Hola hermosas, espero que estén muy bien todas. Gracias por estar al pendiente de la historia, la cual les recuerdo que NO es para menores de edad o para personas sensibles al tema adulto, espero entiendas. Gracias por tu comprensión.
A TRAVÉS DE MIS OJOS
XXXIV
ANTHONY
El frío viento de la mañana mecía con insistencia mis cabellos, el aroma a mar inundaba mis pulmones y el ruido de las gaviotas que anunciaban estábamos en el muelle era el ruido que escuchaba aquella mañana. Mis manos sudaban bajo los guantes que las protegían a pesar de lo helado del ambiente, los nervios que sentía por volver a ver a mi padre estaban apoderándose de mi pecho. Candy me sonrió al ver que estaba nervioso.
-Todo saldrá bien. – Me dijo con una hermosa sonrisa, mientras se sostenía de la silla que ella misma se había encargado de dirigir hasta el muelle.
-Lo sé, pero son tantos años de no verlo que no sé cómo reaccionará. – Dije un poco ansioso, la verdad era que no sabía qué esperar de mi padre ya que era un hombre poco expresivo y si bien siempre fue cariñoso a su manera, podía decir que las pocas veces que nos habíamos visto no habíamos convivido mucho que digamos. Candy me sonrió y su sonrisa poco a poco me fue tranquilizando, contagiándome de su alegría una vez más. Me gustaba perderme en su rostro y saber que no importara lo que sucediera a nuestro alrededor mientras estuviésemos juntos.
Mis ojos volvieron hasta el descenso de los pasajeros, para después observar al último hombre que abandonaba el barco, el cual caminaba un poco lento para su edad. A pesar de saber que mi padre era algunos años mayor que mi madre, el volver a verlo tan acabado y con el cabello entre cano me hizo pensar que no eran pocos, sino muchos los años que él era mayor que ella.
Su caminar era lento, sin embargo el típico gorro de plato que llevaba sobre su cabeza indicaba que era el capitán el último en abandonar el barco como ya era una tradición. Sabía por las historias que un día me llegó a contar de niño que él siempre era el último en bajar de su barco, asegurándose siempre de ser el último en desembarcar.
-Hasta que baje el último hombre. – Me decía siempre que me maravillaba con las historias que había pasado al recorrer el mar, cada una diferente sin embargo todas terminaban igual.
Observé que de pronto su paso calmo se detenía a unos metros de mí y su mirada estaba fija en mi persona, sus ojos comenzaron a cristalizarse dando a entender que me había reconocido, sin embargo no se acercaba a mí, era como si algo lo detuviera a hacerlo. Yo sonreí al verlo frente a mí, estaba acabado, se veía mayor de lo que realmente era, su bigote ya no tenía aquel tono castaño que un día había tenido y sus ojos estaban adornados por varias líneas de expresión que adivinaba representaban al sufrimiento al que había sido sometido prematuramente.
Su cuerpo se irguió de pronto y el saludo a la máxima autoridad del mar fue el movimiento que hizo su mano, mientras la otra quedaba al costado de su cuerpo. Mi corazón saltó de gusto al recordar que cada vez que lo veía así me saludaba cuando regresaba de un largo viaje, sin embargo sus ojos reflejaban la emoción que estaba sintiendo.
Me levanté de mi silla con verdadera emoción imitando el saludo que momento antes él me había dedicado. Candy estaba junto a mí y pude escuchar que su respiración se contuvo y un sollozo escapó de sus labios, conmovida realmente por el encuentro tan esperado por ambos.
-Mi pequeño Capitán. – Me dijo con la voz entre cortada, con la emoción en su voz que también había madurado. Recordé las veces que lo había hecho cuando niño, pero ahora lo veía incluso un poco más abajo, mi estatura había aumentado y la de él iba en descenso. Su rostro ahora dirigido hacia arriba para poder verme.
-Mi gran Capitán. – Le llamé de la manera en la que yo inocentemente le respondía una vez que me saludaba. Él sonrió dejando caer por fin las lágrimas que se habían acumulado en sus tristes ojos, caminando con lentitud como si no quisiera despertar de su sueño.
-En verdad eres tú. – Me dijo comenzando a caminar hacia mí un poco más deprisa, para después tomar mis hombros y mirar mis ojos detenidamente. – Eres tú… - Me decía conmovido, expresando por primera vez ante mí una reacción diferente a una sonrisa. Jamás había visto llorar a mi padre, ni cuando había muerto mi madre permitió que lo hiciera, aquella ocasión se había encerrado en su cuarto por varios días y al salir simplemente se despidió de mí diciendo que pronto volvería.
-Soy yo… - Le dije igualmente conmovido, deseando en ese momento abrazarme a él de golpe, con fuerza para expresar así el sentimiento que me tenía atrapado al estar nuevamente entre sus brazos.
Un sentimiento de paz se apoderó de mí al sentir su cuerpo estrechando el mío, un sentimiento que siempre me inundaba cuando él llegaba de un largo viaje a casa, era como si viviera en una eterna angustia al saberlo lejos y deseaba llegara con bien a nuestro lado. Sentí su cuerpo frágil, sus fuerzas eran menos y su complexión había encogido, ya no era el hombre alto y fuerte que yo veía de niño, los papeles se habían invertido y ahora él era el que abrazaba a alguien de mayor tamaño.
-Has crecido mucho hijo. – Me dijo alejando un poco su rostro de mí para poder observarme.
