He estado escribiendo esto en vez de lo que realmente debería, pero bueno. Esto me hace feliz.
Toono suspiró profundo luego de haber comido la última cucharada de postre.
–Muy bien, así me gusta –felicitó Kashima sonriendo complacido. –Tienes que comerlo todo, estás muy delgado.
Ambos estaban sentados en la cafetería; al llegar la hora del almuerzo Kashima había ido a buscarlo a su salón para comer juntos. Toono había pensado en coger unas galletas y comerlas en el patio, pero Kashima lo convenció de comer un almuerzo apropiado con la promesa de que lo ayudaría en su tarea de biología cuando tuvieran que ir al club.
Un escalofrío le recorrió la espalda.
De todas formas, estaba bien. Sabía que no era saludable saltarse las comidas, y estaba notando cómo perdía peso por la forma en la que los pantalones le quedaban más sueltos. No es que quisiera, pero la intranquilidad que sentía todo el tiempo le hacía perder el apetito.
Kashima había empezado a contarle una historia sobre un compañero que había sucedido en la mañana. Toono había dejado de escucharlo, fijándose en las expresiones que hacía.
Se sentía culpable, primero, porque Kashima tenía muchos amigos, pero había decidido pasar su almuerzo con él. Toono era consciente de que era un perdedor: incluso aunque ahora saludara a más personas que había conocido gracias a Yacchan o a Kashima, ellos dos seguían siendo sus únicos amigos, porque Toono era incapaz de entablar una conversación con alguien más.
Y luego estaba todo el asunto de Kashima gustando de él.
Francamente, eso estaba más allá de su comprensión. ¿Por qué Kashima gustaba de él? Toono seguía sintiéndose bastante incómodo con todo el concepto de dos hombres (o más, como había aprendido a la fuerza en el club) relacionándose de forma sexual, y ni hablar de forma romántica.
Era extraño pensar que alguien pudiera gustar de él, sin importar el género, después de todo. Toono no tenía nada que ofrecer. Nunca estuvo al tanto de que alguien en el pasado gustara de él, y a la vez, Toono nunca había gustado de nadie. Esos sentimientos le eran ajenos.
Aunque últimamente…
–¡Kyousuke!
Toono dio un bote del susto. Sus mejillas se calentaron, sintiéndose atrapado, pero un segundo después se percató de que Kashima estaba llamando a Yacchan, que pasaba junto a su mesa.
–Oh. Hola, no había notado que estaban aquí.
Yacchan estaba sonriendo, pero Toono podía ver a través de su acto. Sabía que mentía, tanto con su sonrisa como con sus palabras. Eso hizo que se ruborizara aún más.
–¿Quieres sentarte con nosotros?
Las veces en las que habían estado los tres juntos habían sido estresantes y emocionalmente agotadoras, al menos para Toono. Sus ojos encontraron los de Yacchan, quien lo estaba mirando con los suyos entrecerrados. Esperaba que la expresión en su rostro expresara el mensaje.
–No, estoy bien, gracias.
Tal vez su alivio fue muy evidente, porque Yacchan frunció el ceño.
Antes de que Kashima pudiera decir algo más, Yacchan dijo:
–Ya me voy, pero no olvides que terminaremos tus deberes después del club, así que te veo más tarde. –Puso su mejor sonrisa, y se dirigió a Kashima. –Adiós, Yuu.
Kashima parecía desconcertado por la interacción, y cuando dijo "adiós" Yacchan ya estaba muy lejos para escucharlo.
–No sabía que Kyousuke era tan bueno, ¿está haciendo de tutor?
Lo que sabía Toono es que, si Yacchan no fuera bueno en matemáticas, sería un desastre académico igual que él. No estaba seguro de si Yacchan pudiera ser de ayuda en otras materias. Y tampoco recordaba haber quedado para terminar deberes; la última vez Yacchan le había dicho que no le importaba si Toono reprobaba el curso entero, después de que se riera de él cuando le contó la historia de cómo había perdido el penal más fácil de todos los tiempos.
Luego habían ido a cepillarse los dientes y habían vuelto a la habitación de Yacchan, listos para dormir.
El rubor en el rostro de Toono se intensificaba por momentos.
Fingió una tos, esperando que su mentira luciera convincente.
–Sí, uh, Yacchan me está ayudando… Y hoy me ayudará más…
–Oh. –La expresión en el rostro de Kashima se había entristecido. –Entonces, ¿está bien si yo te ayudo con tu tarea de biología-
–¡Sí! –Toono tosió más, esta vez de verdad. Contaba con la ayuda de Kashima, de lo contrario estaría perdido. –Sí, necesito toda la ayuda que pueda conseguir, por favor-
Kashima se rio.
–Está bien, está bien.
owomowo
Akemi-sempai les había dado permiso para retirarse antes del club, cuando Toono le rogó que necesitaba el tiempo para hacer su tarea de biología. Al saber que Kashima lo estaría ayudando, el presidente del club sonrió sardónicamente. Tamura-sempai chifló mientras Yuri-kun reía descontroladamente a su lado. Itome-kun le sonrió suavemente a Kashima.
–¿Acaso no es bueno tener un tutor que te enseñe y te corrija? –Suspiró Shikatani-kun soñadoramente. Al parecer su experiencia previa no lo había desanimado para nada.
Toono se había limitado a cubrirse el rostro por la humillación.
Al menos había conseguido ayuda para su tarea de redacción. Aún le era incomprensible que alguien como Yuri-kun fuera tan bueno en todas las materias, pero tal vez los genios eran así.
s.
