Reflejos o espejismos
Capítulo 5. Tensión creciente
Nota del autor: Ciertas líneas de diálogo se han extraído literalmente del episodio, ya que algunas escenas son versiones extendidas de las emitidas, y por lo tanto, no son mías.
=Tras FBI S04E07 "Gone Baby Gone"=
—¿Has hablado con Maggie?
Isobel abordó con tono exigente a Jubal en cuanto volvió del hospital, en el propio pasillo.
—Sí, lo he hecho —contestó Jubal, cortante.
Después de lo que ocurrió tras el caso Gerrard, Jubal era desagradablemente consciente de que el trato entre ellos estaba muy tenso. Sabía que Isobel lo había pasado mal aquel día, pero cuando él intentó ayudar, ella lo había rechazado con cajas destempladas. No fue la primera vez que ella no aceptó su apoyo, pero sí la más rotunda. Después de aquello se le hacía muy difícil ser cordial con Isobel.
Intentaba evitarlo, pero Isobel estaba cabreada con él. Jubal había cubierto a Maggie con lo que estaba pasando con su hermana Erin y la había dejado a ella fuera de la toma de decisiones. No podía permitirse eso.
—Esto ha sido un desastre. Un civil muerto y un policía herido, Jubal. Debiste apartar a Maggie del caso —lo amonestó Isobel con severidad.
Jubal cuadró los hombros y fijó la vista a la pared más allá de ella.
—Sí. Yo soy el responsable de eso. Evalué mal el riesgo de la situación —Jubal asumió con una excesiva formalidad que irritó a Isobel profundamente.
Para ser honestos, Jubal tenía que reconocer que debería haberse asegurado de que Maggie aún tenía la cabeza fría después de decirle que el tipo que había acudido a su apartamento era un camello, no antes. De haberlo hecho, probablemente la respuesta de Maggie habría sido distinta, e incluso ella misma se habría retirado.
Aquello no habría evitado que Hugo Díaz perdiera la cabeza y atacara al secuestrador de su hija, ni que éste le disparara mortalmente, pero sí que el asesino luego se les hubiera escapado.
—¿Lo harás constar en nuestros expedientes? —preguntó Jubal llanamente, levantando la barbilla.
Por su parte, Isobel se sentía terriblemente hipócrita. Hacía sólo unas semanas, ella no había apartado a Jubal del caso de los hackeos a los hospitales, aunque estuviera muy alterado por el riesgo que corría su hijo, e incluso le cubrió las espaldas a pesar de sus métodos poco ortodoxos para conseguir del sanatorio psiquiátrico los expedientes de las víctimas que investigaban. Además, probablemente, de haber estado informada, ella tampoco habría apartado a Maggie de este caso.
Aun así, no cambió su discurso.
—No podemos ser indulgentes con cosas así, Jubal —declaró con firmeza.
No quería perder el control de la gente bajo su mando. No podía darle más excusas a Rina para tenerla encima continuamente. Ya era bastante estresante tal como estaba. Durante el presente caso, como no era nada demasiado llamativo, Rina la había dejado relativamente tranquila. Pero en cuanto ocurrió esto que era susceptible de llegar a la prensa, ya empezó a presionar otra vez. A veces parecía que Rina disfrutara viéndola estar en aprietos.
Ajeno a todo aquello, Jubal la miró de pronto a los ojos con una vehemencia tal que la dejó sin aliento.
—No es tan fácil, Isobel —dijo Jubal, —. ¿Has estado tú o has tenido algún ser querido en una situación parecida? ¿Tienes idea de lo que supone? Sobredosis. Lo oímos todos los días. Es tan común en nuestro trabajo que ya no significa nada. Pero para quien lo sufre, y para los que le rodean es brutal. Alguien que tiene una sobredosis ha tocado fondo, Isobel. Y puede que sea lo último que haga en la vida.
Estuvo a punto de preguntarle si ella sabía acaso lo que era tocar fondo, pero entonces se dio cuenta de que, aunque Isobel hubiera experimentado algo así, nunca se lo contaría. No confiaba en él. Nunca lo había hecho, no de verdad, y nunca lo haría.