-He crecido. – Le dije como respuesta a su comentario, incapaz de confesar que él había envejecido prematuramente debido al dolor de perder a mí madre y después a mí.
-¿Ella es Candy? – Preguntó viendo a mi hermosa prometida quien nos miraba con los ojos llenos de lágrimas, emocionada por nuestro encuentro. Yo asentí con una gran sonrisa, orgulloso de poder presentar de frente a la mujer de mi vida. - ¡Estás hermosa! – Le dijo con una sonrisa mientras besaba sus manos en señal de respeto.
-Mucho gusto señor Brower. – Dijo Candy un tanto tímida al estar frente a mi padre.
-No me llames así. – Dijo con un tono de voz paternal, justo como cuando se dirigía a mí de niño. – Pronto te casarás con mi hijo. – Dijo seguro de sus palabras, él sabía que yo había elegido a Candy mucho antes de tener edad para comprometerme. – Y te convertirás en la hija que siempre quise tener. – Le dijo mientras nos abrazaba a ambos con alegría. Candy sonrió conmovida y las lágrimas que la venían acompañando comenzaron a salir con más ganas de sus ojos.
-Gracias. – Dijo agradecida por las palabras que mi padre le había dicho. Mi padre sonrió y volvió a verme con una mirada llena de amor. Yo correspondí a ella y comprendí con solo verlo lo que estaba pensando.
-Tiene el mismo color de ojos que tu madre. – Me dijo conmovido, yo asentí a su comentario y Candy se sonrojó al mismo tiempo. – Y al igual que ella tiene la misma mirada pura e inocente. – Dijo realmente emocionado de recordar a mi madre. Metió su mano al bolsillo de su uniforme y sacó de él una vieja fotografía, una fotografía que yo sabía llevaba siempre con él desde que tuve conciencia.
-¿Aún la guardas? – Pregunté con una gran sonrisa, me sentía orgulloso del amor que mi padre siempre profesó por mi madre y podía ver que a pesar del tiempo ella seguía siendo importante para él. Él asintió a mi pregunta.
-Jamás la alejo de mí. – Respondió con una sonrisa de lado, suspirando al recordar tal vez todas las memorias que tenía guardadas en su mente. – Y tampoco ésta… - Dijo sacando del bolsillo opuesto otra fotografía que me extendía con seguridad para que yo la observara.
-Era muy hermosa. – Dijo Candy observando la fotografía de mi madre, en la cual ella tenía alrededor de diecisiete años, la edad que tenía cuando fue comprometida con mi padre.
-La más hermosa de todas. – Dijo mi padre, respondiendo lo mismo que siempre decía cuando alguien alababa de esa manera a mi madre. Candy sonrió con ternura.
-No sabía que guardabas una fotografía mía. – Dije extendiendo la foto para que volviera a guardarla. Mi padre la tomó con nostalgia y la mostró a Candy para que ella la observara.
Aquella fotografía era la última que yo recordaba me habían tomado el día de la cacería unas horas antes del fatal accidente que me había privado de mi movilidad. No podía evitar sentir nostalgia al verla, esa foto representaba a mi antiguo yo, uno al que extrañaba verdaderamente y que deseaba volver a ser, y no me refería a la mente, sino a la forma de ser libre de aquellos años, extrañaba tanto volver a montar y volar por los aires junto a mi caballo. Suspiré recordando el pasado.
-Esa foto me la envió tu tía Elroy. – Respondió con incomodidad, sabía que estaba molesto con la tía abuela, era natural después de todas las mentiras a las que había sido expuesto.
-También fue en parte mi culpa. – Dije asumiendo la parte de culpa que me correspondía. Él sonrió de lado, reconociendo que tenía razón, sin embargo en sus ojos no había el más mínimo reproche hacía mí, por el contrario, su mirada estaba llena de amor y orgullo por mí.
-Tú eres mi hijo, y a pesar de estar molesto porque no me avisaste que seguías con vida, no puedo más que agradecer que estás de vuelta, por el contrario con Elroy no es lo mismo, ella jamás vio con buenos ojos el matrimonio que hubo entre tu madre y yo. – Dijo causando sorpresa con su comentario, ya que yo jamás me había percatado de aquel desacuerdo que él mencionaba.
-¿De verdad? – Pregunté sorprendido por lo que había dicho. Él asintió únicamente en respuesta.
-Ella buscaba un matrimonio mucho más conveniente para la familia Ardlay. – Dijo haciendo una seña de que se refería a lo económico. Yo lo miré sin comprender ya que sabía que mi padre era dueño de una gran flotilla de barcos y eso lo había hecho acreedor a una cuantiosa fortuna que muy pocos podían presumir.
-Pero tu fortuna es grande. – Dije expresando lo que yo había sabido siempre.
-Tengo que reconocer que cuando tú madre y yo nos conocimos yo solo era un simple marinero con ganas de salir adelante. – Dijo suspirando con nostalgia, mientras nos dirigíamos hacia el interior de las oficinas del puerto. – Esperen un momento. – Nos dijo para entrar en aquel lugar mientras Candy y yo lo esperábamos afuera.
-Creo que es mejor que te sientes. – Me dijo Candy al ver que ya había caminado un tramo algo largo y a pesar de que me sentía bien, debía obedecerla ya que ella solo estaba siguiendo las órdenes del Dr. Reynolds.
-Como tú digas pecosa. – Dije con una sonrisa, besando la punta de su nariz para después colocarme sobre la silla, una que cada vez me costaba más usar. Candy sonrió con ternura por mi gesto y se colocó detrás para dirigirme una vez más hacia mi padre quien salía en esos momentos del lugar.
