Capítulo dos: Sobre poesía y notas y más notas


Sentada bajo un árbol
de sombras, rojos y dorados
ángel otoñal apacible
desde mi ventanal.
Bajaría a buscarte
si supiera de tu sonrisa
pero pareces tan perdida
en ensoñaciones secretas
que no sé adivinar.
Flor de otoño
nadando en tu esplendor
semejante a la luna
bajada a la tierra,
fruto prohibido
allá en el Edén.
¿En qué piensan los ángeles?

*-*

Selene notó su piel erizándose en sus brazos. Miró alrededor. Estaba en la sala común empezando un ensayo interminable para Transfiguración y la nota había caído del libro. Leyó el poema otra vez. Buscó en sus bolsillos y encontró el otro mensaje que recibió. Poniéndolos uno junto a otro, comprobó que la letra era la misma: grande, redondeada, algo desmandada y desordenada. Sonrió un poco. ¿En qué piensan los ángeles? Vaya, había pasado de luz que teje telas de araña a ángel en sólo tres días. ¿Por qué? Pero todavía había otra pregunta: ¿Quién?

*-*-*-*-*

Despierto de repente para darme cuenta de que no estás a mi lado. Para recordar que nunca lo has estado. Siempre lejana y pálida perdida en un laberinto interminable como mi aullido de soledad. Y quisiera abrazarte. Y sentir mi piel quemando cerca de la tuya, manos entrelazadas y fuego dentro y alrededor, sin más dios que la pasión. Pero bastaría con que pienses en mí al despertar en un amanecer rosado, cuando te sientas sola, cuando llueva y el agua fría baje como una bendición por tu piel, empapándola de lágrimas sin sentido por mi locura. Y quisiera besarte y hacer correr escalofríos en libertad por tu espalda y ocupar tu mente estando lejos y recoger tus lágrimas o sólo poder tocarte para saber si eres real o una diosa. Pero bastaría con que el sol te calentara las venas y rieras en un día de verano aunque yo no pudiera verlo. Bastaría con que fueras feliz. Pero no puedo vivir así sabiendo que no lo eres y yo no sé hacer nada para cambiarlo.

*-*

Levantó la vista de los deberes cuando la pequeña lechuza parda dejó caer la nota encima de su regazo. Selene la empezó a leer pero le cogió un ataque de tos cuando sólo iba por lo de 'sin más dios que la pasión'. Cuando terminó de leer no pudo contener un 'oooh' ni evitar que las mejillas pasaran de su habitual tono pálido a un rojo subido. Dios. De todas maneras, ¿Cómo sabía él (quin quiera que fuera) que ella no era feliz? Porque, en efecto, no lo era. Y no tenía amigos a quien contarlo, por lo que debía suponer que él lo había sobreentendido. Ése pensaminto tuvo el poder de aterrarla y hacer que se sintiera protegida a la vez. Así que había alguien que se preocupaba por ella. Eso estaba bien. Pero también significaba que había alguien que podía ver a través de su coraza de hielo, y eso le daba miedo.

*-*-*-*-*

La sombra subió sigiliosamente la escalera de caracol confundiéndose en la oscuridad entre los retratos que dormitaban en sus marcos. Finalmente llegó a la puerta que buscaba: una puerte de madera y metal, grande, pesada, que se abrió con un fuerte chirrido cuando la sombra la empujó, haciendo que ésta se detuviera pegada a la pared, a la espera de un ruido o un murmurio delator de alguien que hubiera oído. Nada. Entró de puntillas en la habitación en lo alto de una torre y se encontró en medio de docenas de perchas con búhos y lechuzas de todas clases. Empezó por un estante y siguió por otro, y otro, y otro todavía... hasta que encontró lo que estaba buscando. Una pequeña lechuza parda con las plumas del cuello de un blanco brillante. Miró la etiqueta de la percha. Leyó 'Lechuza Propiedad de la escuela' en letras doradas. La sombra suspiró. ¡Casi descubría quién era! Bueno. Tomó un trozo de pergamino y una pluma de su bolsillo y se acercó a la ventana para poder ver mientras escribía:

*-*

Tengo que hablar contigo. A las siete en el embarcadero del lago?
Selene Malfoy

*-*

Remus leyó la nota que la pequña lechuza le había traído entre divertido y asombrado.

