco entrecerró sus ojos. Esa risa con la expresión de su pareja no era para nada normal.

—¿Algo pasa? Tú no te ríes... así. —levantó una ceja.

Ella ya no lo podía ocultar más, era tiempo de contarle la verdad. Lo decidió desde hace días, tenía que hacerlo.

—Deja de lavar, tenemos que hablar.

Él, preocupado, dejó de hacerlo aún faltando unos platos y vasos. Se limpió con un pañuelo que tenía y se acercó a Star. Sin embargo, cuando él dio pasos para adelante, ella dio pasos para atrás. La Butterfly no quería que el se acercase con el temor de que él pudiera ver lo que tenía guardado. En cambio, el cataño notó que su novia estaba con las mejillas rojas y sus ojos mirando para abajo, como si tuviese vergüenza. Eso solamente le causaba un poco de panico.

—Cariño, ¿qué pasa?

—Marco..., yo... yo...

Detuvo sus palabras cuando ella y él cruzaron miradas. Fue entonces que lo encontró, Star se encontró con los ojos inocentes y hermosos de su Marco. Quería llorar. Para ella, dentro de esos ojos oscuros estaba un hombre puro, que lo ayudó cuando ella estaba en peligro, no importara qué. Lo más importante, un chico que la amó desde el primer día que estuvieron juntos.

Quería correr y no ver jamás esos ojos, porque sabe que no merecía recibir esta noticia que lo podría destrozar. Pero no podía, ya estaba en frente de él. Sería cobarde huir, más de lo que ya es. Díaz, por el contrario, no entendía por qué tanto drama por parte de su pareja. Llevaban 3 años juntos y ésta era la primera vez que se comportaba así. Poco a poco, movía su cabeza a su derecha, tenía el presentimiento sobre lo que le pasaba.

—¿Qué es lo que ocultas atrás, Star?

Ella salió de sus pensamiento y, lentamente, mostraba temblando el artefacto que tenía en su mano. En ese instante, Marco abrió más sus ojos.

—Estoy embarazada, Marco —pronunció con dificultad—. Voy... a tener un bebé.

Lo dijo; al fin, lo hizo. Aunque no había sacado todo, se quitó un peso de encima. Ella pensaba que lo mejor era ese tiro de una bala que atravesara su cerebro.

Él se encontraba quieto en la cocina, mirando esa prueba de embarazo. No sabía qué pensar o decir, ahora era él quien no podía hablar. ¿Por qué ahora? ¿Qué pasó? ¿Es verdad? Tantas preguntas resonaban en su cabeza. Iba a ser papá, él iba a ser padre. Tendrá un hijo o una hija, junto a Star, serán padres.

El castaño abrazó a Star, dejando confundida por unos momentos a ella. Su rostro cayó en los hombros de su chico. No mostraba alegría, él sí. No disfrutaba del abrazo, él sí. Ella sabía toda la verdad, él no.

Se separó y la Butterfly miró que en los ojos de Marco mostraba ternura, alegría, orgullo, amor... Eso era lo que le hacía sentir mal a ella, vio amor.

—Star..., soy el hombre más feliz del mundo ahora mismo —mostró de nuevo esa sonrisa linda de hace rato—. Seré papá. ¡SEREMOS PADRES, AMOR! ¡TENDREMOS UN BEBÉ! ¡JAJAJA!

De pronto, él la agarró de nuevo, la abrazó y la levantó haciendo que ella estuviese arriba. Así se sentía él, muy arriba, como el cielo. Le daba vueltas, estaba tan feliz. Se repetía tantas veces "voy a ser padre". Era lo mejor que le podía ocurrir. Aunque tenga una corta edad, desde hace años había soñado en tener un hijo. Cuando cuidaba a su hermanita, imaginaba que era su hija y que él era su padre. Tener esa responsabilidad de criar, enseñar y estar con un niño de su misma sangre era hermos. Ahora tenía lo que quiso, ahora era padre.

Algo andaba mal. Miró el rostro de la futura madre de sus hijos, ella no estaba feliz. Seguía triste, hasta le salía unas lágrimas. Él paró de girarla y la soltó. Se preocupaba por su amada. Se suponía que éste era el momento más maravilloso para la mayoría de las personas, no entendía la reacción de su novia.

—¿Por qué tan triste, amor? —se cuestionó el castaño.

—Marco, no sé cómo decirte esto...

—¿De qué hablas? ¡Tendremos un hijo... o una hija! —expresó alegremente el novio—. ¿No te parece fantástico?

Star se quedó callada. No, para ella no le parecía fantástico, ni hermoso, ni lindo o algo bueno. Todo en su cabeza era un desastre. Él vio eso, no quería que estuviese así.

—Es porque somos jóvenes, ¿cierto?

—¿Qué? —ella no entendía lo que quería decir.

—Cariño, sé que somos adolescentes y que tenemos el alma de ser niños. Aún no maduramos completamente... pero lo intentamos. Esto lo hicimos los dos, es mi responsabilidad hacerme cargo y cumplir este nuevo rol de padre —mencionó muy confiado—. ¿Te preocupa los estudios? Sabes bien que soy Marco Díaz, puedo ser padre y estudiante a la vez.

