Por fin tengo unos reviews más (gracias Fleur, minaro: quería hacer algo distinto), así q, (soy buena, eh!) les pongo el
cap. 5. Este capítulo, no sé porq no me gustó para nada. Lo escribí por el personaje q aparece... así q es un poco corto.
Eso sí, para q vean lo generosa q soy, aunq no me dejen un review ni para decir "?" les voy a poner el próximo capítulo,
con las pistas puestas.
Sirius y Arabella llegaron al ministerio a eso de las 7 de la mañana. Se encontraron con todo su grupo, y iniciaron una
sesión para hablar sobre lo que había pasado. Toda la gente empleada del ministerio estaba bastante nerviosa, pero ellos,
los mejores aurores de la década, estaban tranquilos esperando a Mundungus.
Arabella no se podía sacar de la cabeza la expresión de Harry cuando vio la carta que los había llevado hacia la marca
tenebrosa. Esa cara, mitad miedo mitad... ¿qué? Ella por más que se esforzaba todo lo que podía, no lograba descifrar ese
sentimiento.
- Ara... ¿estás ahí? -Sirius la sacó de su ensueño.
- ¿Qué? Ah... No, no pasa nada es que... -En ese momento un barullo recorrió la habitación.
Mundungus había llegado y se sentó en la cabezera de una larga mesa rectangular de madera oscura, en donde todos estaban
sentados.
Luego de una charla muy cansadora, en donde todos quedaron más confundidos que antes (eso significa que no aclararon nada)
Arabella y Sirius se retiraron a la confitería para aprovechar la pausa y desayunar.
Se sentaron en una pequeña mesa de plástico negra, toda manchada de café. Enseguida pareció una bruja vestida con un
jardinero rojo y una camisa a rayas con el logo del lugar, "El descanso de brujos", y limpió toda la mesa, para después tomar
su pedido.
Una vez que recibieron su café y sus bollos, de muy buen aspecto, empezaron a hablar.
- Con el lío que hubo no vamos a poder solucionar nada. -Comentó Sirius.
- Estoy muy cansada, y no se puede debatir de esa forma, tenés razón. -le contestó su esposa, reprimiendo un bostezo.- Esperame
un segundo, tengo que ir al baño.
Arabella se levantó y entró en un cuarto pequeño. Se ubicó junto a un grifo y se lavó la cara. Se observó en el espejo,
viendo un rostro preocupado. Unas pequeñas arrugas se le habían formado en su frente y tenía ojeras. Sin embargo, sus grandes
ojos celestes parecían atentos a cualquier detalle. Antes de salir, se retocó en maquillaje y se peinó el largo pelo colorado
oscuro, con tono castaño. Ese color le gustaba mucho, iba bien con su cara.
- ¿Te pasa algo? -le preguntó Sirius cuando ella volvió.
- No sé... me siento preocupada por Harry. -al haber dicho esto, su esposo puso cara de sorpresa.- Ya sé que te preguntarás
por qué, pero me pareció muy extraño cómo se comportó anoche. Tenía un expresión...
- Ara, no te preocupes, debió estar asustado. Después del sueño del otro día. La marca tenebrosa en la casa de enfrente...
- Esto es diferente Sirius. Cuando se durmió yo lo observé y parecía que había estado llorando.
- Humm.. Eso sí que es raro. Deberíamos tratar de hacerlo hablar.
Arabella lo miró con expresión de entendida. Desde que terminó Hogwarts no había podido decidirse, así que estudió dos
carreras, auror y psicóloga de magos. Porque, aunque muchos magos no lo creían, la mente de los muggles era menos complicada
que la de ellos.
- Sirius, no se lo puede obligar, en ese caso se sentiría rodeado y menos que menos va a querer contarlo. Además debe tener
algún tipo de vergüenza para no decirnos que lloró.
- ¡Ah! Perdoname, Freud. -Le contestó Sirius a la vez que se reía.
- Estás tan perdido en el mundo de los grandes como Adán en el día de las madres.
