El verdadero honor

Las cosas en el grupo estaban marchando estupendamente. Zuko se había ganado al fin la confianza de todos en el equipo Avatar, llegando a sentirse como en una verdadera familia, lo que era irónico ya que nunca estuvo de esa forma en compañía de su propia sangre en la nación de fuego. Y es que, en verdad, notaba que cada uno tenía un papel familiar en aquel grupo, aunque parecía que no era del todo intencionado, simplemente su forma de comportarse naturalmente les daba ese rol.

Toph y Aang parecían los hermanos. La maestra tierra adquirió el rol de ser la niña que gustaba hacer bromas y molestar a los demás. Aquel monje de cientos de años, a pesar de ser el Avatar encargado de restaurar la paz entre las naciones, se quedó con la mentalidad de un niño de doce años que gustaba jugar con su mascota, que se emocionaba de forma inocente por algo. Sokka y Suki parecían los tíos o primos, especialmente el chico de la tribu agua era el tío loco que parecía un niño más en aquella peculiar familia. Katara tenía cierto rol maternal en el grupo, era quien tenía ya el desayuno preparado para que Aang no iniciara sus entrenamientos con el estómago vacío, quien les recordaba asearse, lavar sus ropas, etc. Y Zuko, por más que aquella idea le avergonzara, parecía el padre exigente que procuraba mantener la disciplina, especialmente con el joven monje para que perfeccionara su fuego control.

-vamos Zuko…. Hemos estado entrenando a diario en cuanto sale el sol, estoy agotado – se queja Aang tirado en el suelo con las manos hacia detrás de él y la cabeza inclinada – ya he mejorado bastante

-no es suficiente – se pone firme su maestro, cruzándose de brazos – tienes muy poco manejando el fuego control, y mi padre es un experto en eso, tienes que por lo menos igualarlo – aquello parece tensar y llenar de miedo al joven monje ¿igual al señor del fuego en tan poco tiempo?

-déjalo descansar un poco, Zuko – sugiere Katara apaciblemente, yendo a ellos – el descanso es también parte importante del entrenamiento, va para ambos – mira en especial a Zuko, lo ha visto últimamente entrenar solo sin descanso, siendo el primero en levantarse y el ultimo en irse a dormir.

-de acuerdo, ve a perder el tiempo – accede, no quería ni podía llevarle la contraria a Katara por alguna razón – pero más vale que te duermas temprano, volveremos a entrenar a primera hora de la mañana – deja fuertemente en claro, lo que hace que Aang le caiga un aura cansada. Zuko era aún más exigente que Toph, pero al menos ella lo dejaba dormir hasta tarde

-la comida esta lista, prepare tu platillo favorito – dice Katara con la intención de animarlo un poco, lo cual funciona, ya que tras exclamar un emocionado ¨excelente¨ Aang va a toda velocidad a la casa

-pensar que es un monje de más de cien años – comenta Zuko alzando una ceja ante la constante actitud infantil de su pupilo

-sí, pero mentalmente sigue siendo un niño de doce, recuerda que se quedó congelado durante ese tiempo – dice Katara

-un niño que debe aprender en muy poco tiempo fuego control para enfrentarse a alguien que lo ha practicado durante años y que se ha vuelto mortalmente bueno en eso – expresa preocupado, lo que llama la atención de Katara – sé que estoy siendo demasiado exigente con él, pero yo sé de primera mano lo que Ozai es capaz de hacer – no necesitaba si quiera señalarlo, era claro porque lo decía

-ahora te preocupas por él – habla con cierta ironía

-vaya vueltas que da la vida ¿verdad? – secunda, y es que, de verdad, era muy irónico

-Aang no tendrá los años de entrenamiento como sus antepasados, pero nos tiene a nosotros – coloca una mano sobre su hombro – y que te nos unieras, es la mejor señal de que esta guerra terminara al fin – eso lo hace sonreír, que Katara le dijera eso, ya lo hacía sentir verdaderamente merecedor de aquella segunda oportunidad de hacer bien las cosas

Katara había sido la última del grupo en tenerle confianza, en redimir y perdonar sus errores. No la culpaba, en Ban Sing Se le hizo creer que había cambiado, para que, de la nada, le diera la espalda y la traicionara.

Eso ya había cambiado, Katara olvidó esa traición y lo perdono tras que volvieron de su paseo para que enfrenara su odio y su dolor. Desde entonces, era con quien con más confianza se sentía, de hecho, se habían vueltos buenos amigos muy cercanos y confidentes. Tanto, que una vez más, tras que Katara lo vio sentado solo ante una fogata ejerciendo un pequeño fuego control sobre las llamas, pareciendo más bien que jugueteaba con dicho elemento, Katara fue a sentarse a su lado, y de una manera sumamente natural, comenzaron a charlar de cosas muy personales.

Zuko comenzó a hablarle de su infancia en aquel palacio en la nación del fuego, en el que se sentía sumamente opacado por su hermana, a la que su padre constantemente le decía que nació con suerte y talento, y que él, tuvo suerte de nacer. La única que realmente siempre lo alentó, lo apoyo y sintió su condicional amor fue en su madre, quien, desde muy pequeño, le fue arrebatada por su propia nación, por las propias ambiciones de su padre.

-lo hizo para protegerme – dice Zuko mirando el fuego danzante de la fogata. Ante esa luz, sus ojos dorados parecían brillar más – mi padre estaba dispuesto a sacrificar a su primogénito con tal de que el abuelo le cediera el derecho como señor del fuego.

-yo…. No tenía idea…. – le oprimía el corazón escuchar tal pasado de aquel príncipe que vivía persiguiéndolos. De hecho, ahora no veía ni la sombra de aquel Zuko, ahora parecía tan solo, tal vulnerable – Ozai…. Bueno, yo creí que hasta las personas viles querrían a sus hijos – ve las llamas de la fogata moviéndose de forma peculiar. Es entonces que repara en la mano de Zuko, en sus dedos que se movían casi con nerviosismo – entonces…. ¿tu madre sigue con vida?

-eso fue lo que dijo mi padre – la fogata bajo de tamaño tenuemente, era como si estuviera conectada con los sentimientos de Zuko – planeaba buscarla cuando todo esto acabara, pero no lo sé – se abraza de las piernas. Katara no pudo evitar conmoverse ante ello, pensar que ese mismo príncipe, que ahora parecía un niño indefenso, era quien estuvo detrás de ellos para capturar a Aang y llevarlo a la nación del fuego. Valiéndose de miles de artimañas para conseguirlo.

-¿no lo sabes? – ver esa inseguridad en él, nunca llego a si quiera imaginarse en verlo de otra forma que no fuera con esa obstinada convicción de hacer cualquier cosa por capturar al Avatar.

-¿Qué tal si es una sucia jugada más de mi padre para hacerme sufrir? Al igual que lo hizo cuando me mando en la búsqueda del Avatar sabiendo que no se le había visto por cien años – se vuelve a ella, reflejando en sus orbes dorados algo que Katara nunca pensó ver en aquel príncipe exiliado; temor, inseguridad – nunca vi lo cruel que puede ser Ozai, aunque…. Desde hace mucho debí haberme dado cuenta – toca con la yema de los dedos su cicatriz, de donde sale una solitaria lagrima que resplandece por la luz de la fogata

-Zuko, no puedes rendirte – sin saber porque, o que le hizo hacerlo, toma las fuertes manos del maestro fuego, deteniendo su nerviosismo de dedos y el jugueteo con las llamas de la fogata – no te rendiste en buscar al Avatar a pesar de saber que no se le había visto en cien años, y lo encontraste ¿no es así? Y no paraste, nunca te detuviste, porque tenías la convicción de regresar a tu nación con honor – Zuko bufa, casi con molestia

-vaya honor, me sentí más deshonrado al darme cuenta de todos los errores que he cometido en la búsqueda de mi supuesto honor – vio las manos de Katara sujetando gentilmente las suyas, reconfortándolo. El contraste de tonos de piel entre ellos era bastante notorio

-lo importante es que ahora estas enmendándolos, retomaste el camino correcto – sonríe con una cálida gentileza, a pesar de que la voz empezaba a sentir que se le quebraba por lo que estaba a punto de decir – si yo…. Tuviera la mínima esperanza de que mi madre estuviera viva, no pararía de buscarla hasta el último rincón de la tierra – el llanto estaba atorado en su garganta, pero negándose a soltarlo, aunque claro, Zuko pudo percibir claramente el cambio de tono de voz – pero sé que no volverá, no importa cuánto rencor le guarde a la nación del fuego, o si el elemento en si desaparece – las lágrimas empiezan a acumularse en su rostro, pero era lo suficientemente orgullosa para no dejar que broten de sus ojos. Sin embargo, Zuko sentía que miles de agujas se le clavaban en el pecho ante las palabras de la morena a pesar de que sabía que no lo decía en reclamo hacia él. Aun así, se sentía de lo más insignificante, miserable, un monstruo

-lo lamento…

-no, tú no tienes que disculparte – con una sonrisa casi forzada, se limpia las lágrimas antes que resbalaran por sus mejillas – es verdad que relacionaba a todo habitante de la nación del fuego por eso, pero ahora sé, gracias a ti, que las personas pueden cambiar, que el odio puede quedar atrás – dice todo eso mirando apaciblemente la fogata, aun sin soltar las manos de Zuko. Parecía que se acomodó tanto a ese tacto, que lo había olvidado – y que el fuego…. No es sinónimo de solo destrucción o dolor, puede ser cálido, reconfortante

-gracias, Katara…

Se miraron a los ojos, tan solo dejando que el silencio hablara entre ellos.

Zuko era muy apuesto, incluso podría decirse que aquella cicatriz lo hacía verse más atractivo. Era raro, ahora no veía en aquel rostro el sinónimo de la maldad, esta vez, lo veía como la segunda oportunidad de una nueva esperanza. Estaba sintiendo algo sumamente extraño al mirar con más detenimiento a Zuko, al mirarlo bajo una nueva perspectiva.

En eso, cayo en cuenta que seguían cobijándose las manos, ya que ni siquiera se sostenían, Katara tenía puestas sus manos sobre las de Zuko tan sutilmente que parecía que las usaba a modo de cobertor a con el maestro fuego.

Las quito fingiendo un bostezo, aunque era más que nada para ocultar el sutil sonrojo en sus mejillas, mientras que Zuko, miro sus manos, descubriendo la sensación faltante de esa pequeña muestra de apoyo, de cobijo.

-iré a dormir – se pone de pie, fingiendo que internamente no estaba comenzando a sentir una extraña sensación – descansa, Zuko

-igualmente, Katara – también se levanta, mirándose de nuevo a los ojos, como si no quisieran despedirse

La morena rompe el contacto al juguetear con un mechón de su cabello y bajar la mirada, descubriendo en si misma que se le dibujaba una tímida sonrisa.

Apenas murmurando de forma audible un ¨buenas noches¨ va a la respectiva habitación de aquella casa en la playa que le fue asignada. Sentía su cabaza, sus pensamientos, sus emociones demasiado fuera de lo ¨normal¨, es decir, sentía que nada conectaba, que no tenían pies ni cabeza.

Hace un par de días repudiaba a Zuko, no podía soportar tenerlo en el grupo y constantemente lo tenía vigilado, esperando, deseando incluso, que hiciera un mínimo signo de que atacaría a Aang para ella tener un motivo para adelantarse.

Ahora lo veía tan diferente a como lo consideraba por tanto tiempo. Empezaba a ver un Zuko mucho más humano, que tuvo una infancia difícil a pesar de vivir en un palacio bajo el título de príncipe. Que extrañaba a su madre, que estaba arrepentido. Era un Zuko con el que hablo de todo corazón y que empezó a causarle emociones extrañas, muy distintas a lo que una vez le causo Yet o los sentimientos de cariño que tenía por Aang.

-es que ahora somos amigos – se dice a sí misma. Y no del todo convencida con esa idea, se fue a dormir.

A la mañana siguiente, como siempre, Zuko fue el primero en levantarse. Ese día decidió dejar a su pupilo descansar un rato más, después de todo han estado entrenando arduamente desde que llego al grupo.

Decidió entrenar un poco en solitario, recibiendo con un suspiro la fuerza que le daba el sentir el primer rayo del sol matutino. Empezó con calentamientos, respiraciones para aclarar su mente, disfrutando esa nueva paz mental en la que ya casi no había confusiones en su interior. Y, al recordar la charla con Katara, esbozo una gran sonrisa, sintiendo una frescura en su pecho, como si el haber hablado con ella de sus tormentos le haya quitado un gran peso de encima.

Una vez que hubo terminado sus respiraciones y calentamientos, prosiguió con practicas de fuego control, expulsando llamaradas intensas de sus puños y pies.

