¡Bienvenidos a Nuevo Nipón!

Esperamos que su estadía sea entretenida. Pacífica. Misteriosa. Fascinante. Deliciosa y, extremadamente, única.

Yo soy la asistente Malu y el día de hoy les explicaré, brevemente, la historia de la ciudad. O, más bien, su evolución.

Remontándonos a la isla nipona, si sabrán por saberes del boca a boca, él país se destacaba por sus pintorescas estructuras arquitectónicas minimalistas, refiriéndonos a la ciudad, rodeados de espacios verdes y con una población, culturalmente, enriquecida.

Pues bien, con el paso de los años la cultura nipona se orientó hacia el mundo moderno: sin dejar atrás su tradición, templos y cocina, Japón ha sabido como renovarse gracias a las nuevas tecnologías. Una muestra de ello fue la creación de pisos e islas flotantes artificiales, que ayudaron a expandir el territorio: se conformó una gran Tokio central rodeada por grandes edificios, con departamentos espaciosos y bien equipados, lleno de restaurantes y lugares dedicados al ocio y disfrute, con sectores de oficinas y callejones de mala muerte, típicos de la zona urbana.

Mientras que bajando por largas escaleras a túneles se accede a los suburbios, en donde los elementos clásicos cobran vida y sobreviven en el tiempo. Ah!, sí. No sólo sobreviven las estructuras y costumbres, también las antiguas artes y prácticas legendarias.

Y, pues, hasta aquí esta pequeña ambientación. Agárrense los lentes, que la lectura avanza!.

Chao!

2 años antes

Para cuando había caído en los suburbios de Japón , no tenía idea del mal estado en el que se hallaba su cuerpo: los viajes constantes a pie, las carreras y los saltos a través de los árboles, las heridas mal sanadas y la mala alimentación durante años en los que había perseguido sus objetivos, le provocaron un colapso inmediato de su sistema al momento de cruzar el portal. De hecho, algo inconsciente. Para su suerte cayó en la casa correcta: lo cargaron, limpiaron su cuerpo, lo dejaron descansar y, a veces, una suave y preciosa voz lo arrullaba, logrando que su mente, cuerpo y alma descansaran.

Cuando despertó sus ojos se encontraron con una casa tradicional. Se parecía a la casa de su infancia en algunos aspectos, con las diferencias esperables.

Mientras inspeccionaba la habitación sus ojos repararon en un joven de cabello negro y largo por arriba de los hombros, lacio. Su flequillo cubría parte de su ojo izquierdo y mechones tapaban sus orejas, cubriendo gran parte de su rostro. Registro la delgadez de su cuerpo y, aunque sus músculos se mantenían por los entrenamientos de antaño, se veía algo enfermo. Sus brazos y manos estaban vendados, al igual que su espalda y pecho. Suspiró. Era extraño verse a sí mismo de aquella manera. Vulnerable. Después de todo, la debilidad era algo que no se había permitido por años.

-Veo que al fin despertaste, viajero.

Su cuerpo reaccionó en consecuencia, saltando del futón y alejándose con maestría algunos metros, con el clásico reflejo de tomar su espada. Frunció el ceño deteniéndose en el hecho de que no la tenía, lo cual rápidamente perdió fuerza de interés al momento de ver a quién había entrado en la habitación. La expresión de su rostro cambió a una de sorpresa.

-Kakashi…? – el peli-plateado ataviado con una yukata de color verde oscuro y negro, lo observaba con una sonrisa amable que no se veía pero que si llegaba a su ojo sano. El otro, atravesado por una cicatriz, estaba cerrado. En general, el resto de su rostro permanecía cubierto.

-Ah… veo que me conoces.- Claro que esa sonrisa no duró mucho más.- Me pregunto… ¿cómo?

Era lógico, pensó.

Es decir, había atravesado un portal sin saber con qué se encontraría del otro lado. Nada lo había preparado para ver a su maestro nuevamente.

-Bueno…- Aprovechó para volver al futón, sentándose con la espalda bien recta y las piernas cruzadas, con las manos sobre los muslos y la mirada gacha. Estaba preparado para explicarlo todo, cuando la puerta corrediza llamó su atención.

-Tío, sería mejor que dejaras de acosar al recién llegado, no crees?

