BUSCÁNDOTE EN LA OSCURIDAD

Capítulo VI: Despedidas.


iSelene: Mañana por la mañana dejarás Hogwarts para ir a vivir a la mansión del sur de Francia durante unos años.

Lucius. /i

Selene releyó las dos líneas, horrorizada. ¿Qué se suponía que debía hacer, decir, pensar? Levantó la vista y la fijó al otro lado del comedor, donde Remus reía con Sirius, masticando una tostada. Peter vio la mirada angustiada de Selene y le dio un codazo a Remus, que se giró immediatamente hacia la mesa de los Slytherin. Selene hizo un gesto disimulado con la mano y salió del comedor. Remus salió detrás.

-¿Sabes qué me ha confesa...?- empezó Remus, todavía riendo. Ella se puso a llorar, las palmas y la frente contra la pared.- ¿Qué pasa?- Él la abrazó por la cintura y le besó un pómulo.- No llores.

Selene se giró y le pasó los brazos alrededor del cuello.

-Lucius ha enviado una nota. Dice que dejo la escuela y me voy a Francia.

Remus se quedó callado un instante, luego la apartó con suavidad para mirarla a la cara y la interrogó:

-¿Cuándo? ¿Pero porqué?

Selene ya no parecía una deidad mística: con los ojos enrojecidos y la mirada perdida parecía una niña pequeña e indefensa.

-Mañana.

Remus la llevó a un rincón usualmente desierto y la abrazó otra vez con ademán protector.

-No va a pasar nada- susurró.

-¡Pero tengo que ir! Además, mi hermano tiene poder sobre la escuela... y es mi tutor legal.

-Shh- la acalló él, pero no pudo decir más porque tenía un nudo del tamaño de su puño en el pecho. Parecía que el corazón había dejado de latir. No creía que pudiera existir la vida sin ella.

Selene se deshizo del abrazo Y le cogió la cara entre sus manos. Ya no lloraba, porque si lo hacía no podía consolar a Remus. Ella era su fuerza, y lo sabía.

-Remus... Ahora tengo dieciséis años. Dos más y tendré dieciocho. Entonces me iré. Vendré contigo- Remus sonrió un poco-. Iremos a la India, a Nueva York, a Egipto. Buscaremos un trabajo. Estaremos juntos. Te lo prometo.

Él la besó.

-Te esperaré. Siempre.

La sonrisa de Selene podría haber encendido el sol. Apoyó la cabeza sobre el corazón de Remus.

-Iremos al Sáhara, a Venecia y a París.

-A Cuba.

-A Argentina.

-A Marruecos.

-Al baile, esta noche.

Remus rió.

-Claro. Todavía tenemos esta noche. Y hoy. Todo el día.

*-*-*-*-*

-¿Dónde se habrá metido ése par?

-¿De verdad te importa?- quiso saber James, empujándola contra la pared del pasillo desierto para besarla.

-Mmm... no.

-¿Seguro? Podemos ir a buscarlos si tú quieres.

-Pues...- ella le mordió el lóbulo de la oreja.

-Ay.

La risa de Lily se derramó sobre él.

-Me gusta tu pelo- dijo ella, tratando de alisarlo. Aunque estaban tan cerca que era algo difícil.

-No hay manera de peinarlo.

-Creo que necesitas un corte de pelo- dijo ella, pasando los brazos por la cintura de él.

-¡Pero si me lo corté hace dos semanas!

-Deja que lo intente.

-Uy, qué miedo- bromeó él desenterrando la cara de el cuello blanco de Lily por un momento.

Ella deslizó una mano por su espina dorsal, por debajo de la camiseta.

-Me paso todos los veranos ayudando a mi madre en la peluquería. ¡Deja que te lo corte!

-¿Cortarme el qué?- preguntó James fingiendo estar alarmado.

-¡Tonto!- lo reprendió Lily.

-Además, se lleva largo.

-Que Sirius lo lleve largo no quiere decir que tú tengas que ir chocando con las paredes- argumentó ella, apartando su flequillo azabache.

-Bueno. Pero no lo destroces mucho.