—No, Marco. No...

—Hey —tomó las manos de su pareja, aún teniendo la prueba en ellas—, no te dejaré sola. Lo prometo. Cuidaré de nuestro futuro niño mientras que, a la vez, estudio —sus ojos brillaban—. Además, tenemos amigos como también nuestras familias. Vamos a salir adelante, amor.

Ella no podía creer que Marco le era tan leal y tan cariñoso en la situación que estaban. Necesitaba llorar, pero tenía que aguantarse si es que quería contarle la verdad. Su pareja, su compañero, su mejor amigo, su todo estaba tan seguro de esto y de continuar, pase lo que pase. La rubia se sentía como la persona más estúpida del mundo, ¿o acaso sí lo era?

—No es la edad, Marco —él iba a hablar—, ¡NI EL DINERO! Por si querías decirlo. Sino que... no te conté todo.

—¿Todo? ¿Qué quieres decir con...

Fue cuando él comprendió. Sabía lo que diría, sabía qué era lo que su pareja quería hacer. Se negaba, pero su mente ya tenía esa idea. Retrocedió un poco e hizo desaparecer su alegría. Estaba serio, pero por dentro, triste y decepcionado. Bueno, al final, era decisión de ella, ¿no? Aunque los dos hicieron el hijo, el bebé lo iba a tener ella. Es decir, ella tenía control del bebé. Él pensaba si Star en verdad haría tal cosa o si siquiera es capaz de pensarlo. Se ilusionó tan rápido, que fácilmente le podría caer una terrible depresión por lo que ella dijese. Su cabeza también estaba hecha un desastre.

Por el otro lado, la Butterfly se quedó congelada por el silencio de su pareja. ¿Acaso él ya habrá descubierto lo que quería decir desde que se hizo la prueba? Quizá sí, eso le haría ahorrar aquellas palabras tan crudas de su boca. Como también pueda que no y eso sólo la haría causar más conflictos y demasiada tensión de la que ya existe en la cocina. Ella atravesó monstruos, problemas políticos, problemas sociales, enemigos sin parar..., ¿y no es capaz de decirle a su novio lo que ella trata de decirle? Algo tan simple como eso no hay. Se había vuelto muy cobarde, ella tenía en cuenta eso. Sin embargo, no podía retroceder. No era tiempo para eso.

—Ya entiendo lo que quieres decir, Star —dijo mirándola seriamente—. Y sé que... es muy complicado para ti venir hasta a mí y contármelo. No sé qué decirte ahora, no pensé que tendrías en mente "eso", sinceramente.

—Marco... —se acercó un poco, para que la palma de su mano se junte con el cachete del joven Díaz—, no te estreses, por favor. Esto fue mi culpa, no... mereces esto. No debió acabar así.

—No quiero que lo hagas —su rostro reflejaba dolor, a Star le hacía difícil verlo—. Debe... Debe haber otra forma, yo sé que sí. Tú misma me lo estás diciendo, no debe acabar así. Por favor, sólo hay que pensarlo bien.

—Estás sufriendo, amor. Y yo... no quiero eso para-

—¡NO QUIERO QUE ABORTES, STAR!

Ese grito fue tan ruidoso que hasta podría haberlo escuchado los vecinos, que con suerte no fue así. Star se quedó sin decir nada ante esa conmoción de su novio. Le alzó la voz, era algo que ella esperaba pero no tan repentinamente. Quitó la manó de su mejilla al oírlo y retrocedió. ¿Lo temía? No, sólo que sabía que necesitaba su espacio. Él no sería capaz de lastimarla, aún después de todo, no era esa clase de persona. Nunca levantó la mano hacia ella. No era como esa gente... o eso es lo que ella ha estado viendo de él.

Díaz no quería gritar, pero escuchar a su novia que "todo estaba bien" y que "era lo mejor", lo hacía enojar. Era muy raro las cosas donde él se molestaba por ella desde que se hicieron novios. Nunca hubo conflictos o algo de otro nivel a causa de su amor, no hasta ahora. Quería arrepentirse, decir que lamentaba haber levantado su voz, pero no lo hace. Sabe que es mentira, él sí quería que ella lo oyese. Quería que supiera que estaba en contra de eso.

Incluso, la rubia aún no lo entendía.

—¿Qué fue lo que dijiste? —dijo la Butterfly.

—Lo... ¡Lo que oíste! —confesó decidido, sonaba un poco nervioso pero decidido—. No quiero que lo hagas. ¿Por qué aún siquiera lo piensas? Eso... no es de ti, Star. Te conozco, no podrías haber tomado esa decisión aunque sea por temor. ¿Tienes miedo, amor? —se acercaba a la chica—. ¿Temes a algo? Dímelo y te ayudaré. Los dos somos compañeros y aún soy tu escudero, por si lo olvidaste —ella jamás lo hizo—. Simplemente no... no dejes esta... oportunidad.

Él se cayó de rodillas, agarro la vestimenta que tenía Star —usándola como un pañuela— para soltar sus lágrimas. No quería que uno de sus hermosos sueños deje de existir. Con pensarlo o con sólo decir la palabra con "a", era un malestar en su cabeza. El castaño sabe que era por temor, o eso es lo que quería creer. Ya no sabía en qué creer, solamente se dejó llevar por la tristeza para llorar.