-¿Aún no terminas de recuperarte? – Preguntó al ver que yo volvía a sentarme sobre la silla de ruedas.
-Tengo que seguir las órdenes de mi enfermera. – Dije tomando la mano de Candy para besarla con ternura. Mi padre sonrió agradecido por la manera que Candy me cuidaba y él se ofreció con dirigir la silla hacia la salida del puerto. - ¿Todo bien? – Pregunté al ver que se había quedado muy serio.
-Todo está perfecto. – Respondió con una gran sonrisa.
-¿Cuándo tienes que volver a navegar? – Pregunté seguro de que solo estaría unos cuantos días en tierra firme. Como era su costumbre él siempre permanecía unos días y después volvía al mar, así siempre había sido desde que yo tenía memoria.
-El tiempo que yo desee. – Dijo sin dejar de sonreír, lo miré buscando una respuesta más concreta que esta y él volvió a sonreír. – El Queen Rose no zarpará del muelle por algún tiempo hijo. – Dijo como respuesta, sabía que era el barco que mi padre navegaba.
-¿Hay algún problema? – Pregunté curioso. Él negó con una sonrisa de nuevo.
-Simplemente que deseo pasar una temporada larga al lado de mi hijo y la verdad estoy pensando realmente en el retiro. – Dijo suspirando, sin embargo no era un suspiro de nostalgia, más bien era un suspiro de alivio, un suspiro que me demostraba que estaba cansado de navegar y que deseaba tener por fin un tiempo para él mismo.
-Me alegra saber eso. – Dijo con verdadera felicidad, me gustaba saber que mi padre por fin estaría más cerca de mí. – Así podrás estar en nuestra boda y no perderte detalle de nada. – Dije con una sonrisa. Mi padre sonrió y Candy seguía apenada por lo que yo decía.
Llegamos a la mansión y pronto descubrimos que había un alboroto y no era precisamente por la preparación de la boda de mi primo la cual se celebraría por fin al día siguiente, sino que veía a mi tía Janice llamando la atención a Stear y a Archie como si fuesen dos niños pequeños, por otro lado estaba mi tío en silencio y Annie estaba con la mirada puesta en el suelo.
-¡Candy! – Dijo la pelinegra dirigiéndose de inmediato hacia donde estaba Candy, sintiéndose segura al lado de mi prometida.
-¿Qué sucede Annie? – Preguntó Candy al ver que la joven se ponía muy cerca de ella.
-¡Vincent! – Dijo mi tía al ver a mi padre y lejos de parecer un saludo era un reclamo que le hacía. - ¡Tú y Edward, hablarán en este momento con sus hijos! – Dijo a modo de orden, nadie ni siquiera el tío Albert fue capaz de emitir algún sonido en señal de desacuerdo.
-¿Qué está sucediendo? – Pregunté intrigado por la actitud de mi tía hacia ellos. Albert me hizo una seña de que guardara silencio, como si él mismo ya hubiera sido reprendido por su atrevimiento.
-¡Ahora! – Dijo tomando su falda con ambas manos para dirigirse hacia el salón de música. - ¡Annie, Candy, Vengan conmigo! – Dijo de nuevo, dejándome con la duda de lo que estaba sucediendo. Candy me vio con temor y Annie hizo lo mismo.
-¿Qué está pasando? – Preguntó Candy a Annie y ella le respondió tímida.
-La mamá de Archie se enteró que Patricia está embarazada. – Dijo rápidamente, mientras caminaba rumbo al salón de música en compañía de mi rubia. Candy me observó un tanto preocupada, yo le sonreí para darle un poco de valor.
-Todo está bien, princesa. – Le dije para que confiara que mi tía era incapaz de hacerles algo malo, lo que sucedía era que estaba realmente molesta por el comportamiento de mi primo y por ese mismo motivo era que se debía mantener el secreto. Candy asintió y siguió a Annie hasta la habitación que había elegido mi tía para resguardarse mientras mi padre y mi tío Edward nos miraban fijamente.
-Bien, creo que yo me voy. – Dijo mi tío Albert poniendo como excusa los negocios que debía atender. George lo estaba esperando a la entrada de la mansión y eso fue la llave para que pudiera salir ileso de la charla que nos estaba esperando a los tres. Miré a mis primos y Archie seguía dirigiendo miradas de reproche a su hermano, no pude evitar sonreír por la plática que nos esperaba a los tres.
Pronto estábamos en el despacho, sentados como en los viejos tiempos, la diferencia que la travesura en cuestión había rebasado los límites de lo permitido. Mi padre estaba enseguida de mi tío esperando que él comenzara aquella charla que podía ver claramente que los incomodaba a ambos.
-Creo que los tres saben el motivo por el que están aquí. – Dijo mi tío expresando realmente su incomodidad.
-¡Por supuesto! ¡Estamos aquí porque Stear no pudo mantener sus manos quietas! – Dijo Archie realmente molesto por lo que Stear había hecho.
-¡Tú fuiste el que nos descubrió! – Reclamó Stear a su hermano.
-Se tranquilizan los dos y me explican que fue lo que sucedió. – Dije ya un poco molesto por no saber cómo mi tía se había enterado de la situación de Patricia si todos habíamos acordado guardarlo para después de la boda.
-Archie fue el que me descubrió ante mi madre por tal de salir bien librado de la situación en la que fue atrapado. – Dijo Stear comenzando a relatar los hechos.
-¡No estábamos haciendo nada malo! – Dijo Archie en su defensa.
