"Advertecia: "
"Habra temas sobre el abuso escolar, pensamientos y escenarios depresivos, un par de imagenes que quizas puedan asustar al público sensible y mucho hurt/comfort. Solo quiero decir que si eres una de esas persona que sufre de acoso escolar no dudes en buscar ayuda y hablar del tema sin miedo con alguien de confianza... Dicen que el aliado más valioso de los matones y el peor enemigo de las victimas es el silencio de los demas... no te quedes callado."
Una sacerdotisa en Twisted Wonderland
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"Deséale suerte a quien actúe con maldad, pues tarde o temprano la va a necesitar."
– Anónimo
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Capítulo 54:
"El verdadero rostro de una sacerdotisa"
Muchos se estarán pensando cómo fue al final la repartición de la habitación teniendo en cuenta la moralidad de la gran mayoría de los presentes de la habitación, y por algunos me refiero a cierto gemelo alegre y un gato. Si bien Scarabia ya tenía todas las habitaciones ocupadas por todos sus residentes entonces la única manera para que todos descansaran era permanecer en el mismo lugar en el que Shiori y Grim estuvieron confinados en estos días.
Decidirlo no fue sencillo ya que alguien no quería que los chicos de Octavinelle, pese a todo los favores que le deben a cierta chica, pensaron que no sería justo que Shiori durmieran en el suelo con el futón, que por suerte encontraron en la habitación, ya que sería muy poco caballeroso de su parte si eso pasara; pero por otro lado la sacerdotisa era muy terca al querer aceptar que los jóvenes descansan en el piso, de algún modo esto le trajo un deja vu con respecto a la cama y el futon .
Esta era una total guerra por el poder para decidir sobre quienes iban a dormir en el futón más que la cama propia. Ambos bandos parecían muy seguros de lo que querían y estaban dispuestos para llevarla a cabo sin importar cómo.
– Esta es su última oportunidad Shiori. Podemos omitir este enfrentamiento innecesario si tan solo aceptas el trato. – Comentó Azul mirando fijamente a Shiori y cerrando una mano en un puño.
– Señorita Shiori, usted es una dama muy sabia y comprensible, por favor no sea terca y acepte la propuesta humilde que le ofrece nuestro líder. – Dijo Jade manteniendo oculto su puño cerrado en su espalda.
– Como una sólida roca que no se mueve con el viento, así el sabio permanece perturbado ante la calumnia y el halago – Shiori recitó una frase de buda también mirando fijamente a ambos jóvenes para luego resumir lo que había dicho. – Es decir que no lo voy a aceptar a menos que sea justo. Así que estoy lista para enfrentarme a las consecuencias de lo que suceda. – Ella también había formado un puño en su mano tatuada y con el rosario envuelto.
Una batalla de tan solo una ronda en el que cualquiera podría ser el resultado ganador en esta contienda.
– ¡Dejen de hablar y ya comiencen! – Pidió impaciente Floyd, ya que estaba esperando por mucho tiempo este encuentro.
– ¡Es hora! – Exclamaron tanto Shiori como Azul.
– ¡Yan! – Gritó Shiori
– ¡Ken! – Gritó Azul.
– Po. – Añadió tranquilamente Jade
Con tan solo una ronda de piedra, papel o tijera los tres jóvenes revelaron sus manos para mostrar que en efecto quien había perdido fue ni nada más y nada menos que Shiori, por lo que ella sería la persona que tomaría posesión de la cama sin refutar.
Un problema resuelto.
Un par de manos cayeron dramáticamente rendidas al suelo al igual que el cuerpo femenino de una joven.
– Tijeras, tú nunca me habías fallado en yan–ken–po ¡¿Por qué?! – Dijo dramáticamente Shiori con una sombra morada pintada en su frente.
– Una contienda bastante interesante, pero... "lo hecho, hecho está." – Recitó Azul triunfante.
– ¿Y no quieren hacer una ronda de tres? – Ella pidió con un hilo de esperanza.
– No seas mala perdedora señorita y cumple con tu palabra. – Rio Jade picándole la mejilla con suavidad.
Shiori solo hizo un leve puchero, pero al final tan solo soltó un suspiro de resignación, por se acercó a la cama con la ropa con la que llegó al dormitorio de Scarabia y estaba a punto de acostarse sobre la cama, cuando de repente Azul la detuvo momentáneamente.
– ¿Y tú pijama Shiori? – Preguntó el peliplateado.
– No pude ir por ella después de levantarme en su dormitorio. – Refutó tranquilamente ella acercándose al colchón. – No se preocupen, dormiré con lo que tengo puesto.
¿Alguna vez nunca imaginaron cómo se sentiría si la chica que les gustara estuviera usando tu pijama? Claramente el trío de Octavinelle, vio esto una oportunidad para que Shiori usará la prenda de vestir que ellos usaban a diario y teniendo en cuenta con lo grande que le quedaría a ella, por la diferencia de estaturas, fue un gatillo más que suficiente para hacer volar la imaginación de aquellos jóvenes.
– "Mira mira Jade–Kun" – Dijo la Shiori imaginaria de Jade que llevaba la larga camisa alargada mientras pestañeaba lentamente al gemelo mencionado quien ocultó bajo su mano su sonrisa.
– "Azul ¿Me queda bien?" – Azul trago grueso ante esa imagen de Shiori en un conjunto de pijama de cetim como las que usaba y se estaba acomodando los lentes para que nadie lo viera inesperadamente nervioso estaba.
Y Floyd... muchos se podrían hacer una idea de cómo era su Shiori imaginaria. Pero lo que se puede decir era que aquella prenda era totalmente única.
Esta era una oportunidad que deben de aprovechar como cualquier lotería, pero sin verse comprometidos a quedar mal o peor como unos pervertidos.
– Te puedo dar... – Hablaron los tres jóvenes al mismo tiempo, como si estuvieran sincronizados.
Pero bastó que los demás hablaran para que ahora entre ellos se vieran fijamente, entendiendo lo que los otros estaban a punto de hacer.
– Oh mil disculpas Azul se ve que tienes una gran necesidad y desesperación al querer hablar con la señorita, por favor adelante y continua. – Jade instigó a Azul.
– "Este sujeto" – Azul vio claro lo que Jade estaba planeando al hablar de más, pero no dejaría que eso lo haga retroceder. Si quería guerra pues guerra tendrá. – Oh no te preocupes por mi Jade. Puedo ver que tú también estás muy ansioso de lo normal, pero descuida todo estamos aquí para escucharte.
– ¿Heh? Ustedes están muy raros ahora ¿Por qué será? ~ – Río ladinamente Floyd. – O mejor dicho ¿Qué es lo que piensan?
Los únicos confundidos a estas alturas eran Shiori y Grim quienes miraban confundidos el intercambio de miradas que hasta se podía ver que había una especie de rayos chocando entre sí.
Esto tan solo se podría solucionar de una sola manera.
Oh sí, la segunda ronda estaba a punto de comenzar.
...
– ¿Por qué Koebi–chan no puede dormir con nosotros? – Recriminó Floyd haciendo un puchero bajo la sábana de su futón.
– Lo sabes perfectamente Floyd. Uno, ella es una dama. Dos, debemos respetar su privacidad y tres... estás durmiendo sin una camisa y ella se sentirá incómoda. – Refutó su gemelo Jade a su costado y ya vestido para dormir.
Floyd miró hacia abajo para ver que solo este vestido únicamente con su pantalón para dormir.
– Hace mucho calor en este lugar y me voy a deshidratar rápido si estoy abrigado. – Argumentó él, provocando así el suspiró de su hermano.
– Típico de ti hermano. – Dijo Jade resignándose.
– Entonces ¿Por qué lo consientes demasiado? – Añadió sereno Azul, aunque estaba un poco molesto por haber perdido la apuesta.
– Es algo que me resulta inevitable. – Sonrió el gemelo tranquilo.
Azul estaba a punto de refutar a Jade cuando la puerta del baño de la habitación se abrió para que la albina saliera con la ropa que uno de los gemelos decidió prestarle por el día de hoy.
Llevaba puesto lo que se podría decir uno simples short que estaban ocultos bajo el celeste polo largo que parecía que llegaba hasta las rodillas de Shiori. Muy simple muchos dirán o estarían pensando en estos momentos si estuvieran presentes en este de no ser por un tal peculiar estampado gracioso que esta tenía pegada en la parte frontal.
– Muchas gracias por prestarme esta ropa sospechosamente casual Floyd. – Agradeció Shiori sintiéndose un poco aliviada por lo menos llevar algo cómodo.
– Heh je je~ No se dé que hablas Koebi–chan~ Ese polo ya lo tenía bien guardado. – Rió inocentemente Floyd. – A propósito, te queda bien~.
– "¿Entonces por qué huele a nuevo?" – Pensó la albina alzando una ceja.
Pero ya no le quiso dar tantas vueltas en el asunto porque era tarde y ya quería ir a descansar, así que ella simplemente tuvo mucho cuidado al pasar por el cuarto para no pisar a nadie por error, apagó la luz y finalmente se aproximó para acostarse en la cama junto con Grim quien ya había caído en los brazos de Morfeo hace un buen rato atrás.
Tenían muchas cosas que hacer mañana así que lo mejor sería despedirse de todos antes de volver a cerrar los ojos.
– Buenas noches, Jade. Buenas noches, Floyd. Buenas noches, Azul. – Se despidió Shiori.
– Buenas noches. – Respondieron el trío de Octavinelle.
Ya con esa despedida ya establecida tanto ellos como varias personas alrededor de distintos lugares en sus casas cerraron sus ojos para sumergirse en las proyecciones que su mente tenía preparada esta noche ya sean algo que hayan hecho en estos días...
... ¿O quizás sería algo más?
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Primero fue una oscuridad absoluta, luego se escuchó el eco de un cascabeleo y finalmente la respiración agitada de un joven de cabellera plateada que usaba lentes apareció. Todavía Azul estaba recuperándose de la anterior visión que habían visto sus ojos. El dolor compartido. Las cosas que vio. Sintió que tenía mucho que asimilar en poco tiempo, era como si una gran cantidad de la información hubiera pasado rápidamente por su mente.
Sorpresivamente aún con lo poco que vio por lo menos tenía una o dos ideas claras, pero hubo momentos en el que sí debía de admitir que le resultaron duras de ver tal y como fue el momento en el que Shiori obtuvo su cicatriz y la contemplación de primera mano del sacrificio de su padre. Ahora podía entender porque su medusa casi no daba muchos detalles acerca de cómo su padre falleció y solo se limitaba a decir lo más básico de lo básico y sin llegar a los detalles.
Los gritos, las lágrimas, la desesperación y la tristeza de una niña pequeña eran las suficientes razones para desestabilizar emocionalmente a alguien, incluyéndose. Pero que por algún motivo o razón Shiori logró superar esa brecha.
La verdadera cuestión era saber ¿Cómo lo logró? Se requería mucho valor para si quiera volver a levantarse. Uno simplemente no vuelve a sonreír como lo hace ella después de vivir esto. Tenía que haber algo más, faltaban muchos huecos argumentales para siquiera completar una parte del panorama de cada recuerdo para poder entenderlo. Era como si estuviera armando un rompecabezas con tan solo pocas piezas.
– ¿Esto es lo que tuviste que pasar? – Azul le preguntó al vacío mientras se limpiaba el sudor de la frente y acomodaba sus lentes. – ¿Por qué me estás mostrando esto? ¿Qué es lo que quieres decirme?
Como si sus oraciones fueron escuchadas la escena en negro cambia para mostrar a un agotadísimo y herido Hitoshi caminando pesadamente por los pasillos del templo durante la noche mientras equilibraba su peso en un extraño báculo dorado que era mucho más grande que él, pero con seis argollas adornadas en la punta afilada.
A juzgar por las ojeras bajo sus ojos azul cielo, los rasgados de sus prendas y la apariencia de aquel albino, Azul, pudo ver claramente que parecía como si hubiera peleado con algo durante mucho tiempo; pero ¿A dónde se estaba dirigiendo?
Sin embargo, no pudo continuar viendo más ya que al instante Azul repentinamente sintió como su brazo derecho empezó a punzar dolorosamente al tal punto que él empezó a sisear por el dolor mientras que al mismo tiempo Hitoshi detuvo repentinamente su caminata. Con todo lo que Azul había visto hasta ahora supo lo que le estaba pasando en estos momentos.
– El dolor compartido... – Siseó Azul sosteniéndose el brazo mientras que otras voces que lo acompañaron. – a ella le está pasando algo.
Ni bien las palabras del líder de Octavinelle dijeron eso, Hitoshi, de manera instantánea olvidó su dolor y salió corriendo hacia los pasillos del templo. Se notaba que el cuerpo de aquel hombre pedía gritos un descanso tanto así que por momentos tropezaba, pero aun con eso no se detuvo en ningún momento. En medio de la corrida aquel hombre sacó de su manga un rosario Juzu que la arrolló a su muñeca. El líder de Octavinelle supo identificarlo ya que lo había visto innumerables veces. Era el rosario de Shiori.
Hitoshi corrió y corrió y finalmente, luego de unos angustiantes segundos, pudo llegar a una puerta de paneles en específico. Él hizo una breve pausa para recuperar el aliento y secarse el sudor de la frente; estaba listo para apoyar su mano al borde de la puerta, sin embargo, se detuvo momentáneamente ya que al otro extremo pudo escuchar un suave sollozo:
– Ayuda... – Dijo débilmente la voz asustada de una niña.
Esas palabras hicieron reaccionar al adulto quien abrió apresuradamente la puerta corrediza para presenciar una escena que lo hizo jadear al igual que Azul.
– ¡Ayúdame, papá! – Exclamó una Shiori de tres años.
Ella estaba llorando amargamente ya que había un espectro de aspecto asquerosamente oscuro, que solo tenía una enorme boca y dos piernas, mordiendo con fuerza el brazo en donde estaba la marca de la niña. Shiori intentaba inútilmente empujar lejos a la criatura quien presionaba con más fuerza mientras la jalaba hacia un extremo de la habitación como si fuera un pez mordiendo un anzuelo a la que estaba dispuesto a nunca soltar y eso lo pudo verificar ya que varios pequeños charcos de sangre cayeron al piso.
Se trataba de un betobetosan. De alguna manera ese espíritu demoníaco encontró la manera de evitar o quizás romper uno de los sellos de protección que tenía la habitación de su pequeña para colarse, atacarla mientras dormía y llevársela hacia donde había una especie de sello oscuro que emitía un aura tan contaminante.
Los iris de Hitoshi se encogieron de la preocupación al ver como querían llevarse a su hija al otro plano espiritual y empuñando con mucha fuerza su báculo reveló que cuerpo de dicho objeto en realidad tenía oculta guardada una cuchilla con grabados en su hoja que deslizó con una rapidez para enterrarla justo en donde se suponía que era la frente de aquel espectro.
La fuerza con la que el albino había empleado fue tan fuerte que hasta el espectro abrió su boca para liberar la mano de la niña. Cuando su hija fue libre, el hombre, con el brazo en donde estaba atado el rosario la tomó de la parte posterior de la pequeña cabeza de Shiori y la atrajo a su pecho para protegerla a su vez que no quería que ella viera como con su otra mano libre clavó aquella cuchilla en el espectro contra la pared, en donde justo estaba aquel sello maldito.
Muy a pesar de su lamentable estado aquel espectro no paraba de reír burlonamente de él y de lo cerca que estuvo de arrancar el brazo de aquella niña con sus dientes.
– No toques a mi hija. – Siseó seriamente Hitoshi ahora apoyando su mano al filo de aquel instrumento para que su sangre pasará por lo grabados. – "Llamas de Amaterasu".
Con aquellas palabras los sellos de aquella cuchilla se activaron para comenzar a incinerar a aquel espectro en unas dolorosas flamas rojas mucho más fuertes que el mismo sol. El betobetosan dejó de reír para ahogarse en gritos de dolor que gradualmente se fueron apagando junto con su existencia en plano real hasta no dejar ningún rastro de él ni de aquel sello pegado a la pared.
El silencio sepulcral duró muy poco ya que luego de esa brutal escena la pequeña Shiori empezó a abrazar y llorar con mucha más fuerza por el miedo que experimentó y el dolor de su pequeño brazo. Hitoshi, escuchando el gimoteo, arrojó aquella arma lejos de él, a cuestas se vendó la mano para finalmente terminar cargando con cuidado a su hija y sobarle la espalda con suavidad con el fin de tranquilizarla y consolarla.
– Ya. Ya. Ya. Tranquila ya estoy aquí. – Hitoshi susurró con gentileza y cariño. – Papi te cuida.
– P-Papá... m-me duele mucho. – Dijo la voz ahogada de Shiori enterrada en el pecho de su padre.
Tanto Azul como Hitoshi contuvieron un jadeo de horror al ver como de aquellas huellas de dientes generaban que poco a poco el brazo de la niña se iba ennegreciendo como si fuera las primeras fases de una necrosis.
El gran sacerdote Nakamura reconoció aquel tipo de manchas. Se trataba de una contaminación, una que lentamente y dolorosamente podía descomponer la carne humana a medida que la mancha crece. Por suerte la oscura energía que emanaba esa mancha era de un poder mínimo por lo que tardaría horas en descomponer siquiera la primera capa de la piel lo que significaba que él aún estaba a tiempo de purificarlas y una manera efectiva era la de rociar agua bendita de los cazos de agua que el templo tenía en los jardines. Si lograba quitar la maldición entonces podría curar la herida física de su hija, así que conociendo lo que tenía que saber entonces Hitoshi empezó a actuar.
– No te preocupes princesa. Todo estará bien. – Hitoshi levantó la mirada de Shiori para limpiarle sus lágrimas con el dedo pulgar y dedicarle su clásica sonrisa tranquilizadora a pesar de lo mucho que estaba cansado y herido. – Yo curaré tus heridas. Salgamos de aquí.
Con esa orden Hitoshi caminó rumbo a la habitación contigua en donde era su oficina y velozmente tomó su maletín médico que tenía bien guardado para llevarlo consigo hacia los jardines antes de que la herida se infectara más.
Cuando estaba en medio del camino de los pequeños santuarios una voz a sus espaldas lo detiene a medio camino:
- ¡Excelencia! – La voz provenía de una sacerdotisa de mayor edad de cabellos marrones con grises y ojos escarlatas que iba acompañada de varias sacerdotisas adultas y jóvenes que, la gran mayoría, poseían el rasgo distintivo de la familia Nakamura. Los ojos escarlatas.
Azul pudo ver como la gran mayoría de ellas lucían magullas por todos lados, pero aun así tenían las suficientes fuerzas para seguir corriendo hasta llegar al albino.
- Hermana Sachiko. – Él la reconoció. – ¿Se encuentran bien?
- Todas estamos bien ¿Y usted, su excelencia? – Preguntó la mujer mayor.
- De igual modo. – Asintió el hombre albino.
Pero Azul pudo ver que aquel hombre mentía ya que por momentos algunos de sus músculos de sus brazos tenían leves espasmos momentáneos por culpa del cansancio, pero que aun así se rehusaba a soltar a su hija.
– ¿Y los demás? ¿Les pasó algo? – Hitoshi pregunto
– No, el desfile del Hyakki Yako demoníaco ya terminó. Todos los espectros que intentaron entrar han sido exterminados. – Informó ella.
- Gracias por su trabajo. – El hombre inclinó su cabeza. - ¿Alguna baja?
- Por suerte ninguna, solo un par de nuestros sacerdotes y algunos soldados yamabushi quedaron malheridos por la batalla. – Dijo otra sacerdotisa del grupo.
- ¿Heridas de profundidad?
- Todas superficiales junto con uno que otro hematoma, su excelencia.
Entonces la mujer mayor se percató de la sangre que el gran sacerdote tenía su túnica al igual que la presencia de la Shiori quien asomó su mirada asustada del pecho de su padre, prácticamente logró ver cómo su pequeño brazo mal herido tenía una profunda marca de dientes que iba poco a poco ennegreciendo como si fuera tinta bajo su piel.
- ¡Shiori-sama! – Exclamó preocupada la mujer mayor al igual que muchas de las hermanas espirituales. – ¿Fue contaminada?
Shiori se encogió un poco pero su padre nuevamente le sobo la espalda para tranquilizarla con su tacto y el sonido de sus latidos.
- Debo llevármela para purificar la contaminación y curar su herida. – Ordenó amablemente Hitoshi aunque su mirada mostraba la verdadera mirada de un líder. - Pero antes necesito pedirles un enorme favor a todas ustedes... De hecho, debo encomendarles una importante misión
Al instante Azul pudo ver como todas las sacerdotisas cambiaron sus expresiones anteriores a uno inmutable y sereno para prestar toda su atención a las palabras del líder del templo.
- Estamos a sus órdenes, gran sacerdote Nakamura. – Respondió con respeto la mujer mayor al igual que las demás sacerdotisas.
- Dividanse en dos grupos. Un espectro ha logrado colarse en silencio dentro de las instalaciones del santuario, eso quiere decir que alguien tuvo que haber sacado uno de los sellos de protección. investiguen en qué zonas pudieron entrar y vuelvan a sellarlas. – Dijo Hitoshi.
- ¿Pero quién haría eso? – Preguntó una de las jóvenes de cabello negro.
- Lo siento, aún no lo sé. Lo único que sabemos es que los demonios no pueden tocar los sellos de protección, así que pudo haber sido cualquier motivo. – En eso luego él miró al otro grupo de jóvenes. - Ustedes saben de medicina. Vayan con los heridos y tratan de curar a la gran cantidad que puedan, una vez que acaben respalden a las demás en la búsqueda. Es posible que todavía haya algunos espectros escondidos por aquí así que extermínenlos. Cuento con todas ustedes para la protección del templo y de nuestros hermanos heridos.
- ¡Sí, su excelencia! – Corearon todas al mismo tiempo mientras y con valentía salieron a acatar la orden del sacerdote.
Fue entonces que de manera repentina Azul empezó a experimentar una serie de extraños sentimientos repentinos que surgieron dentro de él como sentimientos de admiración, gratitud e inspiración, pero que al mismo tiempo se mezclaron con otras emociones como el de la inferioridad, inseguridad y culpa. Ninguna de ellas pertenecía a él.
¿De dónde salieron estas emociones?
Fue gracias a las experiencias del dolor compartido que pudo deducir que la única manera de que podía sentir esto era tan solo una personita en específico. Así que dirigiendo su mirada hacia la pequeña niña pudo ver que ella, a través de su mirada escarlata inocente, observaba con detenimiento a aquellas sacerdotisas y a Hitoshi con ojos llenos de admiración. Todas esas emociones extra le pertenecían a Shiori.
Juntando las emociones dentro de cuerpo y el contexto del recuerdo Azul pudo llegar a la conclusión de que a pesar de la corta edad de Shiori para sus tiernos ojos rojo asimilo que, a pesar de las dolorosas heridas y el cansancio, aquellas sacerdotisas no mostraban signos de dolor o de queja alguna y en lugar de eso reflejaban un rostro totalmente inquebrantable que hasta parecían que no temían a al destino que podían encontrar adelante si acataban la orden de aquel hombre.
Y en parte él tenía razón ya que en aquel entonces se podía decir que Shiori por un lado sentía una gran admiración por aquellas hermanas espirituales que; a pesar de no poseer un gran poder áurico, a diferencia del poder con el que ella había nacido, aquellas sacerdotisas salían a proteger a su hogar únicamente con sus artefactos, pergaminos y sus poderes espirituales. Por otro lado su padre, un hombre ajeno de este mundo espiritual, ejercía un excelente trabajo como líder y que además era una persona extraordinariamente admirable ya que se notaba que él sería capaz de seguir poniéndose de pie las tantas veces sea necesario para proteger lo que él considera lo más importante.
Para la mente inocente de la niña, aquella clase de personas siempre representaron lo que alguna vez ella quería alcanzar a ser: Una fuerte, orgullosa y valiente sacerdotisa. Pero al mismo tiempo fueron el inicio de sus inseguridades y su cuestionamiento sobre su verdadero valor dentro del templo Nakamura.
Una vez que todas se retiraron el padre de la niña continuó su trayecto hacia el jardín. Durante el camino Hitoshi en ningún momento escuchó que Shiori dijera algo. Asustado, al inicio creyó que tal vez ella se había desmayado, pero al verla mejor pudo ver que tan solo estaba tratando de contener del dolor mordiéndose sus labios, apretando sus ojos con fuerza y manteniendo sus manitos cerradas con fuerza sobre su ropa.
La mirada azul cielo de Azul pudo ver como el rostro de Hitoshi se entristeció mucho al ver lo que su hija estaba haciendo y lo comprendía muy bien ya que él también estaba colocando esa misma expresión de tristeza al ver un patrón en el cuadro de actitud de Shiori.
"No quiero ser una carga."
Recordó las palabras que su medusa dijo antes de descansar y ahora viéndola desde este sueño bien elaborado o recuerdo ahora quizás podía comprender por qué ella no quiere preocupar a nadie. Pero eso era inevitable ya que mirando a Hitoshi, como cualquier padre amoroso que él muy pocas pudo presenciar junto a su padrastro, era muy obvio que a esa clase de hombres siempre les dolería mucho presenciar cómo sus hijos o el caso hijas sufrían por algún dolor y que el destino de calmar ese sufrimiento estaba en sus manos.
Técnicamente era como si aquel hombre estuviera sosteniendo una copa de cristal fino que, a cualquier mal movimiento, se podría romper en miles de pedazos.
Muchos entran en pánico y no saben qué hacer cuando tienen la mente paralizada, pero aquellos que siempre buscan las maneras de cómo tratar de aliviarlo, aunque sea un poco, emplean lo que creen que es lo mejor que pueden ofrecer en el momento hasta llegar a la solución del problema:
¿Qué debo dar... / What would i give
...Para vivir... / if i could live
...Fuera del agua? / Outta these Waters?
Al escuchar esa suave voz Shiori abrió sus ojos y levantó su mirada hacia arriba y vio como su padre, su único y verdadero caballero de armadura brillante, le estaba cantando aquella canción que tanto le gustaba escuchar en las noches a la hora de dormir.
Siempre la ayudaban a reconfortarla.
¿Qué hay que pagar... / What would i pay
...Para un día... / To spend a day
...completo estar? / Warm on the sand?
Si Azul pudiera clasificar la voz de Hitoshi diría que tiene un tono en tenor mezclado con una calidez nunca antes escuchada que sonaba casi como si fuera el dulce cantar de un ruiseñor frente a su rosa a la luz de la luna.
Pienso que allá / Betcha on land
lo entenderán / They understand
puesto que no prohíben nada / Bet they don't reprimand their daughters
En lo que iba corriendo finalmente el hombre adulto logró al pozo del templo para dejar su bolso médico a un lado, sentó a su hija en el borde de piedra, tomó con cuidado el brazo herido y con su otra mano libre sostuvo una extraña cuchara de madera que tenía cerca y la hundió en aquellas aguas cristalinas para sacar un poco del líquido.
En todo el momento Hitoshi hizo todo lo posible para poder tranquilizar a Shiori quien escuchaba atentamente el canto de su padre y en efecto eso realmente la ayudaba ya que al canalizar su aura calmada a través de su voz pudo ver como poco a poco su niña dejaba de llorar.
¿Por qué habría... / Bright Young women
...De impedirme... / Sick of swimmin'
Hitoshi hizo una pequeña pausa para mirar a su hija mientras le sonríe tranquilamente, la niña luego de verlo a sus ojos supo lo que tenía que hacer y con su infantil voz siguió a su padre de manera bajita.
"Ir a jugar" / "Ready to stand"
Entonces Hitoshi empezó a volcar el agua bendita sobre el brazo y Azul pudo ver de antemano como aquellas manchas ahora se reducían del brazo de la niña mientras emitían un leve vapor. Azul pudo sentir como un escozor pasó por su brazo y pensó que quizás Shiori también lo notaría, pero ella estaba tan concentrada en otra cosa que no se percató de eso.
Mientras tanto, en cada chorro de agua bendita, el albino vio como ya no había rastro de la contaminación y ahora solo quedaba la herida abierta de la mordida por lo que ahora, tomando su maletín médico, comenzó a limpiar y cerrar la herida con cuidado mientras continuaba cantando para distraer a la niña y no viera como la aguja con el hilo iba cerrando los puntos.
A estudiar que hay por saber / And ready to know what the people know
Con mis preguntas y sus respuestas / Ask'em my questions and get some answers
La habilidad de las manos de Hitoshi era tan altas que hasta Azul se sorprendió mucho al ver cómo mientras él trataba que su hija solo se enfocara en su cara y en la canción al mismo tiempo sus manos como tuviera vida propia ya empezaban a cerrar la herida con una rapidez, cuidado y limpieza digna de un médico experto.
Y así en un abrir y cerrar de ojos la herida ya fue cerrada. Ahora tan solo faltaba vendar el brazo.
¿Qué es fuego? Y ¿Qué es quemar? / what's a fire? Andwhy does it
¿Lo podré ver? / what's the Word? burn!
¿Cuándo me iré? / When's it my turn?
Quiero explorar / wouldn't love
Sin importarme cuando volver / Love to explore that shore up above?
Finalmente, el hombre albino finalizó el vendaje colocando el broche plateado, como detalle beso con cuidado el vendaje del brazo de su niña ganándose una adorable risita de ella en señal de que ya era libre de cualquier dolor físico y emocional para después colocar sus grandes manos en ambos lados de la cara infantil de Shiori para acariciarlas con suavidad.
Azul pudo sentir como las anteriores emociones dolorosas de Shiori se fueron desapareciendo repentinamente al igual que el dolor compartido y en lugar de eso sintió un calor cálido naciente en su pecho como si fuera la mismísima paz y tranquilidad luego de una sacudida emocional.
El exterior / Out of the sea
Entonces Hitoshi juntó su frente con el de su hija ahora ya más tranquila.
Quiero formar / wish i could be
Hitoshi hizo otra pausa silenciosa porque quería que su hija terminara la canción, por lo que la niña entonces separando sus labios estaba lista para decir las últimas estrofas, pero como si todo hubiera sido un sueño la escena cambió repentinamente en un abrir y cerrar de ojos abrupto.
Ahora el escenario tenía a una Shiori de 14 años vestida con ropa de viaje oscura con una chaqueta negra con franjas beige con patrones elegantes cocidos a la espalda.
Ella estaba rezando frente a la tumba de su padre que ya poseía nuevas flores frescas al igual que la lápida estaba limpia. Era de mañana, el sol del amanecer aún estaba saliendo y Azul se encontraba sorprendió mucho por el aspecto de Shiori que, en lugar de tener su usual cabello largo y suelto ahora estaba amarrado en dos trenzas gruesas y traía puesto guantes negros en sus manos. Parecía casi irreconocible de no ser por su mirada de pura tranquilidad.
"Parte de ti" / "Part of that world"
Shiori finalizó la canción mientras se levantaba del suelo y le daba una última mirada a la tumba de su padre.
Al instante Azul al estar frente a la tumba de aquel hombre y de recordar cómo terminó su vida, a modo de respeto y con una mirada empática, junto sus manos y dio una corta oración en agradecimiento por haber salvado la vida de la joven que salvó la suya muy a pesar que no merecer aquel cruel final.
- Volveré pronto, padre. Finalmente podré arreglar un asunto pendiente. – Susurró ella ahora cargando un maletín deportivo a su hombro junto a otra deslizable para luego caminar rumbo hacia otra parte del santuario, no sin antes decir. – Te amo.
En todo el trayecto en el que Azul siguió a Shiori pudo ver que el lugar en a donde vivía tenía su encanto con un toque oriental, pero que de alguna manera se sentía distinta a lo que él conocía ya que se sentía acogedor y con una vibra tan positiva, tal y como debería ser un ambiente familiar.
Muchos de los monjes y sacerdotes del lugar la saludaron a la distancia, algunas sacerdotisas que comenzaba con sus labores diarios también sonrieron al sentir la presencia de la joven, un jardinero de mayor edad también le sonrió con amabilidad y los Onmyôjis que ella nombró hace años junto a unos nuevos que también lograron su ascenso también la saludaron. Ella les respondió a todos y a cada uno de ellos con una reverencia respetuosa acompañada de su sonrisa radiante mientras se despedía con la mano.
Finalmente, ella se estaba acercando a las puertas de madera que era custodiada por dos hombres Yamabushi que monitoreaban cerca de la muralla de piedra caliza que rodeaba la zona en donde estaba el templo. Como era de costumbre aquellos hombres al ver a la sacerdotisa acercarse realizaron su reverencia de respeto y le abrieron las puertas para que pudiera salir, claro sin olvidar deséale un buen viaje a la joven. Este era uno de los accesos menos transitados por la gente, por lo que no había problema en salir por allí.
La calle del exterior estaba totalmente despejada y con la vista hacia bosque al que usualmente usaba como atajo para llegar a su colegio.
Estaba a punto de atravesarlo cuando de pronto escuchó que algo rompió una ramita a lo que se detuvo momentáneamente su caminar al comienzo del follaje; muchos dirían que se tratara de algo sobrenatural, pero fue todo al contrario ya que aquella respuesta se aclaró cuando ella simplemente giró su cabeza a un lado y enfocó su mirada con el Ajna hacia en donde estaba un gran arbusto cercano.
- Niños, sé que están aquí. – Llamó cantarinamente ella con una suave sonrisa. – Salgan.
En eso el arbusto sacudiéndose brevemente luego reveló la silueta de un niño y una niña de unos casi seis años corriendo hacia la albina mientras le decía alegremente:
- ¡Hermana Shiori!
El niño tenía el corto cabello rizado de color castaño oscuro y sus ojos eran marrones mientras que la niña su cabello negro con un peinado honguito, pero con unos ojos eran de uno tono miel; ambos tenían puestas las túnicas blancas con el logo correspondiente del templo. Aquellos pequeños enterraron sus cabezas en el vientre de la albina quien le acariciaba sus cabezas de manera muy cariñosa.
- Dai. Mako. – Nombró la albina al niño y la niña respectivamente. – ¿Qué están haciendo aquí afuera y tan temprano? se pueden resfriar.
- ¿Irás a las afueras pueblo verdad? – Dijo Dai entusiasmado.
- Llévanos contigo por favor. – Rogó Mako.
- Niños ya hemos hablado de esto. – Shiori ahora colocó sus manos enguantadas hacia sus suaves cachetes. – Me iré por solo unos días y regresaré, verán cómo pasarán rápido.
- Pero, el hermano Koichi ya se fue a entrenar a la montaña con el Gran Sacerdote Kyo y pensaba pedirte a ti que me ayudarías a usar la técnica del pergamino de fuego. – Respondió Dai.
- Y todavía no nos terminaste de leer el siguiente capítulo de la leyenda de Benzaiten. – Añadió Mako. – Aún no sabemos qué pasó cuando Benten y el Dragón de mar se encontraron en esa cueva.
Pero antes de que la albina pudiera dar su respuesta las puestas de la muralla nuevamente se abrieron junto con el sonido de un par de sandalias aproximándose a los jóvenes. Cuando todos escucharon aquel ruido todos voltearon hacia donde provenía el ruido se trataba de aquella misma señora que Azul reconoció como la hermana Sachiko; se le notaba que el tiempo solo la envejeció un poco.
Aquella sacerdotisa mayor llevaba de la mano a otro pequeño niño del templo que era llenito, tenía el mismo color de cabello que Mako pero sus ojos tímidos eran de un hermoso tono avellana y que además eran adornados con unos diminutos lentes.
De alguna manera Azul noto que este niño a diferencia de mucho era distinto ya que su vestimenta era distinta a las de los otros niños porque sus túnicas eran totalmente negras, pero con franjas blancas y tenía una especie de ornamentos de plata adornando su cabeza.
- Así que aquí estaban, niños. – Regaño aquella mujer mayor, aunque su tono de voz era tranquilo. – ¿De nuevo escabulléndose antes de comenzar sus actividades?
Al instante tanto Mako como Dai solo balbucearon palabras incompletas mientras jugueteaban con sus manos nerviosamente. Shiori en cambio solo soltó una pequeña risita.
- Estaban a punto de ayudarme a realizar la ofrenda del bosque sagrado para que pueda pasar. – Respondió Shiori a la mujer mayor para luego mirar divertidamente a los niños. - ¿No es verdad? - Les guiñó un ojo.
Al instante los niños, luego de escuchar las palabras de Shiori, asintieron ferozmente sus cabezas esperando a que de esa manera se pudieran salvar de la mirada de la sacerdotisa Sachiko mirándolos como águila que los vigilaba mientras trataban de no parecer aún más nerviosos de lo normal, aunque por suerte al final terminó creyéndoles, pero a medias.
Entonces Shiori, viendo la aprobación de su hermana, de su bolso deportivo saca lo que parece ser una bolsa de papel blanco que tenía un lazo rojo atado en la cabeza con las intenciones de dárselo a los niños, pero al mirar al pequeño niño con lentes que Sachiko traía la estaba mirando con una adorable carita que decía con grandes letras que también quería unirse a los niños.
Ante ese rostro Shiori simplemente le sonrió amablemente y le dijo:
- ¿Te gustaría ayudarnos con la ofrenda Kai?