Y continuaron riendo los dos, hasta que sonó una voz que decía: -Todos los llamados anteriormente deberán presentarse de
vuelta en el salón de juntas, repito, todos...
- Se acabó su charla, graciosos. -dijo una voz remotamente conocida por detrás de ellos.
- ¡Remus! -dijo Sirius levantándose y dándole un fuerte abrazo. Al separarse, Lupin volvió a abrazarse, pero esta vez con
Arabella.
- Un año... que récord. -dijo Lupin, acordándose de todas las cartas q se habían mandado, aunque no se habían visto.- Llegué
un poco tarde, ¿no? ¿De qué me perdí?
- ¡Oh! Nada importante... no se ha decidido nada. Ahora vamos a volver a reunirnos para ver que hacemos. -Respondió Sirius,
caminando hacia la sala de reuniones.
Cuando salieron de la reunión, todos estaba un poco más contentos que antes. Habían decidido que responderían con una
carta a través de la lechuza, y en caso de que sea de algún correo, le pusieron un hechizo para que los empleados no
pudieran abrirla.
Al salir del caluroso edificio del ministerio, los tres amigo se sentaron en una confiteria a hablar.
- Y Lupin... ¿qué tal tu vida en Hogwarts?
- Bien, muy bien. Estoy preparando las clases de Artes Oscuras profundas, para aquellos que quieran ser aurores. Estoy
seguro que Harry va a querer incluirse.
- Oh, sí, claro... -dijo distraídamente Arabella, mirando a través de la gran ventana en edificio de enfrente, el Ministerio.
Se quedó mirándolo unos minutos, hasta que muy sorprendida, reconociendo a la persona que había estado observando todo este
tiempo, dijo:
- Sirius... ¿esa no es Petunia Dursley, la tía de Harry?
Una ayudita para el q se preguntó ¿esta loca se volvió más loca o está inventando palabras?
Freud es el inventor del psicoanálisis.
Adán en el día de las madres: dicho usado en Argentina para decir que está muy perdido.
Dejen un review aunq sea para decir q este fanfict es una (m...) porquería. Les acepto cualquier cosa!
cap. 5. Este capítulo, no sé porq no me gustó para nada. Lo escribí por el personaje q aparece... así q es un poco corto.
Eso sí, para q vean lo generosa q soy, aunq no me dejen un review ni para decir "?" les voy a poner el próximo capítulo,
con las pistas puestas.
Sirius y Arabella llegaron al ministerio a eso de las 7 de la mañana. Se encontraron con todo su grupo, y iniciaron una
sesión para hablar sobre lo que había pasado. Toda la gente empleada del ministerio estaba bastante nerviosa, pero ellos,
los mejores aurores de la década, estaban tranquilos esperando a Mundungus.
Arabella no se podía sacar de la cabeza la expresión de Harry cuando vio la carta que los había llevado hacia la marca
tenebrosa. Esa cara, mitad miedo mitad... ¿qué? Ella por más que se esforzaba todo lo que podía, no lograba descifrar ese
sentimiento.
- Ara... ¿estás ahí? -Sirius la sacó de su ensueño.
- ¿Qué? Ah... No, no pasa nada es que... -En ese momento un barullo recorrió la habitación.
Mundungus había llegado y se sentó en la cabezera de una larga mesa rectangular de madera oscura, en donde todos estaban
sentados.
Luego de una charla muy cansadora, en donde todos quedaron más confundidos que antes (eso significa que no aclararon nada)
Arabella y Sirius se retiraron a la confitería para aprovechar la pausa y desayunar.
Se sentaron en una pequeña mesa de plástico negra, toda manchada de café. Enseguida pareció una bruja vestida con un
jardinero rojo y una camisa a rayas con el logo del lugar, "El descanso de brujos", y limpió toda la mesa, para después tomar
su pedido.
Una vez que recibieron su café y sus bollos, de muy buen aspecto, empezaron a hablar.
- Con el lío que hubo no vamos a poder solucionar nada. -Comentó Sirius.