"Tío"

Sus ojos se enfocaron en la mujer: de curvas y líneas suaves, piel blanca y cremosa; ojos verdes que podían atravesarte y un cabello de tonalidad rosa y largo inconfundible.

Permaneció imperturbable, aunque el hecho de que tragara saliva podrían llegar a delatar aquel desliz, y decidió no decir nada.

En cambio, hizo una breve inclinación de cabeza a modo de salud respetuoso, antes de interesarse en el delicado yukata blanco con flores rojas, que enfundaba el cuerpo de la mujer.

Ella se acercó y se sentó al lado de Kakashi, en perfecta armonía , como si se trataran de movimientos ensayados.- Veo que los cuidados dieron frutos.- ella le dedicó una sonrisa afable, que no llegaba a revelar nada.-Perdona a mi tío. Le gusta atormentar a las personas.- Musitó, observando al peli-plateado en cuestión, con lo que parecía cercanía y diversión.- Me tomé las molestias de lavarte y cambiar tu ropa. También vendé algunas heridas que requerían atenciones. Tu cuerpo no resistió el viaje a través del agujero. Estabas al punto del colapso.

-Les agradezco que se encargaran de mí. Arigatou.- se inclinó y dedicó una reverencia a ambos indicando que estaba profundamente agradecido. Cuando volvió a la postura original, se encargó de dejar en claro su curiosidad.- pero veo que los agujeros de gusano son comunes por este lugar.

- Tanto como la llegada de mercenarios y conquistadores.

Al parecer sus palabras no habían tocado la fibra sensible de su ex maestro. El peli-plateado parecía bastante disgustado de tenerlo en su territorio. Y aunque sentía que lo conocía, seguramente, el Kakashi de Konoha no tenía nada que ver con el de este nuevo mundo. Oyó un carraspeo, por lo que enfocó sus ojos en la joven peli-rosa.

-Aunque es verdad lo que dices…-musitó con reproche en dirección a Kakashi- … existe la posibilidad contraria.- Aseguró. Sus ojos lo escanearon y se sintió algo cohibido pero cálido, como si algo se aflojara en su interior.- Aunque no negaré que es extraño. Quiero decir… siento que te he visto antes, pero al mismo tiempo sé que no te conozco.

Ante sus palabras, no pudo evitar sonreír levemente con un poco de nostalgia cubriendo sus ojos.

-Bueno… probablemente, sea habitual para ustedes encontrarse con extraños todo el tiempo, lo cual explica el comportamiento hostil de su tío. Supongo que si tuviera alguien importante a quien proteger , yo actuaría de la misma manera.

El peli-plateado pareció complacido con sus palabras y asintió, como dando lugar a una tregua en sus ataques verbales. No así con su curiosidad.

-Mi nombre es Sasuke Uchiha. Soy el último sobreviviente de mi clan, en mi mundo. En uno de mis viajes me topé con este… hueco de luz y pues, así es como llegué hasta aquí. En mi mundo, los ninjas o shinobis son los habitantes, con todo lo que eso implica.

-Asique… ¿Quién eres en realidad?- sus ojos enfocaron a este nuevo hombre que conocía hace apenas algunos minutos. Entonces, sonrió con suficiencia hacia a él.

-Con todo respeto, señor. Solo va a saber lo que yo desee compartir con usted.

-Hijo de…!

-Tío!

El hombre ya se había levantado por inercia, listo para golpearlo. Pero la voz de su sobrina era un buen calmante para frenarlo. Asique cerró los ojos, suspiró y volvió a su lugar.

-Creo que es suficiente interrogatorio por hoy.- Claro que su tío discrepaba. Miró su mano levantada que le pedía que esperase y suspiró.

-Entonces explica al menos ¿Cómo sabías mi nombre?

-Es la primera vez que viajo a otro mundo y no s{e si pase en todos, pero… en mi mundo… Kakashi fue mi maestro cuando era pequeño. El parecido físico es extraordinario. Aunque se parecen, no sabía que te llamabas igual. Sólo supuse…

El hombre le frenó de lleno y se levantó.

-Entiendo. Es suficiente para mí.- observó a su sobrina- Gorrión!.

-Sí, tío?

- Asegúrate de que coma algo. Se ve muy flacucho para mi gusto.-

-Descuida. Yo me haré cargo.