Su novia, en cambio, se sentía como la peor escoria que pueda existir en el planeta. No, era ya esa escoria. Por supuesto que sí.

—Marco... —se pone a la altura de él—, no voy a abortar. —le acaricia el cabello.

—¿No lo harás? —preguntó observándola con esperanzas.

—No, claro que no. Pero... eso tampoco es lo que trataba de decirte. —dijo con voz baja.

—¿Cómo? —dijo indignado, paró de llorar—. ¿Entonces qué es lo que quieres decirme? Me siento confundido, ¿qué es?

—No es lo que parece, Marco Diaz —se oía molesta, pero no por mucho tiempo—. Es.. más complicado de lo que es y... sí, tengo miedo, miedo a lo que vayas a hacer cuando te lo cuente.

El castaño ya no entendía nada. Por primera vez, después de tanto, no sabía qué es lo que podría tener su princesa. Lo pensó en todo, mas no encontraba las respuestas. Su temor, la de él, cada vez aumentaba. No era aborto, no era el dínero ni tampoco la edad, ¿qué más podría ser? El moreno observaba por todos lados. A simple vista, estaba perdido, pero no es así. Sólo quería calmarse, por unos segundos no estar en sus zapatos. Lo que menos quería era preguntar qué era, ya que, como lo decía su novia, podría ser mucho más peor de lo que se imaginaba. De todas formas, era necesario saberlo si se trataba de su hijo.

—Dime de una vez qué pasa, Star —se oía acabado, rindiéndose ante el terror.

Ella sabía que el momento que menos quería estar, había llegado. Se fijó en Marco, en su rostro, en su cuerpo y en todos los momentos que tenía junto a él en su memoria.

Ya es hora de decirle la verdad.

—Tú no eres el padre, Marco.

Lo dijo con mucha sencillez, pero dentro de Star, está explotando de nerviosismo y miedo. Ya pasó, lo hizo. Fue valiente para hacerlo, lo peor habría pasado o eso es lo que ella piensa. Tiene suerte de no haberlo gritado o peor.

Marco no hizo ningún movimientos en los segundos posteriores de aquella declaración. La Butterfly no tenía idea sobre qué estará pasando en la cabeza de su novio. Bueno, tal vez que esté más que roto y doloroso. Un volcán que eruptó, en pocas palabras. La seguía viendo, no decía nada ni intentaba hacer algún movimiento. Estan en la misma altura, mirándose cada uno haciendo el contacto visual más inquietante desde el inicio de su relación sentimental. ¿Eso era el fin de su noviazgo? Star no es estúpida, sabe que todo ha acabado. Marco era bueno, pero no idiota.

Él bajó su mirada al piso, estaba decaído por la noticia. ¿Cómo no? Su sueño de ser padre había sido arrebatado por Star y por alguien que aún desconocía. No sólo su sueño, sino su amor. Su cabeza sólo repetía esa frase que le dijo la chica. Una y otra vez. Acabaría pronto, pero no lo dejaría en paz después. Tantas incógnitas tenía para decir que seguramente se quedarían toda la noche hablándose hasta que el sol salga de su escondite. A la vez, sabía que no valía la pena hacerlo. El bebé que esperaba su novia... no era de él.

Nadie le llamará papá.

Se levantó, no quiso estar más tiempo en la misma altura que Star. Ella no lo hizo, seguía de rodillas. Esperaba cualquier reacción de él. Estaba dispuesta a soportar todo eso. Se lo merecía, todo ese odio que podría tener su novio por ella se lo habría ganado. Fue difícil, pero Marco dejó su mirada cabizbaja para mirar a su "novia". Ella no lloraba, él menos. La mirada de la rubia era deprimente; en cambio, la de él era seria y apagada. Parecía un muerto. Bueno, su corazón ahora mismo había muerto. No le quedó de otra que afrontar la deprimente y cruda realidad en la que está viviendo.

—¿Qué mierda dijiste?

Su voz era de otro mundo. Si Star estaba intranquila, con esa pregunta que hizo —junto a su tono— le dio por temblar. No quería jugar a la víctima, no tiene nada a su favor. Sólo se sentió asustada, ¿cuándo fue la última vez que su pareja habría dicho una palabrota? Marco era un tipo que se expresa pacíficamente y no era de insultar. Alzaba la voz, sí; pero no era grosero. A todo esto, ¿importa ser grosero en esta crisis? Supone que él estaba en todo su derecho. Sin embargo, era extraño verlo así.

—Ma-Marco... —tartamudeó, aún está asustada—. Te dije que... era muy complicado decírtelo.

—Star, tú... tú... —le salió una lágrima, sólo una—, ¿me fuiste infiel? —fue una gran tortura hacer esa pregunta.

—Lo lamento —era las palabras que el castaño esperaba desde hace minutos—. Lo lamento tanto, Marco. Sólo... Esto es mi culpa. Todo esto es mi culpa, Marco. Lo siento... —también caía lágrimas en sus ojos, tratando de limpiárselas con sus manos.