-¿Qué más te da si en una semana estará igual?

-Ya. Pero hoy tengo una cita importante y quiero estar lo mejor posible.

Lily fingió estar celosa. James iba con ella al baile, pero a veces jugaban a hacer ver que no lo sabían. Como ahora.

-¿Una cita importante?

-Un baile.

-¿Y con quién?

James se puso serio y la miró directamente a los ojos.

-Con la única a la que amo.

Lily enrojeció visiblemente y apoyó su cabeza en el hombro de James.

-Has ganado- susurró, y James le besó el pelo rojo oscuro-. Me derritooooo...-gimió ella, cayendo sobre sus rodillas. James sonrió y la recogió a tiempo, la levantó y se la llevó en brazos. Lily rió estrepitosamente, la risa espontánea y fresca que James sospechaba que podría abrir una flor en pleno invierno.

-Te quiero- murmuró claramente ella cuando paró de reír-. Mucho.

*-*-*-*-*

Sirius observó cómo Selene, vestida de blanco, abrazaba a Remus en la pista de baile. Cuando la canción lenta acabó, James sacó a Lily. Milagrosamente, él había conseguido enseñarle algunos pasos. Además Sirius sabía que Lily se había tomado dos vasos de Poción de Pies Ligeros. La gente acabó apartándose para mirar cómo bailaban ellos. Cuando por fin pararon y se retiraron riendo a carcajadas, Arabella le preguntó si iba a sacarla a bailar. Sirius, con la mirada vidriosa y la cerveza de mantequilla en la mano, negó enérgicamente con la cabeza. Cuando Arabella le preguntó porqué, él se fue sin decir nada a los jardines, abrigando la esperanza de que el aire fresco le quitaría algún problema de la cabeza. A ser posible, Snape.

Severus estaba sentado en uno de los bancos de piedra. No debería haber escrito a Lucius para decirle que Selene estaba con el hombre-lobo. Hoy la había visto recibir la carta y leerla con manos temblorosas. Más tarde, mientras se peinaba para el baile en la sala común, una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla. Sólo él se dió cuenta. Se odiaba por ello. Pestañeó furiosamente, sólo le faltaba llorar ahora. La música llegaba algo difuminada desde el Gran salón, pero no impidió que se girara al oír las pisadas en el suelo de grava.

Sirius estaba preocupado, hacía ya una semana que despertaba con las semanas pegajosas después de soñar en, ejem, Snape. Quería dejar de pensar en él. Y no podía.

Severus lo vio pasar a su lado sin verlo. Sin saber qué hacía, se levantó y le puso una mano sobre el hombro. Quizás las tres cervezas de mantequilla tenían algo que ver con actuar sin pensar. Sólo tocarlo, se arrepintió. Podía notar su piel cálida bajo la túnica de fiesta.

Sirius se giró, sobresaltado. Cuando lo vió, el corazón se le aceleró. La luna dejaba caer su luz plateada sobre los ojos y la piel de Snape, creando una sensación de irrealidad por la que Sirius se dejó arrastrar.

Severus se asustó. Dio un paso atrás, y luego otro, incapaz de girarse y echar a correr lejos de todo. Cerró los ojos y se volvió para irse.

Sirius alargó una mano y lo detuvo. La mano encontró la nuca de Severus y la sujetó mientras Sirius acercaba sus labios a los de el muchacho.

Abrió los ojos de golpe. Sirius presionaba suavemente su cara contra la suya. Con un gesto ansioso, se agarró a él y entreabrió los labios. Gentilmente, Sirius deslizó su lengua entre ellos, provocando un estremecimiento de placer en el cuerpo de Severus, que abrió un poco más. A medida que el beso se hacía más profundo, el hambre de Sirius creció, y Severus se hundió en un beso cada vez más pasional. Se separaron, jadeantes. Severus agarró la solapa de Sirius y lo atrajo hacia él.

-Vamos donde no nos puedan ver.

*-*-*-*-*

Selene arrastraba a Remus arriba, arriba, por las escaleras.

-¿Dónde...?

