CW: Mención a situaciones de hostigamiento escolar y la repercusión de esto.

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"Pero puedo vernos, perdidos en el recuerdo

Agosto se volvió un momento dentro del tiempo

Porque nunca fue mío.

Cuando aún intentábamos que esto fuera a mejor.

Quererlo era suficiente.

Para mí era suficiente.

¿Recuerdas cuando vivía con la esperanza de todo?" 1

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Snape obligó a Harry a sentarse enfrente suyo. Llenó, con un Aguamenti, su vaso con agua, y con el cejo fruncido esperó a que Harry fuera quien hablara primero.

—Eso… fue un sueño —excusó Harry, apartando la vista del gesto molesto de Snape—. Son raros ¿verdad?

—No creas que soy imbécil, Potter —siseó Snape—. Pensaba que el profesor Dumbledore, te lo dejó claro; ¿Por qué sigues relacionándote con Draco? ¡Explícate! ¿Acaso son amigos ahora?

—¡No! Solo… ¡No tengo porque decirle nada! —exclamó Harry cerrando sus manos encima del escritorio del profesor—. Esto es entre Malfoy y yo.

Snape se bebió la mitad del vaso de golpe, y arrugó la nariz.

—Si no te explicas, obligaré que me lo digas —dijo Snape, apuntando su varita a Harry—. Dilo.

—¡NO!

¡Legeremens!

La imagen de los brillantes ojos de Draco le llegaron a la mente, Harry se tomó la cabeza por reflejo, y antes de que Snape, pudiera seguir indagando en sus pensamientos, tomó su varita y exclamó:

¡Protego!

Toda la imagen cambió, Harry pudo ver como una chica de cabello castaño casi rojizo, ojos verdes, entrada en carnes; le sonreía. Era hermosa, y tanto física como mentalmente, le recordaba a Hermione, ya que destellaban inteligencia.

Era su madre, Lily, a una edad similar a la de Harry.

A sus espaldas, se acercó un grupo de cuatro chicos, diferentes los unos con los otros. Reconoció a Lupin por su altura desafiante y a Sirius por la chaqueta de cuero que vestía encima de la camisa escolar. En el extremo estaba Pettigrew, quien era el más bajo y rechoncho de los cuatro.

En el centro, su padre, era como tener un reflejo de sí mismo. Los lentes, el cabello, su delgadez y la forma desordenada de portar el uniforme. Vio como James se acercaba a él y lo empujaba para hacerlo botar sus cuadernos. Lily exclamaba en su contra y él se limitaba a sacar su varita.

Abrió los ojos estando aun sentado y confundido. Snape respiraba agitado, con los ojos desorbitados y con el resto del agua desparramada en el suelo.

—Era usted ¿Verdad? —murmuro Harry—. Mi padre, madre…

—Te defiendes cuando te conviene, Potter. ¡Si! —gruñó Snape, poniéndose de pie—. ¡Lárgate! Ya continuaremos con esta discusión el miércoles, y si me llego a enterar de que sigues hablando con Malfoy, no me limitaré e iré a hablarlo con Dumbledore ¿Comprendes?

Harry no contestó nada, en su lugar, tomó todas sus cosas y salió corriendo del aula hasta su sala común. Hermione y Ron, como siempre, esperaban sentados en el sofá, cada uno haciendo cosas distintas, pero disfrutando de la compañía del otro. Harry se dejó caer en medio de ambos, desconcentrándolos.

—Otra vez temprano… —murmuró Hermione—, ¿Qué ocurrió ahora?

—Mi padre era un bully, creo… —dijo Harry, mordiéndose el labio—. Ósea, no sé cómo sentirme al respecto, porque molestaba a Snape.

—¿Qué tu padre molestaba a Snape? —repitió Ron, dejando en la mesa la última edición de la revista de quidditch que se pasaban entre todos los chicos—. ¡Eso es asombroso!

—¡Ron! El acoso está mal —exclamo Hermione—, sea la persona que sea.

—Ya… ¡Pero estamos hablando de Snape! ¿Viste algo más, Harry?

Los ojos de ambos se fijaron en él, y Harry no pudo evitar cohibirse, en especial ante la mirada de Hermione.

Eran iguales. Lily y Hermione, era algo en su mirada, la expresión comprensiva que compartían.