Siempre tuvo entrenamientos intensos, todo con tal de ganarse la aprobación de su padre y no dejarse opacar por Azula. Posteriormente, seguía exigiéndose hasta el cansancio, para regresar del exilio con el Avatar siendo el mejor maestro fuego.

Actualmente su entrenamiento era igual de intenso, pero con la diferencia de superarse cada día a su mismo y ayudar a Aang a restaurar la paz.

Al terminar, fue a la cocina a preparar para el grupo algo de desayunar. Katara era siempre quien se encargaba de eso, así que ahora, quiso ayudarla en dicha tarea aprovechando que aun nadie se despertaba.

-nunca me imaginé que cocinabas – Katara aparece repentinamente descubriendo a Zuko cocinando huevos en una sartén, que brincaron un poco por el sobresalto ante la llegada de la morena

-tuve que aprender a la mala, mi tío y yo andábamos de un lugar a otro – cuenta revolviendo los huevos y cocinando en otro lado un poco de tocino – cocinábamos hasta en una piedra que calentábamos con fuego control, llevamos una vida bastante humilde, hasta aprendí a pescar

-te ayudare – Katara va un lado suyo, tomando otra sartén – Aang ni siquiera come huevos

En un comienzo ambos se sintieron extraños, es decir, eran antiguos enemigos que estaban preparando el desayuno juntos. Pero, de un momento a otro, comenzaron a bromear respecto a esas situaciones, a los días en que Zuko los perseguía, cuando estuvo exiliado y atrapaba pequeños pescados que no llenaban ni a un niño pequeño, cuando llego al templo, etc.

-¿de verdad hubieses aceptado ser nuestro prisionero? – cuestiona Katara lavando los trastes que salieron

-era lo menos que merecía – responde, Katara realmente ve que lo decía enserio, le seguía pareciendo asombroso lo arrepentido que estaba – además, admítelo, te hubiera encantado tenerme atado a un árbol o congelarme – esta vez sí bromea, haciéndola reír

-por el momento…. – usando agua control, le echa un pequeño chorro a la cara – me conformo con esto – Zuko bufa haciendo un encantador puchero, aunque la sutil risa de Katara termina contagiándolo

-vaya, vaya…bien dicen que del odio al amor solo hay un paso – insinúa descaradamente Toph al llegar y escuchar la amena platica de Katara y Zuko. No podía ver los sonrojos que provoco su comentario, pero si sentir el cambio de ritmo en sus palpitaciones, lo que internamente, le pareció bastante interesante – ¿qué hay de desayunar?

-Zuko preparo huevos con tocino – responde Katara acomodando los platos en la mesa

-así que chispitas sabe cocinar – suelta con marcado ironía, sentándose a la mesa frente a su respectivo plato

-¿Por qué les es tan raro eso? – cuestiona Zuko

-pensé que en lo único que eras experto era en seguirnos el rastro y quemar pies – da una bocanada al huevo y al tocino – que, por cierto, aun me debes la revancha de eso

-cuando quieras – reta Zuko cruzándose de brazos

Al cabo de un rato, Sokka y Suki llegaron, este primero abalanzándose sobre la comida para luego, ser regañado por su novia al reclamarle que ni las gracias ni los buenos días dio, lo que hizo después, pero con la boca ya retacada.

-¿no les parece irónico que estemos refugiándonos en la casa de playa de quien nos estuvo persiguiendo por casi todo el mundo? – habla Sokka con la boca llena

-pues estas devorando la comida que dicha persona preparo – le reprende Suki

-bueno, se ve que quiere disculparse por causarnos tantos problemas – dice justo tras atascarse más la boca con el resto de la comida – es de mala educación no aceptarla

-mira quien habla de mala educación – le reclama la guerrera

-buenos días – saluda un adormilado Aang, que venía tallándose los ojos – Zuko ¿Por qué no me despertaste para entrenar?

-por hoy decidí dejarte descansar, pero entrenaremos cuando acabemos de desayunar – advierte cruzándose de brazos

-también hace falta practicar más tu tierra control – habla Toph

-y hace tiempo no practicamos agua control – agrega Katara

Aang ya se sentía cansado con escuchar a sus sifus, así que, en un gruñido derrotado, deja caer su cabeza sobre la mesa. Ese día sería bastante largo.

Entrenaron primero por separado con Aang, entrenamientos que duraron casi una hora con cada uno de sus maestros. Para cuando termino con Katara, estaba sumamente agotado, ya deseando irse a dormir, aunque el sol apenas se estaba ocultando. Sin embargo, apenas cuando hizo el último ejercicio con su maestra agua, Toph y Zuko se pusieron detrás suyo, rodeándolo y poniéndose los tres en posición de ataque.

-uuy esto será interesante – comenta Sokka sentándose en las escaleras con unos bocadillos de carne seca

-¿nunca dejas de comer? – le reclama su novia

Sin previo aviso, agua, tierra y fuego atacaron al Avatar, quien, por mero instinto, salió de ese círculo expulsándose hacia arriba con su aire control.

-oigan ¿qué están haciendo? – les pregunta a sus amigos, que venían juntos en posición de ataque

No hubo respuestas, tan solo volvieron a atacarlo con los tres elementos a la vez. Aang, por instinto, se cubrió con un muro de arena, que sirvió solamente para cubrirse del fuego, pero no fue rival para la tierra y el agua, que fusionados, terminó siendo aplastado por su propia defensa, a lo que le siguió una llamarada de la que apenas pudo escapar protegiéndose con una burbuja de aire.

-oigan no es justo, estoy agotado, ustedes tuvieron tiempo para descansar – reclama el joven monje

-y te aseguro que mi padre estará mucho más descansado – habla Zuko antes de volver a expulsar una fuerte llamarada

Empezaba a entender de que se trataba eso, sería el más duro de sus entrenamientos, pero debía demostrarse que podía contra tres elementos, era el Avatar después de todo.

Los tres eran grandes maestros, no por nada eran sus mentores, debía atacar y defenderse a la vez, ellos parecían que se estaban coordinando asombrosamente para atacarlo.

Toph, que estaba justo delante de Aang, levantó una avalancha. A sus espaldas estaban Katara y Zuko que lo atacaron con una llamarada poderosa y un remolino de agua respectivamente. Aang se protegió de los ataques a sus espaldas cubriéndose con un caparazón de piedra a la vez que contratacaba a Toph empujándola a un costado con un torbellino, el cual, debido a que venía por el aire y Aang no hizo ningún movimiento brusco que alertara los sentidos de la maestra, no pudo evitar que la atrapara y la llevara volando hacia adentro de la casa, llevándose a Sokka consigo.

La roca detrás de él que estaba usando para protegerse de los ataques de agua y fuego estaba ya cediendo, la combinación de ambos elementos estaba ocasionando erosión en la piedra, ocasionando vapor que lo estaban prácticamente cocinando. Era difícil ver a través de las vibraciones del suelo ya que estaba parado sobre arena, pero entonces, una idea cruzo por su mente; usar los ataques a su favor.

Utilizó el vapor que lo estaba sofocando, después de todo, eso era un estado del agua, y, tratando al mismo tiempo de hacer que la roca resistiera un poco más a sus espaldas, hizo que el vapor se convirtiera en agua y se solidificara a sus pies en la arena exhalando fuego de su boca. Gracias a eso pudo ver la ubicación exacta de sus atacantes a sus espaldas y pudo levantar un pináculo desde el suelo que golpeo desprevenidamente a Zuko en el estómago y lo mando volando al mar. Esto provocó que Katara se distrajera al preocuparse por el príncipe y cesara su ataque, dándole oportunidad a Aang de deshacerse del caparazón y atarla de manos por la espalda con unas esposas de roca.

-si, lo logre – festeja segundos antes de dejarse caer de espaldas, totalmente agotado por los entrenamientos de hoy

-bien hecho, pies ligeros – le delicita Toph, aunque acompañada de un refunfuñón Sokka

-a la otra fíjate hacia donde apuntas – reclama furioso Sokka

-lo lamento Sokka – su disculpa no parecía muy convencida, lo que hace enfurecer más al espadachín – aunque a la otra podrían avisarme del entrenamiento que planean

-el objetivo de este ejercicio era sorprenderte y que hicieras uso de los cuatro elementos – aparece Zuko completamente empapado y agarrándose el estómago, ignorando el suspiro aliviado de Katara al verlo salir del agua, ya se había tardado un poco – te defendiste bastante bien, pero debes mejorar en tu ataque, mañana al alba trabajaremos en eso – la sola idea agotaba más al joven monje. Con tales entrenamientos, moriría antes de poder enfrentarse a Ozai

-Aang ¿podrías quitarme esto? – pide Katara aun atada de manos por las esposas de roca

-oh si, lo siento – se incorpora apresurado, liberándola de aquellas esposas – no te lastime ¿o si? – pregunta inquieto

-no, estoy bien – reafirma moviendo sin problemas sus muñecas – tu, Zuko ¿estas bien?

-tranquila, he recibido golpes mucho peores, por eso decía que Aang debe mejorar en sus ataques

-no quería lastimarlos – se justifica

-¿acaso nos crees de cristal, pies ligeros? – dice Toph indignada

-no, pero…

-nada de peros, mejoraremos tus ataques – dice inflexible Zuko, antes de tocarse el estómago al sentir un ligero dolor

-déjame revisarte – se apresura Katara a verlo

-gracias, katara….

No era un golpe grabe, apenas y estaba saliendo un moretón, de todos modos, Katara lo curo con el agua pura de la fuente cerca de la casa. Los demás estaban lejos, unos demasiado abstraídos terminando sus bocadillos como para darse cuenta del sonrojo en las mejillas de Katara al poner su mano sobre el marcado abdomen del maestro fuego y el brillo en los ojos dorados de este al ver el minucioso trabajo de la morena al curarlo, así como aquella significativa sonrisa que era más que de agradecimiento.

Antes de irse a dormir, tuvieron una sencilla cena, y tal como paso en el desayuno, fueron Katara y Zuko los encargados de prepararlo y posteriormente de lavar la bajilla usada, actividad en la que se vieron nuevamente bromeando entre ellos y hablándose con sarcasmos, uniéndose posteriormente los demás en molestar a Zuko con toda la intención de hacerlo refunfuñar.

-Zuko y Katara se volvieron muy buenos amigos – comenta inocentemente Aang

-es irónico que yo diga esto; pero no todo es lo que parece, pies ligeros – a Aang se le forma una enorme interrogante en la cabeza – yo ya iré a dormir, quiero aprovechar todo lo posible que tenemos una cama para dormir, es lo único que extraño de mi casa – se dirige a su respectiva habitación con las manos en la nuca – descansen papá y mamá…. – canturrea al pasar a lado de ellos, provocando que se sonrojaran.

-¿Por qué les dijo así? – cuestiona el joven monje, casi pareciendo un niño celoso

-no lo sé, Aang – responde Katara tratando de ocultar su incomodidad – ya sabes cómo es Toph – eso lo deja un poco más tranquilo. Era cierto, Toph gustaba de gastar bromas – ve a lavarte los dientes antes de irte a dormir

-y recuerda que mañana a primera hora entrenaremos, esta vez si te despertare en cuanto salga el primer rayo de sol – dice Zuko con firmeza

-¿Por qué debemos comenzar tan temprano? – se queja Aang en un puchero

-debes empezar a pensar como un maestro fuego – le da un pequeño golpe en su cabeza – nosotros aprovechamos desde el primer rayo del sol

-de acuerdo…. – y tal como si fuese un pequeño regañado, se va a su correspondiente habitación en aquella casa.

Sokka, como honorario cabeza hueca y despistado del grupo, estaba demasiado concentrado en relajarse mientras se hurgaba las orejas. Pero la guerrera kioshi en efecto noto la atmosfera que empezaba a ver entre aquellos maestros de elementos opuestos, dándole la razón a Toph de que habían adquirido el rol de mamá y papá en el equipo.

Era pronto para que asegurara algo, no pondría sus manos al fuego, pero la probabilidad se sentía en el aire. Se puso entonces de pie obligando a Sokka a levantarse para llevárselo de ahí.

Zuko y Katara se habían quedado solos terminando de lavar los platos de la cena, ambos pensando en las palabras de la maestra tierra ¿realmente parecían los padres?

Una vez que terminaron, ambos se fueron a dormir, aunque Katara tardo en conciliar el sueño por alguna razón. Cuando al fin pudo dormir, una pesadilla la hizo enderezarse abruptamente, sudando frio, obligándola a salir de la cama y dirigirse al mar para tratar de tranquilizarse.

