Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y compañía.
Shura tenía las manos en la cadera, mirando directamente al frente, dónde estaba el restaurante de su tío. Un ligero suspiro se escapó de sus labios. Estaba listo; ese día podría cambiar toda su vida por completo, no podía dar un paso en falso. Sólo perdió su postura cuando sintió una mano en su hombro y al voltear a la derecha vió a Aldebarán saludarlo con un movimiento de cabeza.
Era el momento de trabajar.
Shura sacó un juego de llaves y guió a su grupo de amigos hacia la parte trasera del lugar.
—¿Por qué estamos aquí tan temprano? —se quejó Deathmask, sosteniendo su termo de café.
—¿Por qué aceptamos hacer esto? —se quejó Milo, sosteniendo su propio termo junto con un pan dulce, de esos que hacía Calvera en su tiempo libre para tomarlos con sus bebidas calientes y no extrañar tanto su país.
—Porque somos amigos, Milo, eso hacen los amigos.
Explicó Shura dejando pasar a sus diez amigos de la niñez. Esperó a que los jóvenes adultos se acomodaran lentamente en los vestidores para empleados del lugar, Kanon todavía estaba bostezando y Afrodita ya le había quitado la mitad de su pan de dulce a Milo, aprovechando que el comunicólogo había apoyado la cabeza contra el hombro de Aioros para dormitar un par de segundos.
—Gracias por venir —inició Shura, preparado para explicar su situación.
La temperatura había aumentado en las últimas semanas. Los veranos griegos siempre eran calurosos pero ese año las temperaturas estaban excediendo el límite. Tres días antes el restaurante había patrocinado el evento escolar y alguien, probablemente él pero no podía recordarlo, había dejado los almuerzos de los empleados al Sol. Todos se habían enfermado; poco a poco fueron cayendo, hasta que llegaron a ese momento, el momento donde el restaurante se quedó sin empleados, a excepción de él y su fuerte sistema inmunológico. Incluso Izō había tenido que retirarse.
Izō le había dicho a su sobrino que era el momento de cerrar el restaurante, por primera vez en los diez años que el lugar llevaba abierto. Shura se había negado, el lugar nunca había cerrado y él casi lo veía como una tradición. No podía dejar que la tradición se perdiera, no podían cerrar por una epidemia la semana en la que el inspector de control sanitario aparecería para su visita semestral; y por cómo se veían las cosas, el inspector aparecería ese mismo día.
Por eso estaban ahí, esa era su misión del día, operar el restaurante con la misma habilidad que todos los que trabajan ahí, y Shura debía supervisar de la misma forma que Izō lo hacía. Era la prueba final, el momento de demostrar que no sólo estaba en el lugar por ser el sobrino del dueño, sino por el amor a la comida.
—Necesitamos organizarnos entre chefs y meseros, también necesitamos a los de limpieza… —Shura suspiró— Tal vez deberíamos conseguir más gente.
Kanon borró su mirada de sueño ante ese comentario. Shura lo había mirado directamente a él y sabía a la perfección lo que quería decir su amigo.
—Yo me encargo —dijo de inmediato, aprovechado la cercanía para poner una mano sobre el hombro de Mū—. Tal vez quieras llamar a Dysnomia, necesitamos todo el apoyo.
—¿Yo? ¿Por qué yo?
—Mū, no tienes que fingir, todos lo sabemos.
Ante la afirmación de Afrodita y el asentimiento de todos Mū se sonrojó, preguntándose qué sabían, que ella lo había rechazado vilmente, que parecía que su periodo de enamoramiento hacia Shaka ya había terminado o que los rumores en el hospital apuntaban a que la chica tenía un romance prohibido con su jefe, Andreas Rize, el hombre menos confiable en el tema de relaciones sentimentales.
—Camus, tal vez tú deberías llamar a Katya, considerando tu cercana y labial relación con ella—dijo Deathmask con tono venenoso, ignorando que a sus costados los gemelos miraban a su amigo francés con el ceño fruncido y una amenaza silente.