-Vaya- murmuró- me ha pillado.

-¿Qué?

-Nada... bueno, no... nada.

-Dímelo...- Lily le estiró de la manga como una niña pequeña- va...

-Me ha contestado.

Lily pegó un brinco.

-¡No! ¿Sí? ¡Qué bien! ¿Qué dice? Déjame ver...

-¡No!

-¡Sí! -Lily arrancó el papel de sus manos y la leyó -Uyuy... ¿Irás?

-Nnnnno.

-¿Por qué?

-Porque hoy a las siete Dumbledore ha convocado a toda la escuela en el Gran Salón.

Lily suspiró.

*-*-*-*-*

Selene llegó de las últimas al Gran Salón. Había tardado mucho en decidir si iba a ir al embarcadero o al Gran Salón aunque supiera que tenía que ir al Gran Salón obligatoriamente. Las notas no dejaban de darle vueltas en la cabeza, una y otra vez. De hecho ya se las sabía de memoria. Pasó por la gran puerta de entrada con la cabeza baja y chocó con alguien sin querer.

-Lo siento.

-Perdona.

Selene levantó la vista para encontrarse cara a cara con unos ojos azul oscuro que se detuvieron un instante en los suyos para luego apartarse. El chico se dirigió a la mesa de Gryffindor y ella, hacia la de Slytherin. Una vez sentados intercanviaron una mirada rápida que provocó que el estómago de Selene diera un respingo. Ésos ojos...

*-*-*-*-*

-Menos mal que este año hay dos bailes, ¡así tengo más posibilidades de ir con alguien más normal que vosotros!- exclamó Lily camino de la sala común de Gryffindor después de que Dumbledore anunciara dos bailes, uno de máscaras en Halloween y otro de gala en Año nuevo.

-Bueno, pero seguro que no te lo pedirá nadie más guapo que yo-bromeó Sirius. Habían ido juntos en el baile de primavera del año pasado como amigos porque Arabella Figgs se negó a ir con Sirius.

-¿No? ¡Pues Arabella no piensa lo mismo!

-¿Me lo vais a repetir hasta que me vuelva loco, traidores?

-¡Sí!- corearon todos, sonriendo como muñecos diabólicos.

*-*-*-*-*

Subo por escaleras de cuerdas flojas sin miedo en el pecho
sabiendo que tú estarás esperando a lo lejos vestido de plata,
en mi camino de asfalto y arterias trenzadas con estrellas
pero los dos sabemos que esto lleva a alguna parte
donde las mariposas no sangran y las flores no se arremolinan
en hogueras que ha de barrer el frío viento del norte.
Y al final todo cae como las gotas heladas del cielo.
Como los pensamintos secretos de los ángeles.

Nos vemos en el baile.

Selene.

*-*

-Sí-murmuró Remus, sonrindo con cosquillas por todo el cuerpo- En el baile.

*-*-*-*-*

Nota: Ya, ya sé que es muy corto. ¡Pero después ya viene el Baile! Jeje. ^O^

Otra cosa: si faltan 'e's no es mi culpa, es que este teclado maldito no funciona.

Un millón de gracias a:

Wilbur
Nhoa
Patti
que me animaron cuando sólo había escrito la primera escena

Fleur Delacour
que escribió la primera (y única) review

Silvia
que escuchó toda la historia original antes que nadie

Orte
que se pasó una hora al teléfono para ayudarme con el nuevo final (un aplauso, por favor, que gracias a él esto tendrá alrededor de siete capítulos) y por hacer de modelo viviente de Remus.

A ti que lees esto sólo por haberlo leído.

Si escribes una opinión (ni que sea corta) acá abajo te estaré agradecida toda la vida (y más).