Abril 2026
La lluvia y las olas azotaban con fuerza el gran edificio de piedra, adelantando el panorama que se avecinaba dentro, como si ese lugar nunca pudiera estar tranquilo o si la misma naturaleza supiera que era un sitio no deseado y peligroso. Harry siguió caminando automáticamente, sus pies sabían bien a dónde se dirigía pues había hecho ese recorrido muchas veces, aunque en otras circunstancias. Todo era muy frío, lúgubre y silencioso, posiblemente porque el eco de los pasos del grupo que lo acompañaba era más fuerte que las voces de los presos que se acercaban a las puertas de sus celdas para ver a los recién llegados más de cerca, pero otros permanecían en las sombras, habían perdido el interés de lo que ocurría a su alrededor desde hace tiempo. "No te acompañan, te escoltan" corrigió mentalmente mientras comenzaban a subir una estrecha escalera hacia la torre este y sentía que cada paso le costaba más que el anterior. El recorrido le estaba resultando eterno, tal vez porque le dolía la cabeza, las quemaduras y el alma, si es que todavía tenía una. Las varitas iluminaban el camino y de vez en cuando un relámpago se colaba por las pequeñas ventanas y los iluminaba más, dejando su identidad revelada, lo que ocasionó que más de una risa se escuchara a su paso. "Potter" susurraban como otras veces, pero ahora con triunfo, como brindándoles un poco de satisfacción a los magos y brujas que habían llegado a Azkaban gracias a él. Finalmente llegaron a su destino, la parte más alta de la torre donde la mayoría de las celdas estaban vacías. La zona de máxima seguridad. Los dos aurores que iban delante abrieron la reja frente a ellos que hizo un ruido demasiado escandaloso, avisando a todos ahí adentro que había un nuevo habitante. Harry pudo percibir al sujeto de la celda de junto que se había vuelto tan familiar en los últimos años y cuando él lo reconoció se acercó a la reja, pegando casi el rostro en los barrotes para asegurarse de que sus ojos no lo engañaban. Sintió como sus manos eran liberadas al fin después de tenerlas sujetas en la espalda.
- Te dije que me faltaba por ver algo que me daría mucho gusto, Potter - dijo el mago de la celda y por el sonido de su voz Harry supuso que estaba sonriendo, pero él ya no lo miró más ni hizo algún gesto de haberlo escuchado - ¿Cuánto has perdido para llegar hasta aquí?
- Silencio - lo calló uno de sus guardias - Adentro, Potter
Harry obedeció sin alterarse a pesar que con cada paso sentía un peso aplastante sobre él, haciendo que le faltara la respiración, pero no iba a dar señales de lamentación, ni para los aurores y mucho menos para el sujeto junto a su celda que era muy húmeda y le pareció más fría que el resto de la construcción. Él mismo había dicho que los presos de máxima seguridad no merecían ningún tipo de compasión y ahí estaba él, con su espíritu hecho pedazos y el físico irreconocible siendo recibido por un lugar igual de miserable.
- Está hecho, Harry - él se volteó para ver a uno de ellos, el que parecía más afectado por verlo ahí encerrado pero que se esforzaba por mantenerse firme, aunque lo miraba con aprehensión con sus llamativos ojos ámbar
- Que así sea entonces - se acercó un poco para mirar bien al hombre, tratando de dar sus últimas instrucciones a través de la mirada, aunque sabía que no le correspondía.
- Me dieron esto para ti - buscó en el interior de su capa - Desde luego ya pasó la inspección rigurosa - le extendió un pequeño frasquito cerrado con corcho y Harry lo recibió, sintiendo su tibieza - Y por Merlín, aplícatelo o se complicará - le señaló las quemaduras visibles del cuello y parte de la mandíbula dónde el dolor lo seguía consumiendo, pero lo había hecho a un lado ocupando su mente con otras prioridades.
La reja se cerró detrás de él y escuchó cómo eran pronunciados varios hechizos por los cuatro aurores que lo custodiaron. Harry sabía muy bien el procedimiento, cuántas veces lo había llevado a cabo.