Y lo llevaba al borde de la ira que eso le siguiera provocando por dentro aquel agudo y absurdo dolor.
Sintiéndose fatal por Maggie y su hermana, Isobel lo miró con ojos atormentados. Si tú supieras... Si Jubal no hubiese estado saliendo con Rina, tal vez Isobel se habría atrevido a hablarle abiertamente en ese momento. Pero ahora... no podía arriesgarse. Eso nada más, inundaba a Isobel de una desesperanza infinita.
—No te preocupes, Maggie es consciente de la gravedad de la situación —añadió Jubal muy serio ante su sombrío silencio—. Me he asegurado de que lo entienda. No volverá a repetirse. Tienes mi palabra.
—De acuerdo —dijo Isobel rígidamente, porque tenía un nudo en la garganta—. Dejémoslo estar entonces.
Jubal asintió, pero estaba demasiado alterado para mostrarse agradecido. La esquivó y se metió en el JOC.
Con el corazón en un puño, Isobel se fue a hablar con Rina. Tendría que asumir ella toda la responsabilidad por lo ocurrido para proteger a Maggie y a Jubal tanto como pudiera. Se habría prometido a sí misma que nunca más dejaría a un agente suyo al descubierto.
Rina se lo iba a pasar de lo lindo hoy.
·~·~·
=Durante y tras FBI S04E08 "Fire and Rain"=
No podía decir que no estuviera siendo profesional, pero el trato que le daba Isobel se había vuelto tan absolutamente neutro, cuando no arisco, que Jubal se sentía como si para ella fuera un desconocido.
Mientras observaban el interrogatorio a la pobre mujer que el sospechoso había seducido y engañado, Isobel directamente había evitado mirarlo a la cara cuando le hablaba.
Y cada vez estaba más seguro de que tenía algo que ver con que él y Rina estuvieran saliendo, aunque en ningún momento él e Isobel hubieran hablado de ello. Ni lo fueran a hablar, por supuesto.
Jubal se preguntaba cómo se habría enterado Isobel. Rina y él habían intentado ser discretos.
Pero se había hecho evidente que la tensión se hacía insoportable cuando él e Isobel estaban en la misma habitación, más aún cuando se quedaban a solas, y se salía de las escalas si Rina estaba presente con ellos.
Por supuesto, Jubal lo achacaba a que Isobel y Rina no se llevaban bien, pero todo ello lo hacía sentirse absurdamente como si otra vez estuviera siendo infiel (It absurdly felt like he was two-timing again).
Ahora que se daba cuenta, desde hacía cierto tiempo, Isobel había evitado activamente que Jubal se viera obligado a tener que decidir donde estaba su lealtad laboralmente hablando. Era de agradecer aunque, en último término, eso había contribuido al deterioro de su relación entre ellos. Y le hacía pensar que tal vez Isobel estaba al tanto desde hacía más tiempo de lo él creía.
Pero si ése era el caso, ¿por qué la situación se había vuelto tan tensa recientemente?
—Pobre mujer. Está ofuscada —había comentado Jubal al salir de la sala de observación.
Isobel al principio no contestó.
—Sí, suele pasar —murmuró entonces para sí, pero él pudo llegar a oírla.
La miró alejarse, ofendido. Isobel se había vuelto muy distante, pero no era su estilo lanzar esa clase de pullas. De acuerdo, ella y Rina se llevaban mal pero a Jubal le sacaba de quicio que, cualquiera que fuera la rivalidad entre ellas, la reacción de Isobel ahora fuera pagarlo con él. Creía que al menos eran amigos... Aparentemente, se había equivocado. Jubal echaba mucho de menos aquel vínculo que durante un tiempo pareció surgir entre los dos. Y le provocaba una honda tristeza en una parte de él que había enterrado y que no quería que se despertara.
