Las seis (veinte, de hecho) etapas de la separación
Sumario: Dicen que hay seis etapas que debes vivir tras separarte de alguien a quien amabas. Pero las de Draco incluyen a su enemigo y de pronto todo es un poco confuso.
Género: Hurt/comfort. Romance (lento).
Claves: Drarry/Harco, sexto año. Voldy ya no está, digamos que le han ganando en el Ministerio en quinto año. Puedes llorar, pero hay final feliz.
Disclaimer: la última vez que revisé, HP todavía le pertenecía a la Innombrable.
Etapa 16: Estabilidad
Draco estaba acostumbrado a una rutina bastante específica para la semana de compras de los útiles escolares. Comenzaba por encargar con antelación algunos de sus materiales que requerían (según los estándares Malfoy) ser personalizados, como su uniforme de Quidditch, sus túnicas y sus plumas. Luego dedicaba un día a cada tienda, porque no podía apresurarse con sus compras. Todo necesitaba estar bien organizado, ser contado más de una vez y tenía que llevarse un extra de cada elemento de la lista.
En este proceso, solía caminar con la espalda bien recta detrás de su padre. Su madre no disfrutaba de las compras previas al colegio, le traían malos recuerdos relacionados a su familia en que él siempre prefirió no indagar. Lucius, en cambio, realizaba la misma rutina que solía tener con su padre.
Esto significaba que Draco guardaba silencio si no se le hablaba directamente, que su padre preguntaría por algunas cosas y otras las decidiría él sin cuestiones de por medio. No corría por ahí, no curioseaba, a veces había que ocuparse de encargos que tenía su padre y era mejor que no tocase nada que no debía ser tocado.
Él nunca vio esto como algo extraño. De hecho, era lo normal cuando iba con su padre a cualquier parte. Lucius le enseñó lo que su padre le enseñó a él antes, que era lo único que sabía y podía enseñarle a alguien más.
Nunca se preguntaron si era normal que Draco, inquieto como era en casa, pasase tanto tiempo en silencio detrás de él, que lo corrigiese extendiendo el bastón frente a su rostro para frenarlo cuando su comportamiento se "salía" de las normas que tenían o que con una sola palabra de su voz, Draco, incluso de pequeño, se diese la vuelta y corriese hacia donde estaba.
¿No eran así todos los niños con su padre?
Así fue Lucius con el suyo también. Si había algo malo en esto, no podía definirlo con exactitud. Sus padres no sabían hasta qué punto se equivocaron con él, ni el mismo Draco lo sabía. Sólo que por mucho que evitaron las peores partes de sus crianzas, por mucho que se alejaron de los peores daños causados por sus propios padres, todavía se equivocaron con él, eso seguro.
Siempre recordaba ver la forma en que otros niños se comportaban cuando él caminaba detrás de su padre, imitando su postura, y preguntarse por qué eran tan diferentes a él. Pero no porque le molestase.
Nunca le molestó caminar detrás de su padre. Sólo que ya estaba mayor. Ya no era un niño que pudiese centrar la mirada en su espalda y no observar el resto del mundo, siguiendo sus pasos como si no hubiese otra manera de andar.
Esta era una experiencia muy extraña para él y se sentía completamente perdido. Se salía de su rutina. Desconocía cómo funcionaba esto, y por más que le preguntaba a Harry, este sólo se reía y le decía que ellos no tenían un itinerario.
Ellos sólo se movían y buscaban sus cosas. Y a veces hacían pausas y comían, se distraían y Merlín sabría qué más.
Draco no podía entenderlo. Harry lo notaba, le sonreía y le hacía una pregunta para distraerlo, pero la sensación de estar desorientado no se iba del todo.
Ahora que eran mayores de edad en el mundo mágico, se esperaba que fuesen capaces de conseguir sus propios útiles sin ningún inconveniente.
Draco no tenía ni idea de qué les hacía creer que cumplir la mayoría de edad los volvía de repente "aptos" para lo que fuese. Él no se sentía "apto" para algo para lo que no hubiese sido apto meses atrás. No percibía ese supuesto gran cambio en el paso a la adultez, sólo estaba perdido. Muy perdido.
