Wanted dead, not alive
1.- Todo empezó por una venganza...
" Sr. Inspector! Me acaban de pasar una orden de parte del Sr. Comisario" Se cuadró un joven moreno tendiendo a su superior un informe
Con un suspiro, el hombre dejó la fotografía que estaba mirando sobre la mesa de su despacho y tomó la hoja, leyéndola cuidadosamente
"Señor... E-esta fotografía... es horrible... --murmuró con un poco de asco mirando el cadáver ensangrentado de la mujer del retrato-- Es suyo el caso...?"
Saitou apartó la vista del informe molesto por la interrupción del policía y le miró fríamente con pequeños ojos dorados "Sí. Y ahora sal de aquí y no vuelvas a molestarme" Le dijo con cortante filo, a lo que el joven se inclinó como reverencia y se marchó de la habitación.
El inspector retomó la lectura, pero sus ojos se posaron de nuevo en la fotografía. La había encontrado hace poco, cuando por orden de sus superiores tuvo que revolver entre unos archivos que por su antiguedad iban a ser desclasificados. Fue casualidad que les echara una ojeada a aquellos que no habían sido resueltos todavía...
Sopló al darse cuenta de que el ver esa imagen, aun después de haber pasado tantos años, le perturbaba. Se concentró unos momentos para olvidar cualquier recuerdo que estuviese volviendo a su mente y regresó su atención a la orden del Comisario.
Unos minutos más tarde la dejó sobre la mesa sorprendido y extrañado al mismo tiempo. No podía creer que su superior le estuviera ordenando aquello...
La puerta de su despacho se abrió de nuevo y un hombre castaño, más joven que él, se acercó hasta su mesa "Ha recibido la orden del Sr. Comisario, Fujita-san?" Preguntó el recién llegado
El otro le miró de arriba a abajo para recordarle lo mal que le caía para asentir momentos después "Estás seguro de que es correcta?"
"Compárela con la mía..." Dijo, y le tendió un informe exactamente igual que el suyo
Saitou sopló de nuevo al comprobar la igualdad de los documentos y, tras unos momentos de rápida reflexión invitó al otro policía a quedarse a hablar con él....
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Tres días después....
Kaoru abrió los ojos lentamente. Todo estaba borroso a su alrededor aunque sabía que había alguien a su lado. Alguien de manos finas y suaves.
No estaba segura de lo que había sucedido. Recordaba estar haciendo sus tareas diarias en el dojo cuando alguien la atrapó por detrás y la puso algo en la cara para no dejarla respirar. Luego se desmayó.
Lo único que sabía de su atacante era que era demasiado grande y musculoso para ser una mujer. Eso, y que llevaba guantes blancos. Al fin su visión comenzó a aclararse y pudo ver quién era la mujer que estaba a su lado. Tenía el cabello oscuro, recogido con un moño atrás de la cabeza, y unos preciosos ojos verdes. Le llamó la atención el kimono que llevaba, era suave, de tela buena. Quien quiera que fuera debía tener bastante dinero...
La mujer sonrió al ver a Kaoru moverse y la acercó un poco de agua en un cuenco para que la bebiera, sabiendo que ayudaría a que se recuperara antes, y luego la tomó de la mano para incorporarla
"Qué tal se encuentra, Kaoru-san?" Preguntó ella con voz tranquila. La propietaria del dojo Kamiya observó a su anfitriona durante unos instantes, contemplando de nuevo su bello kimono y notando que en su mano llevaba una alianza. La serenidad de su rostro, de su mirar, la hizo comprender al instante que era mayor que ella
"Un poco aturdida... Dónde estoy?"
"En mi casa... Espero que mi marido no fuera demasiado brusco al secuestrarla, hay veces que se le pasa la mano..."
