Hola gente linda que comienza a leer esto, primero que nada quiero que sepan que este fanfic es una colaboración con
byAlyss.
Igual en esta ocasión me gustaría avisar que el fanfic será de un avance algo lento, pero claro les aseguro que aun a pesar de esto, la historia será atractiva y muy divertida, y realmente espero que sea de su agrado
gracias por darle una oportunidad a nuestro trabajo ( ^ ▽ ^ )
Era una buena tarde en la mar a bordo del Going Luffy-senpai, la restante tripulación de los sombrero de paja, junto a su aliado de los piratas de corazón, Trafalgar Law, habían terminado su batalla contra el afamado shichibukai Donquixote Doflamingo y ahora se Fueron como invitados del fanboy número uno de Monkey D. Luffy y sus nakamas, el carismático y divertido Bartolomeo, quien en ese momento se encontró masticando chicle intentando que los mareos provocados por el oleaje del mar desaparecieran. Habían zarpado de Dressrosa hace unos tres días y ahora se encontraron en camino hacia una isla primaveral no muy lejos de su posición, debido a que después de luchar contra Doflamingo,
Es así como los integrantes del Barto club y sus invitados determinaron que lo mejor sería el detenerse en Rosario, una isla preciosa destacada por sus hermosos paisajes y abundantes flores las cuales servirían como principal elemento de comercio y turismo pues en ese lugar crecían más de 300,000 tipos de flores distintas. Lógico que, al ser una isla vacacional, la ciudad estaba repleta de hoteles y restaurantes de todo tipo además de sus grandes mercados donde vendían la especialidad del lugar, carne de rey marino. Era una fortuna que Rosario se encontró de camino ya que de lo contrario no habrían podido sobrevivir al largo viaje hacia Zou.
Por supuesto, el Barto club se encontraba extasiado porque podría conocer al resto de sus héroes pero ellos sabían que incluso si morían de hambre no podrían hacerlo y debido a todo eso Trafalgar se encontraba disgustado por el desvío, pues tenía deseos de reunirse con sus nakamas lo posible, ya que hizo mucho tiempo que se había separado de ellos para iniciar con su misión de infiltración en Punk Hazard en donde destruir la fábrica de SAD y donde habían secuestrado por fin al idiota de Ceasar,el cual se supone que debería de estar custodio en Zou para este de derrotar al mayor exportador de armas y frutas del diablo artificiales cuyo cliente principal era Kaido y ahora toda la ira del yonkou sería dirigida hacia ellos por lo que el ex-shichibukai se encontró bastante irritado por cómo sus desastrosos aliados lograron siempre alterar de alguna manera los aviones que tanto tiempo y esfuerzo le tomaron maquinar.
Luffy por otra parte se encontraba feliz y sonriente corriendo por la cubierta como si se encontrara a bordo de su propio barco y no fuera un invitado, Usopp se le había unido junto a Franky quien había construido unas pistolas de agua improvisadas para divertirse en lo que llegaban a su destino, Zoro por su lado se encontraba echándose una siesta y roncando como si nada de todo el asunto le importa. Esto sólo hacía enfadar aún más al capitán de los piratas de corazón quien odiaba lo despreocupados que eran los Mugiwara la mayor parte del tiempo, incluso Law había tenido que hacerse cargo de llevars a su destino a salvo pues todo el Barto club eran unos completos inútiles que ni alguna vez puedan estabilizarse en pie en cubierta, pues pasaron todo el trayecto intentando no vomitar.
En serio ¿Qué clase de pirata se marea en el mar? Eran patéticos.
—Oi… Mugiwara-ya —llamó tras chasquear su lengua— Llegamos, apresúrense a buscar las provisiones para que podamos largarnos de…
—¡Tierra a la vista! —lo interrumpió el monitor mientras dejaba caer su pistola de agua y corría hacia la baranda para ver mejor— Woooooa ¡cuántas flores!
—¡Oye!
—¡Torao vamos a echar un vistazo!
—¡Por supuesto que no! ¡No vamos a perder el tiempo en eso! Solo buscaremos las provisiones y nos largamos de inmediato, no quiero pasar un segundo más de lo… ¿Qué? —antes de que pudiera darse cuenta el monito ya había rodeado su cintura con una mano mientras que con la otra se había estirado para afianzarse de un edificio y volar en dirección a la isla.