Por lo menos no era el único. Hermione caminaba adelante del grupo, llevando del brazo a una aturdida Pansy que nunca se había movido por el Callejón Diagón sin su madre y su padre a cada lado. Blaise, que jamás había comprado sus materiales sin tener la mano de su madre en el hombro o verla detrás de él cada vez que se volteaba, todavía no sabía ni qué debía buscar primero.
A pesar de que Ron y Hermione parecían ser más independientes y preparados en este sentido, al final era sólo eso: que lo parecían. No quería decir que lo fuesen.
Aunque estaban acostumbrados a buscar sus propios útiles dentro de las tiendas y reunirse con sus familiares después, todavía se perdían. Se metieron en el callejón incorrecto, no encontraron una tienda que se suponía que era de las más fáciles de hallar por su tamaño, a Ron se le olvidó meter uno de los libros y tuvo que regresar corriendo, Hermione cometió un error con el cambio de dinero muggle al mágico y estuvo estupefacta durante largo rato, porque llevaba años haciendo esos cambios con sus padres sin ningún problema y se suponía que sabía hacerlo.
El grupo de cinco "adultos" de diecisiete años estaba a medio camino de tener una crisis colectiva, mientras Harry metía otra pluma en el viejo caldero que usaba a manera de cesta y comprobaba su lista de nuevo.
Draco tomó una decisión que le sonó muy inteligente y Slytherin de su parte: se pegó al único que sí tenía alguna mínima idea de lo que estaba sucediendo.
Harry lo observó de reojo, sonrió y se fijó en el caldero que Draco sostenía.
—¿También te falta un libro?
¿Le faltaba un libro? Draco contempló su caldero como si no llevase seis años usándolos en clase y no supiese qué era, haciendo reír al otro.
—Cálmate un poco —Harry le puso una mano en el costado de la cabeza—, están demasiado agitados hoy.
—Mis días de compras nunca han sido así —argumentó Draco. Sonaba tonto, al menos él creía que sonaba tonto, pero era la verdad y sería peor que dijese que le hacía falta que su padre decidiese a qué tienda entraban—. ¿Por qué tú estás tan tranquilo?
Harry sólo se encogió de hombros y metió un par de plumas extras en el caldero de Draco, mascullando algo sobre que debía recordar que siempre se le dañaban.
—Ventaja de no tener padres, supongo.
Como Draco lo observó con claro horror, Harry se burló de él y negó. Le hizo un gesto para que lo siguiese y Draco se apresuró a ponerse a su lado.
—Tuve a Hagrid cuando estaba más perdido y los Weasley siempre revoloteaban a mi alrededor por si necesitaba algo, y se los agradezco muchísimo, no te imaginas cuánto, pero al final…era yo recogiendo mis libros, era yo averiguando cómo usar el cambio de dinero y parado en la tienda de túnicas esperando que terminasen las medidas para marcharme, mientras otros niños sabían que sus padres iban a ir por ellos en cualquier momento.
Harry se detuvo frente a los estantes de envases de tinta. Recogió dos con la misma mano, comprobó que no se abrían y los metió a su caldero. Repitió el procedimiento para poner dos más en el de Draco, que no se había dado cuenta de que todavía no agarraba uno.
Estaba bastante avergonzado por su propia actitud y Harry debió notarlo, porque siguió hablándole en voz baja y con suavidad.
—Deja de preocuparte tanto. Vas bien. No es malo haber dependido de tus padres si estaban ahí para ti, Draco. Literalmente es para eso que deben estar ahí.
Draco apretó el agarre en el caldero y asintió, aunque todavía se sentía estúpido e inmaduro.
El peso de la palabra "adulto" le parecía más de lo que estaba listo para soportar.
¿No debería saber qué hacer ahora?
Lo "sabía" cuando estaba pequeño y bastaba con preguntarle a los adultos que sí sabían.
¿O sus padres siempre estuvieron igual de perdidos y sólo era él que no se daba cuenta?
