Separadores que encontrarás en esta historia:
OOOOO - Concluye la introducción.
FFFFF - Cuando se narra un flashback o algo relacionado con el pasado de un personaje.
PPPPP - Cambio de escena. Ya sea que los mismos personajes estén en un ambiente diferente o que se relate una situación distinta, con otros personajes y en otro lugar.
SSSSS - Un personaje está soñando.
Final imaginario del siglo XIX
En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 108 trozos de inocencia perdidos.
OOOOO
FFFFF
-¡Tú puedes, Megumi! - le gritó Rin, sentada bajo la sombra de un gran árbol, acompañada por Kikyo y Susan.
-¡Si! ¡Gánale al gruñón! - agregó Alan, parado detrás de la chica pelirroja.
-¡Cuando termine con ella, ustedes serán los próximos! ¡Traidores! - advirtió InuYasha, teniendo su largo cabello negro, atado en forma de cola de caballo.
En cuanto su maestra, la generala Klaud Nine, le dio la señal para comenzar otro enfrentamiento contra Megumi; quien hace apenas unos días, recuperó la mayor movilidad en su cuerpo, debido al coma, saltó disparado de la hierba, abalanzándose un par de veces con su espada de madera.
Ella, asustada e inquieta, hacía lo posible por bloquear sus ataques. Pero era tan feroz y agresivo que, una vez más, la había tirado de nuevo sobre las flores, apartándole su espada de madera y señalándola con la suya.
-¡JA! ¡Sí que eres patética! - gritó InuYasha, mirándola enojado. - ¡Han pasado 2 semanas desde que comenzamos con esto y aún no te atreves a atacarme!
Megumi lo vio entristecida. No tenía ninguna excusa para justificar su error. Un segundo después, el joven le quitó de encima su espada de madera y le dio la espalda.
-Deberías rendirte.
Sin embargo, antes de que pudiera avanzar, Kikyo lo sorprendió, llevándole a la guardiana la espada de madera que él se había encargado de hacer volar.
-Tú puedes. - le dijo con gentileza, agachándose a su altura para dársela en sus manos.
Y como si su energía arrebatada le hubiera sido devuelta, solo porque sí, Megumi la tomó y se puso de pie junto a Kikyo.
-¿Quieres intentarlo de nuevo? - preguntó la generala Klaud, presenciando aquello con curiosidad. La menor asintió. Por ello, Kikyo volvió con Susan y los demás, sentándose bajo la sombra del gran árbol. - ¡Comiencen! - exclamó la mujer, logrando que ambos se movieran de un lado a otro.
Si había algo que Megumi debía reconocerle a InuYasha, era que podía ser bastante preciso, al momento de analizar las habilidades de otros. Las suyas eran ineficientes. Y estaba en lo cierto al reclamarle por ello. Sin embargo, con la gran responsabilidad que Neah le había dejado sobre los hombros, le era imposible tirar la toalla.
El Hanyou se dio cuenta de esto, percibiendo un tremendo cambio en su estilo de pelea, cuando consiguió que las espadas de madera chocaran entre sí. Susan, aunque estaba emocionada por presenciar aquel momento, también se preguntaba...
¿Por qué su hermana cambió tan repentinamente de actitud?
Finalmente, ambos se enfrentaban como si su lucha fuera de vida o muerte. Si InuYasha atacaba a Megumi, ella podía defenderse sin problemas, para luego, devolverle un ataque más fuerte.
-Papá... - pensó, recordando la sonrisa de Neah, sin dejar de golpear la espada del Hanyou con la suya. - ¡Dame la fuerza que necesito para vencerlo!
Entonces, cuando finalmente encontró una abertura en la defensa del muchacho, lo tiró al piso y amenazó su rostro con su espada. Para InuYasha, aquel movimiento no había sido normal. Mucho menos, con sus ojos castaños volviéndose de color ámbar, por un pequeño instante.
FFFFF
-Estás vivo... - aferrándose al abrigo rojo del Hanyou, Megumi no podía parar de llorar. - ...cuando vi la terrible herida que Kikyo tenía... pensé lo peor... y creí que estabas muerto.
InuYasha, al verla tan devastada, no se atrevió a preguntarle a qué se refería con lo de Kikyo. Ya que, lo último que recordaba, era que lo había traicionado. Sellándolo por 47 años, en un árbol sagrado perdido de Japón. Pronto podría salir de sus dudas. Por ahora, lo único que le interesaba, era abrazarla. Reconfortarla para que se alejara del mar de tristeza que tanto la sofocaba.
