POWERSLAVE

Wanted dead, not alive

7.- Atando cabos se consiguen... Criminales

Media hora después de que Kaoru abandonara la Comisaría, los viandantes se arremolinaban y cuchicheaban curiosos al ver a tanto policía a caballo por la ciudad. Al ver el coche que iba entre todos ellos, la mayoría pensaron que se trataba de la visita de algún personaje importante y le estaban escoltando a lo grande, aunque los más avispados, que ya habían presenciado desfiles como aquél, se atrevían a aventurar sobre quién iba a ser detenido por el inspector y sus tropas.

Cho se acomodó mejor en el mullido asiento del coche de caballos y echó un rápido vistazo por la ventanilla. A paso ligero estaba convencido de que no tardarían más que unos diez o quince minutos... Pero noo, tenían que ir a paso de tortuga...

A esa velocidad, para cuando quisieran llegar a los almacenes que había en el oeste el grano se habría convertido en harina por sí solo...

Suspiró quedamente. Si había algo que realmente le molestaba era estar tanto tiempo sin hacer nada. Literalmente nada.

Le habría encantado ir sobre un caballo con todos los demás, sintiendo el muerdo del aire fresco en su cara mientras cabalgaban, pero como de costumbre no había podido ser. Miró a su superior domitando en el asiento de enfrente y decidió que prefería pasar un largo rato sin decir palabra para no molestarle que pasar un largo rato sin decir palabra con la constante de sus ojos dorados sobre su persona

No es mal policía... pero se toma las cosas demasiado a pecho... Si yo fuera él de seguro que estaría durmiendo felizmente en un futón calentito con mi guapa mujer al lado... Pensó agitando ligeramente la cabeza.

A través de la cortinilla de la ventana pudo vislumbrar el resplandor de un relámpago, luego otro, y otro... Las nubes que durante todo el día se habían ido acumulando en el cielo parecían haberse decidido a descargar por fin. Cada vez se hacía más corto el tiempo entre rayo y trueno hasta que llegó un momento en que empezó a llover copiosamente sobre ellos

"Sólo es lluvia, jefe..." Dijo lentamente cuando vio a Saitou agitarse en su ligero sueño

Volvió a suspirar. Al parecer su mensaje le había llegado, pues pronto se quedó tranquilo de nuevo. Cho miró por la ventana y sonrió casi divertido viendo a los policías rasos empapándose. Después de todo, aburrirse podía resultar útil a veces...

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"Qué haces aquí, Yahiko?" Preguntó Kaoru al entrar en la clínica y ver a su joven alumno con Kenshin

El niño se encogió de hombros y jugueteó con la sakabatou del samurai "Como siempre, decidieron dejarme en retaguardia...."

La chica le miró sin comprender nada de nada, así que Kenshin procedió a explicarle lo que había ocurrido desde que se marchara a Comisaría

"Bombas, dices?! Pues ellos iban a ir al granero...!" Casi exclamó la kendoka tragando aire

"Por eso se han ido todos para allá..."

"Vamos Yahiko, no te enfades... --sonrió Kenshin ligeramente al ver la cara tan seria del muchacho-- No es que menosprecien tu valía como guerrero, pero comprende que no quieren poner en peligro tu vida"

"Seguro..."

"Además, recuerda cuando tuvimos que defender Kyoto del Juppongatana... Si no te hubieras quedado con nosotros no hubiéramos vencido. Seguro que han pensado en que alguno de los hombres de rojo puedan venir a por Kenshin ahora que está indefenso y querían que alguien se quedara a ayudarme...." Dijo Kaoru siguiendo en la misma linea que el pelirrojo. Se acercó hasta ellos, ya que se había quedado parada en la puerta y se sentó al lado de su amor.