—¿Lo sientes, Star? Estás embarazada —tragó saliva, sabía que lo que iba a decir le dolería como el infierno—, y el bebé no es mío. No... seré padre, Star.

—Mira, amor...

—No, no, no. NO ME LLAMES ASÍ.

El grito que tiró Marco a su... compañera resonaba en los tímpanos de ésta. Era claro, ya no eran novios. La llama de amor que estaban en sus corazones hace horas, desapareció. Todo se fue al caño por una infidelidad de la rubia. De igual forma, ella permitía que le grite. Como antes, pensó que se lo ganó. Lo dijo ella misma anteriormente, todo era su culpa.

—Lo siento, Marco. No te lo mereces, lo siento...

Seguía saliendo lágrimas, pero no lloraba. Su alma estaba triste, pero no había explotado. Su corazón ni hablar. El castaño podía verlo desde su posición, era doloroso, pero no sentía pena. No podía transmitirse ese sentimiento, era imposible. Se sentía más bien impresionado de él mismo por intentar mantener la situación bajo control... por ahora. No sabía de qué era capaz. Todas las reacciones venían por su mente de uno en uno aceleradamente sobre cómo manejar esto. Nunca ha experimentado un desagradable dolor como éste. No había enemigos, sólo su pareja que tiene a un bebé dentro suyo. Bebé que no es de él.

En este instante, sólo tenía que hacer una pregunta importante que él quería saber. Lo necesitaba saber porque estaba en su derecho, eso suponía.

—Star, ¿quién es el padre?

Ella se fijó en su rostro al momento de hacerle esa pregunta. Dios, está enfurecido. No tenía el rostro como una bola roja, pero sus cejas marcaban la expresión de enojo. Nunca en su vida vio una expresión tan molesta como la de él esta noche. En sus peleas o discusiones, los dos mantenían la calma y se decían las cosas claras, como también las soluciones que habría. Se enojaban, pero no era para tanto, sólo eran problemas de pareja. Esto era sumamente diferente. Esto no era una simple discusión de pareja, sino una bomba de tiempo que explotaba poco a poco. Era insufruble, sería la noche más lenta de tendrá en su vida.

Luego notó algo en Marco, pero no era en su rostro. Su mano, había un puño. Un puño muy fuerte que hasta temblaba. Seguro que si se acercaba, vería las venas en ellas. Eso sólo la haría asustar mucho más de lo que está. Se sentía un poco aliviada por el puño, porque se "desahogaba" todo su enojo allí. No la lastimaría, no le haría daño... ¿Pero qué tal si no fuese eso? ¿Y si el puño era para otra cosa? No, ella no creía que el Marco que vivió durante una gran parte de su vida fuese capaz de tocarla. Aunque admitía también otra cosa: el "novio" que tenía en frente suyo no era igual al de hace unas horas.

—Yo no creo que sea necesario decirlo. —afirmó, intentanto sonar tranquila.

—Quiero saber quién es el padre, Star. —regresó esa voz que la hacía sentir una persona débil.

—Marco, por favor, te pido que-

Ella no se lo esperó, pero cuando se dio cuenta, estaba en la altura de Marco. No porque ella quisiera, sino gracias al chico. La levantó con sus manos agarrándola de su vestimente que cubría su pecho fuertemente. No había delicadeza, era suertuda que esa fuerza no tocase su piel. La punta de sus pies rosaban el suelo, los brazos y piernas de la Butterfly no se movían por la jugada repentina del castaño. Hasta la hizo soltar la prueba que tenía en su mano. Miró al joven Díaz, estaba más que enfurecido. Quería respuestas de esa pregunta y parecía no querer perder más tiempo en ello. Desde su perspectiva, él no parecía ser el mismo chico seguridad que conoció hace años.

—Dime quién es, Star —intentó hallar las respuestas—. Dime... ¡DIME QUIÉN ES EL PADRE!

—Por fa-favor, Marco —susurró aterradamente—. Cálmate, por favor.

—¿¡QUIÉN ES EL PADRE, STAR!? —no paraba de gritar—. RESPONDA DE UNA VEZ.

—Marco, SUÉLTAME. —dijo poniendo sus manos en los brazos de él queriendo librarse, sin éxito alguno.

—Quiero su nombre. Dime el nombre. —su mirada penetraba fuertemente con la de la chica.

—Ma-Marco, tengo miedo...

—DÍMELO, STAR —hizo oídos sordos a esa temerosa oración de la rubia—. ¿¡QUIÉN ES!?

—ES OSKAR —respondió finalmente—. Oskar es el padre...

Al escuchar ese nombre, la soltó inmediatamente.

Oskar, el primer amor platónico de Star cuando llegó a la tierra, era el padre. Él iba a ser el suertudo que tendrá a la bebé de su "novia". No se esperó para nada aquella identidad. Por segundos pensó en Tom, que él podría ser. Pero Oskar..., ese chico que tocaba horriblemente su instrumento y que abandonó la escuela, era uno de los últimos nombres que pensaba. Ni lo creía. ¿Qué tal si mentía? No, Marco negó esa pregunta. Conocía a Star –o eso era lo que quería creer— y sabía cuándo mentía. Esta vez, no lo hizo. No mintió, por más que él quisiera.

