Capítulo 29

—Para… —dijo con la respiración tan entrecortada que casi sonó como un jadeo más. Sin embargo, sintió como su mano se detenía al instante. Aún sobre su sexo, dejó de moverse—. Por favor… No puedo hacerlo. —Esta vez su voz sonó rozando el llanto. Y él, petrificado, subió la mano hasta que ambas, colocadas a los lados de su cabeza, enmarcaron su rostro.

—¿Qué ocurre? ¿Te he hecho daño? —le dijo él preocupado, cauto.

No se atrevía ni a mirarlo, estaba tan avergonzada, tan confusa, tan rota, que todas las emociones vapuleaban su cuerpo y su mente, devastándola. Sacudió la cabeza y, apoyando los codos en el colchón, se arrastró hacia arriba para poner distancia con él. No podía pensar si seguía bajo su cuerpo, a pocos centímetros de su piel. Cuando él vio lo que pretendía, él mismo se apartó, quedándose de pie, junto a la cama.

Ella buscó rápidamente con qué cubrirse, aferró la colcha y se la echó por encima con manos temblorosas. En realidad, toda ella tiritaba, como si al ser privada del calor del cuerpo masculino se hubiese quedado helada. Aún seguía con el rostro girado, cubierto con su cabello que ocultaba el remolino de emociones que la devastaban en ese momento, y las lágrimas que amenazaban con delatarla.

—Sakura, ¿qué pasa? Habla conmigo —le pidió él. Su tono era neutro, con un matiz tenso, pero envuelto en una calma que no supo si agradecer o no.

—No puedo seguir. No puedo hacerlo. Esto tiene que terminar aquí. Todo tiene que terminar aquí. Lo siento tanto… Yo no quería que esto pasara. — Alzó la mirada y lo encaró. A pesar de que el gesto la destrozaba, él merecía que ella se lo contara todo. Aunque no sabía cómo iba a decírselo—. Quiero que sepas…, necesito que sepas, que jamás pensé que tú y yo… Jamás pensé que esto pudiera pasar. Nunca fue parte del plan. Yo solo quería ayudar…

—¿Plan? ¿Qué plan? —Uchiha dio un paso atrás y ladeó la cabeza mientras entornaba los ojos hasta convertirlos en dos líneas recelosas. Su rostro había mutado al instante, al escuchar la palabra. La calidez empezaba a abandonar su mirada y algo más frío y siniestro empezó a sustituirla.

Sakura tragó saliva y se arrebujó aún más bajo la colcha. El temblor de su cuerpo aumentó mientras el corazón amenazaba con rompérsele en el pecho. Respiraba a tanta velocidad que temió desmayarse en ese momento. Pero había dado el paso, y no era una cobarde. Tenía que decirle la verdad.

—De veras, lo siento. Te lo voy a contar todo… Lo tenía que haber hecho hace tiempo. El primer día, en realidad, cuando me di cuenta de que era una auténtica locura. Pero luego pasó lo de la caída y… No sé… Empecé a descubrirte, las cosas cambiaron…

—¿Qué plan? —repitió él. Y su tono ya era gélido, cortante, hiriente.

Sakura suspiró. Él no quería escuchar lo arrepentida que estaba, ni por qué había sido incapaz de decirle la verdad, mientras se enamoraba de él. No quería saber lo que significaba para ella, ni lo mucho que lo echaría de menos. No quería ver su dolor, solo su traición. Y ella simplemente… lo merecía.

—Chiyo y yo…

—Chiyo y tú… —la instó él cuando vio que se detenía para tragar saliva. El plan no había sido suyo, pero no iba a dejar a la pobre Chiyo sola en eso. Ella había sido tan culpable como su ayudante, al aceptar involucrarse en aquella locura.

—Bueno… Nos conocimos en la feria.

Los párpados de Uchiha se abrieron ligeramente, quizás por la sorpresa de descubrir que no era su tía, pero volvieron a casi cerrarse para regresar a su expresión escamada.

—Fue justo después de la discusión que tuvisteis. Ella descubrió que yo no era solo una fan, y que había ido allí con el propósito de hablar contigo, para hacerte una oferta.

Durante un momento creyó que él iba a decirle algo, pero al ver que solo apretaba las mandíbulas, continuó.