- No permitas que hagan algo estúpido - dijo un poco a la desesperada mientras guardaba el frasco en el bolsillo de su nuevo uniforme gris y él asintió - Dile a Ron que…
- Él encontrará la forma de venir a verte, una vez que se haya calmado todo - la respiración de Harry se aceleró. Nunca nada iba a volver a estar en calma. Nunca.
- Es hora de irse, Winger - espetó otro auror, pues no debía hablar mucho con él
- Adiós, Harry
Él no respondió a la despedida, pero sus ojos no se despegaron del auror hasta que hubo dado la vuelta y se perdió de vista junto con los otros tres. El eco de sus pasos todavía no se perdía cuando escuchó la risa del hombre de junto.
- ¿Me dirás qué fue lo que hiciste para que toda tu fama valiera nada y terminaras justo donde perteneces? Aquí con las ratas que tú mismo encerraste
- Lo mismo que todos ustedes - contestó Harry dando un vistazo a la pequeña celda, familiarizándose con su nuevo entorno - Maté a unas cuantas personas - decirlo en voz alta no le movía ni un pelo, no se arrepentía, lo volvería a hacer las veces que fuera necesario
- ¿El gran Harry Potter un asesino? - hizo una pausa, pero Harry no añadió nada más - Después de todo no eres tan diferente a nosotros
La miseria que Harry sentía desde hacía mucho le ayudó a no sentir nada más con las palabras del sujeto. Se sentó en la dura cama y se dedicó a observar por la ventana la fuerte lluvia que se colaba entre las rejas.
- ¿Qué fue lo que perdiste entonces, Potter? Aparte de tu antigua vida - insistió. Harry cerró los ojos. No quería recordar, no quería pensar en eso porque sabía que la culpa y la agonía lo asfixiarían y debía mantenerse vivo para salir de ahí y cobrar una vida más. Sólo una. - Te dije que, si buscabas obtener más de lo que podías controlar, lo perderías todo.
"Lo he perdido todo" confirmó en su interior con dolor. Tratando de apartar su miseria, sacó el frasco de su bolsillo y lo jugó un poco entre los dedos. Seguía escuchando las voces de junto, pero las ignoró, ya habría tiempo para hablar con él, necesitaba recuperar fuerzas primero, recuperar su magia y su voluntad. Se quitó la enorme camisa del uniforme sin preocuparse en abrir los botones, abrió el frasco y vertió un poco del contenido en el dedo índice. Era pastoso y de color púrpura que desprendida vapores de un olor nada agradable. Miró las quemaduras que se extendían por la parte interna de los brazos, el pecho, el cuello y la mandíbula, sin mencionar una parte de las piernas. Eran tan brillantes y expuestas como si hubieran sido recientes a pesar de haber pasado semanas, meses, años tal vez, el tiempo había dejado de importarle. Dejó de luchar contra el dolor y apretó la mandíbula al recordar que, al momento de ponerse el díctamo, aumentaría más. No veía el sentido de ponérselo, él no sentía ninguna mejora y le ocasionaba más sufrimiento, aunque se lo merecía, le nublaba la mente y necesitaba concentrarse. Pero él se lo había mandado y Harry sabía lo preocupado que estaba por su salud y que hacía todo lo posible por conseguir una fórmula más eficiente contra sus heridas. Se lo debía al menos, no podía fallarle también en eso después de todo lo que había logrado. Dobló la manga de la camisa que se había quitado y la mordió con fuerza, listo para recibir lo que se avecinaba. En cuanto el díctamo tocó las heridas del brazo, el dolor se avivó y cerró los ojos, ahogando sus gritos con la tela en su boca, esperando que sus quejidos no fueran audibles fuera de su celda o que la lluvia lo ayudara a esconderlos. Continuó aplicándose delgadas capas de díctamo por el resto de sus heridas con mucho trabajo, dejando al último las de las manos que le temblaban por el dolor. Respiraba con dificultad y sentía un sudor frío por todo el cuerpo. Como las otras veces, ese ritual había terminado por agotar todas sus energías y se acostó en la cama dejando la botella en el suelo junto a él. Los truenos y el mar lo acompañaron hasta que sin darse cuenta se quedó dormido.