—¡Yahooo! —gritó el monito mientras Law sólo podía apretar los dientes y agarrar su gorro para evitar que este cayera al mar.
«Maldita sea… Lo voy a matar» pensado por lo bajo justo antes de sentir su cuerpo golpeando contra el concreto duro.
—Ñahahaha ¡Aterrizaje perfecto! —festejó mientras miraba en sus alrededores— Si que les gustan las flores aquí ¿No? —mencionó mientras miraba a sus alrededores observando el colorido paisaje— Torao ¿Cuánto tiempo vas a seguir durmiendo?
—Maldito —Insultó por lo bajo mientras se colocaba en pie ignorando el dolor prominente de su cadera pues su estúpido cuerpo no estaba hecho de goma como el contrario.
—¿Quieres darte prisa? tengo hambre —infló sus mejillas en gesto de disgusto al observar cómo su aliado había comenzado a quitarse el polvo de encima.
—Entonces solo vamos a por… ¡No corras! —explotó mientras una vena gorda aparecía en su sien al observar como el menor desaparecía justo frente a sus ojos.
Haciendo un pequeño room, Law había regresado a Luffy a su lado mientras miraba a sus alrededores observando cómo Going Luffy-senpai ya se encontró en el puerto. Al ver eso volvió a chasquear la lengua pues lo último que quería era seguir demorándose más de la cuenta. El camino más rápido sería buscar la zona comercial más cerca, comprar lo que hiciera falta e irse, pues no tenía deseos de perderse entre la multitud de la ciudad. Además, tenía el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir si se presenta mucho tiempo en esa isla maldita cursi.
—¡Torao, vamos allá! ¡Hay manzanas de caramelo! —babeo mientras tomaba al mayor por la mano y echaba a correr persiguiendo al vendedor.
Cabe mencionar que el cirujano de la muerte se había congelado en su posición. Una parte de su cerebro se había desconectado en cuanto el menor lo había tomado de su mano y ahora se dejaba arrastrar cual costal de papas. Lo lógico sería que el hombre se zafara de su agarre y se largara a cumplir con su maldito pero una parte de su objetivo lógico había muerto con ese tacto mínimo.
Mugiwara-ya no pareció percatarse de las reacciones que tenía en el capitán de los piratas de corazón. De hecho, Law llevaba teniendo un tipo de amor platónico por el menor desde hace ya dos años, un poco antes de que este desapareciera. Todo había comenzado con ese primer cartel de se busca en donde se le hizo curioso ver cómo pedían 30,000 millones por un atolondrado con una sonrisa de idiota y se había agravado cuando leyó la noticia de que ese mismo atolondrado le había declarado la guerra al gobierno mundial en la isla judicial de Ennies Lobby.
Esa pequeña atracción había sido suficiente para que expusiera su vida estúpidamente ese día en Marine Ford. Su excusa… Lo de todos los días, su deber como médico. Es decir… Un médico debería salvar vidas ¿no?
No, no, no, no, no por supuesto que no, su alianza con Mugiwara-ya no tenía nada que ver con que el chico le pareciera un poco lindo, no, claro que no. Sólo lo había escogido porque era conveniente para sus planes y no se había equivocado. A pesar de tener cara de idiota, el chico era muy poderoso y había podido hacerle frente a Doflamingo y derrotarlo. Él había propuesto esa alianza por la D en su nombre. Cora-san le había hablado un poco de la D y eso lo había motivado a tomar su decisión, no tenía nada que ver con lo otro. Eso sólo era algo pasajero, no es como que Mugiwara-ya fuera el primer interés pasajero que había tenido a lo largo de sus 26 años de vida. Porque dos años es algo pasajero ¿no?
Impotente, lo único que pudo hacer fue tratar de ocultar su rostro debajo de su gorro para intentar que no se viera su prominente sonrojo.
—¡Torao cómprame uno! —exigió el monito— Nami no está así que no tengo dinero conmigo shishishi
—Y qué te hace pensar que yo… —se detuvo al observar esa sonrisa de oreja a oreja que parecía amenazar con partir su cara en dos «¡Maldita mierda!» pensó mientras su rostro se coloreaba aún más de rojo y cuando menos quiso darse cuenta ya había pagado las malditas manzanas ¿para qué quería cinco en primer lugar?
—Gracias, disfruten su cita —había dicho el vendedor mientras reía por lo bajo.
—¡No estamos en una cita! —bramó el capitán furioso mientras amenazaba al pobre anciano con su nodachi.
