CXXIX
A través del tercer milenio

Ruinas de Washington, 08 de septiembre de 2001, 11:13p.m.

La temperatura en el interior del laboratorio era crítica, pero Herbert Dixon había encontrado la forma de emplear el Cristal de Plata como un reactor. Había requerido más de ocho meses de investigación para descubrir la forma de capturar la radiación sigma, la que era emitida en su mayor parte en otra dimensión. El poder destructivo que era asociado al Cristal de Plata era, por increíble que sonase, una mínima parte de su verdadero poder. Por eso era importante para Herbert capturar esa energía oculta. Y, con el aparato que planeaba construir, podría darle energía a todo el mundo por millones de años. Los planos ya habían sido dibujados, con los detalles técnicos y estructurales perfectamente delineados. Lo único que faltaba era un medio para construirlo, pero sabía que no había tiempo para eso.

La temperatura era tal que el agua se había congelado, y la comida se había vuelto inútil debido a lo mismo. Todos los habitantes del domo usaban ropa térmica para contrarrestar el frío, pero ni eso era suficiente. El único consuelo que tenía Herbert era que esa edad de hielo no iba a durar para siempre. Poco antes de la glaciación, se había contactado con Sailor Mercury, y, aparte de haberle otorgado acceso a los satélites en órbita, cosa que beneficiaba a ambos, ella le había puesto al corriente de su plan. Otra buena noticia era que la glicerina también había llegado al domo, debido al método empleado para dispersarla, y ninguno de los habitantes del domo sufriría las consecuencias de la congelación del cuerpo. Herbert Dixon podía respirar tranquilo.

Sin embargo, cuando iba a guardar los planos en una unidad de disco resistente a los elementos, Herbert se quedó congelado por un momento. Al principio, pensó que se le venía encima un nuevo dolor de cabeza, pues le habían estado molestado de manera casi constante, pero no fue el caso. Sus músculos se habían paralizado, y sus pensamientos se llenaron de un sentimiento poderoso de venganza y destrucción, arrasando con cualquier otro pensamiento que tuviera dentro de su cabeza. Fue como si otra consciencia hubiera tomado el control de su cuerpo y su mente, y Herbert se dirigió hacia el fondo del ala Clavius, hacia una puerta protegida por varias barreras biométricas, cosa que él solamente tuviese acceso. Herbert introdujo una contraseña, una huella palmar, un escaneo de su retina y de voz. La puerta se abrió con un siseo de ultratumba, y Herbert penetró en el pequeño habitáculo, cerrando la puerta tras él. Sus colaboradores se quedaron con la voz en la boca a causa del desconcierto, porque ninguno de ellos entendía qué era lo que le estaba ocurriendo.

Herbert, por otro lado, tenía un recipiente frente a él, el que se apoyaba sobre un pedestal de acero. Todo lo que ocupaba su cabeza, y su única intención, era abrir aquel recipiente. Contenía el resultado del experimento que había comenzado a finales de los sesentas, y que había tardado catorce años en dar frutos. Herbert no sabía muy bien por qué había decidido realizar esos experimentos, porque se había tomado muchas molestias en conseguir lo que necesitaba. Había hecho que la NASA montara todo un operativo para llegar a la luna en 1969, de forma de conseguir el cadáver de la reina Serenity. Había empleado conocimiento de otras personas para capturar a Sailor Galaxia, y transferir sus conciencias hacia él. Un subproducto de aquel procedimiento era lo que había en ese recipiente, una sustancia jamás vista por científico alguno. Herbert no tenía idea de lo que hacía esa sustancia, pero, por temor a las posibles consecuencias, decidió guardarlo, de forma que nadie más que él pudiera tener acceso. En ese momento, no obstante, alguien más parecía estar al mando del cuerpo y la mente de Herbert Dixon, y tomó el recipiente para abrirlo, y liberar la sustancia.

Estaba desenroscando la tapa, cuando el frío finalmente se abrió paso a través de las paredes del domo con total libertad, y congeló todo al instante, incluyendo la sustancia que Herbert ya había liberado.

Se hizo el silencio en todo el complejo.

Planeta Tyros, a tres mil años luz de la Tierra, año 2247

Tyros era el planeta más similar al planeta del sol naciente, lugar donde había nacido Aurora, por lo que se sentía cómoda allá. Habría ido a su planeta natal, pero hubo reportes de que había sido atacado por un ente desconocido. No hubo demasiados daños materiales y pocas vidas se habían perdido. Aurora sabía que no eran los Galthazar, porque ella había sido la primera en entregar su Sailor Cristal, de forma voluntaria, y sospechaba que aquel ente desconocido que había atacado ya varios sistemas solares en los dos últimos siglos era una Sailor Senshi. Las pocas descripciones que había escuchado de sobrevivientes hablaban de una silueta negra, pero que parecía usar una falda muy corta. Pese a que había otros seres que usaban ese tipo de ropas, a Aurora le parecía más plausible que fuese una Sailor Senshi.

