Día 12.

Prompt: Facesitting/Rimming

Trigger Warning: Sexo explícito, Rimming (muy explícito y descriptivo), Facesitting, sexo oral, masturbación, referencias a sudor.

Rimming/Beso negro: Practicar sexo oral en el ano.
Facesitting: Sentarse en la cara de una persona para recibir sexo oral en los genitales (generalmente vulva) o en el ano.


IRRESISTIBLE

El despertador de Izuku suena con fuerza desde hace casi un minuto, pero este no hace amago de moverse para apagarlo. Además, la noche anterior olvidaron cerrar las cortinas y ahora un haz de deslumbrante luz solar llena la habitación, haciendo daño a Katsuki en los ojos. Harto del sonido del teléfono de Izuku pitando una y otra vez, tira de las sábanas a un lado y se sienta, desnudo, en el borde del futón, entrecruzando las piernas para apoyarlas en el fresco suelo de madera.

—¿Kacchan? —pregunta la voz de Izuku, balbuceante. Katsuki mira por encima del hombro. El chico aparenta estar dormido, con los ojos cerrados plácidamente y la boca entreabierta, de la cual sale un hilo de saliva que empapa la almohada—. ¿Qué hora es?

—La maldita hora de levantarse —gruñe Katsuki, estirando las piernas y bostezando. Está intentando encontrar las fuerzas para levantarse. Tras él, Izuku protesta con un gemido lloroso y se desarropa a medias—. No protestes, demonios, tú pusiste ese puñetero cacharro del demonio a esta hora porque dijiste que teníamos que desayunar antes de marcharnos.

A diferencia de Katsuki, que ha dormido totalmente desnudo tras arrojar su pijama sin cuidado a cualquier punto de la habitación, Izuku todavía conserva su camiseta. Esta se le ha recogido en el abdomen, deja ver su polla dura debido a una típica erección matinal. Katsuki sonríe, mirándolo de reojo, pensando que Izuku semidesnudo haciendo mohines para pedir cinco minutos más de sueño es la cosa más hermosa del mundo.

Es culpa de ambos, en realidad. La noche anterior se habían acostado tarde y deberían haber dormido, pero la manía de Izuku de ser insoportablemente sensual al dormir sobre el pecho de Katsuki porque, en sus palabras, «hueles a caramelo y eso me relaja», habían provocado que Katsuki se quitase la camiseta, encaramando a Izuku sobre su cuerpo para que este pudiese hundir la nariz en su cuello e inspirar su olor cómodamente. Lo que había comenzado como una forma más íntima de dormir juntos, había acabado con las manos de Katsuki acariciando la espalda de Izuku por debajo de la camiseta, luego su culo por debajo del calzoncillo y, por último, había acabado por deslizar sus dedos alrededor y dentro de su ano, haciéndolo gemir quedamente contra su cuello, a la vez que este frotaba su erección contra el abdomen de Katsuki. Este se había contorsionado para arrancarles a ambos los calzoncillos para poder deslizar su polla dura dentro del culo de Izuku despacio, en movimientos lentos y cadenciosos, casi sin moverse, durante casi media hora, hasta que ambos se habían corrido, rindiéndose al sueño acto seguido.

—Creo que no lo pensé bien —murmura Izuku, lloriqueando más fuerte. Silencia la molesta música del teléfono de un manotazo, patea la sábana con los pies y rueda hacia el lado de Katsuki, buscando el calor de su piel en el frescor de la mañana.

—Y yo digo que lo pensaste perfectamente. Además, fui yo el que pensó que era buena idea jugar el partido a primera hora de la mañana —dice Katsuki, reticente a separarse de él, poniéndose en pie. Sin embargo, Izuku se abraza a sus piernas para tratar de impedírselo. Katsuki suspira. Pensar en la noche anterior ha hecho que su propia erección matinal, que había empezado a ceder, vuelva con fuerza. Él también querría quedarse en la cama, pero tienen un compromiso que cumplir—. Deku…

—Puedes llamar a Eijiro y decirle que estoy enfermo. Asumiré toda la responsabilidad —dice este, escondiendo la cara en los muslos de Katsuki.

—Eso no sería propio de ti. —Cuando Katsuki intenta zafarse de la prisión del abrazo de Izuku, este se levanta lo suficiente para arrodillarse y afianzarse mucho mejor rodeándole los muslos con los brazos. Katsuki sonríe de lado, malicioso, porque no le parece mala forma de arrastrar a su novio fuera de la comodidad de la cama.

—Eso es verdad —admite Izuku, suspirando resignado—. Kacchan es genial, porque siempre hace de mí alguien mejor.

—No digas tonterías, Deku —masculla Katsuki, incómodo y sonrojado. Va a ofrecerle una mano para ayudarlo a levantarse y sugerirle que, si quiere, le llevará hasta el baño en brazos para que pueda darse una ducha rápida que le despeje, pero Izuku hace algo sorprendente.

Le muerde una nalga.

No lo hace muy fuerte. Duda siquiera que le haya dejado marca. Tampoco es la primera vez que Izuku le muerde. Suele hacerlo en el hombro si lo están haciendo cara a cara o con Izuku sentado en su regazo, cuando Katsuki introduce la polla en su culo con un movimiento brusco o al llegar al orgasmo, acallando sus grititos de placer de esa manera, pero ahí sí suele ser más fuerte y dejar marca. Pero nunca, hasta hoy, le ha mordido en el culo.

Es más frecuente, de hecho, que sea el propio Katsuki quien muerda a Izuku, cuando la impaciencia o el deseo le nublan la mente y olvida ser gentil a la hora de darle besos. Le muerde los labios, el cuello, los pezones…; la nuca, posesivo, si Izuku está en cuatro y Katsuki lo está penetrando desde atrás. En una ocasión, se dejó llevar por el entusiasmo y le mordió la polla mientras se la chupaba. Aquel polvo se jodió, porque a Izuku le había dolido de verdad, pero la siguiente ocasión, este le había pedido que, esta vez, le rozase con más cuidado con los dientes y Katsuki había obedecido, dejando pequeños mordisquitos en su tronco y glande, caricias leves con los dientes, más bien, para complacerlo.

Katsuki está tan sorprendido que no sabe qué decir. Además, ha sido sorprendentemente agradable. Izuku continúa abrazado a sus muslos y ahora está frotando la punta de su nariz justo donde le ha mordido, como si quisiera consolarlo. La sensación, que en realidad es suave y sutil, se extiende por todo su cuerpo en un estremecimiento de placer que lo recorre desde la frente hasta la punta de los dedos de los pies. De pronto, ya no tiene tanta prisa por levantarse. Tras él, Izuku parece ajeno a la inmovilidad de Katsuki, por que ahora frota su mejilla, suave después de afeitarse la noche anterior, por la nalga de Katsuki.

