Duelo por los vivos
Por Nochedeinvierno13
Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.
Esta historia participa en el Drabblectober de "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 3.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".
Prompt: Fascinación.
Noviembre, 1991. Campo de Quidditch, Hogwarts.
La mañana del partido de Gryffindor contra Slytherin amaneció despejada y ventosa.
El cielo brillaba con tanta intensidad que los estudiantes que estaban pertrechados en las tribunas debían esforzarse para divisar a los jugadores. Verde y rojo se mezclaban en el aire, disputándose la quaffle y avanzando con gran velocidad hacia la meta del equipo contrario.
Percy Weasley se encontraba en la grada de Gryffindor, con una multitud rugiendo a su alrededor. Para la ocasión se había puesto la bufanda con los colores de su casa y Penny lo había convencido de llevar una pancarta que primero decía: «¡vamos Oliver!» y luego cambiaba a un retrato de una sola línea del guardián.
Por más que se esforzaba en seguir la dinámica del partido, no podía dejar de mirar a Oliver Wood sobre su escoba, con el uniforme ondeando en el viento y su piel bronceada brillando bajo la luz del sol. Penny, por su parte, lo miraban con pura fascinación cada vez que el guardián impedía una anotación de Slytherin.
—¿Por qué nunca me dijiste que te gustaba el quidditch? —gritó Percy por encima de las voces que se elevaban a su alrededor, coreando al equipo.
—Siempre que sacaba el tema del quidditch, me decías que debías estudiar. Ni siquiera cuando Fred y George entraron en el equipo quisiste venir a verlos.
Lo que decía la chica era cierto.
Su cabeza pasaba metida todo el día dentro de tinta y pergamino. Demasiado presionado para ser prefecto como Bill y el preferido de los profesores como Charlie. Siempre con la sombra de sus hermanos sobre él. Su madre tenía la ilusión de que fuera Premio Anual en su séptimo año y Percy no quería —ni podía— decepcionarla. Y ser el mejor implicaba renunciar al tiempo libre.
—Pero estoy aquí, ¿no?
Penny le sonrió como respuesta. Una sonrisa de dientes perlados, amplia, sincera.
Una hora después el partido llegó a su fin cuando Harry Potter atrapó la snitch dorada y obtuvo ciento cincuenta puntos para Gryffindor. Mientras los jugadores de Slytherin se fueron rápidamente para los vestuarios, los leones se quedaron festejando la victoria en el campo.
Penny tiró del suéter de lana de Percy y lo arrastró hacia las escaleras de las gradas. Descendieron rápidamente por los peldaños en dirección a la cancha. Sus pies aterrizaron en el suelo cubierto de arena y césped. Ella corrió hacia Oliver, quien la atrapó en sus brazos y le revolvió el pelo de forma juguetona.
—¡Estuviste increíble, Oliver! —exclamó emocionada—. ¡Le patearon el culo a Slytherin!
Oliver sonrió de lado.
—Supongo que me debes diez galeones —dijo. Sus ojos se posaron en Percy—. Me alegra que hayas venido.
Antes de que Percy se diera cuenta, los brazos musculosos de Oliver estaban rodeando su cuerpo. Olía a sudor, a tierra, a triunfo. Dejó que la alegría del chico se le impregnara a él también.
De repente, se sentía avergonzado por su comportamiento en la biblioteca.
Todo estaba bien.