El niño al instante se encogió un poco en su sitio y luego de pensarlo detenidamente tan solo asintió con su cabecita y se acercó tímidamente a Shiori para poder recibir la bolsa en sus pequeñas manos.
- Eres un buen niño, Kai. – Shiori luego le acarició la cabellera negra haciendo que el pequeño se sonrojara un poco, aunque una pequeña sonrisa se asomó en sus diminutos labios.
- Vamos Kai es por aquí. – Mako se posicionó alegremente a un lado de niño mientras que Dai se acomodó en su otro extremo.
El pequeño Kai no respondió, pero tampoco se mostró incómodo por lo que en silencio los tres pequeños se alejaron un poco de Shiori y Sachiko para luego pararse frente al bosque, dejar el paquete en el suelo y aplaudir tres veces seguido de un rezo en silencio.
- Con los días pasando crecen cada vez más, Shiori-sama. – Comenzó la conversación Sachiko. – Pareciera como si el tiempo pasara volando.
- Así parece. - Respondió Shiori mirando a los niños. – Han pasado como unos cinco años ¿Verdad?
En eso Azul extrañado de esa frase, nuevamente sintió la ajena emoción en su cuerpo como la punzada de la tristeza y la culpa.
– Ellos... ¿Te preguntaron sobre lo que pasó? – Dijo la albina.
Sachiko entendiendo a donde quería llegar Shiori con su pregunta y la miró preocupada para después también dirigir su mirada a los tres pequeños y responderle:
- Ya saben lo necesario. Que sus padres dieron todo de sí para defender a sus compañeros del Gashadokuro hace cinco años y que lucharon para que pudieran tener un buen futuro. Al igual que muchos de nuestros estudiantes caídos que también eran padres de familia. – Entonces aquella mujer colocó sus manos en los hombros de la albina. – Eras tan solo una niña. Tú también sufriste la pérdida de un ser querido e hiciste todo lo que pudiste para seguir defendiendo a ese pueblo junto con los demás y con nuestros nuevos hermanos que ahora son Onmyôjis honorables.
- Al principio creí que me guardaría rencor... Al fin y al cabo, fueron mis propios parientes la razón por la que ellos se quedaron sin padres – La albina colocó su mano en la mano arrugada de aquella sacerdotisa. – Estaba preparada para entender la situación y recibir su odio, pero... - luego soltó una pequeña sonrisa melancólica. - ...veo que son unos niños muy fuertes.
Azul de algún modo de algún modo sintió pena por la gran cantidad de cargas emocionales con las que su medusa cargaba en su espalda a una edad muy joven, y se preguntaba a sí mismo que otras cosas ella estaría lidiando actualmente.
- Los niños nunca te odiarían. Te aman demasiado. – Sachiko se lo aseguró con confianza. – Ellos te ven y te aprecian como a su hermana mayor y al igual que muchos de nosotros también eres alguien muy importante para nosotros porque somos una familia. – Luego ella soltó una pequeña risita - ... y hasta incluso te puedo asegurar que muchos de los niños hasta también ya empiezan a verte como a una imagen cercana a ellos por el amor y el tiempo que le dedicas cada vez que los visitas... Estoy muy segura que cuando tu tengas hijos ellos serán muy afortunados de tenerte como su madre.
Al instante toda tranquilidad de Shiori se transformó en una repentina sorpresa que no pudo evitar que de sus oídos soltaran un humito al igual que aquel sonrojó que se pintara en su cara por el comentario al igual que Azul quien también se sonrojo a llegar a imaginar ciertas imágenes de un futuro.
- ¿Eh? A-ah... No... Yo solo... – Shiori empezó a balbucear algo coherente.
Sachiko solo soltó una delicada risa por la reacción de la albina.
- Realmente te pareces mucho a ella. – Sachiko calmó su risa. – Kaori-Sama también se sonrojaba fuertemente cuando sus hermanas y yo le hablábamos de temas en relación con tu padre en su juventud. Son tan idénticas.
Ante la mención de su madre el sonrojo se detuvo y ella estaba a punto de preguntar algo acerca de ella, cuando de pronto la voz de los niños las distrajo.
- ¡Ah! Aquí vienen los kodamas. – Comentó entusiasmada Mako mirando hacia arriba.
Cuando ella dijo eso, todos los presentes del lugar levantaron sus cabezas y vieron como desde la cima de los árboles unas pequeñas luces verdes empezaron a descender del cielo como copos de nieve que al tocar el suelo estas empezaron a adoptar otra pequeña forma humanoide, pero con una carita muy amigable que hasta parecían de los huecos formaban una carita sorprendida.
- "¿Un duende?" – Pensó Azul viendo a las extrañas criaturas casi translúcidas.
En eso los niños hicieron una pequeña reverencia y dejaron que los Kodamas vieran con curiosidad la bolsa mientras abrían su interior para ver que adentro tenía lo que parecía ser varios pequeños alimentos cristalinos que emitían un aroma dulce.
Cuando las criaturas del bosque vieron el contenido movieron alegremente sus bracitos y empezaron a repartir cada golosina entre ellos una por una.
- Vaya manera económica de pedir el peaje. – Sonrió Azul un poco.
- Muy bien niños es hora de regresar al templo, deséanle un buen viaje a su hermana. – dijo Sachiko reuniendo a los niños.
- ¡¿Ehhh?! – Exclamaron desconsolados los infantes.
Ante esa noticia los niños nuevamente mostraron una cara de tristeza y trataron de colocar su mejor carita de perrito perdido para tratar de convencer a Shiori de que los llevará con ella como último método desesperado.
- Por favor hermanita Shiori, llévanos. – Dijo Dai.
- Te prometemos que no te daremos problemas. – Añadió Mako.
Incluso Kai se aferró a su cintura y también la miró con unos ojitos que le decían que no se fuera.
- Niños, no chantajeen emocionalmente a su hermana. – Comentó Sachiko cruzándose los brazos. – Saben muy bien porque no pueden ir con ella además ustedes mañana también tienen que ir al colegio.
A Shiori casi de la diabetes al ver esas miraditas tristes, pero sabía muy que nos podía lleva con ella por lo que con el dolor de su corazón se agacho a los tres y les dijo:
- Los tres son muy lindos al querer ir conmigo. - Ella podía ver cómo los niños empezaban a tener un brillo de esperanza al creer que Shiori los llevaría; lástima que tendría que reventar esa burbuja de ilusión con sus palabras. - Pero tendré que decir no. Tienen que ir al colegio mañana.
Los niños cambiaron sus caras a un puchero mientras sus ojitos se llenaron de pequeñas lágrimas. A Shiori nunca le gusto ver a las personas tristes, en especial a los niños, por lo que sabiendo que hacer abrazó suavemente a los tres infantes y volcó toda su calidez y amor sin llegar a asfixiarlos.
- Perdónenme mis pequeños, pero les prometo traerles a todos ustedes muchos dulces de Hokkaido. – Ella se separó un poco para luego levantar su dedo meñique. – Se los prometo por la garrita.
Como por arte de magia los niños dejaron de estar tristes y rápidamente cambiaron sus expresiones a una más alegre.
- ¿De verdad? – Sonrió Dai junto con Kai quien pudo dar una pequeña sonrisita.
- Y también cuando regrese también les leeré dos capítulos de la leyenda. – Añadió Shiori.
- ¡Genial! – Dijo Mako.
En eso Shiori saca su teléfono para ver cuánto tiempo había pasado vio todavía estaba a tiempo para llegar por lo que pudo despedirse temporalmente de su familia.
- Bien, en mi ausencia pórtense bien. Hagan sus deberes y obedezcan a nuestras hermanas y hermanos mayores ¿De acuerdo? – Dijo Shiori levantándose.
- ¡Si! – Respondieron Dai y Mako.
Pero Azul notó que Kai se quedó medio pensativo y mirando callado a la dirección de Shiori, como si tratara de decir algo pero que no podía; pero entonces la señora Sachiko con un suave toque en su espalda logró despertarlo de su trance gracias a eso Kai empezó a hacer una serie de señas con sus manos.
- ¿Qué sucede Kai? – Preguntó Shiori viendo como el niño movía muy rápido sus manos.
- Al parecer Kai quiere darte algo. – Dijo Dai traduciendo lo que pudo ver del lenguaje de señas que hizo su hermano espiritual. – Dice que en te ayudará en el camino.
Con la frase parcialmente clara Kai rápidamente saca de su manga algo que se lo extendió a Shiori, dejándola tan absorta como sorprendida. El pequeño niño le estaba dando lo que parecía ser una pulsera de flores blancas como su cabello pero que tenían una adorable forma de pequeñas campanitas cerradas. Lo más increíble de esta pulsera era que Shiori podía sentir una sutil aura del niño recorriendo en esta pulsera como si una parte de Kai estaba dentro de aquellas flores.
- Lirios del valle... - Susurró Shiori ahora mirando con cariño a Kai. – ¿Las sembraste tú mismo?
Kai asintió con la cabeza provocando que en Shiori ahora sonriera dulcemente.
- Son muy hermosas, Kai. – Dijo ella aceptando el regalo con cuidado y se la colocó en su muñeca como símbolo de buena suerte. – Muchas gracias, te lo agradezco mucho.
Ya sin nada más pendiente entonces Shiori dio un suave beso en la frente de los niños para finalmente tomar su otra maleta y despedirse.
- Bien, ya es hora de que vaya. – Dijo ella ahora mirando a los kodamas que la esperaban sentados comiendo de aquellos dulces. – Disculpen la demora, les suplico que me dejen pasar por su bosque. – Dijo respetuosamente
Los kodamas entonces como si ahora fueran guías turísticos empezaron a mostrar el camino correcto a la sacerdotisa quien con mucha seguridad entró al bosque sagrado. Cuando dio un par de pasos ella volteó su cabeza hacia donde estaban su familia y pudo ver como todos incluyendo a la hermana Sachiko movían su mano de un lado a otro despidiéndose.
- ¡Vuelve pronto, hermanita Shiori! – Gritó Dai.
- ¡Cuídate mucho por favor! – Gritó Mako.
Shiori sintiendo su amor y su felicidad también les sonrió genuinamente y moviendo su mano enguantada de un lado a otro se despidió de ellos hasta que ya no pudo ver sus siluetas. Pero en todo el momento en el que se despidieron Azul no pudo quitar los ojos de Kai quien luego de aquella despedida pudo notar como su expresión tranquila luego se volvió una más preocupada mientras juntaba sus manos, como si orara por el bienestar de alguien.
En todo el camino en el bosque la albina siguió en silencio a los pequeños kodamas que la acompañaban en el mismo camino que una y otra vez habían recorrido siempre para llegar a la ciudad de una manera más rápida.
Aprovechando la tranquilidad del momento ella sacó de su maleta una especie de cuaderno antiguo que tenía muchas notas adhesivas para comenzar a leerlas con detenimiento y concentración.
Azul técnicamente se tuvo que acercar un poco a la versión joven de Shiori para siquiera poder ver un poco el contenido de aquel libro, pero para su mala suerte todo estaba escrito en alguna especie rara de caligrafía que no pudo reconocer, en cambio lo que sí fue de ayuda era que de alguna manera pudo escuchar claro los pensamientos de Shiori al momento de esta escena.
- "Según todos los textos de mi familia. Hace tiempo atrás, mucho más antes que las épocas feudales, existían muchos portales espirituales que podían conectar el mundo de los espíritus con el mundo humano en donde el caos y el desorden estaban en desenfreno. Ichiro Nakamura, el primer marcado, fue el primer humano en lograr poner orden las tierras del sol naciente y expulsar a los demonios de regreso a su Meido correspondiente gracias al poder de la marca de Buda y el artefacto celestial que los dioses le entregaron con el fin de destruir y purificar el portal que ellos habían creado milenios atrás." – Shiori pasó la hoja para mostrar la ilustración de un mapa con varias x marcadas en ciertos puntos. – "Desde entonces, durante años y siglos mis ancestros investigaron y buscaron hasta el último de los portales con el fin de destruirlas y así evitar que más espíritus llegaran a nuestro mundo. Toda esa búsqueda culminó con el enfrentamiento final entre la gran sacerdotisa Kaori frente al último y hasta ahora oculto portal custodiado por el espíritu vengativo Ouma. Con esa victoria a favor de la humanidad el orden una vez más volvió a su flujo."
En eso el ruido de hojas sacudiéndose llamó la atención de Shiori junto a los Kodamas a tal punto que siguieron el ruido que cada vez sonaba más fuerte con el avance de las pisadas. Después de unos inquietantes segundos la albina con cautela pudo vislumbrar a un pequeño zorro albino que tenía su pequeña pata herida en una trampa para lobos.
El pobre animal chillaba e intentaba escapar, pero por más que jalaba no conseguía liberarse.
- ¿Un zorro? – Dijeron casi al mismo tiempo Azul y Shiori.
- "Solo aquella aquellas criaturas protectoras únicamente son las únicas que aún pueden moverse tanto el mundo terrenal como el espiritual por decreto divino." - Pensó Shiori dejando su maleta aun lado se acercó al animal lo más tranquila y calmada que pudo. – "Pero para aquellos seres ocultos que aún albergan un aura demoníaca junto a un odio puro y una sed de sangre han desarrollaron una clase de nuevos sellos imperfectos para escapar del yomi - Luego frunció levemente el ceño. – De algún modo los anteriores Onmyôjis lograron replicar ese sello, pero dichos conocimientos se fueron con Osamu. – Y finalmente tranquilizar su mente con una respiración. - Aunque el precio por usar aquel sello es que los espíritus se vuelven muy salvajes y violentos. Son peligrosos."
A medida que avanzaba aquel zorro notó la presencia de Shiori y rápidamente su pelaje se erizó, empezó a mostrar sus pequeños colmillos y finalmente empezó a gruñir en señal de amenaza.
- Tranquilo. No temas, solo quiero ayudarte. – Comentó Shiori relajando sus facciones y sacándose el guante izquierdo para acercar con cuidado al pequeño zorro quien gruñía con más fuerza. – No tengas miedo...
Pero el animal al estar tan asustado reaccionó mal y terminó mordiendo con fuerza el dedo de Shiori con fuerza provocando que así cayera una pequeña gota de sangre. Azul solo soltó un leve quejido y pensó que Shiori reaccionaría o diría algo, pero sorpresivamente su mirada se mantuvo inmutable. Estaba tranquila y sin exaltarse por la mordida, pareciera como si el dolor no la estuviera afectando.
- Lo ves. No hay nada que temer. – Repito ella mirándolo directamente a los ojos.
El animal miró a los ojos escarlatas de Shiori y al ver que no había ninguna pizca de maldad dentro de ella más pronto que tarde dejó de temblar al mismo tiempo que poco a poco abrió su hocico para liberar el dedo de la joven. La sangre de la chica solo brotó un poco, pero el animal, al ver la herida provocada por sus dientes, fue bajando sus orejas y empezó a lamer la zona como una señal de disculpa.
Shiori lejos de enfadarse solo sonrió tranquilamente ante el voto de confianza que había hecho con este pequeño animal. Eso significaba que ahora era seguro poder quitarle la trampa metálica de su pata. Fue un poco tedioso abrir los dientes de metal, pero con un poco de fuerza y el apoyo moral de los kodamas que lanzaban porras al final aquel zorro albino pudo ser libre. Claramente intentó caminar un poco pero su pata aún estaba mal herida.
- Espera un momento, no seas impaciente. - Añadió Shiori sacándose el otro guante para revelar su tatuaje incompleto y sanar rápidamente la pata del pequeño animal. – Ya está, ahora vas a estar bien. Puedes comprobarlo tú mismo.
Luego del brillo característico de la curación, el zorro, ni bien pudo estar de nuevo de pie, primero dio un cuidadoso paso, luego otros y así sucesivamente hasta poder caminar tranquilamente. Su esponjosa cola blanca se movió de un lado al otro complacido por aquel alivio de estar sano otra vez.
- Me alegra que ahora estés bien. Debiste haberla pasado mal. – Ella habló con el animal al mismo tiempo que le sobaba con cariño la cabeza. – Pero ten mucho cuidado a la próxima, uno nunca sabe cuántas trampas escondidas hay por aquí... - Entonces un rostro melancólico se dibujó en su cara. - En especial si alguien quiere hacerles daño.
El zorro inclinó su cabeza a un lado al igual que los kodamas un poco confundidos por las paabras. Shiori no le dio mucha importancia a esto por lo que cerró la conversación al instante para poder continuar tranquilamente su camino como debería ser.
O eso es lo que uno espera ¿verdad?
Azul casi de manera repentina sintió como un fuerte palpitar irregular en su pecho junto a un horrible escalofrío recorrió todo su cuerpo, y no solo eso, sino que incluso los kodamas agitaban sus cabezas repetidas veces y el zorro se le erizó el pelaje. Shiori por otro lado reconoció el tipo de aura que empezaba a infectar el aire así que rápidamente giró su cabeza a una zona específica del bosque y finalmente pudo presenciar como un sello oscuro estaba emergiendo del suelo.
- Es como el sello de aquel monstruo. – Dijo Azul reconociendo los patrones.
- ¿Hasta cuándo van a esconderse? – Comentó fríamente Shiori.
Aquella voz hizo que Azul casi se le helara la espalda al escuchar dicho tono de voz tan inusual en Shiori.
Que a veces ella se mostrará fuerte y determinante no era algo nuevo que Azul haya visto antes pudo ser testigo de cuan fuerte puede ser voluntad, pero esta faceta sin emoción era tan nueva como escalofriante.
- ¿Shiori? – Susurró Azul.
– Se los advierto. Este es un terreno sagrado, si no quieren desaparecer será mejor que se marchen de aquí. – Dijo ella.
El sello del piso comenzaba a pudrir parte del césped a tal punto que la plantación comenzó a secarse rápidamente. Los kodamas movían sus manos desesperados por la contaminación de su hogar y el zorro parecía aún más asustado que escondió su esponjosa cola entre las patas.
- ¿Qué está pasando? – Dijo Azul mirando como el ambiente se volvía más espeso. – Este ambiente es tan pesado que siento como si el aire fuera podrido.
- Descuiden...
Entonces Azul, al escuchar esa suave voz, regresó su mirada a Shiori. Ella volvió a su semblante amable de siempre y parecía como si ella lo estuviera viendo directamente a él, aunque en realidad solo miraba a la dirección de los kodamas y el zorro.
- No dejaré que estos demonios lastimen su hogar y mucho menos a ustedes. Confíen en mí. – Luego de aquella declaración ella regresó al semblante inmutable y otra vez miró al sello del suelo. – Yo se los advertí.
Entonces ella puso un pie encima de sello y automáticamente aquel ambiente pacífico y tranquilo del bosque una misma visión del lugar, pero con un toque tétrico digno de una película de terror en donde aparecieron muchas de criaturas casi humanoides de piel tan oscura como el carbón y tan pegajoso como el petróleo. Sus bocas eran enormes y se iban moviendo de un lado a otro ansiosos por querer atacar de una vez por todas.
- Los betobetosan de ahora han evolucionado desde que era una niña. – Susurró Shiori mirando a las criaturas. - ¿Qué es lo que buscan? – Dijo en voz alta.
Aquellas criaturas solo sonrieron de manera maniaca y sus mandíbulas empezaron a emitir más baba oscura que caía al piso.
- ... Sacrificio... Sacrificio de una virgen... Sangre de marcado... ¡DANOS LA MARCA! - Fue lo único legible que exclamaron y chillaron todos esos demonios
- Si tanto la quieren. – Entonces Shiori mostró su marca incompleta y los desafió. – Entonces tendrán que quitármela.
Entonces, sin esperar ningún minuto más, todos los demonios se lanzaron sin piedad hacia Shiori e incluso algunos intentaron atacar desde la espalda.
- ¡Shiori, cuidado! – Exclamó Azul nuevamente sintiendo la restricción de sus movimientos, pero aun viendo con preocupación a Shiori.
Rápidamente Shiori concentrándose totalmente en los movimientos, esquivó aquel ataque y rápidamente se abrió la chaqueta que tenía puesta para revelar que en su interior había varios compartimentos cocidos en contenían varios de sus pergaminos sagrados. Entonces ella sacando su rosario Juzu de su mano convocó la primera tanda de pergaminos a su alrededor para disponerse a defenderse.
Hubo varios intercambios fuertes de parte de los pergaminos de Shiori contra los zarpazos de las criaturas, que podían cortar profundamente la sólida superficie de las rocas. Por suerte ninguna de ellas logró atinar a Shiori ya que todos aquellos demonios solo atacaban sin pensar detenidamente en sus movimientos dándole así a la sacerdotisa una brecha que podía utilizar para esquivar los ataques. ¿Y cómo no? si uno de esos ataques le llegan entonces sería su fin y ella no estaba dispuesta a morir tan pronto.
Azul se quedó muy impresionado al ver con cuánta intensidad se desarrollaba esta pelea, técnicamente era una lucha a muerte en el que Shiori obligatoriamente no se podía dar el derecho a fallar porque si daba un paso el falso entonces su vida correría peligro y estando a las profundidades de un bosque nadie vendría a salvarla.
A la par que la batalla se desarrollaba de pronto el líder de Octavinelle sintió que algo extraño le estaba sucediendo a su visión, el motivo de ello era que ahora la imagen del recuerdo se dividió en dos partes en simultáneo: En una la lucha continuaba mientras que la otra se iba mostraron más recuerdos de la albina en relación a años anteriores antes de llegar al escenario actual.
En el recuerdo normal una pequeña Shiori de siete años estaba parada frente a un salón de clases tenía su corto peinado honguito en crecimiento y sus ojos tenían unos lentes redondos lo suficientemente grandes para camuflar la mirada de Shiori a una de color marrón. Estaba muy nerviosa y con las mejillas sonrojadas por la ansiedad, pero se las arregló para hablar al frente para presentarse.
- ¡M-Me llamó Nakamura Shiori! ¡M-Mi nombre y mi apellido se escriben como suenan y e-espero que todos nos llevemos bien! - Dijo ella dando una exagerada reverencia como saludo.
Muchos niños solo se quedaron mirando extrañados a la nueva niña albina del salón, pero Azul pudo notar que una de las niñas de cabello castaño claro con ojos oscuros solo pudo soltar una sonrisa que no lucía para nada amigable y que en lugar de ello lucía terriblemente familiar, como si le hubieran dado un nuevo juguete en navidad.
- Oh no. – Susurró Azul haciéndose una idea de lo que iba a pasar a partir de aquí en adelante.
Las semanas pasaron y la amabilidad de la bienvenida terminó para mostrar una de las tantas realidades dentro de un colegio.
- Felicidades Shiori, nuevamente sacaste la puntuación alta del salón. – Felicitó un maestro de letras entregándole a la pequeña Shiori el resultado de sus calificaciones. – Continúa esforzándote para mantenerte así.
- ¡Sí profesor! – Respondió alegremente Shiori mirando con alegría la hoja de papel. – Papá va estar muy orgulloso. – Susurró ella en un tono bajito.
Ella realmente está muy contenta con todas las cosas nuevas que ella había estado experimentada afuera del templo y quería seguir averiguando qué otras cosas nuevas le esperarían, sin embargo, a cualquier signo de felicidad siempre había una señal de envidia que le encantaba ver cómo extinguir esa radiante luz de poco a poco.
- Hmp... no es la gran cosa. – La voz de una niña susurró.
Shiori al escuchar eso miró a un lado del salón buscando el origen de la voz, pero muchos de los niños miraron hacia otro lado.
Fue entonces cuando la primera piedra cayó y luego vinieron más.
- A lo mejor hizo trampa. El examen estaba muy difícil. – Dijo otro niño.
- Si a lo mejor eso lo explica todo. -Respondió otra voz.
Shiori otra vez cambio su mirada al otro lado, pero de igual manera nadie la estaba mirando
- No era necesario actuar como una altanera. – Respondió otra niña.
Así uno tras otro comentario silencioso la sonrisa de Shiori se borró y tan solo regresó a su asiento. Como si aún no fuera suficiente, en medio del camino, alguien sutilmente puso su pie a un lado generando que el pie de Shiori tropezara y terminará por caer al piso con un sonido estruendoso. La cereza del pastel fue cuando muchos de los alumnos empezaron a reír por el incidente y por ende que el rostro de Shiori se volviera rojo por la vergüenza y la humillación.
- Guarden silencio. – Exclamó firmemente el profesor tratando de calmar a la clase.
Levantando su pequeña carita y acomodando los lentes para que no se cayeran, Shiori, vio como una de las niñas que tenía cerca su maleta en el suelo regresó tranquilamente su pie debajo de su carpeta e inocentemente miró hacia otro lado, aunque esa sonrisa suya le dio a entender que lo que hizo fue a propósito.
Entonces repentinamente una fuerte patada en su estómago golpeó a Azul haciendo casi que se le fuera el aire al mismo tiempo que volvió al escenario de la pelea en el bosque donde Shiori fue lanzada a un extremo del bosque y cayó al piso sosteniéndose el estómago. Ella usó su marca para curarse detrás de un árbol y estando al tanto de los demonios, sin embargo, ni bien duraron unos pocos segundos, una presencia demoníaca apareció detrás de ella y la obligó a moverse a otro extremo porque el filo de las garras cortó del árbol en muchos trozos.
- Tsk ...- Shiori siseo de dolor al sentir como una parte de su cara ardía ya que las garras del yokai llegaron a rozar un poco su mejilla provocando que esta comenzara sangrar.
Lo que no esperó era qué demonios al oler la sangre entraron en una fuerte sensación de voracidad insana a tal punto que si uno intentaba acercarse su compañero lo apuñalaba a pesar de estar en el mismo bando solo para tomar la ventaja y se ser el primero en comer la carne de una sacerdotisa por lo que no lo pensaron dos veces y corrieron a cuatro patas hacia el lugar en donde Shiori aterrizó.
Al mismo tiempo otro recuerdo mostró cómo la pequeña Shiori estaba abriendo la taquilla de sus zapatos para poder cambiarlas e ingresar al colegio, pero alguien nuevamente le había jugado una broma muy pesada ahora sus zapatos estaban rotos.
- Opps. – Dijo una voz casi cerca de ella.
Al buscar con la mirada al responsable muchos solo hicieron la vista gorda y continuaron en los suyos, pero a lo lejos pudo ver la sonrisa burlesca de Sayu, su compañera de clases, acompañada de su séquito de amigas quienes descaradamente levantaron una navaja escolar para luego retirarse.
Shiori solo suspiró decepcionada y cerró de vuelta su taquilla. No había otra opción que quitarse los zapatos de afuera para ir descalza por los pasillos de la hacia el otro lugar a pedir prestado algo, aunque sea unas pantuflas. Muchos solo se rieron a escondidas molestando mucho a Azul ya que para él nada de lo que estaba viendo le estaba causando gracia.
- "¡Muro de mándalas!" – Exclamó Shiori de 14 años extendido su mano al monstruo para desatar una breve presión invisible que empujó a algunos demonios a otro lado y rompiéndole su cuello en el proceso.
Aunque aquellas criaturas debido a que eran seres sobrenaturales, luego de caer al suelo, estos rápidamente se pusieron de pie y regresaron sus cabezas a su posición normal para luego rodear a la albina.
Luego otro recuerdo mostró los entrenamientos con una parte de las sacerdotisas y en especial su padre la miraban orgullosos de ver como Shiori ya dominada la técnica de los pergaminos, pero por otro lado gran parte de los otros entrenamientos correspondían con su maestro Kyo para perfeccionar la marca de buda. Aquí se podía ver como ella una y otra vez caía, se cansaba y fallaba en algunas partes de las prácticas, casi se frustraba y buscaba manera de cómo aprender a usar mejor sus otras habilidades para compensar sus carencias, pero aun así nunca dejó dar todo lo mejor de ella para seguir adelante.
- Tomemos un descanso, ya estás al límite. – Dijo Kyo relajando su postura mientras caminaba hacia la niña. – Buen trabajo.
- Ah... no... espere... aún no maestro... todavía puedo continuar. – Respondió Shiori de 7 años intentando pararse, pero sus piernas aún le temblaban.
- Shiori, para que las técnicas puedan funcionar bien tu cuerpo también tiene que estar sano o de lo contrario no podrás mantener tu equilibrio y mucho menos serenar la mente.
- Pero... - Shiori al ver que su cuerpo pedía a gritos un descanso ella al final con un semblante preocupado solo pudo asentir al final.
- Hazle caso enana. – Dijo Koichi tranquilamente echando su peso sobre ella. – Realmente necesitas relajarte de vez en cuando o de lo contrario te quedarás más chiquita de lo que ya estas.
La preocupación se esfumó al mismo tiempo que el puchero de la albina pareció ella intentó refutar con algo, pero no supo qué decir cuando vio a su maestro acercándose.
Cuando Kyo estaba detrás del niño le dio un leve zape a su cabeza causando que esté chillara levemente por el golpe.
- ¿Qué hemos hablado sobre los apodos? - Preguntó el hombre mayor.
- Lo siento, no lo volveré a hacer. – Respondió Koichi sobándose su cabeza.
En eso una persona se le acercó a la pequeña.
- El maestro tiene razón Shiori-sama. Si gustas podemos ir juntas a la cascada del bosque. – Aquella voz suave pertenecía a la hermana Tomoe quien se había agachado a su altura. – Dicen que sus aguas tienen propiedades medicinales que ayudan a calmar los dolores musculares y la falta de energía ¿Te parece bien?
Shiori solo miró sorprendida a su hermana ofreciéndole hacer una actividad juntas casi como si fuera una salida de amigos.
- ¡Oh! ¿Se irán a la cascada? En ese caso también me uno. – Dijo Raiden acercándose al grupo.
- Si Raiden va yo también voy. – Comentó Isao divertido.
- ¿Por qué diablos siempre me tienes que seguir? – Raiden frunció el ceño.
- Porque quiero, porque puedo y porque se me da la gana. – Contestó el rubio sin chistar. - Y además porque quiero fastidiarte.
- Hmp alguien tiene que separar a estos dos ¡Así que por el bienestar de Shiori-sama también voy! – Exclamó Fudo.
- ¿Por qué siempre tienes que gritarlo todo? – Preguntó fastidiado Atsuhi guardando su arco.
- ¡Yo no grito! ¡Hablo fuerte!
- ¡Es lo mismo! – Exclamaron la mayoría de jóvenes presentes
El ver como los Gonnegi interactúan con ella y no la excluían a pesar de la diferencia de edad. Eso hacía que Shiori se sintiera feliz de saber que al menos tenía personas cercanas a las que sonreír con verdadera honestidad y también a las que podía mostrar su verdadero ser sin filtros y sin nada de por medio.
- "Ojalá tuviera la misma edad que ellos." – Pensó anhelante Shiori imaginando una versión de ella mayor de ellas misma con Koichi junto a los Gonnegi hablando como si fueran amigos.
Entonces la escena cambió. Azul vio como muchos de los niños empezaron a alejarse de ella y a excluirla de los grupos, sin motivo alguno. Shiori aún no sabía que fue hizo ella para ocasionar esta exclusión, aunque ella nunca le tomó mucha importancia ya que eso no era lo suficiente para derrumbar ya que ella el recordar que tenía a mucha gente en casa que de verdad los ama e incluso con el amor de Akko entonces era más que suficiente para que ella continuará sonriendo; aunque eso solo causo que muchos de sus compañeros se la miraran como un bicho raro, en especial Sayu quien al ver que nada lo que hacían deprimir a la niña la estresaba mucho.
Por lo que el acoso escolar empezó a escalar a otros niveles.
Ya sean ocultaron sus cosas en tachos de basura o en algún estanque del colegio.
Pintarrajearon su pupitre.
Tambien escribieron en su casillero.
De manera inesperada le jalaban de sus trenzas con fuerza y luego huían de la escena y así continuaron hasta llegar a ponerle apodos hirientes para intentar bajarle la autoestima:
- Estorbas en el camino, Pelo de anciana.
- Que niña tan espeluznante. Suele hablar con la nada muchas veces, lo he visto con mis propios ojos.
- Sí es mejor no estar cerca de ella, es muy rara.
Las cosas se salieron de control cuando una de las niñas que tenían amigos de otros grados tuvieron el descaro de crear mentiras alrededor de ella como que las empujó, que les cortó el cabello o que las amenazó con algo y teniendo en cuento lo cuan ingenuos eran los niños no dudaron en creerlo.
- ¡Miren allí está la niña del pozo con lejía! – Dijo un niño de unos 10 años acompañado de otros señalando a la Shiori de 7 años que estaba esperando afuera de la escuela.
- ¡A por ella! – entonces todos los niños de sus bolsillos levantaron lo que era unas varias piedras.
- ¡Si denle su merecido a esa Yuki onna!
Shiori soltó un jadeo de horror y rápidamente ella se dispuso a correr hacia el patio del colegio en búsqueda de un profesor o mayor, pero ese fue un error porque al llegar vio que otro par de niños ya la estaba esperando para evitar que ella se escapara.
Como si eso no fuera suficiente entonces que una verdadera piedra golpeó el brazo de la niña.
Azul miró con preocupación la escena mientras que Shiori, estando en shock, solo giró su cabeza con la miraba con los ojos encogidos hacia los demás sabiendo lo que estaba a punto de pasar.
Y después otras piedras empezaron a llegar una tras otra.
- ¡Shiori! – Exclamó Azul intentando llegar hasta ella.
Pero debido a la parálisis de su cuerpo no pudo hacer nada y en lugar de eso tan solo pudo quedarse viendo con impotencia viendo como su medusa trataba de evitar la piedra. Una que otra logró llegar al cuerpecito, no fueron tan fuertes, pero si dolía cuando llegaba a zonas en donde la piel estaba expuesta como brazos y piernas por lo que al final optó por refugiarse detrás de un árbol.
Shiori rezaba a los dioses para que los niños se detuvieran, pero eso no funcionó.
Intentó razonar con ellos con palabras, pero tampoco funcionaba.
No sabía qué hacer, técnicamente estaba contra la espada y la pared.
Por unos instantes vio con mucha tentación la piedra que estaba cerca de sus pies y estaba apunto de tomarla cuando repentinamente recuerdos de los sucesos del culto pasaron por su mente, generando así que ella se percatara de lo que iba a hacer y estremeciéndose de sus pensamientos terminó hundiendo su cabeza en sus rodillas mientras se agarraba la cabeza mientras para hablarse mentalmente:
- "¡No! ¡Yo no soy como él, soy mi propia persona!" – Shiori cerró con fuerza sus ojos. – "Yo nunca lastimaré a nadie ¡No voy a rebajarme a su nivel! ¡Prefiero morir antes que lastimar a alguien!"
- ¡Shiori, no! – Azul la miró con preocupación.
Simplemente Azul no podía creer las cosas que estaba viendo y no podía comprender cómo las cosas terminaron así para una persona tan amable como Shiori. Este nivel de abuso ya era demasiado, pero si ella no reaccionaba pronto entonces esta tortura nunca se acabará.
Pero no todo fue malo ya que mirando a un lado pudo ver como Koichi de 9 años iba llegando al colegio, tal vez para buscar a Shiori como siempre para regresar a casa juntos, pero cuando dobló el de la entrada mural y ser testigo de esta clase de maltrato sus ojos se encogieron.
Parecía medio estático por lo que Azul esperanzado de que había alguien para detenerlo solo le grito como último recurso:
- ¡No te quedes parado! ¡Sálvala! – Exclamó Azul a Koichi.
Y el azabache, como si hubiera escuchado ese llamado, cambió de cara a una llena de furia y corrió hacia la zona del ataque.
- ¡Oigan! ¡¿Qué le hacen a mi hermana?! – Gritó encolerizado el azabache tirando su maleta a un lado para levantar su puño y golpear directamente a la cara a aquel niño que tenía cerca al punto mandarlo a volar hacia un lado pero con una nariz rota como cortesía.
El ataque se detuvo.
Al reconocer aquella familiar voz Shiori regresó de sus pensamientos y se asomó de su escondite para ver quien había llegado a la escena.
- "Hermano Koichi" – Shiori lo miró asombrada.
Todos los demás miraron con asombro y miedo por la mirada verdosamente fulminante de Koichi. En un acto cobarde para espantar al azabache uno de ellos le lanzó otra piedra, pero no supieron medir su fuerza y la lanzaron con todo lo que tenía.
El azabache no esquivó el objeto, pero en lugar de eso recibió la piedra con la frente de su cabeza.
- ¡Hermano! – Exclamó Shiori preocupada.
Los niños empezaron a palidecer al ver la sangre caer seguido de la roca, pero para su mala suerte. Koichi no cayó al suelo y en cambio su mirada se oscureció más, crujió escandalosamente los huesos de su cuello y las venas se asomaban de su frente.
Azul, al ver con detenimiento al niño, se sorprendió mucho al sentir una leve sensación familiaridad al ver su cara.
- Tienen 3 segundos para que corran. –Dijo él para después gritarles amenazadoramente en simultáneo con otras voces que no eran de él mientras oscurecía sus brazos y extiende sus largas garras. - ¡Antes de que les arranque la cabeza con mis propias manos y se los de comer a los perros! ¡Uno!...
Los niños al ver aquellas afiladas garras no dudaron en salir asustados y llorando por el miedo hasta dejar el patio libre de alimañas.
Una vez solos Koichi volvió sus brazos a la normalidad y rápidamente se acercó a Shiori para verificar si estaba bien.