—Kacchan tiene un culo suave —susurra con voz soñolienta. Katsuki maldice mentalmente, creyendo que se está quedando dormido, pero Izuku sigue hablando—: me gusta que tengas un pelo rubio tan suave que lo cubra, es como la piel de un melocotón. Deberías dejar que te lo tocase más a menudo.

—Hay que levantarse de una maldita vez, Deku —contesta Katsuki con la voz estrangulada. Se arrepiente acto seguido, porque ha respondido automáticamente en lugar de decirle lo que realmente siente: que, por él, su culo pasa a ser propiedad de Izuku para que lo acaricie siempre que quiera.

Porque realmente quiere que Izuku quiera acariciarle el culo más veces. Y quizá, morderle una nalga. De hecho, está más que seguro de que va a morderle las nalgas a Izuku más pronto que tarde. Sobre todo, si no levanta el mencionado culo del futón y ambos van a desayunar. Está a punto de decir esto último en un gruñido, pero Izuku sorprende hasta el punto de acallar sus palabras por segunda vez.

Le besa el culo.

El culo.

El. Culo.

Ni siquiera es consciente de en qué momento Izuku ha dejado de abrazarle los muslos para separarle las nalgas y abrirlas los suficiente como para poder acceder fácilmente con sus labios y depositar un beso suave en el fruncido y diminuto agujero que ahora Katsuki aprieta, desconcertado y un poco abrumado por la sensación, a pesar de que ha durado apenas medio segundo.

—¿Izuku? —pregunta, tan apabullado que olvida utilizar su apodo.

—¡Lo siento! —se disculpa este de inmediato, sobresaltado. Como si despertase de un sueño, ahora totalmente despejado, suelta las nalgas de Izuku y retrocede sobre el futón, tan sonrojado que las pecas de sus mejillas parecen fundirse en su piel. Katsuki se vuelve hacia él, tan sorprendido que ni siquiera ver la mirada llena de deseo de Izuku a su erección.

—¿Qué…? —No sabe cómo terminar la pregunta.

—Es… Yo… No sé… —Izuku traga saliva, avergonzado, buscando las palabras. Al final, se abraza las rodillas y hunde su rostro en ellas antes de hablar, abochornado—. Es que… me ha salido así, sin más. Estaba pensando en que el culo de Kacchan es muy suave, bonito y me gusta. Y de pronto… he pensado que quería besarte ahí. Que besarte ahí era como… besar lo más íntimo de ti. Algo que sólo me pertenece a mí.

—Sólo tú me has besado en cualquier parte, Izuku —dice Katsuki en voz baja, sin comprender por qué está tan excitado.

—Pero nadie ve esa parte de ti. Y de repente quería verla, así que he… ya sabes, y lo he visto… bueno… No lo pensé.

—Me has mordido el culo, Izuku —dice Katsuki, muy despacio. Podría jurar que todavía nota la sensación de los dientes de su novio en el lugar donde le ha mordido. Izuku gimotea, más avergonzado—. Y luego me lo has besado.

—¡Perdón! ¡Debí pedir permiso! —Al menos, Izuku ya ha desenterrado la cara de sus rodillas. Sigue rojo como un semáforo, y hace cosas raras con los brazos alrededor de su cabeza, muerto de vergüenza.

Izuku nunca ha mostrado interés en el culo de Katsuki. Es decir, sí, claro que sí. Se lo piropea y Katsuki sabe que lo mira cuando camina detrás de él. Cuando se besan y se magrean, lo acuna con las manos y lo aprieta. Le da palmadas o se lo toca cuando se cruzan por la casa, igual que hace él. Bueno, en realidad, él a Izuku se lo pellizca la mayoría de las veces y las palmadas son azotes que llegan a marcarle los dedos en la piel, pero Izuku asegura que le gusta así. La cuestión es que Izuku nunca ha mostrado interés en el culo de Katsuki más allá de eso.

La primera vez que se acostaron juntos del todo, Izuku asumió que Katsuki iba arriba. Claro que este pensó exactamente lo mismo. Llevaba semanas muriéndose por meterse dentro del culo de Izuku, tal como hacía constantemente con los dedos, provocando que Izuku se corriese sin prácticamente tocarle la polla. Y cuando lo había hecho, Izuku había gemido satisfecho, tan dulcemente sonrojado, tan jodidamente apretado y cálido, que Katsuki se había corrido dentro de él sin control. Después de esa primera ocasión, ninguno había propuesto un cambio y Katsuki no se había planteado que Izuku lo quisiese. Cuando follaban, o bien hacían otras cosas como pajearse o chupársela, o bien era Katsuki quien, invariablemente, se la metía a Izuku

Ni siquiera es algún tipo de orgullo absurdo o de pensamiento homófobo de culos intocables. Si Izuku hubiese manifestado su deseo de intercambiar los papeles, a Katsuki le habría faltado tiempo para acceder a ello y complacerlo. Antes de salir con Izuku, se había masturbado en más de una ocasión utilizando los dedos para penetrarse a sí mismo. Sólo que había creído que Izuku quería estar siempre abajo, y a él sólo le importa lo que Izuku quiera. La postura sexual en la que follen… le importa un comino. Para él esta bien así y estará bien si Izuku quiere cambiar en cualquier momento.

Sólo… le ha pillado por sorpresa. Y con la guardia baja.

Y se ha sentido tan increíblemente bien, tan placentero como breve, que no quiere que Izuku se avergüence. Y sí que se repita.

—Izuku… —Katsuki se arrodilla en el futón, a los pies de este, que lo mira de reojo, quizá calibrando si está enfadado.

—¿No te ha gustado? A mí me gustó cuando me lo hiciste. Aunque no fue un beso —susurra este antes de que pueda decir nada para tranquilizarlo y asegurarlo de que no quiere que se avergüence.

—¿Qué? —pregunta, desconcertado.

Retazos de un recuerdo casi olvidado acuden a su mente. La única vez que le chupó el culo a Izuku, este estaba a cuatro patas, sobre la cama de estilo occidental de un motel barato. Aún no vivían juntos. Katsuki había estado leyendo artículos sobre sexo en internet, buscando posturas con las que sorprender a Izuku, y esta le había llamado la atención. La verdad es que no había creído que fuese la gran cosa.

Total, a quién le va a gustar chupar culos. O que se lo chupen.