El sistema al que pertenecía el planeta Tyros ya había sido despojado de sus Sailor Senshi, y sus Sailor Cristales estaban en manos de los Galthazar. Eventualmente, iban a dejarlos en el Pozo Negro, el lugar que ella había elegido para esconder los Sailor Cristales de la Sailor Senshi misteriosa que había aparecido hace doscientos años. No sabía por qué, pero Aurora tenía la impresión que esa Sailor Senshi iba a ser un problema.

Aurora descansaba en una casa alejada de la ciudad más poblada del continente, cuando escuchó una especie de sirena sonar de forma insistente. Gruñendo, Aurora salió de la casa, y miró instintivamente hacia el cielo. Una especie de cometa púrpura se dirigía exactamente hacia su posición, y Aurora se preparó para huir, pero el cometa llegó más pronto de lo que pensaba. Sin embargo, no dejó un cráter tan grande, y no hubo onda expansiva, pero sí levantó un montón de polvo, lo que impidió una imagen clara de lo que acababa de aterrizar.

Cuando el polvo se hubo disipado, Aurora vio que fue una Sailor Senshi la que había aterrizado frente a la casa. Aurora no reconoció de inmediato a la guerrera frente a ella. Usaba un uniforme púrpura, sobre su pecho había un listón de color azul oscuro, y el cabello corto hacía juego con el uniforme. Las botas eran largas y del mismo color púrpura que el resto de su atuendo. Cuando Aurora la miró con más detalle, vio que se parecía mucho a una Sailor Senshi con la que ya se había encontrado, pero era imposible que fuese ella. Según lo que había reportado Silverblade, Sailor Mercury estaba muerta, congelada en la edad de hielo por la que pasaba el planeta Tierra.

—No, no soy quien crees —dijo la desconocida, mirando hacia el cielo con cierta desesperación, como si esperara que alguien la estuviese siguiendo—. Mi nombre es Sailor Dark Mercury, y vengo huyendo de algo terrible desde el centro de esta galaxia.

Aurora compuso una expresión de incredulidad.

—¿Sailor… Dark Mercury?

—Como lo oyes —repuso la aludida, buscando respirar con más calma—. Vine lo más rápido que pude hasta acá. Verás, yo fui una de las integrantes de Shadow Galactica, pero por poco tiempo, y Sailor Galaxia te mencionó en un par de ocasiones, diciendo que lo que querías hacer era lo correcto. Estuve inconsciente durante buena parte de la batalla entre las Sailor Senshi del sistema solar y Sailor Galaxia, pero cuando desperté, no había nadie en el palacio. Lo que alcancé a ver fue una forma oscura que provenía del lugar donde se encontraba el Caldero Primordial.

Aurora se llevó una mano al mentón, pensando. Ella sabía que Sailor Moon había destruido el Caldero Primordial, pues lo había visto mientras observaba la situación en la galaxia mientras los Galthazar cobraban vida en Utopía. Pese a que aquella había sido una decisión monstruosa, al menos en el papel, en la práctica, le convenía bastante, pues la destrucción del Caldero Primordial impedía la creación de nuevos Sailor Cristales, y, por consiguiente, el nacimiento de nuevas Sailor Senshi, o la reencarnación de Sailor Senshi caídas en combate. Pero lo de la forma oscura brotando del lugar donde alguna vez había estado el Caldero Primordial definitivamente encendió sus alarmas.

—Pude escapar antes que esa forma oscura me atrapara —dijo Sailor Dark Mercury, nuevamente mirando hacia el cielo de manera repetida—. Creí que ese sería mi fin, porque no podía mover mis piernas, pero pude zafarme de su agarre a tiempo, y escapé a toda velocidad del centro de la galaxia. Pregunté en varios planetas por ti, pero fue recientemente cuando me enteré que estabas aquí. Necesitaba encontrarte porque no tengo otro lugar al que ir. Lo único que quiero es sobrevivir a lo que viene.

Y Aurora sabía exactamente lo que se venía. Lo había visto. La forma oscura que brotaba desde el mismo centro de la galaxia era la peor amenaza que la Vía Láctea debía enfrentar. Lo que restaba por reconciliar era aquella forma oscura con la Sailor Senshi que ya había atacado varios sistemas solares. Había una gran probabilidad que fueran la misma entidad, pero debía asegurarse.