—¿Cita? ¿Estamos en una? —preguntó el menor ladeando la cabeza— Torao ¿Qué es estar en una cita?
—No es nada porque no estamos en una —escupió mientras seguía caminando apresurado.
—¡Viejo! ¡Dame 20 órdenes de takoyaki!
—¡Mugiwara-ya! —gritó el médico arrepintiéndose de haberlo descuidado un segundo.
—¡Gracias Torao! —brincó mientras llenaba su boca con cinco bolitas de pulpo al mismo tiempo sin esperar a que la comida se enfriara logrando quemarse.
— Por todos los cielos ¿Quieres dejar de ordenar cosas sin siquiera consultarme si tengo dinero?
—¡Quema! ¡Agua! ¡Agua! ¡Dame agua!
—¡Escucha lo que te estoy diciendo! —explotó mientras sus dientes se afilaban cual tiburón.
—Ahhh… Pensé que iba a morir —suspiró tras terminar su vaso de jugo de naranja patrocinado también por su aliado
—Mierda… —suspiró mientras miraba su monedero ahora casi vacío.
—Lo siento —mencionó arrepentido mientras bajaba su mirada y habría los ojos cual cachorrito regañado— es que tenía mucha hambre y no pensé antes de pedir… ¡Pero le pediré a Nami que te pague todo lo que compraste!
Nuevamente Law tuvo que mirar hacia otra parte para dejar de ver ese rostro endemoniadamente tierno. ¿Por qué rayos era tan débil ante Mugiwara-ya? bien podría negarse a cumplir sus estúpidos caprichos, pero allí estaba él, siendo arrastrado por los deseos egoístas del otro como siempre. ¿Por qué su alianza era tan unilateral? lo ponía de nervios.
—Zoroooo —fue lo siguiente que escucho salir de los labios del menor y cuando regresó nuevamente su vista a este él estaba moviendo su brazo libre en el aire intentando llamar la atención del espadachín que se podía observar a la distancia.
El peliverde no tardó mucho en enfocar a su capitán, el cuál sinceramente se sorprendió un poco al verlo pues este supuestamente se estaba dirigiendo a la costa norte, en dónde se supone estaba la zona comercial, pero al parecer solo había llegado a la zona turística ubicada en el suroeste de la isla y a donde Luffy se dirigió casi de forma instintiva solo siguiendo el delicioso aroma que emanaba de la comida que ahí se preparaba.
Aun así a pesar de todo el vicecapitán decidió acercarse a Luffy, pues aprovecharía aquella oportunidad para ir con este a comprar los suministros, pero en cuestión de unos segundos algo raro ocurrió, pues este solo fue testigo de cómo una joven chica de cabellos morados accidentalmente chocó contra trafalgar y si bien aquella joven terminó sólo cayendo de cara al suelo no se compara en nada a lo que le ocurrió al contrario, el cual sin alguna explicación comenzó a ser absorbido por un extraño vórtice que salió de la nada y cuando el monito escucho una maldición por parte del cirujano de la muerte volteo a verlo extrañado, pues ahora no había hecho nada que pudiera molestarlo solo para ser testigo de aquella escena.
Luffy al ver eso inmediatamente estiró su brazo derecho y lo envolvió alrededor de la cintura de Law con la intención de sacarlo de ahí y salvarlo, pero aquel vórtice terminó siendo mucho más fuerte de lo que esperaba, por lo que estiró su otro brazo y lo enrollo en un poste cercano para tratar de contrarrestarlo, pero eso no cambió realmente nada al final, ya que de un momento a otro, el cirujano de la muerte terminó siendo tragado completamente por aquella cosa, lo que termino jalando con demasiada fuerza a Luffy y el poste del que se agarraba terminó doblado en el suelo. Sin poder evitarlo el capitán de los sombrero de paja terminó soltando el poste y debido a la fuerza de esto, aunada a la del vórtice que lo estaba jalando, terminó sufriendo el mismo destino que su aliado unos segundos antes, todo esto ante la asombrada mirada de Zoro y claro también la de la joven que anteriormente había chocado con Trafalgar.