—De acuerdo, de todas formas iba a llamarla hoy.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Y ese acuerdo cuando pasó?!
Ni siquiera las quejas de Kanon pudieron despertar a Milo, cuyo café y pan dulce había sido robados y repartidos entre Afrodita y Aioros, que esperaron hasta que Shura continuara con la junta, cosa que el joven chef no tardó en hacer, aplaudiendo para llamar la atención, era hora de elegir sus puestos.
—Yo seré el Hostess —dijeron de inmediato Afrodita y Saga, mirando al otro al escucharse.
—Eso lo hará Aioros —sentenció Shura.
—¿Por qué? —se quejaron ambos, Afrodita quería mostrar que podía ser amable con otros por voluntad propia, y Saga comenzaba a fastidiarse, suficiente había tenido con el comentario de Camus y la atención que este le estaba poniendo a su teléfono celular.
—Saga, sonríe —el aludido alzó una ceja, con la expresión más seria que podía poner. Shura sólo asintió al ver a su amigo y de inmediato miró a Afrodita—. Afrodita, ¿podrías sonreír?
—Eso no es un requerimiento para el puesto.
—Aioros, ¿me regalas una sonrisa, por favor?
No era necesario que Shura lo pidiera, Aioros ya estaba sonriendo con su habitual tranquilidad. Afrodita y Saga, en cambio, intercambiaron otra mirada; antes de que alguno pudiera objetar Kanon le recordó a su gemelo los problemas que podría tener si su actual pareja lo veía sonriendo o hablando con otras personas, y Milo, ya despierto y extrañado por la desaparición de su desayuno, le apostó a Afrodita que él conseguiría más propina con su encanto natural como meseros.
Eso fue suficiente para que todos se pusieran manos a la obra y comenzaran sus trabajos: Aldebarán, Saga, Deathmask, Aioria y Milo, que cambió de idea al final, se dedicarían a la cocina, con los últimos dos apostando que sus platillo serían los mejores, el resto, a excepción de carismático Aioros, se vistió con sus nuevos trajes de meseros y se prepararon para el trabajo, el pesado trabajo considerando que sólo eran cuatro.
Shura intentó repartirse entre supervisar las cocinas, dónde tuvo que separar a Milo y Deathmask de un duelo a muerte con espátulas, y el frente, donde la apuesta entre Afrodita y Milo se convirtió en una entre el botánico y Kanon, quien estaba dispuesto a reivindicar a su hermano tras haber perdido el duelo de sonrisas con Aioros.
La mayoría de ellos tenía un trabajo, ya eran adultos hechos y derechos, darse el lujo de faltar era algo que pocas veces hacían, pero era importante, además de que al ser un viernes todos confiaban en que su falta sería comprendida.
El equipo de meseros tenía poca experiencia en el área, lo mostraron apenas abrieron: a pesar de saber todo el protocolo, Camus no hacía ni el mínimo de esfuerzo por poner otra expresión que no fuera su fría indiferencia, mientras que Kanon y Afrodita estaban más entretenidos tratando de sorprender a la gente para ganar puntos en su ficticia escala de popularidad que en atenderlos de verdad.
Mū se disculpó con profesionalidad cuando no supo responder a la pregunta de una pareja acerca del especial del día. Rápidamente se dirigió a la cocina, esperando que lo chefs expertos lo iluminarán; lo que encontró era todo lo contrario a lo que imaginó: Saga discutiendo por teléfono, Aldebarán cocinando de verdad, o eso parecía, y Milo, Deathmask y Aioria hablando entre ellos mientras veían una olla en una de las estufas.
—¿Dónde está Shura? —preguntó en voz alta, alarmado porque no parecía que se estuviera cocinando algo en realidad.
—Fue a darle una lección a Afrodita y Kanon —dijo Deathmask, regresando su atención a la olla—. Nadie va a tragarse eso, Milton, se ve horrible.
—¡Cómo te atreves! ¡Tienes idea de la excelencia culinaria que estás presenciando! ¡De dónde yo vengo esto es un platillo gourmet! ¡Así que más respeto!
