Fic
Historias de Albert y Candy
Hechizo de Amor
Por Mayra Exitosa
Inspirada en la Imagen de Lulú Mtz.
Con la serenidad y el asombro vino el silencio, los cinco se miraban extrañados, cuando el mayordomo avergonzado, mostraba una rosa amarillenta casi color almendra, el había probado un pastelillo y nunca se imaginó que el también caería en ese hechizo. Recto y aceptando haber tomado uno de ellos, aseguraban que debían saber que era lo que esas rosas significaban. Niel contaba cómo es que consideraba eso un hechizo,
- Mi madre fue hechizada hace muchos años, por mi propia abuela, era su madrastra y ella con tal de casarla, le dio algo de beber y se caso con mi padre, ella juraba que era el hombre más atractivo del mundo y en eso nadie está de acuerdo, es un gran hombre mi padre, no me quejo de eso, pero con el paso del tiempo, el hechizo desapareció notando la realidad, que mi padre no era rubio ni de mirada de color. Ella al principio se quejaba de que lo habían cambiado, y fue entonces que mi abuela le dijo que estaba en un problema fuerte y que la única manera de solucionarlo era casándose con el Duque Legan. Para entonces ya estaba esperando a mi hermana, ahora comprende que mi padre la ama con todo su corazón, más ella nunca le perdonó a mi abuela que fuera hechizada. - Debió ser horrible ¿cómo nos puede afectar a todos? Cuestionaba el más joven de ellos. A lo que el mayordomo contestaba, - Cuando vengan sus padres me matarán, yo debí revisar bien lo que ustedes comen, y es que olía diferente, ahora lo comprendo, este hechizo es como dijo el Duque Legan, un hechizo de emparejamiento, por lo que temo que ya nada será igual y la cabeza me cortaran.
William levantando una ceja y aceptando que él también había probado los pastelillos cuestionaba, - Pues solo se formo una rosa en el viento y la veo completamente normal, dime Charles ¿Quién más comió de los pastelillos? - La charola contaba con ocho pastelillos, había pedido dos para cada uno, con una variedad general, ustedes cinco y yo.
El joven que servía el té, ajustaba la boca, bajando su rostro todo ruborizado mostraba su rosa color lila y apenado comentaba, - son siete, creo que falta uno. Archivald, uno de los mellizos cuestionaba, - ¿Quién más pudo tomarlo? Si cuando Charles contó los pastelillos ya estaban en el salón. Nadie respondía nada, solo continuaban esperando que algo pasara.
La incógnita no les llamaba tanto la atención sino, saber cuál sería el hechizo realizado, todos tenían colores diferentes y nada sucedía, la rosa olía bien y tenían que averiguar de qué hechizo se trataba, por lo que el mayordomo salía para investigar quien había colocado los pasteles, la que los había elaborado y parte por parte del trayecto hasta su entrega, más de todo había prueba y nadie sabía que decir, lo cierto era que el mayordomo se sentía asustado, pues entre los jóvenes a él también le había tocado y el hacía mucho que quería a Juanita, la señora de jardinería. Por lo que se salía del castillo para irla a visitar y esta cortaba algunas hojas y sacaba la maleza de los jardines, viendo que el mayordomo se acercaba y le mostraba la rosa, a lo que se le hacía un color distinto, no era muy común, de hecho no estaba en los jardines y tampoco era de por ahí, lo cierto es que con media sonrisa le comentaba a Charles, que dejaría de trabajar, porque su marido ya estaba en puerto y volvía del altamar.
Fue tal la tristeza del mayordomo que sin decir más, se regresaba tomando su rosa para comentar que la mujer que él quería, casada con otro ya está. Por lo que el hechizo no funcionaba si de una mujer se trataba. William cuestionaba, sobre el trayecto de la charola y los ingredientes y aseguraba que la jovencita de los establos venía cada merienda, muy bien vestida y era quien llevaba la charola hasta la habitación para la entrega, más aseguraba que a ella le habían dado un pastelillo pequeño y que ocho pasteles eran los que contenía la charola, por lo que al saber que ella había ingerido un pastelillo, el Príncipe William Albert la fue a buscar, para averiguar sobre qué color de rosa podía tener.
Candy cepillaba los caballos y el capataz le dijo que montara al más joven de los corceles, ya que apenas un cuerpo liviano para que pudiera el corcel acostumbrarse a la silla con peso. Y ella salía despacio con el brioso corcel, cuando el príncipe preguntaba por ella, este le aseguraba que había estado con él desde hacía más de una hora y que no se había separado de bañar a los caballos, por lo que ahorita iba montando al nuevo de los corceles.
- Noto usted algo extraño, que tuviera alguna cosa en la mano. - No, la jerga del cepillado, solamente. - ¿Y antes de que comenzara a tallar a los caballos? - Dejo algo ahí, donde estaba la pintura del hombre escocés vestido con kilt. William se acercaba y veía que había dejado su peineta, y su mandil, más no veía ninguna rosa por ahí. Por lo que se giraba y daba la orden al caballerango, - Bien prepare mi caballo, saldré a montar. - Como usted ordene su alteza.
Alistar se iba hasta su habitación y sacaba un pañuelo con un pastelillo, el lo había tomado para comerlo después, ahora que sabía que estaba hechizado, lo investigaba cuidadoso y bajo varios lentes lo observaba para saber qué era lo que les pasaba.
Los otros dos príncipes, junto al Duque Legan, caminaban a los jardines, sin soltar su rosa, para encontrarse con la joven Elizabeth que esperaba sentada en una de las bancas y apenas vio que venían dos de los príncipes con su hermano y esta se ponía de pie, visualmente nerviosa, a lo que su hermano alzaba sus cejas, ahora averiguaría a cuál de los dos quería.
- Bella tarde, mi apreciada Duquesa, que gusto verla por los jardines. - Un placer verles. Inclinaba su rostro y abría sus faldas con cierta reverencia a lo que al alzarla, miraba al más joven con una hermosa rosa blanca y esta sonriendo tocaba delicada con la punta de su dedo. - Que hermosa rosa, Príncipe Anthony. - ¿le gusta a usted? - Es de un blanco tan impoluto, que le hace honor a la pureza.
Niel y Archie se vieron mutuamente, que a ellos no les había dicho nada de sus rosas, sino que no quitaba la vista del más joven de los príncipes, ni de la rosa que traía en su mano. El cual sonriendo le confirmaba su aprecio por ella, sin embargo se notaba algo extraño en el rededor, de pronto los jardines más rosas blancas aparecieron y se esparcieron por encima de las que yacían color pasteles. El príncipe Anthony le ofrecía su brazo a la damisela y caminaba con ella, ignorando tajante a los otros que lo acompañaban y miraban que por donde iban caminando, más rosas blancas iban brotando.
Continuará...
Gracias por comentar esta pequeña historia realizada para el OctoBert 2022, esperando culminarla lo antes posible. Agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.
Con sincero aprecio,
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