El cazador de piratas intentó tomar el brazo de su capitán con la intención de salvarlo, pero no pudo siquiera alcanzarlo. Aterrado, no pudo evitar recordar la molesta habilidad de Kuma que los había separado dos años atrás y justo cuando estaba empezando a maldecir pensando que ahora tendría que emprender una búsqueda para encontrar a su capitán y al otro tipo fue cuando notó nuevamente la presencia de la persona que chocó con Trafalgar. Unos metros atrás de él se encontraba una joven que no pasaba de los veinte años, su cabello era color lila y se encontraba atado torpemente a un costado, tenía la piel clara y unos extraños ojos color rosado que solo expresaban pánico.
—¡No puede ser lo hice de nuevo! — gritó la muchacha mientras llevaba ambas manos a su boca— Qué… Qué… ¿Qué hago ahora? — se preguntó mientras comenzaba a morderse sus uñas en gesto de nerviosismo.
—¡Oye tú! —gritó el espadachín — ¡¿Qué rayos hiciste?! — preguntó tras desenvainar rápidamente dos de sus espadas— ¿Eres una usuaria de fruta del diablo verdad?
—Yo… Yo… ¡Lo siento mucho! — exclamó mientras se echaba a correr rumbo a la zona hotelera mezclándose entre los peatones.
—¡Espera! ¡No huyas, maldición!
De inmediato, el peliverde echó a correr persiguiendo a la molesta alimaña. El haberse echado a correr sólo confirmaba las sospechas del espadachín; esa mujer había sido la responsable. Si ella era la usuaria de akuma no mi, entonces era la única capaz de saber a dónde rayos había ido a parar su capitán así que no podía perderla de vista. A diferencia de hace dos años ahora tenían un gran enemigo detrás de sus cabezas que no los esperaría pacientemente en lo que buscaban a su capitán por alrededor del mundo. Es decir ¡Luffy podría estar al otro lado del mundo en este momento! y no tendrían idea de dónde empezar a buscar siquiera, si la responsable de ese embrollo se escapaba.
Ese fue motivo suficiente para que el hombre ignorara a los peatones y empujara a varios de ellos en el proceso mientras seguía persiguiendo aquel destello morado que se movía con torpeza entre la multitud.
—¡Sería más fácil si no fuera enana! — se quejó por lo bajo.
Tras llegar a una intersección Zoro se detuvo en seco al notar que debía de tomar la decisión de ir hacia la izquierda o la derecha. Genial… Decisiones, lo último que le faltaba. Mirando a su alrededor intentó encontrar a la mocosa, tuvo que concentrarse un poco antes de volver a ver ese destello lila moviéndose hacia su izquierda por lo que no dudó en perseguir ese destello chillón. Cual cazador con su presa, comenzó a saltar sobre el techo de unos puestos ambulantes para acortar la distancia entre esa sabandija que intentaba huir de la escena del crimen. Y en un parpadeo estaba encima del culpable… O eso había creído.
Cuando miró bien el destello lila, se dio cuenta que se trataba solamente de un vendedor de algodones de azúcar que casualmente se encontraba por el lugar vendiendo su mercancía. El hombre tenía una expresión aterrada en su rostro y temblaba cual cordero al sentir como una bestia salvaje se le había abalanzado y lo tenía apuntado al filo de su espada. Zoro por su parte, sólo pudo chasquear la lengua al notar su error y se quitó de encima permitiendo que el pobre hombre corriera por su vida.
A continuación, tuvo que cerrar sus ojos para concentrar su haki en todas las personas de alrededor. Podía sentir la presencia de los habitantes fluyendo en la ciudad, era como sentir las vibraciones en el aire, las risas de las personas, cada paso, cada respiración, podía sentir a los animados vendedores tratando de atraer gente y a los turistas enamorados apreciando el estúpido paisaje de flores. De pronto, entre toda la multitud pudo notar algo inusual, una respiración agitada y un taconeo apresurado alejándose a prisa mientras soltaba tenues sollozos con esa voz temblorosa y asustada.
—¡Allí está! —giró sobre su propio eje para reanudar su persecución — ¡Alto allí maldita! ¡Te voy a matar en cuanto te atrape!
—¡Noooooooooooooooooooooooooo! ¡Discúlpeme! ¡Perdón! ¡No fue mi intención! — gritó la muchacha al momento que aceleró su ritmo para después doblar en otra esquina «¡Da miedo! ¡Da miedo! ¡Da miedo! ¡Da miedo! ¡Da miedo! ¡Da miedo! ¡Da miedo! ¡Da miedo!» pensó la mujer sin atreverse a mirar tras de ti al sentir el aura asesina que amenazaba con descuartizarla — ¡Es el demonio! ¡El diablo viene por mi alma! — chilló sin saber cómo rayos su cuerpo estaba sacando tanta energía para continuar corriendo, tal vez era la adrenalina en su cuerpo.