—No… Es decir, vi un fragmento de un mal recuerdo de Snape, en donde estaba mi madre, los merodeadores y yo era Snape —explicó Harry—. Él se iba a defender, pero justo después Snape me sacó de su cabeza.

—¡Ves, Mione! Snape se iba a defender, eso significa que eran de los: Tú me haces, yo te hago —justificó Ron, tomando de nuevo su revista—. De seguro que cuando era un estudiante era igual de insoportable que Malfoy, normal que tu papá y mamá quisieran callarle la boca.

—Mi madre, creo que era amiga de Snape.

—¿¡Que?! —exclamaron ambos, para dejar que Ron continuara—: Eso es imposible… ¿Quién podría soportar a Snape? Es absurdo.

—Eso fue lo que vi. Mi madre le sonreía y luego lo defendió de papá. No sé. Es superraro.

—¿Y el resto?

—Solo Sirius y Peter se rieron con papá. Lupin, pareció poco impresionado, en realidad.

—Bueno, eso ya es el pasado, Harry —respondió Hermione—, no puedes recriminarles por algo que hicieron hace décadas. Aunque… del uno al diez, ¿Qué tanto te pareces a tu padre, objetivamente?

—Un 100%.

Sus amigos se miraron entre ellos.

—Ahí tienes la razón por la que Snape te odia tanto, Harry —sentenció Ron, buscando la página que estaba leyendo—. De seguro que le recuerdas ese periodo de su vida. Es un imbécil, ya es un adulto, debería superarlo ¿No?

—No puedes ignorar ni pedir justificaciones a tu pasado, Ron —contestó Hermione—, no creo que el acoso escolar se olvide tan fácil.

—¡Pero yo no tengo nada que ver mi papá! Es decir… ni siquiera lo conocí.

—Por eso mismo es que Snape es irracional. Te tomó mala desde la primera vez que te vio, por algo del que tú no eres responsable —dijo Ron—. Creo que si hubieses sido mujer, e igualita a tu madre, de seguro que tampoco tendrías que estudiar antes de que pusiera dieces en todo. —Harry agachó la cabeza con esa posibilidad en la mente—. ¿Cómo sería tu nombre? ¿Harriet? Suena terrible.

—Bueno, eso ya no ocurrió —concluyó Hermione, dándole un abrazo a Harry—. Harriet Potter tampoco suena tan mal ¿No es así, Ronnie?

—Cállate. Además, si yo hubiese sido mujer, Ginny nunca hubiese existido.

Los tres cerraron la discusión entre risas. Sin embargo, Harry poco a poco comenzó a preguntarse acerca de todas las cosas que desconocía acerca del pasado.

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—Devuélveme mi capa.

—¿La de invisibilidad?

—¿Cuál otra?

Draco rebuscó dentro de su bolso, antes de sacar ese largo trozo de tela; Harry la recibió ansioso antes de guardarla entre sus cosas, mientras dejaba entrar a Draco a la sala de menesteres.

Ambos chicos fueron hasta la parte central de la sala, al mismo tiempo, que encendían las luces del lugar. Harry puso algunos muñecos al frente y Draco no esperó ni un instante antes de ponerse a practicar el patronus.

—Mira, por más que lo intento —mostró Draco, sacando una pequeña estela de magia—. Nada. Es estúpido. ¿Qué es lo que haces para que salga tu patronus?

—No hay secreto, Malfoy —contestó Harry, conjurando su propio patronus. El ciervo recorrió toda la habitación dando brincos elegantes antes de desvanecerse por completo. Draco murmuró un: "engreído" de mala gana—. Tu pronunciación es correcta y el movimiento también… ¿Qué recuerdo estas utilizando?

—Uno feliz.

Harry rodó los ojos, cruzándose de brazos—. Eso ya lo sé. Se que es frustrante, pero tiene que ser el más feliz. ¿Vale? ¿Tienes algún recuerdo que cuando pienses quisieras regresar en el tiempo para vivirlo?

Se quedaron en silencio un instante, hasta que finalmente Draco negara con la cabeza algo desanimado. Si guardaba en su interior alguno, no era tan relevante en su vida como para recordarlo.

—¿Qué recuerdo usas tu? —Preguntó Draco,

—Es una mezcla de varios. Ni siquiera sé si es real o no, solo sé que, cada vez que pienso en eso, me vigoriza —contestó sincero. Draco entrecerró ojos—. ¿De verdad no tienes algo así? Podrías tratar de inventar uno.