Aioria y Deathmask intercambiaron una mirada, ya habían escuchado ese discurso y no estaban dispuestos a escucharlo de nuevo. Tal vez Milo había nacido en Grecia, pero culinariamente había nacido en las tierras de Pedro Infante. Calvera se había encargado de darle a sus hijos la mejor base de comida mexicana que pudo en un país tan lejano al suyo.
—Ignorantes —murmuró, sirviendo lo que había preparado en un plato hondo, con sumo cuidado para evitar ensuciar las orillas—. ¡Sale la primera orden de huevos ahogados!
Milo puso su plato sobre una charola, misma que le dió a Camus, que Mū apenas notó a su lado. El francés miró la entrega de Milo con una expresión seria.
—Esto no es el pastitso que te encargué.
—Se agotó el pastitso, ¡aquí viene la siguiente orden de huevos ahogados!
Camus entrecerró los ojos al ver a Milo tomar otro plato y servir su siguiente orden; estaba a punto de exclamar, de nuevo, que eso no era lo que él había pedido, pero Aldebarán lo interrumpió, diciéndole que él prepararía el pastitso. Entonces Camus expresó lo satisfecho que se sentía al escuchar que al fin alguien se pondría a trabajar, cuando sintió que su teléfono vibraba dentro del bolsillo de su pantalón.
—¡Oye! ¡Están prohibidos los teléfonos, primera regla!
Shura entró a la cocina después de reprender a Afrodita y Kanon, cosa que sólo los hizo sentir culpables un par de minutos, después ambos le mostraron a Shura su real tabla de popularidad que habían hecho poco antes de que abrieran. El joven cocinero no tuvo más opción que sólo ordenarles continuar con su trabajo, o que lo hicieran bien en primer lugar. Se sintió levemente molesto al ver qué algunos de los suyos no se estaban tomando en serio su trabajo, al menos hasta que Camus le dijo que Katya había avisado su llegada.
En un primer momento, ella no había tenido intención de ir, tenía su propio trabajo, además de que tenía que ir a la Academia para sus ensayos; pero cuando comenzaron a contarle cómo estaría la cosa y Camus le señaló lo mucho que Kanon se molestaría al verlos hablar, ella supo que ese día, por primera vez en sus siete años de estudio, faltaría a la Academia. Naturalmente, Katya llevó a sus amigas más cercanas, Erda, Kyoko, e incluso Shoko.
Las cuatro se presentaron algo dispuestas a ayudar; apenas entró, Erda comenzó a discutir con Deathmask sobre lo malos que serían en sus respectivos trabajos, Katya se acercó a Camus apenas vió que Kanon ingresaba a la cocina con nuevas órdenes y las hermanas fueron las únicas que se acercaron a Shura para saber qué era lo que debían hacer. Katya y Shoko fueron destinadas como apoyo a los cocineros, mientras que Erda y Kyoko fueron instruidas por Mū y Camus sobre el guión que debían decirle a los comensales. Poco después, con un atraso de veinte minutos porque se había tomado su tiempo para prepararse, Dysnomia interrumpió a Deathmask en medio de la preparación de su Bistecca alla Fiorentina.
—Creí que no llegarías —le dijo después de abrirle la entrada trasera.
—Yo también, pero entonces recordé que hoy es el maratón de películas gore de mis hermanos y heme aquí…
—¿Voluntariamente? ¿No te engañaron, sobornaron o amenazaron? —Deathmask alzó una ceja, recordando el método con el que Katya había llevado a las demás— ¿Qué no tenías trabajo con el archienemigo de Afrodita?
—Helena está con él, creo… Creo que Andreas todavía no sabe que ella está trabajando ahí y yo ya salí, y sí estoy aquí voluntariamente, siempre me pregunté cómo sería trabajar en un restaurante.
No como cocinera, pensó la joven botánica, ella no tenía talento para las artes culinarias, pero sin duda sería mesera, e intentaría hacer su mejor trabajo. Apenas salió a la parte frontal del restaurante, con un uniforme limpio que le habáin dejado, Kanon y Afrodita se encargaron de instruirla, diciéndole cómo sostener la bandeja y preguntándole quién se veía mejor con el uniforme.