-¿Y si no estaban haciendo nada malo por qué me delataste con mi madre? – Preguntó Stear dejándome de todas formas con todavía muchas dudas.
-¡Por que entré en pánico! – Dijo Archie en respuesta. Suspiró al ver que yo aún no comprendía muy bien lo sucedido y mi padre tampoco, mientras el pobre tío Edward se frotaba las sienes en señal de que buscaba pensar lo que diría. – Mi madre me sorprendió saliendo de la habitación de Annie. – Dijo con pena. – Así que cuando comenzó a regañarme y exigir que le dijera qué había sucedido dentro de la habitación, me molesté y le dije que mejor le preguntara a Stear que era el que tenía a un hijo en camino. – Dijo Archie de nueva cuenta, expresando que en un momento de miedo había delatado a su propio hermano.
-¿Y qué estabas haciendo en la habitación de Annie? – Pregunté curioso, no porque me importara, sino porque la habitación de Annie también era la habitación de Candy.
-Quería acompañarla para bajar a desayunar y como no respondió me atreví a entrar a sabiendas que Candy no estaba con ella. – Dijo sin explicar nada más.
-Hijos creo que todo esto es mi culpa. – Dijo mi tío por fin atreviéndose a hablar de lo que sucedido. – No debí alejarme tanto tiempo de ustedes, sobre todo a esta edad que es cuando más dudas surgen… - Decía impaciente, mi padre lo observaba hasta cierto punto divertido. – Ustedes fueron criados por una mujer con ideas muy cerradas y antiguas. – Dijo de nuevo, mi padre asintió estando de acuerdo con lo que él decía, mis primos y yo guardamos silencio para escuchar lo que tenía que decir, se notaba que estaba tenso con la famosa charla entre padre e hijo, la diferencia que eran dos padres y tres hijos y no la charla privada que se debía tener.
-Su padre tiene razón. – Dijo mi padre por primera vez también atreviéndose a hablar una vez que ya se había puesto al corriente de lo sucedido. – Ustedes no han tenido la educación que tuvimos nosotros de jóvenes, mucho menos la mía… que aprendí desde muy joven al estar rodeado de hombres que solo hablaban de sus amoríos y aventuras con las damas que conocían en diferentes puertos. – Dijo haciendo evidente hacia donde iban con su plática.
-No es necesario que ahora quieran enseñarnos. – Dijo Stear realmente apenado por la charla, demostrando que él sabía bien que ya estaba del otro lado.
-Siéntate Stear. – Dijo mi tío con tono serio. Stear regresó a su lugar. – Si hubiera hablado contigo antes tal vez no hubieras tenido que pasar por esto. – Dijo sintiéndose realmente responsable de la situación.
-Padre, tú no tienes la culpa de nada. – Dijo Stear queriendo liberarlo de su pesar. – La verdad que lo que sucedió con Patricia no fue algo planeado, sin embargo se dio y fue algo maravilloso para mí. – Dijo revelando lo que había sentido aquella tarde.
-Pero es mi deber haberles advertido de las consecuencias que esto trae. – Dijo mi tío realmente impaciente por hablar. – ¿Qué tal si hubieran dejado otra criatura por ahí? ¿Cómo saben que no tienen otro hijo con alguna de las mozas de la mansión? – Preguntó para mi sorpresa, lo mismo que para la de mis primos que abrieron los ojos como plato al escuchar lo que su padre decía.
-Edward, creo que los muchachos… - Dijo mi padre, sin embargo fue interrumpido por Stear.
-Eso es imposible papá. – Dijo Stear seguro de lo que decía.
-¿Cómo lo sabes? – Preguntó mi tío una vez más, mirándolo con desconfianza.
-Porque Patty es la primera y la única con la que he estado. – Dijo sin pena, tanto Archie como yo sabíamos que era verdad y él al igual que nosotros jamás habíamos vivido persiguiendo a las mozas de esta o de cualquiera de las mansiones, la tía abuela nos había enseñado a respetar y el mismo respeto que nos exigía a nosotros lo exigía al personal que contrataba en la mansión. Los ojos de mi tío se abrieron con sorpresa, sin embargo creo que mi padre lo había advertido antes de que Stear lo revelara.
-En nuestra época no era tan común este comportamiento Edward. – Dijo mi padre y tanto mi tío como nosotros volteamos a verlo para saber lo que tenía qué decir. – Cuando yo era joven mi padre me llevó a una casa de citas. – Reveló con un poco de pena, pero consciente de que ya éramos los suficientemente maduros para escuchar su relato. – Yo era tan solo un joven de quince años, sin experiencia y muy tímido. – Reveló con sinceridad. – No tenía opción más que demostrarle que era un hombre… - Dijo recordando su primera experiencia. – Después en la marina era normal convivir con jóvenes cuando llegábamos a algún puerto. Mis primos y yo estábamos realmente sorprendidos con lo que decía.
-Mi madre… - Dije recordando con cierta nostalgia a mi madre, quien lo esperaba ansiosa por meses para demostrarle su amor.
-No… - Dijo mi padre con los ojos arrasados de lágrimas. – Cuando conocí a tu madre me enamoré de ella y contrario a lo que piensen jamás le fui infiel. – Dijo explicando lo que yo temía había sido una relación infiel por parte de él. – Eran otros tiempos y los caballeros demostraban su hombría dependiendo de las aventuras que tuvieran aparte de sus matrimonios. – Dijo con una sonrisa de lado, sin embargo por el tono de su voz pude advertir que no estaba orgulloso de ello. – Sin embargo yo no tenía que dar explicaciones cuando desembarcábamos, jamás presumí de lo que hacía o no en mis viajes, todo por llegar a su lado con la conciencia tranquila. – Explico haciéndome que mi corazón se tranquilizara ante el recuerdo que representaba mi madre para mí y podía ver en su mirada melancólica que también lo representaba para él.