—¡Te dije que esperes, desgraciada! ¡¿A dónde mandaste a mi capitán?!
—¡Ayúdenmeeeeee! — exclamó agitando sus brazos en el aire.
—¡Acosador! ¡Ese sujeto está intentando lastimar a la dama! — gritó la dueña de uno de los tantos puestos de flores del lugar — ¡Alguien deténgalo!
Tras escuchar eso, las personas que pasaban por allí no pudieron evitar voltear hacia el pervertido. Algunos valientes se abalanzaron hacia el peliverde intentando detener su andar, pero Zoro había sido más rápido y los había noqueado de un solo golpe utilizando el dorso de la espada. Eso sólo sirvió para molestar a más de uno y cuando quiso darse cuenta los pobladores quisieron hacerse los héroes y habían comenzado a rodear al espadachín lanzándose encima de él intentando quitarle sus espadas cual montón de monos saltarines. Zoro, quien odiaba lastimar a pobladores comunes había empezado a aventarlos por los aires intentando no usar sus armas, pero al notar que estos empezaban a hacer más y más multitud no tuvo opción más que golpearlos con el reverso de la espada. Tal vez no morirían desangrados, pero ser golpeados con el lado sin filo era suficiente para que tuvieran moretones en todo el cuerpo por más de un mes aun cuando el cazador de piratas había tratado de contener su brutal fuerza.
Cuanto terminó con sus obstáculos Zoro volvió a mirar a su alrededor sólo para notar que había vuelto a perder de vista a la enana.
—No, no, no, no, no, no — bramó molesto mientras intentaba enfocar su mirada en la lejanía topándose sólo con los ojos asustados del resto de chismosos que se habían quedado a observar y que ahora lo miraban con terror al haber reconocido su rostro de los carteles de se busca «¿Dónde diablos se fue?» pensó aterrado al momento que intentaba decidir hacia dónde correr ahora — ¿Y dónde rayos estoy? — apretó la mandíbula tras notar que ni siquiera sabía cómo regresar al barco para pedir ayuda de sus nakamas.
Pasaron unas cuatro horas antes de que el espadachín por fin llegará a la costa norte donde el Barto club había anclado su barco. Al verlo, sus nakamas comenzaron a gritar fastidiados pues habían terminado de hacer sus pendientes en esa isla y sólo faltaban el idiota perdido y los dos personajes más importantes para iniciar la guerra que se avecinaba.
—¡Zoro-dono! ¡Qué bueno verlo de nuevo! — se alegró Kinemon junto a Momo— ¿Luffy-dono está contigo?
—No me extraña que Zoro y Luffy se fueran por allí, pero me parece extraño de Torao-kun — Analizó Robin — Será que ellos… Kufufufu — rio por lo bajo mientras dejaba volar su imaginación.
—¿En qué estás pensando Robin? — preguntó el narizón mientras se alejaba un poco de su compañera ya que a veces le perturbaba su comportamiento.
—Se nota que esos dos se llevan SUUUUUUUUUPER bien — exclamó Franky mientras destapaba una botella de cola.
—Oooii Zoro-kuun, puedes subir al barco, solo falta que Luffy… — Usopp detuvo su hablar al notar la seriedad en el rostro de su compañero al mencionar a su capitán.
Algo estaba mal… Definitivamente, algo había pasado. Cuando el resto de Mugiwaras notó la expresión de su espadachín dejaron de hacer bromas y se pusieron serios. Cuando Zoro se mostraba impasible como ahora significaba que algo le había pasado a Luffy. Ese hombre era como un perro fiel con su capitán y apenas le ocurría algo se comportaba de esa manera.
—¡Cómo que Luffy desapareció! — gritó Usopp tras escuchar la explicación de Zoro.
—¡Zoro-senpai! ¿Eso es verdad? ¿Luffy-senpai se fue? ¡Esto es grave debemos iniciar una expedición de inmediato! — mencionó Bartolomeo mientras se levantaba de su asiento ardiendo en llamas siendo seguido por su tripulación quienes también parecían prepararse para la guerra.
—¿A qué te refieres con vórtice? — interrogó Robin sorprendida por las palabras del vicecapitán — ¿Cómo fue que eso pasó?