Lo había intentado, eso sí. Izuku estaba bocabajo, tumbado en la cama del motel, mientras Katsuki, arrodillado entre sus piernas, le lubricaba y distendía el culo, preparándolo para follar. Había estado sonrojado, mirándolo de reojo, hasta que se le había ocurrido sujetar las caderas de Izuku y darle una rápida lamida. No había sido suficiente para que Katsuki lo juzgase como algo agradable o desagradable, apenas había notado la textura viscosa del lubricante en la punta de su lengua y nada más. Miró a Izuku, que había escondido la cara en la almohada y concluyó que, o bien no se había percatado de lo que había hecho o sencillamente no le había gustado.

Así que lo había dejado estar, centrándose en hacer otras cosas que a ambos parecían gustarles más. Obviamente, había subestimado a Izuku. Una de tantas veces. Y las que le quedarían. Katsuki suspira, resignado a caer una y otra vez en sus mismos errores.

—Creía que ni siquiera te habías dado cuenta.

—Fue… electrizante —confiesa Izuku.

—Debió serlo, si lo recuerdas. —Lo es. Porque él todavía nota el estremecimiento de placer dentro de su cuerpo, fruto de algo tan jodidamente breve. Pero le queda una duda que resolver—. Izuku… Si quieres ir arriba… Sabes que sólo tienes que decirlo, ¿verdad?

—¿Qué? —Ahora es el turno del otro chico de sorprenderse. Por primera vez, levanta la cabeza, la vergüenza olvidada instantáneamente.

—El beso… —responde Katsuki, confuso—. Pensé que quizá era una forma de decir…

—¡No! —Izuku vuelve a enrojecer, moviendo las manos para interrumpir a Katsuki—. Estoy bien así, Kacchan. Me… gusta mucho. Lo que hacemos. Me gusta.

—Entendido —dice Katsuki, muy despacio—. Si eso cambia, puedes decírmelo, no seas un nerd que se calla las cosas.

—¡Me gusta así! ¡De verdad! —se defiende Izuku—. Es genial sentir a Kacchan dentro de mí, no quiero que eso cambie. Salvo que quieras que cambie. ¿Es que quieres que cambie?

—Deku, relájate —ordena Katsuki, exasperado por el nerviosismo de su novio—. Sólo estaba diciendo que puedes decírmelo. Debiste haberme dicho que te había gustado lo del culo también.

—Pensaba que no te había gustado a ti —murmura Izuku, bajando la mirada. Katsuki frunce el ceño—. Fue tan rápido y no lo repetiste… Pensé que había sido desagradable. Debía haber sido desagradable, ¿quién querría lamer a nadie ahí?

—No fue desagradable —le asegura Katsuki—. Joder, lo entendí todo mal. Pensé que no lo habías notado o que no te había gustado. Si no lo habría repetido, maldita sea. ¿Por eso me lo has besado tú?

—No.

—Pero has dicho…. Demonios, Deku, no te comprendo —dice, exasperado.

—Es que pensaba que no te había gustado y…

—Empezaste a comerte la cabeza como un nerd, ya. Entonces, ¿por qué?

—Es… de pronto he tenido la necesidad de hacerlo. Creo que todavía no estaba muy despierto. —Izuku habla, poniendo un gesto de concentración que le hace fruncir el ceño y que Katsuki conoce bien: está analizándose a sí mismo—. No quería que te levantases, de pronto mi cara estaba cerca de tu culo, que estaba suave y olía a Kacchan. Y… estaba ahí, bajo mis labios, mis dientes, mi nariz… Y he pensado que se sentía muy íntimo besarlo ahí, que quería hacerlo. Y… lo he hecho.

—Joder, Deku —masculla Katsuki. Izuku baja la mirada, pero está un poco ensimismado y se toca los labios con las yemas de los dedos, como tratando de recordar. Y Katsuki querría plantar su culo en esos labios, y así poder recordar él también con exactitud, con algo que dure más de medio segundo.

—Lo siento.

—Si vuelves a decir lo siento, te vuelo la cara con una explosión —lo amenaza Katsuki, tratando de poner en orden sus pensamientos. Izuku abre la boca para decir «lo siento», una vez más, pero ver la mirada airada de Katsuki y se lo piensa mejor—. ¿Tú quieres hacerlo?

—¿Eh?

—Besarme el culo. ¿Quieres hacerlo? —insiste Katsuki, impaciente.

—Si Kacchan quiere que…

—No, no te estoy preguntando si lo harías si yo te quisiera hacerlo —lo interrumpe Katsuki, tallándose los ojos con los dedos—. Te estoy preguntando. Si. Tú. Quieres. Hacerlo. Otra vez.

—Quiero poder besarte en todas partes —asiente Izuku—. También ahí. ¡Pero no quiero que dejemos de follar como lo hacemos!

—Entendido —asiente Katsuki. Inspira con fuerza, captando la atención de Izuku—. Puedes hacerlo siempre que quieras.

—Kacchan…

—¡Escúchame, demonio! Necesitaba saber si tú quieres hacerlo porque yo quiero que lo hagas. Así que me vas a besar el culo cada vez que quieras hacerlo, porque te gusta y a mí me gusta. ¿Entendido?

—Sí, Kacchan. —El rostro de Izuku se ilumina, todavía rojo de vergüenza, y luego baja la mirada, abochornado por su atrevimiento. La sola visión de Izuku semidesnudo, sentado en el futón, tirando de su camiseta inconscientemente hacia abajo, tapando su pene, pensando en besarle el culo, nubla la mente de Katsuki.

—¿Qui-quieres besármelo ahora? —Las palabras abandonan sus labios antes siquiera de pensar en detenerlas. Izuku levanta el rostro, los ojos verdes tan iluminados que le dan la respuesta y, antes de que empiece a decir alguna tontería que refleje sus inseguridades, se pone en pie y le da la espalda.

Izuku tarda casi medio minuto en decidirse. Katsuki, que ha cruzado los brazos porque no sabe qué hacer con ellos, se fuerza a no moverse ni mirar por encima del hombro, para no presionarle. Lo siente moverse sobre el futón, tras de sí, y arrodillarse igual que antes, con el rostro a la altura de su culo. Después, sus manos se posan delicadamente en sus nalgas, acariciándolas antes de sujetarlas con más firmeza y separarlas. Katsuki se tensa, esperando el deseado contacto, tratando de poner sus cinco sentidos en él para no perderse un solo detalle. Los labios de Izuku son suaves y húmedos cuando se posan en su ano fruncido. Esta vez, alarga el beso varios segundos antes de separarse. Después con timidez, lo roza con la punta de la lengua, apenas un toque, y deja que sus nalgas se cierren de nuevo antes de apoyar la mejilla de nuevo en una de ellas e inspirar profundamente. Eso le hace pensar a Katsuki que quizá debería haberse duchado primero, pero Izuku disipa sus dudas al hablar.