Star estaba en el suelo llorando y llorando. Lo sacó todo que había contenido desde que le contó al castaño sobre el embarazo. Esa acción de Marco le marcó a ella. La tocó. Pudo sentir la manos fuertes de él apoyadas en su piel, sólo separada por la tela que la cubría. Desde hace mucho que no sentía este temor por él. Tal vez nunca la tuvo hasta hoy. Necesitaba un abrazo, alguien que la consuele, pero a la vez no lo quería. Para nada merecía alguna especie de cariño, ni mucho menos la de Marco. Ya no tendría el amor de él después de todo lo que le había contado y de lo que le pondría contar más adelante.

El joven, un poco más calmado, se le quedó mirando a su todavía novia Star. No se arrepintió de lo que hizo, pero en su cabeza se decía que estaba mal. Le dieron unas ganas de abrazarla. Él nunca quería ver llorar a la Butterfly... hasta ahora. Rechazó esas ganas, no quiere sentir los brazos de una persona que la engañó. Dolía bastante saber que la persona que más amaba en el mundo le fue infiel. La destrucción que le hizo a su corazón no tiene remedio. Ya no sentía amor por ella, no más. Pensó en todas las cosas que pasaron desde que se conocieron. En todo. Los besos, abrazos, consuelos, relaciones...

Luego pensó en esto y en Oskar, ahí fue donde se alteró otra vez. Fue a los cajones rápidamente y las abrió haciendo notar su fuerza por el ruido de la madera. Star se quedó mirando a su aún pareja, escuchó los ruidos de las cucharas y tenedores chocándose entre sí. Él quiere encontrar algo.

—¿Qué... Qué haces? —interrogó ella, también un poco más calmada.

—Buscando un cuchillo —contestó él seriamente—. Voy a matar a ese desgraciado.

Star no se quedó sorprendida, era obvio que Marco se estaba dejando llevar por su furia interna. Es normal, después de todo. Lo que quería hacer es detenerlo, pero no podía con palabras. No desde que él la agarró para tener de cerca la mirada asesina del castaño.

Él, por otra parte, no tenía ni idea sobre cómo, pero quería hacerlo. No tiene la ubicación de Oskar, ni mucho menos algún rastro de él desde su último encuentro, pero quiere matarlo. ¿Cómo demonios él ganó el privilegio de que el hijo de Star le llamase "papá"? Por ahora, sólo quería responder con acciones. No lo sabe, pero el castaño se está dejando llevar por el momento. Su mente reflejaba el rostro del amante para tener mil ideas sobre cómo masacrarlo. Rápida o lenta, sufrible o no, sólo quería que ese castaño de ojos claros dejase de tener huellas en la tierra.

—¡Rayos! —expresó él—. ¡No hay cuchillos afilados! Mm, al demonio. Lo haré con mis propias manos.

Fue caminando para salir de la cocina. Sin embargo, antes de siquiera abandonar la habitación, fue detenido. No podía mover su pierna izquierda porque Star lo agarró. Vio que la rubia estaba literalmente abrazada desde la cintura para arriba en la pierna del chico. Esto no lo daba acceso a salir. Ella ponía toda su fuerza para que no pudiera irse, no dejaría que su novio haga alguna estupidez de lo que se pueda arrepentir luego. Intentó avanzar pero no pudo. Reconocía que la chica tenía una mejor fuerza que él, sin considerar lo que pasó hace minutos.

—Star, suéltame.

—No dejaré que te vayas, Marco. —ahora ella sonaba seria.

—Te lo repetiré una vez más, Star. Suéltame o yo haré que me sueltes.

Quizá no sea la primera vez que escuchó una amaneza del chico, pero ésta sonó muy intimidante. La joven, al escuchar esa amenaza por parte de él, levantó su mirada. Éste observó los ojos rojos de su novia, por las lágrimas que había sacado hace momentos. Luego dijo una pregunta que lo erizó.

—¿En serio serías capaz de lastimar a una mujer embarazada?

No, él no lo sería. Se calmó un poco por esa pregunta; más bien, lo hizo quedarse con las ganas. Quién sabe qué habrá querido decir el castaño en su amenaza. Lastimar a la persona que ama nunca sería su intención, pero era claro que tampoco se conocía del todo. Justo ahora se estaba arrepintiendo del agarrón que hizo hace minutos a su pareja. Quería decirle que no, él no la haría daño, pero... sería engañarla. Se dejó llevar por su furia hace momentos, ese lado suyo no lo podía controlar. Su ira no era gobernable.

Se la quedó mirando durante un rato pensando qué hacer. Su única opción es quedarse. Se sentó en el suelo para luego dejarse caer completamente. Obviamente, sin ningún movimiento que "ataque" a la Butterfly. Tenía la mirada perdida en el techo de su hogar. Ella todavía seguía abrazando la pierna del moreno. Fue un buen movimiento para detenerlo. Era como su candado que no tenía llave. Así se lo imaginó. Salió de sus pensamiento al escuchar un ruido proveniente de Marco. Ella se fijó qué era lo que pasaba.

Su novio estaba llorando.