—Sinceramente, no soy muy creativo para ese tipo de cosas cursilerías. —Draco se pasó la mano por la cabeza, tratando de no enfocarse en la mirada acusadora de Harry—. Tal vez pueda intentarlo si me especificas la escena.

Harry suspiró y se fue a sentar, con Draco siguiéndolo a sus espaldas.

—Vale. Mi recuerdo siempre cambia, depende de mis emociones en el día ¿comprendes? —Draco asintió algo dudoso—. Mejor te lo explico. —Harry cerró los ojos por un instante, con una sonrisa escapándosele de los labios—: Veo a mi padre y madre, junto a mí, estamos en navidad, creo. Estoy con mis amigos y vemos como Fred y George hacen bromas. Ahora estamos disfrutando de la deliciosa comida de la señora Weasley. El árbol está repleto de regalos… —suspiró Harry sintiendo sus ojos escocer. Los abrió con lentitud, para enfrentarse a la realidad—. Eso es.

—Tus padres están muertos ¿no? Los asesinó quien-ya-sabes-quien.

—Si, ¿eso lo sabe todo el mundo?

—Algo así. Todos crecimos con distintas versiones de la historia —explicó Draco, sentándose en la mesa—. La mía, por ejemplo, decía que el Innombrable no había muerto y tú eras parte de un plan gigantesco. Que tus padres eran como un señuelo, ya que en realidad eras casi un pariente de… Él.

—¿Cómo su hijo? —preguntó Harry, visiblemente asqueado.

—Si… Algo así. Que cuando el Innombrable resurgiera, ustedes dos iban a ser el futuro de todos y que eso traería la gloria al nuevo mundo, con quien-ya-sabes-quien y el elegido a su lado —terminó Draco, soltando un bufido—. Ah, ahora que me acuerdo, se suponía que eres sangre pura, tu color favorito es el verde y estabas destinado a pertenecer a Slytherin.

—Que estupidez —rio Harry—. ¿Y eso es lo que les cuentan a los niños de sangre pura?

—Creo que sí. Aunque supongo que a los Weasley le abran contado otra versión acerca de "El elegido". Esa en la que dice que tu padres murieron para protegerte y que después venciste con tu gran poder mágico, siendo solo un bebé, al mago más poderoso de todos los tiempos. —Harry rodó los ojos, y vio la amplia sonrisa en los labios de Malfoy—. Maravilloso ¿no?

Harry quiso asentir, pero la puerta se abrió para dejar pasar a Hermione y Ron, quienes se acercaron algo incomodos a la charla. Draco apenas cruzó mirada con Ron, se esfumó la sonrisa en su rostro.

—Malfoy.

—Parasito Weasley. —Ron gruñó al ser llamado así, Harry se enderezó en su asiento cansado—. Estábamos hablando de la versión que tienes acerca de la historia de "El Elegido"

—¿Qué historia? —preguntó Hermione—. O sea, yo me enteré cuando leí el libro de historia de la magia, en primero. ¿Es una especie de cuento para niños?

—Algo así —respondió Ron, de mala gana— Básicamente, Harry es un chico sangre mestiza que adora el color Rojo, está destinado a la casa Gryffindor, después de que sus padres murieran a manos de quien-ya-sabes-quien, lo derrota siendo un bebe, convirtiéndose además, en la única persona que ha sobrevivido a una maldición asesina —Contó Ron—. Hay dos versiones creadas a partir de eso; que el innombrable murió o sobrevivió.

—Mira, Malfoy, la versión de Weasley se acerca, por una basta diferencia, a la realidad.

—Bah… Que decepción, Elegido.

Los tres se rieron ante la forma en la que Draco llamó a Harry. Sonaba patético y forzado, como una novela caballeresca escrita hace siglos.

—¡No me llames así!

Poco después de esa conversación, Draco se puso de pie y estiró sus brazos encima de su cabeza. En menos de diez minutos el resto de los miembros de la ED iba a llegar y Draco debía asegurarse de que no hubiera nadie indeseado merodeando por afuera.

—Hasta pronto, Elegido

Draco salió de la sala de menesteres, con las manos en los bolsillos, antes de que Harry pudiera replicar algo al respecto. Ron incluso tuvo que suprimir una sonrisa burlesca, solo para no actuar como si las bromas de Draco le hicieran una pizca de gracia.

