Cómo amar a un escorpio… y no morir en el intento

Mi nombre es Aioria y soy el orgulloso portador de la armadura dorada de Leo. Siempre he sido un hombre optimista y seguro de mí mismo. Crecí pensando que cualquier cosa que deseara, la podría alcanzar fácilmente con esfuerzo y empeño. Pero estaba equivocado, no todo era tan fácil.

Algunas cosas debían gestarse poco a poco y pondrían a prueba mi casi inexistente paciencia. Pero había algo que cada día me torturaba con la sombra del fracaso... o más bien alguien que me recordaba, que quizás no era suficiente, que por más que me esforzara siempre fracasaría.

Y esta, es mi triste historia:

Al poco tiempo que mi hermano me trajo al santuario, conocí Milo, el aprendiz de escorpio. Aunque no recuerdo haber hecho ni dicho nada, de inmediato tuve la impresión de que no le había simpatizado. Sin embargo, al principio trate de ignorar ese detalle y me esforcé por integrarme al que sería mi nuevo hogar. De inmediato hice amistad con casi todos los demás aprendices, tanto de las armaduras de oro como los de plata. Me sentía satisfecho y mi hermano estaba orgulloso de mi.

Todo parecía perfecto, salvo que había una terrible excepción, Milo. Milo solía acompañarse del aprendiz de Acuario, un chico muy metódico y disciplinado que no solía hablar mucho. Aunque se supone que los aprendices debíamos tener entrenamientos en común, pocas veces coincidíamos en alguno. Incluso llegué a pensar que me evitaba. "No hagas caso, son cosas de niños", decía mi hermano Aioros cada vez que le peguntaba por qué no le simpatizaba a Milo. ¿Sería que había algo malo conmigo? ¿Fue algo que dije, o algo que no dije? Aunque me enfocaba siempre en mi entrenamiento, no podía apartar de mis pensamientos la forma tan penetrante e intensa como me miraba cuando por error nos cruzábamos en algún sitio. Me hacía sentir todo su rechazo con la mirada (o al menos eso era lo que yo pensaba) y eso mermaba mis esperanzas de algún día poder ser su amigo.

Aunque yo no buscaba agradarle a todos, pues solo deseaba estrenar duro para ser tan digno como mi hermano, debo aceptar que me costaba mucho ignorar ese detalle. Porque éramos compañeros, porque debíamos apoyarnos y ser capaces de confiar el uno en el otro, porque algún día quizás nuestras vidas podrían depender de ello.

Cuando mi hermano fue ejecutado por orden del supuesto patriarca y acusado de traición, pensé que Milo seria el primero en levantar su dedo acusador contra mí. Estaba totalmente vulnerable y el orgulloso y competitivo escorpión tenía una oportunidad única. Pero para sorpresa y desconcierto mío, eso nunca sucedió. Seguía hermético y esquivo ante mí.

Fueron épocas muy difíciles, algunos de los aprendices con quienes me relacionaba dejaron el santuario. Algunos por orden del patriarca y otros como acto de rebeldía ante la forma como este individuo conducía el santuario.

Camus, el eterno e inseparable amigo de Milo, partió a Siberia, así que supuse que ahora que no podía usar a su amigo como excusa para ocultarse del resto, y yo tendría una oportunidad para acercarme.

Al principio parecía que las cosas iban a tener éxito. Sin Saga de Géminis, su antiguo tutor, de por medio para solapar su comportamiento, Milo tuvo que integrarse al ahora pequeño grupo de aprendices.

Un par de veces logré hacer pareja con él para entrenar. Y descubrí por que los escorpios son tan letales.

No puedes saber que piensan, no hay forma. Su rostro era algo inexorable, tanto o más que el de Camus. Hablaba poco pero se expresaba en cada golpe. Intenso y desbordado a veces, y sombrío y misterioso otras, pero para mí, simplemente fascinante.

Tanto que llegó a convertirse en mi reto personal. Pero al final, lo único que obtuve fue el poder comprobar que con Milo nada era como parecía. Totalmente impredecible.

Después de que recibimos nuestras armaduras, Camus regresó. Por increíble que fuera, habían pasado ya siete años en los cuales no logré avanzar más allá de un buenos días o un buenas noches. Quizás debía resignarme y dejar que la vida siguiera su curso. Pero cada día que veía a Milo y a Camus juntos, algo en mi corazón dolía, por qué él si y yo no.

Pero a esas alturas de mi vida, ya me había hecho a la idea de que Milo y yo jamás seriamos amigos, con no ser enemigos ya me conformaba. La llegada de la verdadera Diosa y el descubrimiento del engaño de Saga nos dejó a todos consternados. Mi hermano no había sido un traidor, eso me llenaba de alegría, pero el costo de la verdad había sido muy alto. Habíamos perdido amigos y nuestro orgullo había sido golpeado por la vergüenza y el látigo inclemente de la verdad.

Si nunca fuimos capaces de darnos cuenta, ¿qué otras injusticias habremos cometido dentro de nuestra ignorancia?

Para no perder la costumbre, Milo guardó su distancia del resto. Esta vez su amado amigo no volvería y me dolía verlo tan solo. Mu y Aldebarán lo jalaban siempre al pequeño grupo que ahora conformábamos y yo aprovechaba la oportunidad para acercarme. Pero siempre acababa desistiendo. Mi orgullo leonino se veía frustrado por su huraño carácter tan extremo y extraño.

