Luego de la reunión, Lincoln junto con Selene y Moon fueron invadidos por cientos de personas que buscaban respuesta, querían saber cómo iba a acabar con el mal o simplemente ver quien iba a ser su salvador. A Lincoln nunca le gustaron las aglomeraciones así, y menos si todo se trataba de él, por lo que como pudo, y con ayuda de las gemelas se escabuyó del lugar. Les tomó algunos minutos el salir sin ser vistos, teniendo que ponerse los gorros e incluso usando un hechizo para cambiar de color las capas, pero finalmente lograron desviar la atención.
–Vaya, sí que eres famoso.– bromeó Moon, dandole un suave codazo.
–Sí, aunque hubiera preferido que lo hubiera dejado entre nosotros...– respondió apenado el peliblanco.
–Si de algo estoy segura es que la gran matriarca no hace las cosas porque sí.– comentó Selene, quien se había quedado al margen de la conversación hasta ahora. –Estoy segura que debe de haber una buena razón para que haya hecho eso.
Lincoln no estaba del todo conforme con esa explicación. Si bien esa mujer le generaba cierta confianza, seguía pensando que el haber revelado que él era el heroe había sido una mala idea.
Trató de pensar positivo, tal vez debía darle el beneficio de la duda y pensar que de verdad tenía algo planeado para...
Tanto Lincoln como Selene miraron a Moon moverse a una velocidad increíble hasta posicionarse atrás de ellos; cuando lograron seguirla con la vista, observaron que había detenido lo que debía tratarse de una bola de fuego que parecía haberse dirigido hacia su dirección. Confundidos, trataron de buscar de donde pudo haber provenido, hasta que miraron a Cedric unos metros adelante de ellos; los miraba con enojo, como si ellos fueran enemigos que tenía que destruir a como diera lugar. Su mano estaba levantada frente a él, dando a entender que era él quien los había atacado.
–¡¿Qué carajos te pasa?!– gritó Moon con furia. Lincoln solo miraba con sorpresa, como si hubiera visto un fantasma. Selene simplemente lo veía con enojo.
Cedric los miró por unos momentos con la misma cara de furia, para luego cambiarla por una sonrisa presumida. –Tranquila, solo estaba probando al héroe.– dijo con sarcasmo.
–¿Aún te arde que tú no hayas sido elegido?– preguntó Selene en un tono ácido intentando provocar al rubio.
Cedric cayó ante ese malintencionado comentario; quería (y podía) destruirlos ahí mismo si así lo quisiera, pero no valían la pena. No les dejó ver que ese comentario lo había enojado, en su lugar empezó a caminar hacia ellos.
Moon no iba a permitir que este sujeto lastimara a Yuki o a su hermana. Corrió hacia él para atacarlo con un fuerte y certero golpe, pero Cedrick lo esquivó con mucha facilidad haciéndose hacia un lado. No obstante, antes puso su pie para hacerla tropesar. Moon cayó de cara sobre la nieve y rodó por unos cuantos metros antes de detenerse al chocar contra un árbol; al golpear el tronco, la nieve que estaba en la copa le cayó encima.
Selene miró a su hermana enterrada bajo toda esa nieve. Sintiendo su enojo convertirse en ira corrió a atacar también. Muy como el intento de su hermana, el suyo desembocó en el mismo resultado. Selene se acercó para dispararle un torrente de fuego que emanó de su mano, pero Cedric lo esquivó haciéndose hacia un lado. Gracias al impulso que tenía la pelirroja sentía que estaba por caer justo como su hermana. A diferencia de ella, una mano en su espalda la empujó hacia el frente con una fuerza tal que la hizo salir volando.
Moon apenas estaba saliendo de la nieve en donde estaba enterrada; elevó su temperatura para derretirla mientras sacudía lo que restaba con su mano. Apenas iba a hacer pagar a ese bastardo cuando miró que su hermana se acercaba volando a gran velocidad. No alcanzó ni siquiera a poner las manos en frente para protegerse, su hermana la derribó y la enterró de nuevo en la pila de nieve.
Como si de una broma se tratase, más nieve cayó del árbol como resultado del nuevo impacto.