Cuando se quedaron los tres solos, Harry sintió la mirada acusadora de Ron, no obstante se limitó a lucir algo malhumorado al respecto.

Los grupos de estudiantes comenzaron a llegar pocos minutos después, enfrascadas en sus propias conversaciones. Pudo identificar a Neville que llegaba con una Mimbulus mimbletonia, una planta que Harry solo reconocía porque era la contraseña de la sala común de ese año; El chico le explicaba entre risas algunas propiedades de la planta a Luna, que mostraba un rostro de completo interés.

Harry y Cho cruzaron miradas. La chica les sonrió a medias, antes de ser devolver sus ojos a su amiga. Luego, casi de los últimos en llegar, notó la presencia de Jessica, distante y silenciosa.

Volvió a dividir la clase, esta vez, enseñándoles un nuevo hechizo a quienes ya dominaban el patronus, mientras que el resto lo continuaba practicando. Draco se incorporó a la clase a mitad de la misma, no obstante decidió que no estaba interesado en practicar hechizos, ya que comenzó a revisar las estanterías con libros nuevos para él.

—¿Cómo lo llevas Jess? —preguntó Harry, aproximándose a la niña—. Recuerda no presionarte.

—De verdad que lo intento, pero…

—¡MIRA, HARRY!

La atención de todos se dirigió a Neville, que dejaba escapar de su varita una fuerte ráfaga de color azul. Harry sonrió encantado.

—¡Asombroso, Neville! Un patronus no corpóreo —sentenció—. Con un poco más de práctica, lograras ver el animal. —Cuando Neville dejó de expulsar esa radiante magia, Harry se volteó de nuevo a la niña—, ¿Qué me ibas decir?

—Nada… Lo seguiré intentando —dijo Jessi, forzando un sonrisa.

Harry se agachó lo suficiente para quedar a la altura de la niña, que por los ojos se notaba estar a punto de ponerse a llorar.

—Oye… ¿Sucede algo? ¿Quieres hablarlo? —susurró Harry, bajando la varita de Jessica, que estaba desgastada y era excesivamente larga. La niña negó con la cabeza—. No te voy a juzgar. Lo prometo.

—No, no es nada. Voy a estar bien, solo es que tengo castigo con Umbridge, mañana —relató la niña tan bajo, como si se tratara de un secreto—. Estaba en prueba de encantamientos, y ella justo entró cuando intentaba hacer un Lumos máxima, que no me salió y por eso me castigó.

—¿Por qué no pudiste hacer un hechizo? —Jessica asintió—. ¿Y que dijo el profesor Flitwick?

—Que podía volver a intentarlo la semana que viene, pero ya sé que no me va a salir —siguió Jesica aguantando las ganas de llorar—, posiblemente sea la peor bruja de todo Hogwarts.

Harry abrazó a Jessica, tratando de consolarla. Pudo percibir como de entre las estanterías, Draco los miraba a ambos, con el cejo fruncido. Así que se llevó a la chica de la mano y la sentó en una de la mesa, para que se tranquilizara.

—Mira, Jessica, tú no eres la peor bruja de todo Hogwarts, de seguro que tienes una increíble fuerza que todavía no conoces —dijo Harry haciéndole un gesto a Draco para que se acercara—. Además, observa mi mano. Umbridge es una sádica demente, muy posiblemente la mayoría de quienes estamos aquí, hemos pasado por sus comentarios insidiosos alguna vez, así que no debes de desanimarte por eso.

La chica subió la mirada cuando Draco posó su mano en su hombro, dejando los libros que recopiló de las estanterías encima de la mesa. Harry no supo que efecto tuvo ese gesto en Jessica antes de que la niña no pudiera soportar más las ganas de llorar y se diera vuelta para aferrarse a Draco.

Por un instante, se quedó mirando al par, antes de que Draco decidiera llevársela de la sala de menesteres sin dudarlo dos veces, dejando a Harry con un sabor amargo en la boca hasta el final de la lección.

Cho le hizo un gesto al fondo del salón de clases, para que acercara. Marieta suspiró molesta antes de largarse de la sala con los brazos cruzados.

—Fue lindo, eso que hiciste por Jessica —mencionó Cho, metiendo las manos dentro de su polerón—. Solo quería decírtelo.

—Bueno, era lo correcto —dijo Harry, encogiéndose de hombros—Malfoy ahora se hará cargo.