—Kacchan siempre huele a caramelo. —Se separa del todo y Katsuki se da media vuelta, pensando que Izuku ha vuelto a alejarse. No es así, y su polla, que está engordando en una nueva erección, oscila cerca de su rostro—. Gracias, Kacchan. Haría esto todo el tiempo.

—No digas tonterías, Deku. Vas a besarme el jodido culo cada vez que quieras y yo te besaré el tuyo cuando me dé la gana. ¿Entendido? —Izuku asiente, sonriendo por el cauce que han tomado los acontecimientos. De pronto, se ríe con una carcajada. Katsuki mira hacia abajo, tratando de comprender, y ve que su glande amenaza con escapar del prepucio debido al crecimiento de su erección. Izuku, menos avergonzado ahora que han terminado la conversación y llegado a un acuerdo, la sujeta con una mano, tira de la piel hacia atrás para descubrirlo y deposita un beso también ahí, en la punta—. ¿Sabes qué? A la mierda el puñetero partido. Eijiro tendrá que esperarnos si quiere que juguemos.

—Pero, Kacchan…

—Túmbate, Deku. —Este obedece, intrigado. El color rojo intenso de su cara ha disminuido a un sonrojo tímido y mira su polla, quizá pensando que Katsuki quiere follarle la boca o el culo, pero no son sus planes—. Ahora me voy a sentar en tu cara, Deku, para que puedas besármelo y lamérmelo todo el tiempo, tal y como quieres. ¿Te parece bien? —Los ojos de Izuku se abren como platos, sorprendido.

—Creo que sí. Quiero decir, ¡sí! —rectifica de inmediato, cambiando de opinión, sonrojándose violentamente de nuevo—. ¡Sí quiero!

Sin perder tiempo, con un leve temor a que Izuku se arrepienta, Katsuki se apresura a arrodillarse encima de su cara, pasando los tobillos por debajo de los brazos de Izuku. Este le sujeta las nalgas con las manos, cubriéndolas enteras con adoración, antes incluso de que descienda sobre él. De pronto, a Katsuki le preocupa asfixiarle.

—Dame un par de palmadas en la pierna si necesitas que me levante. O cuando no quieras seguir haciéndolo.

—¡Sí! —asiente Izuku, ansioso, separándole las nalgas y gimoteando de anticipación al ver el pequeño agujero de Katsuki.

Espoleado por el sonido e impaciente él también, se sienta sobre la cara de Izuku, apoyando las manos sobre su pecho. Nota la punta de su nariz atrapada entre sus glúteos, los huevos descansar sobre su barbilla. Y sus labios besándole en el ano, esta vez largo e intenso. Luego su lengua, haciendo recorridos en círculos por el reborde arrugado antes de llegar al centro y presionar.

Katsuki gime, y arruga las manos sobre la camiseta de Izuku, sobrepasado por la sensación. Ha comenzado a sudar, varias gotas le resbalan por la frente y brazos. Es normal que le ocurra eso… cuando lleva un rato follando con Izuku y está cercano a correrse, pero nunca algo le había suscitado una reacción así tan rápida. Nota el culo extraño. Mucho más flojo de lo normal, igual que si estuviera empujando hacia afuera. Aprieta el ano, preocupado por el efecto de la punta de la lengua de Izuku tanteando dentro de su él, atrapando por una milésima de segundo a este. Izuku parece darse cuenta de lo abrumado que está Katsuki por las sensaciones, porque deja de chupar. Durante los siguientes segundos, varios besos leves similares al primero que le ha dado mariposean sobre su culo, cariñosos. Íntimos.

Katsuki quiere correrse.

Al principio sólo ha pensado que quería más. Más de la sensación de los labios de Izuku posándose sobre su culo, cálidos, suaves e íntimos. Pero Izuku tenía razón, la sensación de una lengua recorriéndolo es aún superior. Y tan cálida, suave e íntima como los besos. Y ahora su polla derrama líquido seminal que gotea sobre la camiseta de dormir de Izuku, manchándola, y Katsuki sólo quiere que Izuku siga y siga hasta correrse con la lengua de este en su culo.

Bajo su culo, ajeno a sus sensaciones, Izuku continúa besando y lamiendo. Hace ruiditos de satisfacción y lloriquea de felicidad, sonidos que van directos a los huevos de Katsuki y a su polla, endureciéndola más todavía. Tras los besos leves, la lengua de Izuku ha atacado de nuevo, blanda y amplia, lamiendo de igual forma que haría un perro, desde la base de sus huevos hasta por encima de su ano. Después la tensa y la utiliza como un estoque, entrando y saliendo de él con tanto ímpetu que Katsuki empuja hacia afuera, tratando de abrirse lo más posible para tenerle lo más adentro que pueda llegar.

Izuku pega los labios alrededor de su ano y succiona. Katsuki grita. Alentado por su reacción, Izuku succiona. Más bien, mueve los labios de una forma similar a cuando se besan. Acto segundo, vuelve a emplear la lengua, blanda, en suaves pasadas por su culo. Identifica de inmediato qué está intentando hacer Izuku.

Besarle el culo igual que le besa en la boca.

Utilizando su ano como el equivalente a la lengua de Katsuki, se mueve sobre él en movimientos lentos y cadenciosos. Sobrepasado por la excitación, Katsuki se aprieta la polla, pero la urgencia de correrse gana sobre la de contenerse. Contrae el diminuto orificio cuando se sacude la polla un par de veces, desencadenando su orgasmo. Izuku comprende al instante qué está ocurriendo, porque vuelve a penetrarlo con la lengua con fuerza, a pesar de que culo se abre y cierra con fuerza, acompañando cada uno de los chorros que salen disparados sobre el pecho de Izuku. Cuando termina, y se relaja, también lo hace su ano, y la lengua de Izuku se introduce aún más adentro.

Más adentro de lo que nadie ha estado jamás.

Izuku no para de lamer y besar, pero ahora hay menos urgencia en la forma en la que lo hace, buscando relajar y cuidar a Katsuki después de su orgasmo. Después de que la mente se le despeje de placer, esté está a punto de pedirle que se detenga, pero sus ojos se posan antes en la polla de Izuku, dura. La fina piel de su glande se ha retirado unos milímetros, apenas lo suficiente para descubrir la diminuta abertura por la que fluye un hilo de líquido que conecta con un pequeño charco en la parte inferior del abdomen. Al lado ha caído el chorro más potente de semen de Katsuki, de un blanco más sólido que la transparencia del de Izuku.