Lincoln miró como ese bravucón se acercaba lentamente a él con una sonrisa en su rostro. Estaba seguro que esto era porque la matriarca lo había elegido a él, un tipo común sin nada en especial en lugar de a Cedric, alguien con la preparación necesaria. No había hacia donde correr, sabía que si intentaba huir él lo alcanzaría sin hacer el más mínimo esfuerzo. Tampoco podía dejar a Moon ni a Selene solas; a pesar del poco tiempo que las lleva conociendo, reconoce que ha llegado a sentirse algo apegado a ellas. Además, ellas lo protegieron cuando Cedric lo intentó atacar, no las podía dejar a su suerte.
Con una mirada de determinación el peliblanco encaró a Cedric, quien ahora estaba frente a él. Ambos se miraron por un momento que se sintió como una eternidad; el peliblanco estaba aterrado, pero no le iba a dar la satisfacción al guerrero de saberlo.
–Solo para que lo sepas, no te pensaba hacer nada,– comentó Cedric, rompiendo el silencio. –El ataque que te lancé no era lo suficientemente fuerte para hacer un daño significativo; apenas y te hubiera empujado un poco, es por eso que ella lo pudo detener con tanta facilidad.– añadió, apuntando a las gemelas que a penas se recuperaban del ataque.
–¿Qué es lo que quieres conmigo?– preguntó Lincoln sin titubear, algo que le costó un poco, puesto que trataba de fingir confianza y valentía.
–Solo he venido a informarte que a partir de mañana yo voy a ser tu maestro.– respondió el rubio con mucha soberbia, saboreando la confusión y el evidente miedo tapado bajo una máscara de valentía que el peliblanco trataba de fingir.
–¡¿Su maestro?!–preguntó Moon, quien se había recuperadao del golpe. –¡¿De qué mierda hablas?!
Cedric rió por lo bajo; de verdad disfrutaba ser el portador de malas noticias. –Se me dio la responsabilidad de enseñar al heroe,– hizo énfasis en esa última palabra, regocijándose con el enojo de los tres. –el entrenamiento propio para que sea capaz de dominar su Jiin y poder controlar los cinco poderes.
Tanto Selene como Moon no daban crédito a lo que escuchaban. No podía ser posible que alguien tan petulante y cretino como Cedric pudiera ser el elegido para enseñar a Yuki. Esto debía ser una más de sus bromas.
–¡Si, como no!– comentó Moon con sarcasmo. –¡Como si la gran matriarca le fuera a pedir algo así a una persona tan egoista como tú!
Esto de verdad enojó a Cedric. No iba a dejar que una guerrera de clase tan baja como ella le hablara de esa manera tan despectiva. El rubio caminó hacia ella lentamente mientras la miraba con molestia. Moon hizo lo mismo, y pronto los rostros de ambos quedaron a centímetros el uno del otro. La pelirroja lo miraba hacia arriba; tenía tantas ganas de patearle el trasero ahí y ahora, pero estaba consciente de que no iba siquiera a poder tocarlo, ya lo había dejado en claro cuando él la esquivó y humillantemente la hizo caer.
Cedric sabía que la pelirroja era solo ladridos y no mordidas; no importaba que intentara, él podía derrotarla de varias maneras diferentes, una más humillante que la otra. Pero aún cuando esta chica le estaba faltando el respeto, había algo que le impedía atacar, algo que no sabía identificar, pero suprimía su ira. –Quiero recordarte quién es el que ha defendido al pueblo de las amenazas más grandes, de los enemigos tan poderosos que ni siquiera con superioridad numérica ustedes han podido derrotar.– refutó el guerrero. –No me vuelvas a decir que soy egoísta.
Moon se estaba cansando de ese sujeto, pero por más que quisiera decirle algo no tenía nada. Él tenía razón, aún cuando este no era su pueblo natal él lo había defendido en muchas ocasiones.
–Como sea,– dijo Cedric mientras volvía con Lincoln. –Si no me creen no me importa; se que no quieres que yo sea tu maestro, y permíteme decirte que el sentimiento es mutuo; lo último que quiero es enseñar mis técnicas a un forastero impostor. Pero la gran matriarca fue quien me asignó esa tarea, así que aunque no quieras estamos atrapados en esto.