Harry vio que estaba a mitad de una batalla interna y le quitó el caldero de las manos. Draco parpadeó varias veces y recibió el suyo a cambio.
Había una clara diferencia entre ambos calderos. Uno estaba lleno y con una lista donde todo, a excepción de las nuevas túnicas, ya fue tachado. El otro no.
—¿A dónde quieres ir ahora? Hermione debe estar teniendo una crisis en el banco por su error de cálculo y Pansy sin entender nada y Ron ya debería haber encontrado el libro que le faltaba, si es que Blaise y él no se perdieron en el camino…
—¿Por qué me das tu caldero, Harry? —balbuceó Draco.
—Ah, ya recogiste todo —Harry apenas le dio un vistazo, sonriendo. Agitó el caldero que llevaba, el que era de Draco—. A mí me falta. ¿Me acompañas mientras termino?
—Tú ya habías terminado.
Draco no comprendía nada.
—A mí me parece que no —Harry observó su caldero con bastante solemnidad—, aquí falta otro libro y…
—Dame mi estúpido caldero, Potter. No es posible que yo no pueda hacer algo tan sencillo como recoger todo de una estúpida lista y-
—No te enojes —Harry puso el caldero tras su espalda cuando Draco intentó tomarlo—. Calma. Para.
—¡Dámelo!
—¡Draco!
Como elevó un poco la voz, Draco se detuvo de mala gana porque no quería llamar la atención. Había intentado de nuevo tomar su caldero y eso hizo que estuviese casi por completo pegado a él cuando paró.
Le frunció el ceño.
—Calma —repitió Harry suavemente—. Es seguir una lista, claro que puedes hacerlo. Pero no tienes que aprender a hacer las cosas solo hoy. Calma. ¿Por qué no te quedas con ese caldero y me acompañas mientras termino de llenar el otro?
Draco apretó la mandíbula.
—No soy un niñito inútil.
—¿Yo dije que lo fueses? —Harry arqueó las cejas.
—No, pero-
—No, no hay "peros", yo no dije que lo fueses —Entonces sí que le frunció el ceño—. No pasa nada si algo se te hace difícil o necesitas acostumbrarte, Draco. Hay cosas que tú haces mejor que yo y cosas que yo ni siquiera sé hacer y tú sí. Si yo hago esto mejor, ¿por qué no te puedo ayudar a ti a hacerlo? ¿En qué parte de todo esto estoy insinuando que seas "inútil"?
Draco frunció el ceño de nuevo y miró alrededor. Esta tienda estaba casi vacía y había un par de estantes cerca, por lo que nadie debía verlos con esta tonta "discusión".
—Draco —llamó Harry. Sabía que quería que parase de evitar su mirada.
—¡Es que es una tontería que me ponga ansioso por esto! —se quejó Draco en tono agudo.
—No importa. Te pone ansioso y ya. Compremos juntos para que sea más fácil —razonó Harry, ofreciéndole su mano libre—. Anda, sigamos. Todavía falta y seguramente tendremos que buscar al resto.
Draco tragó en seco y empujó hacia abajo el orgullo y la rabia o acabaría consumiéndose la cabeza con pensamientos absurdos sobre sí mismo.
—Pero te ayudo con lo que falta…
—Claro, estamos haciéndolo juntos.
Al oír esta respuesta, sí que tomó su mano. Hubo algo bastante tranquilizador en el gesto, como si no pudiese salir tan mal después de eso.
—Vamos a volver a la librería —indicó Harry—. ¿A dónde quieres ir después?
Caminó un paso por delante entre los estantes, pero se pusieron lado a lado al alcanzar la caja.
—La tienda de túnicas —murmuró Draco—. Siempre me tardo mucho allí…
Harry asintió.
—Tal vez el resto estén menos perdidos cuando tengamos las túnicas.
Abandonaron el local del mismo modo: hablando, lado a lado, con la mano de Harry alrededor de la suya. No hizo ningún ademán de soltarlo. No parecía que le importase.
Draco tampoco le dijo algo al respecto.