Se agacha hacia adelante, con los labios de Izuku todavía posándose en él y su lengua siguiendo el reborde fruncido de su culo. Con la lengua, lame su propio semen en un movimiento que acaba sobre el líquido preseminal de Izuku. Después, se mete la punta de la polla de este en la boca y, apretando los labios sobre ella, desliza fácilmente la piel hacia abajo, descubriéndolo. Luego presiona con la lengua en la pequeña abertura de la punta, de una forma similar a lo que está haciendo Izuku en su culo. Está salada y el sabor de ambos líquidos sobre su lengua lo excita, provocando que decida tragarse la polla hasta que le golpea el fondo del paladar. En su culo, los labios de Izuku y su lengua vibran cuando este gime al correrse casi al instante, empujando las caderas hacia arriba. Katsuki pasa las manos por debajo del culo de Izuku, apretándolo contra su boca en un intento de devolverle sus sensaciones.

Porque, incluso durante su orgasmo, Izuku ha seguido lamiéndolo y besándolo.

La emoción embarga a Katsuki, que se deja hacer un poco más al tiempo que se saca la polla de Izuku de la boca y lame las últimas gotas de semen que brotan de su punta, limpiándolo antes de levantarse sobre las rodillas para separar el culo de Izuku.

—Eso ha sido… —murmura, con un nudo en la garganta, incapaz de encontrar las palabras.

—Sí —asiente Izuku, con una sonrisa tan feliz que se trasluce en su voz. Este se aúpa, abriendo las nalgas de Katsuki una última vez para depositar un beso igual que el primero: suave y sutil, una caricia de sus labios—. Me encanta besar a Kacchan.

Katsuki se mueve para quedar tumbado junto a Izuku, pasándole un brazo por el abdomen y atrayéndolo hacia sí para abrazarlo. Con delicadeza, posa un beso en su sien. Le gustaría ser capaz de ser como Izuku, que a veces transmite tantas emociones con gestos tan simples como esos, pero esta vez se conforma, porque Izuku sonríe y gira la cabeza, rozándole la nariz con la suya, mirándolo con un destello alegre en los ojos y las mejillas sonrojadas. Le encanta esa dicotomía de Izuku: tan avergonzado como para no ser capaz de mirarlo a la cara después de besarle el culo por primera vez y a la vez tan valiente y atrevido como para aceptar su proposición y lamérselo como si fuese la cosa más deliciosa del mundo.

Y luego sonrojarse una vez más de una forma adorable por hacerlo.

—Me encanta que me beses —murmura Katsuki con la voz ronca. Se inclina sobre los labios de Izuku, todavía húmedos y brillantes, y los besa suavemente, pero el otro chico se separa hacia atrás, asustado. Katsuki frunce el ceño—. ¿Qué pasa?

—Kacchan olvida dónde ha estado mi boca —dice Izuku, avergonzado, apartando la cara, pero Katsuki se lo impide, obligándolo a mirarle a los ojos.

—No hay nada que me impida besarte, Deku. —Vuelve a posarse sobre la boca de Izuku, besándole los labios apenas. Luego pasa la punta de la lengua entre ellos, incitándolo a entreabrirlos. Izuku cede con un suspiro anhelante y Katsuki se introduce dentro de su boca, lamiéndole la lengua. Ambos alargan el beso unos segundos—. No sabes diferente —lo tranquiliza.

—No era necesario que hicieses eso. Sólo porque yo… No tienes por qué…

—Lo haré si me da la gana. Si tú me besas el culo, yo te besaré la boca —dice Katsuki, desafiante. Izuku lo mira, asimilando la frase antes de reírse con una carcajada—. Me ha gustado mucho.

—A mí también. Quiero volver a hacerlo más veces, Kacchan.

—Siempre que quieras, Deku.

Al final, llegan tarde al partido. Ambos han pasado por la ducha rápidamente y han desayunado de camino al campo que han alquilado. Cuando aparecen allí, con el pelo todavía húmedo, las burlas de sus compañeros son estruendosas. Se cambian a sus uniformes de béisbol haciendo caso omiso de sus compañeros y luego se unen al partido.

Ya han repartido los equipos, así que Izuku tiene que correr hacia el campo mientras Katsuki se sienta en el banquillo, siguiéndolo con los ojos. Aunque hubiesen llegado a tiempo, no habrían podido ir juntos: ambos tienen Dones que les permiten muchísima movilidad, así que les obligan a jugar separados siempre. En el campo, todos sus compañeros utilizan los Dones en una particular variante de béisbol que han adaptado para ellos. Ojiro utiliza la cola para alcanzar la pelota en lugar de sus manos, Iida completa una carrera doble gracias a sus motores, Hagakure elimina a un corredor que no ha sido suficientemente avispado para controlar dónde están sus botas, Eijiro se endurece cuando alguien va a intentar patearle, desafiándolo a no hacerlo.

Izuku juega bien, concentrado en el juego. El flequillo rizado se le escapa de la gorra y le cae sobre los ojos, así que se lo aparta todo el tiempo. Gracias a su velocidad, atrapa la pelota en el aire en dos ocasiones, una de ellas eliminando al propio Katsuki que, no obstante, no se enfada como suele hacer. Hoy agradece tener algunos minutos de tiempo para pensar tras lo ocurrido durante la mañana.

No ha podido evitar reprenderse a sí mismo varias veces por haber malinterpretado la reacción de Izuku aquel lejano día en el que probó a pasar la lengua por su culo. Por no haber preguntado en lugar de suponer. Por no haber insistido, para explorar mejor las sensaciones. Por no ser tan valiente como Izuku, que ha sido sincero se ha dejado llevar por sus deseos a pesar de la horrible vergüenza que ha pasado.

Pero, sobre todo, ha estado pensando en que, aunque para él se ha sentido maravilloso y excitante, para Izuku también parece haber sido el culmen del éxtasis. Su mente vuelve una y otra vez a ese punto mientras observa jugar a Izuku, que se implica en el juego como hace en todos los aspectos de su vida, incluida su relación con Katsuki. No aparta la vista de él, comiéndoselo con los ojos. Bajo los ajustados pantalones del uniforme de béisbol está su culo perfecto y redondeado. La tela se alisa, difuminando su forma, cuando se inclina hacia adelante, pero cuando está de pie para batear o alza una pierna para lanzar una bola, se marca perfectamente la forma de sus glúteos perfectos y musculosos, apenas cubiertos por la tela del pantalón, pues Katsuki sabe que la única ropa interior de su novio es un suspensorio, igual que el que lleva él.

Izuku tiene un culo irresistible.

No en vano lo obsesionó cuando empezaron a salir juntos. Esa fue la razón de que se masturbase durante horas en su casa pensando en el momento en que se atreviesen a dar el paso de follar. Por eso había sido el primero en meter sus dedos y en follarlo, dando por hecho que Izuku lo querría así, porque él lo quería así. Y saber que Izuku lo sigue queriendo así, incluso adorando su culo como lo ha adorado esa misma mañana, hace que la boca de Katsuki se seque. Porque él ha adorado el culo de Izuku desde el primer momento. A pesar de su brusquedad e impaciencia, siempre ha tenido cuidado de dilatarlo bien, de prepararlo y lubricarlo para que no sienta dolor y reducir la incomodidad al mínimo. Pero Izuku le ha devuelto todo eso… con un beso dado por impulso.

