POWERSLAVE

Wanted dead, not alive

2.- Aunque en realidad...

La chica asintió y se levantó siguiendo el ejemplo de la mayor. Anduvieron de nuevo por el pasillo hasta llegar a la cocina, donde se pusieron manos a la obra. Cabe decir que Tokio se lo pasó realmente bien viendo a la joven maestra de kendo trajinar sin éxito entre los pucheros... A pesar de todos los contratiempos la comida les quedó buena, si bien Hajime sintió que había algo diferente en el guiso de su mujer...

Los adultos no hablaron demasiado mientras cenaban, aunque los niños eran un continuo parlar de aquí para allá. Kaoru los miraba y sonreía. Le encantaría poder tener algún día niños suyos en el dojo... Suyos y de Kenshin...

Suspiró. La preocupaba de sobremanera lo que iba a ocurrir allí. Cuando por fin se había hecho a la idea de que el pelirrojo no volvería a luchar, por algún motivo Saitou le retaba a un duelo...

Le extrañaba que después de tanto tiempo el kendoka volviera a las andadas, y más habiendo sido compañeros durante la batalla con Shishio... Qué le habría hecho para que quisiera vengarse tantos años después?

"Himura llegará esta noche --comentó el hombre una vez hubieron acabado-- No quiero que ninguna de las dos aparezcáis mientras... estemos juntos, entendido?"

Tokio asintió y Kaoru se dio cuenta de que los niños no sabían nada de lo que iba a suceder. Tanto mejor para ellos... Los peques se levantaron de la mesa y corrieron a jugar a sus habitaciones

"Queréis que prepare un poco de té?" Preguntó la chica servicial y consciente de que Tokio querría hablar a solas con él antes del combate

"Podrás?"

Ella sonrió "Eso sí se me da bien..." Kaoru se levantó y se fue a hacer lo que había dicho para dejarles intimidad

"Qué tal... la ronda de hoy?" Preguntó para romper un poco el hielo

Saitou se encogió de hombros y se encendió un cigarrillo sin recordar que tenía tajantemente prohibido fumar delante de ella "Nada nuevo..."

"No tienes ganas de hablar, eh?" Suspiró Tokio observando las volutas de humo ascender. Se extrañó de que hubiera olvidado lo mucho que odiaba que fumara en casa, y más estando con ella, pero decidió que tenía cosas más importantes que discutir con él en esos momentos...

"No"

"De veras no puedes evitar el combate? Eso pasó hace mucho tiempo, Hajime... Seguro que Kenshin-san ni lo sabe... Por qué no lo dejas correr?"

"Si hubiera matado a Moe no hablarías así"

"No estás siendo justo, cariño... "

"Esa foto la echó tu padre y se la dio a la policía para que buscasen al asesino que se me escapó aquella noche... Yo soy policía, sé quién es el asesino y le mataré por honor a la promesa que le hice a Mariko" Saitou miró con expresión rígida a la mujer que tenía delante, compitiendo con sus ojos esmeralda

"De qué servirá, de todos modos? Destrozar la vida de Kaoru no resolverá nada"

"Tú eres una mujer y no entiendes de esto, Tokio" Sentenció el hombre acabando su cigarrillo

"Quizás, pero sé que hay cosas más importantes que esa tontería llamada *honor* y el estúpido código del Aku Soku Zan" Tokio se levantó de la mesa sin decir una palabra más y marchó a la cocina con Kaoru, dejándole solo en el comedor

"Hay más cosas en juego que eso..." Murmuró antes de marcharse de allí. El motivo real de aquél combate no era la venganza de Mariko como creía Tokio, sino una de esas tramas que tanto odiaba del gobierno Meiji. Si había algo que le cabreara de sobremanera era esa maldita deslealtad, la facilidad con la que te vendían en esa nueva época... Por eso iba a hacer lo que iba a hacer, sería fiel al antiguo código... tal y como siempre lo era

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La casa estaba en calma cuando Kenshin llegó a la puerta trasera tras atravesar el típico jardín japonés. Puso la mano sobre la empuñadura de la sakabato antes de entrar. El secuestrador no le había dado más pista sobre su identidad que su afiliación al Shinsengumi, por lo que supuso que era algún antiguo miembro buscando la gloria que no pudo tener en el turbulento pasado.

Por mucho que dijera Sanosuke, el rurouni sabía que Kaoru estaba a salvo debido a la moral que regía a la antigua patrulla de sólo matar al enemigo. Y ella era inocente...

Suspiró. Para qué negarlo, no tenía ninguna gana de pelear, aunque por salvar a su querida Kaoru-dono estaba dispuesto a hacer lo que fuera.