James bajó del expreso de Hogwarts arrastrando su baúl y llevando en la otra mano la jaula de su lechuza. Lily lo interceptó de inmediato, soltando todo tipo de preguntas sobre el colegio sin haberlo saludado antes al menos. James contestó algunas cosas con entusiasmo y rebuscando en el bolsillo le entregó a su hermana una bolsa con lo que parecía un surtido de dulces de la señora del carrito. Al llegar dónde sus padres lo esperaban, saludó a Albus con un golpecito juguetón en el hombro y abrazó a su madre. Harry esperaba recibir el abrazo también, pero cuando su hijo lo miró, el desprecio se marcó en sus facciones haciéndolo ver más grande.
- Me han dicho que por tu culpa murió el tío Fred
Harry sintió un vuelco en el estómago y de repente le dieron ganas de vomitar.
- Es cierto, mamá nos lo dijo - Albus y Lily también lo miraron, imitando a la perfección la dura mirada de James - También es el culpable de la muerte de los padres de Teddy
- Sólo les dije la verdad - de pronto no sólo era Ginny y sus hijos quienes lo miraban con odio y desprecio. Levantó la vista y todos en el andén lo miraban con reproche, adultos y niños, mencionando algunos nombres acompañando al de Fred.
- Todo es tu culpa - Ron y Hermione estaban también, con sus sobrinos y el resto de los Weasley…
- Siempre ha sido tu culpa, Harry, como ahora…
Despertó de golpe. El húmedo techo lo recibió al abrir los ojos, y por un segundo se sintió aliviado al comprobar que había sido un sueño, pero se desvaneció rápidamente. Su presente era aún peor.
- Deberías comer algo - dijo una voz del otro lado de la reja y Harry hubiera dado un respingo si su cuerpo lo obedeciera, pero no era el caso. Apenas pudo voltear la cara para distinguir las siluetas fuera de su celda
- Harry, créeme que estamos haciendo todo lo posible por sacarte de aquí… - Reconoció la voz angustiada de Hermione y no hizo falta poder verla con claridad para saber que estaba invirtiendo todas sus energías en su caso - Ted ha ido a Francia para ver si puede conseguir asesoría en el Ministerio francés y…
- Está bien Hermione - logró decir con la voz pastosa. No sabía desde cuándo no comía ni bebía nada
- Harry, haznos el favor de mover tu trasero y levantarte de ahí para que comas algo - dijo Ron con algo de frialdad y Harry distinguió la bandeja de comida intacta pegada a la pared de enfrente - Si mueres ahora no ayudas a nadie
- ¿Cuánto tiempo llevo aquí? - se incorporó poco a poco, respirando con dificultad y una vez más se concentró en todo lo demás para dejar a un lado sus heridas punzantes
- Cinco días - contestó Hermione - No nos permitieron venir antes y…
- No importa - se apresuró a decir mientras se colocaba la camisa y se acomodaba los lentes. Cinco días que para él habían sido apenas unas horas - De hecho, no tenían que venir, estoy… - No terminó la frase porque jamás iba a poder decir "bien" ni nada que semejante. Sus amigos parecieron entender y pudo distinguir el intercambio de miradas entre ellos - ¿Qué ha pasado allá afuera? - con trabajo se puso de pie y se dirigió al enorme vaso de agua que lo esperaba junto a la comida
- Todo sigue igual la verdad, aparte de que eres primera plana en todos lados
- Necesitan alimentarse de mi carroña, lo sé
Hubo un momento de silencio donde se limitaron a mirarse. Ellos sabían que ninguna palabra sería un consuelo para Harry y si él comenzaba a hablar, terminaría por desquitarse con ellos y ya lo habían soportado por mucho.
- Chiara vendrá a revisarte la siguiente semana - anunció Hermione para matar el incómodo silencio - ¿Si te aplicas el díctamo?
- La diferencia es nula pero sí lo hago - contestó secamente
- Yo siento que sí va mejorando - Ron extendió el brazo derecho para mostrarle la mano que tenía las mismas heridas que las suyas y pudo percibir que en efecto ya no se veían tan vivas como las de él - Pero sigue doliendo como el demonio eso sí
Se hizo otra pausa incómoda que Hermione se ocupó de llenar de nuevo.
