Nota: Espero q les guste mi giratiempo. Los personajes pertenecen a J.K. Rowling, así como algunas ideas (el amor entre Harry y Cho, por ej.). Van a tener q imaginar una parte de lo q pasó en los libros 5 y 6. Gracias, Hermione es una genia.
Eran las vacaciones de verano, y Harry Potter estaba desayunando junto a su padrino y Arabella Figg, la esposa de Sirius.
- Sirius, ¿puede venir Cho este fin de semana? Dale, que después en Hogwarts no la voy a ver, porque ya terminó la secundaria.- Preguntó
Harry, que se estaba sirviendo unas tostadas y, como vago que estaba por la adolescencia, estaba tirando la mitad de la mermelada
para las tostadas arriba de la mesa.
- Ah... Harry, ¿no puedes estar dos días sin verla?- Le contestó Sirius. Miró el desastre que hacía Harry - Sos lo peor que
vi en mi vida, vas a dejar la mesa roja de la cantidad de mermeladas, dulces, y cosas que tirás en el desayuno.
- Dejalo, querido. -Dijo Arabella limpiando la mesa - ¿Harry, querés que se quede en el cuarto al lado del tuyo?
- Bueno... sí. Se supone que no la quiero al lado de ustedes, ¿no? Va a seguir su ejemplo y tratar de que seamos una pareja
tan cursi como ustedes dos.
- Si querés que venga, con más respeto, ¡eh! -Bromeó Sirius. Arabella se rió del comentario, pero dijo:
- Bueno, mandale una lechuza y preguntale si viene, que después la pasamos a buscar.
- Me parece que soy bastante grandecito como para poder ir solo a buscarla. -Dijo Harry con la mirada que les ponía siempre
cuando lo trataban como a un nene. La verdad es que ya estaba bastante grande, estaba alto y había sacado músculo ejercitando
con Sirius, que cuando apareció Peter Pettigrew (Gracias a su actual esposa) y quedó libre, aprovechó para "reconstruirse"
y poder conquistar a Arabella (la hija de la señora que vivía cerca de Harry) de vuelta (ya habían sido novios).
Harry y Cho habían empezado a salir en el quinto curso, cuando en un baile Harry le confesó lo que sentía. Por suerte,
le salió todo bien. Luego de habérselo dicho, ella le dijo que también lo amaba, y, al lado del lago, se unieron en un beso.
- Listo -contestó Harry- Le voy a mandar a Hedwig ahora mismo -Tan feliz y apurado estaba, (recordando que hubiera sido de
él si se hubiera quedado con los Dursley, que casi les agarra un infarto cuando Harry llegó con Sirius para avisarles que
se iba a vivir con él.) que cuando se levantó, tiró la silla y la tostada, al fin cubierta de mermelada, haciendo más lío en
la mesa. Al llegar a su cuarto, se sentó en el escritorio, y agarró un par de pergaminos y una pluma. Desde que vivía con
Sirius, todo lo que sea sobre la magia había mejorado, en especial su cuarto. Ahora lo tenía bien dispuesto, con todas las
cosas necesarias en el mundo mágico. Incluso tenía una chimenea con un tarrito de polvos flú arriba de ésta. Tenía todas
las paredes recubiertas de posters sobre equipos de quidditch, grupos de rock magos, fotos mágicas de él con Sirius y
Arabella, con Ron, Hermione, Cho, Víctor Krum, y todos sus amigos del colegio.
Al mirar una de las fotos pensó que también podría mandarle una carta a Ron y Hermione que probablemente estarían juntos
en la casa de Ron. A Harry no le molestaba, ya que se habían visto cuando él los invitó a pasar una semana en su casa, y,
además, la pareja quería estar sola, al igual que Harry y Cho.
Su carta era así:
Querida Cho:
¿Cómo estás? Espero que bien. Te extraño, ¿vos no? En realidad te mandaba esta carta para decirte si querías venir
a casa este fin de semana. Te voy a extrañar mucho en Hogwarts ahora que no vas a estar, así que quiero verte antes de tener
que ir. ¿Qué te parece la idea? Avisame si venís que te paso a buscar. Te puedo mostrar unas de esas películas muggles en
un cine, que es donde las pasan, ¿Venís? Espero que sí..
Te ama,
Harry.
PD: Mandale un saludo a tus viejos y decile que te vamos a cuidar bien, ja, ja.
Al terminarla la ató a la pata de Hedwig y la soltó. En ese momento, tocaron a la puerta:
- Pasa -dijo Harry.
- Perdón, pero quería preguntarte si venías a jugar un partido de quidditch en el jardín.- Era Sirius.
- Luego voy, quiero escribir otra carta. ¡Ah! ¿Me prestás tu lechuza?
- Bueno, está bien. Cuando quieras, bajá, que Ara y yo vamos a estar haciendo unos informes en el comedor.
- OK. Gracias y ¡Chau! -Contestó Harry, cerrándole la puerta.
Luego de mandar las cartas, bajó a jugar al quidditch (habían hecho un hechizo para poder jugar sin que los muggles los
vieran) y estuvo haciendo unos cálculos para Aritmacia, ya que, gracias a Hermione, Ron y él se habían anotado.
Después de cenar, ya muy cansado, subió a su cuarto y se acostó a leer. Al rato se quedó dormido en un sueño intranquilo.
Tenía visiones que no eran muy definidas. Veía manchas doradas y verdes, junto con ojos rojos que lo miraban desde las
profundidades de algo. También escuchaba, muy bajo, casi sin hablar unos silbidos en pársel, que no entendía.