Kaoru miró a la mujer con desconfianza. No parecía una secuestradora, desde luego, y rápidamente notó que la había tratado bien; no estaba atada ni herida. Pero no podía entender por qué la habían traído hasta allí, qué podían querer de ella... Y así se lo dijo
La mujer sonrió tristemente "Yo no lo apruebo, Kaoru-san, ojalá no estuviera aquí... Porque no quiero que le pase nada a mi marido... Pero cuando se le mete algo entre ceja y ceja... Es muy cabezota cuando quiere, sabe? De todas formas no tiene de qué preocuparse, nadie va a hacerla nada. Lo único que le agradecería que no intentara escaparse. Sé que es profesora en un dojo, y posiblemente tendríamos una buena pelea pero él se enfadaría y la ataría para que no se pudiera mover..."
Kaoru estaba perpleja y confundida con lo que le estaba contando
"No me he presentado... mi nombre es Tokio, y de nuevo le ruego que no lo intente. Me costó mucho convencerle de que no haría falta atarla..."
"Está bien, Tokio-san... Pero dígame por qué me han traído aquí"
La mujer de ojos verdes agitó lentamente la cabeza "No puedo... Aunque ya le he dicho que no le pasará nada. Le importaría ayudarme a cocinar, Kaoru-san?"
"Ehh... no soy muy buena cocinera. En serio se me da muy mal... Los chicos siempre se están quejando de mi comida..."
"Bueno... siempre hay tiempo de aprender... pero antes tengo que ponerme algo más sencillo, no quiero mancharme..."
De esta forma, ambas mujeres dejaron la habitación que habían compartido y anduvieron por los corredores de la casa. Kaoru miraba todo asombrada por el buen gusto que tenía su "secuestradora" al decorar el lugar. Aunque tenía el estilo tradicional japonés, también había toques modernos en forma de cuadros o muebles. Cuando llegaron a la habitación se quedó realmente impresionada de su tamaño. Realmente la casa debía ser más o menos como el dojo de grande para tener esas separaciones tan enormes...
"No quiero ser impertinente, pero teniendo una casa tan grande... No tiene a nadie que cocine para usted?"
"Cuando trabajaba sí teníamos una sirvienta... Pero ahora que estoy en casa me aburriría mucho si no tuviera nada que hacer. De todas formas una vez a la semana viene una muchachita de tu edad más o menos a limpiar a fondo..."
Al lado de una ventana había una pequeña mesita de madera con un jarrón y justo al lado un caballete que la llamó la atención. Un dibujo a carboncillo de toda la habitación se perfilaba en el papel
"Lo ha hecho usted?" Preguntó maravillada. La escuchó reír suavemente tras el biombo donde se estaba cambiando
"Sí, me alegro de que le guste, pero aún es un boceto... Tengo más dibujos, si los quiere ver están en la carpeta que se apoya en la pared..."
La chica se arrodilló junto a la carpeta indicada y la abrió con mucho cuidado. Dentro había varias láminas de jardines que, según iban pasando se iban haciendo más bonitos. Una lámina de niños jugando la llamó mucho la atención, tanto que le preguntó a Tokio si eran sus hijos, a lo que recibió una respuesta afirmativa
"Se te da muy bien el dibujo, son muy bonitos... ah!" El siguiente dibujo la dejó impresionada
Estaba guardado con mucho cuidado y la técnica parecía otra. Las sombras estaban muy bien conseguidas y el trazo parecía haber sido hecho con una mano firme y segura. En aquél dibujo, Tokio tenía el pelo suelto sobre los hombros y llevaba una hombrera del kimono un poco caído, lo que le daba un toque muy sensual. El detalle era casi perfecto: la expresión en sus ojos, las manos finas con uñas largas, los brillos en el pelo, el bordado del kimono...
"Quién la ha dibujado, Tokio? Es precioso... debe de ser todo un artista"
La mujer salió de detrás del biombo vestida con un kimono mucho más sencillo que el anterior, más parecido al de Kaoru "Como maestro, mi marido es muy estricto, pero dibuja muy bien... Creo que me dijo que le enseñó su madre... Podría ser un gran artista si no le gustara más pelear que otra cosa..."
"En qué trabaja su marido?"