No obstante, justo cuando sus brazos la rodearon, ambos escucharon como un par de objetos caían al piso, obligándolos a separarse y a ver con unas muecas lo espantado que estaba Allen.
PPPPP
-Ay... - sentada en la cama de su habitación, Kagome no paraba de suspirar, acostándose boca arriba para ver el techo. - ¿Cómo se supone que le explicaré a mi familia que me volví una delincuente?
FFFFF
-A partir de ese momento, mi padre decidió que la orden oscura ya no sería una organización apoyada por el vaticano. Trabajaría desde las sombras. Y para que las personas comunes no se vieran involucradas en la nueva recolección de la inocencia, se esparcirían rumores que causarían terror.
-Ya veo... con eso evitaría que se repitiera el desastre de la luna roja.
FFFFF
-¿Luna roja? - murmuró con dudas, cerrando un momento sus ojos castaños.
-¡BESTIA MAÑOSA!
De repente, escuchó un grito de Allen en el pasillo. Se levantó de la cama y corrió hacia la puerta de su cuarto, abriéndola de un solo movimiento para ver lo que sucedía.
-¡Apenas es una niña, eres igual o peor que el maestro! - exclamó enojado, tomando a la joven de los hombros para apartarla de su compañero.
-¡¿Te quieres calmar, enano del demonio?! - cuestionó el Hanyou, gruñendo y acortando la distancia entre ellos. - ¡No es lo que parece!
-¡I-I-InuYasha tiene razón! - dijo Megumi, soltándose del agarre de Allen para interponerse entre ellos. - ¡A-Además, cuando lo conocí, él ya estaba comprometido!
-¡¿QUÉ?!
Al escuchar otras voces, haciendo eco con la de Allen, los jóvenes voltearon al lado izquierdo del pasillo, encontrándose con Kagome y Lenalee, quien también había salido de su habitación al escuchar el alboroto hecho por el muchacho de cabello blanco.
PPPPP
Dentro de la habitación de Megumi, los cinco se sentaron en el piso, con Timcanpy volando en círculos. Allen, Lenalee y Kagome no podían creer las difíciles experiencias que Megumi había tenido durante su vida. Mucho menos, que InuYasha, al igual que ella, también fuera un Exorcista, cuya apariencia y tiempo de vida quedaron alterados por estar sellado en un árbol sagrado.
-Después de que el general Cross me rescatara y me llevara al hogar de su maestra, desperté luego de unos días y pasé un mes recuperándome. - dijo la guardiana, concluyendo con su relato, para luego voltear hacia InuYasha. - Él nunca me comentó que estabas vivo. Tampoco que seguías buscando los trozos de inocencia con un nuevo compañero.
-Tal vez no quiso agobiarte con tanta información. - dijo seriamente. - Sabiendo que te habías quedado atrapada por 50 años en ese sello y que la orden oscura estaba destruida, yo hubiera hecho lo mismo.
-Si... supongo. - habló cabizbaja, antes de cruzarse de brazos y contemplar en silencio a Allen.
Viéndolo mejor, podía jurar que él era el pequeño niño que había visto en su sueño, caminando al lado de Mana Walker. Lo que no podía entender era...
¿Por qué le había puesto un trozo de inocencia y un cubo negro en su corazón?
-¿P-Pasa algo? - preguntó el joven, sintiendo sus ojos castaños sobre él.
Avergonzada, Megumi volteó a todas partes, hasta que, a su lado izquierdo, encontró su mochila, tomándola en sus brazos.
-¡G-Gracias por traerme mis cosas! - exclamó, soltando una risita nerviosa.
-Bueno, hay que ir a descansar. - habló Lenalee, poniéndose de pie. - Puede que mi hermano nos dé nuevas misiones mañana.
-¡I-InuYasha! - al escuchar aquello, Allen lo llamó en medio de un ataque de pánico. - ¡No le entregamos la pintura a Hevlaska!
-¡JA! - exclamó con una mueca. - ¡¿Y de quién es la culpa?!
-¡TUYA, POR SUPUESTO!
Las chicas los vieron con una gotita de sudor bajando por sus cabezas.
PPPPP
-Lo lamento, muchachos. - unos minutos después, InuYasha y Allen bajaron por el ascensor triangular, encontrándose con Hevlaska. - Este objeto no contiene inocencia.
-Genial. - se quejó el Hanyou. - Todo para nada.
-¿Eso incluye el secuestro de Kagome?