Cuando Izuku atrapa su tercera bola en el aire con Blackwhip, dan por terminado el partido. Con camaradería, se felicitan y consuelan mutuamente unos a otros. Katsuki se queda sentado en el banquillo, observando a Izuku sonreír, feliz por la victoria, e interactuar con sus compañeros. Pensando en lo guapo que es cuando se quita la gorra y sus mechones verdes y húmedos por el sudor se desparraman por su frente y nuca. En la forma en la que se separa la camiseta de la piel del pecho, tratando de refrescarse. En cómo se coloca los huevos de forma inconsciente, en un movimiento repetido mil y una veces.

—Id delante —dice cuando Eijiro se le acerca, amagando correr, para decirle que va hacia el vestuario e informarle de que van a comer todos juntos—. Yo quiero batear algo, ya que no me han dejado en el partido.

—No lleguéis muy tarde o pediremos sin contar con vosotros —advierte Eijiro, sin sorprenderse por la brusquedad de las palabras de Katsuki, que suele tener mal perder y en este partido apenas ha podido jugar.

—Sólo será un rato. —Pasando al lado de Eijiro, se dirige a grandes zancadas hacia Izuku, que está bebiendo agua de su botella, preparando la bolsa deportiva para seguir al resto—. Eh, Deku. Lánzame unas pocas pelotas.

Izuku lo mira igual que Eijiro. La misma cara de comprensión de Eijiro. Pero, en lugar de resignarse a su supuesto malhumor, sonríe, feliz por poder jugar un rato más con él. Una sonrisa que va directa a su entrepierna, que tiene que recolocarse una vez más para que la erección no sea muy obvia a través del pantalón, porque el suspensorio no basta para contenerla.

El resto se marcha, algunos burlándose de su retraso, como Denki y otros reprendiéndolos preventivamente, como Iida. Después de despedirse de Uraraka, Tsuyu y Todoroki, que lo han acaparado conversando con él unos minutos, Izuku se vuelve a colocar la gorra, tratando de esconder la máxima cantidad de rizos posibles dentro de ella para que no le caigan sobre los ojos, se coloca el guante y va a su posición con un cubo lleno de pelotas gastadas.

Katsuki se coloca en la base, haciendo girar el bate entre los dedos, con el corazón latiéndole a toda prisa, tratando de calcular mentalmente qué están haciendo los demás, si han terminado de cambiarse o todavía están duchándose. Izuku lanza utilizando la fuerza de One for All. Es lo habitual. Katsuki suele batear tan fuerte que a veces le salen chispas explosivas de las manos por el roce con el bate. Por eso tienen tantas pelotas: las destrozan bastante a menudo, aunque apartan las más deterioradas, como estas que están utilizando, para practicar.

Sin embargo, Katsuki está distraído. Su mente está en el vestuario y en el reloj. También en la forma en la que el culo de Izuku se delinea bajo su pantalón cuando corre hacia alguna de las pelotas bateadas por Katsuki, tratando de atraparlas en el aire. Jugar béisbol con Izuku es una de las cosas que más le gustan. Para empezar, siempre se emplea a fondo, dando el cien por cien, aunque sólo estén ellos dos. Además, el chico no sólo puede lanzar con fuerza, gracias a One for All, puede recibirlas y, con Blackwhip, recoger las que Katsuki falla con facilidad. Y todo lo hace con una sonrisa, sin despeinarse y, a pesar de que Katsuki no le propone cambiar la posición y que sea él quien batee, sin cansarse ni un momento de lanzarle la pelota una y otra vez, gritando palabras de admiración cada vez que hace un buen bateo.

Deja caer el bate al suelo, mirando con orgullo a Izuku.

Orgullo por todo lo que ha conseguido. Por su forma de ser. Por su vergonzosa timidez y por su trépida valentía. Por ser tan feliz con él y demostrarlo todo el tiempo con sus ojos y sonrisa radiantes. Por amarlo tanto que Katsuki se siente abrumado, cuidado y mimado. Por consentirle siempre, sin pedirle nada a cambio, aunque sabe que Katsuki va a querer dárselo.

—Porque en eso consiste el amor —murmura Katsuki, como en una epifanía. Lo sabía, pero hasta ahora no había sabido concretarlo en elementos tan sencillos y asequibles, sólo era un sentimiento difuso dentro de su pecho.

—¿Eh? —Izuku sabe que ha hablado, pero está demasiado lejos para haberlo entendido. Se acerca corriendo, sin utilizar su Don, al ver que Katsuki ya no planea seguir bateando—. ¿Está todo bien, Kacchan? Apenas has destrozado tres pelotas —pregunta, preocupado, frunciendo el ceño, cuando llega a su altura—. Aunque has bateado genial, Kacchan mola un montón.

—Sí —asiente este, secamente, con la garganta cerrada todavía por la revelación y por mucho que ama a Izuku y las ganas que tiene de ponerle las manos encima ahora mismo. Como estima que ha pasado suficiente tiempo para que los vestuarios, o al menos las duchas, estén vacíos, decide que es buen momento para macharse—. Vámonos ya. He terminado.

—¡De acuerdo! —sonríe Izuku, empezando a recoger todo.

—Izuku es la persona más genial que he conocido nunca —musita para sí mismo, sonrojándose, antes de correr a ayudarlo.

Ya no queda nadie en los vestuarios cuando entran. Izuku va parloteando alegremente, recordando las mejores jugadas del partido. Sorprendentemente, a pesar de que Katsuki apenas ha tenido oportunidad de jugar, varias tienen que ver con él. Ambos dejan caer la bolsa deportiva en uno de los bancos que hay en la zona común. Izuku se quita la camiseta, dejando a la vista su torso, húmedo por el sudor, y la usa para secarse la cara, sacudiendo la cabeza tras liberar los rizos de la gorra.

—Izuku —murmura con voz ronca, llamando la atención de su novio, que se vuelve hacia él con una expresión ligeramente desconcertada antes de sonreír.

—Dime, Kacchan.

Katsuki sabe dos cosas de su relación con Izuku: a él le cuesta encontrar las palabras adecuadas y se escuda en invectivas para disimular sus verdaderos sentimientos y que se siente vulnerable e Izuku es valiente y sabe leer en él como un libro abierto, pero en contra, cuando tratan ciertos temas pasa tanta vergüenza que le cuesta abordarlos.