La noticia le caía como un balde de agua fría a Lincoln. De todas las personas que pudieron haber sido su maestro, de todos los guerreros disponibles, le dieron esa responsabilidad a él, a la persona que más lo detesta. Aún cuando las gemelas le habían dicho que la gran matriarca sabía lo que hacía, Lincoln empezaba a cuestionar sus decisiones.
Cedric empezó a alejarse, una vez su mensaje fue entregado no había necesidad de que siguiera hablando con ellos. Sin embargo, se detuvo por unos momentos. Se quedó donde estaba mientras le daba la espalda. –El entrenamiento empieza mañana al amanecer. No llegues tarde o tendras un castigo.– comentó con malicia, después de eso caminó hasta desaparecer en la distancia.
Habían pasado cerca de veinte minutos desde el desagradable encuentro con Cedric. Lincoln, Selene y Moon sabían que necesitaban respuestas, por lo que fueron con la única persona que pódía brindarselas.
Cuando finalmente llegaron al edificio donde se quedaba su amada lider, se sorprendieron al notar no solo que la puerta estaba abierta, sino que ella no se encontraba por ningún lugar. No era raro, siendo ella la que imponía el órden y hacía cumplir las leyes era de esperarse que debía estar muy ocupada para atenderlos.
El lugar estaba arreglado como Lincoln esperaría que lo estuviera un estudio; había un librero con una gran cantidad de libros y documentos. Había un mapa gigante colgado en la pared, en el cual estaban plasmadas las cinco naciones que alguna vez conformaron el reindo de Velduk. Lincoln notó que se encontraban en un país llamado Sudial, cuya capital era Qorak. El país estaba dividido en tres estados cuyos nombres estaban un poco más borrosos.
–Llegan justo a tiempo.– una voz habló detrás de ellos. Los tres se sobresaltaron un poco y se dieron vuelta, mirando que la gran matriarca estaba de pie en la puerta. –Necesito hablar con ustedes, y más específicamente contigo, joven héroe.
Lincoln tragó saliva con nerviosismo. No sabía que era o que lo ponía nervioso: el estar en presencia de la gran mariarca, o el hecho de que lo llamen héroe.
Desde que ella anunció frente a casi todo el pueblo que él era el elegido para acabar con el mal, no ha podido estar completamente en paz; tenía un presentimiento de que algo podía venir por él y causar estragos, o lastimar a la gente que aquí vive. Ya lo había expresado con las gemelas, no se sentía a gusto con el hecho de que todos supieran esa información.
La mujer caminó y se sentó en la silla detrás del escritorio, mientras que Lincoln y las gemelas la miraban sin saber que decir o hacer. Afortunadametne fue la líder quien rompió el hielo.
–Me alegra que hayan venido, me han ahorrado el trabajo de mandarlos llamar.– dijo para empezar. –Asumo que Cedric se me adelantó en darles la noticia, ¿o me equivoco?
Selene suspiró. –Me temo que está en lo correcto, y debo decir que debe contratar a alguien que sepa dar noticias.
–Supuse que debí de hablar primero con ustedes, pero tenía otros asuntos que requerian mi atención urgente.– comentó con un poco de pesar la mujer. –Me apena saber la manera en la que se enteraron de la noticia, pero lo que él les dijo es correcto. Lincoln, Cedric será tu maestro; él te enseñará todo lo que necesites para dominar las cinco mágias.
–Escuche, señora,– dijo el peliblanco. –Aún estoy tratando de comprender de qué se trata todo esto del héroe y el mal; Selene y Moon me dijeron la historia y entendí un poco, pero...aún no me he acostumbrado a eso...
–Eso es normal, joven héroe.– respondió la matriarca. –Vienes de otro mundo y te hemos puesto en una posición difícil, es normal que estés nervioso.
–No solo es eso, es que...– el peliblanco bajó la mirada, inseguro de qué responder. –...no se si pueda llegar a cumplir con lo que dice que estoy destinado a hacer.
La gran matriarca entendía lo que quería decir el joven de cabello blanco. Se levantó y caminó hasta quedar en frente de los tres. –Sabes, a pesar de que me veas joven, he vivido ya mucho tiempo. Se que piensas que no estás a la altura, que todo esto debe ser un error. Se que mi palabra no debe de valer tanto para tí, pero te puedo asegurar que nada es una coincidencia.