—¿Sobrevivir? —preguntó Aurora, arqueando una ceja—. Si eres una Sailor Senshi, no hay forma de que sobrevivas a lo que se viene. La única manera que veo en que puedas tener una oportunidad es entregando tu Sailor Cristal de forma voluntaria, así como yo lo hice.

Sailor Dark Mercury miró a Aurora como si ella se hubiese vuelto loca.

—¿Entregaste tu Sailor Cristal? ¿De forma voluntaria? ¿A quién?

—Sí, lo hice. De forma voluntaria, a un grupo de guerreros llamados Galthazar. Es un vocablo de la lengua nativa de mi planeta. Significa "héroes". Al menos ya no soy un objetivo de aquella Sailor Senshi que está atacando a diestra y siniestra. Y, si eres inteligente, tú también lo harás.

Sailor Dark Mercury tenía varias razones, buenas razones, para creer que lo que le estaba proponiendo Aurora era una muy mala idea, pero no veía otra forma de sobrevivir. Si se oponía a la nueva amenaza que había aparecido en la Vía Láctea, seguramente iba a acabar muerta.

—Está bien —dijo Sailor Dark Mercury, como si no le gustara lo que estaba a punto de hacer—. Lo haré, pero no necesito a uno de esos Galthazar para entregar mi Sailor Cristal. Puedo entregártelo directamente, y tú podrías entregárselo a esos Galthazar.

—¿Puedes? —preguntó Aurora, arqueando ambas cejas.

—Pues claro —repuso Sailor Dark Mercury, juntando ambas manos, concentrándose por un instante, hasta que el Sailor Cristal apareció entre éstas. Sailor Dark Mercury lo tomó en una de sus manos, y se lo tendió a Aurora. Dubitativa, ella miró el Sailor Cristal, el cual era de color púrpura (¿debía esperar algo diferente?), como tratando de encontrar algo malo en éste, pero lucía como un Sailor Cristal común y corriente. De todas formas, casi todos los Sailor Cristales eran iguales, salvo dos, los que eran únicos en todo el universo: el Sailor Cristal de una tal Sailor Jade, el cual era el Diamante de Hielo, y, por supuesto, el Sailor Cristal de Sailor Moon, el Cristal de Plata.

—No tiene bichos en su superficie, si es eso lo que estás pensando —dijo Sailor Dark Mercury, quien estaba sufriendo una transformación. Nada dramático ocurrió, sin embargo. Todo lo que pasó fue un cambio de atuendo. Aurora, sintiéndose tonta, tomó el Sailor Cristal de Sailor Dark Mercury y lo puso a buen recaudo, al menos hasta que los Galthazar regresaran de su larga misión.

—Bueno, al menos eres una mujer normal ahora —dijo Aurora, sonando complacida.

—Puedes llamarme Amy —dijo la mujer quien, hasta hace unos segundos, era Sailor Dark Mercury—. Amy Snow.

—¿Algún plan de quedarte aquí?

—No lo creo. Aquí es un poco caluroso para mi gusto. Iré a un planeta más fresco, donde ya no haya Sailor Senshi.

—Te sugiero que vayas al planeta Loren —dijo Aurora, quien sabía sobre ese planeta, porque pertenecía a un sistema solar que los Galthazar ya habían visitado y limpiado de Sailor Senshi. Sailor Vega había resultado ser un poco problemática, pero nada que los Galthazar no pudieran solucionar. Se encuentra en el sistema vegano (160), a unos 26 años luz de la Tierra. Tiene un clima bastante fresco en verano, frío en invierno. Aunque te recomiendo que te vayas acostumbrando a sus días de cuarenta y dos horas terrestres.

—Lo tendré en cuenta —dijo Amy Snow, dando media vuelta, y alejándose de Aurora—. ¿Algún puerto estelar cerca, o algo parecido?

—Hay uno a dos kilómetros de aquí. Es como media hora a pie.

—Gracias —dijo Amy Snow, haciendo un gesto de despedida sin mirar a Aurora—. Hasta luego.

Aurora se quedó mirando a Amy Snow por unos segundos, antes de volver a la casa y poner el Sailor Cristal que acababa de obtener en un recipiente, por mientras regresaban los Galthazar. No sabía por qué, pero le daba la impresión que algo no cuadraba. No era algo que hubiese dicho Sailor Dark Mercury, sino por la situación general. No tenía claro si haber aceptado la custodia de ese Sailor Cristal hubiese sido una buena idea, porque eso la convertiría en un objetivo para la Sailor Senshi misteriosa. Al final, Aurora pensó que estaba pensando demasiado las cosas, y guardó el Sailor Cristal en el recipiente.