Mientras, podía percibir el estrés medrando en Isobel y en su salud. Cada vez estaba más pálida y ojerosa, había perdido peso. Y ya no recordaba la última vez que la había visto sonreír. Lo preocupaba profundamente... pero no hizo nada al respecto. No es que Isobel fuera a aceptar su ayuda si se la ofrecía, de todos modos.
·~·~·
Tal y como estaban las cosas, Jubal pudo confirmar que Scola era un hombre valiente cuando, después de interrogar a Velez, entró sin chaleco antibalas en el despacho de Isobel, estando ambas SAC y ADIC dentro con él. O tal vez fuera sólo que estaba desesperado. Jubal sabía que desconectar la bomba colocada y activada en el sótano del edificio Wellington Moore era lo único que le importaba a su agente en ese momento.
Isobel intentó serenar la temeridad de Stuart, que estaba dispuesto a entregar al cómplice del terrorista a la CIA para que le sacaran información, o incluso hacerlo él mismo.
Para decepción de Jubal, Rina fue displicente y nada resolutiva. Scola se marchó terriblemente frustrado, y con pinta de estar a punto de cometer alguna locura.
—Sabéis que tiene razón, ¿verdad? —dijo Jubal, sin mirarlas a ninguna de las dos, después de unos incomodos segundos de silencio—. Esto no se trata de construir un caso. Se trata de salvar vidas.
—¿De verdad crees que entregar a Velez a Inteligencia va a servir de algo? —preguntó Isobel con voz exasperada.
Jubal alzó los ojos. Ella seguía evitando su mirada y a él le seguía irritando, aunque no quisiera. Ignoró esto con impaciencia.
—No. No hay tiempo —contestó—. Y sus métodos tampoco me parecen fiables. Pero tenemos que ser conscientes de que esa raya de lo correcto de la que hablas está mucho más allá en esta situación.
Las miró alternativamente a ambas, pero ninguna de las dos ofreció una solución. Jubal tampoco la tenía.
Tan frustrado como Stuart, regresó al JOC a seguir buscándola.
·~·~·
—Scola. Tenemos que hablar, ahora.
Afuera ya casi había oscurecido. Casi no quedaba nadie en la oficina, e Isobel ni siquiera le pidió que hablaran en su despacho.
Stuart no intentó escurrir el bulto. No pareció asustado tampoco. Obviamente, estaba tranquilo con su conciencia y estaba dispuesto a asumir las consecuencias.
—Está bien. Pero hice lo que tenía que hacer, ¿vale? No iba a dejar que esa bomba explotara, no quería, así que hice lo que pensaba que era mejor, ya fuera oficial o extraoficial.
—No estoy segura de si se lo diría con ese tono al Subdirector. Acaba de dejarme un mensaje muy preocupante. Quería saber qué diablos pasó y si yo lo había autorizado. Scola, esto no se trata sólo de ti. Mi cuello también está en juego —protestó Isobel.
No es que pensara que él no debería haber hecho lo que había hecho. Sólo quería que entendiera el aprieto en el que los había puesto a los dos.
—Ey, no pasa nada —dijo Rina entrando en la sala—. Todo está bien.
Las cejas de Isobel se dispararon hacia arriba. Stuart pareció pasmado.
—¿Qué significa "todo está bien"? —preguntó ella con cautela.
—Acabo de hablar con el subdirector —contestó la ADIC con una inédita benignidad—. Le dije que fue decisión mía, que respaldé la idea de Scola porque era la única jugada que teníamos. Estás bien —le aseguró a Isobel—. Si algún cuello está en juego, es el mío —añadió con cierta resignación.
La suspicacia fue lo primero que asaltó a Isobel. Ese auto-sacrificio era tan poco característico de Rina que la dejó sin habla. ¿Podía ser que la hubiera juzgado mal todo ese tiempo?
Rina se volvió hacia Stuart.
—Lo que hiciste fue egoísta y estúpido. Y seguro que no te convierte en una especie de héroe. Tuviste suerte. Y esa es la única razón por la que todavía estás aquí.