- "Es extraño." – Comentó Azul viendo como Koichi discutía con Shiori acerca de lo que pasó. - "Por un momento creí haber escuchado a Riddle con Leona de alguna manera."
- ¡¿Por qué dejaste que esos tipejos te atacaran?!
Aquel grito de Koichi sacó a Azul de sus pensamientos y continuó viendo la escena.
- ¡Pudiste salir herida si no hubiera llegado! ¡¿Desde cuándo te hacen esto?! – Koichi pidió explicaciones.
Pero Shiori tan solo bajo su carita y con una mirada tristes enfocada en la herida sangrante solo le dijo en un susurro cargado de culpa:
- Lo siento... No quería causar ningún problema a nadie. – Una fina capa de lágrima se asomaba de sus ojos. – Yo solo no quería lastimarlos... como ese hombre...
Koichi al saber de quién se refería tan solo tranquilizó su expresión con un suspiro, luego le dio un suave golpecito en la cabeza para finalmente terminar sobando su cabeza.
- Tonta. – Comentó Koichi, aunque su tono de voz no era burlesco sino todo lo contrario.
A lo lejos Azul solo miro detenidamente la escena con una mirada preocupada.
- ¿Por qué Shiori? ¿Por qué callaste tantas cosas? – Susurró Azul mirando como la escena de iba alejado con Koichi tomando la decisión de enseñarle a Shiori a cómo defenderse.
Entonces la escena regreso a meses atrás cuando la Shiori de 7 recién comenzaba la escuela ella estaba caminando por los pasillos de templo un poco cabizbaja al final todo quedó que ella tropezó con la maleta de su compañera, no tenía pruebas para demostrar que Sayu fue la quien provocó el que ella se cayera, por lo que al final todo quedó como si nada hubiera pasado.
- ¿Debería decirle a papá? – Se preguntó a sí misma.
- ¿Deberías? Tienes que decírselo. – Le respondió Azul sabiendo que ella no le respondería. – O de lo contrario esto seguirá continuando.
Abriendo la puerta de la oficina la niña vio la imagen de su padre leyendo varios de pergaminos pendientes que necesitaba firmar tenía una cara llena de cansancio y con ojeras bajo sus ojos, pero aun así no evitó que Hiroshi dibujaba una sonrisa gentil en su rostro al ver a su hija entrar por la puerta corrediza.
- Okaerinasai, mi princesa. – Saludó Hitoshi.
- Tadaima, papá. – Respondió Shiori caminando hacia las piernas de su padre para abrazarlo con fuerza, sintiéndose nuevamente protegida en la calidez y tranquilidad del aura de su padre.
Hitoshi, dejando el pergamino al lado, tomó a su niña entre sus brazos y la abrazó de vuelta mientras la sentaba en su regazo y colocaba su cabeza a la altura de su pecho para que ella escuchara aquellos latidos que la tranquilizaba.
- Te he extrañado mucho. – Susurró alivio él. - ¿Cómo te fue en el día? ¿Qué tal van las cosas en tu nuevo colegio?
Shiori lo pensó mucho y estaba a punto de decir lo que pasó, pero a ver las ojeras de su padre resaltaban y lo mucho que tenía que trabajar entonces su inseguridad y el sentimiento de carga regresó a ella provocando que así Shiori guardara silencio sobre lo que le pasó con el fin de no querer dar más problemas a nadie y mucho menos su padre quien ya estaba haciendo mucho para mantener el peso templo y el nombre de la familia de pie.
Con eso en mente cambió los motivos de su visita, abrió su maleta y sacó la nota doblada de su prueba.
- Me dieron la nota de mi examen – Shiori extendió su hoja a Hitoshi.
- ¡Oh! – Hitoshi miró sorprendido la nota de su hija. - ¡Bien hecho Shiori! ¡Sabía que lo lograrías! – Felicitó él mostrando una gran sonrisa y acariciándole la cabeza suavemente. – Estoy muy orgulloso de ti princesa, esa es mi hija.
El tan solo ver esa sonrisa en la cara de orgullo de Hitoshi hizo que Shiori olvidara todo lo malo que pasó en el día como si nunca hubiera pasado haciendo que ella solo continuará sonriendo radiantemente al lado de su padre.
- "Papá, has hecho tanto por mí. Gracias" – Azul pudo escuchar los pensamientos de Shiori. – "Mientras estés a mi lado, puedo soportar cualquier cosa. Juro que esta vez ya no seré una carga para nadie nunca más. Prometo ser la mejor versión de mí y haré que te sientas aún más orgulloso."
- Pero él... - Susurró triste Azul mirando con tristeza al saber lo que ocurrirá años después.
Y como si el lugar lo escuchara entonces la imagen otra vez cambió para ahora revelar otro tipo de entrenamiento con Akko quien había traía a un tsuchigumo que era una especie de araña del tamaño mediano con el fin de ayudarla a entrenar a Shiori de 9 años.
Aunque Azul sintió que algo no estaba bien ya que esta niña mostraba no solo una especie de mancha morada que cubría sus ojos, sino que también había mucho dolor en ellos ya que a su alrededor había una bruma que salía de los colmillo de esa araña que reproducía en bublé una serie de ilusiones en torno a lo sucedido con aquel a batalla con el esqueleto gigante que solo Shiori podía ver.
- Tu vida no vale nada... eres y siempre serás un estorbo ... No pudiste detener salvar a nadie... muchos quedarán huérfanos por culpa de tu incapacidad... Nunca cambiaras en nada... – Aquel monstruo no paraba de soltar una que otras palabras dolorosas que hasta uno podría quebrar emocionalmente a alguien.
Y lo estaba logrando ya que Shiori mientras intentaba defenderse de los hilos se podía ver como la frustración la estaba dominando cada vez más. No había armonía en sus movimientos y en lugar de batallar estaba solo lanzando pergaminos al azar sin pensar bien en sus movimientos y se notaba que solo quería de aquella araña de callar de una vez.
Azul solo recordó una vez la cara enojada de Shiori durante la ceremonia de bienvenida y, a comparación de esta, se podía ver que había una gran diferencia entre ambas ya que este enojo estaba combinado con demasiado dolor.
En eso la araña de la bruma produjo dos siluetas familiares que Shiori pudo reconocer. Eran sus padres. Ambos estaban de espaldas alejándose de ella.
- Tú madre y tú padre...
- ¡Cállate! ¡No hables mal de ellos! – Exclamó Shiori enojada lanzando con fuerza un pergamino eléctrico de frente a la araña logrando principalmente desvaneciendo la ilusión, pero la criatura supo esquivar el objeto y expulsó una pegajosa red que empujó a Shiori lejos.
La niña intentó quitarse rápidamente los hilos, pero al estar mucho tiempo en el suelo se percató tarde que la araña había saltado hacia ella para poder arrancarle la cabeza con sus colmillos. De manera intuitiva ella cerró fuertemente lo ojos esperando a que el dolor de su carne comenzara, pero el ataque no llegó ya que Akko retuvo a tiempo a la araña con su tentáculo.
- Bajaste tu rendimiento. Dejaste que sus palabras te afectarán, otra vez. – Exclamó Akko a modo de reproche. – Sabes muy bien que las sacerdotisas deben de aguantar el sufrimiento en silencio y mostrar un rostro inmune durante el combate o de lo contrario perderás su enfoque y la vida.
Entonces Akko apretó con fuerza a la araña hasta partirla en dos para finalmente dejar que se evaporar en el aire para que ahora si hablara con su pequeña amiga quien ya no tenía aquella mancha morada sobre sus ojos, aunque lo que verdaderamente le preocupaba era que Shiori había estado extrañamente callada luego de un viaje.
- ¿Ahora me dirás qué es lo que te pasa? – preguntó la pelirroja. - Desde que volviste me pediste repentinamente que entrenemos, pero tus emociones están inestables y tus movimientos fueron muy descuidados ¿Qué pasó?
- No me pasa na... – Shiori con la mirada oculta intentó vocalizar sus palabras ni bien empezó a decir eso, pero Akko se enfadó porque sabía lo que iba a decir.
- ¡Ya basta de mentir! – Habló con fuerza.
Shiori se encogió un poco ante la voz alzada de Akko.
- Es muy obvio que no estás bien. Hay algo te está lastimando desde dentro y que por alguna razón no me la quieres decir.
Shiori no respondió.
Akko viendo que no estaba llegado a ningún lado entonces se tranquilizó un poco, caminó hacia ella, se agachó a su altura y suavemente le colocó sus manos en sus hombros para hablar con ella.
– Por favor háblame, nunca nos hemos ocultado nada. – Ahora la voz de Akko era suave. – Me preocupa que estés así. Sabe que puedes confiar en mí, así que dime ¿Qué es lo que te aflige?
Azul sabía que Akko podría haber leído las ondas áuricas de Shiori, pero a juzgar por sus cometarios supo deducir que en esta ocasión ella quería que su medusa se lo dijera con sus palabras ya que la deidad le preocupaba mucho que Shiori siga guardando demasiado sus pensamientos.
De pronto Azul sintió como una fuerte marea de emociones fueron derramadas de golpe en su interior como tristeza, cólera, vergüenza y sobre todo traición. Todas y cada una pertenecientes a Shiori
Shiori entonces empezó a temblar, cerró sus manos en la arena caliente y después las lágrimas ya habían empezado a caer una tras otra dejando sorprendida a Akko y casi con el aliento perdido por sentir toda esa carga emocional saliendo de su pequeña.
- Todo fue una trampa de los Onmyôjis... Ellos hicieron algo terrible... y yo...yo... otra vez... ¡Me tuvieron que salvar! – Exclamó lo último Shiori al punto que su garganta parecía querer romperse. – ¡No he mejorado en nada! ¡Fui muy lenta y no pude reaccionar rápido!... Mi padre... y muchos de los aprendices... perdieron sus vidas ¡Y todo por mi culpa! Fui descuidada y no medí las consecuencias de mis acciones. No fui capaz de salvarlos. ¡Y mi papá murió por protegerme! ¡Se sacrificó por mi error, Akko!
Akko jadeó ante esa noticia mientras que Shiori dio un golpe a la arena mientras levantaba su rostro bañado de dolor y lágrimas hacia el cielo.
- ¡¿Dios por qué?! ¡¿Por qué me quitaron a mi papá?! ¡Él era una buena persona! ¡Merecía vivir! – Ella pidió explicaciones a algo que se escapaba de sus manos o su entendimiento en aquel entonces. - ¡¿Por qué?! ¿De qué me sirve tener un poder que está incompleto si ni con eso pude proteger lo único que más amaba?
Entonces Shiori llevándose las manos a su cara solo soltó un fuerte grito de frustración y dolor a los cuatro vientos que fueron amortiguados por las olas del océano. Todos los sentimientos que tuvo que guardar desde que la batalla terminó hasta que regresó la estaban lastimando por fin se liberaron.
Mientras que entre sus pensamientos ella aún se lamentaba.
- "Papá... perdóname..." – Pensó la niña. – "Solo causó desgracias a mi alrededor... y por mi culpa tú y mamá ya no están conmigo..."
Cada vez más su mente empezaba a asimilaba que ya no podrá ver la sonrisa de su padre nunca más, ya no se quedaran hasta tarde viendo películas juntos, ya no lo podrá escucharlo cantando sus canciones favoritas o las de vintage durante las noches o cuando estaba distraido, nunca más la acompañara a sus clases de gimnasia o darle ánimo cuando participe en algún concurso, jamás podrá recibir sus abrazos o la llamaría princesa otra vez, nunca la verá graduarse y mucho menos ya nunca más la acompañar en lo demás que le queda por crecer.
Ya no lo podía aguantar más y eso terminó por quebrarla emocionalmente.
- "A este paso... no sé si pueda ser capaz de proteger a alguien" – Shiori terminó de pensar.
Azul, viendo lo cuan quebrada esta Shiori, de alguna manera se proyectó a sí mismo en ella cuando lloraba por la impotencia y el sentimiento de nunca escapar de algo que tú propiamente mente te encierra y eso lo entristeció ya que ningún niño o niña inocente merece pasar por ese hoyo profundo.
- Shiori eso no es verdad. – Azul le dijo a la niña. – Porque en el futuro tú si lograras salvar a muchas personas... incluso lograrás salvar mi alma.
Akko comprendiendo muy bien aquel dolor de perder a alguien querido y de cómo eso termina por cambiar la visión de uno. Ya sea por el miedo a que la pequeña cometiera el error que ella hizo cuando perdió a Senhime o por evitar que Shiori se encerrara en su dolor entonces se apresuró para tomar a la niña en sus brazos y la abrazó con todas sus fuerzas para transmitirle sus sentimientos de comprensión, consuelo y sobre todo amor.
Todo con el fin de proteger aquella inocencia, amabilidad y sobre todo la sonrisa de aquella niña que conoció en aquella playa.
- No digas eso... Mi pequeña Kappa - Akko acarició la parte posterior de la cabeza de la niña. – No fue tu culpa.
- ¡Sí lo fue! – Murmuró la niña albina enterrando más su cara en el haori de la deidad.
- No. No fue tu culpa... – Afirmó firmemente Akko ahora usando su técnica para compartir los recuerdos del pasado que ella tuvo la oportunidad de presenciar dentro de la mente de Shiori. – Hace unos tres años salvaste a un niño de un horrible culto que tenían las manos manchas de sangre de inocentes y le devolviste su libertad... A tu corta edad ya hacías lo necesario para cumplir con tu deber como sacerdotisa y marcada del templo aun si no era el tiempo que te correspondían y con una marca incompleta... Me ayudaste a comprender que no todos los humanos estaban podridos y así pude sanar mis propias heridas de la venganza que me cegó.
Shiori detuvo brevemente su ahogada voz mientras levantaba su mirada aun llena de lágrimas mientras seguía escuchando las palabras de su amiga.
- Tu esfuerzo no fue en vano, porque gracias a los que quedan de tu familia e incluso tu intervención lograron proteger el futuro de otras personas que ahora pueden seguir respirando gracias a su presencia – Continuó Akko pero ahora mirándola directamente a sus ojos inocentes mientras que con su tentáculo salió de su Haori le limpiaba las lágrimas. – No siempre seremos capaces de salvar a todo el mundo, pero eso no quiere decir que los perdamos para siempre... – Entonces ella colocó su mano a la altura en donde estaba el corazón de la niña. – Tú padre y los caídos aún seguirán contigo. Ellos siguen aquí y no se irán de tu lado mientras tus recuerdos y tu amor hacia ellos sigan existiendo.
Entonces Shiori sintiendo como sus ojos nuevamente se llenaban de lágrimas una vez más abrazó a Akko con fuerza para liberar de sus tristeza y dolor ahora con un llanto. La deidad en ningún momento la soltó, ella estaba dispuesta a quedarse en esta posición todo el tiempo necesario hasta que Shiori se calmara.
No la iba a abandonar.
Azul nunca en su vida había sentido tanta pena por alguien. Fue muy doloroso ver como aquella chica para llegar a ser la Shiori de la actualidad tuvo que formarse a partir de todo este dolor y aprender a la mala lo duro que era la vida.
Al igual que las almejas, estas no pueden producir perlas a menos que estas hayan pasado por un proceso de cicatrización dolorosa.
Ahora entendía porque ella tenía aquella manía por querer ayudar a todos. La razón por la que ella optó por este camino era porque no quería que nadie más sufriera el dolor que ella tuvo que pasar a una corta edad.
- ¡Loto ascendente! – Exclamó Shiori del recuerdo de la pelea finalizando sellos de las manos.
Cuando ella nuevamente fue rodeada por los betobetosan, éstos fueron lanzados al aire por la repentina presión a todo el lugar para darle tiempo a Shiori de realizar unas maromas para salir del sitio y convocará otra tanda de pergaminos nuevos en pleno movimiento muy a pesar del dolor que sentía en su cuerpo.
Nuevamente la escena del otro recuerdo cambió y Azul pudo ver que durante mucho tiempo vio cómo las cosas se detuvieron un poco después de aquella decaída. Al inicio fue un alivio el ver como las palabras de Akko realmente ayudaron a Shiori a continuar levantándose de aquel dolor al igual que como muchos de sus familiares restantes aprendieron a sanar y aprender de sus heridas para seguir adelante.
Todo hubiera sido perfecto de no ser que tarde o temprano la tranquilidad no duraría para siempre.
Las cosas en la escuela no cambiaron y ahora Azul estaba viendo como los rumores con respecto a su medusa fueron empeorando con el tiempo:
- Muchos dicen que está maldita ¿Recuerdan a los chicos de la clase B?
- ¿Qué pasó con ellos?
- Dicen que nunca más volvieron al colegio.
- Uwaa que miedo y con ese rostro quieto realmente parece una Yuki onna.
- "No estoy maldita." – Pensó Shiori caminando por el pasillo con un rostro frío y sereno digno de una verdadera sacerdotisa inmutable.
Pero ese no era su verdadero rostro y Azul lo sabía muy bien porque en su pecho podía sentir todas las emociones de Shiori. Ella solo estaba aguantando las duras críticas.
- No te acerques a ella, dicen que tiene una enfermedad contagiosa que hace que su pelo tenga ese enfermo color pálido. – Una niña susurró a la otra.
- Es verdad, parece el pelo de una anciana.
- "El color de mi cabello es natural. No es contagioso." - La Shiori se tomó la trenza mientras caminaba en los pasillos de su escuela. – "Amo el color de mi cabello."
No tenía caso el hablarles ya que no importara lo que ella dijera su opinión no iba a cambiar, lo cual le pareció una inmadurez de parte de sus compañeros.
Incluso dentro de clases con Shiori de tan solo 11 años...
- And during the night of the full moon night, the celestial maidens dressed the princess kaguya with the celestial cloak to take her back to the moon. And then she said:
Now that the time has come for me to don
my Feathered Robe of the Heavens
and bid farewell to the earthly world,
I long for your presence and I suffer
Shiori terminó de traducir fluidamente el poema al inglés para nuevamente mirar a la dirección de su profesor de idioma:
- Como siempre el texto es correcto señorita Nakamura. Buen trabajo. – Felicitó brevemente aquel maestro. – El siguiente.
Y como siempre los comentarios no faltaron en aparecer.
- Dicen que su padre era un hombre del extranjero. – Respondió otra chica. – De seguro no necesita ni estudiar.
Realmente Shiori luchó mucho para no rodar los ojos hacia atrás.
- Apuesto a que solo sabe otro idioma solo porque es una hāfu. – Susurró un chico del salón.
- "¡¿Es enserio?!" – Pensó Shiori con una cara de sutil indignación. – "Solo porque su sociedad diga que mi sangre no sea totalmente japonesa no significa que sé otro idioma." – Luego ella lo pensó un poco. – "...Bueno sí sé otro idioma, pero no porque sea una hāfu."
Y así continuando sin darle mucha importancia ella volvió a tomar asiento y sacar a escondidas un libro de sobre química. Muy pronto iban a tener un examen sobre las reacciones químicas y la combustión por lo que debería estar preparada para cuando llegue la siguiente clase.
- Mira Shiori otra vez está leyendo esos libros avanzados de ciencia.
- "Y esta es la parte en la que alguien va a decir: Ay pero qué presumida" – Dedujo Shiori continuando leyendo.
- Ay pero qué presumida. – Dijo otra compañera. - Siempre presume de sus buenas calificaciones, pero no sabes que solo causa una mala impresión.
- "Estudio porque no quiero bajar mi rendimiento. Además, no me puedo atrasar con ninguna materia..." – Pensó Shiori serenamente para mirar a la ventana y ver como un demonio la quedaba mirando fijamente a ella con su único ojo gigante.
Shiori puede que por fuera todavía luciera como si nada estuviera pasando, pero por dentro:
– "¡¿Por qué me seguiste hasta acá?! ¡Este es el peor momento en el que un demonio me encuentre!" – Exclamó mentalmente Shiori. – "Ugh... ya me decía yo que este día estaba extrañamente tranquilo."
Necesitaba salir a encargarse del asunto Entonces Shiori levantó su mano.
- Disculpe profesor, no me encuentro bien "¿Puedo ir a la enfermería por favor?" – Pidió ella respetuosamente mientras tomaba un maletín deportivo muy familiar.
El maestro entendiendo la situación le dio el permiso sin objetar nada a lo que ella tomando sus cosas se dirigió a la salida no sin antes escuchar.
- Los maestros nunca le dicen nada.
- Mi amiga muy confiable me dijo que una vez vio cómo un profesor y ella estuvieron solas en un salón y no salieron luego de un buen rato.
- Qué zorra. Por eso tiene preferencia con los profesores y saca buenas notas.
- Ugh que asco. ¿Ella con un mayor?
- Que repulsiva. Es una cualquiera.
- ¿Es que acaso todos aquí son idiotas? – Reclamó Azul totalmente indignado. – Ella nunca haría eso bola de babosas descerebradas.
- "Si supieras lo que en verdad pasó." – Respondió serenamente Shiori cerrando la puerta para caminar en el pasillo rumbo al techo de la escuela.
Durante su caminata a su lado se mostró lo que realmente pasó ese día.
En el recuerdo ya era de atardecer y Shiori estaba caminando rumbo hacia el aula citada.
- ¿Quería verme profesor? – Dijo Shiori entrando a un salón.
- Sí, por favor deja tus cosas en la silla, hay algo que debo discutir contigo. – Comentó aquel joven maestro con la voz carrasposa y que se mantenía a la sombra no le podía ver mucho la cara, nunca antes había visto a este hombre.
A Azul no le daba buena pinta es más este sujeto desprendía un aire de desconfianza pura.
- De acuerdo. – Respondió tranquila Shiori.
Entonces ella dándole la espalda colocó sus cosas en la carpeta y abría su maleta buscando algo mientras adentro miraba detenidamente como el sol se iba ocultando cada vez más.
Entonces pasó lo impensable. Aquel hombre adulto abrazó de espaldas a Shiori y la acercó a su cuerpo mientras ella mantenía una mirada estoica.
- ¿Sucede algo profesor? – Preguntó ella sin exaltarse, aunque Azul pudo sentir su incomodidad.
- Quédate quieta. – El hombre acercó lentamente su rostro a su cuello. – No tiene idea de lo cuanto he ansiado por este momento. – ahora delineo su mano por el contorno de su cara. – Tu piel es muy suave y perfecta. Vamos, sé que tú también lo anhelas... Seamos un ser.
Azul sintió nauseas y un dolor el pecho junto con la preocupación y no era por el dolor compartido sino era su propio corazón estrujándose ya que temía que estuviera a punto de presenciar algo que no debería ver, pero al mismo tiempo temía por la seguridad de Shiori y si el ámbito escolar no era lo único en el que sufría acoso entonces que cosas más le esperaba por ver.
- ¿Ser una contigo? – Shiori preguntó para luego responder con sarcasmo. – Hmp, No estoy tan desesperada. Además... – Entonces ella miró una vez más el reflejo de la ventana.
Azul girando su cabeza a la misma dirección de aquella mirada escarlata entonces no pudo evitar soltar un jadeo de horror al ver que el reflejo de aquel hombre no era el mismo y que en lugar de eso allí estaba un demonio de ojos infernales y con la piel rojiza que resaltaban sus afilados dientes.
- ¡No me interesa salir con demonios que usan la sangre como perfume! – Finalizó Shiori sacando de su maleta una botella abierta de agua que tenía una etiqueta blanca con el dibujo de la entrada torii y arrojó el contenido al hombre de su espalda.
Aquel "hombre" rápidamente desprendió un humo como si se estuviera quemándose, y lo que faltaba aún, la piel de la cara se le empezó a caer a pedazos como si fuera telas mojadas en coágulos de sangre que mostraban el verdadero rostro del demonio junto su sello perteneciente al lado de los casilleros.
- ¡AHHHRRG! ¡MI CARA! ¡MALDITA ZORRA! – Exclamó el demonio intentando quitarse el rastro de agua bendita que tenía encima. - ¡TE VOY A MATAR DESGRACIADA HIJA DE...!
Pero entonces, antes de continuar con el insulto, Shiori rápidamente empujo al demonio al sello para entrar a la otra versión del escenario, aunque ya no había mucho que hacer ya que el demonio ya tenía pegado el pergamino que lo exterminaría. Solo faltaba que Shiori hiciera un movimiento para finalizar su ritual.
- Jamás... en tu vida... te atrevas a insultar a mi familia.– advirtió Shiori manteniendo aun el rostro inmutable, aunque había un ligero tono de enojo reflejado en su voz.
El demonio ahora se quedó callado mientras sentía cómo el pánico lo dominaba al ver los ojos escarlatas asomándose por lo lentes.
– Amanojaku, te arrepentirás de lo que has hecho hasta el final. – Comenzó a recitar Shiori. – Sufrirás hasta la muerte. Sera mucho peor que cualquier tipo de tortura, herida o enfermedad. Por ello me compadezco de tu existencia.
El demonio no respondió, es más solo soltaba uno que otro balbuceo irreconocible mientras sudaba a mares.
- Que el gran rey Emna se apiade de tu alma, porque él será tu juez en el Yomi. – Sentenció Shiori ahora cerrando sus ojos mientras dejaba que el poder de su aura fluyera.
- ¡Espera! N-No, no quiero volver allí. – Murmuró desesperado el demonio. – Perdóname la vida. Si lo haces ¡T-te puedo ofrecer todo lo que quieras!¡Te daré riquezas, poder, fama y fortuna! ¡Todo lo que tú quieras! ¡Incluso te puedo convertir en la Yokai o si quieres en la sacerdotisa más fuerte de la historia! ¡Serás capaz de desafiar a la misma muerte e incluso podrías revivir a los muertos!
- "Hasta incluso yo puedo decir que esto es una trampa" – Pensó Azul mirando a Shiori. – "Shiori, no te dejes engañar."
Pero Shiori sabiendo lo que tiene que hacer entonces solo retiró su mano y le dijo:
- Si devuelves todas las pieles que robaste y no atacas a más humanos entonces te perdonaré la vida una última vez. – Fue entonces que ella comenzó a caminar para darle otra vez la espalda al demonio. – Quedas advertido.
- ¡Shiori no! – Exclamó Azul.
Cuánta razón tenía el líder de Octavinelle porque ni bien Shiori le dio la espalda el demonio sin dudarlo sonrió maquiavélicamente y se lanzó hacia la sacerdotisa para devorarla de un mordisco.
Entonces...
- Dios del trueno, ven al frente. – Murmuró Shiori levantado dos de sus dedos a la altura de sus labios.
Al instante el demonio se percató tarde de que todavía tenía pegado el pergamino de la sacerdotisa en el pecho. Ya era tarde para quitárselo ya que la corriente eléctrica pasó por todo su cuerpo, paralizándolo a medio camino.
- Me doy cuenta de que no tenías intenciones de cambiar. Qué lástima. – Suspiró Shiori para luego nuevamente levantar su mano tatuada.
Entonces ella activó la purificación divina e hizo desaparecer al Amanojaku y el siniestro escenario como si fuera ceniza que se evaporaban en el aire; dejando atrás sola a una sacerdotisa quien finalmente abrió sus ojos para observar como la piel que también se estaba desintegrándose en el suelo.
- ¿Este era el demonio verdad? – Preguntó de pronto Shiori a un lado de un Azul que todavía en estado Shock por la escena.
- Sí, fue él. – Dijo una suave voz repentina al lado de Azul casi asustándolo en el proceso por lo inesperado que llegó y al girar su mirada se asustó aún más chocar con la imagen espectral de un hombre que no tenía piel y en lugar de ello mostraba su tejido muscular como si fuera un maniquí anatómico vivo. – Finalmente puedo descansar.
Luego de acabar con aquel decreto, el cuerpo de aquel hombre, poco a poco se fue iluminando tenuemente para luego empezar a recuperar la piel que se le fue arrebatada dándole finalmente una pinta más humana.
- ¿Estarás bien? – Preguntó ella reflejando preocupación en su voz.
- Descuide señorita. – Dijo aquel hombre con una amable sonrisa. – Ahora que mis restos pueden descansar en paz al fin estoy listo para el gran después. Podré reencontrarme con mi familia después de mucho tiempo.
- Entiendo. – Shiori aplaudió tres veces y le rezó un Sutra para que aquel hombre, todo mientras acercaba su brillante mano tatuada al pecho del fantasma para usar una vez más activar la Purificación Divina. – Que tengas un buen viaje.
En ese instante Azul la pudo reconocer otra vez, el rostro inmutable se rompió y ahora la mirada dulce y noble de Shiori regresó. El hombre mayor, al ver sorprendido aquellos ojos suaves y llenos de vida, sintió una alivió al punto que poco a poco cerrando los ojos como si se estuviera viviendo un agradable sueño, luego soltó un suspiro de tranquilidad al sentir el aura de la joven y finalmente se dejó evaporar con aquella suavidad y gentileza que Shiori emanaba de su alma.
Antes de él desapareciera entonces con su espectral voz finalmente le dijo como última vez:
- Muchas gracias por salvar mi alma...
Con esas palabras de agradecimiento el fantasma desapareció dejando a Shiori sola en el salón.
- Nuevamente deje salir mis emociones. – Suspiró Shiori mirando hacia la venta para ver el hermoso atardecer mientras pensaba en la felicidad de aquella alma al ser libre. El simple hecho de verlo hizo que ella esbozara una suave sonrisa. – No importa...
Pero no fue la única batalla que azul presenció ya que al igual que este enfrentamiento también mostraron escenas de anteriores batallas de Shiori que ella tuvo que pasar y sufrir antes de llegar al nivel al que estaba.
En el enfrentamiento Rokurokubi o a las mujeres con cuellos largos. Shiori se había fracturado la mandíbula aquel día.
Con las mujeres de cabeza desprendida, llamadas las Nuke kubi, dejaron a la sacerdotisa con marcas de hematomas en el vientre y rostro.
Con los demonios con un solo ojo y grandes bocas como el Shubonon. Ganó varias perforaciones y desangrado en las piernas por las mordidas.
La pelea con los espectros sin cara como el Nopperabo casi quiebran una puerta con su cuerpo junto a un brazo fracturado.
Con otros fantasmas muy similares al anterior, pero con la diferencia de que tenían dientes negros llamadas Ohaguro betari, cuya risa insoportable podía perforar los oídos. Hicieron que a Shiori casi se le reventaran los tímpanos.
Con los espíritus de los Kazenbos o monjes en llamas, terminó con muchas quemaduras.
Con la Dodomeki o las mujeres con muchos ojos, realmente asqueroso de ver, Shiori terminó con varios rasguños profundos pero que aun así ardían por culpa de la contaminación.
Las Taka onna con sus cuerpos altos, que hasta Jade y Floyd se quedarían pequeños a su lado, le fracturaron tres costillas.
Las Mekurabe o la gran formación de cabezas humanas dejaron muchas marcas de mordeduras y más marcas contaminadas en su cuerpo.
Y el peor de todos el Tenome, el solo recordar como el ojo se movía en sus manos hacían que todo su cuerpo se estremeciera. Este demonio hizo que Shiori casi se desmayara por la fuerte pérdida de sangre que este le generó con sus manos.
En cada lucha que Shiori siempre caía o resultaba lastimada, por mucho que cargaba la pesada responsabilidad de llevar ese tatuaje, ella tercamente seguía manteniendo ese rostro quieto. En sus ojos se podía mostrar que ella no quería rendirse por lo que siempre terminaba por levantarse y continuar peleando incluso si todo su cuerpo terminara en un terrible estado. Gracias a la ayuda de sus pergaminos y artefactos que llevaba dentro de ese maletín ella se las arreglaba para salir victoriosa de su combate ya que ella aún necesitaba cumplir y respetar la promesa que le hizo a su padre.
Era una suerte para Azul que luego de estos encuentros Akko era la encargada de curar las heridas de Shiori cuando esta iba a la playa con una baja escasez de energía.
Pero como dice el dicho "Del dolor se aprende" se pudo notar como de a pocos las habilidades de Shiori se iban mejorando en los combates incluso gracias a aquellas clases de Gimnasia con aquella mujer que parecía tener un aire estricto ayudaron a que ella ganara más agilidad en lo referente al control de su cuerpo y a mejor resistencia.
Y así los años continuaban hasta que se detuvo para otra memoria en el que Sayu y su séquito de amigas había acorralado a Shiori de 14 años contra la pared del baño de damas mientras arrugaban su ropa.
- ¡Habla maldita zorra! – Exclamó encolerizada Sayu. – Estuviste mucho tiempo sin decir nada, pero eso se acabó ¡¿Qué fue lo que le hiciste a Nanai?!
- "¿Nanai?" – Se preguntó extrañado Azul masajeando su espalda por el impacto.
Por algún motivo el escuchar ese nombre le generaba un dolor de cabeza.
- No sé de qué estás hablando. – Respondió Shiori
Entonces Sayu alterada y perdiendo la paciencia abofeteó la cara de Shiori dejando una huella roja en su mejilla.
¡Slap!...
- "Desgraciada." – Pensó Azul queriendo acercarse a la escena, pero nuevamente la parálisis lo retuvo. – "¡Como odio quedarme quieto!"
- ¡Mentirosa! ¡No finjas ser inocente! Desde que se fue del pueblo no me ha vuelto a llamar. – Sayu sondeó más la ropa de la albina. – Sé que tú tienes algo que ver. Algo tuvo que pasar luego de ese estúpido concurso basura al que participaste. ¡Habla! ¡Confiesa!
Pero Shiori no respondió nada ya que desde hace varios meses que ella ya no sabía nada de él, ya lo superó a sí que las cosas que Nanai hiciera ya no tendría por qué interesarle más.
- ¡Bien! Veamos si con esto se te afloja la boca. – Escupió Sayu empujando a Shiori y sacó de su bolsillo su teléfono para rebuscar entre sus archivos algo. – Si no me dice lo que le pasó entonces todo en la escuela se enteraran de lo cuan asquerosa eres en verdad.
Levantando el bendito teléfono tanto Shiori como Azul se le encogieron sus ojos al ver que había una foto de Shiori que parecía estar dormida sobre el piso del salón durante el atardecer tenía la camisa tenía el primero botones de su camisa abierta y alguien de algún grado mayor estaba como intentando echarse encima de ella.
- "¡P-pero si yo nunca tuve nada con nadie!" – Pensó alarmada Shiori. - "¡No lo entiendo! ¿Entonces porque yo?"
Lo peor pasó cuando Shiori miró la fecha en la que se tomó la foto. La foto estaba guardada desde hace dos años cuando tenía 12 años. Fue entonces que los recuerdos de lo que pasó ese día regresaron a ella al igual que Azul. Desde el trapo con cloroformo hasta cuando despertó encerrada en un casillero del aula.
- ¿Qué pasa? ¿Finalmente dejarás de actuar como una perra fría? – Sayu sonrió con victoria.
- ¡Fuiste tú... - Shiori rompió brevemente su serenidad a un rostro enojado. - ¡Tú fuiste la que me dejaste encerrada en ese casillero aquel día!
Ella intentó acercarse a Sayu pero sus amigas la sostuvieron rápidamente a la vez que la patearon en el vientre sacándole su aire y botando sus lentes al suelo. Ante eso ella rápidamente cerró sus ojos para que no los vieran, aunque muchas de las chicas solo rieron de superioridad y en especial Sayu quien creía que la sacerdotisa mostraba sumisión.
Azul también recibiendo el golpe también se llevó las manos a su vientre mientras recuperaba el aire al igual que unas voces en sincronía trataba de respirar junto con él.
- ¿Quééé? ¿No entiendo de qué hablas? – Respondió sarcásticamente Sayu. – ¿Acaso esos horribles lentes no pueden ver que no tienes ninguna prueba que lo demuestre?
- ¿Por qué tú...? – Shiori intentó formular algo mientras recuperaba aire por el golpe.
- Te daré una semana para que lo piensen. Si no me dices nada entonces todos verán esta foto.
Sin nada más que decir Sayu finalmente empujó una última vez a Shiori contra la pared y salió del baño junto a las demás dejando un silencio doloroso.
Ahora que estaba finalmente sola ella se sacó el guante de su mano y empezó a sanar el dolor mientras se deslizaba contra la pared del baño y miraba a un punto ciego en donde ella solo pudo suspirar cuando su dolor físico fue menguando, aunque el recuerdo de hace años la haga nuevamente sentir un dolor emocional.
- Akko... - Susurró tristemente Shiori.
Para Azul ya fue suficiente. Era muy frustrante el ver que ella no hacía nada para detener a nadie. Sabía bien que ella desde pequeña había jurado no querer lastimar a nadie y comprendía el por qué quería mantener su moralidad intacta. Ella no quería rebajarse a ser alguien como el maldito anciano ese del culto que le marcó la vida pero... ¿valía la pena el mantener una moral a cambio de salir lastimada en el proceso? ¿Era una paga justa que alguien tan noble pasara por todo esto por culpa de gente envidiosa? No, definitivamente esto no era justo ¿Dónde estaba la justicia cuando se la necesita?
- ¿Qué clase de mundo es este? Es demasiado cruel. – Dijo Azul sentarse al lado de la imagen de Shiori y colocó su mano cerca de la mejilla irritada. No podía sentir contacto alguno debido a que solo era una neblina de quimeras; sentía tanto coraje e ineptitud el no poder estar allí presente poder decirle que no estaba sola.