Las manos de él cubrían sus lágrimas, pero era notable que lloraba. Estaba dejando salir todo. El embarazo, la infidelidad, su futuro. Necesitaba desahogarse y él encontró la mejor forma de hacerlo. En menos de media hora, su mundo cayó y ella es testigo de ello. Dejó de abrazarlo. Supo que él quería su espacio y se lo entregó. No escaparía, ya no. Se apartó a un metro de él, así tal vez su presencia no sería una molestia. Mirarlo llorar, quebrarse por dentro, no era para nada disfrutable. Es en vano culparse de todo, ahora él sabía y no tenía que decirlo tantas veces. Ella pensó en "esa noche con Oskar" por unos segundos, le dio náuseas con sólo recordarlo. Debió darle asco en el momento, no en este día donde la tristeza contemplaba la casa.

Había pasado un par de minutos hasta que oyó a su pareja dejar de llorar. Él se sentó de nuevo en el suelo de la cocina, mirándola desde la poca distancia que tenían. Ella supo que iba a tener que responder todo lo que le preguntase.

—¿Lo amas? —comenzó a interrogarla.

No dudó dos veces al negarse con la cabeza. No lo amaba, nunca lo hizo.

—Te dije que es complicado, Marco.

—Entonces..., ¿por qué lo hiciste?

Era una pregunta difícil para Star. La respuesta podría llevarle a la confusión al castaño. Sin embargo, debía ser honesta. No quiere mentir, no a su Marco —si es que se puede considerar ese "su"—.

—Lo hice... por venganza.

Marco sí estaba confundido con tal respuesta. Se quiso enojar, creyendo que se refería a un problema que nunca pasó. Pero se controló, no quería dejarse llevar por el momento, otra vez.

—¿Cómo que venganza, Star? —preguntó un poco molestó—. ¿Qué es lo que me tratas de decir?

—¿Acaso te olvidaste de los rumores?

Oh, no. Él sabía a qué se refería con "rumores". Con sólo mencionarlo, le daba un dolor de cabeza.

Hace semanas, antes de su tercer aniversario, Jackie había llegado desde Francia para darle una "visita" al pueblo de su infancia. Poco después, se descubrió que no era una visita, sino una mudanza. Un desastroso final tuvo la relación de Jackie y Chloe, ella ya no quería estar allá y tener que soportar verla —además de las malas experiencias que tuvo—. Desde entonces, Marco y compañía fueron a darle apoyo moral, pero el castaño se pasaba de la raya yendo cada vez más a su lado. Fue mucho que empezaron a salir rumores. Star no hacía caso a ello, hasta Janna, su amiga del alma, tenía sus preguntas. La rubia confiaba en Marco y también en Jackie que alguna vez fue su amiga. Era entendible hasta cierto punto, ya que ellos dos se conocían desde pequeños aunque dieran el paso un poco tarde. En consecuencia, pasó algo unos días antes de su aniversario que no olvidaría ni dejaría pasar la Butterfly. Fue un rumor tan grande y con tanta evidencia que fue mucho para ella.

—Star..., ya hablamos sobre esto.

—Pero no en ese momento. No habíamos hablado de eso aquel día. ¿Sabes... cómo estaba yo al escuchar que mi novio podía serme infiel?

—¿Como tú? —insistió él.

—Tú sabes a qué me refiero. —se molestó al escuchar esa pregunta.

—¡Oh! ¡Vamos, Star! ¿De verdad creíste que yo te engañaría con Jackie después de su ruptura con esa chica extranjera?

—¡TE ACOSTASTE EN LA MISMA CAMA CON ELLA! —expresó fuertemente, haciendo enojar más a su pareja.

—SÓLO COMPARTIMOS LA MISMA CAMA, STAR —contestaba furioso—. ¿¡O PENSABAS QUE ERA COMO TÚ Y OSKAR AL-

—NO ME CAMBIES DE TEMA —interrumpió—. ¿Tienes alguna idea de... cómo estaba yo al escuchar esas cosas? ¿Que mi novio estaba pasando mucho tiempo con otra persona?

—Por favor, no... metas a Jackie en esto, ¿bien? —él no quería meter a una tercera en su situación.

—Escuchaba muchas cosas de ti y ella —ignoró la petición de su pareja—. Cosas que claramente no creía hasta lo de ese día. Sé que todo me lo aclaraste después de nuestro aniversario, pero... mientras tanto, ¿sabes cómo estuve yo?

No, él no lo sabía. Si bien es cierto que estaba molesto por esas cosas que decían sobre él por querer ayudar a su amiga, no podía ponerse en el lugar de Star. El miedo que sintió... la hizo llevar a hacer cosas que no quería. No quiere empatizar con ella, pero sabía que el dolor que sintió en esos tiempos era indescriptible. Claro, ella la engañó pero apenas son 40 minutos de sufrimiento; la de ella fueron días.

—¿Y creíste que la solución era engañarme, Star?

—Por supuesto que no. Sólo... necesitaba a alguien y Oskar... —Marco dio una mirada asesina al escuchar esa palabra—, bueno, "él" fue darme consuelo.

—¿Te refieres a cuando lo hicieron?

—Él me escuchó —corrigió a su pareja—, cuando nadie más lo hacía. Ni tú me escuchabas, sólo me decías que no creyera y ya. Pero él no, me dio confianza y seguridad.