—¡Cómo se supone que iba a saber que esa cosa iba a salir de la nada y absorber al idiota de Torao junto a Luffy! — exclamó el peliverde ya harto de aquel interrogatorio.
—¿Y dices que perdiste a la usuaria de Akuma no mi? — continúo Franky mientras negaba con la cabeza — Qué patético.
—¡Cállense! ¡No hablen cuando ustedes ni siquiera estuvieron allí para ayudar! — Bramó molesto haciendo que todos se encogieran en su lugar, se notaba que el espadachín no estaba para reclamos en ese momento.
—Qué va a pasar con lo de ir a Zou — preguntó Kinemon arrepintiéndose al instante al notar como todos los sombrero de paja lo fulminaban con la mirada.
Hubo un minuto de silencio en donde todos los presentes estaban intentando averiguar qué demonios debían de hacer ahora. Tendrían que salir en busca de la usuaria de fruta del diablo, pero ni siquiera sabían si seguía en la isla o no. Bien pudo haber huido hace mucho y no habría forma de localizarla dado las casi nulas descripciones que les había dado el espadachín.
Justo cuando estaban a punto de volverse locos una tenue voz los llamó por lo bajo logrando que todos los presentes saltaran en su lugar pues no habían notado la presencia extra en el lugar.
—Disculpen… — Zoro se levantó de su lugar furioso al notar que era la misma mocosa que se le había escapado horas atrás — ¿Ustedes son los sombrero de paja?
—¡Tú! — gruñó el peliverde mientras se acercaba a la mujer — Como le hayas hecho algo a Luffy te voy a matar.
—¿Es ella? ¡¿Esa es la mujer que se llevó a Luffy-senpai?! — preguntó el fanboy mientras fruncía el ceño — ¡Ahora mismo nos dirás qué le hiciste a mi senpai antes de que te descuartice mocosa!
—¡Ellos están bien! —gritó mientras se encogía en su posición y comenzaba a temblar — El chico del sombrero de motas y el de sombrero de paja están bien.
—¿Qué pasó? ¿Dónde están? ¿Por qué hiciste eso? ¿Y quién rayos eres? — interrogó Usopp de forma agitada.
—Disculpa hermana — habló Franky quien parecía ser el más calmado con toda la situación — ¿Podrías explicarnos qué está pasando? Como ves, estamos muy preocupados por el paradero de nuestro capitán y nuestro aliado.
—Ah bueno… —la chica comenzó a juguetear con sus dedos dudando de su respuesta— La verdad es que… Los mandé a otra dimensión sin querer.
—¿A otra dimensión? — Robin parecía sorprendida — ¿A qué te refieres con eso? ¿Eso es posible?
—Mi fruta del diablo me permite saltar entre mundos paralelos a este — comenzó a explicar la chica — El problema es que tiene poco tiempo desde que adquirí esta habilidad y a decir verdad… Aún estoy aprendiendo a usarla y eh… Lo que sucedió con esos dos fue un accidente.
—¡Un carajo con que fue un accidente! — explotó Zoro mientras golpeaba la mesa — ¡Regresalos! ¡Tráelos de nuevo ahora mismo!
—Waaaaaaaaaaaaaaah — chilló mientras retrocedía asustada logrando tropezar en el proceso, sus rosados ojos ya estaban rojos por las nacientes lágrimas que se acumulaban en ellos — ¡Lo lamento mucho! ¡Soy muy torpe! ¡Siempre ando cometiendo errores! ¡De verdad lo lamento!
—Zoro… No hace falta ser tan agresivo — defendió Franky tomando otro trago de su bebida.
—¡Cierra la puta boca Franky! — Gruñó a punto de destrozar a todo mundo si seguían colmando su paciencia.
—¡De verdad lo siento! Me gustaría traerlos de vuelta ahora mismo pero el problema es que… —Antes de continuar la chica levantó la mirada hacia el demonio de cabellos verdes y temiendo por su vida se escondió detrás del cyborg quien parecía dispuesto a protegerla — El problema es que… Ni aunque yo sé a dónde los mandé.
-¡¿Qué?! — gritaron todos al unísono.
Oh Zoro la mataría… Definitivamente quería matar a esa maldita enana ahora mismo.
Mientras que Bartolomeo al escuchar aquella terrible noticia se terminó desmayando de la impresión no sin antes derramar un mar de lágrimas en el piso.
Continuará…