Lincoln no estaba del todo seguro. Sentía la sinceridad en sus palabras, pero aún así no era suficiente para convencerlo.
–¡Pero aún si no es coincidencia!– Lincoln estaba empezando a ponerse tenso. –¡¿Cómo planea que derrote a lo que sea si ni siquiera tengo magia?!
La mujer sonrió, dejando de lado su semblante serio para dar lugar a uno más comprensivo. Esa sonrisa fue suficiente para calmar al peliblanco aunque sea un poco. Debía admitirlo, la matriarca se veía linda cuando sonreía. –Eso no es problema,– comentó. –Eso es de hecho la otra razón por la que quería que vineiras
Lincoln bajó la mirada una vez más, sintiendo un poco de duda. Aún con las palabras que le dio la mujer, todavía no estaba seguro de poder con la tarea que se le impuso.
–Veo que aún tienes algo de miedo.– comentó la matriarca.
–Es que...no creo que pueda hacer esto solo...
Moon, quien junto a Selene se había mantenido al margen de la conversación finalmente habló. –¿Quién dijo que debes hacer esto solo?– preguntó, poniendo una mano en su hombro.
–Te vamos a apoyar en esto.– añadió Selene.
La matriarca sonrió. –No creo que estar solo vaya a ser un problema.
Lincoln sonrió. Sintió un nuevo sentimiento de determinación creciendo en su pecho, y el tener el apoyo de sus amigas hizo que el miedo se fuera. Sentía que de verdad podía hacer lo que sea. –Empiezo a creer que tal vez esto no sea tan malo.
–Me alegra ver que hemos arreglado esto.– comentó la matriarca.
Probablemente estaba pensando esto demasiado. Sí, su vida había cambiado, pero tal vez si se concentraba en las posibilidades que se habían abierto ante él podría hacer su estadía en este lugar más llevadera.
–Matriarca,– comenzó Lincoln. –Entonces fue su idea que Cedric fuera mi maestro, ¿no es eso cierto?
–Así es.– comentó la matriarca. –Yo personalmente se lo pedí.
Lincoln dio un suspiro. –Escuche...no piense que no creo que usted sabe lo que hace, pero ¿Por qué pedirselo a él? De todos los guerreros que probablemente hay en la aldea ¿De verdad era necesario pedirselo a el único guerrero que me odia a muerte? ¿No había otros guerreros que pudieran enseñarme que no quisieran acabar conmigo?
La matriarca rio ligeramente. Sabía que esta pregunta eventualmente llegaría. –Escucha, estoy al tanto de como Cedric se siente respecto a tí, y aun cuando dices que no dudas de mi palabra no te culparía si lo hicieras. Si le pedí a Cedric que te entrenara es porque solo él sabe el correcto entrenamiento del héroe dado que se creía que él lo iba a ser; honestamente yo también lo llegué a creer, pero parece que el destino tiene otros planes para él.
Selene dio un paso al frente. –Diganos, ¿Cómo logró convencerlo de aceptar ser su maestro?
La gran matriarca suspiró. –Pues...
Luego de derrotar al lobo de piedra, la gran matriarca apareció detrás de Cedric y le pidió que la acompañara; el guerrero tenía un mal presentimiento, y aún cuando había dejado salir algo de su ira no quería decir que se le había olvidado la humillación a la que fue sometido hace solo unas horas.
Luego de varios minutos de caminar finalmente llegaron al edificio. La gran matriarca se sentó en la silla detras del escritorio mientras que Cedric se le quedó mirando con los brazos cruzados en espera de algo.
–Quiero suponer que me ha traído aquí para decirme que cometió un error y que yo soy el héroe de la leyenda, no ese forastero débil.– comentó con sarcasmo el guerrero.
–No te he traído para eso.– respondió calmadamente la matriarca. –Cedric, creo que yo soy quien más sabe de lo que eres capaz; se que tan fuerte eres, que tan dedicado puedes llegar a ser cuando te propones algo, se que tienes muchas cosas que te harían un candidato perfecto para ser el héroe destinado a salvarnos.
Hubo un silencio incómodo por un momento, ambos esperaban a que el otro hablara.
–Pero desafortunadamente ese no es tu destino.