- Estoy muy cansada, y no se puede debatir de esa forma, tenés razón. -le contestó su esposa, reprimiendo un bostezo.- Esperame
un segundo, tengo que ir al baño.
Arabella se levantó y entró en un cuarto pequeño. Se ubicó junto a un grifo y se lavó la cara. Se observó en el espejo,
viendo un rostro preocupado. Unas pequeñas arrugas se le habían formado en su frente y tenía ojeras. Sin embargo, sus grandes
ojos celestes parecían atentos a cualquier detalle. Antes de salir, se retocó en maquillaje y se peinó el largo pelo colorado
oscuro, con tono castaño. Ese color le gustaba mucho, iba bien con su cara.
- ¿Te pasa algo? -le preguntó Sirius cuando ella volvió.
- No sé... me siento preocupada por Harry. -al haber dicho esto, su esposo puso cara de sorpresa.- Ya sé que te preguntarás
por qué, pero me pareció muy extraño cómo se comportó anoche. Tenía un expresión...
- Ara, no te preocupes, debió estar asustado. Después del sueño del otro día. La marca tenebrosa en la casa de enfrente...
- Esto es diferente Sirius. Cuando se durmió yo lo observé y parecía que había estado llorando.
- Humm.. Eso sí que es raro. Deberíamos tratar de hacerlo hablar.
Arabella lo miró con expresión de entendida. Desde que terminó Hogwarts no había podido decidirse, así que estudió dos
carreras, auror y psicóloga de magos. Porque, aunque muchos magos no lo creían, la mente de los muggles era menos complicada
que la de ellos.
- Sirius, no se lo puede obligar, en ese caso se sentiría rodeado y menos que menos va a querer contarlo. Además debe tener
algún tipo de vergüenza para no decirnos que lloró.
- ¡Ah! Perdoname, Freud. -Le contestó Sirius a la vez que se reía.
- Estás tan perdido en el mundo de los grandes como Adán en el día de las madres.
Y continuaron riendo los dos, hasta que sonó una voz que decía: -Todos los llamados anteriormente deberán presentarse de
vuelta en el salón de juntas, repito, todos...
- Se acabó su charla, graciosos. -dijo una voz remotamente conocida por detrás de ellos.
- ¡Remus! -dijo Sirius levantándose y dándole un fuerte abrazo. Al separarse, Lupin volvió a abrazarse, pero esta vez con
Arabella.
- Un año... que récord. -dijo Lupin, acordándose de todas las cartas q se habían mandado, aunque no se habían visto.- Llegué
un poco tarde, ¿no? ¿De qué me perdí?
- ¡Oh! Nada importante... no se ha decidido nada. Ahora vamos a volver a reunirnos para ver que hacemos. -Respondió Sirius,
caminando hacia la sala de reuniones.
Cuando salieron de la reunión, todos estaba un poco más contentos que antes. Habían decidido que responderían con una
carta a través de la lechuza, y en caso de que sea de algún correo, le pusieron un hechizo para que los empleados no
pudieran abrirla.
Al salir del caluroso edificio del ministerio, los tres amigo se sentaron en una confiteria a hablar.
- Y Lupin... ¿qué tal tu vida en Hogwarts?
- Bien, muy bien. Estoy preparando las clases de Artes Oscuras profundas, para aquellos que quieran ser aurores. Estoy
seguro que Harry va a querer incluirse.
- Oh, sí, claro... -dijo distraídamente Arabella, mirando a través de la gran ventana en edificio de enfrente, el Ministerio.
Se quedó mirándolo unos minutos, hasta que muy sorprendida, reconociendo a la persona que había estado observando todo este
tiempo, dijo:
- Sirius... ¿esa no es Petunia Dursley, la tía de Harry?
Una ayudita para el q se preguntó ¿esta loca se volvió más loca o está inventando palabras?
Freud es el inventor del psicoanálisis.
Adán en el día de las madres: dicho usado en Argentina para decir que está muy perdido.
Dejen un review aunq sea para decir q este fanfict es una (m...) porquería. Les acepto cualquier cosa!