-A mí mi padre me obligó también a estar con una mujer que trabajaba para la familia. – Dijo mi tío con pena ante sus hijos quienes lo miraban confundidos por lo que relataba, sabía que no tenían mucho contacto y era la primera vez que hablaba con ellos de algo tan íntimo. – Para él era común que los patrones tomaran a la primera joven que les gustara a pesar de que ella se negara. Yo jamás me atreví a hacerlo por la fuerza. – Dijo visiblemente apenado. – Sin embargo confieso que si estuve con varias jóvenes del servicio. – Confesó nuevamente sin sentirse orgulloso de su comportamiento. – Es por ello que su madre teme que ustedes hayan pasado por lo mismo, por eso se molestó de que hayas embarazado a Patty antes de hacerla tu esposa, para nosotros era imperdonable que algo así sucediera. – Dijo una vez más.
-Es verdad. – Dijo mi padre. – Cuando nosotros estábamos de novios con sus madres, la tía abuela jamás, pero jamás nos dejaba un momento a solas con ellas, no podíamos tomarles la mano más allá de unos segundos, qué pensar de un beso o una caricia casta, siempre estábamos bajo el escrutinio de ella. – Decía mi padre con queja, cosa que me causó gracia porque sabía que era verdad.
-La tía abuela siempre nos inculcó el respeto por todas las mujeres, incluso las que trabajan en la mansión. – Dije explicando la manera en la que nos habían educado. – Era impensable tener un pensamiento o mucho menos un sentimiento insano por alguna de ellas, era algo prohibido, por ello les digo que tanto Archie como yo hemos respetado a Candy y a Annie a pesar de las veces que hemos estado a solas. – Confesé a pesar de que quedaba en claro que no era por falta de ganas, sino por la estricta educación a la que habíamos sido sometidos y al respeto que ellas representaban ante nuestros ojos. Mi padre sonrió orgulloso de mí.
-Sé que lo que dices es verdad hijo. – Dijo con una sonrisa, mi tío ya estaba mucho más relajado que antes. – Pero también es necesario que conozcas lo que implica al estar con una mujer a solas. – Dijo decidido a explicar lo que habíamos evitado desde un principio. Stear y Archie estaban junto a mí y pude sentir en ellos la incomodidad que los inundaba tanto como a mí.
-Creo que llegaron tarde a la charla. – Dijo Stear levantándose de su lugar. – Creo que yo ya aprendí, así que los dejo con este par de inexpertos. – Dijo con gracia, intentando liberarse de la plática que gracias a él, Archie y yo teníamos que escuchar.
-Siéntate Alistear. – Dijo mi tío indicándole a mi primo que tomara su lugar. Archie y yo sonreímos al ver que tampoco se podría escapar de aquella plática en la que mi padre y mi tío estaban dispuestos a exponer. – Primero que nada es muy importante que ustedes estén seguros de lo que están haciendo y sobre todo que estén seguros cuando ella esté preparada para recibirlos... – Comenzó aquella plática que lo único que provocaba era que nosotros nos miráramos con el rostro totalmente colorado.
CANDY
Llegamos a la mansión y Annie corrió hacía mi realmente aliviada, cuando nos reveló el motivo de su preocupación, mientras los muchachos se dirigían a hablar con sus padres nosotras nos dirigimos hacia el salón de música donde la mamá de Stear y Archie nos esperaba con una expresión seria en su rostro. Nos invitó a sentar y nos miró a ambas fijamente.
-¿Algo que decir Annie? – Preguntó a mi hermana con la mirada fija, Annie estaba nerviosa por lo que aquella bella mujer preguntaba, demostrando que no solo era una total dulzura, sino que cuando lo requería podía ser implacable con los demás, algo característico de mis primos. Annie negó de inmediato a su pregunta. - ¿Qué hacía mi hijo tan temprano en tu habitación? – Preguntó de nuevo. Yo miré a Annie intentando darle valor para que respondiera sin temor, yo sabía que Annie era incapaz de hacer algo que pudiera manchar su honra o la de sus padres.
-Archie fue a buscarme para que bajara a desayunar… - Dijo nerviosa, frotando sus manos con nerviosismo.
-No hay excusa para dejar entrar a un hombre a tu habitación sin nadie presente. – Dijo la tía Janice como reclamo. Annie parecía que estaba a punto de estallar de la vergüenza.
-No pasó nada malo… - Dijo Annie dispuesta a defenderse a pesar de que estaba muy asustada.
-Porque llegué a tiempo. – Dijo nuevamente, el rostro de Annie se encendió una vez más ante las palabras de aquella dama. – Pero ustedes deben darse su lugar ante sus prometidos, no quisiera que la situación de Alistear se repita con Archie o con Anthony. – Dijo preocupada, demostrando que realmente estaba apenada por la acción de su primogénito.
-Señora Cornwell. – Dije con respeto. Ella me miró suavizando sus ojos cuando nos miró a ambas. – Annie es una chica muy tierna e inocente, y está muy enamorada de Archie, sin embargo tanto ella como yo somos personas educadas correctamente y su hijo y su sobrino han sabido respetar nuestras decisiones. – Dije intentando hacerla comprender que no tenía por qué desconfiar de ellos, ni de nosotras.
