Duelo por los vivos
Por Nochedeinvierno13
Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.
Esta historia participa en el Drabblectober de "[Multifandom] Casa de Blanco y Negro 3.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".
Prompt: Aliento.
Agosto, 1992. Cotswolds, Inglaterra.
La residencia de los Wood se encontraba en Cotswolds.
Se trataba de una casa de piedra situada en un pueblito pintoresco lleno de granjas y extensas praderas en flor. La propiedad era tan grande que cada uno tenía su propia habitación y el aire que se colaba por las rendijas de las paredes mantenían a raya el calor por la noche.
Los señores Wood eran amables, pero no eran excesivamente cálidos como la madre de Percy que siempre lo hacía pasar vergüenza. Les dejaron una botella de whisky de fuego para que los tres bebieran con moderación.
Penny se tumbó en una reposera junto a la piscina y dejó que su piel se bronceara con el sol. El bañador rosa chillón que vestía, contrastaba con la palidez de su cuerpo; un sombrero de ala ancha le ocultaba el rostro.
Percy descubrió a Oliver mirándole la curva de las piernas. Ella era una chica inteligente y hermosa. No era de extrañar que le gustara. ¿Por eso había pensado que Penny era su novia?
Un regusto amargo le subió por la garganta al pensar en esa posibilidad.
¿Se sentía celoso de Penny? ¿O de Oliver?
—¿Y qué tal van las cosas con Marcus? —preguntó ella.
Oliver se encogió de hombros y bebió whisky directamente de la botella.
—Lo dejamos. Ninguno de los dos llevaba bien lo de perder.
—Ya llegará alguien mejor —aseguró ella, restándole importancia.
—No es tan fácil, Penélope.
—¿Estabas con Marcus Flint? —preguntó Percy, atónito—. ¿Por qué nunca me lo dijiste? Pensé que se odiaban.
—Ya sabes lo que dicen: del odio al amor hay solo un paso. O un vuelo en escoba. —Se rió de su propio comentario—. ¿Qué más da? Ya no nos volveremos a ver.
Cuando el ocaso rasgó el cielo de Cotswolds, Penny se quedó dormida en la reposera, Oliver estaba tumbado sobre el césped y Percy era el único que se acordaba del whisky de fuego. No era amante de la bebida —de hecho, era la primera vez que bebía alcohol—, pero lo necesitaba.
—¿En qué piensas, Percy?
—En ti —dijo él con súbita sinceridad—. Y en Marcus Flint. ¿Cuándo se veían? ¿Dónde…? ¿Por qué nunca me di cuenta?
—Éramos bastante discretos —admitió. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento en la mejilla—: ¿Por qué? ¿Te pone celoso?
—Quizás.
Se preguntó qué se sentiría besar los labios finos de Oliver, delinearle la mandíbula con el dedo e inspirar el aroma de su cuello. ¿Marcus Flint habría trazado un camino de besos desde sus pectorales hasta la línea de vello que le nacía debajo del ombligo? ¿Lo habría tocado entre las piernas? ¿Oliver gemiría tanto como gritaba a diestra y siniestra en los partidos? ¿Le gustaría dar órdenes o acatarlas?
Si se inclinara sobre Oliver, ¿él se apartaría o lo correspondería? ¿Percy sería suficiente para ocupar el recuerdo de Marcus Flint?
—No pienses tanto, Percy —susurró él.
Percy se puso de pie a trompicones y, una vez más, se marchó.
