Grisáceo

Capítulo 1: Mi Vida Conmigo

En la librería especializada de "Los Libros de Andy" el negocio marchaba bien pues en la última década habían vendido casi de forma constante más libros de texto y libros de historieta que los que adquirían para vender en físico. La tienda era de tamaño mediano y estaba ubicada en la calle Wilson. La administración y la adquisición de libros para luego ponerlos a la venta corría a cargo de Makoto y de su esposa Koharu mientras que la atención al cliente era realizada por Runa, una mujer de treinta y bastantes años, muy atractiva por lo guapa que era físicamente pero de carácter demasiado reservado aunque cortés para los clientes a los que atendía. Siempre que un lector sea habitual o no en la tienda intentaba sacarle charla nuestra protagonista no podía evitar que se le escapara parte del gran orgullo que a veces rayaba la soberbia resultando ser cortante con los lectores del sitio. Cuando Koharu estaba presente ella se limitaba a disculparse por su compañera de trabajo mientras que Makoto incluso cuando ocurrió las primeras veces en gran medida comprendió su actitud pues algo sabía de su oscuro pasado. Pero todavía no llega el momento de narrar esa parte de la antigua vida nuestra rubia protagonista.

– Runa, disculpa que te salga con esta pregunta… ¿pero cuántos años tienes?

La inquiría Koharu a Runa cuando ya estaban cerrando la librería aquella noche.

– Tengo 37. ¿Por?

Le respondió Runa y Koharu entrecerró los párpados mirando hacia un costado cuando terminó de cerrar las ventanas y las cortinas.

– Ah, bueno… es que llevas trabajando acá como diez años ya… pero nunca te vi en otro sitio ni haciendo algo distinto…

– ¿Qué quieres decir?

Le preguntaba ahora Runa mientras contaba lo recaudado a lo largo del día detrás de la máquina registradora.

– Me refiero a que tendrías que divertirte más de vez en cuando, ¿no te parece? Es decir, sos muy agraciada y hasta más de un lector de nuestra tienda se fue colorado tras comprar libros que quizás no les interesaban mucho pero lo hicieron igual para que les hablaras o los miraras.

Ante las palabras de Koharu nuestra protagonista apenas se sonrojó pero sobre todo hizo una mueca de aburrimiento o de hastío. Como Runa no contestó nada Koharu retomó la charla:

– Cuando quieras salir llámame que será una cita sólo de chicas para empezar.

– Agradezco la intención pero nunca me hará falta.

Runa guardó el dinero como era debido y ya se disponía irse cuando la otra mujer la agarró del brazo.

– Vamos, sólo quiero ser algo así como una amiga para vos pero cuando te notes cómoda pues ya sabes, ¿ok?

Koharu la dejó de agarrar y ya ambas se despidieron frente a la persiana cerrada de la librería. Koharu ese día se fue caminando y Runa se fue en bicicleta directamente hacia su apartamento. En la ciudad de Saint Michael todo era muy tranquilo y de hecho casi demasiado pero eso era justo lo que le gustaba a Runa de su ciudad natal.

Apartamento de Runa

Cuando Runa terminó de ducharse se vio casi desnuda ante el espejo del baño (casi porque sólo la cubría parcialmente la toalla). Tenía que concederle aunque sonara soberbio (incluso para la misma Runa) que ella misma sí que era muy agraciada: una cara preciosa, unas tetas medianas grandes como las de su hermana mayor, una figura flaca pero no delgada y una piel clara bien tersa. Hacía rato que no se veía o pensaba a sí misma como alguien guapa pero al ratito recordó que no le gustaba verse reflejada en los espejos. Se fue a acostar poniéndose a leer una novela de ficción científica aunque a ella lo que más le gustaba eran las historias de fantasía que la hacían soñar con grandes aires de libertad. Libertad que para muchísimos fue libertinaje hace unos veinte años… No, ya no debía pensar en aquello… Runa maldijo mentalmente a Koharu… ¿Acaso Koharu le tenía lástima o algo parecido porque parecía una mujer sombría o tristona? ¿O hablaba en serio cuando decía que quería ser su amiga? Ahora Runa se maldijo a sí misma por tener estos pensamientos tan egoístas… Ya no pudo concentrarse en su lectura así que cerró el libro, lo dejó sobre la mesita de luz, desactivo la luz del dormitorio y se disponía a dormir pero un calorcillo en su bajo vientre la hizo querer tocarse… pero al fin y al cabo al rato sólo se quedó dormida y no tuvo sueños.