En cuanto terminó la interrogante, la cabeza de Allen fue golpeada por el puño derecho de su compañero, dejándolo arrodillado en el piso con mucho dolor.
-Lo que si tenía... - agregó la guardiana de la inocencia, llamando de nuevo su atención. - era esto.
Sobre sus zarcillos, se encontraba un objeto que nunca antes habían visto.
-¿Un cubo rojo? - preguntó InuYasha, tomándolo entre sus dedos.
-Por favor, entréguenselo a Russell para que lo analice. - pidió Hevlaska.
Ambos asintieron y bajaron la palanca del ascensor para subir.
PPPPP
-¡R-R-R-ROAAAAD-TA-TAMA!
Mientras tanto, en una pequeña aldea, ubicada al oeste de Japón, una niña de puntiagudo cabello morado, piel oscura y ojos color ámbar, parada sobre el techo de una cabaña descuidada, miraba atenta como los Akuma acaban con las personas que habitaban ahí.
Sin embargo, al escuchar de lejos la voz de la sombrilla rosada del Conde del milenio, no le quedó más opción que girarse, mostrando un poco de decepción en su rostro.
-¿Dónde estabas, Lero? - interrogó, llevándose las manos por detrás de la espalda. - Acabas de perderte el mejor espectáculo que hemos hecho en décadas. - añadió con una gran sonrisa, mostrándole la masacre hecha por las creaciones de su padre.
-¡E-E-E-ESA CHICA...! - exclamó alterado. - ¡L-L-LA GUARDIANA DIMENSIONAL...! ¡E-E-ESTÁ VIVA!
Al escuchar aquello, la joven se quedó callada... hasta que soltó una sonora y retumbante carcajada. Tan larga y enfermiza como para preocupar al paraguas.
-Finalmente podré desquitarme por la muerte de Skin Boric.
PPPPP
FFFFF
-Es mi destino morir a manos del Conde del milenio. Cuando eso suceda, busca a la nieta de Inu no Taisho, tal y como te lo dijo el general Cross, y entrégale este rosario blanco.
-¡No lo permitiré! ¡Tú misma le entregarás el rosario a la nieta del comandante bestia, porque ese día vas a estar conmigo! ¡Te lo aseguro!
-Querida hermana. ¿Sabes porque no tengo miedo de que el Conde del milenio se apodere de mi cuerpo y mi alma? Porque, sin importar lo que pase, confío en que podrás salvarme.
FFFFF
2 días después, en el mismo campo abierto donde solía enfrentarse con InuYasha, Megumi pasó con cuidado entre las flores, hasta llegar al enorme árbol que, su hermana y sus amigos, habían usado alguna vez para sentarse y observar su progreso. Una vez que la sombra bañó su silueta, sacó del interior de su antiguo uniforme de Exorcista las dos cruces de madera que Jean había tallado gentilmente para ella.
Mientras las clavaba en la tierra, no podía evitar recordar momentos que pasó al lado de Susan y Alan. Con su hermana menor, reía y se emocionaba al obtener un nuevo trozo de inocencia. Con su mejor amigo... si bien, al principio todo era risas y entrenamiento, su relación se distorsionó, luego de que ella despertara del coma.
La boda con Susan estaba cerca. Y de ninguna manera podía permitir que el muchacho se pasara de listo, queriendo casarse con su hermana, pero con su corazón latiendo realmente por ella. Él jamás pudo aceptar que dejara de hablarle. Por eso, cada que podía, la arrinconaba y le pedía a gritos que admitiera que lo seguía amando.
Que, si lo hacía, abandonaría a Susan y huiría con ella del despiadado mundo de los Exorcistas y los Akuma. Era imposible. Una locura. Jamás podría dejar de lado lo que, con tanto sacrificio, Neah le entregó. Sus poderes, su misión pendiente, una nueva oportunidad de vivir.
-¡Megumi!
Mientras rezaba por las almas de Susan y Alan, escuchó con claridad el llamado de Allen, quien corría hacia ella por el campo abierto. El viento que rodeaba el lugar, levantaba sus cabellos blancos y la larga capa de su gabardina de ladrón. Al llegar a su lado, lo primero que hizo el joven, fue apoyarse sobre sus rodillas, ya que la había estado buscando por casi toda la orden oscura. Temiendo, incluso, que uno de los raros experimentos de Komui la hubiese conducido a un lugar sin salida. Afortunadamente, el señor Reever la había visto salir, antes de encaminarse a un pasillo cercano.