No se necesitaba de su agua control para que las olas del mar en aquella noche estrellada se movieran e hicieran un tranquilizador sonido al momento de llegar a la orilla. Aun así, Katara, sentada en la arena, sin importarle que el agua estuviera mojándola ya que fácilmente podría sacarse el agua de encima, estaba jugueteando distraídamente con dicho elemento, aquello siempre lograba tranquilizarla.

Dio un prolongado suspiro poniéndose de pie al estar ya cansada de tan sencillo dominio solo con su mano, así que, poniéndose en posición, comenzó a hacer otra serie de ejercicios con el agua, moviendo sus brazos delicadamente, provocando que el agua obedeciera sus movimientos y empezara a danzar a su alrededor. Aquello no era una técnica de ataque, era un simple dominio del agua, algo para olvidar la pesadilla que la hizo levantarse en medio de la noche.

Zuko, quien venia con su espada Dao dispuesto a entrenar un poco con ellas, la vio a la distancia, deteniéndose a unos metros para no interrumpirla. Sin embargo, sin saber porque, se quedó observando sus movimientos estéticos, dejándolo más que prendado de lo grácil y a la vez, de la fiereza de aquella chica de la tribu agua. El bien sabía que podía ser mortal en sus ataques, por ello notaba también la furia en esos gráciles movimientos para que el agua pasara a su alrededor y por encima de ella, formando bellas ondas y arcos.

Empezó entonces a imitarla separando su espada Dao, dándose cuenta de que aquellos movimientos servían para el manejo de aquellas espadas gemelas. Ambos, aun a la distancia en la que estaban, se coordinaron en movimientos, a Zuko no le costó nada seguirla.

-si quieres puedo enseñarte – habla de repente Katara continuando con sus movimientos, pero provocando que Zuko diera un traspié y que casi soltara sus espadas

-¿hace cuanto sabes que estoy aquí? – pregunta algo nervioso

-cuando cierto príncipe no deja de seguirnos por todo el continente aprendes a distinguir su presencia – deja su agua control, dándose la media vuelta para verlo de frente y esbozar una sonrisa de lado

-lo siento – se disculpa rascándose la nuca

-ven, practiquemos – le invita a pararse a su lado, a lo que Zuko, con una apacible sonrisa accede, yendo a su lado

Katara reinicia su agua control, siendo imitada perfectamente por Zuko con sus espadas dobles. Esta vez, la maestra agua hizo más movimientos de ataque, lanzando un látigo hacia la profundidad del oscuro océano. Zuko imito dicho movimiento como si estuviera atravesando a alguien con su espada. Ambos ahora estaban lado a lado, en perfecta coordinación, creando un ambiente de confianza, incluso de tranquilidad a pesar de estar entrenando sus habilidades.

-¿Qué haces a estas horas de la noche practicando agua control? – pregunta Zuko, siguiendo con suma facilidad los movimientos de la maestra

-lo mismo podría preguntarte yo – evade con inteligencia dando un fiero ataque hacia la nada, que Zuko imita perfectamente

-yo no estoy practicando agua control – sonríe con auto eficiencia, dando una estocada trasversal, siguiendo a Katara

-muy gracioso – dice con sorna, continuando con un par de movimientos antes de quedarse en un silencio que a Zuko le pareció algo inquietante ya que Katara había cambiado su expresión a una nostálgica, casi triste – fue una pesadilla – de repente, suelta su dominio del elemento al bajar sus brazos. Zuko hace lo mismo, mirando a aquella poderosa maestra con preocupación

-lo mismo me ocurrió a mi – mira a la inmensidad de la noche, sintiendo la mirada de Katara sobre él - ¿quieres caminar un rato por la playa? – la invita con tal amabilidad, que Katara inmediatamente accede dando un leve asentimiento con la cabeza

El único sonido que existía entre los dos era el vaivén de las olas que golpeaban a la orilla de la playa, el viento susurrando y llevando la brisa salina, y el pisar de los pies descansos de los jóvenes en la arena. Pero, a pesar de no haber intercambio de palabras, los dos se sentían en cierta manera muy tranquilos, la compañía mutua les resultaba apacible y reconfortante.

Era en cierta manera extraño, es decir, Katara apenas hace unos días estaba en constante guardia ante su nuevo aliado, tan solo esperando el mínimo índice que le dijera que estaba por hacerle daño a Aang, y, ahora, daba un tranquilo paseo por la playa en su compañía. Zuko, no sabía que era tanta paz, y eso que estaban previos al enfrentamiento final, pero justo en ese momento, tenía la paz mental y espiritual que no creyó nunca poder experimentar.

-¿Qué fue lo que soñaste? – rompen el silencio hablando al mismo tiempo, lo que los hace reír

-las damas primero – invita Zuko, aunque con una expresión algo burlona

-ahora resulta que eres un caballero – se cruza de brazos, en actitud escéptica – además, yo pregunte primero

-hablamos al mismo tiempo – debate Zuko, provocando una pequeña risa en Katara, gesto que se fue borrando para dar lugar a una expresión triste y vulnerable. Hubo un prolongado silencio, pero Zuko presentía que debía darle un poco de espacio, parecía que estaba pensando en cómo iniciar para hablarle de ello

-fue una pesadilla, sobre mi madre – finalmente comienza, aunque algo insegura – a veces la tengo, sueño el preciso momento en el que ese soldado de la nación del fuego estaba con mi madre. En ese entonces, no presencie cuando la mato, pero en esa pesadilla, estoy ahí, adulta, veo como saca fuego de su mano, yo, no puedo hacer nada por más que lo intento, por más que quiero hacer agua control para salvarla no puedo – detiene sus pasos al sentirse incapaz de seguir caminando cuando su voz se empezó a quebrar. Zuko quedo delante de ella, mirándola con el corazón estremecido, pero no diciendo palabra alguna al respetar que Katara parecía querer desahogarse – veo como…. Como…. – se lleva las manos a la cara, ya no pudiendo contener el llanto

-Katara… - siente el impulso de abrazarla, deteniéndose en el momento en que sus brazos iban hacia ella. No sabía cómo lo tomaría, así que se detuvo – lo siento…. Si yo, pudiera hacer algo…. – se descubrió que odiaba verla sufrir, que era sumamente intolerable verla llorar, no le gustaba

-esto no ha sido tu culpa, Zuko. Por eso ya te he perdonado - se descubre su rostro, intentando sonreír, pero todavía quedaba marcada en su rostro ese profundo dolor - nunca le había contado a nadie sobre esta pesadilla, ni siquiera a Sokka o a mi padre - de hecho era extraño, pero sin verse forzada, le conto a Zuko - desde que mi madre murió, prácticamente me hice cargo de ellos, inconscientemente, tome su lugar - eso era muy visible, aun en el poco tiempo que llevaba con ellos, Zuko se dio cuenta que Katara hacia el papel maternal. Ella hacia la cena, lavaba las ropas, ponía las tiendas, todo - pero... No puedo, no puedo evitar extrañarla como si aun fuera aquella niña pequeña

Y tal como paso cuando lo perdonó la primera vez, Katara se lanzó a los brazos de su antiguo enemigo para llorar sobre su pecho, para llorar todo lo que lloraba a solas para que su hermano y su padre no se preocuparan por ella. Todas esas lágrimas a solas de sus amigos que dormían en las noches, ahora las dejaba salir ante Zuko, vaya vueltas que da la vida.

Zuko al principio no supo cómo reaccionar, había dejado sus brazos extendidos a cada lado de Katara, sin atreverse a cerrarlos en torno a ella. Tenía sentimientos encontrados, es decir, le dolía ver a aquella poderosa maestra agua llorando desconsoladamente, verla así, con tanto dolor acumulado de tantos años. Por otro lado, su corazón empezó a latir fuertemente ante tal cercanía.

Casi con temor y exagerada precaución, de a poco fue rodeándola, brindándole consuelo, poniendo su barbilla en el hombro de la morena mientras que su mano se posaba en su nuca, sobre ese sedoso cabello.

-de verdad... Lo lamento...

-deja de decir eso, tu no tuviste nada que ver con eso - dice con su cara sobre su fuerte pecho - seria como culpar al propio fuego, ya entendí eso

-de todos modos, si hubiese abierto antes los ojos ante todo el sufrimiento que estaba provocando mi nación, no les hubiese causado más problemas de los que ya tenían –

-eso no lo negare - se separa un poco, aunque Zuko no rompe el abrazo, ni ella parece querer separarse demasiado - nos hubieses ahorrado muchas molestias

-todavía sigue en pie lo de atarme a un árbol o dejarme congelado - bromea con un sutil gesto, aunque logra hacerla reír un poco

-lo tendré en cuenta - parece incluso pensarlo, lo que tensa momentáneamente a Zuko, causándole aún más gracia a la maestra, que de a poco se va tranquilizando - gracias, Zuko - vuelve a refugiarse en su pecho, esta vez, sonriendo tranquila, comprendida y refugiada de sus propios tormentos.

El haber desahogado ese dolor con Zuko le quito un verdadero peso en el alma, llevaba demasiado tiempo con eso ella sola y en Zuko, vaya sorpresa, sintió ese apoyo, esa empatía para sentir la confianza de verse vulnerable con ese sufrimiento de hace años.

-es lo menos que puedo hacer - la estrecha un poco más, rodeándola por los hombros y apoyando su mentón sobre su cabeza. Se sentía demasiado bien tenerla de esa forma, poder consolarla, pero especialmente, sentirse también comprendido y apoyado, pues su pasado, era muy similar al de Katara - sé lo que sientes, yo, aun sigo extrañando a mi madre, era con la única que me sentía refugiado y apoyado, quien creía en mí - ahora él podía sacar esa profunda espina - yo veo a mi madre aun en sueños, aquella noche que se fue. Pero, cuando intento ir tras ella, al abrir la puerta de mi cuarto, esta mi padre, que me lanza fuego al rostro, es cuando despierto - ni a su tío le había contado aquello, siempre que se despertaba a mitad de la noche le ponía como pretexto que tenía que entrenar todo lo posible, que dormir era una pérdida de tiempo

-Ozai es un verdadero monstruo - se separa un poco de él para verlo de frente, ver que aquellos ojos dorados, antes llenos de odio, ahora reflejaban una vulnerabilidad y bondad que nunca creyó ver en él - pero tu aun tienes la esperanza de encontrar a tu madre, te prometo, que la encontraremos, yo te ayudare - pone su mano en su cicatriz, donde posteriormente, Zuko pone la propia sobre la mano de Katara. Era la segunda vez que la dejaba tocarlo en esa zona, a nadie se lo ha permitido porque sentía que le tenían lastima, pero con Katara, era de hecho reconfortante

-Gracias, Katara...

Se miraron, se dedicaron una mutua sonrisa de agradecimiento al saber que después de todo, tenían mucho en común. Si, por desgracia era un dolor el que compartían, el que seguían arrastrando pese a los años, pero ahora, podían ser el pilar del otro al compartirlo, podían tener un mutuo consuelo y comprensión.

Eran fuego y agua, contrastes naturales que se supone que debían repelerse por instinto, como imanes de polos apuestos. Pero no, estaba sucediendo todo lo contrario; poco a poco empezaron a acercar sus rostros, como si hubiese una fuerte atracción a la que no podían resistirse.

Katara no quito su mano de la cicatriz del príncipe, las manos de este se posaron gentilmente en la cintura de la maestra agua, todo sin despegar la vista del otro, sintiendo su mutua respiración cada vez más cerca. La esencia de Zuko era cálida, demasiado irresistible. Si, era como estar hipnotizada ante las danzantes flamas de una fogata. Katara irradiaba frescura, daba esa reconfortante sensación de encontrar un oasis en medio del desierto.

Unen sus labios en un beso suave, inocente, como si primeramente temieran que sus dos elementos causaran una colisión, pero no, descubrieron que, de hecho, era la combinación perfecta, que era como el Ying y el Yang, diferentes, pero habiendo en el otro una pequeña parte de su esencia.

Katara rodeo a Zuko por el cuello, este hizo lo mismo al rodeándola con ambos brazos de su cintura, levantando unos centímetros sus pies descalzos de la arena. Al separarse, al tiempo que Zuko la bajaba, fue entonces que las confusiones y miles de extrañas sensaciones aglomeraron a la chica de la tribu agua, lo que la hizo abrir desmesuradamente sus ojos y colocar sus manos en el pecho del príncipe para separarse de él, lo que lo obligo también a soltarla.

-no… esto no…. – no sabía de hecho que negar, estaba demasiado abrumada

-espera, Katara…. – maldición, parecía asustada de él – yo no quise…. Es decir…. – era incapaz de decir que no fue su intención, pero de algún modo tenía que arreglarlo, no quería que Katara de nuevo lo odiara, que de nuevo lo tratara con hostilidad. Pero nada, no se le ocurría nada que decir.