- Nadie te insultaría o lastimaría como esos abusones me lo repetían día tras días.
Y en especial recordó también sus palabras y de lo cuan equivocado estaba con respecto a ella. La culpa de aquella batalla acompañada con el dolor del recuerdo era demasiado para él.
- Tú también sufriste mucho ¿Verdad? – Y sin poder contenerlo más Azul abrazó a la imagen de Shiori y continuó repitiendo en susurros silenciosos. – Lo siento... Lo siento mucho. No tenía idea. Perdóname... perdóname...
La Shiori del recuerdo solo se quedó quieta apoyada contra las mayólicas del baño escuchando como varios pasos de los estudiantes iban y venían de afuera. Quizás haya sido coincidencia o destino el que pusiera tanta concentración en aquellos ruidos, pero fue gracias a eso que ese día una noticia llegó a sus oídos.
Ella reconocía esas voces, eran la presidenta de su salón al lado de alguien que quizás estaba en el mismo salón.
- El próximo viaje escolar se acerca ¿Ya tienes idea de que llevar? – Dijo una voz femenina.
- Hmm todavía no lo pienso. – respondió otra chica. – ¿Qué debería llevar para la isla de Hokkaido?
- Supongo que deberías llevar ropa de verano y quizás... algo más~ los chicos estarán tan cerca...
- No pierdes el tiempo ¿verdad?
Como si las palabras "Hokkaido" fueran un eco resonaron dentro de la cabeza de Shiori quien abrió la mirada poco a poco al recordar justo el momento exacto en donde escuchó el nombre de dicho lugar.
...
- "Hace milenios yo antes era el guardián del océano de Hokkaido. Mi tarea aparte de proteger el mar tranquilo también consistía en alejar a los intrusos que intentaban ingresar a la costa atreves del mar de ese modo evitaría que ellos entraran por error al sagrado bosque de Yorishiros." – Dijo Akko nadando en su verdadera forma, llevando a una pequeña Shiori con la armadura de Senhime quien estaba sentada sobre la cabeza roja.
- "¿Yorishiros?" – A Shiori se le brillaron los ojos que emitían un brillo de emoción. - ¡¿Te refieres al mismísimo bosque sagrado de los Yorishiros?! ¡No puede ser! ¡De allí nació la leyenda de Yuri no hime!"
- "Oh~ conoces la leyenda." – Akko sonrió con sus ojos.
- "¡Claro que la conozco es una de mis leyendas favoritas!" – Shiori narró con entusiasmo aquella leyenda. - "La historia de una princesa que, cansada de la hipocresía de sus pretendientes, decidió renunciar a su herencia en el palacio para escapar eternamente al mundo espiritual al lado de su verdadero amor que resultó ser espíritu Tengu."
"Según cuenta el mito para evitar que los encontraran camuflaron el verdadero portal que usaban en sus encuentros con tantos Yorishiros para que ningún soldado y monjes se atreviera a pisar en aquel terreno por miedo a intentar enojar por accidente a los demonios dormidos dentro de las piedras con Shinenawa. Nunca pudieron encontrar el lugar más que solo un camino de lirios por donde caminó la princesa... según el poema cuando canten los Lirios ellos te guiaran a la puerta." – Terminó de explicar Shiori.
- "Se nota que estás muy informada."- Una gota de sudor cayó de la cabeza de Akko pero luego la cambió a una mirada divertida. - ¿Entonces eso quiere decir que te gusta más que a la historia de esa sirenita?"
- "No metas a mi infancia en esto por favor." – La albina solo inflo sus cachetes mientras que Akko lanzara una divertida risa.
...
Y después las voces de las estudiantes se empezaron a alejar, pero todo lo que le importaba a Shiori era sobre aquel viaje escolar que tenía planeada hacer su salón.
- ¿Será posible? – Susurró Shiori ahora nuevamente adquiriendo un brillo de esperanza en sus ojos al igual que una idea iluminó su mente. - ¿Aún hay una manera de que te pueda ver?
Entonces ese fue el último recuerdo del pasado para volver a la culminación de la pelea.
- ¡Purificación Divina! – Nuevamente exclamó Shiori un poco magullada pegando varios de los pergaminos a todos los demonios faltantes para luego extender su mano tatuada con su rosario para activar el sello con la palabra que definía la filosofía de su vida. - ¡Zen!
Con el fuerte estallido de luz Shiori logró vencer a los betobetosan y el escenario difuminándose para volver al esplendoroso brillo de la vida restaurada del bosque sagrado los Kodamas y el zorroquienesal ver el regreso de la sacerdotisa festejaron su victoria moviendo sus pequeños bracitos con alegría o en el caso del zorro moviendo su esponjosa cola de un lado a otro.
Shiori ante ese pequeño jolgorio sonrió levemente y finalmente pudo tomarse su tiempo para curarse tanto el corte como los hematomas.
- "Si la leyenda entonces hay una posibilidad de que pueda ir al mundo espiritual sin violar ninguna regla para volver a verte." – Pensó Shiori sacando las gafas de su maleta para así colocarlas finalmente sobre sus ojos determinantes. – "Espérame... Akko."
Con esa misión personal Shiori siguió caminando junto con los Kodamas hacia el pueblo civilizado de Sachimura que ahora era alumbrado por la aparición del sol, aunque el zorro albino sé que quedó atrás mirando como la imagen de la sacerdotisa se iba alejando.
- Entonces por ese motivo Shiori fue al viaje escolar... - Susurró Azul. – Solo querías arreglar las cosas con tu amiga.
La imagen cambió ahora a la de Shiori caminando en medio de otro bosque estando sola y viendo como el cielo se estaba empezando a tornar naranja, se había escabullido del campamento por lo que por fin podría continuar su misión luego de un día de investigación por la zona
- La hora mágica ya casi está a punto de comenzar. – Susurró Shiori acomodando su maleta deportiva mientras seguía mirando el pequeño mapa de aquel libro que tenía. – Según lo que ya recorrí el día de ayer el lugar debe ser por aquí. Se supone que según la leyenda el camino de los lirios comenzaría ahora, pero...
Ella miró a ambos lados en búsqueda de alguna flor de lirio o siquiera las piedras con cuerdas, pero solo había más árboles, césped y musgo.
- No hay ni un solo lirio. – Susurró Shiori bajando un poco la mirada al caer en cuenta de un detalle preocupante. - ¿Y si en verdad fui muy pretenciosa? – Entonces su mirada se entristeció y apretó el libro contra su pecho. - ¿Realmente toda la leyenda es solo un cuento infantil?
La albina al ver que no avanzó mucho entonces decidió detener su búsqueda por hoy y regresaría hacia el campamento antes de que anocheciera y salieran más espíritus. Estaba a punto de caminar cuando de pronto un fuerte viento sopló cerca de ella provocando que su libro se le cayera de las manos y se esparciera las hojas del contenido por varias direcciones.
- Rayos... - Suspiró Shiori agachándose a recoger hoja por hoja hasta que su rostro se topó con una cara familiar. – ¡Oh!
Con un pelaje blanco y cola esponjosa moviéndose de un lado al otro el mismo pequeño zorro albino que habían visto anteriormente estaba sentado frente a ella.
- Hola ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Me has seguido desde Sachimura? – Respondió sorprendida Shiori viendo como el zorro asintió elegantemente su cabeza. - Pero... ¿Por qué?
El zorro no respondió de vuelta haciendo que Shiori solo suspirara luego de un largo silencio.
- De cualquier forma, regresaré al campamento pronto. - Ella miró brevemente al cielo para ver como el cielo se estaba tornando naranja. - Deberías buscar un refugio, la noche está por caer y es muy probable que...
Pero antes de que ella continuara el zorro de manera inesperada tomó la pulsera de flores de la muñeca de la sacerdotisa y se alejó corriendo del lugar.
- ¿Eh? - Shiori reaccionando tarde vio con sus ojos hechos unos puntos como el animal se alejó de ella.
La sacerdotisa pudo haber dejado ir al animal de no ser que el regalo que Kai estaba en el hocico del zorro albino y a medida que la silueta se iba alejando del follaje ella no tardó mucho en alarmarse.
- ¡Espera no! ¡Regresalo por favor! – Pidió ella, reaccionando finalmente para empezar a perseguir al animal.
Shiori, sin pensarlo mucho se adentró a las profundidades del bosque mientras traba de acorralar al animal, pero este último siempre se las arreglaba para esquivarla y seguir corriendo entre la maleza y árboles.
En todo el trayecto de la persecución, Azul, pudo ver como realmente Shiori corría con todas sus fuerzas para atrapar al animal y recuperar lo que le fue arrebatado. Por más que casi se tropezaba en el camino con una que otra rama sobresaliente y chocaba contra varios árboles ella no se detenía.
- Auch... – Suspiró Azul por enésima vez sobándose el rostro. – Diablos Shiori, si por cada golpe que recibiste me dieran una moneda ya me hubiera hecho millonario. – Era una suerte que él no tuviera que correr para perseguirla en esta persecución.
Luego de un rato toda la carrera pudo culminar cuando el zorro llegó a un cierto punto, colocó la pulsera en el césped y esperó sentado a la sacerdotisa que cayó justamente en el piso para tomar su pulsera con cuidado entre sus manos.
Azul no entendió el motivo del robo de aquel zorro. Pensó que si el animal deseaba tanto la pulsera entonces no la hubiera dejado en el suelo sin explicación alguna. Era muy confuso...
O al menos lo fue hasta que vio el entorno con la boca casi abierta por el asombro.
- Oye... ¿Por qué... hiciste... eso? – Shiori pidió explicaciones mientras jadeaba y se levantaba del suelo. – No puedes ir por allí haciendo corretear a la gente para robar...
Pero ella al igual que Azul también se le cortó la respiración y frotó sus ojos bajo los lentes para de nuevo verificar si su mirada no la estaba engañando ya que frente a ella había toda clase de piedras adornadas y esparcidas en el fondo con muchas cuerdasatadas a su alrededor.
Había llegado al sagrado bosque de los Yorishiros.
- ¡Oh...Por... las orejas de buda! – Exclamó Shiori llevándose sus manos a su cabeza mientras esbozaba una radiante sonrisa digna de una fanática y así dejando su verdadera personalidad mientras daba varios saltitos de emoción. Se sentía como si hubiera descubierto la mismísima Atlántida. - ¡La leyenda es real! No puedo creer que esté aquí, es como un sueño ¡Estoy feliz! ¡Yatta! ¡Yatta!
El simple hecho de escuchar la risa de Shiori enterneció el corazón de Azul al ver que ella aún conservaba su bella sonrisa a pesar de haber pasado por tanto dolor.
- ¡Ah! – Entonces Shiori al percatarse de que rompió su compostura, intentó volver al rostro estoico. – No. No. No. Tranquilízate, respira y controla las emociones. Estoy en terreno sagrado y debo mostrar mucha seriedad como la sacerdotisa que soy.
Pero nuevamente la emoción le ganó.
- Pero es increíble. Hay tantas reliquias a mi alrededor. – Chilló sutilmente Shiori mirando de cerca las decoraciones bordadas en las piedras con sus ojitos brillantes, pero sin llegar a tocarlas por más que quería. – Mira su tamaño. ¿Ya viste el acabado de las inscripciones? están escritas en un lenguaje muerto, el mismo que aprendemos para la elaboración de los pergaminos. El trazo es tan pulcro y elegante que, teniendo en cuenta los años en que fue creada la leyenda, a cualquier tallador le hubiera costado cientos... no, miles de años tallar hasta el más mínimo detalle de todas las rocas... – Y así ella comenzó con su rápido parloteo. - ¡Kya! incluso las inscripciones de las rocas cuentan los poemas que se intercambian la princesa y el Tengu ¡Nunca pensé que llegaría el día en que lo vería con mis propios ojos!
- Típico de ella. – Sonrió Azul tocándose el pecho siento la alegría de Shiori. – Se emociona con algo tan simple.
En eso el zorro, quien tenía sus ojitos hechos un punto y una gota de sudor bajando de su cabeza, solo emitió un pequeño ruido de confusión al ver que la joven hablaba continuamente y sin parar.
- Todo te lo debo a ti, te lo agradezco. – Shiori, una vez calmada, ahora se agachó al animal mientras nuevamente se colocaba la pulsera de Lirios. – Si no hubieras tomado la pulsera de Kai entonces no podría haber llegado a este magnífico lugar, gracias señor zorro.
Ella agradeció, aunque al momento de mencionar la pulsera entonces una idea nuevamente iluminó su cabeza. Mirando nuevamente a las flores y recordando a Kai fue cuando ella regresó a la seriedad ya que ella había unido los detalles del poema de la leyenda con la pulsera de flores.
- "Cuando los Lirios canten, ellos te llevarán a la puerta" ... – Entonces Shiori solo esbozó una suave sonrisa mientras acariciaba los tallos. – Kai, usaste tu clarividencia. Sabías que llegaría hasta aquí y por eso hiciste la pulsera... - La imagen del niño se dibujó en su mente.- Gracias.
Entonces ella ya sabiendo lo que tenía que hacer extendiendo su mano con la pulsera y pasó piedra por piedra junto con el zorro, quien decidió acompañarla, esperando a que algo pasara. Tardó varios minutos en ir avanzando mientras caminaba con cuidado.
- Ahora entiendo porque los monjes no podrían destruir el portal de este lugar. – Comentó Shiori al zorro, con sus ojos con el Ajna activado. - El aura que emanan las rocas son tan confusas que pareciera que si el portal no estuviera por ningún lado. Bueno tampoco se trata de cualquier portal.
El zorro sólo emitió un leve chillido.
- Dado a que está prohibido que la carne humana pise el mundo de los espíritus entonces este portal es especial. – Entonces ella nuevamente sacó el libro y empezó a buscar entre los escritos. – Según la leyenda se dice que aquel portal tenía la capacidad de crear algo así como una especie de pase o sello temporal para que la princesa visitara el lugar y camuflara su origen humano.
Y así ella continuó durante un largo rato, pero como esfuerzo tenía su recompensa al final, cuando ya estaba por la mitad de las rocas, los lirios comenzaron a emitir una suave luz cerca de una roca en específico. La sacerdotisa por si acaso pasó por el lado de otra roca, moviendo el brazo como un radar mientras estaba al tanto de los cambios de las flores. Como era de esperarse las flores llegadas a un punto dejaron de emitir la suave luz cuando se alejó de la anterior roca.
- Es aquí... - Dijo Shiori regresando a la anterior roca.
Así que rápidamente abrió su maleta deportiva y sacó su lápiz para empezar a ilustrar la piedra mientras que a su costado anotaba la traducción del carácter para descifrar el poema correcto. Tardó un poco en descifrarlo, pero valió la pena por lo que podría proseguir con los implementarlos como velas tipo incienso, una pequeña daga de plata, y lo más llamativo de los implementos, sacó una deslumbrante Kagura Suzu que tenía varias campanitas hechas de oro blanquecino cuyo brillo dorado resplandecía como pequeñas estrella que estaban pegadas en un mango que parecía hecho de jade rojo con bellos patrones delicados y finalmente en la parte inferior del mango traía una fina tela blanquecina de seda que casi espectral a cada movimiento que el mango hacia.
La palabra carísimo quedaría corto si uno intentaba ponerle un precio, no parecía ser suficiente.
Azul un poco curioso por saber el contenido del maletín vio que dentro de él había muchas de las bolsas blancas que había regalado a los Kodamas junto a varias botellas llenas de agua bendita. Dos paquetes medianos que contenía unas pequeñas esferas rojas como canicas que tenían dibujado un sello en la superficie y cuyo contenido tenía sal purificada. Unos papeles con forma humanoide con inscripciones en el pecho y varias pilas de pergaminos O-fuda escritos y otros en blanco.
- "¿Ella cargaba todo esto?" – Pensó Azul mirando con una gota de sudor sobre su cabeza el tamaño de la maleta para luego acercarse a la piedra. – "¿Realmente algo así podría considerarse como un portal como el espejo de la oscuridad?"
Regresando a la escena a la velocidad a la que repasaba el texto una y otra vez, la sacerdotisa, ya había memorizado el texto en su mente y tendrá todo lo necesario para empezar con el ritual.
- "Es hora... ." – Rezó Shiori repasando una última vez el texto mientras que un expectante Azul giró su cabeza de regresó a Shiori miró como la luz del incienso naranja iluminaba el lugar y hacían que los ojos de Shiori se tornaran como en rojo vivo del atardecer bajo aquellos lentes. - "Por favor funciona."
Entonces la sacerdotisa, serenando toda emoción, sostuvo con la fuerza necesaria el Kagura suzu y lo empezó a agitar para emitir las primeras suaves y sobrenaturales cascabeleos que provocaron que el bosque repentinamente se quedara callado. Con dicho silencio Shiori dió inicio una elegante danza Kagura frente a la roca a la vez que recitaba el poema.
"Suave voz que suena en la noche"
"Quiero hablar con mi amado heraldo de la guerra"
"Debo verlo de cerca."
Mientras ella danzaba las campanas y los lirios dibujaban un rastro de luz que trazaban el movimiento de la muñeca de la sacerdotisa que era seguido por la tela fina que generaban que la imagen de la sacerdotisa luciera una hermosa pinta sobrenatural como divina que casi dejó sin aliento a Azul.
Pareciera como si un delicado ángel estuviera bailando solo para él.
"Soy la florecilla de plata."
"Hija del sol naciente... Princesa de Hokkaido"
Otro cascabeleo...
"Llévame hacia el único hombre que he amado"
"Todos los otros hombres me son odiosos."
"Para ellos solo soy un objeto más de su colección."
"Pero él, él nunca me miró como un objeto material"
"Y yo nunca lo vi como un demonio."
A medida que continuaba recitando llegó en un momento que Shiori dejó de empuñar los cascabeles a un lado de la roca y luego descubrió su mano izquierda mientras tomaba la daga con la otra.
"Como muestra de nuestro ágape"
"y veracidad de mis palabras"
"te ofrezco mi sangre"
Entonces con el filo de la daga ella realizó un pequeño corte en su dedo y lo extendió hacia la roca mientras que gota por gota iba cayendo sobre la superficie áspera y entrando por las inscripciones que delineaban cada carácter del texto.
"Toma el símbolo de mi decencia"
"Estoy segura de que aún es pura."
Entonces Shiori deteniendo el goteo de su dedo entonces dio tres palmadas y finalmente finalizó su oración con los ojos entrecerrado junto con sus los brazos elevados justo cerca de donde casualmente estaban las mejillas de Azul quien abrió sorprendido sus ojos ante la acción mientras que sus mejillas se sonrojaban y su corazón bombeaba más sangre:
"Ahora que estoy aquí"
"Anhelo estar contigo eternamente."
Por momentos Azul se sintió como su mente se sentía confusa, ya que no se reconocía a sí mismo. A veces se sentía como un joven humano con los sentimientos floreciendo a través de su piel como una rosa, por otros momentos como alguien salvaje que deseaba proteger sin importar que a la mujer que tenía en frente y finalmente sintió una gran necesidad llevársela hacia la tranquilidad del océano para alejarla de todo dolor que la tierra firme le había provocado solo para complacerla y ver una vez más su hermosa sonrisa.
"Deseo unificar mis labios con los tuyos"
"Mis palabras contra las tuyas."
"Que nuestros sentimientos y almas"
"sean nuestros guías."
Luego de aquel momento Azul pudo recuperar su compostura y la noción de sí mismo descubrió que él todavía sentía como todos estos nuevos sentimientos que estaba experimentando dentro de él eran muy reales a tal punto que su mente estaba pensando en solo estar cerca de Shiori.
Y también, aunque sea una vez, pensar que esa hermosas palabras fueran únicamente dedicadas para él como si fuera alguna clase de confesión de amor secreto entre ambos:
"Frente a la primera estrella de la noche"
"Nos volveremos a encontrar."
"Háblame"
"Mi hermoso ángel de la libertad."
"¿Dónde estás?"
Los segundos pasaron y el brillo de las flores repentinamente se apagaron dejando paso al sonido del viento pasando por los árboles como un respiro de exhalación; sin embargo, aparte de que Shiori todavía seguía quieta con los sus ojos cerrados esperando algo, al final no había sucedido nada.
Lo que sí pasó fue que todo se quedó congelado como si el tiempo se hubiera detenido en ese mismo instante. Ya no había ruido alguno que no sea la respiración de dos jóvenes juntos frente a los inciensos dando una vibra íntima.
Uno pensaría que nadie se movería en mucho tiempo, pero este no sería el caso ya que Azul rompiendo aquel esquema solo colocó lentamente su mano en la mejilla de la Shiori joven y con una suave caricia intangible de su pulgar se fue acercando su rostro para primero juntar suavemente sus frentes. Azul, sabía que lo que estaba haciendo no era correcto, pero si se tratara de un sueño que narraba el pasado y que nada de aquí era la realidad entonces no le estaría arrebatando nada, sino que se dejaría llevar por aquel sentimiento colectivo dentro de él que les pedían a gritos cerrará la corta brecha que la separaba de ella.
- Mi hermosa medusa. Mi amiga confidente. Estoy aquí. – Susurró suavemente Azul cerrando sus ojos y acercando lentamente su cara contra la de Shiori.
– Yo aun existo... - Habló él junto con muchas voces familiares que repitieron esa frase.
Pero ni bien sus narices rozaron, el tiempo volvió a correr como el ruido del bosque y Shiori más pronto que tarde soltó un jadeo de sorpresa mientras daba un paso hacia atrás.
- ¿Quién es? ¡¿Quién está allí?! – Shiori miró por todos lados. – Hay alguien cerca de mí y son varios...pero ¿Quién son?
Esta acción fue totalmente inesperada, pero para Azul fue como una repentina señal milagrosa ¿Acaso ella realmente pudo escucharlo? ¿Él realmente pudo establecer alguna clase de contacto con ella? Tenía que averiguarlo.
- ¡Shiori! ¡¿Puedes escucharme?! – Dijo Azul haciendo que Shiori casi girara hacia la dirección en la que él estaba parado. – ¡Soy yo!... ¡soy...!
Pero entonces una ramita del lugar se quebró seguido de un aplauso sarcástico, provocando así que Shiori y Azul ahora se enfocarán en aquel ruido.
- Wow, bravo. Ni en mis mejores sueños pensé que llegarías a verte tan patética. – Se escuchó una sarcástica voz familiar. - Este sí que es un nuevo nivel de locura, buen trabajo.
Tanto Azul y Shiori al reconocer la voz abrieron sus ojos mientras que el zorro, al escuchar esa voz burlesca, solo erizó su pelaje y gruñía amenazadoramente.
La dueña de esa voz era...
- Sayu... - Susurró Shiori levantándose de su sitio mientras sutilmente observaba con preocupación como no solo ella, sino que también todo el resto de su salón y un par de otras clases estaban presentes mirando la escena como si fuera un espectáculo. - ¿Cómo llegaron hasta aquí?
Ella intentó preguntar, pero cuando quiso acercarse un fuerte mareo comenzó a manifestarse, acompañado de un fuerte palpitar irregular en su pecho que Azul pudo también sentir.
- ¡Oh, como muestra de mis palabras! ¡Te abro mis piernas sin necedad alguna! – Exclamó burlonamente Sayu haciendo parodia al poema que Shiori recitó. – Esas palabras sí que van contigo ¿Qué mierda fue todo eso?
Muchos de los compañeros se rieron mientras se apoyaban en las rocas del lugar, aunque otros se les notaba una cara de que no querían estar aquí pero que por algún motivo se quedaban.
Entonces la familiar carga negativa de las rocas empezaba a manifestarse haciendo que Shiori y Azul se sintieran más mareados y hasta enfermos.
- "¿Qué sucede?" – Pensó Azul sintiendo las pulsaciones irregulares del corazón de Shiori sobre su pecho junto a la repentina pesadez en el ambiente.
- No tengo tiempo para lidiar con tus locuras. – Respondió Shiori sintiendo la fluctuación del aire.
Pero esa actitud no le gustó para nada a Sayu.
- ¿Haah? ¿Qué yo soy la loca? No me vengas con eso. Si tú eres la lleva hablando sola desde hace ratos, lunática. – Entonces ella levantó el teléfono en donde claramente se muestra como Shiori estaba hablando con la nada en el lugar donde supuestamente el zorro debería estar.
- ¿Qué? – Shiori abrió sus ojos las cambió a la dirección del zorro quien todavía está mirando a Sayu como un animal rabioso. - "¿Es un espíritu?" - Ella pensó.
– Aunque tengo que admitir que me divertí mucho al ver cómo te golpeabas con los árboles. No sabía que eras esa clase de masoquista. – Rió caminando hacia la albina mientras que por momentos pateaba una que otra piedra del caminó que impactaba contra las demás rocas. – Cada vez te vuelves tan rara.
- ¡No hagas eso! – Shiori intentó detenerla.
Pero Sayu, tan solo ignorándola, solo se encogió de hombro y desafiantemente pateó con fuerza la roca que tenía cerca para lanzarselas a Shiori, quien por suerte colocó su brazo a tiempo para no salir lastimada, pero eso no evitó que más energía oscura saliera de aquella reliquia.
- "¡¿Acaso estas demente?!" – Gritaron mentalmente Shiori y Azul.
El zorro albino, al ver lo cuan irrespetuosa era Sayu con la reliquia, no dudo en mostrarle los dientes para amenazar con morderla, pero ella ni se percató de la presencia del animal ya que no lo podía ver.
– El plazo se te acabó ¿Tienes mi respuesta? – Reclamó Sayu cambiando la grabación por la foto de Shiori. – Si no me respondes ya sabes lo que pasará.
- ¡Pero qué maldita! – Azul apretó con dientes sintiendo una inexplicable cólera mucho más allá de lo normal.
- "¡Y dale con lo mismo! ¡La cosas que haga ese muchacho no tienen nada que ver conmigo!" – Pensó Shiori solo frunció sus cejas mientras que el aura oscura del lugar incrementaba. – "Tengo que sacarlos de aquí antes de que todo se vuelva peor y ellos despierten."
- ¡¿Y bien?! ¡Apúrate! ¡No tengo toda la noche esperando a que hables!
Shiori estaba empezando a enojarse. Había esperado por mucho tiempo poder por lo menos tener un momento de tranquilidad en estos días para buscar a su amiga y enmendar el daño que originó la estupidez e inmadurez de Sayu. De tan solo pensarlo su frente repentinamente le empezó a punzar; a pesar de eso, pero sabía que si discutía se daría una pelea innecesaria por lo que con esfuerzo se mordió la lengua y buscó el modo de sacar a todos de aquí lo más pronto posible.
- De acuerdo. Hablaré. - Dijo Shiori tomando su maletín y guardando sus cosas para caminar rumbo al camino de regreso al campamento. – Te diré todo lo que sé, pero si solo regresamos al campamento, no es necesario armar una escena innecesaria.
Había mucha energía negativa alrededor y que todos tocaran las reliquias de manera muy irrespetuosa en este lugar era demasiado perjudicial incluso para un adulto, pero como siempre nada sería fácil. ¿Por qué se lo preguntan? Porque Sayu cortó el camino de Shiori con su pierna contra la reliquia.
- ¡Oye! Ya te dije que te lo diré, pero quita tu pie. – Reclamó Shiori.
- ¡No, quiero que lo hables aquí y ahora! ¡Frente a todos! - Respondió Sayu.
- ¡Ugh pero que pesada! ¡Aparte de que ella piensa en tu bienestar en verdad no dan ni ganas de salvarlos a ninguno de ustedes! – Azul fulminó a todos los presentes mientras también se sentía mareado y se tocaba en especial la frente. - ¿De dónde viene este dolor?
Shiori solo entrecerró los ojos al sentir como sus ojos se opacaban mientras apretaba la tira de su maleta con su marca tapada a causa de sus emociones y el dolor de su frente incrementada por alguna razón. También se estaba sintiendo más mareada y ansiosa por liberar la marca. Intentó morderse la mejilla para calmar el malestar, pero el solo escuchar la voz de Sayu siguiendo parloteando y humillandola ya le estaba agotando la poca paciencia que le estaba quedando. ¿Pero por qué motivo se sentía tan irritada de lo normal?
- ¡Oye Sayu te estás demorando demasiado! – Comentó aburrido uno de sus compañeros jugueteando con la cuerda de la roca. - ¡Apúrate y muestra la foto! Tengo muchos amigos que están muy interesados en esa foto.
- ¡Es verdad no te hagas de rogar!
Azul solo lo fulmino con la mirada, realmente tenía ganas de aprestarles el cuello a todos con sus tentáculos y romperlos.
Aunque algunas jóvenes con al menos unas cuantas neuronas en su cabeza se estaban preocupando por el hecho de que el sol se iba ocultando cada vez más.
- O-oigan mejor dejémoslo para después. Ya está a punto de oscurecer y aún estamos en el bosque... – Dijo otra compañera que era parte del séquito de Sayu.
- ¡¿Hah?! ¿Y quién pidió tu inútil opinión? – Sayu la fulminó con la mirada. – Que ni se te olvide porque también estás aquí, acordamos de que si querías ser una de nosotras tendrías que obedecerme. No quieras hacerte la santa ahora a menos que tú y los demás quieran acompañar a la rara. – Entonces nuevamente levantó el teléfono y empezó a anexar a varias personas para que vean la foto de Shiori.
Al escuchar esa amenaza, la joven cómplice cercana a Sayu, la miró con espanto y no solo ella, sino que también muchos de los presentes se quedaron callados por el chantaje.
Shiori realmente se estaba enojando más de lo normal al ver como esta chica sin escrúpulos trata a todos como si fueran inferiores le recordaba mucho al líder del loto rojo ¿Cómo podía existir este tipo de personas? ¿Por qué tienen que recurrir al chantaje? Sus pensamientos no le mostraban una respuesta que no sea liberar de una vez su enojo acumulado. No se sentía como ella misma y, mucho más preocupante, no estaba viendo las cosas con claridad por el enojo que su cuerpo experimentaba.
¿Por qué Sayu se esmeraba tanto en hacerla la vida imposible? ¿Acaso no tiene otras cosas más importantes que hacer? ¿Qué hizo ella para merecer su constante acoso?
Entonces...
- Respira Shiori. No dejes que esos sentimientos te denominen - Sonó una familiar voz cerca de ella. - Si te exaltas y te dejas llevar por una emoción negativa como el enojo y la ira entonces nunca podrás ver la verdad frente a tus ojos..."
Entonces el enojo de Shiori, así como apareció se desvaneció cuando sintió algo gelatinoso subir por su pierna y cuando bajó la mirada se percató que había una especie de espectral oruga negra que iba tomando más tamaño a medida que se alimentaba de la energía de su cuerpo.
- Más... Más... Ódiala más... te ordeno que me alimentes con tu odio... - Chillaba suavemente el Nozuchi mientras que incrementan su tamaño a medida que se alimentaba más la ira que Shiori emanaba.
- ¿En qué momento? – Azul miró con desagrado a aquel animal.
Al percatarse de lo que le estaba pasándole por influencia de este demonio entonces trató de serenar su mente con sutras mientras empezó a inhalar y a exhalar para purificar su alma y así acabar con demonio quien solo terminó carbonizado por la ferviente aura de Shiori.
- "Es verdad..." – Dijo ella finalmente calmandose. – "Las sacerdotisas que son marcadas no pueden dejarse llevar por el enojo o de lo contrario la maldad se alimentará de ellas."
Gracias al estado de sanación que ella se estaba realizando entonces el dolor se esfumó y su mente se quedó más clara. Se podría decir que gracias a que ese gusano la incentivó descubrió algo que su corazón había guardado.
Ya no había ninguna duda, ahora que estaba más relajada ella podía pensar con más claridad e incluso llegar a una conclusión.
- ¡Ra-pi-do! – Sayu deletreó las palabras ahora estando cara a cara con Shiori para mostrarle que estaba a un paso de presionar el botón de enviado.
Sayu realmente tenía un serio problema con la obsesión por querer tener el control de todos e intimidar, quizás por la riqueza de su familia o el deseo insaciable de algo, trata a todos si fueran marionetas que no pueden hablar a menos que ella lo ordene ya sea por chantaje o porque le resultaba divertido ¿Quién sabe?
Pero si uno lo piensa bien todas esas acciones deben de venir de una misma raíz de insatisfacción que ella misma se autosembró en su interior. Teniendo en cuentas las experiencias que ella adquirió al hablar con muchas almas jóvenes en el pasado y juntándolo con la ideología de su país la hicieron ver algo que por mucho tiempo nunca creyó ver o que mejor dicho ignoraba deliberadamente.
Sayu también tiene sus propios demonios que la llevaron a ser la persona que es hoy y gran parte de la culpa también la tiene ella misma al permitir que esto continuara. En primer lugar ¿Por qué motivo no le dijo a nadie?
¿Quería arreglar las cosas a su modo ignorando todo como si no hubiera pasado? Sí, ya que el ser una sacerdotisa eso conllevaba a que tendría que aprender a soportar todo dolor en silencio.
¿Eso hizo que algo cambiara?... No, nada ha cambiado.
Incluso si ella no contraatacaba, las cosas nunca mejoraron. Ni para bien ni para mal.
¿Por qué después de tanto tiempo recién se dio cuenta?
Ya era muy tarde para arrepentirse, han pasado los años y ya casi estaban punto de cumplir 15 años. Ella aun esperaba algún cambio por parte de Sayu para que se diera cuenta por su propia cuenta de que sus acciones no estaban bien. Pero cómo esperaba a que ella cambiara si ni siquiera mostró signos de siquiera detenerla.
Este mundo no es como estar dentro de las paredes del templo, era la realidad de una parte del mundo.
El acoso no se detendrá si uno se queda quieto como lo hizo el gran buda contra los Maras; el acoso de la vida real se termina cuando uno finalmente tiene las agallas para enfrentarlo correctamente como los seres humanos que son.
Si ella la hubiera encarado como se debe entonces lo hubiera hablado con algún maestro que realmente se interesa por sus alumnos, este quizás podría haberla ayudado con algún consejo. Si los profesores no la hubieran ayudado entonces hubiera hecho un gran esfuerzo para conversar con su familia para tratar de buscar una solución juntos, por más que no quería involucrarse, pero a fin de cuenta de que de eso se trata la verdadera unión familiar... el de apoyarse mutuamente cuando las cosas se desmoronan en tu mundo.
- "Una vez ya cometí un grave error al no hacer nada una vez y ahora nuevamente cometí el mismo error." – Pensó Shiori apretando las manos. – "Nunca debí haber ignorado todo este problema, solo terminó por empeorarlo todo."
Ahora comprendía que el solo aceptar estos maltratos como una costumbre diaria era lo mismo o peor que tapar el sol con un dedo. Todo lo que hizo hasta ahora no era la solución correcta contra este acoso escolar por mucho que ignoraba la situación y aguantaba todas las humillaciones.
- Así es Shiori. – Susurró Azul tratando de acercarse a ella a pesar del mareo. – Ella se está sobrepasando con su actitud y si no la detienes ahora entonces ella sola tan solo terminará pudiéndose más de lo que ya está.
Como una vez le dijo su maestra Helga:
- "¡Al carajo con la opinión de los demás! ¡Expresa lo que sientes de una vez y destrúyelos como tú sabes hacerlo! ¡Esa es tu mejor arma! ¡¿A qué le tienes miedo?!"
Azul escuchando los pensamientos tipo recuerdo de Shiori no pudo estar más que de acuerdo con la voz y viendo lo que su medusa estaba por hacer entonces solo miró atentamente la escena.
Por lo que Shiori juntando simbólicamente parte de su máscara como sacerdotisa con su personalidad entonces le respondió serenamente a Sayu.
- Adelante sube la foto.
- ¿Hah? – Sayu solo miró desencajada a Shiori por lo que acaba de escuchar.
- Ya me escuchaste, envía la foto si es lo que realmente quieres. No me interesa en lo absoluto. – Shiori irguió su columna.
Azul por fin después de mucho tiempo de espera finalmente volvió a ver la verdadera personalidad de Shiori que había conocido en el Night Raven.
Muchos de los estudiantes solo se rieron por las palabras y otros miraron anonadados este repentino cambio, aunque eso no evitó que Shiori los miraba con su mirada de reproche pero calmada a todos los presentes.
– ¿Qué? ¿Esperaban que llorara, que suplicara o que me callara? Lo siento, pero no pienso hacer nada de eso. – Ella puso un pie al frente.
Sayu viendo como la albina no reaccionaba como quería entonces la hacía quedar como una tonta frente a todos y como no quería dejar que ella le ganara fácilmente entonces solo ignoró las palabras de la sacerdotisa y continuó mostrándose imponente para continuar burlándose de Shiori para mostrarse segura de sus palabras.
- Oh, Ya entiendo. Te excita tanto el solo pensar como todos te verán ¿Verdad? Vaya, no pensaba que la favorita de los maestros no tiene nada de escrúpulos. Eres toda una indecente. – Respondió Sayu sonriendo victoriosamente, pero aun así no presionó el botón. - ¿Realmente no te importa tu reputación? Estoy apunto de enviar no solo a los estudiantes sino a todos los maestros para que finalmente te saquen del colegio.
Pero Shiori solo mantuvo su mirada tranquila y serena a lo que Sayu continuó hablando.