Selene abrió la puerta de la torre de astronomía. Remus sonrió suavemente y entró. Selene cerró la puerta detrás de sí y lo besó.

-¿Qué...?- preguntó él.

Selene le clavó una mirada profunda.

-No quiero dejar nada por hacer.

Remus enrojeció.

-¿Estás segura?

Selene desató la túnica de Remus.

-¿Tú no?

Remus dibujó su sonrisa más lobuna.

Selene rió.

*-*-*-*-*

Sirius había conducido a Severus a una habitación secreta escondida tras un tapiz, lejos del Gran Salón y de las Salas comunas. Severus realizó un hechizo para aislar el ruido, después se giró hacia Sirius, quien lo volvió a besar. Severus sintió su cabeza girando como una peonza. Era consciente de lo que iba a hacer. Tanto para Sirius como para él, era el cumplimiento de un sueño arrinconado por imposible. Se lanzó a sus brazos y le arrancó la túnica de hilo, casi rasgándola. Sirius tenía las espaldas anchas y el pecho y el vientre planos y musculosos, de un color tostado. Severus se detuvo un momento para observarlo. Paseó sus dedos suavemente por sus pectorales, las manos de Sirius desabrochándole la túnica, aunque le temblaban los dedos e iba muy lento. Severus dejó de admirar su torso y levantó la vista. Sirius le devolvió la mirada. Estaba realmente nervioso, pero Severus parecía muy tranquilo. Se relajó cuando Snape sonrió un poco y se quitó la túnica de un tirón, dejándola deslizarse por encima de sus brazos y el delgado pantalón tejano de debajo hasta el suelo. Después se acercó mucho, obligando a Sirius a apoyarse contra la pared, y acercó su boca a su cuello. Sirius gimió y lo estrechó contra sí. Severus bajó hasta sus pezones, sintiendo la respiración acelerada de Sirius bajo sus labios.

*-*-*-*-*

Remus empezó a desatar el vestido de Selene por detrás, mientras le besaba el cuello. Selene dejó que el corpiño cayera al suelo y se giró, sonriente, para besar los labios de Remus, su barbilla, la nuez del cuello, el espacio entre las clavículas. Se detuvo allí un momento, notando la sangre corriendo bajo la piel, su calidez. Remus se estremeció. Notaba el vientre liso y desnudo de Selene contra el suyo, su cintura bajo las yemas de sus dedos, sus pezones bajo el delgado sujetador. El corazón le rebotaba contra las costillas y le faltaba aire. Ella lo obligó a sentarse en algún sitio, quizás una silla. Ella se sentó en su regazo, una pierna a cada lado, y le pasó los brazos por el cuello. Estaba tan cerca. Selene se sorprendió cuando él la apretó muy fuerte contra su piel y la besó hasta que se quedaron sin aliento y tuvieron que parar a coger aire, riendo.

-Te quiero.

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(os dejo tiempo para tranquilizaros... ^__~)

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Eran las seis de la mañana. Sirius corrió hacia la entrada. Llegaba tarde. Selene se iría de un momento a otro, y quería decirle adiós y sujetar a Remus, no fuera que se pusiese a llorar. Giró a la derecha, bajó las escaleras, chocó contra alguien.

Severus.

Se paró, nervioso.

-Buenos días- saludó con una sonrisa cómplice.

Severus se derritió. Ésa sonrisa... aaargh. Las mejillas se tiñeron de rosa aunque el cerebro las amenazó con intentar afeitarse con la mano izquierda.

-Nos días- consiguió decir.

-Nos vemos... ¿luego?- preguntó Sirius con incertidumbre. Quería verlo. Quería tocarlo. Quería...

-Sí- respondió Severus rápidamente-. Esta noche.

Sirius asintió y echó a correr otra vez. Llegó justo cuando Selene empezaba a despedirse.

-Hey, Sirius. ¿Dónde has estado toda la noche? Queríamos hacer 'algo grande' pero ni tú ni Remus estabais localizables- preguntó Peter en cuanto lo vió.

Sirius sonrió.

-¿Y esa sonrisa de idiota de dónde sale?- preguntó Lily guiñándole un ojo-. Está bien, no me lo cuentes.