-tengo que…. Lo siento…. – sin mirarlo, sale corriendo, aunque hacia la otra dirección en donde estaba la casa de playa

Zuko estuvo a punto de seguirla, pero la parte sensata que aún quedaba en él lo detuvo diciéndole que sería peor, que debía dejarla sola.

-aaaahhh son un idiota – se golpe la frente con la palma de su mano.

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Tal como había dicho, Zuko levanto a Aang antes de que el primer rayo del sol se asomara, aunque, su joven pupilo ni se imaginaba que su sifu ni siquiera había dormido. Toda la noche en su habitación no había parado de pensar en Katara, en la noche anterior caminando en la playa. Todavía sentía lo refrescante que fue tenerla entre sus brazos tras que le que conto sobre su pesadilla, y luego como él hizo lo mismo.

Continuamente llevaba su mano a su cicatriz, recordando el suave tacto de la maestra agua, pero, especialmente, a su memoria llegaba una y otra vez el beso que se habían dado. No podía olvidarlo, y lo que más le causaba conflicto, es que no se arrepentía de nada. Aun no estaba seguro porque lo hizo, porque se dio ese momento, pero paso, y no podía evitar sentir que ha sido lo mejor que le ha ocurrido en toda su vida. En parte, pensar en ello lo hacía sentir mal por Mai, en si no tuvieron una ruptura, la dejo en la roca hirviente, y la quería, pero, ahora, no dejaba de pensar en la maestra agua.

Acaso… ¿se había enamorado de ella?

Katara era muy especial, una mujer fuerte, pero a la vez, muy dulce, agradable, que también sufrió una perdida personal a manos de la nación del fuego. Fue tan sencillo hablar con ella, sus palabras supieron reconfortarlo, darle la paz que tanto buscaba ¿Quién imaginaria que ella se lo daría? Ya ni siquiera Mai.

Hermosa sin duda alguna, muy hermosa, nunca había reparado en esa belleza exótica de su tono de piel. Esos ojos azules con un mar cristalino y en calma. Su cabello ondulado color chocolate que caía por su espalda y alrededor de sus hombros. Su cuerpo era estético, delgado, un cuerpo que dominaba con esa fuerza y fiereza el agua control. La dominaba tanto con estética como con fiereza, por eso no pudo evitar quedársele viendo a la luz de luna, que vaya, le sentaba de maravilla.

Maldición, estaba pensando en ella como mujer, una mujer que veía hermosa, tanto por fuera como por su forma de ser. Estaba demasiado confundido, toda su vida, desde niño, no conoció más que el miedo, más que el rechazo, el único cariño que tuvo fue de su madre, pero a partir de que se fue estuvo prácticamente solo, esforzándose por la aceptación de su padre. Luego conoció solo el odio, tan solo la fijación de seguir un camino que no era el correcto. No sabía lo que era amar a alguien, como debía sentirse. Lo de Mai fue demasiado rápido, le hizo compañía claro, era igual muy hermosa, pero nunca logro despejarlo de ese enfado consigo mismo. Katara si lo hizo, y en muy poco tiempo, eso es lo que lo tenía confundido.

-ojalá estuvieras aquí tío – murmura en medio de su meditación

-¿dijiste algo? – pregunta Aang que también estaba en posición de loto a lado de su sifu. Apenas los primeros rayos del sol comenzaban a salir

-no, nada. Ya comencemos los estiramientos – se pone de pie junto a su pupilo, comenzando a calentar

Ese día Katara se despertó más tarde de lo habitual, de nuevo había tardado en conciliar el sueño durante la noche, aunque, es esta ocasión, no tuvo nada que ver con una pesadilla. La razón por la que estuvo dando vueltas en la cama tras que regreso de su prolongado paseo por la playa luego de que ella y Zuko…. Bueno, fue justamente por él, por ese maestro fuego que una vez fue su enemigo y que ahora no podía sacárselo de la cabeza. No paraba de pensar en sus ojos ámbar, tal cálidos ahora, en…. En sus labios, toda la noche estuvo tocándose la boca recordando, aun sintiendo los labios de Zuko acariciando los suyos e incluso, deseando volver a sentirlos.

Aun con la mente racional en conflicto con su confundido corazón, va al patio de aquella lujosa casa en la playa, encontrándose la escena habitual; a Zuko y a Aang entrenando, aunque había llegado justo en el momento en que terminaban de hacer los últimos movimientos de fuego control, ambos en perfecta coordinación.

Su primer instinto fue pasar de largo, pero no, no pudo evitar ver con más detalle de lo normal en los movimientos del principe, en como la musculatura de sus brazos se marcaba con cada movimiento de fuego control, en sus firmes hombros, en su abdomen, en el movimiento de los mechones de su cabello al moverse.

-alguien va a llenar su cantimplora con su propia saliva – se burló Toph sentada a las escaleras

-no sé de que estas hablando – evade cruzándose de brazos y mirando a otro lado

-es increíble que la ciega sea yo y este viendo lo que está pasando – alardea la maestra tierra al tiempo que Aang y Zuko hacían una reverencia mutua, finalizando el entrenamiento

Zuko reparo en la presencia de Katara, y esta, como si sintiera su penetrante mirada sobre ella, no puede evitar voltear, sintiendo como el corazón le daba tal brinco, que pensó que llegaría a salirse de su pecho.

-amigos no van a creer esto – aparece Sokka junto con Suki, interrumpiendo las intenciones de Zuko de ir a hablar con la morena – nos están imitando

-estuvimos paseando y encontramos esto – continua Suki al tiempo que su novio abre un cartel, mostrando el anuncio de una obra de teatro en la que los actores eran demasiado parecido a ellos

-¿Qué? ¿Cómo puede ser posible? – exclama Katara acercándose al anuncio, sintiendo como Zuko se paraba a su lado para también verlo más de cerca

En lo que Sokka leía acerca de tal obra que justamente hablaban de sus aventuras, Zuko miraba discretamente a Katara, estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas a con ella, es decir, no podía estar como si el beso de anoche no hubiera pasado. Sin embargo, cuando volteo a verlo y él le dio una tímida sonrisa, inmediatamente katara volvió la mirada, bajándole bastante los ánimos al maestro fuego, que peor no podía sentirse.

-no lo sé… - comenta Aang - ¿crees que sea buena idea ver una obra de nosotros mismos? –

-vamos, es una obra de teatro – insiste Sokka – es la única forma de perder el tiempo que he estado extrañando

La obra seria en la noche, así que durante el resto del día Aang continuo con sus entrenamientos con sus maestros.

Aprovechando que Aang ahora estaba con Toph, Zuko estuvo haciendo varios intentos por hablar con Katara, pero esta, hábilmente, encontraba formas de salir de la habitación en la que estaban, de evadirlo. Eso aún era peor que cuando lo trataba con hostilidad, al menos en esos momentos lo miraba, con odio, pero al menos lo miraba a los ojos. No como ahora que incluso parecía tenerle miedo, huía como un ratón asustadizo de él.

No se rendiría, tenían que hablar y Katara no iba de huir de él para siempre, por lo que, con toda intención, fue a sentarse a lado de Katara para ver la obra pese a que Aang le dijo que él quería sentarse donde él estaba, a lo que Aang termino accediendo no muy contento de sentarse en otro lugar a lado suyo sin darse cuenta de que Katara, justo al lado de Zuko, quería evitar que se le dibujara una pequeña sonrisa, que no fue capaz de contener.

Durante la obra, Zuko ocasionalmente hizo algunos comentarios que Katara respondía con monosílabos o con la cabeza. Esa actitud distante de la morena lo estaba empezando a molestar, prefería mil veces que le dijera de una vez que estaba enojada con él por el beso, que incluso, en ese momento, le hubiera dado una cachetada. Todo menos a como estaba ahora, parecía incomoda ante su solo presencia.

-tal como recordaba, estos actores arruinan completamente todo – expresa furioso ante la disque actuación que daban de Katara. El bien sabía que ella tenía carácter y terminación, que era muy fuerte y no una melodramática exagerada – tu para nada eres así – no dijo nada, pero Zuko puede ver pese a la oscuridad, el sonrojo y la pequeña sonrisa que su comentario causo, lo que le subió bastantes los ánimos.

-aunque ese actor si supo interpretarte muy bien – suelta Katara cuando llego el actor que lo representaba

-¿Cómo puedes decir eso? – le reclama, para que, segundos después, el actor dijera exactamente lo mismo.

Eso causa una sonora carcajada en Katara que trata de callar cubriéndose la boca, y aunque al principio Zuko refunfuño, no pudo evitar ser contagiado, riendo el también junto a la morena. Además, le daba gusto que el ambiente entre ellos comenzaba a relajarse como antes.

-eso no paso realmente ¿o si? – expresa molesto ante la escena de ese supuesto Jet y Katara – un invento para rellenar la historia

-en realidad… si lo conocimos – le responde katara, algo incomoda ante la escena de como los pusieron a ella y a Jet – casi destruye a todo un pueblo de inocentes solo por ser de la nación del fuego – claro, ella estaba ajena a que lo que preguntaba Zuko era de la escena cercana a ellos, y que esa idea lo estaban retorciendo de celos.

Toph soltó una risa burlona, que podría decirse que fue por lo que la actriz de Katara dijo, pero en realidad fue porque ella si se dio cuenta que eso molesto a Zuko y Katara ni en cuenta que se puso celoso.

La obra continúo avanzando tras el leve intermedio, hasta ahora, la única que parecía estarla disfrutando era Toph, fue la única a quien le encanto el rudo actor que la representaba.

La obra empezó a ponerse un tanto aburrida en cierto punto, así que Katara empezó a ponerlo un poco más en contexto a lo que sucedió cuando no estaba con ellos. Claro, todo de nuevo se arruino cuando montaron la escena de ellos dos en Bang sing se y los pusieron de una forma algo comprometedora, es decir, literalmente la actriz de Katara le decía que le gustaba Zuko desde hace tiempo y lo encontraba atractivo. Tal escena genero de nuevo incomodidad entre ellos más que nada porque ambos estaban pensando que esa escena, aunque exagerada, no estaba del todo errada. Si hubo una conexión en ese entonces, cuando ambos estaban encerrados en esa cueva. Fue la primera vez que Zuko le permitió a Katara tocar su cicatriz, que se ganó su confianza y lo quería incluso curar de esa marca, y él, la traicionó para irse con su hermana. Apenas estaba cayendo en cuenta de lo miserable que fue eso.

Katara, por su parte, se dio cuenta que el rencor imperdonable que sentía por Zuko no era precisamente por ser de la nación del fuego, por haberlos perseguido por tanto tiempo o porque creía que en cualquier momento atacaría a Aang. Su rencor, era más que nada el dolor que le dejo en el corazón por haberla traicionado de esa manera en Bang sing se, ya que, efectivamente, si llego a sentir algo por él en aquella cueva.

Tan sumidos estaban en sus propios pensamientos que ninguno de los dos se percató cuando Aang salió bastante molesto.

Ya se esperaba que aquellos actores sobre exageraran, que dieran una pésima actuación. Su madre los llevaba a ver sus obras y siempre fueron pésimas. Sin embargo, algo si estaban logrando, y era de restregarle a Zuko en la cara todos sus errores, tal como pasaba ahora que montaban la escena en que se fue con Azula y literalmente el actor que lo representaba le dijo a Iroh que lo odiaba.

-en realidad no dijiste eso ¿verdad? – le preguntó Katara, quien no creía que de verdad le haya dicho eso a su tío

-creo que, en cierta manera, lo dije – miro a otro lado, avergonzado de que Katara supiera que también le había dado la espalda a quien fue un verdadero padre para él. Katara ya no dijo más, no sabía que decirle en esos momentos.

En otro de los intermedios fue cuando Katara se dio cuenta que Aang no estaba en el teatro, así que fue a buscarlo dejando a los demás en el pasillo, encontrándolo en un balcón mirando la inmensidad del mar y la luna llena, abstraído en sus pensamientos.

-¿te encuentras bien? – pregunta rompiendo el silencio de la noche

-no, me encuentro mal, odio esta obra – responde furioso y de muy mal humor quitándose el gorro que le cubría la flecha en su cabeza

-sé que es irritante, pero creo que estas exagerando – se acerca a él, hablándole con tono maternal y tranquilizador

-¿crees que exagero? – responde exasperado – si no hubiera bloqueado mi chacra, estaría en estado Avatar ahora – vuelve a recargarse en el barandal sin decir otra cosa. Katara ni si imaginaba que decía eso porque lo había hecho por no olvidarse del sentimiento que tenía por ella, y que, ahora, gracias a esa obra, se estaba dando cuenta que fue en vano.