- Tu familia…
- No quiero que ninguno venga a verme - dijo rápidamente, como alejando la idea antes de que Hermione la planteara - No lo permitan por favor, sólo les pido eso
- Ni siquiera pudiste despedirte antes de venir aquí - se lamentó Hermione
- Es mejor así - le dolía, pero fue mejor evitar las despedidas o no habría podido tener el valor de dejarlos ni ver la decepción en sus rostros o descubrir que podían sentirse satisfechos por ello.
- Me parece que… no lo tienen permitido. Tu sentencia al momento no permite visitas - dijo Ron con pesar - Hermione ha podido porque es funcionaria del Ministerio, pero no dejan a nadie más que a los del Departamento de Seguridad - Harry asintió con la cabeza, entre conforme y triste - Por lo que James podrá entrar si consigue permiso
- No se lo permitas - fue más una orden que una petición
- Forma parte del Departamento, no depende de mí - se apresuró a contradecirlo - Si requiere un permiso es porque es familiar directo, no porque no tenga permitido entrar a Azkaban
- Asegúrate de que no consiga ese permiso
- Sabes que eso no lo va detener - dijo tajante Ron, como si no viera caso a discutir con Harry sobre algo que ya tenía perdido desde el principio
- Si es inevitable, lo entiendo, pero no dejes que nadie más venga
Ron asintió con seguridad, concediéndole ese momento de superioridad ante sus órdenes.
- Te prometo que estoy haciendo todo lo posible, Harry, saldrás de aquí - insistió Hermione, ahora con los ojos vidriosos - Habrá otra audiencia la siguiente semana, he estado investigando y… - se detuvo al ver que Harry estaba algo ausente, y Ron negó ligeramente con la cabeza para que lo dejara pasar - Sólo resiste un poco más
- No voy a dejarme morir aquí, Hermione, sí es lo que te preocupa - ahora fue su turno de negar con la cabeza - Tengo algo más que hacer antes, sólo una cosa - su mirada se endureció y por un momento dejó que el odio brotara de nuevo desde su estómago
- Tienes muchas cosas que hacer todavía, y las harás - dijo con firmeza su amiga - Estaremos juntos de nuevo y buscaremos la forma en que se haga justicia sin que tú tengas que ensuciarte las manos de nuevo
- ¿Qué más podrían hacerme? - dijo con enojo, no hacia ella, no hacia su sentencia en Azkaban, sí no a su vida en general.
- Podrías perder mucho más, Harry - ella lo miraba con verdadera preocupación y se acercó más a la reja, como si quisiera pasar a través de ella para tomarlo de los hombros y sacudirlo. Ron puso una mano en su hombro, aunque no dijo nada - Ginny...
- No, Hermione - la interrumpió rápidamente y sintió su mundo arder a su alrededor - No - se dio la vuelta y caminó en un círculo en su celda, tratando de controlar su respiración y su corazón acelerado.
- La visita ha terminado - dijo una voz desconocida que se escuchó en el pasillo, seguramente del guardia en turno que tenía la tarea de vigilar las visitas a los prisioneros de alta seguridad
- Vendré con noticias - dijo Ron y Harry se armó de valor para voltear un poco la cabeza y verlos de reojo. Hermione se había tapado la cara con las manos y por el movimiento de hombros supuso que el llanto la había vencido - Adiós, Harry - Ron pasó un brazo por los hombros de su esposa y tras echarle una última mirada a su amigo, salieron de su campo de visión.
Aquí el primer capítulo de una historia que se lleva cocinando en la pandemia y que gracias a V me animé a publicar. Los personajes son de JK, claro, sólo tomé su mundo maravilloso para plasmar mi imaginación.
Dejamos de ver a Harry a los 17 y aunque en el epílogo nos mostraron más o menos su vida, quise abordar su etapa adulta con responsabilidades, problemas y por supuesto, magia.
Dejen un review para esta nueva escritora :)