- ¿Qué te parece? ¿Ahora te importa lo que todos piensen de ti? ¿Estás muy triste? Seguro que al igual que yo tú también me odias. – Sayu escupió venenosamente.
Azul solo se bufó ante las palabras infantiles y sin sentido de aquella mocosa ya que estaba a años luz de realmente comprender, aunque sea una pequeña fracción de la verdadera personalidad de Shiori. Esa niña no tenía ni la más mínima idea de con quien se metía y eso le constaba a Azul ya que conociendo a Shiori sabía que ella no necesitaba devolver golpes o degradar a nadie para ganar una batalla contra un agresor.
Ella tiene algo mejor que eso.
- En verdad siento una gran lastima por todos ustedes. – Suspiró con lacera Shiori. – Adelante. Puedes insultarme, degradarme y esparcir rumores de todo lo que quieras y eso a mí no me va a importar en lo más mínimo porque tus palabras... – Y luego miró a su alrededor. - al igual que todas las demás son solo palabras al aire. No las necesito para definirme porque sé quién soy verdaderamente. - Luego regresó a Sayu. – y déjame decirles que me amo tal y como soy... Y eso es lo que tanto les enoja pues que pena.
- ¿Pero qué cosas dices? – Dijo Sayu ahora mostrándose molesta al ver como la albina nuevamente se mostraba inmune. – ¿No entiendes tu posición? ¡Yo me encargaré de destruir tu reputación y tu imagen! ¿Es que acaso eso no te importa?
- Reflexiona un poco ¿De verdad disfrutas el manipular todo a tu antojo por un deseo fugaz de venganza injustificada? – preguntó Shiori arqueando una ceja.
- ¿Cómo? – Ella siguió tanteando entre el botón y su pulgar.
- ¿Alguna vez realmente buscaste placer con tu acoso? No lo creo – Los ojos de la sacerdotisa miraron profundamente a las de Sayu quien cada vez más se mostraba trastocada. – Al contrario, sufres noche tras noche ¿Verdad? Estoy segura de que tú también sufres en silencio. Llevas repitiendo el mismo acoso durante 7 años y yo aun me mantengo en pie. Mientes y asustas a los demás y así consiguen lo que quieres... ¿Realmente no estás cansada?
Y nuevamente mira a todos los demás.
- ¿Ninguno de ustedes está cansado? – Preguntó nuevamente Shiori.
Sayu, lejos de responder aquella pregunta, eso solo se mordió la lengua mientras su ceño fruncido se arrugaba más y le gritaba a Shiori:
- ¡¿Tu que sabes de mí?! ¡Cállate!
Entonces ella en un impulso desesperado intentó abofetear a Shiori.
- Pésima idea. – Azul sonrió orgullosamente sabiendo lo que va a pasar.
La albina sabiendo como Sayu reaccionaria, luego de tantos años de recibir el mismo golpe, entonces soltó rápidamente la tomó de la muñeca y con la otra mano libre paralizó sus brazos para que no la volviera a mover con intenciones de lastimarla otra vez al mismo tiempo que soltó al teléfono que cayó al piso.
Al instante todas las caras de burlas se transformaron en shock total mientras miraban con los ojos bien abiertos. El ver esa mirada fue un total deleite para Azul ya que por fin se estaban dando cuenta de lo cuan ridículos quedaron al pensar que Shiori se quedaría parada sin hacer nada.
Sayu, al ver como sus brazos no se movían, entonces solo se empezó a desesperar mientras chillaba exageradamente como si le estuviera doliendo.
- ¡Maldita! ¡¿Qué hiciste?! ¡Mis brazos!
- Me defendí. Eso fue lo que pasó. – Respondió Shiori tomando a Sayu de su mano inmóvil para jalarla hacia la dirección del campamento. – Regresemos ahora.
Pero Sayu intentó patalear para no moverse de su sitio pero que no fue de utilidad.
- ¡Suéltame! ¡No me toques maldita Yuki onna! – Grito ella
Entonces, viendo que solo se estaba mostrando un estado lamentable, posó su mirada en la de los demás quienes la miraban como si fueran unos simples espectadores que solo se disponían a grabar aquel momento de su humillación.
El ver como nadie intervenía a pesar de todo lo que hizo para chantajearlos solo la hizo enojar más. Sabía muy bien que ellos no moverían ni un solo dedo a menos que se le dé un fuerte incentivo por lo que recurrió a un acto que siempre utilizo en todos los años.
– ¡Escuchen todos! ¡El primero que la atrape le pagaré más de 30 000 yenes! – Exclamó Sayu
Fue en ese mismo instante que Shiori sintió como el aura de la codicia de los estudiantes empezaron a manifestarse de manera gradual. Todavía estaban muy quietos para siquiera reaccionar, como si realmente lo estuvieran pensando, y eso no la tranquilizó para nada.
Allí fue cuando todo se fue al carajo.
- Si lo hacen rápido entonces prometo que no revelaré sus más profundos secretos. – Finalizó Sayu.
- ¡Pero que pésima negociación fue esa! – Exclamó Azul.
Y aunque él estaba en lo cierto no cambia el hecho de que ese fue el gatillo final para que casi todos procesaran los beneficios que ganaría al obedecer esa orden más la mentalidad inmadura de aquel entonces. Como si de repente un torrente de adrenalina hubiese sido administrado en todos los estudiantes empezaron a correr desesperadamente hacia Shiori con todas las intenciones de atraparla e incluso para llegar mucho más rápido fueron pisando roca por roca mientras que otro arrancó la cuerda Shimenawa para usarla como atadura.
- Esto es malo. – Dijo Azul viendo preocupado a la gran manada de perros hambrientos de codicia y desesperación entonces volteó su cabeza en dirección a su medusa. – ¡Shiori, huye!
Shiori jadeo de horror no por sus compañeros, sino que finalmente pudo sentir como la bruma negra, que eran el aura de los demonios que estaban profundamente dormidos, finalmente se liberaron de su largo letargo y también corrieron rumbo hacia los responsables de haberlos despertado.
Si todo esto fuera la imagen de un fotograma congelado entonces la foto consistirá en una Sayu sonriente al ver que estaba a punto de ganar mientras todos los alumnos desesperados se estaban lanzando hacia las dos jóvenes sin ser conscientes de las grandes auras negras que las rocas expulsaron y Shiori solo miraba la escena con los ojos y boca abiertas en un escenario que finalmente ya era de noche en donde el cielo estaba totalmente oscuro, despejado y vacío...
... de no ser salvo a la aparición de la primera estrella que recién apareció en el firmamento de Hokkaido.
Fue en ese mismo instante que las inscripciones de la roca, que Shiori le había rezando anteriormente, repentinamente se iluminaron con la sangre de la sacerdotisa y con una luz lila, característica de su aura, empezó a manifestar una luz que engulló todo lo que estaba a su alrededor como un fuerte flash de cámara instantánea.
...
Azul técnicamente tuvo que cubrir sus ojos momentáneamente para no quedarse ciego por aquella luz intensa ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde estaba Shiori?
Tantas preguntas que se resolvieron un poco después cuando finalmente el líder de Octavinelle descubrió su mirada y observó el lugar al que estaba.
Era muy parecido a los bosques que había en Twisted Wonderland aunque al mismo tiempo no se sentían igual ya que había una gran energía sobrenatural alrededor del lugar que generaban una clase de carga espiritual tan alta como si estuvieran pisando un terreno sagrado y en medio de todo ese lugar al lado de una maleta deportiva Shiori se encontraba dormida en el brillante suelo neón.
Fue un gran alivio para él el verla que salió ilesa, lo único malo era como el resto de los mocosos también estaban allí presentes junto con ella.
Cuando todo se iban despertando uno tras otro no tardaron mucho en percatarse de que no estaban en el mismo lugar que estaban antes y hasta se miraban confundidos los unos contra los otros ya que la pregunta que más predominio entre ellos era ¿Dónde carajos estaban?
Todos incluyendo Sayu comenzaron a mostrarse nerviosos al no saber en dónde estaban e intentaron contactar a alguien para que viniera a rescatarlos, pero al ser otro lugar no había señal por lo que nadie vendría a buscarlos. Eso solo los hizo entrar un poco en negación, aunque el miedo que emanaba ellos se podía oler a kilómetros de distancia... para aquellos que puedan sentir las energías negativas como si de un buen aroma se tratara.
Repentinamente hubo un fuerte viento que provocó que la piel de muchos se congelara como si hubieran tocado nieve con la mano mojada y después comenzaron los ruidos extraños empezaron a sonar a su alrededor como pasos lentos, ramas rompiéndose inesperadamente y sobre todo unos murmuró casi sobrenaturales que iban en aumento.
- Ya no lo aguanto más, yo me voy de aquí. – Dijo Sayu empezando a caminar para "supuestamente" regresar al camino de donde vinieron, aunque aún no podía mover los brazos.
- Pero si no sabemos dónde estamos - Alguien una de sus amigas intentó razonar con ella, pero fue inútil.
- Si te quieres quedar ¡Bien, no me importa! ¡Quédate! – Exclamó Sayu. – Solo quiero regresar ya.
- Hmp hipócrita. – Dijo una joven del grupo.
- ¿Hah? – Sayu lo miró muy enojada. - ¡¿Qué dijiste imbécil?!
- Dije que eres una hipócrita. – Respondió su compañera asustada. – Te dijimos que queríamos regresar al campamento, pero como siempre no escuchas a nadie.
- ¡¿Estás diciendo que todo esto es mi culpa?!
- No lo pensamos, lo afirmamos Sayu. – La acompañó otra joven que también estaba asustada. – Si tan solo hubieras dejado de molestar a Shiori y nos hubieras hecho caso no estaríamos perdidos, pero no ¡todo tiene que seguir según lo que dices!
Y así entrando en una histeria colectiva ahora todos los estudiantes que estaban atrapados miraron mal a Sayu y a responsabilizaron por todo este embrollo, claro que eso la enojó aún más a la bravucona.
- ¿Hah? Tú también la molestabas conmigo. – Grito Sayu. – Todos aquí tenían un motivo para molestarla, yo no tengo la culpa de nada.
- ¡Mentirosa! – Gritó uno de los jóvenes al borde de las lágrimas. – Tú me amenazaste con hacerme lo mismo que a ella si no te traía cloroformo y los ácidos.
Allí Sayu se quedó callada ya que en parte sí lo hizo, pero claramente lo negó.
- Es verdad, a mí me obligó a pintar su casillero sino me cortaría la cara con una navaja. – Dijo otra voz dentro del grupo generando que Sayu buscará a la persona responsable ya que eso en verdad en parte era mentira.
- ¡Eres cruel Sayu! – Gritó otra de las chicas que fue silenciada anteriormente, aunque ahora estaba llorando. - ¡Yo no quería lastimarla, pero si quería que me dejaras en paz! ¡Me prometiste borrar mi foto si le tiraba agua sucia encima y todavía no lo has hecho!
Y así uno tras otro daba sus motivos por el cual molestaba a Shiori, todos y cada uno de ellos se justificaban usando a Sayu como chivo expiatorio. Sea verdad o sea mentira todo tenía algo que decir con el fin de limpiarse las manos y salir impunes.
- Antes todos parecían estar de su lado y ahora están en su contra. – Comentó Azul manteniéndose cerca de Shiori. – Todos al final buscan salvar su propio pellejo... hipócritas.
Pero luego una sombra a lo lejos se movió entre el bosque, Azul al seguirlo con la mirada, se percató rápidamente que esta estaba tomando formado y no solo eso sin que también no era la única sombra que estaba presente.
- ¡Shiori despierta! – Le dijo una y otra vez a Azul a la inconsciente albina.
Sabía que era imposible que ella lo escuchara, pero aun así estando quieto por culpa de la parálisis debía hacer algo.
Con la pelea de los estudiantes a medida que más y más comentarios y rumores se sumaban, la cólera de Sayu, iba en aumento hasta llegar a un límite y terminó por explotar al ya no poder soportar tanta hipocresía.
- ¡Cállense yo no tengo la culpa de que todos ustedes sean unos cobardes! – Grito Sayu mirando como muchos de los estudiantes repentinamente cambiaron sus expresiones a una llevar de miedo puro y pánico a tal punto que dejaron de hablar. - ¡¿Qué yo soy la única responsable de todo?! ¡No me vengan con esa mierda! ¡Mentirosos! ¡Hipócritas! ¡Todos ustedes sabían lo que iban a hacer y todo lo hicieron porque sabían que les pagaría! ¡Todos molestaron a Shiori y me buscaban únicamente porque querían que yo les diera dinero!
Todos los estudiantes ahora empezaron a temblar y a sudar a mares, no por la presencia de Sayu, si no por lo que estaba a su atrás.
- ¡En todo caso la culpa es de Shiori por venir al bosque sola ¿Quién sabe para qué?!
Entonces una tétrica risa empezó a sonar cerca de Sayu haciendo que repentinamente la rabia de esfumara solo para quedarse quieta mientras sentía como algo mojado y carnoso humedece su cara maquillada con un camino de baba.
- Carne sucia... - Susurró la voz distorsionada detrás de Sayu.
Así que ella girando temblorosamente su cabeza a un lado y verificar que era lo que estaba atrás no tardó mucho en pegar un fuerte grito al toparse cara a cara con una infernal Taka onna y no solo ella, sino que había una gran cantidad de demonios.
Todos los estudiantes intentaron escapar por distintas direcciones empujándose uno contra otros para salvarse a sí mismos, pero rápidamente la zona rápidamente fue infestada de varios demonios que salieron uno tras otro bloqueando las salidas y para colmo varios Tsuchigumos expulsaban varios hilos pegajosos para atrapar a varios estudiantes cerca de los árboles para amontonarlos en una especie de capullo resistente.
Muchos quisieron cortar los hilos, pero rápidamente un rápido Kamikiri con sus afiladas manos como tijeras la clavó con varias de sus aguijones a las manos para inmovilizarlas, claramente eso dolió mucho a tal punto que empezaron a desangrarse.
Todo gritaron, clamaron piedad y hasta lloraron para rogar por sus vidas ya que no querían morir, pero al no para de gritar otros de los demonios, que resultó ser una Futakuchi onna, cansada de tantos gritos utilizó su largo cabello oscuro para empezar a estrangular a varios humanos que tenía cerca mientras que con la otra boca posicionada detrás de su cabeza les chillara histéricamente:
- ¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! ¡ELLOS NO ATRAPARAN SI SON RUIDOSOS CÁLLENSE! –
Sayu también quiso escapar, pero rápidamente una dodomeki se colocó encima de ella y la derribó contra el piso mientras que una Nukekubi tomaba del cabello sedoso de Sayu y empezó a jalar con fuerza esperando que de ese modo la cabeza de la chica de desprendiera de su cuerpo, pero eso solo terminó haciendo que Sayu soltara un grito de dolor y más aún cuando la dodomeki perforó sus largas garras en sus hombros.
Un tenome ya empezó con morder con fuerza la pierna de una estudiante que chillaba al sentir como el ardor de su pierna se intensificó, pero rápidamente fue detenido por otro demonio hannya que le arrancó la cabeza del espectro sin ojos con solo una mano a pesar de que en su boca todavía tenía aún masticando la piel que acaba de morder.
- ¡Imbécil esta presa era mía! – Exclamó la Hannya.
- ¡No es verdad yo la atrape primero con la red! – Dijo uno de los tsuchigumo dejando de tejer momentáneamente.
- ¡Cállate!
Era toda una feria de gritos de dolor y de pelea entre los demonios por saber a cuál humano comerían primero. Todos técnicamente por un instante pensaron que se trataba de un sueño del cual despertarán, pero al experimentar un dolor tan insoportable entonces sabían de que todo lo que estaba pasando era real. Aquellos mitos de algún pariente lejano sobre las criaturas de la noche eran totalmente reales y ahora morirían por uno de ellos.
- ¡HAHAHAHAHAHAHA ESTO ES DIVERTIDO! – Exclamó la Nukekubi jalando con más fuerza el cabello de Sayu al punto que grandes cantidades de hebras de cabello se iban desprendiendo con un ligero sangrado en el cuero cabelludo. – ¡QUIERO TU CABEZA! ¡QUIERO TU CABEZA! ¡QUIERO TU CABEZA!
Sayu sin aguantarlo más empezó a llorar desconsoladamente mientras veía cómo su vida pasaba por sus ojos, realmente no había salvación para ella y moriría de una manera violenta ¿Por qué? ¿Por qué las cosas terminaron así? ¿Qué hizo ella para merecer esto?
Entonces fue cuando sintieron como una de las arañas se acercaba lentamente hacia ella mientras abría asquerosamente sus colmillos para empezar a escupir una familiar bruma que pintó sus ojos de una mancha morada para luego apreciar cómo de aquella neblina imágenes de su vida pasaban frente a sus ojos.
- Anhelas tanto el cariño de una madre que nunca está... - De la bruma la imagen de una mujer iba caminando hacia delante mientras atrás dejaba a una pequeña Sayu con el rostro lleno de lágrimas. - ella no te ama... solo eres una hija no deseada.
Sayu solo jadeo de angustia al mirar todas aquellas imágenes de la soledad dentro de su gran casa. Al mismo tiempo que todo eso sucedía, Azul escuchó atentamente aquellas palabras con mucha sorpresa.
- A ella nunca le importaste, de lo contrario ella estaría aquí para protegerte... Pero como siempre nunca está para ti... lo tienes todo, pero al mismo tiempo no tienes nada... ni quiera pudiste obtener el corazón de un joven que al final del día estaba dispuesto a regresar con otra... estás sola... por eso debes morir...
Y no solo ella sino muchas de las arañas cercas de sus compañeros también escupieron de aquella bruma para desnudar cada emoción e imagen oculta que tenía cada uno de ellos.
- No eres bueno en nada por eso eres solo un fracaso.
- Nadie te quiere por eso te sientes sola.
- Te acostaste con muchos jóvenes porque quieres amabilidad... eres patética... no la tendrás nunca, porque eres indecente.
- Eres una vergüenza... todos te miran con asco.
- Con esa actitud nunca llegarás lejos... mejor suicídate a ver si con eso tu carne muerta sirve de algo.
- No tienes esperanzas de volver con tu madrastra que tanto hizo por ti que tu verdadera madre de sangre... eres un malagradecido... morirás solo...
- Pobre de tu papá, trabaja día y noche para que puedas estudiar... ¿Y cómo se lo agradeces? avergonzándote de que sea tu padre... Solo fuiste dinero y aliento mal gastado... nunca supiste apreciar nada...
- Tú alcohólico padre odia a tu mamá... él nunca la amó... por eso él los mira con repudio... Tú y tus hermanitos son la viva imagen de su incidente madre... por eso los golpea a ambos todas las noches... No puedes salvarla ni a ella ni a tus pequeños hermanos porque eres un cobarde...
- Solo le causas problemas a tus padres... cuantas vergüenzas pasaron por tu culpa...
- Tu hermano es el orgullo de la casa... y tu tan solo eres una miserable sombra... no tienes salvación...
- Nadie quiere estar contigo... solo te buscan cuando les convienen...
Ante esas palabras sumadas al hecho de que observaban como estaban cada vez más cerca de la muerte, la carga y el impacto emocional fue tan fuerte que tan solo empezaron a llorar desconsoladamente. No quería que nadie de los presentes se enterase de esta forma las cosas personales que guardaban muy en lo profundo de sus corazones. Lo cruel o justo para algunos es que aquellos demonios que escuchaban aquello lamentos no paraban de reírse burlonamente mientras veían como la energía negativa de aquellos jóvenes aumentará, después de todo esa era una fuente de energía para los demonios hambrientos.
Allí fue cuando Azul recordó las palabras de Shiori que detrás de un acosador había una historia dolorosa que los orilló a ser lo que son... incluyendolo a él.
- Entonces todos sufren en silencio... - Susurró Azul.
Volviendo con Sayu finalmente la respuesta llegó a ella cuando miró como los demonios los degradaban como si únicamente fueran miserables cucarachas sin valor alguno. Esas acciones y palabras le revelaron que tanto ella como esos demonios no eran diferentes del todo, ambos se divertían con el sufrimiento a los demás. Tal y como ella les hizo a muchas personas, en especial a Shiori.
El verla como ella era feliz la enfermaba ya que ella representaba todo lo que ella ya no podía ser. Sayu quería hacer todo lo posible para llamar la atención de su madre que nunca estaba para ella debido a las demandas que tenía su exitoso trabajo. En cambio, el padre de Shiori, las veces en que ella lo vio, pudo observar como aquel adulto a veces la iba a buscar al colegio con una amable sonrisa y los abrazos abiertos, la llevaba de la mano o incluso la cargaba en sus hombros claramente expresando su amor sin vergüenza alguna. En cada recital o competencia que tenía su colegio aquel hombre siempre estaba presente y además era el adulto quien aplaudía más fuerte cuando veía a su hija en escena. No mentiría que en parte sintió un poco de felicidad al enterarse que aquel hombre falleció ya que Shiori nunca antes se había visto tan miserable en esos días que regresaron de las vacaciones, pero aun con eso esa niña todavía aún tenía más familiares que velaban y estaban presentes para ella muy a diferencia de su madre ausente... y eso le generaba mucha envidia porque Shiori siempre tendría a alguien a quien acudir en los tiempos de soledad mientras que ella no tenía a nadie... estaba sola
- Mamá... ayúdame... - Susurró Sayu cerrando sus ojos llenos de lágrimas pidiendo ayuda.
- Mami... mami... el gusano quiere llorar. – Se burló la Dodomeki. - Que patético que pidas ayuda de tu asquerosa madre humana... - Entonces abrió sus dientes afilados. - Ahora ¡Muere!
Sayu se encogió de miedo y espero al dolor...
Pero entonces el sonido de un viento cortado sumado al divino sonido resonó cerca de la Nukekubi, la araña y la Dodomeki que las empujó a un lado, liberando del dolor a Sayu.
- ¡¿Pero qué?! – Exclamaron los demonios casi a la vez, pero al ver que tenían pegado un pergamino abrieron sus ojos de horror al ver el tipo de sello que tenía algo escrito con sangre.
- "Llamas de Amaterasu." – Sonó una voz familiar levantando un rosario Juzu. – ¡Zen!
Entonces ambas Yokais sin pena y gloria fueron totalmente carbonizadas por aquellas inmensas llamas rojizas que purificaban cada centímetro de su cuerpo corrompido mientras exclamaban del dolor.
Sayu abrió sus ojos rápidamente y levantó su mirada al escuchar como unos pasos se posicionaron frente a ella, al inicio se asustó porque creyó que sería otro monstruo, pero para su mayor sorpresa pudo notar que la responsable de aquel ruido era la persona que ella menos esperaba.
- ¿Shiori...? - Susurró Sayu.
- Mi medusa, realmente deberías poner precio a tus servicios de rescate. – Suspiró Azul, aunque estaba contento al ver Shiori de pie.
- Te pido que no le faltes el respeto a la familia de otras personas y tampoco te burles de sus sentimientos. – Comentó duramente Shiori enviando varios pergaminos con forma humanoide llamados Katashiros a cada estudiante atrapado para crear una especie de campo protector que terminó por alejar a los demonios quienes tuvieron suerte de esquivar aquellos papeles a tiempo como último detalle ella terminó enterrando en el suelo la Kagura Suzu para que la tela blanca de seda se extendiera a las zonas en donde los jóvenes para reforzar su protección.
- ¡Esa aura! ¡¿Quién demonios eres?! – Preguntó uno de los Tsuchigumos.
Shiori, sin esperar ningún minuto más, fue caminando hacia el gran conjunto de demonios con calma mientras se iba quitando con su boca el guante faltante que tenía puesto mientras que su otra mano curaba la herida que ella se hizo para escribir el sello en el pergamino.
- Soy una de las sacerdotisas cuyo sagrado apellido lo conforman los caracteres "intermedio" y "pueblo". – Dijo Shiori encendiendo su tatuaje sorprendiendo a muchos de sus compañeros y demonios al ver el brillante carácter escrito en su mano. – Naciente uno de los clanes que juró enviar de vuelta a cada demonio que intentara escapar del reino de Izanami y guiar las almas hacia su nirvana. - Entonces como detalle final ella se quitó los lentes para revelar el verdadero color de sus brillantes ojos escarlatas con el Ajna encendido. – Soy la 108° descendiente directa del gran budista y sacerdote Ichiro Nakamura... Mi nombre es Shiori Nakamura.
Los demonios al inicio se paralizaron al recordar aquel famoso apellido y al verla detenidamente pudieron sentir como aquella aura divina, similar a aquel hombre que hace milenios fue su peor pesadilla, entonces un fuerte deseo de codicia acompañado con voracidad y deseos de venganza los dominó totalmente a un punto en el que locura no tenía límites.
- ¡A un lado! ¡Esa presa es mía! – Gritó la futakuchi onna extendiendo sus cabellos oscuros rumbo hacia la albina.
- ¡Desgraciada! – Gritó la Hannya atravesando el pecho de la mujer de dos bocas para partirla a la mitad y tomar la delantera. – ¡Seré la Yokai más poderosa si me devoró su carne!
- ¡NO, YO SERÉ EL PRIMERO EN COMERLA! – Dijo el Tsuchigumo lanzando sus hilos para trasladarse por los árboles.
- ¡Vete al infierno! ¡Yo vengaré a mis hermanos caídos! ¡La nieta del maldito Nakamura! – Exclamó el Oni con una profunda cicatriz en el ojo.
- ¡Yo la vi primero! – Dijo otro kamikiri.
- ¡No importa!
- ¡Hace siglos que no como sangre! ¡Yo seré el primero en matarla!
- ¡YO ME QUEDARÉ CON LA MARCA DE BUDA! – Y todos los demonios luego de gritarse entre todos entonces corrieron en manadas hacia la sacerdotisa listos para atacarla y matarla al instante, pero Shiori no se los permitía fácilmente.
- Lo siento maestro, rompí la promesa de guardar mi identidad. – Dijo Shiori sacando de su maletín los pergaminos y un par de canicas llenas de sal purificada. – Asumiré las consecuencias de mis acciones, pero no pienso quedarme quieta.
Y activando el sello de las canicas arrojó la sal purificada para luego empezar a repartir varios pergaminos a diestra y siniestra para protegerse de los ataques, muchos fueron heridos, otros supieron cómo contraatacar por momentos lastimando a la sacerdotisa al proceso y así sucesivamente el intercambio de golpes continuaba. Shiori tenía que guardar un poco de más de aura para combatir por lo que suprimiendo su sentido de la vista empezó a acumular más energía para acumular más fuerza para su marca por lo que primero tenía que utilizar todo el arsenal de su maleta para no cansarse rápido y debilitar a los demonios que se cruzan en su camino.
A medida que la pelea se extendía Sayu y sus compañeros en ningún momento quitaron los ojos de su compañera. No lo podían creer; todos se quedaron absortos al enterarse que su compañera, aquella a la que molestaron tanto, era en realidad la tan respetable y misteriosa sacerdotisa del templo Nakamura.
Pero fue en ese mismo instante que el recuerdo cambió a varios minutos después justo cuando la pelea ya había terminado.
Shiori ya se encontraba con el cabello suelto jadeando pesadamente con muchos cortes en su rostro, cuerpo, brazos y piernas acompañadas de hematomas que empezaron a formarse. Su maletín casi escaseaba en pergaminos y Katashiros protectores, pero, aun con todos esos contratiempos, ella se mantuvo de pie con varios derrotados demonios a su merced que iban desapareciendo en forma de polvo.
Todo lo que quedaba hacer era curar a sus compañeros; así que poniéndose manos a la obra ella estaba apunto de comenzar la curación, sin embargo, eso no evitó que ella empezara a toser con violencia mientras sus manos cubrían su boca.
- ¡Ahgr! – Exclamó de dolor Azul al sentir como de nuevo sus órganos se revolvían acompañados de un fuerte dolor muscular en todo su cuerpo.
Shiori con mucho cuidado alejó sus manos para ver que por suerte el sangrado en esta ocasión fue mínima pero aun así eso indicaba que tan grave estaba su cuerpo. La cuestión y el problema ahora era que había muchos heridos y a ella le quedaba muy poca energía áurica.
La sacerdotisa pudo ver como la mayoría todavía no sabían qué decir ante tal acto. Era obvio que ella no esperaba las gracias o un perdón instantáneo, todos aún estaban confundidos por todo lo que pasó y era muy seguro que su cabeza estaba hecha un licuado. Solo era cuestión de tiempo para que asimilen toda la información de manera repentina. Aunque había algo que la inquietaba mucho:
- "Estaba segura que había un oni dentro del grupo." – Pensó Shiori con preocupación. – "No siento su presencia y tampoco lo vi caer... Me pregunto si esto se trata de un mal presagio."
- Entonces eso significa que esto no ha acabado. – Comentó Azul analizando la problemática situación, aunque su malestar estaba latente. – El muy cobarde se escapó y es probable que regrese
En eso de los matorrales el zorro blanco finalmente salió ileso de su escondite y al ver como todo finalmente se tranquilizó entonces corrió a toda velocidad hacia la albina mientras movía su colita de un lado a otro, alegrando de manera sutil a la sacerdotisa.
- Veo que no saliste herido, menos mal. – Dijo calmadamente Shiori inspeccionando por si acaso si el animal si no tenía alguna herida. – Me alegra que estés bien.
Entonces sucedió lo más inesperado.
- Pero fue peligroso e imprudente enfrentarte tú sola a un ejército. – Dijo la una infantil voz de niño cerca del zorro- Tuviste suerte de no morir con todas esas heridas.
- Pero... - Ella iba a refutar cuando de pronto abrió sus ojos de par en par al igual que Azul al percatarse de aquel nuevo detalle. - ¿Hablaste? – La albina miró al zorro.
- ¿Qué? Claro que no puedo hablar, aun soy un Myobu de bajo rango a pesar de ser uno de los hijos de Lady Otohim... – El zorro giró su cabeza a un lado, aunque luego de percatarse de que Shiori todavía se le quedó mirando boquiabierta. No tardó mucho en conectar dos más dos para darse cuenta de lo que pasaba. - ¡Ah! ¡Ya puedo hablar! – Dijo moviendo aún más rápido su cola... - ¡Eso quiere decir que ya subí de rango!
- "¿Recién te das cuenta?" – Pensaron Shiori y Azul viendo como el zorro se quedó fascinado con su nueva voz.
- ¡Wow! nunca pensé que sería divertido tener mi propia voz... hay tantas cosas que quería decir. - Festejó feliz el zorro.
Realmente aquel zorro se entretuvo por mucho tiempo con la voz intentando hacer tonos agudos y graves, pero por más que quería seguir probándola tenía algo más importante que informar a la sacerdotisa.
–En fin, te tengo una buena noticia...– Entonces el Myobu miró fijamente a la sacerdotisa para darle un mensaje.
- ¿Eh? ¿Una noticia? – Shiori lo miró confundida.
- Veras... al ser la única humana que realizó el conjuro correctamente entonces eres la única humana que puede pisar este terreno divino por el sello. – El zorro con su pata señaló la pulsera de lirios que ahora emanaba una pequeña luz divina. – Lo que significa que aquellos humanos que no tienen este sello e invaden el mundo de los espíritus entonces entran en una categoría de contaminantes desconocidos. Esto no había pasado en muchas décadas, pero muchos de los guardianes Yokais están muy enojados.
- ¿Contaminantes? Pero si ellos no tienen ninguna huella de contaminación. – Dijo la albina preocupada.
En ese momento los compañeros de Shiori también empezaron a escuchar al zorro parlante, aunque con una mirada de preocupación al escuchar que tendrían un castigo.
- Técnicamente no tienen una huella, pero como sus almas no se han separado de sus cuerpos contaminados entonces cuenta como uno; lo que significa que infectaron el mundo de los espíritus con su presencia. – Explicó el zorro. - No hay de qué preocuparnos por esos detalles ya que mientras los Kamis no se enteren todo estará bien. Solo es cuestión de eliminar la carne humana de una vez por todas y aquí nada pasó.
- ¿Eliminar? – Shiori empezó a alarmarse al entender cada palabra que hablaba el Myobu. – Entonces eso significa...
- ¡AHHH!
Al escuchar aquel grito Shiori miró como muchos de sus compañeros empezaron a entrar en una histeria al ver como sus manos poco a poco empezaban lentamente a traslucirse. Claramente la histeria y el miedo a morir no tardaron en afectarles muy pronto.
- "No puede ser si ellos permanecían aquí durante mucho más tiempo entonces muy pronto desaparecerían." – Pensó Shiori.
- Eso sí que son almas en desgracia y con muy mala suerte. – Dijo Azul viendo sorprendido la extrema histeria de los jóvenes y como algunos abandonaban toda esperanza al saber que estaban a nada de la muerte.
- Eso es bueno, muy pronto sus formas físicas desaparecerán y serán llevados a la corte del rey Emna. - Dijo alegremente el zorro. – Por fin van a exponer todos sus pecados y serán finalmente serán llevados al infierno al que deberían pertenecer ¿No es genial?
Obviamente muchos de los estudiantes no estaban para nada contentos con esa noticia e incluso empezaron a asustarse y a delirar por el pánico de seria de ellos de ahora en adelante.
Azul en parte estaba de lado del zorro ya que por fin aquella justicia divina por fin había llegado, pero por otro lado ahora que conocía un poco las inseguridades de los otros ¿Era lo correcto que se diera de esta forma? Desaparecer simplemente, sin ser capaz de hacer algo para siquiera hacerlos pagar por el daño que hicieron antes y asumir la responsabilidad por una vez en la vida. Aun le costaba mucho el sentir empatía por ellos ya que les recordaba mucho a sus compañeros de clases cuando era niño.
Técnicamente a él y a Shiori le arrebataron toda su vida escolar y eso nadie se los devolvería nunca, pero con qué cara él podría decir que debería hacer justicia por aquellos errores cuando él mismo hizo exactamente lo mismo. Por mucho que quería negarlo no cambia el hecho de que él también hizo daño a una joven que intentó salvarlo desde un principio. Él también la hirió y no solo a ella sino también muchas personas a lo largo de su vida para sacar provecho a sus debilidades porque ya no quería que se metieran con él.
Si realmente existía un juicio después de la muerte por cada mala acción cometida en vida entonces automáticamente su alma estaría condenada.
Debía de admitir que se sintió muy aliviado cuando su medusa le propuso intentar iniciar de nuevo una sana relación y comenzar de nuevo para que se conocieran por lo que son verdaderamente, pero si lo pensaba bien esto también ¿Acaso no era hipócrita de su parte el pedir que la gente sea castigada por lastimar a otros habiendo que todos son el reflejo de todos? ¿Realmente todos los seres vivos están condenados al castigo eterno del sufrimiento? Tantas preguntas que preocuparon mucho a Azul que fueron detenidas con solo una palabra de parte de la sacerdotisa.
- No... - Shiori negó con la cabeza. – Eso no está bien.
Azul abriendo un poco sus ojos ante la respuesta de Shiori.
– Ningún humano o espíritu merece pasar por tal dolorosa condena. – Continuó ella.
- ¿Eh? No lo entiendo. – El zorro la miró confundido. - Yo vi con mis propios ojos cómo ellos te maltrataron y lastimaron. Conozco a la perfección esa clase de humanos, nunca cambian. Seguirán cometiendo error tras error y buscarán una excusa para no tomar responsabilidad de sus actos... - Entonces un aura rojiza empezó a emanar del zorro y desviaba su cerrada mirada hacia los demás niños. – Mam...es decir...Lady Otohime-Sama estará muy complacida de llevarlos con el rey del inframundo Emna.
Los estudiantes una vez más se encogieron de miedo, pero Shiori otra vez se colocó frente al zorro dejándolo aún más confundido.
- ¿Pero qué haces? – Preguntó el animal al mismo tiempo que Azul miraba las acciones de Shiori al proteger a sus abusadores.
- Soy consciente de todo el daño que me hicieron y a muchos otros, pero muchas veces nosotros los humanos cometemos muchos errores cuando el dolor y la ira nos ciegan.
- No hay necesidad de justificarlos. - Replicó el zorro. – Ellos no tienen derecho a lastimar o maldecir a otros, eso es un terrible pecado. Si uno realmente no quiere ir al infierno entonces simplemente no deberían cometer tales actos y vivir sin cometer ningún error. Para eso están los infiernos y los reinos del Samsara.
- Si eso es verdad entonces si hay algún castigo para nosotros por ese pecado entonces aceptó pagarlo dignamente cuando mi día llegue, pero quiero que me respondas algo – Shiori enterneció su mirada cargada de tristeza. - ¿Es que acaso existe alguien en este mundo que pueda vivir sin cometer ni un solo error?
El zorro solo emitió un pequeño ruido de sorpresa, pero eso le dio una oportunidad a Shiori de continuar hablando.
- Aun la persona más humilde ya sea con o sin intención llegan a lastimar a otros semejantes. – Shiori pensó en la gente que sufrieron al protegerla. - También están aquellos que experimentan el odio y lastiman a otro, pero muy en el fondo nadie quiere hacer esas cosas. – Hizo una breve pausa. – Si ese es el tipo de juicio que los Kamis o los Yokais ponen a lo que cometen tan solo un minúsculo error entonces el simple hecho de vivir sería un crimen.