Planeta Aizen, a sesenta mil setecientos años luz de la Tierra, año 2991

Los Galthazar habían acabado con la última Sailor Senshi de aquel sistema estelar, y tenían un montón de Sailor Cristales a su haber. Era el momento de dejarlos en el Pozo Negro, y acabar con la misión que Aurora les había encomendado. Lo extraña de la situación era que no había habido reportes de aquella Sailor Senshi oscura desde hace más de setecientos años. Daba la impresión que aquella hubiese sido una amenaza transitoria, o que los Galthazar habían recuperado muchos más Sailor Cristales que ella, y esperara por el momento justo para que ellos bajaran la guardia. Sin embargo, eso no iba a ocurrir.

Frostbite había encontrado la forma de hacerse invisibles por periodos cortos de tiempo, a través de un inteligente uso de lentes gravitacionales. La invisibilidad era corta porque crear campos gravitatorios consumía grandes cantidades de energía, pero mediante ese método, impedían que fuesen detectados a través de la firma electromagnética que emitían sus trajes mientras viajaban por el espacio sideral. También ayudaban a confundir a los sensores que detectaban la distorsión de la luz en presencia de agujeros de gusano, pensando que solamente se trataba de materia oscura.

A través de los lentes gravitacionales, los Galthazar pasaron desapercibidos para cualquiera que estuviera observándoles, y llegaron a la ubicación del Pozo Negro sin problemas. Dejaron los Sailor Cristales, y se alejaron del Pozo Negro, empleando un agujero de gusano para llegar a Tyros, y avisar a Aurora que la misión se había concretado sin demasiados problemas.

—Esa es una excelente noticia —dijo Aurora, luciendo bastante complacida, dando varios aplausos mientras miraba con orgullo a los Galthazar—. Anorus, has hecho un gran trabajo liderando a este grupo de héroes. Ahora, ustedes están más que preparados para defender la Vía Láctea de las fuerzas del mal. Pronto, más Galthazar se unirán a sus filas, y nadie podrá detenerlos. Las fuerzas del bien siempre prevalecerán, y no habrá ser en toda esta galaxia que pueda oponerse a ustedes.

—No eres una mujer fácil de complacer —dijo Anorus, quien era Silverblade, el líder de los Galthazar—. Supongo que ésta es la última vez que trabajamos para ti, porque ya no hay Sailor Senshi. A partir de este momento, somos independientes.

—Esa es la idea —dijo Aurora, para luego componer una expresión más seria—. Pero, por desgracia, el trabajo no se ha acabado.

—Pero ya no hay Sailor Senshi —objetó Anorus, frunciendo el ceño.

—No dije que no hubiese más Sailor Senshi —repuso Aurora con una sonrisa—. Dije que estaban preparados para combatir al mal. Desgraciadamente, he obtenido reportes de que hace diez años atrás, se acabó la edad de hielo en la Tierra. Y hay suficiente evidencia para pensar que las Sailor Senshi del sistema solar sobrevivieron a las heladas. Por lo que pueden ver, el trabajo no está completo, aunque no puedo culparles de eso a ustedes. Han hecho un trabajo maravilloso hasta ahora. No creo que tengan muchos problemas para derrotar a Sailor Moon y a sus compañeras, viendo lo que le han hecho a las demás Sailor Senshi de la galaxia.

Anorus y sus compañeros se vieron ligeramente sorprendidos al escuchar que las Sailor Senshi del sistema solar seguían con vida, pero Aurora tenía razón. Ninguna de ellas era una real amenaza para ellos, ni siquiera la portadora del poderoso Cristal de Plata. Era el momento de finalizar el trabajo, de una vez por todas.

—No te preocupes, Aurora —dijo Anorus en un tono tranquilizador—. Nos ocuparemos del asunto de la misma forma de siempre, y ocultaremos los Sailor Cristales en el Pozo Negro, tal como nos instruiste.

—Avísenme cuando el trabajo esté hecho.

Los Galthazar despegaron del suelo, y se alejaron lo suficiente de Tyros para crear el agujero de gusano que los llevaría del vuelta al planeta Tierra de forma segura. Una vez que lo atravesaron, vieron nuevamente el planeta, pero en esa ocasión, el blanco había desaparecido, reemplazado por el verde de los bosques y el azul de los océanos. No se veían grandes ciudades, como era la norma en el siglo veinte, pero sí había asentamientos pequeños diseminados a lo largo y ancho de los continentes. La única agrupación urbana que destacaba del resto era un conglomerado de luces dentro de un perímetro en forma de estrella. Aquello llamó la atención de los Galthazar.

—Podríamos empezar por la ciudad en forma de estrella —dijo Silverblade, y todos asintieron en señal de aprobación—. De acuerdo, compañeros. Acabemos con esto, de una vez por todas.


(160) Con vegano me refiero al sistema cuyo centro es la estrella Vega, de la constelación de Lira, no a los vegetarianos estrictos.