—¿Yo acaso nunca te lo di?

—No —esa respuesta impactó al moreno—. Sólo te fuiste y me dejaste sola. Te haré una pregunta —dijo desafiante—, ¿cómo crees que celebré nuestro aniversario?

Él quería responer cualquier cosa relacionada con el sexo que tuvo ella con su amante, pero comprendió que ese no era el punto de la chica. No dijo nada, se quedó callado porque, en ese sentido, no sabía nada. Jamás le preguntó. En el día donde solucionaron todo, no preguntaron sobre lo que le pasó a la otra persona en anteriores días, así que no tenía conocimiento alguno sobre su aniversario.

—Estuve en esta casa, en esta misma cocina —recalcó señalando el piso—, esperándote. Quería solucionarlo todo. Te llamé muchas veces, sólo... quise hablar contigo. No me respondías, ni siquiera un mensaje me pudiste dejar. Me la pasé en esta casa viendo la puerta, queriendo que mi novio entrara para hablar y festejar nuestros 3 años juntos. No supe nada de ti ese día, no hasta la tarde. No eras capaz de decirme que estabas con Jackie, Janna tuvo que decírmelo porque se encontró contigo y con ella antes de... de... —le era difícil decirlo— de que entraran al hotel donde ella se hospeda. Es cierto, no sé exactamente lo que pasó hasta después. Pero... con sólo decirlo, con sólo imaginar que los dos en verdad podrían tramar algo a mis espaldas, me destrozó. Me fui de esta casa, luego de llorar tanto, cuando me encontré con... "él" y, bueno, ya sabes.

Marco estaba con el rostro estupefacto porque ella tiene razón. No hizo nada más que estar con Jackie, pero era para hacerle más que sólo compañía. Aún así, sabía que ese día tenía la posibilidad de arreglarlo todo, de impedir que Star haga alguna estupidez, pero en vez de eso se ocultó y la evitó. No buscó solución más que unas disculpas hasta días después.

—Yo no tuve sexo con ella, Star. —aclaró él.

—No sé si creerte —su voz se quebraba—. Lo hago cada día, pero esa foto de ti y Jackie entrando al hotel... tomándose de las manos, me tiene girando la cabeza. Quisiera que esto fuese una pesadilla —sonrió sarcásticamente—. Quisiera despertar en el sofá de la sala y ver que estás a mi lado en el día de nuestro aniversario. Los deseo cada día, pero no pasará. Me echo la culpa de lo que pasó entre Oskar y yo —se quedó mirando los ojos de su novio—, pero ahora sabes qué me hizo llegar a eso.

Díaz ahora lo sabía todo. Se sentía mal por no haber apoyado a su pareja en los momentos donde ella más lo necesitó. Ahora no sólo se sentía decepionado de ella, sino de él mismo.

—Lo siento —sorprendió a Star—. Y lo digo sinceramente, perdón. Debí haber ido a arreglar las cosas contigo, tenía que estar a tu lado. Metí la pata. —confesó cabizbajo.

—Tú no, yo sí —aclaraba la rubia—. No te disculpes, Marco. Yo soy la que se tiene que disculpar. Fui muy estúpida al cometerlo. No te mereces esta clase de situaciones, eres una persona valiosa.

—Los dos metimos la pata...

Confesó desanimado, mirando a la nada. Star odiaba verlo así, jamás le gustó ver a su pareja echándose la culpa o compartirla. Ella intentó acariciar su mejilla, para que pueda parar de pensar en ello. Pero antes de llegar a su cuerpo, la mano del castaño interrumpió ese camino. La agarró en la muñeca. No con fuerza, sólo no quería sentir su mano. La Butterfly entendió el mensaje y retrocedió a su posición actual.

La parte más difícil de todo acabó. Confesaron sus malestares y pensamientos que habían guardado desde el comienzo. Apenas avanzaba esta situación y, más Star que Marco, les aterraba. ¿Qué harán? ¿Toda la relación de verdad se acabó en menos de una hora? En ese silencio incómodo surgían todas clases de preguntas.

El chico se levantó, ella aún seguía sentada. Su pareja ya fue sincera, quizá mucho más de lo debido. Aún así, no quería quedarse en esa casa. No importaba si ella durmiese en el sofá o viceversa, no quería verla durante unos días como mínimo. Se iba a ir, y quizá Star ya tenía en mente eso. Tampoco la iba a botar de la casa. Aunque fuese el hogar de él, era el mejor lugar para una mujer embarazada. De todas formas, él conocía un lugar donde dormir, por más que su pareja no le guste. Pero antes, necesitaba preguntarle algo. Un tema muy complicado para él y que ya fue tocado anteriormente.

—Una cosa más —dijo el castaño—, ¿lo harás?

—¿De qué hablas? —ella preguntaba, pensó que todo se había aclarado.

—Hablo de... abortar.