—Camus.
—¡Ni siquiera lo pensaste! —Se quejaron ambos ante la inmediata respuesta.
—Lo siento… —Dysnomia fingió pensar en su respuesta al llevarse mano a la barbilla y entrecerrar los ojos— Mmm… Camus.
—Estamos hablando de nosotros, Dysnomia, concentrate —pidió Kanon.
—Creí que dirías algo sobre Mū, ya le dijimos que no tienen que fingir que no pasa nada —Afrodita alzó una ceja, sugerentemente.
—¿De qué demonios estás habl…?
Shura apareció justo en el momento preciso para interrumpir la charla; las mesas se llenaban, no era el momento de chismear. Los meseros temporales se repartieron las mesas como los profesionales, lastima que no fueran tan buenos como ellos. Mū era amable, tal vez demasiado considerando que todos a su alrededor no dejaban de llamarlo para pedirle diferentes cosas.
—Mesero, mi sopa está fría.
—Mesero, en esta mesa me da demasiado el Sol, ¿puede cambiarme?
—Mesero, ¿dónde está mi pastitso?
—Mesero, ¿qué es esta cosa de huevos ahogados? Yo no pedí esto.
Camus era algo agresivo con los clientes, en especial cuando se encontraba con alguno que intentaba pasarse de listo y obtener comida gratis. Para él, la regla de "el cliente siempre tiene la razón", que Izō casi nunca respetaba, no tenía sentido, y por lo tanto no estaba obligado a cumplirla.
—Mesero, hay un cabello en mi Horiatiki.
Camus alzó una ceja y se acercó al hombre para ver el problema, si ese hubiera sido un día normal en el restaurante, una disculpa y un cambio sería lo adecuado, pero Camus estaba ahí y él no se disculparía por una trampa evidente.
—Ya lo vi.
—¿Y no piensa hacer algo?
—... Debería tener cuidado, caballero, muchas personas suelen amarrar su cabello cuando comen, puedo traerle una liga si gusta.
—¡¿Está insinuando que es mío?!
—No, yo no hago insinuaciones.
Afrodita se lucía. Era lo suficiente servicial y amable para causar una buena impresión pero no para que intentaran engañarlo, le guiñaba un ojo a las mujeres que estaban acompañadas por amigas o familiares y respetaba a las parejas, casi parecía que llevaba tiempo en el negocio, casi. A veces era demasiado coqueto y terminaba olvidando pedir la orden o peor, llevaba el plato equivocado (lo que era usual considerando que Milo sólo preparaba huevos rancheros y la cocina parecía apenas estar organizándose).
Algo similar le pasaba a Kanon, con la ligera diferencia de que cada vez que se acercaba a la cocina, por la pequeña ventana por la que pedían y dejaban los alimentos, tenía que ver a Katya coqueteando descaradamente con Camus. La había visto tomar la mano del francés, con suavidad, los había visto hablar en voz baja e incluso había visto a Camus sonreirle, o algo parecido a eso, Kanon estaba seguro que la esquina superior del lado izquierdo de la boca de Camus se había alzado por una décima de segundo, lo suficientemente evidente para causarle un gran escándalo al abogado.
Kyoko también se había metido en la competencia de popularidad, casi sin desearlo o saber de la existencia de la misma. Ella sólo seguía a la experimentada Erda, con la diferencia de que actuaba con más confianza, con una sonrisa radiante que llamaba la atención de los hombres, tanto que muchos le habían dicho a Erda y Dysnomia que querían que Kyoko los atendiera.