"Mira, por una vez no tendré que preocuparme de que te pase nada..." Bromeó ella palmeando ligeramente su cabeza pelirroja

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Tras casi una hora de tedioso viaje en el que Cho había acabado encontrando entretenimiento en sus queridas katanas, el carruaje se detuvo lentamente. El policía se asomó a la ventana y vio que efectivamente se encontraban en las afueras de la ciudad, ya que los edificios eran bajos y pobres comparados con los que se erguían en el centro

"Vamos jefe, ya hemos llegado..." Dijo de buen humor mientras abría una de las puertecillas. Después de todo el camino que habían tenido que hacer estaba loco por salir fuera aunque lloviese a mares

"Saitou...?" Le volvió a llamar golpeando el carruaje con los nudillos para hacer suficiente ruido y asegurarse esta vez de que le oía

"El sitio parece desierto, esos bastardos deben andar escondidos..." Comentó al ver que su superior abría los ojos lentamente

"Señor, hemos rodeado el edificio" Le informó un joven cadete calado hasta los huesos

Cho se protegió los ojos con una mano para que no le entrara agua mientras miraba hacia el cadete montado a caballo "Tened los ojos muy abiertos, pueden estar tendiéndonos una emboscada"

"Quiero que cojas a dos de tus hombres y que entréis en el granero. Cho y yo estaremos en la puerta por si hay problemas" Ordenó el inspector encendiéndose un cigarrillo aún a pesar de la lluvia. El policía asintió y fue a cumplir órdenes sin demasiados resquemores, ya que confiaba en la habilidad de sus oficiales

"Cón qué has soñado?" Preguntó el Juppongatana mientras andaban hacia la puerta del granero como le habían dicho al joven cadete

"Nunca sueño --le contestó con expresión seria dando una calada-- Bueno, saben de sobra que estamos aquí, así que lo mas probable es que estén esperando detrás de la puerta"

"No se habrán marchado? Me refiero, con el jaleo que hemos armado para venir hasta aquí toda la ciudad se habrá enterado..."

"No. Esta es una buena oportunidad para matarme, no la desaprovecharían... Atento" Susurró entrecerrando los ojos y fijando toda su atención en los tres policías que en ese momento echaban la puerta abajo

Nada.

Desde fuera, en el interior del enorme almacén no se veía un alma. Sacos y cajas sí, es cierto, y también grano sin separar de la paja y una extraña grúa, pero nada más. Cuando el trío iba a entrar Cho les detuvo. Saitou lanzó una mirada inquisitiva a su compañero, pero en vez de hacerle caso se acercó al dintél y lanzó algo dentro

"Una bomba de humo?" Murmuró el Lobo cuando el otro estuvo de nuevo a su lado. El otro policía sonrió ligeramente "Es bueno para estos casos, si hay alguien dentro creerán que hay un incendio"

"Hum. Creo que habrá que ayudar un poco a que eso funcione" Murmuró unos segundos después al ver que nada sucedía. Tomó una cerilla de su cajita, la encendió, prendió la caja y la lanzó sobre uno de los montones de paja que había dentro. Al momento una llamarada iluminó el interior del local

"Eso ya es más creíble..." Comentó sin notar las cejas levantadas de Cho

Pronto se escuchó jaleo dentro del lugar. Algunos hombres de rojo salieron de estampida del granero, yendo a parar a los brazos de los policías que esperaban fuera, mientras que la mayoría se preocupaban por apagar el fuego

Ambos oficiales se acercaron a la puerta de nuevo al esuchar una voz organizando los esfuerzos de los hombres de dentro.

"En qué idioma está hablando? --preguntó Cho-- Parece portugués... aunque no lo es..."

Saitou se encogió de hombros e hizo entrar a sus hombres tras él "No se si entenderéis que estáis detenidos, pero creo que esto es bastante comprensible..." Comentó sacando el sable de su funda y haciéndolo brillar a la luz de las llamas

Los occidentales se detuvieron al verlos, pero una nueva órden devolvió a una parte al trabajo mientras los otros cerraban filas a su alrededor con los fusiles en ristre dispuestos a defender a sus compañeros

"Al fin se presenta, inspector....!" Exclamó la voz que había dado las órdenes, esta vez hablando en japonés

Los policías se sorprendieron al darse cuenta de que era una mujer la que estaba detrás de todo eso, pero aún se sorprendieron más cuando se dieron cuenta que les habían rodeado por detrás mientras dirigían su atención al interior

"Pensé que sería mejor estratega, pero veo que os hemos pillado como conejos... Matadles!" Rugió en aquél idioma que recordaba al luso, y pronto los policías se hallaron en pleno combate y en desventaja contra los hombres de rojo y sus armas de fuego