- Pero... - El zorro no sabía cómo responder aquella pregunta complicada, aun no estaba listo.
- Te pongo un ejemplo tu fuiste lastimado por la trampa que un humano dejó en el bosque en mi mundo. Debiste de sentirse asustado y enojado con todos los humanos por fabricar tales armas y causarte mucho dolor ¿Verdad? – Shiori tomó con cuidado la patita del zorro. – Pero cuando intenté ayudarte automáticamente tu no querías que yo me acercara, me mostraste tus colmillos y también me mordiste cuando te extendí la mano.
- Ehm... bueno yo... - El zorro un poco avergonzado bajó un poco la cabeza.
- Descuida, no te culpo. – Shiori se apresuró a responder. - Porque tú también sufriste mucho debido a la terrible experiencia que pasaste en el bosque sagrado de Sachimura.
El zorro jadeó con pasmo.
- Estabas tan asustado de que yo también te lastimara ¿Verdad? Por eso decidiste protegerte antes de preferir ser lastimado. – Shiori miró a la dirección de sus compañeros quienes todavía continuaban llorando y temblando mientras pedían perdón a seres queridos y se arrepentía de todo lo que ellos hicieron a lo largo de sus años, incluyendo a Sayu quien llamaba a su madre repetidas veces. – Lo mismo pasa con muchas personas. Aunque haya sido por inseguridad, defensa propia, necesidad o por algo que los marcó; todos en algún momento llegamos a lastimar a alguien.
Luego ella regresó su mirada al pensativo animal.
- Supongo que habrás escuchado todo lo que los tsuchigumos dijeron. – Shiori recordó en parte a Akko y en sus familiares. - si nos ponemos a pensar ¿Es que ellos tampoco sufren? Todos tenemos cicatrices que no hemos podido sanar y eso orilla a muchos a cometer lo actos que luego se lo lamentan. – Señaló a los jóvenes deprimidos. - Se muy bien que eso no justifica lo que hicieron y que en algún momento lo van a tener que pagar, pero es justo por ese motivo que quiero ellos tengan al menos una oportunidad de enmendar sus acciones.
Ya sin nada más que decir ella se levantó del suelo, tomó su maleta y caminó rumbo hacia sus compañeros de salón.
- ¿A dónde vas? – Preguntó el zorro.
- Con suerte a buscar el portal por donde vine. Intentaré buscar la manera de regresar a mis compañeros de vuelta al mundo de los vivos. – Respondió la albina.
- Pero... señorita sacerdotisa el portal por el que viniste ya ha sido destruido. – Comentó el zorro tratando de alcanzarla.
- ¿Cómo dices? – Ella abrió sus ojos.
- Ahora que los Yokais del mundo de los espíritus saben cuál era el portal correcto que nuestro hermano fabricó entonces ya deberían de estar encargándose de romperlo para que ningún otro humano intente ingresar a nuestro mundo. Es una medida de precaución.
Genial lo que faltaba, eso sí que era una mala noticia, pero dado a que la vida nada es fácil entonces solo era cuestión de no entrar en pánico y calmar la mente para llegar a una solución clara y poder sobrevivir contra todo pronóstico.
- Entonces iré a buscar otro portal. – Dijo Shiori tratando de ver el lado positivo de este infortunio.
- Es una idea loca. – El Myobu frunció su rostro. – ¿Dónde buscarás otro portal a estas alturas y con el tiempo en tu contra?
- Todavía queda un único portal disponible... - Ella señaló a una sola dirección dentro del bosque, en donde la brisa de agua salada se podría percibir.
El zorro, al mirar la dirección en donde la albina señalaba, al instante palideció más de lo que su pelaje ya estaba.
- No hablas en serio ¿verdad? – Dijo el Myobu asustado.
- Hablo muy enserio, el único portal escondido entre la realidad y la ilusión se encuentra allí. – Afirmó la ojicarmesí. - El portal del océano de Hokkaido.
- ¡Estas loca! ¡Allí vive el más peligroso guardián de Hokkaido y el del mundo de los espíritus! - El Myobu se le esponjó la cola mientras sus ojos se volvían blancos. – Muchos rumorean que aquel Yokai es tan temible por los demonios que incluso tuvieron que exiliarlo en una costa por haber matado y devorado sin piedad a muchos humanos en un momento de ira.
- "Entonces Akko está allí." – Pensó Shiori ahora estando más segura de ir hacia ese lugar. Era la única opción que tenía.
- Hagas lo que hagas ¡No saldrás viva! – Advirtió el zorro albino.
Azul sabía que Akko no llegaría a lastimar a Shiori, pero por otro lado se preocupó mucho por el nuevo nivel de riesgo que atentaba contra la vida de su medusa ¿Es que acaso los desafíos nunca terminaban? De ser así entonces Shiori se estaría nuevamente exponiéndose a resultar muy mal herida como las veces anteriores en aquellos enfrentamientos contra los demonios ¿Hasta qué punto Shiori podría tolerar todo eso por su cuenta?
- Soy muy consciente que desde el día que recibí esta marca mi vida caminaría por un sendero muy peligroso tal y como lo vivieron mis antepasados. – Dijo ella levantando su mano tatuada. – Pero le prometí a alguien a quien amo con todo mi corazón, que ante la adversidad nunca iba a rendirme y si el destino lo que quiere es destruirme pues con mucha más razón es momento de tomar las riendas de mi camino.
- Pero esos humanos...Ellos no... - El Myobu dudaba mucho. - ¿Por qué hacer todo esto por ellos? No vale la pena.
Luego de pensar en la respuesta clara la albina miro de vuelta al zorro y le dijo:
- Es verdad que ellos han lastimado a muchas personas y que muy probablemente se arrepientan hasta que den su último exhalo. – Luego Shiori pensó en Akko. – Pero ya de por sí todos los seres vivos e incluso los espíritus tienen que aprender a vivir con alguna clase de pena o sufrimiento. – Entonces ella firmemente pero aun siendo respetuosa le dijo con convicción. – Yo sé bien qué es lo que debo hacer y encontraré ese portal a como dé lugar, aunque sea en un bote de remos.
El zorro sequedó mirando los ojos de Shiori ya que pudo notar que había una determinación y gentileza única emanar de ellas. Durante toda su vida solo estaba rodeado por la monotonía y rostros serenos llenos de superioridad mientras que el de mundo humano había las de codicia, odio e hipocresía por lo que sus ojos estaban podridos por cualquier lado que lo veas, pero esta muchacha quien a pesar de nacer en el mundo humano, presenciar por todo un infierno y ser capaz de mostrar un rostro sereno digno de una sacerdotisa en batalla fueron esos ojos brillantes los que revelaban que ella aún era alguien pura de corazón que estaba dispuesta a ofrecer una segunda oportunidad a aquellas personas que incluso intentaron lastimarla inicialmente.
- Eres una humana muy extraña. – Suspiró rendido el zorro. – Pero nunca he visto unos ojos como los tuyos. Quizás sea de esa clase de humano que trasciende al Takamagahara o incluso de aquellos que llegan a la iluminación luego de la muerte.
Entonces rápidamente se levantó de su sitio y se metió entre los matorrales para sacar una especie de brillante rama de plata llena de bayas que tenían un hermoso tono rojizo pero que eran tan radiantes como joyas para entregársela a la albina.
- ¿Cereza de arándanos? – Shiori creyó eso al inicio al tomar dicho objeto similar a la rama enjoyada de Horai, pero luego rápidamente descartó esa idea cuando sus ahora sorprendidos ojos vieron como aquella rama empezaba a emanar una peculiar aura divina. – "¡Esa energía y esa forma cicloide! – Exclamó para luego mirar a detalle las texturas de los frutos mientras conversaba en sus pensamientos. – "Según los mitos sólo existe un fruto con este tipo de formas, que nació cuando una diosa descendió de los cielos en una serpiente blanca para poner fin a las atrocidades de un dragón... son las escamas de Benzaiten. Si mal lo recuerdo Akko me dijo que este es un tipo de fruto milagroso que solo los Kamis tienen acceso a ellas... Este zorro ¿De dónde lo sacó? ¿O es que acaso él es...?"
Pero antes de que Shiori empezará a enfrascarse en sus pensamientos entonces el espíritu albino la interrumpió.
- Sana tus heridas, recupera energía o dársela a alguien más. Haz con ellas lo que quieras porque ahora es tuya. – El zorro bufo caminando en dirección contraria. – Lo que sea que hagas con eso ya no es asunto mío.
- G-gracias... – Shiori agradeció aun tratando de asimilar el valor de tal regalo. - Pero ¿De verdad estás de acuerdo que yo deba tener esto?
- No me tomó mucho tiempo buscarlo ya que de dónde vengo hay varias de ellas, usualmente suelo pagar con esto a los Kodamas para escaparme un rato al bosque que pasaste. – Afirmó el Myobu encogiéndose de hombros. – Nunca pensé que al final terminarían por pedirme que te lo diera. Mis patitas se cansaron mucho de tanto perseguir aquella carroza de metal al que ibas.
- Lo siento por eso. – Respondió Shiori por la queja del animal, pero al mencionar a las otras criaturas sus ojos se abrieron con sorpresa. – ¿Eh? Espera un momento ¿Esto es de los Kodamas?
En eso la dulce y tierna imagen de los espíritus puros del bosque llegaban a su cabeza al mismo tiempo que el zorro le explicaba el motivo.
- Lo que hiciste por ellos tiene mucho más valor que cualquier joya u objeto material existente pues salvaste el alma de varios espíritus puros que albergaban en esa zona. Es por eso que esos pequeños pensaron que quizás esa rama es un pago equivalente y justo. – Explicó el zorro. – Por otro lado, no esperes un regalo de mi parte pues yo ya te pague mi deuda al mostrarte el camino hacia esas piedras. Eso sí, que consta que lo que pasó después de nuestro intercambio fue solo una pura casualidad. Nunca imaginé que esos pavorosos humanos terminarían aquí.
Azul pensando en aquel testimonio desde un punto de vista legal y teniendo el recuerdo como prueba entonces fallo era para el misterioso zorro astuto.
Volviendo al recuerdo, el animal se detuvo a medio camino a su vez que Shiori le sonrió ya que estaba dispuesta a agradecerle nuevamente, aunque nuevamente fue interrumpida antes de siquiera hablar.
- Pero no te hagas una idea equivocada. – El zorro giró su cabeza en dirección de la sacerdotisa. – Los yokais y los espíritus especiales como yo no podemos intervenir con los humanos a menos que sea por decreto divino o por un favor que le debemos al humano que nos salve o ayude. Tenemos reglas que debemos de seguir por nuestro bien, nunca lo olvides.
De pronto Myobu fue desapareciendo poco a poco del lugar en una leve neblina que ascendía al cielo, Aunque su voz en eco fue la última en desaparecer:
– Lo que te espera no será fácil... Pero, solo espero que tus palabras no sean mentiras...Suerte...
Con ese último mensaje la voz finalmente dejó de sonar, Shiori miró de nuevo la rama una vez más. Ella no pudo evitar soltar una fugaz sonrisa mientras se inclinaba levemente hacia la dirección en la que el zorro desapareció como señal de respeto y agradecimiento.
Así que luego de mirar con curiosidad el brillante alimento sin dudarlo se llevó uno de los frutos a sus labios. Luego de masticarlo y de sentir su sabor ácido pudo sentir como repentinamente una suave aura verde rodeó todas sus heridas tanto internas como externas y las regeneró a una velocidad increíble que incluso le recompuso su estamina. Se sentía como si no hubiera gastado nada de fuerzas. Por otro lado, realmente fue un gran alivio corporal para Azul quien realmente agradecía por aquella recuperación rápida luego de haber aguantado por un largo tiempo tantas palizas en su cuerpo debido al dolor compartido.
Realmente el mundo de los espíritus era un lugar totalmente increíble y hermoso, a Shiori realmente le gustaría mucho poder investigar un poco más, pero había cosas más importantes que hacer. Como punto de inicio tenía que detener el proceso de desaparición de sus compañeros así que con la rama en su mano se acercó a primera persona que tenía cerca; Y esa persona resultaba ser Sayu quien todavía escondía su rostro entre sus rodillas translúcidas mientras repetía una y otra vez "no quiero morir".
- Acaso ella... - Azul miró absorto la escena.
Shiori, al sentir con su Ajna el aura de aquella chica llena de pánico y su temor, entonces fue acercando su mano tatuada a la espalda traslucida y la palmeó suavemente para llamarla. Claramente Sayu jadeó de susto y se encogió al levantar su mirada para toparse con esos ojos rojos del sereno rostro de Shiori quien ya había tomado una frutilla de la rama.
- Tranquila Sayu, no voy a lastimarte. – Dijo Shiori.
- No. No. No. – Sayu solo negaba con la cabeza confundida mientras veía como Shiori le acercaba el alimento.
- Abre la boca y come esto. – Shiori intentó nuevamente hablar con Sayu quien todavía temblaba bajo su mano. – A menos que comas algo de este mundo muy pronto desaparecerás.
- ¡No! – Sayu intentó alejar a Shiori con sus manos, pero estas no pudieron apartarla ya que estas al ya no tener en parte su forma física lo que sucedió fue que terminaron por atravesar el pecho de la sacerdotisa como si fuera un intangible fantasma.
No hubo dolor físico. Azul pensó que sentiría aquel empujón, pero al final no sintió nada más que solo los sentimientos de empatía que Shiori sentía por Sayu en estos momentos.
- Tranquilízate. – Repitió Shiori empujando con cuidado el alimento a la boca de Sayu. –No es un alimento mortal. Masticalo y trágalo.
Claramente Sayu puso resistencia al inicio ¿Como confiar en alguien al quien le hiciste daño y no esperar una venganza de regreso? pero al estar tan cansada física y mentalmente ella terminó por ceder y masticar el alimento, realmente no le gustó el sabor ácido por lo que su cara se arrugó un poco ante la sensación.
- "Es como si estuviera viendo la misma escena de Shiori con aquel zorro, pero desde otro punto de vista." – Pensó Azul.
- Lo ves, no fue tan malo. – Shiori levantándose del suelo. – Puedes comprobarlo tú misma.
Shiori, luego de decirle eso a su acosadora, empezó a pasar por todos sus compañeros para repartirles el fruto para así lograr detener su transparencia.
Tal y como Shiori lo dijo, Sayu, pronto se percató que iba ganando opacidad y al tocar sus manos estas ya no se traspasaran cuando intentó tocarse; sin embargo, en su miraba aún se mostraba confundida ya que aun trataba de asimilar la repentina revelación de la de su compañera de salón.
- Escúchenme. – Habló Shiori guardando la rama. – A partir de ahora estamos solos. Nadie vendrá a ayudarnos así que debemos irnos de aquí lo más pronto posible.
No hubo mucha reacción de los otros ya que la gran mayoría de ellos tenían miradas perdidas que observaban a la nada era muy malo que todos quedaran en un estado catatónico por el quiebre mental y el sentirse desnudos e inseguros al ver que todas sus verdades salieron a la luz, pero aun con eso Shiori no se detuvo.
- Si bien no hay demonios será mucho peor si un espíritu los encuentra. Ellos no dudaran en capturarlos. Nuestras vidas ahora dependerán de la decisión que tomemos ahora. – Dijo ella guardando la rama todavía con frutos en su bolso deportivo.
- De qué sirve hacer algo si todo se acabó. – Dijo un compañero enterrando su cara en el suelo. – Todo está perdido.
- No valgo nada... no merezco que me salven. – Dijo otra compañera en lágrimas.
- Solo déjame, me quiero morir. – Dijo otro
Y así sucesivamente más comentarios pesimistas aumentaban a lo largo de los minutos. Aun con esas auras lamentable Shiori continuó hablando.
- Esta vez no pienso sentir más lástima por ustedes, pero si realmente piensan que morir es la respuesta a todo entonces quédense y esperen a que un espíritu de este mundo los encuentre, honestamente no les recomendaría eso. – Comentó Shiori usando la realidad de la situación, en esta ocasión las palabras endulzadas y de consuelo no servirían. – Pero si piensan que con la muerte lo van solucionar todo pues déjenme decirles que eso no va a poder cambiar nada del pasado. La vida va a continuar como si nada por cualquier medio, ese es el ciclo de nuestras vidas.
Allí muchos se rompieron a llorar con más fuerza mientras ahora recordaban todo lo que las arañas les dijeron y Shiori solo suavizo un poco su mirada.
- El llorar ahora no solucionara nada. – Suspiró Shiori, no le gustaba ver a las personas sufrir, pero aun así tenía que mostrarse firme para tampoco quebrarse en esta situación después de todo ella también estaba involucrada. - Creo entender la razón por la que lastiman a otros y es porque se odian a ustedes mismos ¿Verdad? Saben que lastimar a otros hacen que su dolor propio duela menos, pero solo es un alivio momentáneo. No es lo suficiente para borrarla por completo y por ello siente aquel vacío que tanto ansían llenar.
Azul al escuchar eso por un momento bajó su mirada al recordar otra vez el motivo por el que entró al estado Overblot... En eso Shiori no se equivocaba.
Pero Sayu al no pensar con raciocinio y todavía asimilando la información se levantó brevemente para tomar con sus manos la chaqueta de Shiori y gritarle:
- ¡Eres una extraña para mí! ¡Cómo te atreves a creer que me conoces! – Sayu tenía su rostro lleno de lágrimas y con una fuerte depresión mostrándose en su aura. - ¡Nos ocultaste quién eras desde un principio! ¡¿y esperas que confiemos en ti?!
Shiori claramente vio como el alma de Sayu estaba dispuesta a rendirse y morir en ese lugar entonces frunciendo el ceño también con una mano tomó el cuello de la camisa de Sayu y la regaño:
- ¡¿Y qué si soy una extraña?! ¡¿Quieres rendirte así de fácil?! ¡¿No quieres volver a buscar a aquellas personas que, aunque sea, les alegraron siquiera un día y abrazarlos con todas sus fuerzas para decirles aunque sea un gracias o un te amo?! – Shiori luego dirigió su mirada a los demás. - ¡Ustedes todavía tienen a una persona que los ama incondicionalmente a pesar de sus errores!
Allí muchos de los jóvenes abrieron sus ojos antes esas palabras y las próximas que continuarán.
- ¿Acaso simplemente quieres morir sin siquiera corregir o enmendar lo que en parte tus acciones generaron y arrepentirte eternamente? Si decides continuar es verdad que continuarán aprendiendo a superar ese dolor cometiendo más errores y arrepintiéndose en el proceso. Así fue para mí y para otras personas. – Shiori pensó en toda su familia dentro del templo. - Pero tuve que aprenderlo paso a paso y es por eso que todos también deben de continuar hacia adelante. En cambio, si aceptan la derrota eso es lo único que obtendrán. – Luego miró a todos los demás. - Ya basta de poner excusas y asuman la responsabilidad de sus acciones sin huir, así que levántense y caminen hacia adelante... hay alguien que los está esperando en casa.
Sayu no respondió, pero al no reaccionar entonces Shiori soltó la ropa de su compañera y luego la tomó de la mano para comenzar a caminar hacia el bosque. La llevaba a rastras,si era necesario, pero no era como si su Sayu también estuviera poniendo fuerza.
Luego de aquella conversación ellas no fueron las únicas en irse ya que del lugar ya que al final todos sus compañeros las siguieron, aunque más parecían almas en pena sin ningún rumbo al cual seguir.
Azul siempre creyó que ninguno de esos mocosos verdaderamente se merecía que Shiori les extendiera una mano. Simplemente él creía que lo justo sería que ella no se preocupara por ellos y buscará la manera de sobrevivir por su cuenta o que al menos que les dijera que nunca los perdonaría, pero sabía que ella no es así y por mucho que quisiera que les devolvieran la piedra con la que la atacaron en un inicio ahora comprendía mejor que su medusa nunca podría llegar a cometer tales actos cobardes.
Y eso se debe a que las manos de las personas como Shiori no estaban hechas para lastimar a otros, sino que estaban hechas para brindar calidez y ayudar a aquellos que realmente cayeron en un oscuro pozo de sus errores en los momentos más difíciles. Él realmente estaba muy orgulloso de ver que Shiori, a pesar de tener todas las razones para tomar venganza, decidiera optar por otro camino que muy pocos hacen y que incluso para él le era más difícil.
Quizás ese era el motivo por el cual Azul siente un gran cariño hacia Shiori ya que ella a pesar de haberlo visto en su peor estado y de haberla herido en más de una ocasión, en ningún momento su medusa buscó lastimarlo. Al contrario, trató de salvarlo de sus propios demonios, sus miedos e inseguridades. Nunca juzgó sus acciones o su forma avara de ser y en lugar de eso lo aceptó por cómo era.
Realmente se sentía muy arrepentido por haber arremetido contra ella, nunca pensó que lo perdonaría tan rápido y agradecería mucho que así fuera porque gracias a que ahora ambos comenzaron de nuevo finalmente él ahora puede ver la verdadera alma benevolente que poseía su medusa.
Y es por ese motivo que él se siente tan atraído por el cariño y paciencia que ella brinda a todo su entorno... Ella era la luz en medio de la oscuridad.
Entonces con esa partida hacia lo desconocido la imagen otra vez cambió para ahora mostrar a Shiori y el grupo de jóvenes en una playa extensa en donde la arena era un color blanquecino mientras que el mar tenía un tono rojo como la sangre, pero el olor no era para nada metálico.
Azul, por cómo los sentimientos llegaron a él, pudo ver que Shiori se había quedado estática en su lugar mientras su rostro mostraba perplejidad ya que a unos metros frente a ella se encontraba su querida amiga Akko con el mismo Haori azul, los ornamentos dorados dignos de una deidad y con los dos cristales colgando de su cuello la estaba mirándola estoicamente mientras sostenía una lanza maldita hecho de su aura turquesa que la apuntaba hacia donde ella y sus compañeros se encontraban.
- ¿Pero qué pasó? – Azul miró confundido la escena. - ¿Por qué Akko la mira como si fuera su enemiga?
Quiso poner el pie al frente, pero esta vez la restricción fue más rápida que él.
- Puedo entender cómo lograron salir del bosque hasta este lugar – Akko miró fijamente a Shiori. – pero no puedo permitir que su presencia siga contaminando este terreno sagrado. Recibí órdenes de los guardianes de este mundo en imponer mi castigo a todos aquellos, que no sean un Kami, que pongan siquiera un pie en mis territorios.
Muchos de los jóvenes y Sayu solo miraron asustados la situación sin saber qué hacer.
- Akko por favor escúchame. – Shiori se colocó al frente para conversar con su amiga, pero ni con eso la expresión de la deidad nunca cambió y al contrario se pudo mostrar cómo la pelirroja apretaba con más fuerza la lanza y cerró sus ojos dorados mostrando su ceño fruncido.
- Ahórrate las palabras sacerdotisa Nakamura, nada de lo que digas cambiará los pilares que mantuvieron con vida nuestro mundo. – Dijo la deidad mientras un leve brillo turquesa se acumulaba en la lanza. – Por lo que veo no son conscientes que como carne humana sus destinos ya fueron escritos ni bien pisaron un pie en este lugar. Cometieron un pecado grave y ahora lo pagarán con sus almas ¡Vayan al otro mundo!
Entonces con un movimiento de su lanza entonces Akko clavó su arma en la arena y está generó una fuerte ola insanamente rápida que engulló a todo lo que estaba a su paso. Muchos intentaron escapar, pero fue totalmente inútil.
- ¡Shiori! – Exclamó preocupado Azul mirando como Shiori colocó sus brazos a su frente mientras las aguas rojas pasaron sobre ella.
Azul solo miró con su mirada encogida como toda esta situación no podía creer que la persona a la que Shiori tenía tanta confianza la atacaría de esa manera, simplemente no quería creérselo ¿Por qué las cosas terminaron de esta manera? Estaba muy confundido. Pero la cosa no terminó allí porque cuando aquella marea disminuyó ahora otro signo de interrogación cayó encima de Azul al ver que ahora la playa hubiera estado casi desértica de no ser de una sola persona todavía de pie.
- Hn, ya veo. – Akko soltó un breve bufido mientras sacaba la lanza de la arena. – te salvaste del juicio porque posees un sello. Supongo que me esperaba de ti, Sacerdotisa Nakamura.
En efecto Shiori, al abrir los ojos y ver que todavía no fue trasladada, se sorprendió mucho de que aún estaba en la playa. No había necesidad de pensarlo mucho, sabía que todo esto era gracias a la pulsera de lirios que tenía; pero su mente andaba en otro pensamiento como el sentimiento de tristeza que invadió su corazón por aquella reacción de su amiga. Ella pensó que quizás Akkos aún estaba enfada por aquel día en que no pudo llegar a tiempo, pero por otro lado también su otro pensamiento cayó en cuenta cuando se percató que ahora ella era la única humana que todavía quedaba.
- Akko ¿Dónde están los demás? – Shiori dijo preocupada mirando a los lados.
- Es inútil negarlo, sabes muy bien a donde van todos luego de la muerte. – Respondió simplemente Akko ganándose un jadeo por parte de Shiori. – Ellos ahora mismo están recorriendo los seis caminos celestiales que les deparará el Samsara una vez que escuche a sus tres Sanshi.
- ¿Samsara? – Preguntó Azul ahora mucho más confundido.
- Me pregunto cuál será el lugar apropiado para cada uno de esos humanos. – Rió brevemente la deidad mostrando una sombría sonrisa. – Si caen al reino del infierno, allí sufrirán por toda la eternidad toda clase de torturas físicas. – Akko comenzó a nombrar cada reino. – En el reino de petras tendrían un aspecto esquelético, los vientres hinchados y una insaciable hambruna por carne muerta... un castigo perfecto para los codiciosos. Aunque el mundo de las bestias suena un poco más tentador, se convertirían en bestias salvajes y se matarían entre ellos... o quizás si los envió al mundo del Asura allí pelearan sin final incluso si sus huesos se vuelvan polvo y se desangren a cada paso. – Brevemente luego ella lanzó una suave risa. - Fu ju ju sería una pérdida de tiempo si los envió al reino de los cielos allí serían juzgados por el mismo buda y dependiendo de su karma caerán en alguno de los otros círculos anteriores. No pueden escapar.
Entonces la mirada de Shiori se horrorizó al pensar en el terrible destino en el que aquellas almas estaban a punto de presenciar si no hacía nada rápido. Azul pudo sentir un escalofrío muy profundo al llegar a imaginar aquellos posibles lugares, pero sentía que algo no andaba bien Akko mencionó que había seis reinos, pero solo habían mencionado cinco.
- Espera Akko– Suplicó Shiori mostrando clemencia frente a su amiga, algo que no debería hacer.- Esos jóvenes carecían de conocimiento alguno de este mundo o siquiera de lo que les deparará luego de la muerte. Por favor te pido que aún los juzgues.
- Es inútil cambiar la ley, una vez que caen aquí no hay nada que se pueda hacer una vez que el error se cometió. – Akko suspiró. – Eso también lo sabes muy bien sacerdotisa Nakamura.
Shiori ante eso solo apretó sus manos y su mirada se tornaba aún más triste.
- "Sí, Conozco muy bien la ley... Pero si no hago nada entonces muchas familias quedarán destruidas si sus hijos desaparecen sin saber lo que verdaderamente les pasó, sin embargo, sí me opongo a obedecer entonces Akko se verá en la obligación de eliminarme. – Pensó ella mientras Azul la miraba con tristeza al sentir el estrés de aquella decisión. – "Por cualquiera que tome de esos dos caminos alguien saldrá lastimado y yo no quiero que nadie más sufra. Debe haber una manera para poder solucionar esto."
Akko al leer esos pensamientos y emociones entonces otra vez le dio la espalda tal vez para que no viera que rostro que ahora estaba colocando, aunque su voz todavía conservaba su tono neutral.
– Aunque debo admitir que me sorprendió mucho que llegaras hasta aquí, reconozco tu valentía y espíritu. – Dijo la pelirroja escuchando como las voces le estaban hablando cerca de su oído.
Azul y Shiori también fueron capaces de escucharlas, aunque no sabían con exactitud que decían ya que todas hablaban al mismo tiempo, los tres no estaban solos. Esas voces pertenecían a otros Yokai guardianes que protegían el mundo de los espíritus.
Entonces Akko, con un movimiento de sus manos, hizo que el mar rojo se tranquilizara para luego cambiar su tono a uno color azul cristalino justo a tiempo para que el familiar pilar de agua descendia de los cielos en forma de luces que tocaron las aguas. Los ojos de Shiori se abrieron de par en par al reconocer este tipo de energía.
- Esto solo es una advertencia – La deidad empezó a alejar de la arena. - Regresa al reino que correspondes y olvídate de esos humanos. No hay nada que pueda sacarlos de su penitencia.
La situación parecía irreversible y sin esperanza para aquellos que cayeron en un ciclo de tortura eterna, pero así se daban las cosas en el mundo de Shiori y no le quedaba más que obedecer y volver a su casa.
Pero conociendo la terquedad de Shiori...
- Un momento, Guardián Atkormaru. – Llamó Shiori a la distancia.
Ante aquella nomenclatura, Akko, repentinamente detuvo abruptamente su caminar y giró su mirada semi pasmada para ver como Shiori ahora se había sentado de rodillas y juntaba sus unas palmas en forma de rezo mientras que el rosario Juzu las rodeaba.
- Por favor, escucha mi plegaria. – Dijo Shiori empezando a emitir su tranquila aura. - te lo pido como la vasalla que respeta y honra a los Kamis que todo lo ven.
- "¿Pero qué está haciendo?" – Pensó Azul mirando confundido las acciones pasivas de Shiori.
- ¿No escuchaste lo que dije? no hay nada que puedas hacer. – Respondió Akko apretando la lanza, cosa que Azul lo notó. – ¿Eres consciente de lo que pasará si no te marchas de aquí?
Fue entonces que Azul recordó algo que aquella deidad dijo aquel día que se despidió de Shiori.
"Luego cuando te vi por segunda vez, dios mío tenía tantas ganas de abrazarte con mis fuerzas, pero los Kamis me estaban vigilando así que no pude mostrarte gran parte de mis verdaderas emociones."
- Un momento. – Azul analizó mejor las acciones de Akko en especial aquel temblor sutil de su mano. – Si lo que dijeron los pensamientos de Shiori son verdaderas entonces acaso Atkomaru entre esas hostiles palabras le estaba pidiendo que se fuera porque no quería verse forzada a pelear con ella.
- Conozco muy bien sus reglas. – Respondió Shiori.
- Entonces sabes que deberás enfrentarte a mí por tu desobediencia. – La pelirroja ahora sostuvo su lanza con sus dos manos y mostraba un falso rostro sombrío.
- No tengo intenciones de pelear con nadie guardián Atkormaru... - Respondió Shiori firmemente y aquel típico rostro sereno que usaba en sus peleas, aunque sus ojos mostraban una gran energía, fuerza y veracidad que representaba su espíritu. – De ser posible no quiero que este mundo se vea manchado con una pelea innecesaria.
Akko realmente luchó mucho por mantener su mirada estoica e incluso trataba de aún mantener su rol como deidad.
- ¿Qué es lo que estás tramando? – Preguntó seriamente la deidad.
Entonces Shiori, sabiendo lo que iba a hacer, con mucha seguridad le dijo a Akko.
- Respetando las leyes del mundo de los espíritus y conociendo mi posición como la marcada que los dioses seleccionaron... quiero que nos sometamos a un intercambio.
En ese momento los ojos dorados de Akko se abrieron momentáneamente y Azul siendo capaz de entender la naturaleza de Shiori también se sorprendió mucho al ver el riesgo al que la albina se exponía ante esa decisión.
- ¡No me digas que ella pensará intercambiar su alma por la de sus compañeros! – Exclamó incrédulo Azul mirando el rostro tranquilo de la joven. – Shiori, esta vez sí cruzaste la línea.
Quería que aquella imagen le diera una explicación detrás de esa impulsiva decisión, pero como siempre solo tenía que esperar a que las siguientes imágenes aparecieran a medida que este largo recuerdo continuaba.
- Sacerdotisa Nakamura ¿Acaso estás intentando enfurecer más a las deidades o peor aún a los mismo Kamis? – Akko se fue acercando pesadamente.
- No es ninguna osadía, solo estoy respetando uno de los tantos designios que los mismos kamis impusieron en mi familiar desde varias décadas: "El guiar y proteger las almas de no caer en un eterno sufrimiento". – Dijo Shiori manteniendo su postura. –Si omito sin siquiera hacer nada entonces estaría contradiciendo la voluntad de aquellos Kamis que tanto veneramos.
Azul podía sentir la fuerte tensión del escenario y a cada paso que la deidad se acercaba lentamente más se podía ver claro como la esclerótica de la Yokai se tornaban de un color rojo... estaba enojada.
En eso muchos los susurros se convirtieron en gritos embravecidos que resonaron con más frecuencia en esta costa a tal punto que incluso poco a poco empezaron manifestar sus auras enfurecidas.
-Te das cuenta de lo que estás diciendo. Si la marca cae en manos de los otros reinos que no sea el reino de los humanos entonces un terrible caos apocalíptico se desatará y no tendremos otra opción que evitar ese destino a cualquier costo. – Dijo Akko formulando un enigma en un siseo. - ¿Acaso dices que tu rol como marcada vale tan poca cosa para ti? ¿Por qué? La vida de esos humanos a comparación de tu propia vida ¿Cuál crees que es más importante?
Ahora Akko estaba frente a Shiori quien todavía mantenía esa postura mientras miraba fijamente sus ojos, todavía no decía nada y esto generaba aún más tensión a este extenso mar, y no solo eso, las auras alrededor también ahora empezaron a emitir una abrumadora cantidad de presión sofocante y ardiente alrededor de Shiori como si estuviera pisando el mismo infierno.
Azul, sintiéndose tan minúsculo, pudo sentir en su corazón como Shiori muy a pesar de mantener su rostro sereno por dentro ella se estaba muriendo de miedo por todas las invisibles presencias colosales que la rodeaban a su alrededor como si la apuntaran con varias de esas lanzas malditas y no solo eso, sino que vio cómo sus manos juntas temblaba presa de su pánico y su instinto de supervivencia que le pedía a gritos que huyera del lugar de aquellas inmensa auras mucho más allá de la divina que estaban tratando de hacer desaparecer la suya, pero aun así se mantuvo clavada en su lugar.
Esa era la manifestación mínima del aura divina de varias deidades que tenía a su alrededor.
Si Azul tuviera palabras para describir esta sensación con exactitud diría que se sentía como si estuviera siendo juzgado, o mejor dicho como si estuviera en una clase juicio divino en el que si movía un solo dedo tu vida se acabó.
- Pero qué horrible sensación. – Susurró hiperventilando Azul abrazándose a sí mismo sintiendo unas fuertes ganas de vomitar por el estrés y con un terror absoluto de sentir como varios ojos invisibles lo estuvieran vigilando cada minúsculo movimiento.
Los segundos parecían eternos y el silencio se estaba alargando más a la par que la ira de aquellas entidades Shiori tenía que dar su respuesta rápida y sin titubear. Finalmente, a pesar de sudar en frío, tomó la poca valentía que le quedaba y respiró profundamente para separar sus labios que emitieron su respuesta.
- Para mí todas las vidas y la de ustedes son importantes. – Respondió Shiori intentando mantener su pequeña aura. – Ya sea humanos, animales, insectos, plantas, espíritus, deidades y muchas otras formas existentes de vida, todos están conectados por un mismo flujo. Todos estamos aquí por una razón. - Shiori continuaba hablando. – Todos vivimos para seguir un fin importante. Quizás en el camino vamos a cometer errores y nos extraviemos el camino, pero son gracias a esos caminos errados lo que nos ayuda a mejorar y entender mejor nuestra existencia.
Por un segundo el aura del entorno se mostró aún más embravecido, pero luego de analizar esa respuesta entonces Shiori y Azul pudieron notar que al menos la pesadez del ambiente se había disminuido un poco. Eso significaba que la sacerdotisa iba por buen camino, aunque sea un poco.
Akko por un momento se quedó callada y regresó sus escleróticas a normalidad ya que las voces de las deidades le estaban hablando momentáneamente. Aunque en todo momento no quitó sus ojos dorados de la sacerdotisa.
Ya para cuando las densidades se detuvieron Atkormaru enterró su lanza en la arena frente a la albina.
- Aunque digas esas palabras sabes que al final todos serán juzgados por sus acciones en vida. – Dijo Akko. – El que quiera extender su juicio no hará ninguna diferencia. Una vez que todos mueren todo se acabó. Tarde o temprano todos pasarán por el mismo juicio sin excepción alguna.
- Lo sé muy bien, pero es por ese motivo que les ruego que les den a esos humanos jóvenes e inexpertos una oportunidad para enmendar el mal que hicieron en su vida o de lo contrario nadie podría encontrar la paz consigo mismos y mucho menos sanar sus propias cicatrices que los ata a sus penas... al igual que lo que pasó hace años atrás con muchos humanos de mi mundo como también ejemplares y valientes espíritus y deidades de este hermoso mundo.
Allí las auras enojadas se tranquilizaron un poco e incluso Akko relajo su mirada. Shiori sintió como poco a poco fue recuperando confianza en sí misma.