Selene se acercó y lo abrazó. De cerca, se notaba mucho que hacía esfuerzos para no llorar. Llevaba una túnica blanca con el cinturón y frores bordadas en azul celeste, y un abrigo largo de ante blanco con el borde de abajo, el cuello y los puños de las mangas acampanadas de piel.

-Sé feliz, Sirius.

-Ya lo soy. Que tengas suerte.

Selene dibujó una sonrisa que se diluyó enseguida. Abrazó a Peter y luego a James. Lily rompió a llorar y las dos se abrazaron como hermanas.

-¡Te echaré de menos!

-Escribiré.

-Cada semana.

-Sí.

-Sólo serán dos años, eh?

-Quizás puedas venir en verano.

Lily consiguió sonreír.

Cuando se soltaron, Lily se abrazó a James.

-Nosotros entramos- se despidió Sirius, y los empujó a todos adentro. Sólo quedaban ella y Remus. Se quedaron mirando hasta que él sonrió y abrió sus brazos. Selene lo abrazó y apoyó su cabeza en uno de sus hombros.

-No te vayas.

Selene lloraba más que tres Lilys juntas.

-Tengo que hacerlo. Sólo dos años.

-Entonces vendré a buscarte.

-Y nos iremos lejos.

-Muy lejos. Juntos. Buscaremos a tu padre.

-Sí.

-¿Te casarás conmigo?- preguntó él en voz baja.

Selene rió.

-Si te dejas...

-Bueno, me lo estoy pensando- sonrió él.

El carruaje llegó trotando sin caballos por el caminito de grava. Selene se apartó, sintiéndose enferma sólo de pensar en lo que iba a echarlo de menos. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano y forzó una sonrisa valiente. Remus estaba muy serio.

-Te quiero.

Remus sonrió tristemente.

-Lo sé. Esto no es una despedida.

-No- afirmó ella subiendo al carruaje negro- no lo es.

Remus observó cómo la carroza se alejaba sintiéndose immensamente solo y desamparado. La mano blanca de Selene se agitó en el viento antes de encerrarse en el coche, que a ella le recordaba vagamente a un ataúd.

-No lo es- repitió para sí misma.

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A/N: Punto 1: Éste no es el final, aunque lo parezca.

Punto 2: quedan aún dos capitulines más (¡con el lío de Sirius y Severus el plot se ha alargado un poco!). T__T ...me va a dar mucha pena acabar estoooo... snif snif!

Punto 3: Me acabo de dar cuenta de que éste capítulo es más largo y más morboso que el 4. Jejeje.

Punto 4: Como siempre, mil y una gracias a mis queridos reviewers:

ariadna (ya habías dicho que era hermoso, ¡pero muchas gracias!!!)

Angelina (¿Mi gran admiradora??? *se sonroja* )

Tsat (guiño-guiño)

Fleur Delacour (nooo, el hombre-lobo 'con guión' ;) es el padre de Selene)

veronik (muchas gracias)

Hermione es una genia (bueno, describir los sentimientos de los personajes es lo que mejor hago, así que tenía que aprovecharlo! ;) )

Lady Gambalerina (necesitamos más autores YA!!!)

Punto 5: Todavía no he empezado a escribir el siguiente capítulo, así que puede que tarde un poco. Es que es algo complicado de escribir. Igualmente estará aquí antes de noviembre. :)

Punto 6: Os dejo mi e-mail, ¿vale? Es: estic_aqui@hotmail.com , y podéis añadirme a vuestro messenger y tal (si os gusta la fic, claro. Si no, no hace falta que os molestéis ^ ^), pero no me enviéis virus, por favor. ^__~ Además, como el Author alert no funciona, si queréis que os avise cada vez que tenga un capítulo nuevo, me enviáis un mail y lo haré. :)

Punto 7: El rating ha subido a PG-13 esta vez por culpa del slash. Bueno, Selene y Remus también han colaborado, claro.

Punto 8: ¿Te importa dejar una review? ¡Ni que sea para decir que no te ha gustado! Por favoooooooooor...