Por otro lado, Sokka y Suki se colaron a los camerinos de los actores alegando que tenía algunos consejos para el actor que lo interpretaba, dejando en el pasillo a Sokka y Toph.

-vaya, que molestos están todos con sus personajes – se burla Toph – hasta tú te vez más deprimido Zuko y eso es demasiado

-tu no entiendes, para ti no es lo mismo – responde Zuko sentado en el suelo – tu personaje es una versión musculosa de ti venciendo a diez mil villanos y haciendo comentarios sarcásticos

-si, me gusta eso – responde realmente satisfecha

-pero para mí, es tomar todos los errores que he cometido en mi vida y restregarlos en mi cara – dice cabizbajo, si de por sí ya estaba arrepentido, ahora, en verse en tercera persona, lo estaba haciendo sentir de lo peor – mi tío, él siempre estuvo conmigo, incluso en los momentos malos. Él me apoyaba, me enseño tanto ¿y como le retribuí? Con un cuchillo en la espalda. Es lo peor que he hecho. Creo que nunca me lo perdonare – no importa que ahora este en el camino correcto, ahora se daba cuenta de que fueron demasiadas cosas malas que hizo para compensarlas todas

-tu tío no te guarda ningún rencor – lo reconforta Toph, sentándose a su lado – no te das cuenta, pero ya lo enmendaste

-¿Por qué dices eso? –

-porque una vez tuve una larga conversación con tu tío y no paraba de hablar de su sobrino –

-¿enserio? – se descubre su capucha, feliz de escuchar a su compañera

-si, me pareció algo irritante – y de nuevo se desanima, claro, Toph ¿alentando? – pero también me pareció muy tierno, tu tío solo quería que encontraras tu propio camino y que vieras la luz, y ahora estas con nosotros. Estaría orgulloso – vaya, eso le quitaba una gran culpa de encima, nunca imagino que Toph y su tío se hallan encontrado en alguna ocasión y que hablara así de él. Aun tenía que encontrarlo, y disculparse personalmente, pero al menos sabía, que no le guardaba rencor – y bueno, no creo que no te perdone – continua – si te ganaste el corazón de cierta maestra agua a la que secuestraste por capturar a Aang… - canturrea burlona, regocijándose que el corazón de Zuko se aceleró de un momento a otro

-¿pero qué dices? – se pone totalmente sonrojado

-hay por favor, de verdad es algo irónico que sea yo quien nota que hay algo entre ustedes dos – le da un fuerte golpe en el brazo – sus ritmos cardiacos cambian cuando están juntos o al menos cerca del otro, eso no se puede fingir, y menos para mi – se señala, orgullosa

-entonces… ¿a ella le gusto? – se sorprendió la felicidad que le dio esa posibilidad – la verdad, es que estoy confundido respecto a lo que siento, tanto tiempo pase teniendo odio que no estoy seguro como es sentir amor

-aaaggghhh no te pongas cursi, chispitas – le da otro golpe en el brazo

-deja de hacerme eso – reclama sobándose el brazo, esa pequeña niña sí que tenía fuerza

-no soy la indicada para darte consejos sobre eso, es decir, nunca me ha gustado nadie – se alza de hombros – solo digo lo que escucho, y se distinguir las variantes de los latidos del corazón y el cambio corporal

Provocaba algo en Katara, eso sin dudas. Ahora más que nunca tenía que hablar con ella, del beso que se dieron anoche en la playa, tenía que escucharlo por sus propios labios que significo para ella, pues, para él, fue algo maravilloso que jamás había sentido.

.

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-Katara…. ¿de verdad piensas eso que dijiste? – pregunta Aang tras momentos en que solo se escuchaban el leve oleaje y el cantar de los grillos

-¿lo que dije? ¿de que estas hablando? –

-en la obra – trata de no estar furioso, pero esa obra absurda le hizo darse cuenta de algunas cosas que no quería ver – cuando dijiste que tú y yo, éramos como hermanos y que no sentías nada por mi –

-pero yo no dije eso, lo dijo la actriz –

-pero es cierto ¿verdad? – ahora lo veía, caía en cuenta de varias cosas, especialmente tras que Zuko y ella volvieron de su paseo – nos besamos en la invasión, pensé que estaríamos juntos y no es así – mira con desilusión al mar, no quería ver la confirmación en el rostro de Katara

-Aang, no lo sé – mira a la playa, e inevitablemente piensa en la noche anterior, con Zuko

-¿Por qué no lo sabes? – casi lo pregunta con exigencia

-porque estamos en medio de la guerra – se excusa con eso – y tenemos otras cosas en que pensar – más bien, ella tenía que poner en orden a sus sentimientos – no es el momento apropiado

-pero ¿Cuándo es entonces? –

-Aang, lo siento mucho, pero ahora me siento un poco confundida – demasiado confundida, de hecho, lo está desde que ella y Zuko empezaron a acercarse, sin darse cuenta, antes del beso, ya estaba sintiendo algo por él, pero nunca se puso a asimilarlo hasta anoche.

En un desesperado intento y no queriendo abrir los ojos, Aang le dio un inocente beso tomando desprevenida a Katara, que se alejó dando un paso atrás.

-te dije que estoy confundida – expresa algo molesta, llevándose los dedos a sus labios. No le gusto el atrevimiento de su amigo, pero, ayudo a confirmar la diferencia de sentimientos a con él y Zuko

-es por Zuko ¿no es así? – el sonrojo de Katara ante la mención del maestro lo confirma – la obra…. No está del todo errada, hubo algo entre ustedes en la cueva del reino tierra

-Aang, esa vez solo quise ayudarlo, nunca le dije nada de eso –

-pero, ahora… con lo que ha dicho Toph – baja la mirada, dolía, pero era hora de aceptarlo – no está bromeando del todo, los he visto mucho más unidos

-escucha, Zuko a resultado ser muy diferente a como lo creí durante tanto tiempo – se abraza a sí misma, volviendo su vista al mar – y ahora que lo he conocido mejor yo… - de verdad no lo sabía, su razonamiento le decía que era ilógico haberse enamorado de él en tan poco tiempo, pero su corazón lo debatía – no estoy segura Aang, lo siento….

Sube corriendo las escaleras, perdiéndose tras la cortina roja.

Aang se queda literalmente dándose golpes en la cabeza y repitiéndose lo tonto que era, apoyando luego su cabeza en el barandal del balcón, quedándose de esa manera un buen rato, meditando. Si, amaba a Katara, pero también Zuko se había vuelto un gran amigo para él, además de un gran maestro que lo ha ayudado con su fuego control. Era duro, pero debía aceptar la decisión que tomaran, y aunque le doliera, ya sabía cuál seria.

Llego sumamente desanimado al teatro, sentándose detrás de Katara, quien justamente estaba a lado de Zuko, si quiera presto atención a todo lo que Sokka le decía. Ambos estaban algo serios, es decir, no conversaban como en la casa ni nada, pero no quería hacerse más vanas ilusiones. Ignoraba de hecho, que ambos estaban bastantes conflictuados con sus propios sentimientos; Zuko repasaba una y otra vez lo que le diría una vez que la obra terminara. Y en cuanto a Katara, gracias al pequeño beso que Aang le dio, empezaba a comprender la gran diferencia de sentimientos, lo que ahora la tenía inmersa era la cuestión de que pensaba Zuko.

La obra al final no resulto del todo de su agrado, ni siquiera a Toph le gusto aquel final que realmente esperaban que no se hicieran realidad.

Claro que, tanto Zuko como Katara, iban demasiado inmersos en sus propios conflictos como para quejarse de eso. Ambos de hecho, se habían quedado bastante rezagados del resto.

-Katara… - la toma del hombro deteniéndola - ¿puedo hablar contigo? – ella ya sabía de qué se trataba. No se sentía lista, pero no era justo seguir evitándolo

-¿sucede algo? – pregunta Sokka al ver que se quedaron atrás

-no, nada, enseguida los alcanzamos – responde Katara

Sokka, que iba abrazando a su novia por los hombros, solo se alzó de brazos, retomando el camino a la casa en la playa. Aang se quedó unos momentos mirando a Zuko y a Katara irse a solas, teniendo el impulso de seguirlos, pero Toph lo empuja de la espalda para obligarlo a caminar en la dirección contraria.

Zuko iba delante de ella, guiándola hasta la parte más alejada de la playa donde no había más que un volcán inactivo. El silencio entre ellos no era para nada como en de la noche anterior, en que se sentían acompañados y cómodos, aquel silencio era incomodo, insoportable.

Zuko finalmente se detuvo, llevándose la mano a la nuca, rascándola nervioso y frustrado al no saber que comenzar a decir.

-escucha… - se da la media vuelta, encarándola – lo de anoche, yo…. – maldición ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo comenzar a decirle que ese beso si tuvo significado para él? Era pésimo expresando sus sentimientos.

Aquel titubeo lo mal interpreto Katara, que le pareció entender que Zuko quería justificar que ese beso no había sido su intensión, que no quería hacerlo. Aquella idea le estrujo el pecho, pero quizá era mejor tranquilizarlo.

-estábamos en un momento vulnerable – comienza a hablar mirando a otro lado y sujetando su brazo – solo…. Nos dejamos llevar… no te preocupes

-¿solo fue eso para ti? – le parece que pregunta con decepción, pero no, seguramente así lo estaba percibiendo ella

-claro ¿Qué más? – lo encara, estaba más cerca de lo que creyó, no se dio cuenta en el momento en que se había acercado tanto a ella – tú y yo no… no podríamos… - no pudo continuar, la mirada fija y penetrante de aquellos orbes ámbar le impedían seguir hablando

-¿Qué? ¿Qué no podríamos? – le reta a decirle, pero Katara parecía haberse quedado muda – para mi nada de esto tiene sentido, no entiendo – dice exasperado

-pues lo mejor será que solo lo olvidemos y ya – también ella fija su mirada en él, aparentemente fuerte y decidida, cuando la verdad era que, estaba sintiéndose demasiado indefensa, con unas tremendas ganas de llorar

-yo no puedo, ni quiero olvidarlo – dice firme, casi atemorizante y amenazante, pero eso no asusta en absoluto a Katara, más bien, la deja atónita – a mí, eso me hizo darme cuenta de que…

Fue interrumpido por el violento y abrupto movimiento del suelo que casi les hace perder el equilibrio, seguido de un ensordecedor estruendo que venía arriba de ellos, dándose cuenta de que el volcán estaba comenzando a arrojar rocas y que una venia directo a ellos, a centímetros de golpearlos a ambos.

Zuko reacciono a segundos del impacto, empujando a Katara lo más lejos de ahí para recibir el mismo el fuerte golpe que lo dejo inconsciente y lo llevo al mar, hundiéndose rápidamente al estar debajo de aquella roca, de la que, con las ultimas fuerzas de conciencia, se alejó de ella expulsando fuego, perdiendo luego los sentidos.

-¡Zuko! – grita Katara, yendo inmediatamente a zambullirse mientras esquivaba las demás rocas que estaba arrojando el volcán

El mar estaba demasiado oscuro, no lo veía, no lograba encontrarlo. Lagrimas desesperadas fundiéndose con el agua de mar comenzaron a brotar de sus ojos mientras se repetía con el corazón latiéndole con temor y desesperación que no podía perderlo, que debía encontrarlo.

Entonces, como un faro en medio del mar, como la llama de la última esperanza, vio en medio de toda esa oscuridad marítima una débil y apenas perceptible flama que de a poco se iba apagando pero que no dudo en seguir, tenía que ser él.

De sus manos saco una especie de remolinos que le hizo descender más rápido para alcanzarlo. Debido a la oscuridad solo pudo ver una sombra hundiéndose poco a poco, pero sabía que debía ser Zuko, así que, invocando todas sus fuerzas, lo tomo del brazo y de la misma manera que descendió usando los remolinos para darle impulso, salió a la superficie arrastrando por la arena el cuerpo inconsciente del maestro fuego. Ni siquiera se percató que el volcán había dejado de arrojar rocas, esa era la menor de sus preocupaciones ahora.

-Zuko…. Zuko, despierta – primero le llama desesperada, pero no parece haber la mínima reacción – por favor, reacciona – pide con la voz ya quebrada, comenzando a inspeccionarlo.

Tenía un fuerte golpe en el abdomen, seguramente por el impacto de la roca que recibió. Acerco su oído a su pecho, su corazón apenas tenía un muy débil pulso.