Pero de repente, algo frío mojó sus pies. Se levantó sobresaltado y descubrió que estaba metido hasta las rodillas en
la pileta de la parte trasera.
Eran las vacaciones de verano, y Harry Potter estaba desayunando junto a su padrino y Arabella Figg, la esposa de Sirius.
- Sirius, ¿puede venir Cho este fin de semana? Dale, que después en Hogwarts no la voy a ver, porque ya terminó la secundaria.- Preguntó
Harry, que se estaba sirviendo unas tostadas y, como vago que estaba por la adolescencia, estaba tirando la mitad de la mermelada
para las tostadas arriba de la mesa.
- Ah... Harry, ¿no puedes estar dos días sin verla?- Le contestó Sirius. Miró el desastre que hacía Harry - Sos lo peor que
vi en mi vida, vas a dejar la mesa roja de la cantidad de mermeladas, dulces, y cosas que tirás en el desayuno.
- Dejalo, querido. -Dijo Arabella limpiando la mesa - ¿Harry, querés que se quede en el cuarto al lado del tuyo?
- Bueno... sí. Se supone que no la quiero al lado de ustedes, ¿no? Va a seguir su ejemplo y tratar de que seamos una pareja
tan cursi como ustedes dos.
- Si querés que venga, con más respeto, ¡eh! -Bromeó Sirius. Arabella se rió del comentario, pero dijo:
- Bueno, mandale una lechuza y preguntale si viene, que después la pasamos a buscar.
- Me parece que soy bastante grandecito como para poder ir solo a buscarla. -Dijo Harry con la mirada que les ponía siempre
cuando lo trataban como a un nene. La verdad es que ya estaba bastante grande, estaba alto y había sacado músculo ejercitando
con Sirius, que cuando apareció Peter Pettigrew (Gracias a su actual esposa) y quedó libre, aprovechó para "reconstruirse"
y poder conquistar a Arabella (la hija de la señora que vivía cerca de Harry) de vuelta (ya habían sido novios).
Harry y Cho habían empezado a salir en el quinto curso, cuando en un baile Harry le confesó lo que sentía. Por suerte,
le salió todo bien. Luego de habérselo dicho, ella le dijo que también lo amaba, y, al lado del lago, se unieron en un beso.
- Listo -contestó Harry- Le voy a mandar a Hedwig ahora mismo -Tan feliz y apurado estaba, (recordando que hubiera sido de
él si se hubiera quedado con los Dursley, que casi les agarra un infarto cuando Harry llegó con Sirius para avisarles que
se iba a vivir con él.) que cuando se levantó, tiró la silla y la tostada, al fin cubierta de mermelada, haciendo más lío en
la mesa. Al llegar a su cuarto, se sentó en el escritorio, y agarró un par de pergaminos y una pluma. Desde que vivía con
Sirius, todo lo que sea sobre la magia había mejorado, en especial su cuarto. Ahora lo tenía bien dispuesto, con todas las
cosas necesarias en el mundo mágico. Incluso tenía una chimenea con un tarrito de polvos flú arriba de ésta. Tenía todas
las paredes recubiertas de posters sobre equipos de quidditch, grupos de rock magos, fotos mágicas de él con Sirius y
Arabella, con Ron, Hermione, Cho, Víctor Krum, y todos sus amigos del colegio.
Al mirar una de las fotos pensó que también podría mandarle una carta a Ron y Hermione que probablemente estarían juntos
en la casa de Ron. A Harry no le molestaba, ya que se habían visto cuando él los invitó a pasar una semana en su casa, y,
además, la pareja quería estar sola, al igual que Harry y Cho.
Su carta era así:
Querida Cho:
¿Cómo estás? Espero que bien. Te extraño, ¿vos no? En realidad te mandaba esta carta para decirte si querías venir
a casa este fin de semana. Te voy a extrañar mucho en Hogwarts ahora que no vas a estar, así que quiero verte antes de tener
que ir. ¿Qué te parece la idea? Avisame si venís que te paso a buscar. Te puedo mostrar unas de esas películas muggles en
un cine, que es donde las pasan, ¿Venís? Espero que sí..
Te ama,
Harry.
PD: Mandale un saludo a tus viejos y decile que te vamos a cuidar bien, ja, ja.
Al terminarla la ató a la pata de Hedwig y la soltó. En ese momento, tocaron a la puerta:
- Pasa -dijo Harry.
- Perdón, pero quería preguntarte si venías a jugar un partido de quidditch en el jardín.- Era Sirius.
- Luego voy, quiero escribir otra carta. ¡Ah! ¿Me prestás tu lechuza?
- Bueno, está bien. Cuando quieras, bajá, que Ara y yo vamos a estar haciendo unos informes en el comedor.
- OK. Gracias y ¡Chau! -Contestó Harry, cerrándole la puerta.
Luego de mandar las cartas, bajó a jugar al quidditch (habían hecho un hechizo para poder jugar sin que los muggles los
vieran) y estuvo haciendo unos cálculos para Aritmacia, ya que, gracias a Hermione, Ron y él se habían anotado.
Después de cenar, ya muy cansado, subió a su cuarto y se acostó a leer. Al rato se quedó dormido en un sueño intranquilo.
Tenía visiones que no eran muy definidas. Veía manchas doradas y verdes, junto con ojos rojos que lo miraban desde las
profundidades de algo. También escuchaba, muy bajo, casi sin hablar unos silbidos en pársel, que no entendía.
Pero de repente, algo frío mojó sus pies. Se levantó sobresaltado y descubrió que estaba metido hasta las rodillas en
la pileta de la parte trasera.