A la mañana siguiente…

Ya tras hacer todo lo propio de un viernes muy temprano a la mañana Runa se alistó para dirigirse hacia la librería. Llegó como siempre pedaleando en su bicicleta a su lugar de trabajo. Saludó a Makoto que justo tenía que salir para realizar un mandado o recado para la tienda y luego Runa saludó también a Koharu con algo de incomodidad pero ésta la recibió con su sonrisa serena como de costumbre. Otro día en la tienda iniciaba pero a media tarde Runa y Koharu coincidieron en el baño que era un poco grande considerando que la tienda era de poco más que de mediano tamaño. Mientras Koharu se aplicaba un ligero maquillaje pues esta noche tenía una cita en un restaurante con Makoto nuestra protagonista se preguntaba cómo era posible que una pareja fuera pareja justamente por tantos años seguidos como lo eran sus compañeras de trabajo. Había leído en más de un artículo que cuando se trataba de parejas conformadas por el mismo sexo el vínculo era más fuerte que en una pareja conformada de distintos sexos… ¿A qué se debía esto? Runa no indagó más en esos artículos pero se daba una idea de por qué era así en el caso de las parejas de homosexuales tanto femeninas como masculinas. Quizás debería volver a buscar esos artículos por la red… Runa suspiró cuando se terminaba de arreglar el largo cabello pero entonces vio en el espejo su reflejo distorsionado y como si sufriera contorsiones, se asustó pegando un alarido, retrocediendo y llevándose las palmas de las manos a los labios.

– ¿¡Runa…!?

Le preguntaba Koharu.

– ¡Mira en el espejo…!

Koharu vio la superficie del espejo y sólo se veían a ellas mismas sin nada más en especial.

– ¿Eh? ¿A qué te refieres…? Sólo somos vos y yo…

Pero entonces Runa vio que el reflejo de Koharu también estaba distorsionado y retorciéndose como si sufriera de descargas eléctricas inexistentes. Para ser más precisos ambos reflejos parecían de pesadilla porque carecían de piel como si estuvieran descarnadas y no poseían rostro sino innumerables heridas donde deberían haber estado sus caras… y esas contorsiones rapidísimas y continuas era lo que más horrorizaba a Runa… que terminó saliendo corriendo del baño atravesando la tienda de libros llegando hasta el exterior. Ya en la vereda Runa se tranquilizó un poco porque todo estaba normal: había otras personas caminando por las veredas y vehículos recorriendo las calles…

– ¿Qué fue todo eso en el baño…?

– ¡Runa…! ¿¡Runa…!? ¿¡Qué te pasó, Runa!?

Llegaba diciendo en voz alta Koharu sosteniéndole de un hombro apenas la alcanzó a Runa.

– No lo sé… No era nada supongo… Olvídalo… Sólo tuve miedo de no sé qué…

– ¿Cómo dices…? Lo que hiciste no fue normal y menos viniendo de vos.

– ¡Te digo que no importa…!

Runa se quitó la mano de Koharu de encima del hombro con algo de brusquedad. Pero casi enseguida Runa se disculpó… y entonces ambas acordaron que Runa se podía retirar antes por aquel día a su casa. Koharu se encargaría de hablar con Makoto. Runa estuvo de acuerdo pero no se atrevió a volver a entrar al baño para buscar sus escasos bártulos de aseo así que decidió dejarlos allí hasta el lunes siguiente. Koharu se preguntaba qué le pasaba de pronto a Runa pero decidió guardarse sus preguntas hasta el inicio de la semana que viene cuando volviera a ver a su compañera de laburo.

