Capítulo 3
Fue el olor a comida lo que despertó a Lucerys, su cuerpo dolía en lugares en los que ni siquiera sabía que podía llegar a doler. Todos sus músculos se sienten agarrotados, pero satisfechos. Respiro hondo abriendo sus ojos con pereza, el techo rocoso lo desconcertó un poco, su cerebro tardó un rato en procesar lo que había pasado durante las últimas dos noches… por todos los cielos, no sabia por que horrorizarse mas si por el hecho de que era un omega o por el hecho que se había follado a su tío Aemond como si el mundo se fuera a acabar en el momento siguiente.
-Al fin despiertas-la voz de Aemond como siempre con esa leve nota sarcástica en la voz que le recordaba un poco a su padrastro Daemon, le hizo saber que el príncipe estaba a su derecha, pero de momento se negó a mirar, tal vez si no miraba todo desaparecería como un mal sueño, se aferró a la infantil esperanza al menos por un minuto entero antes de ladear su cabeza inseguro. Aemond ya estaba a medio vestir, la camisa suelta, los pies descalzos pero los pantalones ya puestos. Estaba sentado junto a un fuego donde tenía ensartado un par de pescados que se estaban asando.
Lucerys no sabía qué decir. ¿Qué se supone que uno le diga al tío que se acaba de follar durante dos noches seguidas? para más detalle un tío al que le había sacado un ojo y que adicional lo quería muerto. Lucerys había estado en varias situaciones incómodo en su corta vida, con rumores sobre su parentesco como siempre los había habido era inevitable, pero ni siquiera cuando su reclamo por Driftmark había sido cuestionado públicamente en la sala del trono había sido tan incómodo como este momento.
-Yo…
-Ahórrate las palabras, no has comido ni bebido nada en dos días además de semen, bebe-le ordenó Aemond lanzando su bota de vino que había llenado con agua de lluvia.
Lucerys la atrapó incómodo por la crudeza del otro, solo llevaba sobre su regazo su propia capa cubriéndolo, la de su tío estaba debajo de él obviamente había estado acostado en ella. Abrir la bota de vino y tomar el agua fresca, le concedió unos valiosos segundos de silencio para organizar sus ideas. No se había dado cuenta de lo sediento que estaba hasta que comenzó a tomar el agua.
-Suave o te caerá mal-le indico Aemond con su único ojo fijo en su sobrino. De mala gana el más joven obedeció. -Cuando termines ven y come-le ordenó señalando ahora el par de pescados ensartados en el fuego.
Lucerys se limpió la boca cerrando la bota de vino y vio su ropa tendida y ya secada sobre una roca.
-¿Podrías darte la vuelta?-pidió incomodo para poderse vestir. La sonrisa de Aemond estaba entre medio de burlona y sarcástica.
-¿Por qué habría de hacerlo? He visto y recorrido cada centímetro de tu piel-le aseguro Aemond riendo cuando las mejillas del más joven se pusieron tan rojas como el fuego.-Adelante no te pongas tímido ahora.
A pesar de lo grosero de su tío, la realidad es que Lucerys estaba limpio, lo que significa que su tío se había tomado el tiempo de limpiarlo después del desastre de sexo que habían sido ambos. Negándose a darle el gusto a su tío, sostuvo su propia capa para cubrirse mientras se acercaba a su ropa para vestirse. Pudo escuchar la carcajada de Aemond claramente y no estaba seguro si se burlaba de que se estuviera cubriendo o del hecho de que sus piernas estaban temblando como las de un ciervo bebe y no, no estaban temblando de miedo, estaban temblando por que sus músculos estaban extenuados después del exhaustivo ejercicio al que habían sido sometidos estas dos últimas noches.
Se vistió torpe pero rápidamente para acabar con esto y luego se acercó inseguro al fuego.
-¿Y Arrax?
-Afuera con Vhagar, ambos parecían encontrar algo ofensivos el olor a sexo que había en la cueva-se encogió Aemond de hombros sin piedad por su sobrino al hablar tan crudamente, pero era divertido ver como las orejas del pequeño se ponían rojas. -Come-le ordenó pasándole uno de los pinchos.
El orgullo de Lucerys quería que se negara pero sus tripas no lo apoyaban eligiendo rugir en ese momento así que tomó el pescado dándole un mordisco, estaba caliente pero él estaba tan hambriento después de tanto ejercicio que le pareció celestial. Devoró el pescado en silencio, cuando terminó el primero su tío le pasó el segundo, sorprendiéndose al ver que ambos eran para él. No lo rechazo, necesitaba recuperar fuerzas.