Saitou y Cho apenas se inmutaron cuando el resto de los enemigos terminaron de apagar el fuego y se volvieron hacia ellos también. Entre las filas apareció la mujer que había estado hablando, caminando con porte elegante y exhibiendo una lustrosa cabellera rubia a pesar del humo

"Tengo que pensar que tú eres la que está detrás de todo esto?" Inquirió Saitou sin preocuparse por los gritos y disparos que se daban tras ellos

Una ligera sonrisa cruzó el rostro de ella "Sí, aunque tengo un socio que acabará contigo si yo no lo consigo"

"Sé que hoy en día comprar ayudantes es caro, pero tan poco dinero tenías que tuviste que comprar a ese patético de Hoji?" Preguntó Cho con burla

"Huh, Hoji era un inútil, es cierto... Pero el plan no era malo, o sí? Oh, perdona, no me había dado cuenta de que por hoy ya ha tragado suficiente humo. Le diré a mis hombres que se aparten de detrás para que salgamos al fresco..." Dicho y hecho, la mujer ordenó y los hombres de rojo que quedaban tras derrotar a los policías se apartaron para dejarles salir

"Es muy amable por tu parte --sonrió tosiendo ligeramente-- pero se te mojará el pelo si salimos a charlar fuera"

La enemiga se rió con ganas "Veo que lo que cuentan sobre usted y sus sarcasmos es cierto... Me encanta. De todas formas el aire está muy viciado aquí y me gusta ver las caras de las personas con las que hablo -- otra orden y un puñado de hombres se lió a golpes con una de las paredes hasta que hicieron un agujero suficientemente grande como para que corriera el aire y se fuera llevando el humo --Sabe? Fue un fastidio tener que quemar su casa, en realidad era muy bonita... Pero en fin, después de quemar unas cuantas supongo que ya te acostumbras..."

"Por qué utilizas filipinos como peones?"

"Y por qué no? Son tan buenos como los japoneses... Y a demás cuando se tiene una causa común los hombres suelen alistarse por mucho menos dinero..."

"Causa común? --Comentó Cho entrecerrando los ojos un poco-- Filipinas está en guerra con España, no jefe?"

"Por qué contra los españoles?"

"Digamos que nos vengamos de cierto asunto familiar" Sonrió ligeramente la mujer mientras se encogía de hombros, aunque su mano se detuvo en la empuñadura de su espada

"Déjame adivinar. Ese pelo rubio no es normal en un japones, así que lo sacaste de un español, seguramente de tu padre. Me equivoco?"

"Déjame seguir. Quieres vengarte de ellos, entonces tu padre haría algo malo... Os maltrataba o algo?"

"Cállate! Mi vida no te importa, imbécil! Lo que hiciera mi padre no es asunto tuyo" Bufó ella furiosa

Los dos policías intercambiaron miradas cuando el humo se aclaró lo suficiente como para poder ver las facciones de su interlocutora. Era una bella mujer oriental con rasgos occidentales y un cuerpo de impresión entallado en su ropa ajustada. Enganchado en su cinturón de hebilla dorada lucía un sable europeo que por la forma de su empuñadura parecía ser de caballería

"Y bien...? Satisfechos?" Preguntó con burla al sentir los ojos de ambos sobre su figura

"Totalmente..." Murmuró Cho impresionado, lo que la hizo reír a carcajadas

"Sabes? Lo que me parece coherente es que utilizas un sable como los suyos" Se burló el otro

"Mi hermano y yo utilizamos estos sables porque pensamos que la derrota es más amarga cuando son tus propias armas las que te vencen!"

"Así que tu socio es tu hermano..." Murmuró Saitou, y se dio cuenta por la expresión de la mujer de que se arrepentía de haber dicho eso

"Y bien? Por qué me quieres matar, si es que se puede saber?" Preguntó Hajime mientras intentaba hacerse con una imagen mental de la mujer, ya que le recordaba a alguien y en ese momento no caía

"Qué no te lo dijo Hoji? Sabemos por informadores que no se te puede comprar... Y necesitamos tu puesto libre para nuestros negocios..."