Ahora va a hacerle pasar mucha, pero mucha, vergüenza. Pero está dispuesto a hacerlo, porque, por una vez, quiere encontrar las palabras adecuadas o va a estallar.

—Lo de besarme el culo ha sido la mejor idea que has tenido en mucho tiempo. —Como ha previsto, Izuku se sonroja violentamente, olvidado su atrevimiento matinal—. Estoy deseando que lo hagas más veces.

—Y-yo también quiero hacerlo, Kacchan. —Izuku baja la cabeza, avergonzado, pero luego la levanta, mordiéndose el labio, con valentía—. ¿Es eso? ¿Estabas preocupado porque no sabías cómo pedírmelo? —Sin dudar, Izuku se acerca a él, rodeándolo para agacharse detrás de él, pero Katsuki se lo impide, forzándolo a quedarse delante de él.

—Pero ahora no, joder. —Izuku abre los ojos y cae en la cuenta de que están en el vestuario.

—¡Es verdad! Pero te lo haré en cuanto lleguemos a casa. Te lo prometo, Kacchan.

—No es eso, idiota —gruñe Katsuki. Tenía las palabras preparadas en su cabeza, pero como el maldito nerd no deja de parlotear, es incapaz de hilarlas—. Ahora no, porque ahora voy a follarte ese culo que lleva provocándome todo el partido. —Olvidando que están en el vestuario común, Izuku se pone de puntillas, pasa los brazos por la nuca de Katsuki y lo besa, entusiasmado.

—No se me ha ocurrido traer lubricante —dice Izuku, entre beso y beso, jadeando—. Si tú tampoco tienes, podemos utilizar el jabón. —Otro beso húmedo, que corta la respuesta de Katsuki—. No creo que sea lo mejor, pero valdrá por una vez. —Un beso más, y Katsuki está riéndose a carcajadas en la boca de Izuku, que se separa, divertido también por la situación.

—No será necesario, nerd idiota —susurra, y el tono de su voz hace que Izuku se estremezca entre sus brazos.

Bruscamente, lo gira y lo estampa contra una de las taquillas. Izuku reacciona a tiempo apenas de poner las manos para amortiguar el golpe, apoyando la mejilla en el frío metal. Tras él, Katsuki tira de sus pantalones hacia abajo, dejándolos caer a los tobillos de Izuku, que separa las piernas todo lo que le permite la prenda de ropa. Pero Katsuki no tiene intención de metérsela, pero una vez más le admira la enorme confianza que tiene Izuku en él. Le ha dicho que no será necesario lubricante, y este automáticamente se deja hacer, abriendo las piernas para ofrecerse a él, sabiendo que Katsuki no le hará daño intencionadamente y confiando en que la penetración le gustará igualmente si es él quien lo hace.

—Eres la persona más maravillosa que conozco, Izuku —murmura Katsuki. Ahora que por fin el nerd se ha callado, puede expresar lo que tenía en la mente—. Ahora que sé que sí te gusta, voy a comerme este culo todos los días como debí haberlo hecho en todo este tiempo. Perdóname por no haber sido capaz de entenderlo al principio y no haberlo hecho antes.

—Kacchan… —jadea Izuku—. No es necesario que te…

—Claro que lo es —lo interrumpe Katsuki. Se arrodilla tras él y pasa las manos por las nalgas de Deku, acariciándolas. Al contrario que él, que tiene más vello corporal, el de Izuku es escaso y prácticamente invisible. Separa sus nalgas, observando el pequeño agujero de su novio, que se estremece rítmicamente, anticipando lo que va a ocurrir. Está acostumbrado a verlo cada vez que le mete los dedos, ensanchándose al paso de su polla, volviendo a su forma original cuando lo abandona, un poco más amplio durante un rato.

—¡Espera! —Izuku trata de girarse, pero sus pantalones y Katsuki se lo impiden—. ¡Ahora no es posible!

—¿Por qué? —pregunta Katsuki, frunciendo el ceño—. ¿Necesitas ir al baño primero? Puedo esperar.

—¡No! O sea, ¡Sí! Quiero decir… Necesito ducharme, acabamos de terminar de jugar a…

—Ah, no. —Katsuki esboza una sonrisa lobuna y se ríe, una carcajada ronca que vibra en su garganta—. No. Pequeño Deku, voy a comerme este culo tal y como está ahora y tú lo vas a disfrutar tanto como yo lo he disfrutado esta mañana.

—¡Pero!

—Y yo lo voy a disfrutar tanto como tú esta mañana, pequeño Deku pervertido —remata Katsuki, burlón, recordándole sutilmente que Izuku tampoco le ha pedido asearse primero.

—Es diferente. Yo no huelo a caramelo. Y hemos estado haciendo deporte —suplica Izuku, abochornado.

—Es cierto —asiente Katsuki, mostrándose de acuerdo. Izuku cree que le ha convencido, así que suspira aliviado—. Pero igual que a ti te gusta mi olor, a mí me gusta el tuyo, así que relájate y disfruta, porque pienso comerte el culo ahora mismo te pongas como te pongas. —Desde, arriba, Izuku lo mira, con la mirada teñida de deseo y las mejillas sonrojadas. Luego, esconde la cara contra la taquilla.

Y Katsuki comprende que, aquel día años atrás en que le lamió por primera vez, las emociones habían embargado tanto a Izuku que había necesitado esconder la cara.

Tal como ahora.

No se molesta en quitarle el suspensorio, notando un tirón morboso en la polla por lo sexi que se ve el culo de Izuku bordeado sólo por dos tiras de tela que no le cubren, sirviendo sólo para sujetar la parte frontal.

Y lo besa, por primera vez en su vida, en el culo.

Izuku se estremece. Incapaz de ir tan lento y delicado como ha sido Izuku esa mañana, Katsuki no pierde el tiempo tratando de ir paulatinamente. Pega los labios al culo de Izuku, frotándolo con la lengua antes de puntearlo, tratando de introducirse dentro. Sabe salado y, cuando inspira con fuerza por la nariz, sus pulmones se llenan del olor del sudor de Izuku. Al contrario que él, que suda abundantemente y huele a la nitroglicerina de su Don, Izuku sólo suda en las axilas, el pecho y la parte baja de la espalda, y su olor no es demasiado fuerte, pero sí masculino.

A Katsuki le encanta cómo huele Izuku, aunque no cree que este haya sido consciente hasta ahora.

Su sabor es salado, fruto de ese sudor que ha ido deslizándose sobre su piel, y Katsuki se lo bebe. Sólo para cuando necesita coger aliento, demasiado excitado como para coordinar su respiración, e incluso en esos momentos lame las nalgas de Izuku y mordisquea las pecas que tiene ahí, desperdigadas como islotes en medio de un mar de piel pálida.