Dysnomia creía que eran unos pervertidos, pero se guardó sus comentarios y atendió a la gente que sí quería que ella los atendiera. En ese momento, estaba sosteniendo una orden particularmente grande con ambas manos, al llegar a su destino y pararse entre dos mesas para comenzar a servir los platos en la mesa correcta, sintió que su brazo comenzaba a temblar al sostener él solo la charola con seis platos, una jarra y varios vasos de vidrio. Habría sido un desastre monumental contra la mesa de al lado, pero antes de que derramara todo otra persona apareció frente a ella y sostuvo una esquina de la charola, ayudándola a sostenerla. Nunca, en sus casi tres años de conocerlo, Dysnomia se había sentido tan feliz por ver a Shaka.
—Me has salvado, estoy agradecida —dijo, con una enorme sonrisa.
—Dysnomia —Shaka asintió una vez. Justo en el momento en el que ella le agradeció, Kanon y Erda habían tenido un choque que retumbó en todo el lugar; al llegar, Shaka había previsto que eso pasaría, pero entre sus dos opciones, evitar el choque entre sus amigos o evitar que Dysnomia tirara toda la comida de una familia sobre un sujeto y amigos, él se había movido según sus instintos—, ¿qué estás haciendo aquí?
—Era esto o pasar cuatro horas viendo películas gore mientras escucho las críticas de mis hermanos de fondo —explicó ella, ignorando el desastre entre Kanon y Erda cerca de ellos y poniendo sus platos en su mesa—, ¿qué estás haciendo tú aquí? Creí que pasarías esta semana en la India.
—Era venir y hacerle un favor a Shura o quedarme en la India y molestarme con todos mis familiares maternos —Shaka alzó una ceja y soltó la charola cuando Dysnomia dejó todo en su lugar, con una tenue sonrisa.
—¿Y su excelencia te dejó venir sin problemas?
—A cambio de usar un saco y decirle a todo el mundo que Julián Solo está disfrutando de sus vacaciones en el Reino Unido.
La joven parpadeó varias veces. No entendía la moda actual, de repente todo el mundo se estaba vistiendo como si la reina de Inglaterra fuera a visitar su mediterráneo país, pero admitía que favorecía a algunos, Kanon parecía menos problemático y Shaka, frente a ella, parecía una persona más tranquila y serena de lo que regularmente era. Dysnomia bajó la cabeza e intentó no avergonzarse por sus locas ideas; en cambio, se aclaró la garganta y se preparó para preguntar por qué había llegado tan tarde, o intentar, la voz de Shura a sus espaldas la interrumpió.
—¡Shaka! ¡Creí que no llegarías! Te juro, mi amigo, que nunca, jamás, volveré a meter la pata en algo que te relacione, no de nuevo, no de forma intencional al menos, aunque la primera vez tampoco fue intencional, sólo una serie de desaciertos…
—¿A qué te refieres? —Shaka y Dysnomia entrecerraron los ojos, ninguno comprendiendo a su provisional jefe.
—Nada, ideas mías —contestó de inmediato Shura, tomando a Shaka de los hombros para dirigirlo al lugar dónde se cobraba el consumo—. Buen trabajo Lawless, sigue así.
Dysnomia se quedó parada entre las dos mesas cuando vió a sus dos amigos desaparecer, uno arrastrando al otro, confundida por las declaraciones de Shura. Sus cavilaciones sólo se interrumpieron cuando sintió que alguien le tocaba el brazo levemente, con algo de timidez.
—Amm, disculpe, señorita… —le dijo un hombre delgado con una expresión apenada— Creo que esa orden es la nuestra.
El hombre señaló la mesa de al lado, donde el grupo de amigos miraba con expresiones confundidas los platillos que no habían pedido. Dysnomia se sonrojó y de inmediato se apresuró a poner los platillos en la mesa adecuada, a excepción de uno, debido a que una de las chicas no había podido resistir el buen olor de la comida y le había dado una mordida a la musaka que habían puesto frente a ella.
Eso era obra y gracia de Shoko. La joven había terminado en ese lugar por un vil y cruel engaño de Katya, que le había dicho que irían a un restaurante a comer, no a preparar la comida. Shoko bien pudo haber transmitido su creciente furia y frustración contra Katya en forma de una guerra de comida, pero en lugar de eso se enfocó en su trabajo designado. Cuando era niña, ella y su padre se habían dedicado a la cocina, esa era su tarea en el hogar: cocinar, Kyoko y Olivia se dedicaban a la limpieza, así que para la pelirroja el trabajo de cocina era demasiado sencillo, y le traía viejos recuerdos.