Con Milo solo había blanco o negro, el gris no existía. Me convencí de que Leo y Escorpio no eran en absoluto compatibles, su agua pantanosa parecía empeñada en siempre apagar mi fuego.

Aunque siempre terminaba huyendo lejos de su hechicera presencia, si, siempre regresaba. Algo en Milo me tenía atrapado y en ese momento, no sabía aun que era.

Los acontecimientos que siguieron marcaron nuestro destino de manera definitiva. Entregamos nuestras vidas para que la justicia triunfara en manos de los caballeros de bronce. Y mientras sentía mi cosmos extinguirse de manera definitiva no pude evitar lamentarme pues jamás sabría la razón por la que Milo tenía esa aversión hacia mí y porque me dolía tanto e insistía en averiguarlo.

Sin embargo, tiempo después desperté nuevamente a la vida. La sensación de llenar mis pulmones de aire puro y limpio me devolvieron de inmediato la fuerza vital que siempre me había caracterizado.

Tenía otra oportunidad, todos la teníamos. ¿Qué iba a hacer con ella? No pasó mucho para que descubriera la respuesta.

Una tarde llegué al coliseo para ver los entrenamientos vespertinos como se me había hecho costumbre últimamente. Caminé hacia las gradas donde siempre me siento, pero esta vez había algo, una revista tirada en el piso. La levanté por curiosidad y aunque no puedo negar que la chica de la portada era bastante linda y vestía muy poca ropa, el titular fue lo que en realidad atrajo mi atención.

"¿Alguna vez te has enamorado de un escorpio?"

Las letras de la revista parecían brotar del papel y parpadear con luces de neón. En ese momento Shaina barría la tierra de coliseo con el pobre Moses. Lo peor es que no era la primera vez, ese Moses definitivamente no aprendía o ¿sería que quizás lo hacía a propósito? Como fuera, me interesaba más leer ese artículo que ver la humillación del caballero de la ballena una vez más.

Miré a ambos lados para asegurarme que nadie me viera, no es propio de un caballero dorado leer esa clase de publicaciones en esas tontas revistas del corazón.

Seguro que nadie me veía, abrí la revista para buscar dicho artículo. No era que estuviera enamorado de alguno, era solo… sana curiosidad. Por qué bien podría enamorarme de alguien de Libra, o Géminis, Piscis o Aries… En eso escuché a Moses gritar mientras Shaina retorcía su brazo sin piedad montada sobre él y recapacité, bueno, quizás de Aries mejor no…

Hojeé las páginas de la revista hasta llegar a lo que buscaba. "Como amar a un escorpio… y no morir en el intento"

Mis ojos brillaron cuando el articulo apareció finalmente, creo que hasta empecé a sudar, ¿Qué me estaba queriendo decir el universo?

Primero que nada, te advertimos que no es presa fácil, lamentamos comunicarte que la única presa fácil en esta película, si te has enamorado de un escorpio, eres tú".

Comencé a reír nerviosamente después de leer eso, pero seguí adelante.

"Para poder amarlo, primero debes conocerlo. Es uno de los signos más complejos y más fascinantes, así que, si tienes un escorpio en tu vida, sabes lo apasionado y frío que puede llegar a ser. "Te quiero un minuto y te odio al siguiente". Y son difíciles de leer sólo porque nunca podrás saber realmente que es lo que está pensando y sintiendo.

Como es un signo de Agua, está conectado con sus emociones. Sus sentimientos fluyen con mucha intensidad, se mueve entre los extremos y no conoce el término medio. Suele ser como un mar embravecido convulsionado por constantes tormentas o como el agua de pozo estancada, donde habitan todo tipo de insectos y bichos ponzoñosos. Regido por Marte y Plutón, es el único signo de agua que gozará con la pelea, porque es otra manera de disfrutar una experiencia cumbre. Escorpio no es rápido para entregar su afecto, pero cuando lo hace, nadie es más leal con las personas que realmente quiere. Es rencoroso, si algo lo hiere no olvida ni perdonará jamás, y esperará pacientemente para consumar su venganza. También es reservado en sus sentimientos y puede esperar durante años para mostrar sus verdaderas intenciones, si no se siente seguro"

Y fue aquí donde todo me hizo click. Será posible que…. Pero no pude terminar de hilar mis pensamientos por que la inconfundible risa burlona de Afrodita sonó aterradoramente cerca de mí.

Voltee hacia atrás y ahí estaban mirándome con morbo los tres, Shura, Afrodita y Aldebarán.

Shura me miraba incrédulo, casi podría escuchar sus pensamientos reprobatorios por mi osadía de perder el tiempo leyendo revistas de niñas.

¡Afrodita seguía riendo y repitiendo, "Conque enamorado de un escorpio eh! lo sabía!", "eras taan obvio".

Solo Alde me miraba con cierta compasión mientras me alentaba, "vamos campeón, tú puedes, no dejes que se te escape de nuevo"

No sé cómo, pero en ese momento todo se volvió claro y ya nada me importó. ¡Si, era hora de que lo aceptara, estaba complete y estúpidamente enamorado de Milo!

Me puse de pie, dejé la revista de lado y caminé con decisión hacia donde estaba ese bicho ponzoñoso, para no variar, acompañado de Camus. Esta vez era yo quien iba por todo o nada. Si me odiaba, que me lo dijera en la cara, pero si no…

Continuará