—Quiero que sepas que en cuanto te diga la verdad, me iré. No tendrás que volver a verme nunca más. Denúnciame a mi jefa, a las autoridades, a quien quieras, apechugaré con las consecuencias que, sin duda, merezco. Pero Chiyo te aprecia de verdad. Solo quería ayudarte…

—Deja de preocuparte por Chiyo, y mejor hazlo por ti. De ella ya me ocuparé yo, cuando sea el momento.

Sakura volvió a tragar saliva. Sabía que no les haría daño ni a ella ni a la mujer que había sido su asistente los últimos cinco años, pero su mirada era tan cruda y enajenada que helaba la sangre en las venas. Cerró los ojos con fuerza un momento, para infundirse valor. Sus siguientes palabras acabarían con todo. Con lo que había pasado entre ellos, con la complicidad, con sus momentos de tensión, con las risas, con las charlas, con los besos… Todo desaparecería de su vida y para siempre. También lo haría su carrera y su futuro, pero curiosamente eso era lo que menos le preocupaba en ese momento. Solo que al abrir de nuevo los ojos y enlazar su mirada con la de él, sería la última vez que podría hacerlo. Y con su declaración iba a dictar la sentencia.

—No soy bibliotecaria, sino agente literaria, en la agencia de Tsunade Senju.

Nada más pronunciar las palabras, el aire abandonó sus pulmones con alivio, pero este vino aderezado con el sabor amargo de la pérdida. Quiso apartar la mirada, avergonzada, pero merecía ver su dolor al sentirse traicionado, una vez más. Lo merecía porque ese era el mayor de los castigos que ella podía recibir, ver la decepción en sus ojos. Saber que lo había perdido inexorablemente.

Pero la expresión pétrea no mutó un ápice. No dijo una palabra. Cruzó los fuertes brazos sobre su pecho, sin dejar de mirarla de aquella forma que la hacía sentir cada vez más pequeña, más vulnerable. Esperó un minuto, dos, tres… contando cada segundo, cada fracción de los mismos, esperando su estallido, pero este no se produjo. Entonces lo vio con claridad.

Iba a torturarla.

Le iba a hacer pagar con silencio, indiferencia y ese odio contenido su engaño, su traición. Iba a llevarla al límite de la cordura y acabar con lo que quedase de ella, desechándola como si fuera basura. Así era al menos como se sentía ella después de haber hecho que él se abriese, que le contase cosas íntimas, que le revelase su dolor, sabiendo que ella misma lo estaba traicionando.

Se arrastró por la cama, dispuesta a sacrificarse. Con la escasa dignidad que le proporcionaba estar cubierta parcialmente con la colcha, consiguió ponerse en pie ante él. A un paso de su cuerpo, lo que hizo que tuviera que alzar la vista mucho para encararlo.

—Está bien, castígame. ¿Es lo que quieres? ¿Por eso no dices nada? ¿Vas a torturarme, a hacerme pagar por mis pecados? Lo merezco… —Él mantuvo su postura inquebrantable, haciendo que ella se rompiese cada vez más. Bajó el rostro cuando sintió que las lágrimas empezaban a escapar de sus ojos, azuzadas por la desesperación. Su cuerpo empezó a agitarse, y sintiendo que un nudo empezaba a atenazarle la garganta, antes de que este la ahogara, le imploró—: ¡Grítame! ¡Di algo! —Con el puño cerrado golpeó su pecho, sin fuerza, abatida —. ¡Haz algo, por favor! —le dijo justo antes de romper abiertamente a llorar.

Y él lo hizo, se inclinó sobre ella, y Sakura cerró los ojos con fuerza, no sabiendo qué esperar. Y entonces sintió que la tomaba en brazos y se la echaba al hombro, como si fuese un saco de patatas. La sorpresa hizo que pegase un grito, al verse de repente rebotando sobre su hombro. La colcha se había abierto y tenía toda la espalda y el trasero descubiertos, junto al rostro de Uchiha. Sintió de repente su palma grande aferrarlo con decisión, y sus ojos se agrandaron adquiriendo toda su capacidad de expresión. Le había suplicado que la castigara, ¿e iba a azotarla? Estaba perdida, definitiva y absolutamente perdida.