Ella cortaba, se movía frente al horno, freía, adornaba los platillos y le gritaba a cualquiera que se interponía en su camino, tanto que incluso Deathmask había desarrollado cierto respeto, y algo de temor, hacia ella.
—¡Shoko! —Kyoko entró a la cocina, ignorando las quejas de Aioria porque casi chocaban— Tengo excelentes noticias para ti.
—¿Me puedo ir? —preguntó la joven pelirroja con una sonrisa de emoción.
—No, ahora, ves la mesa de aquí en frente —Kyoko tomó a su hermana de los hombros, señalando la mesa que se podía ver a través de la pequeña ventana que comunicaba la cocina con la parte frontal del restaurante—, uno de los chicos sentado en ella cree que eres linda, ¡y me pidió tu número de teléfono!
Shoko abrió la boca, lo único que evitó que su cara tomara el mismo color de su cabello fue el estruendoso sonido de un par de sartenes chocando contra el suelo. Todos en la cocina miraron de inmediato a Milo, que se veía ligeramente perturbado, algo pálido también. Shoko se demoró un momento más para verlo antes de voltear a ver a su hermana, que permanecía con su sonrisa emocionada.
—¿No te estaban preguntando por Saga? —dijo, señalando al hombre detrás de ella que la miró horrorizado.
—No —canturreó Kyoko.
—¿Katya?
—No, tontita, tú, él cree que la bajita pelirroja es bonita, obviamente estaba hablando de ti y obviamente acepté y le di tu número.
—¡¿Que tú hiciste qué?!
Deathmask aprovechó el momento de distracción de Shoko para ganarle el horno precalentado; hubiera sido demasiada espera si él tenía que precalentar el que estaba en su estación. A pesar de no ser un gran fan de la cocina, Deathmask consideraba que tenía el suficiente talento para hacer algo decente, cuando vivía de forma independiente él tuvo que convertirse en el chef de sus compañeros, tanto que incluso sabía cómo armar una comida de cuatro tiempos completamente vegetariana y satisfacer el exigente paladar de Afrodita sin problemas. Era el segundo mejor cocinero, después de Shoko, por supuesto.
Saga bien podría estar en el tercer puesto, pero ver a Camus acercarse continuamente por sus órdenes y para coquetear con Katya era suficiente para molestarlo más de lo que esperaba. Básicamente todos sus compañeros en la cocina lo habían convertido en el cortador oficial, si alguno necesitaba un corte fuerte y violento, todos recurrían a él, lo mismo para aplastar, machacar o triturar. El único que continuamente le recordaba que tuviera cuidado era Milo, a pesar de que se había puesto algo serio después de la intervención de Kyoko y todas las recomendaciones que le hizo a su hermana menor antes de que Katya le recordara que se suponía estaba atendiendo mesas.
—Oye niño, aquí hay más trastes sucios —Aioria dejó una montaña de platos y vasos sucios, que Lithos había hecho llegar, en su lugar especial.
Lithos había llegado junto con Celintha y Mariya, las tres llamadas por sus respectivos hermanos, en el caso de Lithos hermano de otra familia, para ayudar un poco. Las tres habían ido sin ninguna queja, Celintha era feliz por poder ayudar a Shura, Lithos no tenía nada mejor que hacer y Mariya quería, al fin, ver de cerca al hermano gemelo de Kanon, sobre todo ver a su hermana cerca de él.
Otro que también había sido llamado como apoyo extra era Mei. Originalmente, Mei se había sentido feliz de ver que Deathmask le había escrito para decirle que necesitaba de su ayuda, el joven había imaginado que tal vez iba a llevarlo a su trabajo en la morgue, o necesitaba apoyo en algo peligroso e ilegal; de ninguna forma creyó que su medio hermano lo pondría a lavar trastes sucios, o más bien operar una máquina. Para su suerte no estaba solo, Regulus también estaba con él, acomodando los trastes limpios a espera de volver a ser utilizados.