-por favor…no me dejes…. – ruega ya no pudiendo contener las lágrimas, empezando a empujar su pecho con sus manos y darle respiración de boca a boca

Repitió el proceso varias veces sin éxito, Zuko seguía sin reaccionar. Katara ya empezaba a pensar lo peor, a pensar que no era justo que se fuera de esa forma cuando ya estaba enmendando sus errores, encontrando su verdadero camino. Que se fuera de su lado cuando ella….

-Zuko – exclama cuando este empezó a toser y sacer gran cantidad de agua por la boca – tranquilo, respira…. – alza su cabeza y la coloca en sus piernas – respira… respira… - acaricia su cabello, tratando de que regularizara su acelerada respiración

-Katara…. – dice apenas con esfuerzos en su voz

-no hables, trata de recuperar el aire – hace un guante de agua que saca de su cantimplora – curare el golpe de tu cuerpo – pasa su mano por todo el pecho del maestro fuego, lo cual, no solo le cura el golpe, también empieza a ayudar a regularizar su respiración - ¿puedes levantarte? –

Zuko hace un enorme esfuerzo, pero a pesar de que aun sentía dolor en su pecho, puede sentarse, aunque aun tosiendo un poco y sacando otro tanto de agua por la boca. Katara acaricia su espalda, con el fin de ayudarlo a recuperarse.

-¿estas bien? –

-si, gracias Katara – le sonríe, principalmente para que ya no se preocupara

-yo soy quien debería agradecerte – lo abraza por el cuello, aliviada de que estuviera bien. Por unos momentos, de verdad llego a creer que era demasiado tarde.

Zuko, sintiéndose más vivo que nunca, le corresponde el abrazo, colocando su mano en ese rizado cabello negro tan sedoso qué pasaba tan fácilmente entre sus dedos.

Se separaron sin romper el abrazo mutuo, por lo que sus caras quedaron muy cercanas. Nuevamente la atracción entre ellos empezó a hacer que sus labios empezaran a acercarse, pero esta vez, ambos consientes, ambos demostrando con apacibles sonrisas cálidas que aquello ocurriría porque lo querían, porque así lo sentían. Sin embargo, otro abrupto temblor los hizo detener sus intenciones, mirando de nuevo al volcán del que comenzaba a salir humo.

-seguramente hará erupción – comenta Zuko con seriedad

-¿crees que alcance las casas de alrededor? –

-se supone que no, pero no es seguro, ese volcán lleva inactivo demasiado tiempo – se pone de pie, aun con algo de esfuerzos, siendo ayudado por Katara que lo sostiene del pecho – no sabemos que alcance tenga

-tenemos que hacer algo, alertar a todos –

-no será necesario, solo bastara con contenerlo – mira al volcán, esa mirada decidida la conocía bien Katara, pero también, temía lo que estuviese planeando hacer

-chicos – oyen la voz de Suki que venía junto al resto del grupo - ¿se encuentran bien?

-sentimos dos temblores muy fuertes – dice Aang – Toph dijo que provenía del volcán

-y no estaba equivocada – reafirma la maestra tierra – siento el magma subiendo, no tardara en hacer erupción – podía sentir bajo sus pies, la magnitud del magma siendo acumulado

-podemos dirigir la lava al mar – observa Zuko mirando el costado del volcán. Afortunadamente no estaba céntrico al pueblo – Aang, es hora de un entrenamiento practico – lo mira sonriéndole de lado, infundiéndole confianza a su pupilo, y este, asiente realmente confiado, dispuesto a apoyar a Zuko en lo que necesitara.

Maestro y pupilo se pusieron en posición firme muy cerca de donde desembocaría la lava. Toph se encargaría de levantar un muro de piedra para detener la lava que llegara a escapárseles, mientras tanto Sokka, Suki y Katara tratarían de que no hubiese pánico con las personas en el pueblo.

La tierra tembló nuevamente, y esta vez mucho más fuerte que las primeras dos veces. Toph les advirtió que la lava saldría demasiado fuerte, literalmente explotaría. Zuko y Aang se prepararon entonces con más firmeza, estaban por enfrentarse a un volcán que explotaría tras estar años dormido.

La lava salió con fuerza hacia arriba, alcanzando varios metros. Zuko y Aang prácticamente se arraizaron en la tierra, comenzando a hacer una serie de círculos con sus brazos para que la lava fuese directamente al mar y no hacia arriba. Era asombroso como estaban dominando tal fuerza de la naturaleza.

-es increíble – exclama Suki ante la proeza de ambos maestros

-casi olvido el poderoso maestro que es Zuko – comenta Sokka mirando con asombro

Katara reacciona ante el comentario de su hermano, recordando las palabras de aquella adivina en el reino tierra que le dijo que su alma gemela sería un poderoso maestro. Al principio creyó que sería Aang, esa vez también un volcán casi destruye una aldea, y Aang, con algo de ayuda, lo impidió. Pero, ahora al ver como la lava estaba siendo dirigida completamente al mar obedeciendo el control tanto de Zuko como de Aang, estaba reconsiderando que su suerte no hablaba precisamente del Avatar, después de todo, si Aang estaba logrando aquello es porque Zuko lo ha estado entrenando.

-habrá otro temblor – advierte Toph a sus amigos – será lo último de la lava, manténganse firmes – era fácil de decir, estaban usando todas sus fuerzas para dirigir toda la lava que salía con poderío del volcán, sus piernas comenzaban a flaquear

-Tengo una idea – grita Aang, haciendo que la tierra aprisione sus pies

-bien hecho, ahora no pierdas la concentración – ordena Zuko – resiste un poco más

Ambos maestros estaban haciendo un esfuerzo admirable, se notaba en la tensión de sus rostros y la contracción en los músculos de sus brazos, daba la impresión de que, si eso no acababa pronto, les explotarían las venas.

Una fuerte explosión saco humo y más lava, así como hizo que la tierra temblara más violentamente, llegando hasta el pueblo que provocó varios gritos y pánico en la gente. Ambos maestros estaban resistiendo asombrosamente, sin embargo, el humo toxico les estaba impidiendo la visión y la respiración, si no salían de ahí, se asfixiarían.

-Aang, aleja el humo – le pide Zuko

-pero, la lava –

-yo podre con eso, pero si no alejas el humo nos asfixiara –

Tenía razón, ya les estaba costando respirar entre todo ese humo, así que, impulsando con un torbellino, Aang vuela a la boca del volcán, quedándose donde la lava no estaba desembocando gracias al control de Zuko.

Usando tanto su boca y brazos, expulso un poderoso viento que lleva al humo al mar abierto, alejándolo todo lo posible, ignorando que Zuko estaba empezando a perder el conocimiento. Apenas tenía fuerzas, el impacto previo de la roca al salvar a Katara aun tenían su cuerpo adolorido y los vapores del volcán no lo dejaban respirar a pesar de que Aang ya los estaba alejando, sumando que ahora el solo estaba redirigiendo la lava que seguía saliendo. Aun así, estaba resistiendo, obligándose en todo lo posible a usar hasta sus últimas fuerzas.

El volcán dio una última sacudida, ocasionando que incluso la tierra que tenía aprisionados los pies de Zuko se rompiera. En esa última explosión, salió un poco más de lava y humo, el cual, Aaang disipo mientras que Zuko, dando un grito aguerrido, mueve sus brazos en círculos usando lo último de sus fuerzas, enviando el resto de la lava al mar, cayendo luego desmayado.

-Zuko lo logramos – llega Aang descendiendo, encontrándose a su sifu inconsciente y a Toph a lado suyo - ¡Zuko! – va rápidamente a lado suyo

-tranquilo, solo se desmayó – comenta Toph, ella aun escuchaba sus latidos

-chicos, eso fue asombroso – alaga Sokka llegando junto al resto, quienes de detienen al ver al maestro fuego inconsciente.

-Zuko – Katara no duda en ir con él, dándole la vuelta para darle de beber el agua pura de su cantimplora – hay que llevarlo a la casa, tengo que revisarlo bien – dice sin quitar su mirada preocupada de Zuko, quien parece reaccionar momentáneamente para alzar débilmente su brazo y poner su mano sobre su mejilla, como diciéndole que no se preocupara, cayendo de nuevo inconsciente

Aang, con una mezcla de sentimientos, veía la preocupación de Katara por Zuko. Era claro que sentía algo muy fuerte, mucho más de lo que llego a sentir por él. Si, eso le dolía claro, él quería mucho a la maestra agua con quien tuvo la ilusión de estar, pero ahora, veía más claro que el agua misma del estanque más cristalino, que él destino de Katara no sería con él.

-¿acaso desayuno rocas? – se queja Sokka tratando de alzar a Zuko colocando su brazo alrededor de sus hombros

-cuidado Sokka, está mal herido – le reprende Katara

-cárgalo tú, entonces – reclama aun intentando llevárselo

-yo lo llevare – ofrece Aang, sorprendiendo a todos, él no era lo que se diría una persona físicamente fuerte

-no te ofendas, pies ligeros, pero…

Antes de que pudiera continuar, Aang envolvió a Zuko en una esfera de aire, con la que pudo levitarlo para llevarlo sin lastimarlo más.

-pudiste hacer eso cuando me viste tratando de cargarlo – alega Sokka, siendo claramente, ignorado.

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Pasaba con sumo cuidado sus manos envueltas en agua por el pecho desnudo del maestro fuego, quien seguía inconsciente, pero respirando con normalidad. El agua que envolvía las manos de Katara era cristalina y brillante, tal como si estuviese recibiendo los rayos directos de la luna.

No solo estaba curando sus heridas externas, trataba de asegurarse que no tuviese una fractura interior por aquel golpe de esa roca, además, trataba de purificar sus pulmones del humo que inhalo del volcán y bajar la fiebre que le dio, aunque en sí era poca, nada grave. Ahora agradecía haber tomado las lecciones de curación en la tribu del agua donde estaba el maestro Pakku, aunque en un inicio las tomó más por obligación al no permitirle al principio aprender técnicas de ataque y defensa.

Fue inevitable en cierto punto no fijarse en la musculatura bien marcada del príncipe, en sus brazos y hombros firmes, en lo varonil de su rostro dormido. Inevitablemente sintió el calor que se le subía en sus mejillas mientras trataba de repetirse que debía concentrarse en curarlo.

-te vez linda sonrojada – musita débilmente Zuko, abriendo apenas los ojos y sonriendo con cansancio, provocando con tal comentario que el sonrojo de Katara se intensificara.

-ya veo que te sientes mejor – ladea la mirada aparentemente indignada, aunque era más que nada para ocultar el intenso sonrojo

-un poco – se incorpora, aunque aún con algo de dificultad – gracias a ti – le muestra tal sonrisa cálida, que Katara no es capaz de fingir más su disque molestia, y termina dibujándosele un tierno gesto al tiempo que llevaba un mechón de cabello detrás de su oreja.

-no tienes ninguna herida grave ni interna, pero te pondré unas vendas para que no se muevan tanto los músculos – ya las llevaba preparadas, así que solo la toma del suelo y comienza a vendarlo.

-gracias….

Vendó su abdomen, así como los hombros y parte de sus brazos. Lo curo todo lo posible con el agua, pero los ligamentos de sus músculos habían hecho demasiado esfuerzo al enfrentarse a la fuerza de un volcán.

-katara…. Sobre lo que quería decirte antes de que el volcán hiciera erupción…

-mañana hablaremos de eso – ahora no podía pensar en esa charla inconclusa, todavía tenía que poner en orden sus pensamientos y emociones – debes seguir descansando, aun tienes un poco de fiebre – termina de vendarlo – enfrentarse a un volcán en erupción no es cualquier cosa, debes de reponer fuerzas

Suspirando resignado, vuelve a recostarse, cayendo nuevamente dormido en cuanto cerró los ojos. La fiebre que le dio era poca, pero suficiente para tenerlo bastante cansado.

Katara paso su mano envuelta en fresca agua por su frente, lo que parece bajarle un poco más la fiebre cuando se gestó se volvió más tranquilo, lo que le ayudo a dormir mejor. Se permitió sentir su rostro con la yema de sus dedos, pasándolos suavemente para no despertarlo. Acomodo los mechones de su cabello que caía en su frente, e incluso, dejo momentáneamente sus dedos sobre aquella cicatriz, sintiendo la diferencia de textura del resto de su piel, aunque eso no le molestaba.

¿Era posible? Apenas llevaba un par de semanas desde que se unió al grupo, y los primeros días lo aborrecía ¿Podía ser posible que se haya enamorado de él en tan poco tiempo? Eso era algo que debía seguir asimilando, así que salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado.