A pesar de sus recién surgidas dudas, a Isobel todo eso le pareció, simple y llanamente, una sarta de estupideces. ¿Egoísta? Sí, por supuesto, estar dispuesto a morir por salvar a cientos de personas era el típico comportamiento interesado. ¿Estúpido? Vamos, su argucia de llevar junto a la bomba al hermano del terrorista, aunque moralmente cuestionable, había sido simplemente brillante. ¿Que seguía aquí por suerte? Sí, claro. Y porque había logrado que no estallara la bomba. Por Dios, ¿cómo Stuart iba a sentirse amedrentado por esa amenaza de despido si se acababa de enfrentar a la misma muerte? Si hubiera fracasado, ¡no seguiría con vida para que lo despidieran! Era de risa.
Stuart parecía estar pensando lo mismo, así que Isobel, para no socavar la autoridad de Rina, decidió fingir que con eso estaba todo dicho.
Seguía dándole vueltas a la cabeza al comportamiento de su superior mientras regresaba al JOC. Se encontró con que a Jubal se lo veía muy feliz. Al verla entrar, se dirigió directamente a ella, con una amplia sonrisa en la cara. Isobel fingió que el pulso no se le aceleraba como siempre que lo veía así.
—¿Has hablado ya con el Subdirector? —preguntó él—. Ha llamado hace un rato. Te estaba intentando localizar. Sabe que se tuvieron que tomar decisiones difíciles, pero está muy satisfecho con el resultado —añadió entusiasmado—. Incluso ha dicho que por razones obvias no puede condecorar a Scola, pero que le encantaría poder hacerlo.
Hija de-
Ahora encajaba todo. Por supuesto que Rina había respaldado a Stuart. Acababa de apuntarse a costa de él un tanto magnífico sin haber arriesgado absolutamente nada, y dejando de paso a Isobel completamente al margen. No es que Isobel quisiera ese mérito, no era suyo, pero Rina era muy consciente de que Isobel apoyaría a Scola para protegerlo. Así que en cuanto había sabido de la opinión del Subdirector se había lanzado de cabeza a por la oportunidad antes de que Isobel pudiera adelantársele. Como remate, Stuart ahora pensaba que Rina se había jugado el cuello por él. Ja. A lo mejor por eso Rina había dicho que Stuart había tenido suerte. Porque si el Subdirector hubiera pensado de otro modo, sí que habría terminado en la calle.
Jugarreta maestra desde luego. Qué desvergüenza. Qué cinismo.
La sangre le hervía a Isobel en las venas.
Ante la expresión de rabia e indignación que estaba poniendo, la sonrisa de Jubal se desmoronó. Miró extrañado a Isobel.
—¿Estás bien? ¿Qué ocurre?
Ella abrió la boca para maldecir y contarle lo que había hecho Rina. Pero la cerró de golpe. ¿Cómo iba a contar con que Jubal fuera a ponerse de su lado, en contra de la mujer con la que salía?
—Nada —gruñó entre dientes apretados y salió de la sala a grandes zancadas.
Elise, Ian y los demás agentes y analistas que quedaban en el JOC los miraron desconcertados.
Al principio, Jubal empezó a ir tras ella, pero entonces la desconfianza que Isobel le mostraba lo apuñaló una vez más y, enfurecido, la dejó marchar.
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Nota del autor: Por un lado creo que los guionistas de la serie, haciendo que Rina asumiera la responsabilidad de lo que hizo Scola en este episodio, tal vez pretendían ir haciendo el personaje menos molesto y hacerlo evolucionar en ese sentido en un futuro. O simplemente que se empatizara con ella un poco más de cara a lo que pasaría en el siguiente episodio. Pero como mi versión también es coherente, creo, he decidido que sea lo opuesto. Porque la verdad es que me habría encantado ver en pantalla a Jubal darse cuenta por fin de cómo era Rina realmente y que la hubiera puesto en su sitio. Lástima, eso ya nunca lo veremos. Y como esta historia intenta no salirse del canon, eso tendrá que quedar para otro fic.
Pequeño disclaimer: la idea sobre la infidelidad pertenece a la magnífica historia "One Last Time" de la fabulosa April Heather, que recomiendo leer encarecidamente.