Ella me miró con una sonrisa que indicaba alivio, ya que estaba temerosa de que alguno de ellos se hubiera aprovechado de la situación y más porque sabía que los padres de Annie apenas llegarían esta tarde.
-Me alegra saber que ninguna tiene nada por que arrepentirse, sin embargo es necesario que hable con ustedes de mujer a mujer. – Dijo sorprendiéndonos a ambas, porque además del regaño recibido no esperábamos que fuese ella precisamente la que nos hablaría de las dudas que teníamos con respecto a la relación con un hombre. Tanto Annie como yo nos observamos tímidas ante lo inevitable.
La plática se tornó seria y a pesar de agradecerle lo que nos había aconsejado no dejaba de sentirme incómoda por haber sido instruida por parte de la madre de mis primos acerca de mi sexualidad, Annie estaba igual de apenada que yo y juntas salimos del salón dejando a la señora Cornwell dentro con una gran sonrisa, orgullosa de haber ayudado.
-Candy. – Me dijo Annie aún avergonzada por la plática.
-Dime Annie. – Hablé aún con la voz apenas audible, mientras caminábamos a mi habitación.
-¿Jamás habías hablado con nadie acerca de este tema? – Me preguntó visiblemente avergonzada. Los colores de mi rostro se subieron con mayor intensidad.
-La verdad que jamás había hablado con nadie abiertamente. – Dije revelando que algo sabía acerca de lo que nos habían dicho.
Llegamos a nuestra habitación y aún no pasaba la pena en nosotras.
-Mi madre ya me había explicado algo al respecto. – Dijo Annie con pena, confesando que antes de que le permitieran viajar con Archie su madre se había tomado la molestia de hablar con ella a pesar de la pena que representaba para ella hacerlo.
-¿Y te dijo lo mismo que la señora Cornwell? – Pregunté para ver si podíamos ambas unir toda la información.
-Básicamente me dijo que Archie se encargaría de enseñarme todo, que yo no debía hacer nada. – Dijo Annie apenada. – Me explicó el uso de las sábanas, pero no me dijo que debajo de ella yo no debería usar ropa. – Dijo un poco agitada, demostrando que aquella parte le daba verdaderamente pena.
-En el hospital te hablan diferente del amor entre un hombre y una mujer. – Dije un poco tímida por revelar lo que había escuchado por parte de algunas enfermeras.
-¿Qué dicen Candy? – Preguntó Annie realmente interesada en el tema, sin embargo yo no estaba segura si ella estaba dispuesta a escuchar lo que yo sabía acerca de aquel tema que me generaba verdadera pena.
-Bueno… dicen que lo de la sábana es verdad… - Dije con pena, Annie sonrió como aliviada por ello. – Pero también es verdad que debes estar sin ropa para que se dé la relación entre tu marido y tú. – Dije de nuevo intentando encontrar las palabras exactas.
-¡Eso es vergonzoso! – Dijo Annie ante mi comentario.
-Pienso que eso sería al principio. – Dije recordando a mi adorado Anthony, una sonrisa de enamorada se plasmó en mi rostro al recordar las veces que lo había visto con su torso semidesnudo, imaginándome que la vista que él me regalaría sería mucho más maravillosa. Annie me miraba un poco asombrada. – Pero creo que con el trato diario, con el amor y la confianza que existe entre dos personas que se aman, puede haber la conexión ideal para amarse sin ninguna pena. – Dije realmente ilusionada, no podía negar que a pesar de sentirme apenada por imaginarme que Anthony me viera por primera vez sin ropa, tampoco podía negar que al recordar la manera con la que él me derretía con sus caricias aquel detalle pasaba a segundo plano.
-Yo no sé si pueda hacerlo Candy. – Dijo Annie con el rostro sonrojado, podía sentir que su corazón estaba latiendo deprisa por el miedo que sentía.
-Por supuesto que podrás Annie, todo a su tiempo. – Dije para tranquilizarla. – Recuerda lo que tú misma me dijiste que sentías cuando él te besaba. – Dije para que ella se centrara en lo que Archie podía transmitir en ella. - ¿Lo recuerdas? – Pregunté mirándola a los ojos. Ella asintió con un rubor diferente. – Pues ese sentimiento es el que predominará cuando estés casada con Archie, además recuerda que tú siempre has querido ser una mamá y es indispensable que suceda esa unión entre un hombre y una mujer para que pueda ser posible. – Dije ayudándola un poco a que se relajara a pensar que podría ser madre igual que pronto lo sería Patty. Annie asintió con una sonrisa que demostraba que se había relajado después de lo que había aprendido ese día.
La noche llegó y Anthony y yo estábamos en la terraza del jardín, habíamos llegado para platicar un momento a solas ya que no teníamos mucho tiempo para hacerlo.
-Extraño los días en los que la mansión estaba solitaria. – Me dijo extendiendo su mano para que yo la tomara. Me sonrojé tan solo de pensar a lo que se refería y la verdad yo también extrañaba aquella complicidad que existía entre nosotros cuando estábamos solos en la intimidad de su habitación.
-Yo también lo extraño. – Dije acercándome a él, tomando su mano para que él la besara con recato. Volteó a todos lados y una vez que se aseguró que no había nadie me acercó a él y me colocó sobre sus piernas. - ¡Anthony! – Dije sorprendida por el atrevido movimiento que había hecho.