-¿Cómo esta Zuko? – pregunta Aang que estaba en el pasillo

-está bien, no tiene nada grave, solo necesita descansar – habla casi en automático, su cabeza tenía tantos pensamientos - ¿no quieres que te revise? Tú también estuviste deteniendo la lava del volcán

-no, yo estoy bien – ríe nervioso, abanicando las manos – la verdad es que, Zuko hizo la mayoría del trabajo, y luego se quedó el solo – ahora caía en cuenta lo mucho que le faltaba a su fuego control

-tú también hiciste un gran trabajo – sonriéndole apenas, poniendo una mano sobre su brazo

-Zuko, es un poderoso maestro – continua Aang – veo porque te enamoraste de él – lo dice sonriendo resignado, pero ya aceptándolo

-no, Aang, no es solo por eso que yo…. – sí, estaba por decir que no era por eso por lo que se había enamorado de él, incluso su amigo ya lo sabía, su amigo que esa noche le había confesado con tristeza que tenía la esperanza de que estarían juntos – la verdad no sé…. Es todo muy confuso y sucedió demasiado rápido…

-si no sabes porque amas a una persona entonces realmente es amor – recita el joven monje, sorprendiendo a Katara – bueno, eso decía uno de los monjes del templo – se rasca la nuca, riendo nervioso y sacándole un pequeño bufido divertido a Katara – el caso es que, si te gusta, deberías decírselo. Nunca sabemos lo que ocurrirá mañana y menos en tiempos de guerra, no deberías esperar más tiempo – parecía tan tranquilo al decir eso, que realmente le quita un peso de encima y le ayuda a aclarar el lio de pensamientos y sentimientos que la albergaban

-gracias, Aang – le da un gran abrazo, seguido de un fraternal beso en la mejilla, yéndose luego a su habitación. Ya estaba decidida, seguiría el consejo de Aang y no esperaría más.

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Se despertó apenas con una leve molestia en el cuerpo, viendo que lo traía vendado, lo que le hizo recordar con una grata sonrisa enamorada que Katara lo había atendido con sumo cuidado y, bueno, quería pensar que con mucho cariño. Aun debía hablar con ella.

Se puso sus usuales ropas y salió con la primera intención de despertar a Aang y comenzar a entrenar, pero en eso, comenzó a escuchar ruidos provenientes del jardín central, a donde fue para ver de qué se trataba. Grande fue su sorpresa al ver a su pupilo ya entrenando ferozmente su fuego control, dando llamaradas agresivas, expulsando incluso fuego por su boca.

-realmente lo inspiraste anoche – Katara llega a su lado, mirando el auto entrenamiento de Aang – el solo se puso a entrenar desde que salió el sol – eso lo hizo sentir orgulloso - ¿ya te sientes mejor? Deberías descansar otro poco – le dice notablemente al pendiente de él, lo que dibuja una grata sonrisa en Zuko

-estoy bien, gracias a tus cuidados – y tuvieron un momento al mirarse a los ojos y dedicarse una mirada que casi lo decía todo – Katara… debo decirte algo….

-buenos días, chicos – la interrupción escandalosa de Sokka casi lo hace caer de frente. No era posible que no pudiese hablar con Katara – trajimos jugo de sandia bien helados para este calor – él y su novia llevaban una sandia con popote en cada mano

-uuuy yo quiero – Aang tiene la intención de ir corriendo por uno, deteniéndose al instante al ver a su sifu – buenos días sifu Zuko – se pone en posición de firmes – como no despertabas decidí empezar a entrenar un poco por mi cuenta, pero estoy listo para más lecciones – a todos les pareció extraña la actitud tan disciplinada de Aang, incluido Zuko que se acercó a él con los brazos cruzados y alzando una ceja, lo que hizo que se pusiera más firme

-cálmate – le da unos golpes amistosos en el hombro - ¿desde cuándo -me tienes ese respeto?

-desde que vio que puedes ponerle una buena tunda al enfrentarte a un volcán – comenta Toph sentada a las escaleras, ocasionando algunas risas, pero un gran nerviosismo en Aang

-tranquilo, tú también hiciste un gran trabajo anoche, sin tu ayuda no hubiese podido contenerlo – dicho alago hace sonreír a Aang de oreja a oreja – es más, creo que hoy deberíamos tomarnos un descanso teniendo un día en la playa – tal comentario deja con la boca abierta a todos, es decir, jamás se imaginaron una propuesta de diversión por parte de Zuko - ¿Qué? –

-esto es malo, creo que inhaló demasiado humo de volcán – sobre actúa Sokka haciendo una digna expresión del grito – esta alucinando

-no estoy alucinando – refunfuña, aclarándose luego la garganta – pero unos momentos de descanso no nos vendrían mal

-muy bien, entonces tengamos una fiesta en la playa – exclama emocionado Sokka, quitándose la camisa.

De un momento a otro, el equipo Avatar ya estaba en la playa nadando en el mar, divirtiéndose en la arena haciendo diversas esculturas de arena; desde una réplica de Appa de parte de Aang, una magnifica y detallada maqueta de arena de la ciudad de Bang sing se fabricada por la arena control de Toph y una especie de monstruo marino que hizo Sokka que resultaba ser una escultura de Suki, a quien, a pesar de que dicha escultura no se parecía nada a ella, le pareció lindo.

Zuko, por su parte, estaba sentado en la arena sobre una toalla, bufando divertido al ver como esos tres jugaban haciendo figuras de arena. Sin embargo, el mar termino llamando su atención al ver de reojo a Katara surfeando sobre una tabla de hielo que ella misma hizo con su agua control.

Surqueaba las pequeñas olas con maestría, incluso podría jurar que ella misma provocaba con su agua control un oleaje más bravo para poder hacer acrobacias en su tabla de hielo. Ante los ojos de Zuko, veía todo con asombroso y fascinado detalle. Veía su frondoso cabello ondeando, las gotas de agua en su piel morena que resplandecían al contacto del sol. En fin, le parecía ver a una autentica diosa ahí sobre el mar, divirtiéndose al surfear, riendo. Simplemente ya no pudo despegar la vista de ella ni cuando salió del mar y se secaba el cabello con las manos, es cuando entonces repara que Zuko la miraba fijamente con una encantadora sonrisa, lo que la hace sonrojarse y bajar la mirada, aunque sintiéndose alagada.

-gracias por sugerir este día en la playa – dice al llegar a lado de Zuko, sentándose junto a él – necesitábamos despejarnos de todo este asunto de la guerra y los planes del señor del fuego –

Zuko, una noche tras que llego de con Katara, les contó de los planes de su padre para reducir el mudo en cenizas y proclamarse el supremo rey Felix aprovechando el poder que les daría el cometa. Fue por eso por lo que los entrenamientos con Aang se habían intensificado, pues acordaron atacar a la llegada del cometa.

-Aang ha entrenado bastante duro, y en poco tiempo ha mejorado – le pasa a Katara una de las sandias con jugo helado que trajeron – dominar los cuatro elementos requiere de años, creo que es el primer Avatar que ha tenido que conseguirlo en menos de dos años – mira a su pupilo, que seguía en competencia de armar figuras de arena con los demás. En efecto, seguía teniendo la mentalidad de un niño

-¿crees que pueda lograrlo? – pregunta la maestra agua con inquietud, quería mantenerse optimista, pero claro, también tenía miedo del combate que se avecinaba y de los posibles resultados

-vamos…. ¿no se supone que tu papel en el grupo es el estar dando discursos motivacionales sobre la esperanza cada vez que tienes la oportunidad? – obviamente lo dice en burla por su representación en la obra

-yo no hago eso – reclama furiosa, o eso quería aparentar, era más el puchero que hacía y que a Zuko le pareció encantador – y tu…. No te he oído decir ¨honor¨ a cada frase que pronuncias – contra ataca con éxito, pues Zuko baja la mirada con desagrado, aunque después, contagiado por la risa de Katara, empezaron a reír, hablando de aquella obra y burlándose de sus representaciones.

Con renovados ánimos gracias a ese descanso en la playa, retomaron los entrenamientos entrada ya la tarde. Zuko le mostró a Aang la técnica para desviar rayos, pues era seguro que su padre los usaría contra él. Era notorio que su pupilo aún se sentía inseguro, era normal, todos estaban preocupados por esa batalla, así que, como un entrenamiento practico, Sokka armo un ejercicio para trabajar en su coordinación como equipo. Debian estar lo más preparados posibles.

El entrenamiento era una buena simulación, Toph estaba tomándose bastante enserio su papel como el señor de la sandía lanzando rocas envueltas en fuego y atacando con soldados de la nación del fuego hecho de rocas. Zuko y Katara estaban haciendo un equipo formidable, ahora que el maestro fuego había desviado la lava de un furioso volcán, fácilmente podía controlar aquellas rocas con fuego y desviarlas, mientras que Katara, se encargaba de los solados de roca partiéndolos en pedazos con sus látigos de agua. Ambos se miraron sonrientes, pensando en quizá lo mismo; hacían un excelente equipo, y los dos sabían que había algo más que eso entre ellos.

-¿Qué estas esperando? – escuchan el reclamo de Sokka, lo que les hace ir a la punta de la montaña donde se supone que estaba el señor de la sandía – acabalo

Detrás de una roca, vieron a Aang dudando de asestar el golpe final, diciendo que no era capaz de acabar con una simple simulación. Si no iba a poder con eso, la batalla contra el señor del fuego estaba perdida, pues él no dudaría en tomar la vida de Aang, él no conocía la compasión.

En la noche cenaron en silencio, Aang incluso estaba un poco más apartado del resto. Katara entonces llego rompiendo el silencio diciendo que les tenía una sorpresa.

-lo sabía, tenías algo secreto con Haru – molesta Toph, con toda la intención de hacer que alguien se pusiera celoso

-Haru ¿el maestro tierra que estaba con nosotros en el templo? – y funciona, pues sin poder evitarlo Zuko reacciona molesto – es decir, es que casi no me acuerdo de él – finge patéticamente, comiendo nervioso su cena, ignorando la sonrisa disimulada de Katara con un tenue sonrojo y el gesto fanfarrón de la maestra tierra

-no, estaba buscando pocillos en el ático y encontré esto – desenvuelve un pergamino con la foto de un bebe – miren a Zuko a de bebe ¿no era lindo? – todos ríen, excepto el aludido – vamos, anímate, solo bromeaba – dice al verlo demasiado serio

-ese no soy, es mi padre –

-pero se ve tan inocente y dulce – comenta Suki al tiempo que Katara enrollaba de nuevo el pergamino, ella sabía que Ozai representaba muchas cosas para Zuko, menos un padre

-ese dulce bebe creció para ser un monstruo – le responde, él era el vivo ejemplo de eso – y el peor padre en la historia de los padres

-pero sigue siendo un ser humano – habla Aang en la esquina donde se encontraba cenando solo

-¿vas a defenderlo? – le cuestiona Zuko

-no, concuerdo contigo – se levanta, encarando al grupo – el señor del fuego es una persona horrible y tal vez el mundo estaría mejor sin él, pero tiene que haber otra forma

-no existe otra forma – se pone de pie Zuko, mirando a Aang de forma severa – él no se tentará el corazón, esto – se señala la cicatriz – se lo hizo a su propio hijo, si tu no acabas con él primero no creas que solo se limitara a dejarte una cicatriz de por vida, te dejara reducido a cenizas

-tú quieres que mate a tu padre por tu propia venganza – le echa en cara, aunque Zuko ni se inmuta - ¿Por qué no mejor tú te enfrentas a él? – le reta, el grupo no había visto a su alegre y amigable amigo así de furioso desde aquella vez que perdió a Appa

-es tu destino como el Avatar enfrentarte a él – responde Zuko, el ambiente estaba a tornarse acalorado, temían que fueran a pelearse enserio

-mi destino como el Avatar es restaurar la paz – empuja a Zuko, pero este apenas da un paso atrás – nunca nadie me dijo que tenía que matar a alguien

-Aang cálmate – Katara se interpone entre él y Zuko, temiendo de verdad que terminaran enfrentándose – solo intentamos ayudarte

-cuando encuentren una manera de derrotar al señor del fuego sin matarlo, me encantaría saberlo – se va a pasos fuertes y furiosos

-Aang, no puedes irte así nada más – comienza a seguirlo, pero la detiene la mano de Zuko que se posa en su hombro

-déjalo ir – dice este – necesita tiempo para resolverlo….

Tras esa discusión, decidieron irse a dormir, mañana temprano sería el inicio del fin de la guerra o el desastre. Querían mantenerse positivos, pero eso no quitaba el temor de un posible fracaso, tal como fue el final de esa ridícula obra.