-¡Qué bueno que te encuentro! - comentó con una sonrisa, jadeando aún por lo cansado que se sentía. - Komui necesita... - entonces, sus ojos gris plateado voltearon hacia las cruces.
FFFFF
-Antes de transportarme a otra dimensión, vi como el Conde del milenio transformó a mi hermana menor en un Akuma. Obligándola a llevar en su cuerpo, el alma de su prometido muerto.
FFFFF
-Son... - musitó atónito.
Ella asintió. Se sentó sobre la hierba e hizo un ademán para pedirle que se sentara a su lado izquierdo. Él obedeció, doblando sus rodillas y colocando sus puños sobre estas.
-Cuando usé la sangre divina con el cuerpo de ese Akuma... lo único que quedó de él fueron sus cenizas. - explicó, palpando la tierra sobre los pequeños objetos. - Ojala estas cruces... sean suficientes para que mi hermana y Alan sepan que los sigo recordando.
Allen la observó en silencio unos segundos, antes de voltear hacia las cruces.
-Lo saben. - comentó de pronto, llamando la atención de la guardiana. - Ten por seguro que así es. Y que, con cada día que honres su memoria, se sentirán más felices.
Megumi lo vio pasmada, sin saber qué decir. Detrás de ella, sorprendida de igual forma, se encontraba el alma de Susan Hoshino. Aquel día que su hermana por fin pudo culminar con la vida del Akuma que la tenía atrapada, se había unido a su corazón, siguiéndola a donde quiera que iba.
O, quedándose a su lado cuando necesitaba descansar. Con una cálida sonrisa en su rostro, colocó su mano derecha sobre el hombro de su hermana mayor. Ella pareció sentirla. Ya que, por alguna razón, volteó hacia allí.
-¡Allen! ¡Megumi!
De repente, escucharon la voz de un muchacho en la distancia, por lo que se giraron al mismo tiempo. Lavi, junto a Umiko Yamana, les hacían señales para que volvieran a la orden oscura.
PPPPP
-¡Finalmente tendrán sus primeras misiones! - anunció Komui, sentado detrás de su escritorio y teniendo en frente a Megumi y a Kagome, quien se había presentado a la oficina, acompañada por InuYasha y Lenalee.
-Partirán en dos equipos a dos países diferentes. - prosiguió Reever, mostrando un mapa del continente Europeo, en una proyección holográfica. - Megumi, Lavi, Umiko y Bookman, irán a Alemania a investigar el extraño fenómeno de una ciudad.
-¿Cómo? - preguntó Lavi, con sus manos detrás de su cuello. - ¿No iremos a un museo? - a su lado derecho, la joven de largo cabello purpura asintió un par de veces.
-Este caso es similar a la estatua que Lenalee y Umiko buscaron en Suecia. - explicó Komui. - Si bien, la mayor parte de los trozos de inocencia se encuentra en los museos del mundo, tampoco descartamos la posibilidad de que algunos de estos, se desviaron de su verdadero destino y terminaron varados en lugares diferentes.
-Según el reporte de los buscadores, el trozo de inocencia se encuentra en un antiguo reloj. - comentó Reever, poniendo unos papeles que tenía sobre el escritorio, mostrando fotografías de un local de antigüedades. - Por desgracia, hace poco, alguien lo compró y no sabemos a dónde fue a parar.
-¡Entendido y anotado! - exclamó el pelirrojo, sonriendo con los papeles en sus manos.
-Por otra parte, Kagome, Lenalee, InuYasha y Allen, se dirigirán a un bosque a las afueras de Rumania. - prosiguió el líder de los ladrones, cambiando la imagen de la pantalla holográfica con un botón. - En ese sitio, se cuenta la leyenda de una horrible bestia que secuestra a la gente y se la come.
-Q-Qué miedo... - susurró la joven de cabello negro, teniendo la frente azul.
-¡JA! ¿Por qué te asustas tanto? - preguntó InuYasha, parado detrás suyo. - Vas a estar con nosotros, así que no tienes nada qué temer.
-InuYasha tiene razón. - dijo Lenalee, tomando el respaldo de una silla y agachándose a su lado izquierdo. - Somos tus compañeros y haremos todo lo posible por protegerte.
Kagome asintió. Aunque se sentía nerviosa y preocupada por lo que iban a hacer, y porque no estaba segura si realmente podría serles de utilidad, decidió confiar en sus palabras.
-¡Bien! - exclamó Komui, levantando sus pulgares.- ¡Buena suerte!
Fin del capítulo.