"Así que tú eres la que te inventaste toda esa historia para que Saitou e Himura lucharan, no?" Preguntó una voz tan familiar que los policías no tuvieron ni que volverse a mirar

"Weasel Girl... --suspiró el inspector con resignación-- Y supongo que el resto de la banda también..."

"Míralo por el lado bueno, jefe, al menos se han cargado a todos esos incordios que estaban tras nosotros...."

"Qué demonios te pasa, Escoba! Encima que venimos a ayudar!!" Exclamó Sano enfadado

"Sí, así nos agradecéis que vengamos a salvaros el culo?!"

"Misao...."

"Sí, Aoshi-sama?"

"No es momento para eso" Dijo Aoshi casi sin inflexión en su voz mientras cruzaba los brazos, sus ojos azul hielo observando a la rubia

"Mira... Han venido refuerzos.... Y menudos refuerzos... Cómo se llama su amiguito el de la espada? Es realmente una belleza..." Preguntó con una sonrisa la mujer mientras hacía un repaso visual al ninja

"NO SE LLAMA!!" Gritó Misao sacando los kunais y los dientes como una fiera defendiendo lo que es suyo

"Vaya, creo que llego tarde... Pero seguro que tu amigo prefiere a una mujer formada como yo, no es así?" Se rió con ese tono de bruja que sólo las mujeres saben utilizar

"Dí que no es cierto!!" Exclamó la okashira casi temblando de la rabia

La mirada del hombre al que quería fue suficiente para hacerla comprender... Y de no ser porque como ninja y okashira debía mantener la compostura, el mundo se le habría venido totalmente encima "BRUJA!!" Gritó rabiosa lanzándole sus cuchillos, que silbaron en los oídos de ambos policías al pasar entre sus cabezas

La rubia se sonrió cuando los kunais pasaron de largo "Encima tienes mala puntería, niña..."

"TE VOY A----!!!!!" Antes de que Misao pudiera salir corriendo a enfrentarse con ella, el ninja la tomó de un hombro

"Misao, compórtate!" Le dijo con voz fría apretando su agarro

"No me da la gana!!!" Le gritó soltándose con lágrimas incipientes en sus grandes ojos claros

"Esa mujer es horrible" Susurró el hombre casi en su oído para que sólo ella pudiera oírle

"En serio...?"

Aoshi suspiró y asintió, volviendo a su seria forma normal. La okashira le miró una vez más antes de volverse hacia el combate. Se estaba preguntando mentalmente si el ninja lo había dicho porque así lo creía o tan sólo por hacerla sentir mejor...

"Después de este pequeño inciso creo que va siendo hora de que arreglemos esto-- le dijo Saitou a la mujer-- a no ser que quieras añadir algo, o rendirte, claro"

"No la mates, jefe... puede sernos útil"

"El día que tengas que decirme cómo tengo que hacer mi trabajo me jubilaré. Hasta entonces, Cho, por tu propia seguridad es mejor que mantengas la boca cerrada" Le dijo sin mirarle siquiera mientras se colocaba en posición de ataque

"No era esa mi intención, jefe..."

"Por eso sigues vivo" Sonrió, y Cho tragó saliva al darse cuenta de que lo decía en serio... Shishio estaba loco pero este tío es un psicópata...

La rubia desenvainó su sable, y de pronto se escuchó un disparo al aire

"Si quiere también podemos intervenir los demás" Dijo Tokio con voz fría señalando a una caja en el fondo donde varios hombres se escondían prestos a utilizar sus rifles para decantar el combate del lado de su jefa. En el Aoiya le habían dejado una kodachi, pero como lo que quería era llamar la atención tomó uno de los rifles enemigos del suelo y toqueteó todo hasta que consiguió disparar...

"Vaya con la señorita... No se preocupe, no molestarán... Por cierto, por las caras de mis amigos policías veo que es usted una visita inesperada..."

La ceja que inconscientemente había elevado el inspector volvió a su posición normal a la vez que una sonrisa maligna cruzaba su cara "Realmente es una sorpresa que esa puta venga a luchar a nuestro lado, no crees, Cho?" Le dijo con ironía para esconder su descuido. Si la rubia descubría quién era Tokio no dudaría en usar ese conocimiento en su favor...