-¿Podemos decir… que estamos a mano?-pregunto Lucerys al fin incomodo armándose de valor. Aemond arqueo su ceja mirándolo como si no lo entendiera.-Por tu ojo, te has cobrado-dijo tragando saliva incómodo. -Dijiste que si te daba mi ojo me dejarías ir. No te di mi ojo pero creo que acabas de tomar algo mucho más importante de mi. Entonces… ¿Puedo irme?
Tal vez era una esperanza estúpida, pero se aferró a ella con desespero. Aemond le dio una sonrisa burlona.
-Digamos que lo tomaré como mi cobro y no volveremos a mencionar ese incómodo tema… lo dejaremos atrás-le concedió y Lucerys no pudo evitar lanzar un suspiro de alivio-Pero eso no significa que te dejare ir. Primero… eres un omega, tu clase lleva más de 100 años desaparecida de nuestro mundo, cada alfa en la tierra a anhelada y rezado por la vuelta de tu clase, solo para resignarse a que vuestra falta es el castigo de los dioses nuevos y antiguos hacia nosotros. Con el único consuelo de los libros que nos contaban nuestra dinámica en un tiempo mejor que el actual. Leyendo y consumiendo cada palabra con una esperanza vana de saber cómo tratarlos cuando regresaran, de saber todo de tu clase. Contigo, tu madre sería invencible, no habría un solo hombre, mujer o ejército que no se entregará al lado de tu madre en esta guerra solo por la remota posibilidad de tu mano. Incluso que ya no seas puro, es algo que la mayoría pasará felizmente por alto, ante la posibilidad de tenerte. Incluso que lleves mi marca.. no los detendrá, mientras puedan llenarte de preciosos críos que puede que sean omega como tu-le dijo crudamente a la cara. -Segundo, llevas mi marca, rogaste por mi mordisco, nos enlazamos sobrino… me perteneces de la forma más pura y antigua de nuestros caminos. Te llevaré conmigo eres mi omega, tu madre se quedará muy tranquilita en Rocadragón si sabe lo que le conviene y tu y yo tendremos un montón de mocosos y acabaremos esta estúpida danza de dragones antes de que comience, vez un lindo final antes del mismo comienzo.
Lucerys miró a su tío boquiabierto.
-Estas loco-decidió el más joven. -No iré contigo voluntariamente.
-Entonces te llevaré a la fuerza.
-Arrax no lo permitirá.
-Vhagar es más grande, más fuerte y más poderoso. Tu lo sabes, si quieres que Arrax y Vhagar luchen, al final yo me saldré con la mía y solo condenaras a tu montura a morir… ¿quieres eso dulce Luce?-le preguntó burlón. Lucerys trago saliva. No no quería eso Arrax era una parte de él.
-Tío… por favor, déjame volver con mamá-decidió cambiar de estrategia, que más da daba tener que rogarle después de lo que habían hecho los últimos dos días, no es que le quedara mucho orgullo que salvar.
-No.
-Es mi mamá.-le grito casi desesperado, realmente, realmente quería ir con Rhaenyra, su madre siempre sabía qué hacer, además su padrastro Daemon siempre lo hacía sentir seguro.
-Eres mío.-Se negó Aemond a ceder.
-Me quieres usar como un rehén. Tu hermano robó el trono de mi madre y ahora quieres robarle a su hijo también. -Le hecho en cara. Aemond se movió casi antes de que lo pudiera ver, sosteniendo sus manos con fuerza y apretando los labios como si se estuviera conteniendo.
-El trono pertenece a Aegon y fuiste tú el que rogó por mí, por mi polla, por mi nudo, por mi marca.
-El abuelo le dejó el trono a madre y ni siquiera estaba en mi sano juicio cuando rogué por ti-dijo con los dientes apretados tratando de mostrarse valiente, algo bastante inútil cuando su olor angustiado y asustado salía en oleadas de él. Aemond lo soltó al sentir el olor a miel volverse amargo.
-No pelearemos Lucerys-le ordenó.- ¿Acaso quieres ver a nuestra familia destruirse entre sí?-le pregunto- Es lo que pasara, si no vienes conmigo, Aegon y Rhaenyra irán a la guerra, si te dejo ir.