- Los motivos de este intercambio es porque quiero que ambos bandos evitemos repetir los mismos errores que nuestros antepasados tuvieron que pasar con dolorosas experiencias para llegar a la paz que tratamos de mejorar en la actualidad. – Finalizó Shiori.
- ¿Y si ellos deciden continuar haciendo daño? ¿Propones que simplemente ignoremos sus faltas? – Akko entrecerró sus ojos ante la respuesta de la joven.
- Si ellos optan continuar por ese camino a pesar de todo lo que están viendo ahora entonces esta vez ellos estarán conscientes de a afrontar las consecuencias de sus actos, así que cualquier decisión será por su propia voluntad. Solo espero que cuando llegue su juicio final frente a Emna o incluso con el mismo Buda por lo menos que hayan sido capaces de darse cuenta de hacia donde se estaban dirigiendo sus vidas y que tenga la posibilidad de redimirse antes de lamentarse. Todo lo que les pido es solo que le den una oportunidad más.
- Una negociación un poco fuera de lugar y complicada. – Comentó Azul tratando de recomponer su compostura. – ¿Cómo piensas salir de esto, Shiori?
- Si lo que dices es cierto entonces ¿Por qué sacrificar tu vida? – Exigió Akko. - ¿Acaso piensas que ese es un pago justo teniendo en cuenta las consecuencias que traeremos si intercambiamos sus lugares? Ninguno de nosotros está de acuerdo en aceptar tal intercambio.
Entonces al escuchar eso entonces Shiori reveló su as bajo la manga.
- Como ya lo mencioné, yo no tengo la intención de que ningún humano o espíritu se vea perjudicado. – Dijo Shiori ahora tomando con cautela la maleta que aún permanecía con ella. – Y es por eso que lo que voy a intercambiar no será mi vida.
Eso dejó confuso a muchos de los presentes. A medida que Shiori buscaba el objeto tanto Akko y las auras alrededor vieron casi con una ceja alzada lo que la sacerdotisa está buscando. Aunque luego de esa espera tanto la deidad y las presencias a su alrededor jadearon al ver lo que sus ojos estaban viendo.
- Pero si esas son... - Susurró Akko.
Shiori casi tiene complicaciones de sacar lo que buscaba por lo que primero tuvo que sacar con mucho cuidado y cariño la rama de plata con las escamas de benzaiten que los Kodamas le regalaron y la colocó delicadamente a un lado para por fin sacar lo que estaba buscando. Azul pudo sentir como una leve tristeza pasó por el cuerpo de Shiori tanto que incluso ella abrazó lo que sostenía como si fuera la última vez que lo vería.
- Se que la vida no se compara con un bien material, pero si aceptan puedo entregarles esta Reliquia familiar que los mismos Kamis le entregaron a mi clan hace muchas décadas atrás. – Dijo Shiori extendiendo la brillante Kagura Suzu como ofrenda – Las doce campanas que cuelgan no solo están recubiertas del aura de aquellos marcados y marcadas que dieron sus vidas por el bienestar de los humanos, sino que también está cubierta por la divina energía áurica de aquellos honorables Kamis que forjaron con sus propias manos este sagrado instrumento para llegar a un futuro mejor. – Ella hizo una pausa. – Esta reliquia es la misma que usó la gran sacerdotisa Kaori para destruir el portal y sellar el espíritu de Ouma.
Una vez más las voces susurraban entre ellas para llegar a un acuerdo mientras que Akko aun pasmada esperaba pacientemente su respuesta
- Si este objeto pudo ser capaz de forjar tal hazaña entonces imaginen lo que ustedes pueden lograr si la usan a su favor... podrían usarla para proteger su mundo y evitar que más demonios escapen del Yomi. – Finalizó Shiori agachando su cabeza.
Entonces un largo silencio se emitió lo único que sonaba era el sonido del portal emitiendo su sonido divino.
- "Así que esas campanas son una herencia de tu madre."- Pensó Azul viendo como Shiori luchaba contra sus sentimientos al entregar el único objeto que le quedaba de su madre.
- "Todo está bien." – Pensó Shiori cerrando sus ojos tratando de no llorar. – "Si esto significa que no tendremos que participar en una pelea innecesaria y no lastimarnos los unos contra los otros entonces no tengo ningún inconveniente en entregarlo."
- Ya veo. – Suspiro Akko regresando a su mirada estoica, aunque se podía ver que había un pequeño rastro de tranquilidad, aunque no del todo apacible. - Hemos escuchado todo lo que queríamos oír y muy a pesar de que nos sentimos honrados de que ofrezcas una reliquia de tal calibre. – Ella hizo una pausa. - Tendré de informarte que nos negamos a aceptar esa reliquia.
Al instante tanto Shiori como Azul entraron en nerviosismo y pánico al escuchar aquella desalentadora respuesta. la sacerdotisa rompiendo su rostro estoico estaba a casi nada de preguntar el porqué, pero cuando vio como Akko levantó su mano, Shiori entendió que la deidad no terminó de hablar.
- En efecto, no podemos aceptar aquella reliquia tan sustancial debido a que, si los Kamis se los dieron a ustedes por una razón lo mejor será respetar su santificada voluntad. – Continuó Akko, viendo a Shiori cada vez más confundida. – Sin embargo, quizás podemos llegar a algo... pero antes de proseguir, todos queremos saber cómo es que llegaste a obtener en tu posesión las escamas de Benzaite.
Shiori sorprendida por aquellas palabras dirigió su mirada hacia la rama de plata para luego tomarla con una de sus manos. Claramente ella tuvo que decir la verdad de cómo llegó a obtener dicho objeto.
- Cuando yo pasaba por el bosque sagrado de Sachimura uno de los espectros del Yomi llegaron a interceptar a mitad de mi camino y tuve que encargarme de ellos. – Respondió tranquilamente Shiori.
- ¿Hubo otros implicados? – Preguntó Akko.
- ¿Huh? De hecho, los únicos que me acompañaban era un grupo de respetables kodamas que me guiaron el camino y un pequeño Myobu que se encontraba atrapado por allí.
- ¿Un Myobu? – Akko abrió repentinamente sus ojos al igual que muchas deidades mostraron unas auras que connotaban sorpresa. - ¿De casualidad te dijo su nombre?
- No me dijo cuál era, pero todo lo que sé es que él mismo dijo que guardaba relación con alguien llamada Lady Otohime.
Una vez más los susurros abundaron en la playa un largo rato a medida que Shiori explicaba todos los detalles del encuentro y Akko una vez escuchado toda esta vez tuvo que callarlos con su aura para continuar hablando.
- Conque así pudiste tener la rama y no solo eso, sino que te topaste con uno de los hijos de la diosa Otohime... Hmp nada mal. – Murmuró la deidad para sí misma. – Muy bien sacerdotisa Nakamura, las deidades por fin hemos llegado a un acuerdo y estos son nuestros términos.
Shiori y Azul abrieron sus ojos al deducir lo que posiblemente podría pasar.
- Van a hacer una renegociación. – Afirmó Azul.
- Si bien es inevitable que los humanos se escapen de sus juicios podemos aceptar el ofrecerles una oportunidad a cambio de dos condiciones que tú debes de aceptar como su representante. – Dijo Akko.
Shiori no sabía debatirse si entre estar aliviada o preocupada pero solo se dispuso a escuchar atentamente los términos que quizás podría ser su última oportunidad de salvar a sus compañeros.
- La primera condición es aceptar entregarnos las escamas de Benzaite, el hecho de tenerlas en el mundo espiritual nos sería de mucha utilidad para todos aquellos que arriesgan sus existencias por mantener a raya a los demonios que intentan salir de los reinos de Izanami. – Akko levantó un dedo. – ¿Con eso estamos de acuerdo verdad?
Shiori viendo el propósito de la rama entonces respondió con seguridad:
- No tengo objeción alguna.
Agradeciendo mentalmente a los kodamas por enviarle un hermoso regalo que no solo salvó su vida, sino que salvará a muchas otras entonces Shiori aceptó entregar la rama con las escamas de Benzaiten a Akko, quien iluminó sus tatuajes para que de un simple movimiento de mano la hizo desvanecer en un momento a otro.
- Por último. – Akko levantó su segundo dedo. - Ambas sabemos que no podemos dejar pasar por alto que los intrusos salgan impunes de irrumpir y dañar nuestro terreno sagrado. Por eso como seres pertenecientes al reino de los humanos...
Shiori solo pudo tragar grueso tratando de mantener su compostura ante cualquier resultado del segundo veredicto mientras que Azul viendo que ya no tenía la restricción solo se acercó a Shiori y sabiendo de que ella no lo podía sentir solo colocó su mano sobre su mano tatuada a modo de apoyo para acompañarla en todo momento sin la intención de irse de su lado.
- Su castigo será portar el Sello Karmico. – Sentenció Akko a cuestas mostrándose un poco decepcionada por escoger este tipo de penitencia. – Es el mínimo castigo que ellos pueden tener.
Shiori solo palideció un poco ante dicho castigo, si bien era cierto que esa condena era la mínima para una deidad para un ser humano sería toda una vida llena de karmas sin cesar.
- No entiendo ¿Qué es un Sello Karmico? – Preguntó Azul sin entender mucho aquella condena.
- ¿Por cuánto tiempo llevaran ese sello? – Preguntó Shiori con precaución.
- Como su nombre lo afirma. – Dijo Akko. – El sello se borrará una vez que paguen y vivan en carne propia todo el mal que hicieron en vida como el de sus vidas pasadas. Ese es un buen método para que alguien evite caer de seguro al infierno, aunque claro como tú lo dijiste...todo dependerá de ellos.
Shiori de algún modo el imaginar lo que les deparará a sus compañeros, pero esta vez viendo que si con eso al menos podrían regresar entonces no había nada que perder. Esta experiencia les servirá a todos como una lección de vida: Para sus compañeros su enseñanza será que todo el mal que uno haga al final se les será devuelta y en el caso de Shiori su lección será aprender a pensar mejor sus acciones antes de tomar la responsabilidad que causaron sus sentimientos egoístas muy aparte de ya no quedarse callada frente a algo tan severo como el acoso.
- Yo... - Shiori mordiéndose los labios terminó asintiendo con la cabeza mientras decía. – Estoy de acuerdo con estos términos.
Al escuchar aquella respuesta de la sacerdotisa, tanto ella como Azul, pudieron sentir como varias de las auras de las otras deidades finalmente se habían esfumado de su alrededor, quizás para regresar a sus labores, dejando únicamente a la sacerdotisa quien pudo al fin relajarse un poco después de tanta tensión.
Aunque ante esa vista Azul, casi de manera vehemente, movió su mano libre atrás de la espalda de Shiori y la empezó a sobar mientras le susurraba a su oído:
- Buen trabajo Shiori, hiciste lo correcto.
Ahora Shiori y Akko estaban a solas.
La deidad pelirroja, viendo que el espectáculo ya terminó, solo soltó un leve suspiro para luego golpear dos golpes de su lanza al suelo con el fin de generar que las arenas se abriera para expulsar los cuerpos vivos de los compañeros del salón de clases de Shiori, aunque fueron arrojados sin delicadeza alguna.
La sacerdotisa soltó un suspiro de alivio al inicio cuando los vio vivos, pero luego al mirar mejor sus expresiones una sensación de inquietud el golpe cuando vio cómo todos ellos estaban a temblar como si estuvieran convulsionando, con los ojos bien abiertos e irritados quizás debido a las varias lágrimas que estaban derramando por el miedo y el terror que ellos habrán visto en los círculos del Samsara. Ella intentó palmear un poco la espalda de Sayu, pero si bien hubo una mínima muestra de contacto físico, Sayu, tan solo se encogió en una posición fetal para llevarse sus manos a su cabeza mientras exclamaba a todo pulmón varios chillidos de horror acompañados de un desesperado llamado a su madre y no solo eso al costado de su cuello Shiori pudo ver la marca simbólica del karma grabada en la piel.
Sayu no fue la única ya que muchos de los jóvenes que gritaban y hasta vomitaban por los nervios también tenían aquel tatuaje.
- "Pero ¿Diablos habrán visto para quedar así?" – Pensó Azul mirando con una sutil inquietud el estado deplorable en que los compañeros de Shiori se encontraban.
- Supongo que eso es todo. – Comentó Akko tratando de omitir los gritos para nuevamente decirle a una Shiori cabizbaja. – Toma a los humanos y regresen a su mundo.
Shiori sin nada más que decir y con una tristeza en su rostro solo asintió con la cabeza e iba a empezar a transportar uno por uno a sus compañeros a las aguas cristalinas del portal cuando de pronto Akko repentinamente sintió una repentina punzada en todo cuerpo que ocasionó que ella se trasladara a toda velocidad frente a Shiori para tomar su lanza y blandir con fuerza con la intención de desviar algo que había intentado atacar a la albina.
Shiori y Azul jadearon de sorpresa por aquel rápido movimiento de la deidad, pero todo eso quedó de lado cuando otro sonido sordo cayó cerca de ellos provocando que giraran sus cabezas para ver qué era lo que había llegado.
La sacerdotisa abrió sus ojos de horror al ver que lo que había caído era ni más ni menos que...
- ¡¿Una lanza maldita?! – Susurró alarmada Shiori mirando como una lanza hecha de una contaminante aura roja se esfumó ni bien se había clavado en la tierra.
- ¡Muéstrate infeliz! – Bramó Akko mirando a la dirección del bosque.
Y dicho y hecho, del follaje frondoso, una gran cantidad de feroces onis con una sed de venganza salieron uno tras otros como si fuera una infestación de cucharas, pero de gran tamaño y gruñendo como bestias.
Claramente cuando los temblorosos jóvenes vieron aquellos demonios no tardaron en petrificarse al recordar todo lo malo que pasaron en el bosque.
- ¡NAKAMURA! – Rugió aquel familiar oni con la cicatriz profunda en su ojo.
- Otra vez ese demonio. – Comentó Azul reconociendo al monstruo.
- Ay pobrecito. – Akko mostró una mirada sarcásticamente triste mientras sostenía su lanza. – ¿Es que acaso tu madre nunca te enseñó que es de mala cortesía no tocar la puerta antes de entrar?
- ¡Esta vez no escaparas! – el Oni solo ignoró las palabras de la deidad para avanzar a paso lento mientras que de su ojo sano invocaba otra lanza maldita. - ¡Tu hedor humano, la peste del maldito Nakamura! ¡Pagaras por dejarme ciego de un ojo! ¡Aniquilaré al linaje entero de Nakamura!
Entonces aquel Yokai maligno nuevamente intentó lanzar nuevamente aquella lanza, pero esta vez no fue para la sacerdotisa si no fue lanzada hacia la dirección en donde estaba portal.
Akko abriendo momentáneamente sus ojos entonces ella con un movimiento de manos deshizo rápidamente aquel pilar de agua a tiempo para evitar que aquel instrumento maldito contaminara algo tan sagrado como lo era el portal de la isla de Hokkaido.
- Aunque me "gustaría" saber tu patético flash back de tu vida o contarme tu monologo de como carajos trajiste a tantos de tu especie hasta este lugar, lamento decirte que hoy no estoy de buen humor para ser cortés o si quiera tenerte paciencia para escucharte. – Luego Akko borró su cara divertida para convertirla en un rostro fulminante mientras los apuntaba con su lanza le dijo en un tono casi barítono que a cualquiera intimidaba. – Así que lárguense antes de que los mate.
Shiori y Azul tragaron grueso ante esa amenaza que iba en serio, pero ella no solo se dirigió a los demonios.
- Si no quieren morir ahora entren al mar y no se atrevan a salir de allí, solo estorbar en mi camino. - Ordenó Akko a los humanos mientras volvía la escleróticas de sus ojos nuevamente a un tono sangriento y sus dientes se volvían más afilados. – Esos sujetos son mis presas.
Y sin nada más que decir se lanzó hacia el frente con la lanza y empezó a masacrar sin piedad alguna contra los onis a una velocidad abrumadora. Lanza tras lanza. Corte tras corte mezclado con rápidas estocadas fuertes de los tentáculos que Akko lograba empalar con éxito a todos sus adversarios que intentaban pasar a más de cinco metros de donde ella estaba.
Shiori no tenía que quedarse parada, sabiendo lo que tenía que hacer, no esperó a nada y rápidamente tomó el brazo de Sayu para llevarla hacia el mar y evitar que tanto ella como sus compañeros se vuelvan los puntos débiles de la deidad. Claramente muchos de sus compañeros al ver hacia donde tenían que ir muy a pesar de los temblores también salieron corriendo a tropezones hacia donde la albina se había dirigido.
La sacerdotisa al llegar al mar dejó a Sayu y empezó a ayudar a los demás que se atrasaron a salir de la zona de la pelea lo más rápido que podían, aunque luego de unos momentos ella vio cómo todo se le empezó a escapar de las manos.
Siempre que uno espera lo mejor de un escenario siempre habrá algo que intente impedir su camino para alcanzarlo o en este caso en el camino de la deidad.
Al mirar brevemente la batalla, Shiori, vio como claramente su amiga luego de una buena racha de matanzas muy pronto las cosas empezaron a tornarse alarmantes ya que al aumentaban la cantidad de demonios contra una sola deidad sola ella estaba empezando a recibir uno que otro golpe sorpresivo muy aparte de dolorosos rasguños causados por las armas filosas que ellos cargaban en sus cinturones que terminaron por herirla aún más.
Akko, aguantando el dolor, estaba a punto de matar a otro oni más cuando por el rabillo de su ojo vio como otro intentaba pasar a su lado para llegar a Shiori, claramente ella dejó pendiente lo que estaba haciendo y rápidamente cambió su objetivo al otro demonio para asesinarlo al instante, pero era una trampa. A su espalda otro oni apareció de la nada y de un fuerte golpe de una kanado con varias puntas afiladas golpeó un costado de la deidad provocando que esta saliera volando de un lado hasta llegar a la orilla del mar en donde más demonio la esperaban con varias armas que emanaban un aura oscura.
- ¡AKKO! – Exclamó preocupada Shiori.
Entonces notando como varios demonios ahora iban en dirección de Shiori. Ella sin perder tiempo abre la cremallera de su chaqueta y con un movimiento circular de brazos envió una gran cantidad de pergaminos hacia los Onís que venían a ella y también envió más de su maleta hacia donde estaba Akko para electrocutarlos todo lo que podía, debido a que tenía recuperada su energía áurica gracias a las escamas entonces el sangrado felizmente no apareció. Aprovechando esta ventaja con su mano libre sacó su Kagura Suzu y la clavó en la arena para que la tela formará un círculo áurico alrededor de sus compañeros mientras que ella los retendría desde afuera.
Los compañeros de la albina solo podían quedarse pavorosos dentro de la zona mordiéndose las uñas viendo como Shiori ahora entre muros de mandalas y lotos ascendentes alejaba a los demonios esperando que ningún demonio se acercara.
Akko luego de levantarse de la arena rápidamente logró regenerar sus heridas con rapidez y se levantó para otra vez volver a correr a toda velocidad para atacar a los inmóviles Onis y eliminarlos lo más que podía.
Pero aun con eso, estos sujetos, no paraban de llegar uno tras otro para seguir intentando atrapar a la deidad y a la sacerdotisa.
Golpe tras golpe. Purificación tras purificación. Puñetazo tras puñetazo. Corte con corte. Herida tras herida. Los minutos iban avanzando y la batalla no terminaba; tanto la sacerdotisa como la deidad empezaron a sufrir las consecuencias que conllevan portar aquel título que se le fue entregado desde el inicio de sus existencias.
Como siempre era inevitable que Azul y las voces familiares que lo acompañaban también sufrieras las consecuencias del daño compartido, así que con mucho dolor en su cuerpo también empezó a experimentar el sufrimiento de la magullada sacerdotisa a tal punto que cayó rendido a la arena mientras recibía la mayor tortura físico que nunca tuvieron en su vida.
A medida que ganaban más golpes ellas empezaron a flaquear en sus ataques dándoles una brecha libre a los demonios de aprovechar esos descuidos para atacar sin piedad y en manadas, pero eso solo fue el comienzo de un total y sangrienta ronda de golpes que Akko y Shiori tuvieron que pasar como si fueran sacos de boxeo personalizado. Estaba claro que la cantidad de los onis era superior a las dos féminas que aún con todas las heridas trataban de mantenerlos a raya lado a lado con todas las habilidades que poseían en aquel entonces, pero no fue suficiente y este escenario era la prueba de ello.
El recuerdo avanzó un poco más y Azul ahora vio como ambas chicas se encontraban tiradas en la arena. Akko tenía varias armas clavadas en sus piernas y en sus tentáculos luciendo inmóvil mientras que a otros pocos metros Shiori tenía el pie de aquel Oni con la cicatriz pisoteando repetidas veces la espalda de la albina quien trataba de no darle el placer de escucharla gritar por cada golpe que fracturaba y trituraba sus huesos; ni siquiera se atrevió a derramaba una lágrima por más que sus ojos se estaban aguando.
Azul solo abrió sus ojos y boca con angustia y horror viendo como su medusa era torturada frente a sus ojos, quiso moverse, pero aun así...
- ¡ARHH! – Exclamó Azul ante el dolor de su espalda que lo atrapaba en el suelo.
En eso...
- "Duele... me duele mucho"
Azul soltando un jadeo una vez más dirigió su mirada hacia Shiori. Esa voz quebrada venía de los pensamientos y corazón de Shiori quien ya estaba empezando a cansarse por el dolor.
– "¿Acaso este será mi castigo... por sucumbir otra vez a mis sentimientos egoístas?" – Pensó Shiori. – "Traté de tener una vida normal y eso no funcionó. Ahora que empecé a tomar mi camino como sacerdotisa sucede lo mismo ¿Esta es la vida que me deparará? ¿Una vida de puro sufrimiento? – Luego lo pensó un poco más y cerró sus manos en la arena. - No... mejor dicho. Esta es la vida que una marcada debe de tener - Afirmó ella recordando la historia de todos sus antepasados. - ¿Acaso no puedo romper ese repetitivo ciclo ?
- Te lo mereces. – Se burló el oni ahora pisando la cabeza de Shiori. – Yo mismo me encargaré de que pases por toda clase de torturas que mereces por todo lo que tus antepasados nos hicieron a mí y a mis hermanos durante tantos milenios y nadie podrá evitarlo.
Entonces aquel demonio la pateó de un costado para dejarla boca arriba y respirando con dificultad hacia la orilla del mar, pero a unos pocos metros de Azul. Eso no fue todo, porque ahora ese demonio sacó de su pesado cinturón una pequeña cuchilla que emanaba una energía oscura.
Azul levantando su visión y deduciendo lo que estaba a punto de pasar entró en un horrible pánico e intentó arrastrarse hacia su medusa, pero una vez más la restricción se hizo cargo de él.
- S...Shi...ori... - Azul la llamó dificultosamente, con los ojos desbordando lágrimas de tinta mientras extendía con dificultad su mano hacia la golpeada albina para inútilmente implorar al demonio. – Basta... detente... por favor... no le hagas nada... ¡No la lastimes...!
Pero las plegarias son inútiles en los recuerdos de algo que ya pasó y como si eso no fuera suficiente aquel demonio se acercó a la sacerdotisa, con una mano la acorraló contra la arena y con la fuerza bruta levantó el filo de la espada y...
- ¡DETENTE! – Exclamó tanto Azul como las voces en simultáneo viendo todo el trayecto de aquella filosa arma.
Y entonces aquel demonio enterró el arma en el vientre bajo de Shiori.
Al sentir la hoja penetrar en su carne y las quemaduras que generaba aquella energía oscura fue en ese momento que la pobre Shiori no pudo contenerlo más y soltó el mayor grito de dolor puro que nunca antes en su vida soltó dejando a Azul con un horrible sentimiento de inutilidad e impotencia que fueron emitidos como un grito al cielo.
Los demonios solo reirán ante esos gritos y hasta incluso empezaban a festejar con vitoreo la caída de la última Nakamura, todo lo que faltaba era celebrar este orgullo momento con un festín sangriento y sí todos ellos tenían planeado comerse a los humanos quienes veían con terror como la barrera se iba debilitando a medida que las energías de Shiori se debilitaban. Era una pena que aún no los podían tocar, pero solo era cuestión de paciencia.
La situación era horrible y parecería que este sería el final de una corta vida.
Parecía que nada ni nadie podría cambiar este hecho.
- "Otra vez les falle a todos... ¿Este será mi final?"– Azul pudo escuchar otra vez la voz de los sentimientos de Shiori en su cabeza muy a pesar de que ella iba gritando, aunque a cada segundo que pasaba su voz exterior se iba menguando por culpa de la sangre que ahora salía de su boca. – "¿Moriré de esta manera al igual que mis ancestros...?"
- ¡No! – Lloró Azul. - ¡Shiori no te rindas! ¡No sucumbas ante esto por favor!
- "Hace frio... y mi vista se está nublando... ¿Ya fue suficiente? ¿Estará bien si me duermo un poco?"
- ¡No! ¡Por favor no lo cierres! – Suplicó Azul intentaba alcanzar a cuestas la mano de Shiori. - ¡Todavía tienes mucho por vivir! ¡Por favor mírame! ¡No te duermas! ¡Te lo suplico!
Entonces ya sea parte del recuerdo o de un acontecimiento cósmico o milagroso Shiori giró su cabeza a un lado para donde estaba Azul quien iba arrastrándose todo lo que podía sin importar el dolor de la restricción.
El solo continuó avanzando.
- Shiori, no puedes morir ahora. Tú nunca te rindes, para ti esa palabra no existe. – Le susurró desesperadamente.
- "Ya no queda energía... ¿Será que pasaré por el mismo destino del marcado? Tener una vida corta y efímera.''
– Has pasado por muchas cosas peores, pero eso no te ha detenido nunca.
- "Le ganaron a Akko y técnicamente yo soy la culpable de que terminara en este estado por venir aquí...Perdóname..."
Akko a la lejanía al escuchar cómo su pequeña iba perdiendo la voz solo empezó a mover un dedo poco a poco.
- Shiori, no todo lo malo que pasa siempre está relacionado contigo o con nadie. – Azul se iba acercando cada vez más. – Ya sea por tu decisión o por la de alguien más, nadie tiene una bola de cristal para saber lo que a uno le pasará... pero eso no quiere decir que abandonen tu esperanza. Tu misma lo has dicho tienes a muchas personas que te están esperando ¿No es así? No puedes rendirte ahora.
En ese momento un pensamiento pasó por la mente de Shiori. Vio su toda vida pasar frente a sus ojos y en especial la imagen de muchos de sus familiares que ahora quizás la estaban esperando a que regresara...
Era verdad todavía tenía muchas cosas que hacer y aún tenía que cumplir lo que les prometió a los niños del templo, sus pequeños.
- Shiori si tu te rindes ahora entonces todo verdaderamente estará perdido. – Ahora él estaba a centímetros de ella, tanto que sus dedos casi se rozaban con los de Shiori. – Por eso debes seguir adelante y mantenerte con vida ¡Recuerda la promesa que le hiciste a tu padre!
Y al pensar en su familia también pensó en su padre y en su madre.
- "Mi padre" – Shiori poco a poco iba sintiendo la chispa de aferrarse a la vida en forma de lágrimas mientras acumulaba energía de su mano en donde su tatuaje se iluminaba junto a sus ojos. – "Perdónenme por mi momento de debilidad. Es verdad, no me puedo rendir ahora. Yo hice una promesa y la tengo que cumplir..."
- ¡Vive! – Exclamó Azul. - ¡Vive Shiori!
Y fue entonces que Shiori entró en el estado Satori para que con su mano tatuada abofeteando al aire para que una pequeña hoz saliera expulsada mientras gritaba junto con todas las voces de sus antepasados.
- ¡YO NO MORIRÉ!
Ya sea ironía o broma del destino la pequeña hoz de Shiori fue casi esquivada a tiempo por el demonio que por poco pierde la mitad de la cabeza, pero a causa de ese movimiento el ataque en vez de matarlo terminó por rasguñar el único ojo sano que le quedaba por fin dejarlo ciego en su totalidad.
Claramente esto no le gusto al demonio e instintivamente se llevó unas manos a la herida mientras que con la otra soltó su arma para tomar el cuello de Shiori y levantarla al aire con la idea de asfixiarla mientras le gritaba.
- ¡TE MALDIGO ICHIROO! – Exclamó el demonio ciego.
Shiori ni bien sintió como esa mano demoniaca empezaba a cerrarse entonces aprovechó su estado Satori para sacarse aquella arma que aún tenía en su vientre y con su sangre aun escurriendo en el filo la purificó con todas las energías que le quedaban para convertirla en un arma bendita, todo para que ella finalmente hiciera un rasguño en el antebrazo del demonio.
Esta acción ocasionando que el demonio, luego de soltar el gruñido de dolor, finalmente soltó a la agotada chica a la arena junto a Azul mientras veía como todo el cuerpo del demonio empezaba a entumecerse.
Entonces pasó lo inesperado, con la sangre de Shiori purificada a su máximo entrando por la herida del Oni todos miraron con asombro y suspenso como esa herida de la nada se cristalizó rápidamente hasta empezar a extenderse como si fuera una infestación. Primero fue la mano, luego todo el brazo y finalmente el cristal terminó por engullir todo del demonio quien ahora solo podía gruñir mientras sentía como las grietas en forma de lava delgadas recorrieron su cuerpo como un torrente sanguíneo que parecía que estaban a punto de estallar.
El demonio aún seguía vivo y como último deseo desesperado quería matar a Shiori, quien tapaba su herida con su mano mientras aún lucha por respirar al lado de Azul quien no se separó de su lado.
El Oni acercándose a la pequeña aura de la albina estaba a punto de aplastarla cuando repentinamente algo filoso lo traspasó en su pecho deteniendo su camino.
Shiori reconociendo el aura, giró su mirada a un lado y se topó con un familiar Haori azul agujereado con bordados dorados mientras mantenía levantada su lanza maldita clavada en el pecho del demonio.
- Te tengo maldito. – Susurró Akko usando toda su fuerza sobrenatural para levantar al Oni y lanzarlo con velocidad hacia el mar para que a mitad del trayecto explotara en cientos de pedazos cristalinos que cayeron al mar.
Todos se quedaron boquiabiertos por tal muestra de poder, pero eso para otras dos personas pasó a un segundo plano.
- Akko. – Shiori susurró mirando con admiración el divino semblante de su amiga totalmente de pie.
- Blegh, es muy ácida. – Respondió Akko chasqueó con la lengua luciendo toda recuperada a pesar del daño de la ropa; aunque también claramente se veía lo muy furiosa que estaba, a tal punto de ebullición en forma de varias venas palpitando en su rostro.
Con una baja más los Onis faltantes entraron en un estado de locura e ira y comenzaron a correr rumbo hacia donde estaban las causantes de dicha explosión. Akko rápidamente notando ese cambio, con velocidad y cuidado, cargó al estilo nupcial a Shiori y le cubrió su boca y nariz provocando que Shiori abriera sus ojos con sorpresa al sentí como algo se había introducido en su boca; eso no fue todo luego de eso la deidad de un gran salto se introdujo a las profundidades del mar de las aguas rojas junto con Azul quien vio cómo se iban alejando de la orilla.
Shiori antes de entrar en contacto con el agua pudo ver cómo los demonios habían lanzado en conjunto varias lanzas malditas al cielo para que estas pudieran tener la fuerza suficiente para ganaran fuerza y penetrar el mar.
A medida que se hundían Akko le señalaba a Shiori su garganta dando a entender que tenía que pasar algo. La sacerdotisa, asintiendo con la cabeza, tragó lo que tenía en la boca y vio como aquel brillo verde familiar recorrió su cuerpo.
Una vez más Azul sintió un gran alivio al sentir como su cuerpo se sentía como nuevo. Él no era un tonto ya sabía lo que había pasado desde el momento que vio como la deidad estaba curada hasta cuando cubrió la boca de Shiori. Akko de manera sutil le había dado de esas escamas para que ella pudiera curarse.
- Menos mal que estás bien. – Suspiró Azul masajeando sus ojos y sintiéndose un poco más tranquilo.
Sin embargo, no había tiempo para pausar este momento. Poco a poco a su alrededor pasaron muchas de esas lanzas malditas como si intentaran atraparlas como si fueran pescados.
Akko analizando la situación al final decidió llevar la mano de Shiori a su pecho seguido de una mirada intensamente que trataba de enviarle un mensaje. Shiori, luego de quedarse quieta y ver el mensaje que transmitían esos ojos dorados, entonces supo lo que tenía que hacer y cerrando los ojos junto con la pelirroja hicieron que la luz de sus tatuajes se iluminase seguido de un torbellino de energías auras que las rodeaba.
Azul, al ser la primera vez que veía esta técnica, solo miró con una mirada de asombro la grandiosa sexta técnica de la marca de buda.
En las afueras del mar una circulo de luz se iluminó en la superficie y las aguas empezaron a moverse violentamente a su alrededor generando grandes olas que intentaron empujar a los demonios sobrantes de la orilla mientras que los compañeros eran aún protegidos por los cascabeles siendo solo espectadores de todo este extraño fenómeno en el mar
"Me tragaré la ballena y el barco"
"Vaciaré los mares"
"Y apareceré en rojo cuando estés maldito."
El círculo de luz se abrió para ahora mostrar un remolino gigante que giraba rápidamente como una corriente. Los demonios al ver dicho fenómeno no dudaron en lanzar más de sus lanzas malditas que llovieron con furia.
"Si te acercaras demasiado a mis cadenas"
"Te atraparan sin dudarlo"
De los mares la imagen de un enorme pulpo rojo de manchas blancas y colosales tentáculos salieron del torbellino revelando a su vez los mortales y peligrosos ojos escarlatas y dorados con la esclerotiza roja mirando a sus minúsculas presas.
"Pero si dices mi verdadero nombre"
"Yo resurgiré de las profundidades oscuras"
"Y juzgaré tu alma."
A la cabeza del pulpo, sosteniendo un hermoso tridente de plata, se encontraban tanto Shiori como Azul mirando a la costa, aunque este último estaba al tanto del cambio físico que sufrió su medusa desde los tatuajes dorados en sus mejillas, las puntas de su cabello blanco se habían teñido de un rojo brillante junto a unos furiosos ojos heterocromáticos llenos de venas; y eso no fue todo ya que él incluso pudo ver, casi de manera espectral, como cerca de la espalda de Shiori se encontraba el espíritu de Akko imitando hasta la mínima facción facial y postura que su medusa tenía.
Los demonios y los estudiantes al ver tal monstruosidad se quedaron petrificados en su lugar mientras veían como la sacerdotisa descendía de la cabeza con una gracia y elegancia digna de un poderoso Yokai, aunque claramente esa mirada y esa aura estaba dejando un muy claro y obvio mensaje silencioso.
"Atrévanse a herirme y terminaré por aniquilarlos a todos."
Azul trago grueso ante esa mirada.
Los estudiantes al ver tal mirada se acobardaron hasta palidecer y más aun con ese enorme ojo escarlata de aquel pulpo mirándolos fijamente como si estuvieran penetrando muy en lo profundo de sus almas para juzgados.
- ¿Qué pasa? – La sacerdotisa poseída preguntó con la voz mezclada de Akko inocentemente mientras mostraba una sonrisa arrogante. - ¿Por qué están tan quietos?
- "¿Acaso ellas ahora son solo una entidad?" – Pensó confundido Azul al ver esa expresión en el rostro de Shiori mientras sentía como varias emociones mixtas recorrían el cuerpo de la joven y del majestuoso pulpo colosal. – Pero qué increíble poder...
Los Onís apretaban sus las lanzas al punto que sus venas sobresalían, cosa que la joven y la deidad lo notaron. Claramente mostrándose juguetonas quisieron llevar esa ira al límite por lo que dieron un paso al frente para ver como muchos demonios me volvieron rígidos, aunque sus piernas temblaban.
- ¿Eh? ¿Qué les pasa? ¿Por qué tan tensos? – La sacerdotisa mostró un fingido puchero mientras que con una mano sostenía su rostro falsamente confundido y pensativo. - ¿Acaso ya no quieren pelear con nosotras? ¿Entonces eso quiere decir que ya se irán?... O tal vez... ¿Es posible que ustedes...? – Entonces sin poder contenerlo mucho soltó una hermosa sonrisa malvada mientras que sus heterocromáticos ojos burlones le decían con toda confianza. - ¡¿SE HAN ASUSTADO?!
Obviamente muchos de esos demonios se enojaron mucho al escuchar como esas simples palabras destruyen su orgullo, pero solo uno de ellos no pensó en las consecuencias de no haber pensado mejor la situación y se lanzó hacia la sacerdotisa con una lanza maldita lista para empalarla. Azul iba a avisarle, pero antes de siquiera el filo llegara a tocarla un gran tentáculo rojo cayó encima del demonio, aplastándolo bajo una gran nube de polvo seguido de una parpadeante luz lila de la purificación. Al retroceder la ventosa al mar todo lo que quedó fue un camino carmesí que se evaporaba como ceniza al aire.
- Así que ... - La personalidad de Shiori soltó un suspiro. – Tal parece que la batalla es inevitable. – Entonces nuevamente la personalidad de Akko tomó control del cuerpo para soltar una suave pero inquietante risa. – Fu hu hu uno menos ¿Quién será el siguiente?
