TÍMIDAMENTE DULCE
Pareja: Ginny Weasley / Luna Lovegood
Ginny estaba la mar de feliz.
Hoy se cumplía un año de relación con Luna y se sentía la mujer más afortunada del mundo.
Dos años antes, cuando su relación con Harry terminó, se sintió triste por un tiempo, pero al final se dio cuenta que Harry tenía razón. Estar solo como amigos era lo mejor para ellos. Se querían, se atraían físicamente, pero no había esa "chispa", si hubiesen seguido juntos lo más probable es que hubieran terminado por odiarse. Acabar esa relación más pronto que tarde fue lo mejor que pudieron hacer para su amistad.
Poco tiempo después, Ginny se dió cuenta que sus sentimientos hacia su mejor amiga, Luna habían mudado de solo amistad a algo más; algo que podía ser maravilloso si se atrevía.
Tomó todo el valor que tenía y como buena Gryffindor dio el primer paso, dejando claro que sí la rubia no sentía lo mismo por ella, seguiría apreciandola, aunque tal vez tomaste un poco de distancia para poder poner en orden sus sentimientos.
Afortunadamente Luna le correspondió.
La rubia le dijo que ella sentía por Ginny más que una amistad desde antes que iniciara su relación con Harry, pero como la veía muy enamorada y feliz con él decidió guardarse esos sentimientos para sí misma, pues la quería demasiado y era mejor tenerla como amiga a no tenerla en absoluto.
Fua así que comenzaron a salir.
Para sus amigos fue una gran sorpresa, pues Ginny nunca antes había manifestado atracción por otra chica, pero lo aceptaron rápidamente. La felicidad de ellas era lo más importante al fin y al cabo.
Ahora para celebrar su primer año juntas, quería que dieran ese gran paso.
Lo primero sería… hablar con Harry para que le ayude a organizarlo todo. Y tenía que ser con él específicamente ya que sería el único con el que se podía reunir sin que Luna sospeche nada. Que no sospeche era fundamental o todo se arruinaría.
El gran día ya estaba aquí y lo primero serían las felicitaciones. Desde temprano fue al apartamento de su pareja para desearle un gran día en el trabajo y recordarle que tenían una cena muy especial.
La cena fue fabulosa, como lo deben de ser en los aniversarios. Pero lo verdaderamente interesante llegó cuando ambas estuvieron en el apartamento de la pelirroja.
Besos castos se esparcieron por el cuello de ambas, que lucían espléndidos vestidos. Luna llevaba uno vaporoso color celeste que la hacía parecer flotar. Ginny por su parte tenía un vestido entallado color negro con escote de corazón que constrastaba con su piel clara llena de pecas.
Cuando llegaron a la habitación ya se habían desecho de sus zapatos y tenían el cabello algo desarreglado, pero seguian completamente vestidas.
Ginny se separó para que la rubia pudiera apreciar el decorado del lugar. Velas aromáticas estaban por todo el lugar y en la cama había un enorme corazón hecho de pétalos de rosas. En el centro de éste una cajita que se destacaba.
Ginny se acercó a tomar la caja y cuando la tuvo en sus manos se arrodilló frente a su pareja.
—Luna, eres lo mejor que me ha pasado en esta vida y estoy segura que en las pasadas también. Incluso antes de que fuéramos pareja ya eras parte muy importante en mi vida y desde que estamos juntas todo ha ido para mejor. No puedo concebir mi vida sin ti a mi lado. Me harías el honor de convertirte en mi esposa.
Todo esto lo dijo casi en un susurro, pero se escuchó perfectamente. La rubia, que estaba derramando lágrimas desde el instante en qué su pareja se arrodilló, asintió con la cabeza y ayudó a su novia a ponerse de pié para poder abrazarla y besarla. Después de unos minutos se separaron y se miraron con todo el amor que se tenían.
—Tu has sido siempre mi luz, desde el momento en que te conocí. Claro que quiero compartir mi el resto de mi vida contigo y si es posible todas las vidas que vienen.
Se volvieron afundir en un beso no sin antes que la pelirroja pudiera poner con manos temblorosas el anillo en el dedo anular de su pareja era sencillo con un zafiro en el centro, sin muchas decoraciones, pues es lo que le gustaba a su rubia.
Trasladaron sus besos y caricias a la cama, dónde la ropa desapareció y pudieron explorarse con más maestría. Experimentando el placer en las manos y lenguas que tanto se conocían. El clímax las alcanzó y continuaron con su ritual de amor.
No fue hasta bien entrada la madrugada cuando ambas cayeron rendidas y con una sonrisa en la cara, pues sabían que al despertar estarían iniciando está nueva etapa juntas.
NOTA:
Esto es meterme en terrenos desconocidos... mi primer femslah.
No sé si lo he hecho bien pero me ha gustado el resultado, espero que a ustedes también.