Cedric sintió su íra crecer aún más. Aún cuando fuera la líder de la aldea quien le decía esto, no podía evitar enfadarse; sentía que cada palabra que decía era una estaca clavada directo sobre su pecho, recordandole que todo lo que le dijeron era mentira. Que su vida era una mentira.
–Si me trajo aquí para burlarse de mí, lo mejor es que me vaya.– comentó Cedric, una visible vena resaltaba sobre su cabeza mientras sus puños temblaban. Era obvio que estaba haciendo un gran esfuerzo para contener lo que de verdad sentía.
–No te he traído para eso,– comentó la mujer. –Si te llamé, fue porque quiero dater una tarea que solo tú puiedes llevar a cabo.
Su ira se calmó un poco. No sabía para qué había mencionado lo anterior si solo iba a darle una tarea, pero decidió dejarlo ir. –Muy bien, adelante.
La matriarca cerró los ojos, sabiendo las posibilidades que podía desencadenar sus siguientes palabras. Sabía que debía elegirlas cuidadosamente, pero el problema era que no tenía muchas opciones. –Se como te sientes al saber que alguien más es el héroe, pero quiero decirte que tu entrenamiento no ha sido en vano.
Esto despertó su curiosidad. ¿Podía haber una posibilidad de que de verdad su destino sea salvar al mundo? –Dígame de una vez lo que tiene que decirme.
–Quiero que le enseñes a Lincoln todo lo que necesite para ser el héroe.– se limitó a decir la matriarca.
Por un momento no hubo palabras de ninguna de las partes. Cedric estaba teniendo problemas para procesar lo que había escuchado, mientras que ella estaba en espera de una respuesta. El guerrero rubio parpadeó un par de veces antes de que de sus labios escapara una pequeña risa que fue tornandose en una carcajada.
–Matriarca, no puede estar hablando en serio.– comentó el guerrero, limpiándose una lágrima del ojo mientras recuperaba el aliento. –Ya en serio, digame qué quiere que haga, fuera de bromas.
La gran matriarca solo lo veía con indiferencia; no parecía haber entendido la importancia de lo que le había pedido. –No es una broma, Cedric, de verdad vas a entrenar al héroe para que aprenda a dominar las cinco mágias.
La risa se apagó mientras que la íra que sentía hace unos momentos empezaba a brotar nuevamente. El guerrero apretó los puños al tiempo que su vista se nublaba. –Se necesita tener mucho coraje o tener muy poca vergüenza para perdirme que haga eso luego de la forma en la que fui humillado hace unas horas.
–Se que te estoy pidiendo demasiado, Cedric, pero debes entender que las cosas pasan por una razón. Yo no fui quien tomó la decisión de que él fuera el héroe, pero así es como debe de ser e...
–¡Según quién?! preguntó el guerrero. –¡Dígame quién es el responsable de haberme quitado mi destino! ¡Demando quién fue el que me mandó a la mierda para elegir a un forastero sin poderes!
La gran matriarca era conocida por tener una enorme paciencia, pero incluso esto se estaba saliendo de las manos; si no hacía algo ahora esto podía acabar mal. Golpeó sus manos contra el escritorio y se levantó de golpe, creando una pequeña onda expansiva que hizo que la silla detras de ella se cayera y algunos objetos alrededor se sacudieran. –!No estás en posición de demandar nada!
Cedric dio un paso atrás. Usualmente la gran matriarca era una persona que era asociada con la palabra "serenidad"; ni siquiera en los combates mas feroces ella demostraba que algo le estaba afectando, ella era tan calmada, tan serena mientras analizaba a su enemigo, y esto le valía siempre la victoria. Era por esto que el ver que había perdido los estribos por algo que él consideraba insignificante le asombraba demasiado.
–¡No eres el héroe y vas a tener que lidiar con ello!– respondió la lider. –¡Quiero dejar en claro que cuando tomo una decisión esta es definitiva, y lo que te acabo de pedir no es en calidad de favor, es una orden!
El guerrero rubio aún no podía salir de su asombro, su ira se había enfriado y se había convertido en temor. No podía rehusarse, por lo que hizo lo único que podía hacer en esa situación.
Cedric se arrodilló frente a ella, sintiendose como un perro postrándose frente a su amo por un premio. –Como usted diga, gran líder.– forzó las palabras a salir de su boca.