Zuko intento dormir, pero una pesadilla lo estaba haciendo sudar y removerse en su lugar. No era aquella pesadilla recurrente en la que su madre lo abandonaba, era mucho peor:

Estaba en su coronación para ser el nuevo señor del fuego, sin embargo, al ver su reflejo en el espejo ve a su padre, sonriendo de forma maligna, diciéndole que viviría en él, que terminaría siguiendo sus pasos e ideales porque estaba en su sangre. Zuko se levanta de golpe ante eso, respirando agitado y sudando frio. Temía que de nuevo al cerrar sus ojos las pesadillas seguirían, así que mejor decide ir hacia la playa para practicar la técnica de desvió de rayos. No solo sabía que eso le serviría, también había encontrado que esos movimientos de agua control lo tranquilizaban, lo descubrió desde aquella noche que estaba practicando con Katara.

-Katara…. – susurra su nombre, la sola fonética de aquel nombre lo tranquilizaba, aunque sería mucho mejor si estuviera con él en esos momentos

-¿me llamabas? – y tal como si la hubiese invocado, ahí estaba ella, detrás suyo - ¿ahora quieres ser un maestro agua? – pregunta al haberlo visto desde lejos haciendo movimientos de agua control

-estos movimientos son relajantes – responde, aunque pensando interiormente lo hermosa que se veía a la luz de la luna y lo mucho que su solo presencia le quitaba todo temor de aquella pesadilla – admito que… estoy algo nervioso, el cometa está a dos días…

-todos estamos nerviosos – admite también ella – te ayudare, aun haces los movimientos algo tenso – se acerca a él, corrigiendo su postura al tocarle los hombros y decirle que tenía que relajarlos, lo que logra, su simple tacto era para Zuko como tomar un baño en aguas termales.

Al igual que esa noche, ambos comenzaron a hacer relajantes movimientos de agua control, con la diferencia que esta vez Zuko no traía sus espadas Dao y que el ambiente de ellos eran un tanto diferente. Ambos se dirigían constantemente mutuas miradas que lo decían casi todo, eran conscientes de que entre ellos había algo, y ya no había dudas ni temores por ello, al contrario, estaban felices de saber en silencio que se correspondían.

Katara comenzó a hacer dominio con el agua, haciendo que las ondas que resplandecían a la luz de la luna bailaran estéticamente a su alrededor, como si fuesen dos peces enamorados cortejándose al perseguirse en un círculo infinito. Zuko se sintió fascinado ante ello, ante la figura de la morena en aquella dulce e incitante danza con el agua, danza en la que la acompaño con su fuego control, pero, siguiendo sus movimientos de agua, lo que hizo que las llamas fueran hermosas, cálidas, y, al igual que el agua que controlaba Katara, empezaron a danzar alrededor de él. Sus movimientos, aunque eran muy parecidos a los de la maestra agua, eran fuertes, muy masculinos, Katara no pudo evitar, ni se molestó en disimular en reparar en la contracción de las venas de sus fuertes brazos, en la firmeza de sus piernas.

Se acercaron, quedando mirada con mirada, ámbar y azul, pero sin dejar de hacer sus respectivos movimientos y dominando su respectivo elemento. Aquello parecía ya una danza en la que ambos estaban perfectamente coordinados. Si uno daba un movimiento con brazo izquierdo, el otro parecía su perfecto reflejo al ir al lado contrario, mientras que los elementos, aunque distintos por naturaleza, parecían fusionarse, rompiendo toda regla natural.

Zuko entonces, poso su mano derecha en la cadera de katara, mientras extendía el brazo izquierdo a un costado. Katara, al mismo tiempo, hizo lo mismo colocando su brazo izquierdo en el hombro de Zuko mientras extendía el derecho. Todo sin quitarse los ojos de encima, haciendo el mismo gesto con el que se enviaban el claro mensaje, que ambos captaron perfectamente.

En esa posición, dieron vueltas como se bailarán un vals. Y, sin ser del todo su intensión, sus respectivos elementos tomaron la forma de peces Koi, hechos de fuego y agua, nadando en círculos alrededor de la pareja que estaban demasiado ocupados en su declaración silenciosa.

Fuego y agua se alzaron hacia el cielo en un remolino que los encerró en un agradable vapor relajante. Zuko poso sus manos en la cintura de Katara, aprisionándola a su cuerpo sin darle escape, aunque ella, no opuso resistencia ni mucho menos quería escapar de aquella prisión, al contrario, estaba viendo fascinada los hermosos colores variados y cálidos de aquel remolino de fuego que centellaban a su alrededor. Incluso no tuvo temor de acercar su mano, descubriendo con asombro que no quemaba, el fuego pasaba entre sus dedos sin hacerle daño alguno, era como tocar vapor que relajaba los músculos.

-debe ser la combinación con el agua – susurra Zuko con aterciopelada voz, tal cálida como el mismo fuego que los rodeaba, incitando a la maestra agua que rodeaba con sus brazos a mirarlo.

Katara no solamente se sentía cobijada por las llamas que los rodeaban y subían en combinación con el agua en una mezcla de hermosos colores cálidos. Los ojos de Zuko también la llenaron de calor, su expresión tierna que le daba al sonreír de esa forma tan cariñosa al verla, despejando cualquier mínima duda que llegara a quedarle, le hicieron acercar poco a poco su rostro al maestro fuego colocando al tiempo su mano en su cicatriz, permitiendo sin temor ni dudas que sus labios volvieran a encontrarse, fundiéndose en un beso seguro y tierno, que se intensifico un poco más cuando Katara acomodo su mano entre los cabellos de la nuca de Zuko y este, a su vez, colocaba uno de sus brazos alrededor de sus hombros, aprisionándola aún más y sin escape alguno.

Al separarse a penas lo suficiente para verse a los ojos, el remolino a su alrededor de agua y fuego desapareció, aunque claro, ninguno le tomo importancia a eso en ese momento, ni siquiera la aproximación del cometa y la batalla pasaba por sus mentes.

-y…. ¿Qué era de lo que me querías hablar? – cuestiona Katara, aunque era más que nada una cuestión retorica

-creo que ya quedo claro ¿no? – responde juntando sus frentes. Katara no quitaba el tacto de su mano sobre su cicatriz – aunque…. Lo puedo rectificar para que no te quedes dudas… -sonríe de forma ladina, contagiando a Katara que muestra un gesto encantadoramente coqueto mientras movía la yema de sus dedos sutilmente por su cicatriz

-solo para que no quede ningún malentendido – y es ella la que toma la iniciativa y lo besa, colgándose de su cuello y siendo totalmente correspondida por Zuko, que ahora colocaba su mano en su nuca para profundizar más el beso.

Era una noche hermosa, pacifica, digna de aprovecharla para estar juntos y disfrutar aquella calma, por lo que, decidieron recargarse en una palmera para escuchar el relajante sonido de las olas llegando a la orilla del mar, para disfrutar el bello paisaje nocturno que adornaba la luz de la luna dejando una estela en el agua y las estrellas esparcidas por el oscuro cielo

Zuko tenía abrazada a Katara que estaba sentada entre sus piernas recargada en su pecho, disfrutando no solo de la calidez de la fogata que habían encendido, también del propio calor que el cuerpo del maestro fuego emanaba.

No había palabras de por medio, desde hace un buen rato tan solo estaban sumidos en un reconfortarle silencio escuchando la brisa del viento y las olas del mar mientras que Zuko hacia brincar pequeñas bolas de fuego desde la fogata y que mandaba a la profunda oscuridad del horizonte, pareciendo que brincaban sobre el agua antes de extinguirse.

-parecen luciérnagas – dice Katara viendo encantada aquellas pequeñas luces sobre el mar que Zuko seguía mandando, era increíble las cosas tan hermosas que podía hacer con un elemento que por mucho tiempo solo fue sinónimo de destrucción, muerte y dolor

-te llevare a una parte del bosque donde hay auténticas luciérnagas – promete recargando su barbilla en el estético hombro de la morena

-en la tribu agua, debido al frio, no las tenemos. Pero se pueden ver las auroras boreales –

-también me gustarían verlas, seguramente deben ser hermosas – aunque eso dijo ladeando el rostro para mirar el hermoso perfil de Katara

-podríamos ir – se cobija más tomando los brazos de Zuko que estaban rodeándola

Estaban tan cómodos en ese primer momento especial para ellos, no existía el mundo a su alrededor, nada, solo esos instantes abrazados y prometiéndose ir a sus naciones para ver maravillas que solo se podrían ver en el lugar de origen del otro. Pero entonces, Katara, recordando la realidad en la que actualmente se estaban enfrentando, quita su feliz sonrisa dando paso a una expresión de angustia, de incertidumbre por el futuro que les deparaba.

-¿crees que podremos tener más momentos como este? – aquella pregunta en ese tono de voz alerto a Zuko

-lo dices por lo que se viene ¿verdad? – era obvio que era por lo que les esperaba, todos tenían miedos, todos se sentían inseguros, hasta él – Katara… - la toma delicadamente de la barbilla para dirigir su mirada a él – pase persiguiendo el camino equivocado por creer que eso me haría recuperar mi honor, por creer que eso era lo que tenía que hacer, y nunca me detuve. Ahora que sé que el fin de esta guerra me augura un hermoso futuro…. – por su gesto, era claro que se refería a ella – mucho menos me detendré hasta conseguirlo, ahora que ya encontrado el verdadero honor – esas palabras no solo le dan esperanzas, también la convicción firme de acabar con esa guerra. Tomo entonces a Zuko de la cara, acercándolo para besar su cicatriz – no tienes que hacer eso – no era reclamo, de hecho, no le molestaba, lo que confundió a Katara al verlo de hecho sonriendo – es decir…. Me gusta, pero sé que no debe ser agradable si quiera tocarla, mucho menos besarla – pone sus manos en aquella marca, lo que hace entender a Katara que sonríe conmovida, quitando las manos de Zuko de su cara, para ella misma colocarlas en aquella característica suya.

-se lo que representa para ti, pero a mí me gusta, incluso te hace ver atractivo – Zuko alza las cejas, en un gesto escéptico – enserio, me alegra incluso no haberte curado en Bang sing se – besa de nuevo su cicatriz, sacándole un suspiro a Zuko

-te amo, Katara – aquellas palabras la hacen sentir un sobresalto en el pecho, alejándose de él y haciéndole creer a Zuko que la había asustado – perdona, no quise incomodarte o presionarte

-no, no es eso…. Solo que…. – en un gesto tímido, pasa un mechón de cabello detrás de su oreja, bajando la mirada – esto ha sido demasiado rápido, es decir, tú y yo….

-lo sé, para mí también ha sido extraño – admite él, acariciando su rostro – pero…. Aunque no se decir porque, realmente me he enamorado de ti – recuerda entonces las palabras de Aang, que le dijo que, si amas a una persona y no sabes porque, es que realmente la amas

-Zuko, yo…. – quería decir lo mismo, pero por alguna razón, aun no podía

-está bien, no tienes que decirlo si aún no te sientes lista – coloca su mano sobre la de Zuko que estaba sobre su mejilla, agradeciéndole su comprensión

-creo que debemos regresar – aunque con eso se contradice a ella misma, quería quedarse más tiempo así con Zuko – mañana debemos prepáranos – no quiera pensar en eso, ahora más que nunca, deseaba creer que no les esperaba peligro alguno, solo momentos como el de ahora

-espera…. quedémonos juntos esta noche, por favor – sí, era una autentica suplica, incluso Katara se sorprende de ver esa necesidad en sus ojos – no sé qué pueda pasar a partir de mañana, así que quiero aprovechar cada segundo a tu lado – la abraza como si temiera perderla, refugiando su rostro en su pecho. Katara corresponde de la misma manera aquel abrazo, ella también temía de lo que aquella batalla les deparaba, especialmente por su futuro con el maestro fuego

Se acostaron cerca de la fogata sobre una manta que pusieron para que la arena no les molestara. Katara se acurrucó en el pecho de Zuko, refugiando su cara cerca de su corazón, permitiéndole escuchar sus latidos que inevitablemente comenzaron a arrullarla junto al cobijo y el calor que los brazos de Zuko le brindaban al tenerla abrazada, así como sus tiernas caricias a su cabello. Estando de esa forma se quedó tranquilamente dormida, sin preocuparse en la próxima batalla, entre los brazos de Zuko todo está bien, y este, al tenerla ahí, refugiada con él, oliendo el dulce aroma fresco de su cabello combinado con la salinidad del ambiente, también pudo dormir tranquilo, sin pesadillas, sin temor alguno, pues le daba el valor y la convicción suficiente para acabar con aquella guerra y que ese momento no fuera el único en sus vidas.

De esa forma, dándose cobijo y paz mutua, se quedaron dormidos, ignorando que, del otro lado de la playa, Aang, como si estuviera bajo un trance, se adentraba a una extraña isla junto con momo que llego a la orilla y desapareció junto con él.