-No tiene porqué haber sido así-le dijo Lucerys-si no hubiesen usurpado el trono de mi madre. El lugar que…
-Basta Luce-le ordeno con voz alfa lo que hizo encogerse instintivamente al omega. Aemond respiro hondo-no quiero pelear-le repitió. -se bueno-le ordenó.
-No soy una mascota, y tu no eres un maldito Hightower por mucho que tu y tus hermanos amén usar ese repulsivo color verde. Somos Targaryen.-le gritó Luce en lo que se podía denominar claramente como una rabieta. Aemond se tuvo que recordar que era mayor y que el omega estaba angustiado para no reaccionar de mala forma.
-Tienes razón en una cosa Lucerys, somos Targaryen, somos dragones… y los dragones siempre tenemos lo que queremos. Ahora terminemos de vestirnos, nos vamos.-le advirtió levantándose para tomar sus botas y ponérselas.
-Tío por favor-Lucerys volvió a cambiar de táctica al ver que no tenia forma de enfrentarse a él, no era solo por que fuera un alfa era por que simplemente de su generación Aemond era el mas fuerte de todos ellos, dudaba que alguien además del tío Daemon (que era de la generación anterior) estuviera a su altura.-Necesito a mi mamá -y esta vez la angustia y las lágrimas en los ojos del omega casi quiebran a Aemond.
Se acercó a su omega jalándolo a sus brazos y dejándolo que enterrara la cara en su cuello, la glándula de olor cerca de su yugular hizo el trabajo de ayudar a relajarse al omega, pronto el llanto se convirtió en un gimoteo mas bajo mientras inhalaba con desesperación el olor del alfa calmándose poco a poco.
-Eso es, todo estará bien-le habló suavemente acariciando el cabello castaño.-Déjaselo todo a tu alfa-esta vez fue suave tratando de tranquilizar a su omega, era suyo, no disfrutaba especialmente con hacerlo sufrir, Lucerys solo necesitaba entender y entonces todo estaría bien.
-Quiero a mi mamá-sollozó en voz baja el omega casi drogado por su olor, la glándula del cuello era una de las que tenía las hormonas más fuertes para causar este tipo de efectos en su omega apareado.
-Lo sé, lo sé-Aemond lo sabía, pero no era posible… no ahora. Tal vez cuando su hermana entendiera. Rhaenyra solo necesitaba ceder, entonces podría sentarse tranquilamente en Dragonstone con su familia, vivir una vida tranquila y Lucerys la podría ver. Pero no ahora, ahora no podía, Rhaenyra estaba demasiado aferrada a tomar la corona que era por derecho de Aegon. Era obvio que su sobrino no lo entendiera, Rhaenyra era su madre y a pesar de todos los defectos de su hermana, Aemond sería el primero en admitir que Rhaenyra era una buena madre que amaba ferozmente a sus bastardos... una mejor madre que su propia madre, debía admitirse a sí mismo muy en el fondo.
Los sollozos se fueron calmando a medida que el omega cansado física y emocionalmente se quedaba dormido. Cuando su preciada carga cedió al sueño, Aemond lo terminó de vestir suavemente tratando de no despertarlo ni alterar su descanso, luego lo cubrió con su capa y lo cargo fuera de la cueva. Vhagar y Arrax estaban ahí. La dragona se acercó queriendo ver a su jinete pero Aemond la detuvo con un gesto para que no despertara a Lucerys. Con cuidado y mucha práctica se las arregló para subir a lomos de Vhagar maniobrando con una sola mano mientras con la otra sostenía a su dormido omega que se aferraba instintivamente a él como un pequeño Koala buscando más de su olor y su piel. Se sentó en la silla de Vhagar, donde aseguró a Lucerys, antes de decirle a su fiel montura que volara. Vhagar se elevó en el aire y Arrax los siguió obediente, yendo a donde iba su jinete.
Aemond dejó que la dragona los siguiera sin ordenarle a Vhagar ni matarla ni espantarla. Su omega no podría ver por mucho tiempo a su familia y si algo tenían estos pequeños bastardos eran lo apegados que eran, al menos la dragona en el Dragonpit le servirá de consuelo a su pequeño omega… o eso esperaba.
oookkoo
En el próximo capitulo llegamos a desembarcadero del rey y poniente entero se entera que los omegas están de vuelta.