Con esta determinación entró en el edificio. La sala tenía buen tamaño a pesar de no ser tan grande como la habitación para entrenamientos del dojo Kamiya, y se veía en las paredes que alguien acostumbraba a ejercitar la espada sobre ellas. Sentado en el suelo, de espaldas a él, ese *alguien* vestido con kimono que asombró a Kenshin cuando se volvió

"Saitou... --murmuró un poco sorprendido. Después de lo de Shishio tenían serias dudas de que hubiera sobrevivido-- Qué haces aquí?"

"Ésta es mi casa, Himura, yo secuestré a la chica Kamiya" El antiguo capitán se levantó y se encaró con el pelirrojo samurai, que se había quedado de piedra ante tal revelación

"Por qué? No lo entiendo, qué quieres de mí? --Kenshin frunció el ceño al ver la nihontou de Saitou brillar fuera de su funda-- Me has traído aquí para luchar?"

"Estás aquí para que yo me cobre venganza de uno de tus asesinatos, y te aseguro que esta vez no habrá nadie que nos detenga" Cuando vio la postura de la famosa Estocada Horizontal comprendió que iba totalmente en serio

El samurai se colocó en posición también aunque sin saber por qué combatían "Qué asesinato, Saitou? De quién estás hablando?"

Pero su pregunta no obtuvo respuesta porque su de nuevo enemigo se había lanzado al ataque como una fiera. Kenshin apenas pudo bloquear la nihontou con la sakabatou y Saitou aprovechó que estaba desequilibrado para darle un fuerte derechazo

El samurai gruñó como queja y anduvo unos pasos hacia atrás sin perder de vista a su adversario, que volvía a la carga una vez más con la espada por delante. Esta vez estaba preparado y los aceros comenzaron a golpearse fieramente en una cadencia muy sonora que atronaba la estancia. Kenshin apretó los dientes; Saitou estaba dando unos mandobles muy potentes a su espada y le costaba contrarrestar su fuerza para no darle ventaja. Esquivó un sablazo dirigido a su cuello, pero no el barrido inmediato.

Gimió cuando su espalda chocó contra la dura tarima, pero no tuvo tiempo de sentir más porque al instante rodó por el suelo para no acabar ensartado en la espada que iba hacia el suelo. Aprovechó el momento de relativa ventaja para golpear con la sakabatou en el lado que quedaba desprotegido.

El golpe lanzó a Saitou aullando contra la pared, pero clavó la espada en el tatami para frenarse. El suelo se rajó con envidiable eficacia aunque el hombre consiguió no chocarse

"Basta ya, Saitou, no quiero pelear contigo" Le dijo Kenshin muy serio incorporándose y guardando la espada en su funda

Hajime se tocó el lateral y sonrió ladino tras limpiarse algo de sangre de sus labios "Entonces tendré que hacerte cambiar de opinión!!" Con un rugido, saltó hacia una de las paredes espada en mano y con un fiero mandoble hizo que una parte de la pared saltara por los aires. Con esto sabía que le estaba provocando para que al fin luchara como debía. No quería matar a Himura, sino a Battousai...

Kaoru gritó de terror desde la otra punta de la habitación al ver a Saitou entrar katana en mano. A pesar de que retrocedió hasta una esquina, el hombre se acercó a ella y la inmovilizó, tomándola por el cabello después "Kenshin!!"

"Kaoru-dono!! Déjala en paz, Saitou!!" Gritó el samurai pelirrojo acercándose corriendo hasta allí

"Eres una chica obediente... No saliste de tu habitación aunque sabías que luchábamos al lado... Muy bien... Ahora muere!" Dio un rápido sablazo al aire, cortando parte de los cabellos de la chica, que cayeron cual lluvia negra sobre su cuerpo desmayado por el susto

"Considérate afortunado de que no la haya matado como hiciste con Mariko"

"No sé de quién me hablas pero te aseguro de que vas a pagar por esto..." Kenshin apretó los dientes al sentir su parte asesina ganando cada vez más fuerza. Era algo innato convertirse en Battousai cuando se batía en duelo con alguno de sus antiguos enemigos del final de Tokugawa... Como si de algún modo su mente regresara a esa época y trajera al hittoriki de vuelta con ella. El samurai odiaba que eso sucediera, no quería recordar el baño de sangre de su juventud... Pero a pesar de todo, el sanguinario era la otra cara de su alma, le gustase o no...

Eso es, Battousai, dame una última pelea antes de matarte con honor... Pensó el Lobo de Mibu atento a todos sus movimientos al ver sus ojos entrecerrados brillando dorados "Recuerdas aquella noche que te perseguí por medio Kyoto? A quién mataste esa noche, Battousai?"