De vuelta en el Apartamento de Runa…

Runa entró rápidamente en su apartamento y aunque se temía lo peor fue a verse en el espejo de tamaño completo de su pieza o habitación… y respiró aliviada cuando sólo vio su reflejo de forma normal. Pero ante su alivio se olvidó del espejo más pequeño de su baño y cuando estaba por empezar a sacarse la ropa para darse una ducha aunque no vio lo mismo que el espejo del baño de la tienda sí que vio que el espejo no reflejaba de forma acorde a cómo estaba dispuesto todo en su propio baño… Dicho de otra forma en vez de reflejarse el ropero y parte de la bañera o tina sólo había algo así como una pared y un piso enrejados y oxidados… pero Runa volvió a ver su baño con sus propios ojos y todo en el mismo estaba muy normal.

– ¿Qué significa esto…?

De este modo Runa perdió las ganas de ducharse y como no le hacía aún tanta falta dejó de lado esa intención. Se recostó en su cama… ¿Qué le estaba pasando…? Pero no logró preguntarse mucho más sobre los episodios de los espejos porque al rato se quedó dormida… y esta vez sí que soñó: Runa soñó que estaba en un pequeño pero bien cuidado parque o plazoleta compartiendo banco con Takako como en la última cita que tuvieron antes de que se descubriera lo suyo hace ya tanto tiempo… Runa ya no recordaba del todo bien qué charla de tontas enamoradas habían tenido por aquel entonces pero soñó que Takako le decía algo distinto:

– Runa, ¿sos feliz? Eso es lo que me importa de verdad…

Le preguntaba Takako agarrándole las manos a Runa.

– No mucho… sin vos mi mundo se volvió casi del todo oscuro…

Takako entonces le sonrió con tristeza.

– Entonces ven a volver a verme… Existo y no existo a la vez: búscame del otro lado del espejo… como en "Alicia en el País de las Maravillas".

– ¿Del otro lado del espejo?

– Sí, pero no hay tiempo para muchas más explicaciones, amor mío… Desde hace tanto que te espero que soy capaz de esperarte por un tiempo más… Yo ya no puedo ir a tu mundo pero vos sí al "mío"… Búscame si ese es tu verdadero deseo…

Y entonces Runa se despertó… y ya se había hecho de noche… ¿Acaso se estaba volviendo loca…? Pero lo ocurrido con ambos espejos fue demasiado vívido para ser sólo un mal sueño… Pero la pregunta que se hizo Runa definió su destino aquella misma noche: como le inquirió Takako… ¿Ella era realmente feliz por cómo era su vida en la actualidad y desde hace tantos años que había pasado sin Takako? No, no lo era en verdad… Era una locura pues Takako ya no pertenecía a este mundo... ¿pero por eso mismo le había dicho en sueños que se había ido a otro mundo…? ¿Y ese mundo estaba "detrás" de los espejos…? ¿Cómo llegaría hasta el mundo de Takako en todo caso…? Algo en esa pregunta le erizaba la piel a Runa… pero su vida vacía la hacía aferrarse al sueño imposible de volver a tener a Takako entre sus brazos… Quizás… Quizás de verdad Takako no había… No, aquello era imposible… ¿Pero qué más le quedaba que creer en la Takako de su sueño a Runa…?

– Takako… desde que nos separaron hace ya tanto tiempo siempre me lamenté… de… lo… nuestro… porque de ese modo seguirías viva… Si no nos hubiéramos enamorado "antes de tiempo" no te habrías suicidado en prisión…

Runa lloró sin sollozos de por medio recostaba sobre la cama… pero ante tanta desolación deseó lo que pese a todo aun le parecía imposible: volver a verse con Takako, la única persona en toda su vida a la que había amado en la forma del amor de pareja…

– Takako…

Fin del Capítulo 1

Continuará en el Capítulo 2: Detrás de los Espejos