Regulus había ido debido a que había visto en un post que Lithos estaba en el lugar. Una fotografía muy evidente de la joven con un delantal al lado de una pelinegra inquietantemente atractiva y Celintha. Poco después terminó enterándose de que sus primos y toda su pandilla estaban en el restaurante del tío de Shura, al parecer probando su faceta como cocineros o meseros. El verano había sido aburrido hasta ese momento y Regulus se consideró insultado por no ser invitado a la actividad, debido a eso había ido sin invitación y casi de inmediato había sido puesto a acomodar platos, según parecía no tenía lo suficiente para cocinar o ser mesero.
—Oye —dijo Regulus después de cuarenta minutos de silencio con su compañero—, ¿y tú conoces a alguien aquí o eres familiar de alguna de las chicas? Yo soy primo de Aioria y Aioros.
Mei tomó una postura orgullosa ante la pregunta del castaño, era obvio de quién era familiar Regulus, y él también quería que fuera evidente su consanguinidad.
—Deathmask es mi hermano —dijo seguro.
El grito de sorpresa de Regulus fue callado por la presencia de Shura detrás de ellos, diciendo que quería menos charla y más platos limpios. Hasta ese momento, con seis horas de haber abierto, todo parecía en orden; si bien era cierto que Kanon había chocado con Erda y Camus, el cabello de Kyoko se había atorado con la puerta giratoria de la cocina, Dysnomia no había podido abrir una botella de vino sin derramar más de la mitad (y golpear a un comensal en la cara con el fondo), Saga había destrozado dos tablas para picar, Milo sólo servía huevos ahogados, y había un sujeto diciendo que todavía no le servían su pastitso, Shura podía decir que la misión del día estaba funcionando.
Pero aún faltaba la prueba final, el último jefe, el jefe maestro: el supervisor de salubridad.
Shura pasó las siguientes horas supervisando la cocina y el restaurante, asegurándose de que Camus y Erda no se pelearan con los clientes y Aioria no le echara demasiada sal a sus comidas, demasiado ocupado como para contestarle tarde a Aioros cuando este lo llamó por teléfono.
—¡Es el inspector!
Aioros había logrado que la gente a su alrededor retrasara al inspector. Apenas se había parado en su puesto asignado por Shura la gente se había acercado como si estuviera ofreciendo comida gratis. Aioros hizo su mejor esfuerzo, según le había explicado Shura y Hilda, resuelto a ayudar a su amigo en todo lo que le fuera posible, y eso se traducía en obtener algunos minutos más para que sus amigos se prepararan.
Ese era el momento de la verdad.
Comentarios:
¡Gracias por leer!
Algunas aclaraciones culinarias según fuentes de Internet:
*Pastitso. Es un platillo griego que se hace en horno, hecho con con macarrones, carne picada y bechamel.
*Bistecca alla Fiorentina. Platillo italiano, según leí es muy popular en la Toscana. Consiste en un corte de carne preparado a la parrilla (solo con brasas de carbón). Sencillo y sin compliaciones; se suele acompañar con un vino Chianti, uno de los vinos toscanos más reconocidos del mundo..
*Horiatiki. También griego, es una ensalada que lleva tomates, pepinos, cebollas, pimientos verdes, queso feta, orégano, aceitunas y a veces alcaparras, junto con un poco de aceite de oliva extra vírgen.
*Musaka. Es un pastel de carne y vegetales que tiene capas alternadas de carne de cordero, berenjena, jitomate y salsa bechamel. Se termina con queso para gratinar, como la versión griega de una lasaña.
Originalmente sería un capítulo corto, pero después de revisar tuve que dividirlo en dos, más un pequeño extra.
Hay un anuncio importante que creo ya es el momento de hacer, pero vendrá en el extra si no tardo en publicar.
De nuevo, y como siempre, gracias por leer!