Los demonios solo tragaron grueso ya que otro tentáculo cayó con fuerza sobre otro bando y al igual que el anterior regresó al mar.
- Decidan de una buena vez. – Entonces la albina empuñó el tridente para hacerlo girar y apuntarlo a los demonios quienes vieron como una energía lila se encendía en el filo. - ¿Quién de ustedes será el siguiente en volver al infierno?
- Shiori... - Susurró Azul viendo como el ejército de varios onis se aproximaban con sus lanzas malditas mientras que Shiori y Akko estando unificadas corrieron hacia el grupo también soltando un grito de guerra y apretando el tridente con fuerza para de una bateada vertical lanzara una gran hoz lila que cortaba con profundidad y magnitud hacia donde su trayecto le indicaba.
Muchos demonios pudieron esquivar ese peligroso ataque, pero al hacer eso no contaban que los tentáculos purificadores empezaran a aplastarlos a varios de ellos levantando más polvo en el proceso por lo que ahora tenían que estar al tanto de la sacerdotisa que propinaba fuerte golpe con el tridente y de las extremidades del colosal octópodo.
Así durante la segunda ronda Azul pudo notar como el cuerpo de Shiori solo se encargaba de separar los grupos con aquellas hoces, noqueaba a los demonios con la parte inferior del tridente y protegía tanto el cuerpo de Akko como el suyo con aquellos muros breves, mientras que el cuerpo de Akko se encargaba de realizar la matanza, purificación para regresarlos al infierno una vez hecho trizas o a veces atrapaba a sus presas para devorarlos en el mar a medida que más onis llegaban a la zona.
Entonces la escena cambió, todavía llegaban más demonios y otra vez se notaba como el cuerpo se agotaba cada vez más.
- ¿De dónde han salido tantos? ¿No se supone que el yomi estaba siendo custodiado? – Preguntó la personalidad de Shiori.
- Lo mismo me pregunto. – Respondió la personalidad de Akko. – No es normal que salieran tanto sin que ningún guardián del inframundo estuviera custodiando... a menos que algo les haya pasado.
En eso un palpitar en el cuerpo de Shiori golpea al mismo tiempo que el dolor de cabeza empezaba a palpitar fuerte en su cabeza al igual que la de Azul.
- Maldición... - Dijo Shiori llevándose las manos a la frente. – La "transmigración áurica" terminará pronto... ya no puedo contener más... nuestras almas...
En eso todos aquellos cambios físicos que tenía la sacerdotisa y el Akkorokamui se desvanecieron para regresar a ser las dos entidades separadas que en un inicio fueron. Shiori trataba de recuperarse del dolor de cabeza mientras que Akko, sabiendo que ambas estaban vulnerables, entonces de un barrido de sus tentáculos limpio a toda la arena de aquellos demonios que salieron expulsados; pero era más que seguro que volverían en poco tiempo así que tenía que aprovechar esta última oportunidad.
Shiori podía sentir como las auras de los demonios se iban acercando así que reincorporándose una vez con el tridente estaba dispuesta a seguir luchando. Podrían haber continuado. Podían haber peleado lado a lado. Pero eso aún no debería pasar... o al menos no ahora.
De manera inesperada Akko con sus tentáculos pulsó rápidamente los puntos de la espalda de Shiori, paralizándola momentáneamente con la idea de enrollar todo su cuerpo con una ventosa que también pasó por su mano que sostenía el tridente para quitárselo e intercambiarlo con algo distinto. Entonces la deidad finalmente la arrojó hacia aquel círculo de protección en la que estaban sus compañeros.
Durante esa caída para Shiori y Azul vieron cómo todo se volvía en cámara lenta mientras que Akko volvía a su forma humanoide sosteniendo el tridente purificado para finalmente pasar al lado de la albina sin mirar hacia atrás.
- "¿Eh? ¿Por qué Akko?" – Shiori habló entre pensamientos a medida que caía viendo con angustia y preocupación lo que Akko estaba a punto de hacer. - ¿Qué estás haciendo?
- "No me digas. Se quedará a pelear sola para que Shiori regrese. – Pensó Azul mirando con sorpresa y admiración las acciones de Atkormaru.
- "Aquí nos despedimos." – Dijo Akko comunicándose con ella a través de sus auras a medida que se iba alejando cada vez más. – "Esta pelea nunca debió ser de tu incumbencia, estos son mis terrenos y mi deber es el protegerlos incluso si eso representa mi muerte."
Los iris escarlatas de Shiori se encogieron de dolor antes esas palabras mientras intentaban mover alguna extremidad, pero era inútil.
- "Espera Akko... detente por favor..." – Suplicó Shiori con una fina capa líquida en sus ojos. – "Déjame ayudarte... quiero serte de utilidad... y-yo... yo no... yo no quiero perderte..."
Puede que Shiori no pudiera ver el rostro de Akko, pero lo que sí podía ver era como varios demonios llegaron otra vez a la playa empezando a sacar sus lanzas malditas.
Sabiendo lo que podría pasar Azul comprendió que en aquel entonces esa podría ser su última conversación.
- "Escúchame, mi pequeña Kappa..." – Llamó Akko, haciendo jadear a Shiori por aquel cariñoso apodo que la dejó nostálgica. - "Nunca lo olvides que por más que la marea se vea tormentosa; sé que serás capaz de encontrar una salida ante todas esas peripecias de tu vida si tienes la fuerza física y espiritual necesaria."
Los demonios empezaron a anticipar su ataque al mismo tiempo que Akko volvió a crear el portal del mar de Hokkaido.
- "Se que ahora será casi imposible verte otra vez" – Continuó Akko ahora activando su collar para colocarse su armadura. – "Pero si tú... no me mal entiendas esto, pero si sientes que ya no puedes más, si la situación se pone más peligrosa o si ya estás en el trayecto final no dudes en decir mi verdadero nombre y en donde sea que tú estés yo vendré por ti ¿De acuerdo?"
- "Akko..." – Shiori sollozó aún más ante esas hermosas palabras que cada vez la dejaban con un hermoso sentimiento de calidez, pero al mismo tiempo con una gran confusión en su mente ya que aún creía que su amiga estaba enojada con ella.
- "Recuerda que solo tienes una oportunidad" – Akko se posicionó con el tridente. – "Así que úsalo bien."
- ¿Eh? – Dijo Shiori confundida mientras su cuerpo chocó contra las aguas al mismo tiempo que recuperó sus funciones motoras.
Ya con Shiori en el mar ella rápidamente levantó su mirada hacia Akko, pero lo que vio una vez más la dejó paralizada ya que lo que observó fue a la deidad decicandole una mirada gentil y cariñosa acompañada de una leve sonrisa que solo era para ella.
- "Sayonara" – Se despidió Akko ahora regresando su mirada feroz a la batalla a la vez que teletransportó a los humanos de regreso a su reino antes de que las lanzas les llegara.
No sin antes escuchar a Shiori decirle en forma de un grito:
- ¡Akko!
Y eso fue lo último que Shiori vio del mundo de los espíritus y de Akko ya que ahora había regresado a su mundo. Ella justo sentada en medio de las orillas del celeste mar de Hokkaido mirando hacia el horizonte del mar que era iluminado por la noche y cuyas olas la empujaban levemente al compás de la luna.
Shiori se quedó inmóvil procesando el hecho que había regresado a salvo a su mundo con sus compañeros de salón ¿Pero a qué costo? Había dejado a Akko sola luchando contra tantos demonios con la probabilidad de morir porque quería saciar un deseo egoísta al querer ver a la deidad una última vez.
- No, esto está mal... esto no es... - Susurró Shiori sintiéndose culpable. – Esa no era mi intención... yo no quería que todo esto pasara... Akko... ¡Akko! ... ¡perdóname!
Cuando cerro los puños nuevamente ella sintió como todavía tenía algo en sus manos así que, sacándolas del mar, contempló tenía su Kagura Suzu y un omamori azul que emanaba un halo de color turquesa hecha del aura de su querida amiga. Claramente Shiori acarició con cariño aquella bolsita sintiendo como su voz quería soltar otro grito de tristeza que tuvo que contener por lo que en lugar de eso solo cerró los ojos con fuerza para derramar más sus lágrimas amargas mientras colocaba aquella bolsita sobre su pecho y elevaba su aura junto con las campanas.
- "Kami-sama, por favor escuchen mi plegaria... No dejen que Akko muera." – El líder de Octavinelle escuchó los pensamientos más puros y sinceros de la mente y corazón de Shiori. – "Por favor ella es muy importante para mí, no la abandonen... Ustedes vieron las virtudes y las fortalezas que ella logró forjar en su camino muy a pesar de hacer caído en lo más profundo de la oscuridad y de todas las barbaries que tuvo que pasar en su longeva vida."
- Shiori...- Susurró Azul mirando como las lágrimas cargadas de emociones de Shiori caían al mar gota tras gota.
- "Si mis palabras no son suficientes entonces estoy dispuesta a dar lo que sea con tal de que la salven. Convertirme en una marcada de por vida. Vivir en algún exilio. Aceptar el castigo de mis egoísmos. Renunciar a mis libertades. Suprimir mis emociones. Tómenlas todas, escojan lo que quieran... - Shiori soltó un respingón por tratar de no soltar un fuerte llanto mientras rezaba. – "No me importa el precio a pagar. Si son para las personas que más amo estoy dispuesta a dar mi vida, pero por favor no la dejen morir... no me la quiten... ¡Es la única amiga que tengo!"
Pero como siempre nadie la respondió muy a pesar de que Shiori sentía mucho frío al estar toda mojada por el mar y el viento ella no paró de rezar, aunque dicha muestra de amor puro dejó a Azul con una opresión en el pecho por todo lo que Shiori tenía que pasar por aquel tatuaje en su mano. Lo hizo sentir tan triste que ahora tenía una verdadera necesidad de estar allí presente para estar a su lado y protegerla de cualquier dolor que la afectara, ya no quería solo quedarse quieto y mirar como toda esta tortura pasaba frente a sus ojos como un espectador. Ella era la única persona que quería ayudar sin esperar nada a cambio.
De pronto a lo lejos pudo escuchar como un par de voces de adultos llegaban a la zona del mar exclamando por el nombre de todos los compañeros del salón de la albina. Shiori, al girar su mirada rojiza, pudo ver que se trataba de su tutor de clase junto algunos residentes del lugar que llegaron a la zona sosteniendo linternas, lucían muy preocupados.
y eso no era todo...
Al cambiar su mirada hacia sus compañeros vio como ellos se encogieron en sus lugares cuando ella los miró y esta vez ella pudo presenciar algo que nunca pensó a imaginar que pasaría.
- "¿Eh, porque me miran así?" – Pensó Shiori mirando sus ojos llenos de miedo y pavor. – "¿Por qué me miran... como si estuvieran viendo a un demonio?"
¿Será tal vez que los dioses realmente escucharon la plegaria de la sacerdotisa? o quizás esto era tan solo el resultado de un conjunto de sucesos que coincidentemente se tejieron cerca de aquel viaje escolar. Solo los kamis saben esa respuesta.
Entonces finalmente los recuerdos se esfumaron y un escenario oscuro era todo lo que quedaba para Azul. Había mucha información que procesar, pero lo que tenía claro era que ahora comprendía porque Shiori tenía esa triste expresión cuando dijo que su acoso terminó. Ese rostro era por todas las cosas que pasaron ese día que según ella pensaba era a causa de un pequeño deseo de volver a ver a alguien querido.
- Shiori... Qué clase de vida has tenido – Susurró Azul limpiándose el rastro de lágrimas. - ¿Todo esto te está pasando debido a tu tatuaje?
En eso una luz se iluminó a un lado de su cara dejándolo un poco confundido. Al girar su rostro vio como a lo lejos de aquella oscuridad había una pequeña luz que brillaba al final del camino. Ya sea por la curiosidad o por que no quería estar en ese espacio negro, Azul, caminó hacia aquella luz sin embargo...
"Otra vez se está revelando la muy insolente"
Azul se detuvo a mitad del camino al escuchar esa voz masculina. Trató de buscarla por todos lados, pero no había nadie.
- ¿Pero qué? – Susurró Azul. - ¿Quién dijo eso?
"Esto no es un problema ya que hemos visto que junto con los otros sujetos de pruebas no va a recordar nada"
- Esa voz... - Azul reconoció la voz en eco de aquel vejestorio del culto rojo, aquel desgraciado que hirió la espalda de Shiori cuando era niña. Estando ahora muy enojado trató de buscarlo por todos lados, pero lamentablemente no lo pudo encontrar con solo un pensamiento en mente. - "¿Acaso esto es otro recuerdo? Pero ¿Por qué no se ve nada?"
"Me han contado que es muy ingenua pero obediente, mientras su mente esté concentrada en perfeccionar su poder no hay nada que temer. Esa es nuestra primera carta de triunfo ahora nuestros planes"
- ¡¿De qué planes estás hablando?! – Exclamó enfadado Azul, sabía que estaban hablando de Shiori y por lo que poco que escucho querían algo de ella. - ¡Sal de donde estés cobarde!
"Ella lo tendrá que hacer porque nosotros la obligaremos..."
"He esperado mucho tiempo para al fin usar este sello, este será nuestro primer paso hacia el nirvana..."
- ¿Obligarla? Maldito ¡¿Qué le hicieron?! – Bramó Azul.
"Tú serás nuestra mejor arma, pero aun eres débil para cuando llegue el día final."
Entonces el un ruido vibratorio se escucho en forma de eco alrededor del fondo oscuro provocando que Azul cayera de rodillas al suelo invisible de aquel fondo negro para tomarse la cabeza con ambas manos ya que su frente de pronto le empezó a doler con fuerza, como si la estuvieran perforando.
- ¡¿Qué pasa con ese ruido?! – Exclamó Azul en medio del dolor. – ¡Me perforan los oídos!
"Recuérdalo sacerdotisa Nakamura tu destino como marcada es la de exterminar a todos los pecadores de este mundo podrido para alcanzar la absoluta liberación."
A medida que Azul escuchaba esas palabras no se percató que una serie de pequeños pasos descalzos empezaron a llegar hacia donde el líder de Octavinelle estaba tirado.
"Cuando tu mente esté en un estado de absoluto trance junto con tu palabra claves..."
Azul a medida que sudaba de dolor los pasos se iban acercando junto al ruido de unas cadenas arrastrándose.
"Tú harás de nuestra voluntad una realidad."
"Tu palabra clave será..."
Y entonces aquel ruido dejó de sonar dándole a un Azul por fin un respiro luego de tal tortura. Él respiraba agitadamente tratando de calmar su cabeza. El joven con los ojos azules como el cielo a estas alturas no le estaba gustando por dónde iban esas palabras por lo que intentó incorporarse para seguir buscando algo para aclarar esa duda; pero al hacer eso su rostro se topó con un niño desconocido que vestía una túnica roja cuya mirada era vacía como la oscuridad.
Por lo repentino que apareció aquel pequeño, Azul, se asustó mucho que casi se cae de espaldas, pero gracias a ese retroceso su campo de visión se extendió para mostrarles que aquella aparición no era la única ya que a sus costados e incluso hasta el fondo del escenario pudo llegar a ver que había muchas pero diferentes caras de infantes mirándolo con esos ojos, vestidos de la misma manera, pero todas de ellas mostraban un mismo sentimiento que azul pudo reconocer.
- Tristeza... - Susurró el joven de cabello plateado.
Con aquella palabra recitada todos aquellos infantes sin poder moverse de donde estaban solo soltaron una oscura lágrima silenciosa mientras elevaban un poco su mirada. Azul, recuperando un poco su compostura, alzó una ceja al ver que ahora aquellas apariciones.
- ¿P-Por qué están aquí? – Preguntó de manera inconsciente Azul.
Como si los niños lo hubieran escuchado muy lentamente empezaron a mover con dificultad sus pequeños bracitos que poco a poco ya que se iban agrietando y demorando como si fueran hechos de porcelana muy delicada, incluso una de los infantes perdió las piernas y empezó a caer.
Azul, soltando un jadeo de preocupación, sin dudarlo se lanzó para evitar que chocara con el suelo.
- Cuidado. – Le dijo Azul, viendo como la niña cada vez más se rompía más a cada movimiento. – Detente, te romperás más.
Pero aun así la niña rota continuaba queriendo señalar algo, fue entonces que el sonido de unas cadenas sacudiéndose resonaron a las espaldas de Azul al mismo tiempo que la niña desapareció de sus brazos al igual que los demás que se volvieron polvo.
Él joven aguanto casi la respiración por aquel ruido, giró lentamente su mirada y el cuerpo; abrió los ojos de par en par al mismo tiempo que sus ojos se encogía de dolor al ver que aquello que los niños señalaban con sus últimas fuerzas antes de volverse polvo era ni más ni menos que la imagen de su adorada medusa encadenada como la misma Andrómeda con varios eslabones plateados que salían de la oscuridad que aprisionaba todas sus extremidades, torso y cuello, tenía puesto un gastado camisón blanco, su piel tenía muchas marcas rojas como si fueran tatuajes rojos, su rostro estaba cubierto de una tela blanca que tenía escrito en tinta roja unos caracteres que no pudo leer pero que además tenías una especie de tres comas que se perseguían entre sí de las cuales dos de ella parecieran un poco visibles debido a que tal vez alguien más hubiera intentado borrarla.
- ¡Shiori! – Exclamó Azul levantándose de su lugar para llegar hacia ella.
Esta vez no había ninguna clase de restricción que lo detuviera de abrazar a la joven, quien todavía no respondía al contacto.
- ¡Shiori! Dios mío ¿Qué te han hecho? – Azul la llamó otra vez tratando de buscar alguna manera de romper las cadenas, pero muy a pesar de su fuerza estas no querían ceder debido a la energía que estas emanaba cuando la tensaba. - No puedo romperlas, hay algo extraño con estas cadenas, pero no es ningún tipo de magia ¿Qué es?
Viendo que nada funcionaba entonces intentó despertar a la albina llamando a su nombre repetidas veces sin parar. Pareciera que la joven no se despertaría de su letargo, sin embargo, este no era la excepción ya que luego de unos segundos ella empezó a soltar unos leves quejidos en señal a que estaba recuperando la conciencia.
- ¿Eh? ¿Quién...? – Susurró la albina tanteando su cabeza.
- Shiori – Azul suspiró de alivio al ver que ella al fin reaccionó al mismo tiempo que colocaba su mano a la altura en donde estaba la mejilla de la chica. Intentó quitar aquella tela de los ojos, pero rápidamente cuando intentó acercar la mano al objeto repentinamente el dolor de la frente lo pulso provocando que este soltara un siseo de dolor. – Maldición... mi cabeza...
- Conozco esa voz... - Habló con esperanza Shiori levantando con lentitud su rostro tapado hacia dónde provino la voz a la vez que sentía la calidez que emitía aquella mano gentil. – ¿No lo estoy alucinando otra vez? ¿En verdad eres tú...?
La albina estaba a punto de pronunciar un nombre del joven que tenía la frente cuando de pronto el peso de las cadenas cayeron al piso para traspasarlo como agua para jalar a la asustada sacerdotisa con violencia hacia el suelo.
Azul siendo rápido y a pesar del aturdimiento de su cabeza extendió su mano a tiempo para sostener el brazo de la albina, lo único malo que el piso pareciera que estuviera rechazando la presencia del líder de Octavinelle por lo que ejerció más fuerza a las cadesnas.
- ¡No! ¡Deténganse! ¡No me obliguen a olvidarlo! – Exclamó Shiori moviendo su cabeza de un lado a otro tratando de luchar contra aquella presión que la hundía más. - ¡Yo no quiero hacerle eso!
- Shiori resiste... te sacaré de aquí. – Dijo a cuestas Azul tratando de apretar más el agarre para no soltarla, pero aquellas a medida que no se separaba la presión aumentaba en su cabeza generando así más aquel fuerte dolor. Aun así, él se rehusaba a soltar a la albina.
A medida que él intentaba jala ocurrió algo raro que lo dejó absorto ya que de pronto de manera repentina los caracteres que tenía la tela blanca empezaban a diluirse como agua para adoptar otras palabras que trazaban letra por letra una palabra que él esta vez pudo leer.
- Esa palabra... - Murmuró Azul, pero aquellas fueron las suficientes para alarmaron a la sacerdotisa que rápidamente le dijo.
- ¡No lo digas! – Dijo Shiori le suplicó entre temblores. - ¡Si alguien lo dice todo estará perdido y yo... yo... haré algo terrible! ¡No quiero lastimar a nadie!
- ¿De qué hablas Shiori? – Preguntó preocupado Azul.
Pero Shiori pudo ver como Azul sufría cada vez más se hundía con ella.
- El sello nos quiere desaparecer a ambos...– Le dijo Shiori viendo por donde iban las cosas. – Tienes que irte de aquí... ¡Rápido! Por lo menos tú tienes que salvarte.
Azul escuchando esas palabras negó una y otra vez la cabeza mientras se rehusaba a soltar a su medusa.
- ¡Yo también quiero regresar, pero no te puedo abandonar! – Reclamó desesperado Azul.
- Si no me sueltas pronto serás arrastrado al olvido conmigo y desapareceremos juntos. – Respondió Shiori tratando de convencer al joven de lentes. – No puedo dejar que eso te pase a ti... no le puedo hacer eso a alguien a quien aprecio mucho.
La mirada de Azul se volvió desconsolada al escuchar esas palabras.
- ¿Lo entiendes verdad? – Preguntó una vez más la albina en un tono triste.
Pero aun así Azul se negó.
- ¡Te prometí que no me alejaría! ¡Voy a ayudarte a romper este sello que está sobre ti!
Shiori sintiéndose muy alagada por ese comentario no pudo evitar soltar lágrimas bajo aquella tela a medida que se iban hundiendo más, por mucho que era formidable que aquel joven no la quisiera dejar ella tampoco podía dejar que él se vea afectado. Tenía que haber una manera de sacarlo ileso de esta oscuridad o de lo contrario el olvidaría todo lo que hubiera visto, pero su agarre era muy fuerte por lo que no había otra opción.
- Perdóname - Susurró Shiori ahora empezando a murmurar algo.
Por poco el joven Cilophyte casi hubiera sido arrastrado a las profundidades de aquella oscuridad al lado de la sacerdotisa para caer juntos la faz del olvido; cuando de repente el sonido similar a un serpenteo sonó detrás de Azul al mismo tiempo que el líder se percató que algo blanco lo había enrollado de su torso para jalarlo hacia atrás provocando que así, de un rápido impulso, la mano de Shiori se le resbalará de las manos y terminara por separarse.
¿Qué habrá sido aquello que los separó? Se preguntarán ustedes y la respuesta a eso fue que, la responsable de dicho acto, era una serpiente blanca de ojos escarlatas que habiendo escuchado la petición de la albina hizo lo que pudo para alejar al joven para que este último se pudiera salvar. Aun sabiendo que ella también sería atrapada entonces, para que el joven saliera de este entorno lo soltó para que su cuerpo sin brazos ni piernas también se hundieran en el fondo dejando únicamente a un joven todavía petrificado siendo expulsado de esa oscuridad hacia la luz.
Azul encogió sus iris horrorizados al observar como la imagen de Shiori se iba alejando de él mientras la escuchaba gritar por la velocidad de que era arrastrada hasta ya no llegar ver nada.
No podía creer lo que acababa de pasar. No había podido hacer nada para salvar a la única chica que hizo hasta lo imposible para salvarle la vida... Le había fallado la promesa que le hizo a su medusa y ahora ella... ella...
- ¡SHIORI! – Exclamó angustiado Azul viendo como todo su entorno se iluminaba de un blanco casi dejándolo ciego en el proceso.
No sin antes ver un rápido recuerdo fugaz que pasó frente a sus ojos:
"Papá... ¿Por qué los cuencos del templo ya no están? ¿Acaso se han roto?" – Dijo la voz infantil de Shiori mirando varias cajas dentro de un oscuro sótano.
- ¡Oye... resiste Azul! – Se escuchó la voz de Jade.
"Sí, están rotas por ello las estamos guardando hasta que traigan unas nuevas. No te preocupes por ese detalle mi princesa." – Dijo la voz de Hitoshi tomando la mano de la niña. – "Regresemos a dormir, te cantaré tu canción favorita..."
"Yay~" – Respondió alegremente la niña siendo guiada por su papá.
- ¡Azul, despierta! – Dijo Ahora Floyd.
En eso aquel hombre albino dejó de caminar y girando su mirada azul cielo llenos de tristeza le dijo:
"Por favor... Ayúdenla..."
- ¡Azul! – Exclamaron Jade y Floyd.
Al escuchar esas voces el joven de ojos azules como el cielo abrieron sus ojos repentinamente junto a un fuerte jadeo que se escapó de sus labios a medida que se levantaba de golpe. Inhalaba y exhalaba con pesadez mientras una fina capa de sudor caía de su cara.
- Azul tranquilo, ya estás despierto. – Casi hablo bajo Jade, extendiéndose los lentes.
- Jade... - Respondió Azul colocándose las monturas, aunque de paso aprovecho para sobarse un poco la frente.
- Menos mal ¿Esta bien? – Preguntó el gemelo tranquilo.
- Nos hemos despertado cuando sentimos que te revolvías mucho. – Dijo Floyd que extrañamente también estaba sereno. - ¿Acaso tuviste un mal sueño?
Al mencionar eso la mirada de Azul casi que quedó petrificada al recordar todos los sucesos que vio en sus sueños desde la historia de su infancia, el viaje escolar y hasta el momento en que sus manos se separaron.
- ¿Azul? – Jade llamó otra vez al joven de lentes que trataba de regularizar su respiración. A juzgar por su apariencia él tenía muy claro lo que estaba pasando a su líder. – Tú también las viste verdad.
- Las memorias de Koebi-chan. – Añadió Floyd.
Luego de unos segundos de silencio por fin la paralización pudo ser controlada y Azul pudo finalmente decir algo:
- Una vez me mencionaste que aquella mujer... la amiga de Shiori... les mencionó algo acerca de ser capaces de poder ver las memorias de Shiori ¿Verdad?
Jade dando un suspiro afirmó aquella duda con una afirmación.
- Según ella. – Jade levantó una de sus manos. – Era un efecto secundario del sello que ella nos colocó, pero si tu no tienes uno ¿Cómo es posible que pudieras tener acceso a ella?
- No lo sé. Pero si lo que me dices es la verdad entonces el dolor y el sufrimiento... - Azul apoyó sus brazos en sus rodillas, pero con las manos apretadas mientras que los gemelos miraban pensativos a un punto fijo. – Todo fue real y yo no pude hacer nada... ni siquiera cuando estaba encadenada...
Esa última frase le colocó una interrogante a la cabeza de los gemelos que arquearon una ceja.
- ¿Encadenada? – Preguntaron extrañados ambos gemelos al mismo tiempo.
- Sí, al final del recuerdo... - Azul los miró extrañado por su confusión. – Ya saben... el fondo oscuro. Los niños descalzos. Las cadenas... La serpiente blanca.
- Azul ¿Estás seguro que viste bien? - Preguntó Floyd.
Azul, escuchando aquel tono, se le hizo extraño que ellos estuvieran frunciendo levemente el ceño.
- Estoy seguro de lo que vi ¿Ustedes no lo recuerdan?
- Azul, en todo lo que vimos del recuerdo no vimos nada de lo que mencionaste. – Informó Jade.
- Es imposible... - Susurró Azul.
Jade ante esa mirada hizo un poco de esfuerzo en su memoria tratando de quizás buscar algo que sea quizás algo de ayuda.
- Aunque... ahora que lo pienso... - Dijo Jade frunciendo un poco el ceño. - Si te soy franco todo lo que puedo recordar es que hubo una voz que me dijo algo. No sé quién fue, pero todo lo que decía era que ayudara a alguien.
- También la escuché yo. – Dijo Floyd. - ¿Quién habrá sido?
- Ese hombre era... - Ahora habló Azul.
Pero antes de que pudiera decir algo entonces una presencia a sus espaldas los colocó con los nervios de punta a tal punto que haciendo un movimiento de manos sacaron sus plumas mágicas para apuntar a la entidad a sus espaldas. Grande sería su sorpresa al ver que quien estaba detrás de ellos con los ojos y aura iluminados de una brillante luz lila era...
- Shiori... - Susurró Azul.
Shiori no respondió y ni pestañeo, pero con su mirada serena se fue agachando a la altura del trío Octavinelle y se los quedó mirando un buen rato estática.
Azul no sabía cómo debía sentirse en esta situación debido a la gran cantidad de energía que sentía su alrededor, era como si fuera aquel mundo de los espíritus y eso lo tensaba mucho al igual que los gemelos que miraban petrificados a la albina.
La sacerdotisa, al ver esas miradas, entonces decidió tornar su aura a una más armoniosa y tranquila mientras que con suaves palabras les repetía en un lenguaje extraño que no le tuvieran miedo ya que ella no tiene la intención de dañar a nadie.
Entonces de manera sorpresiva Shiori levantó sus manos a la cabeza de los gemelos y las acarició de manera maternal y hasta cálida mientras ellos la miraban absortos por aquel gesto dulce que no los incómodo ya que había algo en el ambiente que los ayudaba a tranquilizar.
Después de aquella muestra de afecto entonces Shiori pasó a Azul, quien soltó un suave respingón al ver que ahora tenía la mirada sobrenatural de su medusa puesta sobre él. Primero con la mano tatuada la colocó sobre la pluma de Azul para absorber las manchas del blot restante mientras que con la otra palma ahuecó su mejilla seguido de una suave caricia de su pulgar sobre la piel suave.
Por unos segundos dejó de respirar ante ese contacto, pero luego al sentir como el aura familiar de Shiori lo estaba rodeando entonces se fue relajando a tal punto que él también colocó su mano sobre donde ella lo acariciaba y cerraba momentáneamente los ojos recordando aquellas dolorosas experiencias de Shiori que vivió en su carne propia causándole una acongojada que se dibujó en su rostro al igual que los gemelos.
Shiori estando en su estado Satori se quedó mirando esa triste expresión en la cara de Azul sintiendo todos los sentimientos que recorrían en el cuerpo del joven entonces por unos breves momentos recordó justo el momento en el que sus manos se separaron y algo más.
Goteo...
Goteo...
Azul de pronto pudo escuchar un suave goteo que caía al piso generando así levantara su rostro y viera cómo de esa mirada brillante caían varias lágrimas una tras otra que oprimieron mucho su corazón.
- Lo... siento... - Dijo Shiori en armonía con otras voces de sus antepasados.
Los ojos de Azul se abrieron de par en par ante esas palabras, pero aun así la sacerdotisa continuó.
- Era... la única... forma... de... salvarlos... - Susurró ella sintiendo como estaba a punto de nuevamente quedarse dormida no sin antes decirle. - ...Perdónenme.
Y con eso último el estado Satori terminó dejando que Shiori empezara a caer de espaldas. Estaba apunto de chocar contra el suelo cuando de pronto tres manos la tomaron rápidamente para atraerla con suavidad hacia el cuerpo de Azul mientras que los gemelos la sostenían con cuidado para que no se cayera por ninguno de los costados como medida de seguridad.
- "Ya te solté una vez..." – Pensó Azul limpiando el rastro de lágrimas de la albina con una mano. - "Esta vez no cometeré el mismo error otra vez."
Viendo como ella respiraba pausadamente en señal de estar profundamente dormida entonces mirándose entre los tres asintieron con la cabeza para apoyar a Shiori en medio del futón seguido de Azul que se acostó a su costado mirando su rostro. Jade se ubicó casi cerca de su espalda y Floyd rodeó sus brazos con cuidado alrededor de su cintura y apoyó su cabeza en su vientre.
No había nada que reclamar o de quejarse ya que todo pelito o escena de celos se queda a un lado cuando la persona que estimas te necesita aún si no lo hubiera expresado con palabras.
Entonces cerrando sus ojos los tres jóvenes acompañaron en lo que quedaba en la noche a una sacerdotisa sobreviviente de una cruel vida para al menos de manera simbólica velaran por sus sueños.
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A lo lejos de la isla cada uno de los jóvenes intentaron de procesar a su modo aquella información que había llegado a ellos.
Riddle trataba de calmar las lágrimas de sus ojos mientras apretaba su pecho en donde estaba descansando un cristal lila.
Trey se encontraba cerca del grifo de agua abierta mirando con pesar como el agua caía por el ducto con el rostro mojado.
Cater apoyó su antebrazo a la altura de sus ojos, dejando de lado su teléfono con el llavero que le regaló Shiori.
Leona estaba apoyado en el barandal de su habitación mirando a la luna de manera pensativa mientras sostenía en su mano la pieza del rey del tablero de Shogi junto a la pieza de la reina del tablero de ajedrez.
Ruggie estaba echado en el techo de su hogar mirando como poco a poco las estrellas se movían de manera lenta mientras acariciaba el cristal que estaba en su mano.
Jack se encontraba sentado en el borde de su cama masajeándose la cabeza mientras miraba el cactus que estaba cerca de su ventana, aquel que tenía la maceta de cristal.
Y estando en un hotel casi a mitad del camino rumbo a la isla en donde se situaba el colegio Deuce se encontraba limpiándose los ojos llorosos cerca de la mesita de noche mientras miraba perdidamente la foto de su carta.
- ¿Pudiste recibir alguna llamada? – Dijo una voz acercándose al joven.
- La señal aún no es lo suficientemente cercana. – Suspiró Deuce mirando hacia su espalda para mirar a Ace apoyado en el marco de la habitación revisando su teléfono. - ¿Y tú?
- Aun nada... - Suspiró Ace apagando la pantalla de notificación. – "Tengo un mal presentimiento." – Pensó joven de cabello terracota, tocándose el pecho justo donde estaba su corazón pesado.
- Ace... - Susurró Deuce.
- ¿Qué?
Al inicio Deuce parecía que estaba apunto de callarse aquellos pensamientos que rondaban en su cabeza, aunque ya estando trastocado o no solo tuvo que dejar salir las emociones.
- Siempre creí que las personas como Shiori, son aquellas deberían de merecer tener una vida mucho más feliz que cualquiera... más que nadie... p-por lo bueno que hacen... - La voz de Deuce amenazaba con romperse otra vez y las lágrimas amenazaban con querer salir. – Pero ¿Por qué? ¿Por qué de todas las personas a ella le tenía que tocar esa vida?
Ace se quedó callado con una leve sombra casi tapándole los ojos, pero mirando el dorso de su mano pulcra se quedó pensando un buen rato hasta finalmente responder con sinceridad.
- Si te soy honesto, ni yo mismo sé cómo responder a esa pregunta. – Susurró Ace, pero tratando de recapacitar mejor la situación sabía lo que debería hacer soltó un fuerte suspiro y camino hacia donde estaba Deuce.
El joven de cabello azul oscuro no se movió de su sitio aun cuando Ace estaba a su frente. El motivo de dicho traslado de posición era para que el joven con el tatuaje de corazón le propinara repentinamente un golpe en la cabeza de Deuce. Esto claramente hizo enojar un poco al joven con el tatuaje de pica.
- ¡¿A qué vino eso?! – Exclamó Deuce.
- Deja de lloriquear por algo que ya pasó. – Replicó Ace. – Eso no tiene nada que ver contigo. No le des más vueltas al asunto.
- ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¿Acaso no te duele el siquiera pensar en qué otras cosas le pudieron haber pasado a nuestra amiga allá en su mundo? – Dijo Deuce casi señalando con su mano la ventana.
- Idiota, claro que me duele. – Ace frunció el ceño. - Pero dudo que Shiori hubiera querido que estuviéramos deprimidos y sentándonos a lamentar algo que ya forma parte del pasado.
En eso Deuce solo abrió sus ojos ante dicho dato.
- Sí, no es justo nada de lo que le pasó desde niña. Nadie en sus locos sueños desearía tener ese tipo de vida, pero no por ello quiere decir que nosotros tengamos que sentir pena por su pasado. – Continuó Ace ahora tomando la camisa de Deuce. – Ella aún vive y ahora en estos momentos nos necesita. Es por ese motivo que no debemos permitir que algo como un sentimiento como la tristeza nos detenga ahora que estamos a mitad del camino.
Deuce quedó mirándolo por unos instantes hasta que finalmente Ace lo soltó para dirigirse a su propia cama y descansar.
- Ahora duérmete ya, mañana tendremos que salir temprano. – Reclamó Ace envolviéndose en la sabana.
El joven con el tatuaje de pica miró por última vez la foto de su carta mirando la sonrisa de Shiori mirando a la cámara entonces nuevamente se acostó en su propia cama. No quería admitirlo, pero hasta cierto punto Ace tenía razón al decirle que no deberían de parar incluso si se tratara de algo doloroso y si Shiori hubiera estado con ellos les diría lo mismo.
- "Espéranos un poco más Shiori." – Pensó Deuce mirando de nuevo la foto.
- "Muy pronto estaremos allí, no cometas ninguna locura." – Pensó Ace mirando de reojo el cristal atado a su cuello para finalmente cerrar los ojos y dormir.
Y con eso todos intentaron a volver a dormir, sin ser consciente de que los eventos más caóticos serán los próximos en asomarse a la vuelta de la esquina.
Continuará...
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"Próximo capítulo: Cadenas"