"Yo más bien diría que ha venido a molestar..."

"Vosotros dos cerrad la boca si no queréis que os haga un agujero nuevo en el culo, gilipollas" Sanosuke, Misao y Aoshi se volvieron a ver a la mujer en shock, pero cuando ella les advirtió que tenía balas para ellos tres también devolvieron la atención a la inminente pelea

Después de la extraña distracción que había resultado ser su mujer, Hajime se concentró en la rubia que le miraba desafiante, su sable defendiendo al estilo europeo, cosa que tenía sentido por sus anteriores declaraciones. Pronto conectó el sable de Hoji y su manera de atacar con la de la mujer, así que pensó que tenía lógica que ella --o su hermano-- le hubiera enseñado a pelear

Miró la espada y contuvo un soplido de desprecio. La forma de la espada era basta, su hoja, ancha y apenas sin afilar. Quedaba patente que no estaba preparada para cortar, sino más bien para golpear con ella. Una espada basta para los bastos occidentales...

Cualquiera de los alí presentes podía decir cuán tenso estaba el ambiente en el interior del granero. El cielo no había parado de llover, es más, en aquellos momentos granizaba con fuerza sobre el tejado. El viento sopló fresco por el agujero que los hombres de rojo habían abierto en una de las paredes... Y el inspector se lanzó al ataque

La mujer abrió los ojos con sorpresa al descubrir que su enemigo estaba justo frente a ella, y su sangre salpicó el suelo cuando el sable de Saitou la atravesó de parte a parte el pecho, partiéndose en el proceso tal y como ocurriera en su pelea con Sanosuke

La rubia cayó entre gemidos de dolor, y el policía apoyó una rodilla en el suelo para sostenerse, pero no dejó de mirar hacia arriba, al segundo piso que no había notado en un principio

"Menos mal que no la iba a matar..." Murmuró Misao frunciendo el ceño con disgusto. A pesar de las cosas terribles que esa mujer le había dicho, odiaba ver morir a la gente frente a sus ojos. La okashira de la Oniwabanshu no era una asesina....

"Creo que no lo ha hecho a propósito" Comentó el ninja

"Qué? Quieres decir que ha fallado? No me lo puedo creer...."

"Algo le ha distraido" Los cuatro y Cho miraron hacia arriba, hacia el segundo piso recién descubierto. Algunos de los hombres de rojo, al ver a su jefa agonizando en el suelo, decidieron atacar, pero Aoshi, que no les había quitado ojo de encima se lanzó sobre ellos y, con la ayuda de Tokio los derrotaron

Miraron al resto con expresión amenazante, y ellos agitaron la cabeza y tiraron los rifles al suelo como señal de su rendición

"Qué es, jefe? Qué hay ahí arriba?" Preguntó Cho acercándose a él

"Qué no, quién. Recuerdas que la mujer tenía un hermano? Tiene que ser rubio como ella y llevar un sable europeo. Además, estos deben de ser los contrabandistas que se te escaparon hace dos meses, así que ambos deben llevar poco tiempo aquí. La mujer dijo que había incendiado más de una casa, y si recuerdas, quién llegó después del accidente del Comisario Kawaji?"

"I-ichibana-san...?!" Preguntó incrédulo mientras Saitou se levantaba

"De quién coño están hablando?" Preguntó Sano sin dejar de mirar arriba aunque no veía nada

"Me suena ese nombre... Debe de ser el Comisario suplente --le respondió Tokio acercándose a los ninjas-- Ven algo?"

"No... Pero tengo un mal presentimiento" Fue decir esto y escuchar un sonido metálico proveniente de lo alto

Misao cambió el punto de mira de sus ojos azules hasta Aoshi, y vio sus ojos de hielo entrecerrados, sus manos convertidas en puños tan apretados que la chica tenía miedo de que se pudiera hacer daño "A-Aoshi-sama..."

"Bravo --se oyó una voz seguida de aplausos-- Brillante pieza de deducción, Fujita-san. Lástima que sea la última!!!"

De pronto, un sonido conocido por Sanosuke, y sobre todo por Aoshi, llenó la estancia. Era el trueno de las doscientras balas por minuto que podía disparar una ametralladora Gatling...

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