Pierde la noción del tiempo. Comprende qué es lo que ha sentido Izuku esa mañana. Se arrepiente de no haber prestado más atención aquella lejana primera vez y estarse perdiendo esto. Prueba todas las combinaciones que se le ocurren. Lame a Izuku toda la raja del culo, de abajo a arriba, varias veces. Le besa el ano, igual que ha hecho este esta mañana, con fruición. Hunde dentro la lengua, notando cómo se afloja, menos tenso que el suyo, más acostumbrado a dilatarse para acoger su polla. Reparte besos leves. Muerde sus nalgas. Trata de morder, sin éxito, la piel arrugada que bordea el pequeño orificio. Introduce las puntas de los dedos dentro, forzándolo a abrirse para introducir la lengua entre ellos.

Izuku gime cada vez más y más alto, lloriqueando. Ha ido moviendo el culo hacia atrás, buscando la boca de Katsuki, mientras susurra su nombre una y otra vez. Que lo ponga en pompa ayuda a que Katsuki pueda llegar más lejos con la lengua. Siente el músculo dolorido y cansado de entrar y salir, de pelear contra la férrea resistencia del ano de Izuku, pero no le importa, porque el rostro de este, que ahora lo mira desde donde se apoya en la taquilla, tratando de verlo, sonrojado y sollozante, merece la pena.

—Kacchan, voy a… —suplica. Katsuki comprende que se refiere a que, si no para, se correrá antes de que pueda follarle, pero el olor y el sabor de Izuku son tan adictivos que no se ve capaz de detenerse.

Hundiendo la cara entre sus nalgas, tratando de llegar lo más profundo posible con la lengua dentro de su culo, mete una mano entre las piernas de Izuku, subiéndola hasta su entrepierna y buscando su polla.

Esta ha escapado de la sujeción del suspensorio, y la punta, húmeda, se aprieta contra el abdomen de Izuku, atrapada entre este y el borde elástico de la tela. Con la palma de la mano, aprovechando la humedad del líquido preseminal de Izuku, Katsuki le frota la punta, justo en el sensible punto donde se une la piel del glande a este, que sabe que es la zona preferida de Izuku en las caricias cuando se la chupa.

El culo de Izuku se aprieta rítmicamente alrededor de su lengua, acompañando cada uno de los chorros de semen que se derraman en la palma de la mano de Katsuki, abundantes a pesar de que no hace más de unas horas ya han follado. Los gritos de Izuku llenan el vestuario, alentando a Katsuki a seguir penetrándolo con la lengua sin parar, hasta que se interrumpen, sustituidos por agotados jadeos.

—Kacchan… —lloriquea. Katsuki se separa de su culo, con un último beso en el dilatado agujero, que se contrae una vez más, y se levanta.

—Tienes un culo muy sabroso, Deku —susurra con voz ronca en su oído. Con una mano busca las muñecas de Izuku y las sujeta, juntas, por encima de la cabeza de este, obligándolo a apoyar todo su peso en la mejilla que tiene sobre la taquilla de metal. Con la otra, lleva el semen que ha recogido de la corrida de Izuku a su culo, utilizándolo para completar la humedad de la saliva, insuficiente para la penetración por sí sola—. ¿Ves? Te dije que no nos iba a hacer falta lubricante.

—Kacchan es genial —gime Izuku entre suspiros, empujando el culo hacia atrás, demandante, deseoso de que Katsuki alcance su orgasmo también.

Katsuki se baja el pantalón y el suspensorio lo justo para liberar su polla y guiarla hasta el agujero de Izuku, que este relaja para recibirlo. Empuja. Está tan distendido tras habérselo comido que, aunque resbala poco, apenas lo que el semen permite antes de empezar a secarse, la punta entra del tirón, haciendo que Izuku de un gritito más. Ahora, Katsuki usa ambas manos para sujetar las muñecas de Izuku, aplastadas contra la taquilla, sobre su cabeza.

De un empujón, se mete completamente dentro de Izuku. Después, adopta un ritmo regular, entrando y saliendo dentro de él, dejándose llevar por el orgasmo sin pensar hasta correrse con un secos gruñidos y golpes secos que Izuku aguanta, estoico. Exhausto, Katsuki se queda quieto dentro de él, lo más profundamente que puede, y deja las manos de Izuku libres. Bajo él, este se retuerce, buscando su boca para darle un beso. Está a punto de negarse, pero la mirada desafiante de Izuku le hace reír entre dientes, recordando sus propias palabras, y lo besa, dejándole probar su sabor salado.

—Me encantan los besos de Kacchan —susurra cuando se separan. La polla de Katsuki ha empezado a perder fuerza dentro del culo de Izuku, que se ajusta poco a poco a su forma.

—¿Necesitas que te ayude a llegar otra vez? —pregunta Katsuki, que sabe que es imposible que a Izuku le haya dado lugar a correrse, pero este niega con la cabeza.

—Estoy bien. Me bastó con los besos de Kacchan —le asegura este—. Además, me gusta que te corras dentro de mí, aunque yo ya haya llegado.

—Lo sé, nerd —murmura Katsuki.

—Sólo… ¿puedes quedarte dentro de mí un poco más? —ruega Izuku—. Sé que tenemos que ducharnos y cambiarnos, y que vamos a llegar tarde a la comida, pero…

—Lo sé —repite Katsuki, que comprende la necesidad de Izuku.

Porque él también la siente. La intimidad de los besos compartidos, de las caricias intercambiadas, de la sinceridad y la confianza entre ellos, de sus lenguas rozándose entre ellas, de la polla de Katsuki atrapada dentro de Izuku, de los labios rozando el borde fruncido y sensible del culo.

La del pene de Katsuki, ya perdida la erección, deslizándose fuera del culo de Izuku. La del suspiro satisfecho y complacido de este. La de los dedos de Katsuki repasando el ano de su novio cariñosamente, cerciorándose de que no ha sido demasiado brusco. La de sus labios rozando de nuevo el pequeño agujero, sin importarle el sabor de su semen mezclado con el de Izuku en ellos, deslizándose dentro de su boca cuando lame con la lengua. La de la boca de Izuku, demandándole un beso acto seguido, queriendo compartir esa intimidad.

Una forma de amor, como cuando Izuku le lanza sin protestar una pelota tras otra para batear. Como cuando Katsuki conduce para que Izuku no tenga que hacerlo, porque no le gusta. O cuando cocina para él, incluso aunque no le toque, o limpia la cocina a pesar de que es responsabilidad de Izuku y la ha dejado hecha un desastre tratando de probar una nueva receta de bizcocho. Como al abrazarse en la cama tras un duro día de patrulla, acompasando sus respiraciones.

Intimidad.

Katsuki no puede pedir nada más en su vida.