La matriarca se calmó, levantando su silla y tomando asiento. –Muy bien. Ya te puedes ir.
Cedric asintió y se levantó. Tenía muchísimas cosas que decirle a esa mujer, pero no solo sabía que no debía decirlas, sino que él mismo no tenía las agallas para insultarla. Él sabía de lo que ella era capaz; si bien era bondadosa, tambien podía ser despiadada.
–Cedric,– El rubio no volteó, simplemente se quedó parado en su lugar, dándole la espalda a la matriarca. –Se muy bien como te sientes, y también se que no puedo hacer nada para cambiar eso.
Cedric apretó los puños con enojo. No necesitaba que le siguieran recordando lo que ya era evidente. –Gracias.
–Pero si te hace sentir mejor, puedo decir con toda seguridad que, si bien no eres el héroe de la leyenda, estas destinado a ser un héroe aún más grande.
No lo hacía sentir mejor en absoluto. Si bien las intenciones de ella eran buenas, Cedric no podía evitar el tomar sus palabras como un premio de consolación, un premio de participación que le dan a los idiotas que no quedaron en ningún lugar para que no se fueran con las manos vacías. Eso lo hacía sentir peor, pero no iba a actuar de manera desagradecida frente a ella.
El rubio se dio la media vuelta y juntó sus manos a la altura de su pecho. –Muchas gracias por sus palabras, gran matriarca.– dijo mientras se inclinaba para hacer una reverencia. Luego de eso salió de la oficina sin decir una sola palabra.
–Vaya...– comentó Selene. –Se lo tomó muy bien...
Moon cruzó los brazos mientras una mirada de preocupación se posaba en su rostro. –¿No tienen el presentimiento de que planea algo?
–Lo dudo mucho.– comentó la matriarca. –Estoy al tanto de la fama que tiene, pero tratandose de un asunto oficial que yo misma le encomendé, estoy segura que lo cumplirá al pie de la letra.
Lincoln, quien se había mantenido al margen de la conversación decidió finalmente participar. –Una vez más, no es que dude de usted, pero esto sigue sin gustarme...
–Tus preocupaciones son justificadas, joven héroe,– la matriarca respondió. –Y si bien no puedo obligarte a aceptarlo, solo te puedo pedir que le des una oportunidad. Estoy seguro que acabarías sorprendido de los resultados.
–Bueno, técnicamente si lo piede obligar ya que-¡ouch!–Moon fue interrumpida por un codazo que le dio su hermana en las costillas. Captando el punto decidió guardar silencio.
–Supongo...que no tengo de otra.– dijo Lincoln, soltando un suspiro.
–Me alegra que hayas decidido seguir.– comentó la mujer. –Casi lo olvido, antes de que comiences tu entrenamiento, debes aprender a usar tu Jiin.
–¿Jiin?– preguntó Lincoln.
–Es la unidad de poder en nuestro mundo, mientras más grande sea, más poderoso es el usuario.– respondió Selene.
–Pero mientras más poderosa es, más dificil es de controlar.– complementó Moon.
–No dejes que te agobien las preocipaciones.– comentó la matriarca mientras se levantaba de su silla y caminaba hacia Lincoln. –Tengo toda mi confianza en que lo harás bien. Pero para iniciar, primero debemos desbloquearlo.
La mujer puso su mano en la frente de Lincoln y la otra en su pecho mientras cerraba los ojos. Sus manos empezaron a emitir un aura de color girs, la cual empezó a envolver el cuerpo de Lincoln por completo. Los ojos del peliblanco empezaron a brilla, y el aura que emanaba de él se intensificó. Libros y otro objetos alrededor empezaron a caer de sus lugares mientras que las ventanas se sacudían violentamente y amenazaban con romperse.
Selene y Moon trataban de mantenerse en pie, puesto que la fuerza que emanaba del peliblanco era abrumadora; ambas se tomaron de los objetos que más tenían a la mano, siendo estos el escritorio y una repisa. Luego de unos momentos el aura de Lincoln se disipó, haciendo que el peliblanco cayera de rodillas; todo esto había sido demasiado para su cuerpo, muy apenas podía estar consciente.
Una vez terminado, la matriarca retrocedió un poco. –Creo que ya ha quedado.