A pesar de que todos tenían un buen nivel de redacción, lo que pedían a cambio era inaceptable. Yuri-kun sólo le había pedido que le apretara el antebrazo con toda su fuerza (que no era mucha, a decir verdad). Toono se gritó mentalmente que no debía tratar de adivinar lo que Yuri-kun podría estar pensando mientras él apretaba y el otro soltaba risitas. Una vez que había dado todo su esfuerzo, Yuri-kun le palmeó la mejilla y estiró su mano hacia las hojas con la redacción de Toono.
–¡Adiós! –Se despidió en voz más alta de la necesaria. Kashima salió detrás de él, igualmente sonrojado.
–Hemos salido una hora antes. ¿Te parece si pasamos por unos pasteles y vamos a mi habitación?
La idea de los pasteles era tentadora, pero ir a la habitación de Kashima… se sentía incorrecto.
–¿Preferiría ir a la biblioteca…?
–Claro, está bien. Pero pasemos por pasteles primero.
Toono asintió.
owomowo
Toono había olvidado que no se podía comer en la biblioteca. No les quedó más que quedarse afuera mientras terminaban su respectivo dulce.
Comenzaba a sospechar que Kashima lo había hecho a propósito, para pasar más tiempo con él sin tener que concentrarse en deberes escolares. Siguió contándole la historia que había empezado al almuerzo, interrumpida por la aparición de Yacchan y el final del receso. Como no había prestado atención a la primera parte, había cosas que no le hacían sentido, pero le pareció graciosa de todas formas.
Cuando Kashima terminó de comer, le sonrió sin mostrar los dientes, mirándolo fijamente. Entonces le pasó un brazo por los hombros y lo apretó contra sí, guiándolo dentro de la biblioteca.
–Vamos, esa tarea no se hará sola.
owomowo
–¡Oh, por dios! –Exclamó Toono, una vez que vio la hora en el reloj de la biblioteca. La reunión del club se había acabado hace cuarenta minutos. –¡Yacchan debe estar esperándome!
Se cubrió la boca con una mano, avergonzado de haber hablado tan alto. Recogió sus cosas apresuradamente, metiéndolas a su mochila.
–Lo siento, Toono, no me fijé-
–No, está bien, no es tu culpa. Oh, Yacchan va a matarme.
Kashima bufó ante la broma, pero Toono sólo se ajustó la mochila a la espalda con rapidez.
–Estoy muy agradecido, no podría haberlo hecho sin ti.
Un segundo más tarde, deseó haber elegido otras palabras. Kashima estaba sonriendo amplio, ilusionado, con los ojos brillando.
–Cuando quieras, Toono, sabes que estoy aquí para lo que necesites.
Lo sé, pensó, sintiéndose culpable.
–Muchas, gracias, de verdad. ¡Nos vemos!
Sin esperar a que Kashima se despidiera, Toono dio media vuelta y una vez que estuvo fuera de la biblioteca, se puso a correr en dirección a la habitación de Yacchan.
owomowo
Sin esperar a recuperar el aliento, Toono llamó a la puerta de Yacchan.
Nada.
Ay, no…
Toono llamó otra vez, sintiéndose ansioso. ¿Yacchan se había enojado? Él sabía de los horarios del club, Toono se los había dicho. Así que sabía que la reunión del club había acabado tres cuartos de hora atrás.
Antes de que llamara por tercera vez, la puerta se abrió.
–¿Estás bien? –Le preguntó Yacchan, sonando preocupado. Toono seguía respirando entrecortadamente por haber corrido hasta ahí.
–S-sí.
Las consecuencias de no tomarse educación física en serio, pensó Toono, mientras apoyaba sus manos en sus rodillas, respirando profundamente.
Yacchan rio.
La primera vez que había visto a Yacchan había sido como mirar directamente al sol. Hermoso, impresionante, pero tan brillante que podía dañar.
Ahora ver a Yacchan era como ver toda la belleza que era iluminada por el sol. Inagotable, incansable, conmovedora. Por más que viera, siempre se sentiría maravillado.
Seguramente se había quedado mirando otra vez, porque Yacchan le dio en la frente con dos dedos.
–Entra ya, si vas a desmayarte del cansancio que sea adentro, así no tengo que recogerte del pasillo.
owomowo
Después de descolgarse la mochila de los hombros, Toono se tumbó en la deshecha cama de Yacchan, tratando de recuperar el aliento.
–Patético –dijo Yacchan.
Toono ladeó la cabeza, y vio que le tendía una botella de agua. Sonrió, agradeciéndole y sentándose para poder beber. Yacchan se había sentado en la orilla.
–Y bien, ¿vamos a terminar tus deberes, o qué?
–No, por favor, deja que me tome un descanso, estuve más de una hora tratando de entender lo que me explicaba Kashima.
–Ah.
Ahí estaba otra vez. La tensión en el cuerpo de Yacchan, la misma que había percibido cuando los había encontrado a él y a Kashima juntos en la hora de almuerzo.
Las mariposas en su estómago no se hicieron esperar. Armándose de valor, dijo:
–Estás celoso.
–¿Qué?
–Estás celoso porque pasé tiempo con Kashima hoy.
–No, yo, no- –comenzó a negar, pero sus mejillas se sonrojaron. Frunció el ceño, dándole un empujón. –Tú estás celoso de que yo tenga tantos amigos y no puedas pasar todo el día junto a mí.
–Es verdad. –Reconoció Toono de inmediato. Yacchan le miró sorprendido. –Estoy celoso por no haber podido pasar todo el día junto a ti.
Las mejillas de Toono se calentaron también. La tensión en el ambiente, la forma en la que Yacchan miraba tan intensamente sus ojos, su rostro, como si no hubiera nada más. Sabía que él miraba a Yacchan de la misma forma.
Yacchan apartó la mirada.
Me gustas, Yacchan. Me gustas un montón.