La Butterfly se quedó más que sorprendida por ese tema. Era un tanto extraño que Marco tocara de nuevo el asunto del aborto. Hace minutos, estaba rogando porque dijera que no lo haga, ¿por qué preguntará esta vez? Lo peor es que la chica no tenía cómo responder. El tema en sí es muy complicado. Tenía menor conocimiento del tema ya que antes, en Mewni, el aborto era muy tabú. Aquí, en cambio, es algo hablado por tantas gente. Eso a Star le hacía confundir inmensamente.

—Creí que... no querías que-

—Olvida lo que dije hace minutos —interrumpió, ella no esperaba para nada lo que contaba—. Quiero saber si ahora lo harás o no.

La joven Star no sabía cómo responder ante eso. No quería conservar el bebé que no quiere, nunca quiso y jamás querrá tener con Oskar. Sin embargo, lo hecho, hecho está. Y su única solución actual es... el aborto. Con sólo mencionarlo, a la rubia le entra un escalofrío enorme. No quería dejar a Marco con la pregunta abierta, así que respondió con honestidad.

—Marco, yo... no lo sé. El aborto es algo nuevo para mí. Apenas sé poco y, sinceramente, no sé si hacerlo. Perdóname.

El castaño la observó por unos momentos. Él no sabía si era correcto hacerlo o no. Antes sí supo porque era su bebé, pero al saber que no sería el padre, su decisión estaba en las nubes. No quería decir que se lo haga, tampoco sabía si es que le perdonaría esa infidelidad. No sabía nada más que por qué están donde están.

—Bien, yo... iré a otro lugar. No buscaré a Oskar, sólo... quiero mi espacio.

—¿A dónde irás?

Ella lo miró, tenía el presentimiento de a dónde iría, pero no lo iba a decir. No quiere creer en eso. Después de todo, él no sería capaz, ¿verdad? Aún así, si va con Jackie, deberá aceptarlo. Lo mejor era que ellos dos se den su tiempo hasta que algo ocurra.

—Iré a otro lugar, Star. Sólo eso —no lo admitió, aunque la rubia sabía qué era ese lugar—. Si mis padres preguntan, diles lo que tú quieras contar y luego me llamas.

—Ellos tiene que saber, tarde o temprano.

—Ah... Tienes razón —su voz desanimaba—. Solamente... cuídate, ¿sí?

Esa última oración fue algo tan alegre para ella. Aún cuando las cosas estaban mal, él se preocupaba por ella. Quizá sea por el bebé... o por su pareja. No le dio mucha importancia a esa duda, lo que el moreno dijo le hizo sacar una pequeña sonrisa. El chico lo notó y, después de tantos minutos de tortura y confesión, también sacó una. Ese momento, esos segundos donde los dos compartían la felicidad en sus rostros, era inolvidable. Si a Star le proponían parar el tiempo, lo hacía sin dudar. Hasta quisiera fotografiar su sonrisa, porque tal vez sea la última que vea de él.

—También cuídate, Marco. Yo... —dudó sobre si decirlo o no, pero el chico necesitaba oírlo— sé que irás con Jackie. Y está bien, ve a donde quieras con tal que estés mejor.

—Gracias, Star —se sentía agradecido por dentro, no se iba a sentir mal en ir con ella después de todo—. Adiós.

Volteó y se fue hacia la puerta para salir. Ella levantó su mano como despedida, pero sin ninguna idea si es que él notó aquello.

Se ha ido. Luego de casi una hora de un ambiente fuerte, se ha ido terminando así todo el peso que llevaba Star en sus espaldas. No tenía ni idea de qué hacer ahora. Siguió aún sentada en el mismo lugar, mirando el suelo, específicamente el sitio donde su pareja había estado sentado hace minutos. ¿Era aún su pareja? No había roto con ella, pero Star sabía que el amor que él sintió alguna vez se esfumó. Ya no estaba, y está bien. La rubia sabía que se había buscado eso desde aquella noche donde todo cambió. Un error, un enorme error la llevó a este vacío de temor y dolor.

Su mundo cambió, y también la de todos sus conocidos. Ahora era ella debía saber cómo decirle a las demás personas, cómo hacer para que Marco le perdone y, lo más importante, si tener el bebé o no. No estaba sola en esto, pero en su cocina sí se sentía así. Ya no quiere llorar o estar triste, pero tampoco podía levantarse, estaba... perdida. En ese momento y en todos los momentos de su vida jamás olvidará la gran elección que llevó a una gran equivocación. Todo por una noche.


¡Hola! 7 mil palabras aquí, jajaja. Éste sí ha sido muy largo, al menos, para mí. Bueno, espero que les haya gustado este One Shot.

Pensaba hacerlo un fic, ya que la idea está buena pero... pensándolo bien, tampoco es que hubiese un desarrollo de personajes atrás de esta historia. O no lo sé, quisiera saber su opinión.

Gracias por leer, esta idea se me ocurrió de la nada. Pensé en si escribirla o no, al final, lo hice. Me pareció deprimente, no sé cómo ustedes estarán. Recuerden que aún estoy escribiendo el fic que cancelé hace años. La estoy volviendo a reescribir para poder terminarla (quisiera tener un fic terminado). No sé cuánto tarde, quizá meses pero espero poder hacerlo. Si la vuelvo a cancelar o cualquier cosa, les aviso. Nuevamente, gracias por leer y espero verlos pronto. ¡Adiós!