—Ah… es sorprendente ¿no?, fue totalmente inesperado que el haya decidido colaborar contigo —Harry hizo un mohín con los labios antes de asentir—. también quería decirte… que lamento lo que sucedió en San Valentín.

Harry la miró por un instante; lucia arrepentida y nerviosa. así que no la interrumpió en ningún instante.

—Es comprensible que no hayas querido hablar de Cedric… Después de la entrevista que diste… ¡Oh, Harry! Yo fui una tonta —exclamó la chica—, Todo lo que viviste, y como lo relataste, fue tan conmovedor. Yo, de verdad que lo siento. Espero que me perdones…

—Tranquila, Cho, no hay problema, en serio.

La sala de menesteres se vació y Harry decidió que lo mejor era concluir esa pseudo historia de amor tan doloroso de una vez por todas.

—Oye Cho ¿Tu sigues amando a Cedric? ¿No? —La chica abrió los ojos y se mordió el labio—. No te estoy acusando ni nada por el estilo. Solo dímelo, por favor. ¿Te gusta Cedric?

Cho, dejó caer una lagrima de su mejilla, antes de asentir—. Si… Lo siento, yo…

—No te disculpes por amar a alguien —contestó Harry, sonriendo—. Está bien que lo sigas amando, pero eso también significa que tú y yo… No tenemos un buen futuro. Aunque podemos seguir siendo amigos, hablar de quidditch y todo eso…

—Oh, Harry, tú eres tan bueno —gimió la chica, abrazándolo—. Muchas gracias, por no molestarte conmigo y otra vez lamento haberte hecho perder tu tiempo.

Harry esperó a que Cho se recompusiera antes de que los dos salieran. Harry la acompañó hasta las puertas de la sala común de Cho. Donde se despidieron con una actitud amigable.

Por una extraña razón, Harry ahora abrazaba una renovada libertad. Ahora que todo estaba más claro para él, podía continuar sin el remordimiento constante de estar engañando a Cedric sin desearlo.

Al final de cuentas, mientras que en los recuerdos de Cho, él fue su primer e inigualable amor; para Harry se trataba de un buen amigo, que le servía como recuerdo de su motivación para que no continuaran muriendo inocentes a manos de Voldemort.

Y eso era maravilloso, porque significaba que Cedric, a pesar de que le quedaba toda una larga vida por delante, había logrado vivir lo suficiente como para poder dar magia a todas las buenas personas que se cruzaron por su camino.

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—Dime que es lo que te está afectando tanto.

Jessica se sobó la nariz con la manga de su camisa, y miró con los ojos hinchados a Draco, que seguía igual que hace unos minutos. Completamente impasible.

No comprendía que era lo que estaba ocurriendo con ella misma, durante esos últimos días. NO. Semanas. No. Mes. Era doloroso e inexplicable.

Se separó de Draco por un instante, tanto de recordarle a su propio cuerpo la razón de su enfado. Rememorar a sus sentimientos y todo su sistema nervioso que Draco era irracional y extraño.

Igual de extraño que ella.

Sin embargo no pudo, ya que sus piernas volvieron a fallarle y se sentó en la banca más cercana. Ambos estaban en uno de los lugares más solitarios del colegio, y parecía que cada una decena de minutos pasaba algún estudiante.

Draco y ella, estaban tan lejos de sus salas comunes. Tan lejos de la torre de astronomía; lejos de los lugares que los unían. De los sitios que donde se conocieron. Y aun así estaban juntos. El uno con el otro, hablando.

Jessica subió sus piernas al banco y, como la falda escolar le llegaba al menos diez centímetros debajo de su rodilla, no le importó estar rompiendo las reglas. Se abrazó a sí misma, tratando de contener el llanto.

—Yo… Tu… —sollozó, tratando de reunir las palabras adecuadas—. No creo que lo entiendas. Somos muy diferentes.

—Me da igual —dijo Draco, con suavidad, sentándose al lado de Jessica—. Todo lo que te molesta, me molesta a mí. Ya no soporto verte así… Jess, por favor, dime.

Era la primera vez que escuchaba a Draco hablarle de esa forma tan comprensiva. Pidiéndole algo, buscando de ella una respuesta clara. Jessica volvió a limpiarse la nariz, esta vez con un pañuelo que Draco le extendió.

—Tu eres Draco Malfoy, tu… no eres como yo.