-Tranquila. – Me dijo para comenzar a mover la silla hacia un rincón en el cual podríamos estar un poco más ocultos de la posible vigilancia de los demás. – Solo será un momento. – Me dijo seguro de que no podíamos estar mucho tiempo a solas. – Tengo ganas de darte un beso. – Me dijo acercando su rostro al mío, mi mirada se abrió de pronto al sentirlo tan cerca, sin embargo no dudé por mucho tiempo el corresponderlo, necesitaba besarlo y disfrutar por un momento aquellas caricias que yo anhelaba.
El beso comenzó un poco apresurado, temiendo ambos ser descubiertos y más que yo me encontraba aún sentada sobre sus piernas, me sentía cómoda en ese lugar y él me tomaba por la cintura para aferrarme a él. Poco a poco las ansias se fueron calmando y el beso se transformó en uno más delicado, más tranquilo, más húmedo, la pasión comenzó a aumentar y pronto sentí como la legua de él empezó a buscar refugio dentro de mi boca. Mis labios permitieron entrara en mí y comencé a disfrutar aquel contacto, abrazándolo por el cuello para dejarlo explorar sin reparo. Ladeé un poco el rostro al sentir la falta de aire y Anthony continuó besando mi mentón, con besos suaves y húmedos, mientras yo disfrutaba aquel contacto él continuaba perdido en aquella parte de mi rostro que se incendiaba con sus atenciones.
-Candy. – Me decía entre besos, su boca fue bajando hasta mi cuello y yo permití que lo hiciera, sabía hasta donde llegábamos siempre y sabía que de ahí no pasaba, así que permití que siguiera con sus caricias, sintiendo que el frío de la terraza pronto se iba disipando de nuestro alrededor.
-Anthony. – Dije con una voz apenas audible, pero que sabía que él escuchaba a la perfección. El calor de sus manos iba en aumento y yo podía percibirlo a través de las ropas que vestía, ni el frío del ambiente afectaba lo que Anthony despertaba en mi cuerpo.
-Te amo tanto hermosa. – Me decía sin dejar de besar mi cuello, explorando cada rincón como si quisiera recordar cada parte de él.
-Y yo a ti. – Le decía con el mismo tono de voz bajito, como si evitara que alguien más nos escuchara por la manera en la que nos habíamos escondido. – Te amo Anthony… - Le decía acariciando su hermoso cabello, el cual se sentía sedoso y muy fino entre mis dedos. De pronto sentí que su boca bajó más de lo normal y pronto lo sentí entre mi escote, un sobre salto llegó a mi cuerpo así como al mismo tiempo un calor intenso se apoderó de mí y una corriente viajó atrapando cada una de las terminaciones nerviosas de mi piel, centrándose entre mis piernas con verdadera fuerza, provocando que yo me removiera ansiosa sobre sus piernas, ocasionando que la reacción de su cuerpo fuese también favorable para él.
-Lo siento. – Dijo agitado, realmente apenado por su atrevimiento. Yo sonreí tímida, sin embargo me había gustado aquella caricia que había hecho reaccionar a mi cuerpo de una manera que jamás lo hubiese creído pudiera ocurrir. - ¿Me perdonas? – Me preguntó con su mirada llena de inocencia, él sabía que no podía reprenderlo cuando me miraba de esa forma aunada a la sonrisa que desprendían sus labios para conseguir una disculpa. – No quise ofenderte. – Dijo besando mi mano con delicadeza. – Es solo que me dejé llevar por la necesidad de tenerte a mi lado. – Dijo reconociendo una vez más que el tiempo no habíamos convivido entre nosotros había sido determinante para su comportamiento.
-Yo también tengo necesidad de tenerte a mi lado. – Dije con pena, reconociendo también que lo necesitaba realmente a pesar de la pena que pudiera provocar en mí. – Pero después de la plática con la tía Janice. – Dije tímida revelando que su tía había hablado con nosotros.
-¿También habló con ustedes? – Preguntó un poco sorprendido. Yo asentí apenada. - ¿Y cómo les fue? – Preguntó con pena.
-Supongo que bien. – Dije sin saber cómo calificar a los consejos que nos había dado. - ¿Y a ustedes? – Pregunté a sabiendas que habían hablado con su padre y el Sr. Cornwell.
-A pesar de ser incómodo, tengo que reconocer que fue muy interesante. – Dijo mirándome a los ojos fijamente, haciendo que mi corazón se acelerara y que mi cuerpo vibrara una vez más con sus palabras.
-Qué bueno. – Dije apenada. Anthony comenzó a reír de una manera tierna.
-No tienes que temer Candy. – Me dijo acariciando mi rostro, acercándose a mí para besarme de manera lenta. Me dejé llevar una vez más por sus besos, los cuales continuaron por unos minutos más, para después él mismo ayudarme a levantarme de mi posición para entrar a la mansión porque se estaba haciendo tarde.
Caminamos hacia las habitaciones y pude advertir que los padres de Archie acababan de retirarse, el padre de Anthony lo esperaba con una sonrisa y yo suspiré decepcionada por que sabía que ya era momento de separarnos una vez más.
-Hasta mañana. – Me dijo con su hermosa sonrisa, sintiendo mi frustración que podía saber era igual que la que él sentía. – Padre me das unos minutos. – Le dijo para tener otro momento a solas.
-Hasta mañana Candy. – Dijo asintiendo con una sonrisa para permitirnos despedir sin su vigilancia.