Lincoln miró sus manos, tocó su torso, piernas y rostro; no se sentía diferente, no había cambiado nada físicamente en él pero si se sentía muy cansado. –¿E-Eso fue todo?
–Así es, desbloqueado tu Jiin. Ahora puedes empezar a entrenar con Cedric.– comentó la matriarca. La mujer notó lo débil que se veía el peliblanco; no era novedad, el proceso de desbloqueo de Jiin era demasiado exahustivo y la mayoría de quienes pasaban por él acababan inconscientes. Le sorprendió que Lincoln solo se haya puesto débil. –Pero por ahora debes descansar.
Moon y Selene lo ayudaron a ponerse en pie, y luego de despedirse salieron de la oficina. La matriarca los miró irse, soltado un suspiro. –Buena suerte, héroe, y ojalá aprendas rápido.
Justo en ese momento miró hacia la ventana, observando a un buho blanco que se camuflaba con la nieve en las ramas; tan pronto como el animal se dio cuenta de que fue descubierto emprendió vuelo deprisa, haciendo que la nieve de la rama donde estaba posado cayera.
La matriarca suspiró una vez más. –Porque parece que no tenemos mucho tiempo...
Cedric caminaba por las calles de la aldea sin un rumbo fijo. No había terminado de digerir la información; seguía sin creer que iba a transmitir sus conocimientos a ese forastero. No podía dejar de pensar en el asunto, el solo recordar que no podía hacer nada para safarse de esta lo enojaba, pero sabía que safarse no era la respuesta. No después de todo lo que ella ha hecho por él.
Con cada paso que daba podía sentir las miradas de los demás sobre su espalda; sabía que todos lo veían como un fraude, sabía que luego de haber dicho por tanto tiempo que él estaba destinado a ser el héroe no todos lo veían como un mentiroso. Pero a él no le importaba, él los veía a ellos como unos traidores que no permanecieron a su lado ni lo apoyaron cuando la matriarca nombró a ese bastardo de cabello blanco como la reencarnación del héroe. Para él, la palabra de unos traidores no valía nada.
Pero bien, si la matriarca quería que le enseñara entonces eso iba a hacer. Pero lo haría a su manera; si el forastero no soportaba su paso era su problema, él no se la iba a poner fácil solo porque era un novato.
El guerrero pensaba en qué clase de técnicas lo iba a instruir, cuando sintió que alguien lo observaba. No sabía quien con exactitud, pero sentía que era una presencia pesada. Miró a su alrededor, notando que no había muchas personas en la calle; salvo por unos cuantos ancianos, unos niños jugando en la acera y un par de mujeres, nadie parecía estar clavándole la mirada.
Fue entonces que observó hacia un árbol que estaba cerca de él, ahí se encontraba un buho blanco que lo seguía a todos lados con una enorme precisión. Eso era bastante raro, los buhos ususalmente salían en la noche. Algo no andaba bien.
Tomó un poco de nieve del suelo y se volteó hasta darle la espalda al buho, luego de esto dio un repentino giro al mismo tiempo que lanzaba unos afilados cristales de hielo que hizo a partir de la nieve; los cristales dieron de lleno en el animal, quien cayó al suelo con un quejido mientras su blanco plumaje empezaba a teñirse de sangre.
Cedric fue rápidamente hacia donde estaba el moribundo animal; miró como éste se retorcía de dolor mientras la sangre empezaba a manchar la nieve debajo de éste. Cuando el ave dejó de moverse, Cedric lo levantó de un ala para inspeccionarlo mejor. No parecía nada fuera de lo ordinario, tal vez se había equivocado y había matado a un animal inocente.
Pero entonces el cadaver del buho empezó a cambiar de color, yendo de un blanco puro a un negro muy profundo. El cuerpo empezó a desintegrarse en partículas que eran transportadas por el aire hacia algún lugar desconocido. El rubio lo tiró al suelo y retrocedió unos cuantos pasos, temiendo que algo más fuera a pasar. Esto era algo que no se veía todos los días, y ciertamente le daba mala espina. Luego de unos cuantos minutos decidió alejarse.
Si eso es lo que creo que es, entonces ese forastero deberá aprender más rápido de lo planeado... Pensó. Pero eso no impedirá que me divierta con él...