Aquel asalto lo empezaron ambos a un tiempo, lanzándose uno contra otro con furia. Eran un constante ir, golpear y venir, siempre atentos para deflectar la katana del otro. Aquello era como una bella, rápida y mortal coreografía cuyas protagonistas casi hacían saltar chispas al encontrarse

Kenshin, viendo que el enemigo se lanzaba hacia el con intención de ensartarle decidió atacar por detrás usando la técnica del Ryukansen, pero no contaba conque Saitou se sabía el truco. Al verle empezar a girar sobre su espada cual dragón supo que con agacharse a tiempo el samurai habría fallado, y eso fue lo que hizo.

El pelirrojo tragó aire con dolor al sentir el frío acero enemigo clavarse en su brazo izquierdo con gran eficacia "No recuerdas cuando mataste al Ministro de Hacienda Tokugawa, quién era su escolta?" Saitou giró la katana para herir más a Battousai antes de sacarla, y a pesar de que éste saltó hacia atrás rápidamente para evitar ser alcanzado de nuevo no fue suficientemente rápido para evitar que el antiguo capitán le cruzara el pecho de un mandoble

Aún con esas, Kenshin no desfalleció, sino que apretando los dientes intentó una nueva táctica, el Dragón de Tierra.

Una fuerte onda de energía corrió por el tatami reventándolo y forzando al policía a saltar alto para no ser alcanzado. Y eso era justo lo que el samurai estaba esperando

"Ryushousen!!" Gritó saltando mientras tomaba la espada con ambas manos. El Dragón Volador tomó al kendoka desprevenido totalmente y le golpeó fuertemente bajo la mandíbula. El poder del ataque no sólo le dejó dolorosamente sin respiración por unos instantes, sino que además logró que su frente conectara contra el techo de la habitación

Mientras que el pelirrojo cayó perfectamente al suelo, Saitou apenas sí se las apañó para acabar de rodillas y, como estaba aturdido por el golpe no vio la estocada de Battousai hasta que no la detuvo poniendo el diestro entre la sakabatou y su cuello. Al notar el muerdo del filo en su brazo se dio cuenta de que realmente su enemigo se había tomado en serio su provocación...

Sin perder un segundo, la funda de la katana, el doble dragón, rugió desde las manos de Kenshin...

Unos instantes después la puerta de la habitación de Kaoru se abrió. Tokio miró por el hueco de la pared que había practicado Hajime y no le gustó lo que vió. Himura-san resoplaba cansado y tenía varios cortes de diversa profundidad que seguramente hubiera conseguido parando las estocadas de Saitou mientras éste se apoyaba en la pared a la que posiblemente le hubieran lanzado de un golpe. También jadeaba y tenía la mano derecha sobre el lateral que el samurai pelirrojo había vuelto a castigar. Al principio se asustó al ver que resbalaba sangre por su mano, pero se alivió al ver que la herida estaba en el brazo

Frunció el ceño al ver a la chica inconsciente en el suelo, y se arrodilló a su lado, dándose cuenta al instante de que lo único que había sufrido daños era su pelo negro

Saitou pasó el dorso de la mano por su frente para evitar que la sangre que escurría de la brecha sobre su ceja le entorpeciera la visión y elevó la nihontou a la altura de su cabeza sin hacer caso al dolor . Flexionó las piernas una vez más, apuntando al pecho de Kenshin "La recuerdas? La escolta... era mi hermana...!"

"Acabemos de una vez" Por su parte él guardó la sakabatou en su funda y se preparó para el contraataque sin inmutarse por sus palabras

Tokio les observó angustiada mientras acariciaba el pelo de Kaoru. Ambos estaban cansados y heridos, como siempre que luchaban. La única diferencia con los anteriores combates era que éste sí que tendría un final... Apretó los labios sintiendo la tensión en el ambiente. Si tan solo hubiera una forma de detenerles...

Bajo su mano, la chica gimió suavemente y despacio comenzó a abrir los ojos, encontrando sus ojos azules con los verdes de Tokio. Al ver la preocupación pintada en su rostro Kaoru se incorporó rápidamente, y tragó aire al ver el combate

"Tengo que matarte, Himura!!" Rugió Saitou lanzándose con el Gatotsu. Kenshin miró con fríos ojos dorados la punta del arma llegando hasta él y de pronto el vacío estalló en la habitación, enredando al policía en sus hilos. El dragón surgió en forma de sakabato, destrozando el Colmillo del Lobo y lanzando a su dueño por los aires. Si el samurai no hubiera caído de rodillas tras el ataque hubiera podido ver a una mujer conteniendo un grito de horror al taparse la boca con ambas manos

Tras el golpe del Amakakeru Ryu no Hirameki, el inspector cayó boca arriba cuan largo era contra el rasgado tatami casi al mismo tiempo que la punta de su katana se clavaba cerca de él. El pelirrojo jadeaba fuertemente cuando, apoyándose en su espada se incorporó. Aquella técnica requería un gran esfuerzo por su parte, dejándole casi exausto... pero no lo suficiente como para no acabar con el trabajo. A pesar de que todo el cuerpo le dolía Iba a asegurarse de que aquél capitán del Shinsengumi no volviera a acercarse a Kaoru nunca más...