—Ya y eso es lo que nos hace únicos. Por eso soy tu amigo, porque somos distintos —explicó Draco, posando su manos sobre la rodilla de la niña—, si hubieses sido igual que yo, lo más probable es que ahora mismo te estaría aborreciendo. Por favor, Jess, dime.

—Yo… Soy inútil —gimió Jessica, hundiendo su cabeza entre sus piernas—, una estúpida sangre pura buena para nada.

Draco se quedó de piedra al escuchar a la niña decir tales cosas sobre ella misma.

Trataba de rememorar sus trece años, pero sin dudarlo sus mayores complejos eran la búsqueda de porque esa chica "x" de "x" casa, no quería tener nada con Él. Jessica, en cambio, lucía estar sufriendo por cosas severas. Trascendentales.

Draco lo sintió, en sus lazos, en el ambiente; en las lágrimas, como el autoestima de Jessica estaba por los suelos.

Jess… eso no es cierto. Tu eres grandiosa —murmuró Draco, la niña respondió agitando su cabeza—. ¿Por qué estás diciendo todo eso? Acaso… ¿Te están acosando?

La chica levantó los ojos y se sorbió la nariz, antes de romper de nuevo en un desgarrador llanto. Asintió repetidas veces.

—Pero las que me molestan tienen razón; yo no debería estar aquí, no sirvo para nada más que ver las estrellas —sentenció la chica—. No tengo más amigos que Harry y tú. Nadie me quiere cerca, porque soy molesta.

Draco atrajo el cuerpo de Jessica hacia el suyo. Estaba delgada, demasiado delgada. Se preguntaba si comía bien o solo daba unos cuantos mordiscos en cada comida. Le apartó el cabello del rostro, dejando el golpe que iba desde el nacimiento de su cabello hasta su oreja y que Jessica podía ocultar a la perfección.

Acaso ¿Toda esa radiante actitud de un principio era solo una dolorosa fachada?

En ese momento, Draco sintió un recurrente pensamiento abarcar su mente: "Yo también fui un Bully. O lo sigo siendo." Mientras acariciaba su cabeza, el nudo en su estómago se fue agrandando: "Neville, Granger, Weasley, Abbott, Potter…"

Esas personas ahora podían defenderse porque siempre tuvieron a alguien, de su misma casa y edad, alrededor suyo; apoyándolos. Pero Jessica, solo lo tenía a él, a quien veía en las clases extra de astronomía y en los pasillos.

Dejó que la chica se desahogara. Sabía que ella no le estaba pidiendo un consejo y que llevaba guardándose todo ese dolor desde hace meses.

Cuando la niña por fin se relajó y estaba en condiciones para decir algo más que gemidos de dolor. Se quedó mirando a Draco, atónita.

—Luces furioso —mencionó—, tus ojos…

Draco se frotó los ojos y le dio un tierno beso en el nacimiento del pelo de Jessica, ante a lo que la chica rió.

—Dime quienes son los que te molestan, y me haré cargo en este instante —declaró Draco, remangándose la camisa y ordenando su pin.

Jessica negó la cabeza y forzó una media sonrisa—. Quiero solucionarlo yo, no quiero ocasionarte más problemas, tú ya debes estar ocupado con otras cosas, mas importantes —dijo, bajando la voz de poco a poco—. Yo no…

—No te atrevas a decir que no mereces mi ayuda —replicó Draco—. Nadie puede arreglárselas… —se lo pensó por un momento antes de continuar. En ocasiones se asombraba de los hipócrita que podía ser—. Nadie puede arreglárselas solo.

Jessica asintió y Draco le pellizcó las mejillas para que sonriera.

—Tengo una idea, para que dejen de molestarte —comentó Draco—. Dime algo Jessica… No me dijiste que yo les doy miedo a tus compañeros de casa.

—Si, pero a mí me pareces un amargado —bromeó Jessica.

—Esa es la actitud. —Draco se levantó de la banca, estirando la mano que Jessica agarró sin dudar—. también, lamento haber sido un imbécil el otro día. Yo…

—No importa —concluyó la chica, con una enorme sonrisa—. ¿Quieres caminar antes de la cena?

—Me parece estupendo.

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August: Taylor Swift.

Solo les advierto que mis planes con Jessica son bastantes… arriesgados, por así decirlo. Bueno, en realidad, con varios personajes, tengo una backstory bastante profunda.

Estoy ansiosa de poder expresar todo como lo imagino.

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