"Es inspector de policía. Qué te parece si dejamos las formalidades a un lado?" Preguntó cambiando de tema
Kaoru se encogió de hombros, pero asintió con una sonrisa.
Tokio se volvió al escuchar pasos familiares acercándose hasta allí. La puerta corredera de papel dejó paso al inspector, que se quedó mirando casi con curiosidad a las dos mujeres
Kaoru le miró con los ojos muy abiertos, y su mandíbula se descolgó hasta casi tocar el suelo, como si hubiera visto algún tipo de aparición. Se volvió entonces a mirar a Tokio con idéntica expresión, preguntándose mentalmente si aquello era una broma de mal gusto o estaba delirando....
"Todo va bien?" Preguntó Saitou con voz llana sin entrar en la habitación. Llevaba puesto su uniforme de policía y aún no se había desprendido de la nihontou, como era habitual al entrar en casa, por lo que supusieron que nada más llegar había ido a buscarlas
"Sí, cariño --comenzó Tokio-- Estaba enseñándole a Kaoru mis dibujos"
El hombre contempló por unos momentos la lámina por la que estaba abierta la carpeta y resopló ligeramente como reproche, sin hacer caso a la expresión que la otra mujer tenía en su cara
"No me digas que te da vergüenza, Hajime..." Sonrió su mujer para picarle, pero el policía no entró en su juego, sólo agitó ligeramente la cabeza
La chica le miró de nuevo aún sin sobreponerse a la sorpresa. El kendoka le pareció imponente... y extrañamente pacifico. No parecía siquiera el mismo policía con buenas maneras que esperó en su dojo hacía ya bastante tiempo. Sus ojos ambar parecían como siempre seguros, aunque calmados, sin malicia, e incluso su voz le pareció más suave de lo normal
"Saitou-san... --comenzó, pero al ver que la voz aún le temblaba un poco paró para tragar saliva-- Por qué... me ha traído aquí? --De pronto sus pensamientos conectaron de forma violenta-- Kenshin!!"
El policía cruzó los brazos sobre su pecho y sonrió ladino "Muy inteligente... Veo que no se te ha pegado la estupidez mental que impera en ese grupo de amigos que tienes"
"No me diga que quiere pelear con él de nuevo! No, por favor, se lo ruego, déjele tranquilo..." La chica comenzó a sollozar y Tokio puso una mano sobre su hombro conciliadora
"Al menos le dirías a Battousai y a sus amigos que estaría bien, no?"
"Apostaría a que el idiota de Sanosuke se está subiendo por las paredes, pero Himura seguro que se lo imagina... Le dije que viniera solo si quería volverla a ver, así que de momento no te pasará nada, Kamiya"
"Hajime, no la asustes..." Le reprochó la mujer frunciendo ligeramente el ceño y frotando la espalda de la chica para que se calmara
Él se encogió de hombros "Sólo digo lo que hay. Los críos llegarán pronto así que..."
"No te preocupes por ello. Anda, ve a cambiarte de ropa, no quiero lavar más uniformes esta semana..."
Sin decir una palabra el hombre cerró la puerta de la habitación y las dos pudieron escuchar el ruido amortiguado de sus pasos sobre el piso.
"Qué.... qué quiere de Kenshin?"
Tokio miró al suelo unos instantes, dudando si contarle o no por qué estaba allí con ellos. Contarle la historia implicaba volver atrás en el tiempo y recordar viejas historias "Hajime tiene una cuenta pendiente con Battousai desde hace muchos años, de cuando la guerra civil... Sabes, él era uno de los capitanes del Shinsengumi y nunca llegaron a acabar sus combates..."
"Sí, algo sé de eso... Kenshin defendía a los patriotas y eso les hacía estar en bandos opuestos..."
La mujer asintió "Battousai era el legendario asesino y todo el mundo quería derrotarle, esa es una de las razones por las que luchaban... Pero no la única. Para mi marido no es sólo cuestión de honor, sino de venganza personal. Intenté convencerle de que debía olvidarlo, ahora que incluso son aliados... Pero no me escuchó... Estoy segura que Battousai ni siquiera lo sabe..."
