Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Notas: Esta es una colección de drabbles sin relación entre sí que decidí escribir como colaboración al SNSmonth2022. Tendrá pequeñas historias tanto Narusasu como Sasunaru, y en cada capítulo indicaré las respectivas advertencias y si es SN o NS.
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Prompt 12: One and only (-)
Advertencias: Esta es la continuación del fic de ayer. Reencarnación, reencuentros.
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Los sueños se detuvieron.
Ya habían pasado más de tres semanas y sus noches eran pacíficas y tranquilas.
Supuso que, al llegar a la escena de su muerte, eso era todo. Ya vio todo lo que pudo de aquella vida extraña y fantástica, que no concordaba con ninguna época registrada en la historia humana, pero que estaba seguro fue tan real como lo eran los sentimientos que se albergaban en su pecho.
Lo único que realmente lamentaba era no poder volver a ver aquellos ojos, tan claros como el mismo cielo.
No importa el tiempo y el espacio, voy a encontrarte.
Inició su rutina como de costumbre.
Tomó un baño, desayunó, se arregló para salir y dejó el apartamento que compartía con su familia.
Era fin de semana, así que no llevaba el uniforme de su escuela secundaria. Simplemente tenía ganas de salir a caminar un rato, despejar la mente.
Anduvo por el parque, sus manos resguardadas en los bolsillos del pantalón negro que llevaba puesto. Observó algunas aves volar sobre él, perros corriendo hacia sus dueños, niños jugando a lo lejos, sus risas resonando en sus oídos. Miró al cielo, las nubes tan blancas como la misma nieve.
A veces se preguntaba si habría más personas cómo él, con recuerdos de vidas que no pertenecían ni a este tiempo ni a este universo. Tal vez habría personas con respuestas a las miles de preguntas que se formulaba diariamente. Pero, ¿cómo encontrarlas? No podía ir por ahí preguntándole a cualquiera, lo tomarían por loco. Tendría que conformarse con lo que él mismo podía hacer, a pesar de ya haber agotado las opciones.
Buscó en internet, en las bibliotecas, en las tiendas de libros antiguos… Y siempre se encontró con las manos vacías.
Sus pies lo llevaron hasta más profundo dentro de la ciudad, a una zona comercial. Decenas de tiendas de diferentes tipos y centenares de personas yendo de un sitio a otro. Era natural que estuviera tan lleno de gente, era domingo al fin y al cabo.
Siguió con su camino sin reparar en nada en particular, hasta que se detuvo frente a una tienda de cerámica donde algo llamó su atención. Una preciosa pieza esculpida en arcilla y pintada a mano, con pequeños y cuidadosos detalles cubriéndola de pies a cabeza. Pero no fue el jarrón lo que lo dirigió hacia el establecimiento, sino la persona que cuidadosamente lo colocaba en el escaparate.
Su respiración se detuvo al reconocer sus facciones al instante, mucho más jóvenes que la última vez que tuvo la oportunidad de ver dicho rostro.
El chico, al sentirse observado, giró el rostro en su dirección. Parpadeó confundido al principio, pero luego sus ojos se abrieron como platos y se apoyó contra la ventana de vidrio que los separaba con ambas manos, incrédulo ante lo que estaba justo frente a él.
Sus ojos eran tan brillantes como los recordaba, una infinidad de emociones navegando entre ellos, la sensación tan intensa que hizo que le temblaran las rodillas.
Apresurado, el rubio se dirigió casi a tropezones hacia la salida, casi con desesperación. Pronto lo vio salir por la puerta, el suave tintineo de una campanilla llegando a sus oídos cuando la puerta volvió a cerrarse.
En un segundo, estaban frente a frente, y sus manos le picaban por tocarlo, su boca le temblaba por hablarle.
—Eres tú. —incluso su voz era exactamente igual a la de sus sueños. — ¿No es así? Sí eres tú. —pidió ansioso su confirmación, algo cercano a la esperanza asomándose en su mirar.
— ¿Tú también… puedes reconocerme? —fue todo lo que pudo decir.
Entonces el rubio sonrió, y pudo notar como un par de lágrimas rebeldes se deslizaban por sus mejillas.
—Lo sabía. ¡Lo sabía! —exclamó, emocionado. —No estoy completamente seguro de quién eres, pero sé que he estado buscándote toda mi vida.
Sasuke se quedó incrédulo al escucharlo.
Él también había tenido esos extraños sueños, él también conocía el extraño pasado que habían compartido juntos, de alguna manera.
El desconocido, si es que podía llamarlo así realmente, tomó sus manos y les dio un apretón. Su toque era cálido, reconfortante y familiar. Podría reconocerlo en cualquier lugar.
Era único.
No. Era su único.
—Te encontré. —susurró. —No puedo creerlo, por muchos años creí que todo era solo mi imaginación, pero… Todo lo que siento es tan real. —comenzó a hablar casi de manera inconsciente, sin pensar en lo extrañas que podrían sonar sus palabras para una persona que apenas acababa de conocer. —Sabía que todos esos sentimientos no podían ser solo parte de una alucinación, sabía que tenías que ser real. Tenías que estar en algún lugar y solo era cuestión de tiempo para…—respiró profundamente, emocionado. —Dime que tú también lo sientes.
Sus ojos podrían consumirlo completo, de eso Sasuke estaba seguro.
Sin sentirse capaz de responder debidamente, asintió con la cabeza, apretando levemente el agarre de sus manos. Justo entonces, el dulce toque desapareció, y Sasuke estuvo a punto de extrañarlo de no ser porque pronto su cuerpo se vio envuelto en un cálido abrazo. El tiempo se detuvo, y Sasuke finalmente sintió que encontraba el lugar al que pertenecía.
Cuando al fin se separaron, el rubio volvió a sonreírle.
—Me llamo Naruto.
Oh, sí. No le había preguntado su nombre aún.
—Sasuke.
Te amaré en cada vida y en cada universo.
Es una promesa.
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