"Kenshin, no!!!!" Gritó Kaoru mientras corría hasta allí y se interponía entre los dos

La sakabatou no se detuvo hasta arañar el pecho de Saitou.

El jadeante policía abrió los ojos alertado por el grito de la mujer. Perfectamente podía ver un hilo rojo bajaba por la hoja curva hasta su pecho, y la expresión paralizada de Kaoru sobre él le dejó casi sin respiración. Kenshin arqueó las cejas y su pulso tembló ligeramente mientras sacaba la katana del kimono de la mujer, que parecía haberse convertido en una estatua

Tras unos angustiosos momentos de tensión la mujer cayó sobre los brazos de Kenshin, incapaz de sujetarse a sí misma

"Kaoru-dono...!" Logró decir tras varios intentos, ya que estaba demasiado conmocionado como para hacer las cosas a la primera. Por su mente se estaban sucediendo imágenes del pasado; una y otra vez veía morir entre sus brazos a la mujer que había amado...

Miró a sus ojos azules y los vió muy abiertos, como si estuviera muy sorprendida. No podía estar muerta, no podía haber matado a su amor de nuevo... No soportaría haber matado de nuevo a aquella a quien había jurado proteger...

Ella tragó saliva y puso una mano temblorosa en la mejilla del samurai "Estoy bien --casi rió-- Estoy bien... sólo es un rasguño..."

Kenshin tragó saliva y la vió sonreír tan hermosa que no pudo hacer sino abrazarla fuertemente y enterrar la cara entre su pelo negro

"Lo... lo siento..." Murmuró el pelirrojo, aunque las palabras en su boca parecían torpes, inútiles. Kaoru sintió lágrimas bajar por sus mejillas al sentir la angustia y el dolor en las palabras del samurai y frotó su espalda suavemente

"Yosh, Kenshin... No pasa nada.... Tú nunca me harías daño..." Susurró Kaoru suavemente en su oído mientras acariciaba su pelo rojizo

La pareja se separó sin brusquedad al escuchar un gran barullo acercándose. De pronto, un buen montón de policías invadieron la estancia en sólo unos segundos

"Debí haberte matado, Himura..." Saitou intentó incorporarse aunque apenas consiguió moverse. Entre jadeos comprobó que los músculos de su cuerpo estaban demasiado doloridos como para permitírselo

"Qué está pasando aquí, Teniente?!" Preguntó Tokio con un tono de voz frío que Kenshin nunca hubiera imaginado pudiera tener la mujer. El aludido, un hombre de la edad del samurai aproximadamente y de pelo castaño, se acercó a ellos

"Quedas detenido, Battousai"

Él le miró con interrogantes ojos malvas "Qué es lo que he hecho, oficial?" A parte de casi acabar con su vida... y con la mía

"Allanamiento de morada, destrozos en la propiedad privada y atacar a un oficial de la policía. Te parece poco?"

"Cuéntale la verdad, Hoji"

"Qué verdad, Goro? Qué está pasando aquí?" Tokio volvió la vista a su marido unos instantes para luego pasar de Kenshin a Hoji

"No ha cumplido con su parte, Fujita-san, no ha matado a Battousai... Ahora será el Gobierno quien lo haga..."

"Por qué quiere el Gobierno matarme, oficial? Yo les ayudé contra Shishio cuando me necesitaron y ellos prometieron dejarme en paz para siempre. Qué he hecho?"

"Los Meijis te consideran peligroso, Himura... Y me encargaron que te apresara para que te ejecutaran como el hitoriki que eras... Son tiempos difíciles... El Gobierno necesita poner al pueblo de su parte para tapar sus errores..."

"Fujita-san acordó conmigo que te retaría a un duelo. El plan era matarte y llevar tu cuerpo ante el Gobierno dando la excusa de que no pudimos reducirte y acabamos contigo"

"Entonces me mentiste! --Exclamó Tokio mirándole con fiereza-- Lo de Mariko era mentira! Cómo pudiste, Fujita?"

"No del todo... --sopló notando que la mujer debía estar muy enfadada para llamarle por el apellido --Pero me pareció mejor que pensaras que todo era cuestión de venganza personal"

Hoji sonrió sacando su sable que, tan europeo era que no llevaba empuñadura de katana "Ya que Fujita-san no puede pelear y Battousai debe de estar muy cansado no tendré demasiados problemas para mataros a todos"

El matrimonio, Kaoru y Kenshin se quedaron muy sorprendidos de sus palabras

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