"Por favor, Tokio, llámale Kenshin. Él ya no es Battousai, odia esa parte de su vida! Dejó de matar hace mucho tiempo... Es bueno, una gran persona... No sé qué le haría a Saitou-san pero estoy segura de que se arrepiente! Yo no quiero verle luchar de nuevo.... tengo miedo de que le pase algo..." Kaoru bajó la mirada, consciente de que sus ojos se estaban humedeciendo. Recordaba perfectamente las palabras de Megumi sobre la salud del samurai, sobre lo que podría pasarle de entablar un combate tan duro de nuevo...
Sintió la mano caliente de Tokio sobre su brazo
"Te entiendo, Kaoru... Yo también estoy asustada... No puedo olvidar quién es Kenshin-san, ni lo mortal de su espada... No quisiera tener que darles a mis hijos la noticia de que su padre..." La mujer se calló y suspiró, agitando ligeramente la cabeza
"Kenshin juró no volver a matar... por eso lleva una sakabatou... --comenzó Kaoru en voz baja-- Pero Saitou-san me ha traído aquí para obligarle a sacar a Battousai como hizo en mi dojo... Y no sé cómo le detendremos entonces..." Sollozó
"No podremos, Kaoru... Sólo somos mujeres, no tenemos nada que hacer contra ellos. Créeme, lo he intentado todo para que esto no llegara a pasar..." La mujer de ojos verdes suspiró
Por suerte un gran alboroto de críos llenó los pasillos y las distrajo. La corredera se abrió bruscamente y tres chiquillos, dos de más o menos la misma edad y uno más pequeño, se colaron en la habitación
"Hola mamá!!" Exclamaron como una tromba
"Mira Kaoru, son Tsutomu, Eiji y Tsuyoshi, mis niños... Eh! Qué os ha pasado a vosotros dos?" Dijo señalando a los más mayores, que tenían raspones y rotos en la ropa además de las típicas manchas que siempre consiguen los niños cuando salen a jugar con sus amigos
"Unos niños de clase se estaban metiendo con Hajime y les dimos una buena paliza..." Dijo Eiji orgulloso, aunque una ligera tos por detrás de ellos hizo que se quedara más blanco que el papel
"Así que de nuevo peleando en la calle... Estáis castigados los tres, por correr por la casa. Y ahora hablaré con vosotros dos" La chica miró de nuevo a la puerta, en la misma situación que hacía un rato, y vio al cabeza de familia en plena autoridad
"Pero papá...!" Comenzó a quejarse Tsutomu, pero una mirada de ojos dorados le hicieron callar. Los tres chavales desfilaron fuera de la habitación sin decir palabra
"Tokio..." Comenzó a decir, pero la mujer agitó la mano sonriente al ver sus ojos brillantes "De acueerdo... Te haremos soba para cenaaar... Pero no te acostumbres!"
Kaoru miró a Tokio sorprendida cuando Saitou se hubo marchado de nuevo. Aquél fiero guerrero estaba casado, tenía hijos, dibujaba como un artista y para colmo su mujer le trataba como si fuera un crío más!
"El lobo fuera de casa no es así, verdad? --preguntó como si leyera sus pensamientos-- La verdad es que me costó amansarle, pero después de todo Hajime es un hombre como otro cualquiera. No es algo demasiado normal, pero aunque no te lo creas también es majo de vez en cuando" Bromeó la mujer intentando quitarle hierro al asunto
"En serio? Ehh.... qué grosera soy, lo siento Tokio, pero después de las veces que le he visto en acción se me hace tan raro de creer... Incluso se me hace raro el que sea su... su..." Se encasquilló la mujer como una escopeta de feria
"Marido. Sí, ya sé que suele actuar como un bastardo... No es que yo lo defienda, pero entiendo que es la forma que tiene de hacer bien su trabajo. Es muy exigente en eso... por mucho que me pese a veces. Bueno, vamos a la cocina, Kaoru... "