Anthony se levantó de la silla y me tomó por la cintura para darme un beso largo y apasionado, yo me dejé llevar por la caricia y pronto lo acariciaba de sus cabellos, mientras él volvía explorar mi boca con verdadera pasión. Mis pensamientos se nublaron y simplemente me dejé llevar por el amor que él despertaba en mí.
-Hasta mañana Anthony. – Dije con los ojos aún cerrados y el cuerpo lacio de la emoción, mientras él me besaba la mano para volverse a colocar en la silla que lo estaba esperando detrás de él.
-¡Candy! – Se escuchó de pronto. - ¡Anthony! – Dijo de nuevo una voz que si conocíamos ambos era la voz de Archie.
-¿Qué sucede Archie? – Preguntó Anthony sorprendido porque Archie salía de entre unas cortinas que adornaban una de las ventanas que daban hacia el jardín, caminando con cuidado para no ser visto, llegando hasta el lugar en el que estábamos los dos, provocando mi pena por deducir que nos había visto despedirnos.
-¿Ya se fueron? – Preguntó refiriéndose a sus padres y al padre de Anthony.
-Sí. – Respondió Anthony aún intrigado por el comportamiento de Archie.
-Candy, dame unos segundos para despedirme de Annie por favor. – Dijo con súplica, yo le permití lo hiciera, sabía que Annie no se cambiaba de ropa hasta que yo llegaba y la ayudaba a quitarse su vestido. Él me sonrió agradecido y después de unos minutos salió con una gran sonrisa en su boca. – Gracias gatita. – Me dijo con una sonrisa que no parecía que estaba consciente del todo.
-Anda vamos enamorado. – Le dijo Anthony mientras él le ayudaba a tomar la silla para llevarlo a su habitación. – Hasta mañana mi amor. – Me dijo enviando de nuevo aquel beso que nos terminaba de separar por las noches antes de ir a dormir, guiñé un ojo en señal de respuesta y él sonrió con aquella sonrisa que derretía mi corazón.
Continuará…
Hasta aquí llegamos con el capítulo de hoy que como siempre espero haya sido de su agrado. Muchas gracias por leer, espero sus comentarios.
Julie-Andley-00. Hola hermosa, quien sabe qué pasa con la plataforma solo acostumbrarnos que a veces falla y otras no. Muchas gracias por tus buenos deseos, yo también espero que pronto termine de acostumbrarme a la ausencia. Gracias por tus lindas palabras un honor para mí que me consideres así. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
TeamColombia. Muchas gracias hermosas, espero que ustedes también estén muy bien. Muchas gracias por leer y por sus lindas palabras de aliento. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Silandrew. Hola hermosa, me alegra que estés muy bien. Tienes razón cada una de las parejitas están intentando avanzar un poco más y descubrir que hay más allá de las reacciones de su cuerpo. Albert también anda muy enamorado y volando bajo porque todavía no es correspondido, sin embargo también tendrá su momento, creo que es justo y necesario. Espero que te haya gustado el capítulo, te mando un fuerte abrazo hermosa.
Rose1404. Hola hermosa, me alegro que tanto tú como tu pequeño Anthony estén muy bien. Gracias como siempre por leer y estar al pendiente de la historia. Siento mucho que el encuentro entre Candy y Terry haya quedado tan lejano, te juro que no fue mi intención, es lo que comentaba en el capítulo anterior, la historia quedó muy larga a pesar de que no era mi intención siempre intento terminar en el capítulo 40 a más tardar y a esta todavía le falta un poco más de eso, no sé si recortarla para que no se sientan tan desesperadas. Muchas gracias por leer, te mando un abrazo.
lemh2001. Hola hermosa, cómo estás? Espero que muy bien. Muchas gracias por tus palabras agradezco tu empatía. Anthony es una persona que siempre conecta con los demás al igual que Candy, es noble y bastante maduro para su edad, siempre fue así y creo que hubiera sido un buen consejero con la gusana, aunque también coincido con tu opinión de que ella se enamoraría de Anthony en el acto y también sería una tachuela en el zapato para Candy al intentar obtener su amor, Susana tiene todo el tipo de chica intensa que busca amor. Este doctor es un indiscreto jajaja pero lo bueno que les da su ayudadita y sobre todo les dio la confianza de que no habrá problema en la luna de miel. Creo que Jackson comprende que necesitan un momento a solas después de tanta gente presente. Creo que gracias a Stear, Anthony y Archie están más conscientes de mantener sus manitas quietas jeje. Me están reclamando el encuentro con Terry y Candy! todavía falta un poquito más! pero solo un poquito, siento mucho que haya quedado muy largo, pero la verdad juro que no pensé que así fuera, solo espero que no se aburran mucho. Muchas gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo.
Mayely León. Hola hermosa, siento mucho tu pérdida que como dices a pesar de los años sigue pesando en ti. A pesar de todas las palabras las personas reaccionamos diferente a un duelo y creo que el ver padecer a mi madre por tanto tiempo hizo que viviera mi duelo desde entonces, sin embargo la ausencia pesa por ello estoy apoyándome de mi esposo y mis hijos, de mi padre y mis hermanos que también están enfrentando al igual que yo el proceso. Sé que es un día a la vez y también el buscar algo que nos llene de pensamientos positivos. Muchas gracias por leer hermosa.
Muchas gracias a todas por leer y por dejar un comentario. Espero que no se impacienten mucho para ver el encuentro de Candy y Terry, lo que pasa que no puedo recortar capítulos porque no tengo cabeza para acomodar la historia de nuevo. Si ven algún error les agradecería me envíen un mensaje para corregirlo. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
GeoMtzR
12/10/2022.
