DIABLO, EL VERDADERO GÉNESIS.
4ª Parte
El sonido del estómago de Misato la indicó a esta que hacÃa más de 24 horas que no probaba bocado. Memnoch no parecÃa que tuviera hambre, pero era un arcángel, y estaba por encima de eso. Decidió no decir nada para seguir observando lo que ocurrÃa a su alrededor, pero un segundo rugido acompañado de un agudo dolor la hizo comprender que era peligroso oponerse a su estómago.
-Memnoch- llamó la atención de su acompañante -¿podrÃamos comer algo? la verdad es que hace horas que no como nada-.
Memnoch se volvió y se disculpó con una pequeña reverencia -¡oh! perdona, no habÃa caÃdo en la cuenta de que podrÃas tener hambre...- miró a su alrededor y la señaló el mirador donde hace unos minutos estaban Lilith con el Memnoch de ese tiempo -subamos allà y te daré algo que comer-.
Recorrieron la pequeña distancia entre ellos y el mirador. Misato se sentó donde habÃa estado Lilith mientras Memnoch sonrió. Alzó una mano y como por arte de magia apareció delante de Misato una mesa surtida con todo tipo de viandas. Misato cogió un pequeño panecillo y se lo llevó a la boca. Una mueca de asombro apareció en su cara.
-¡Es igual a los bollos que hacÃa mi madre!-.
-La verdad es los ha hecho ella, yo sólo me he limitado a traerlos...- la guiñó un ojo -¿no te acuerdas de la regañina de tu madre cuando eras pequeña por comerte unos bollos que habÃa hecho para tu padre y que tú no habÃas tocado?-.
-Traidor- contestó ella frunciendo el ceño y levantando la cara ofendida -me dolió mucho eso...-.
-Bueno, bueno... mientras comes te contaré lo que sucedió en la corte celestial-.
Misato volvió a la comida mientras Memnoch se sentó enfrente de ella en una silla que también apareció como de la nada.
-En primer lugar- comenzó -cuando llegué al cielo, Adán ya habÃa estado hablando con dios y se habÃa quejado de Lilith por su falta de sumisión. Cuando llegué allÃ, Adán me miró con furia y me acusó de ser yo el causante de todo. Ante mi estupor, dios no terminó de creerse la historia, pero en aras de la convivencia pacÃfica, me negó la entrada en el JardÃn del Edén. Una sonrisa malévola apareció en su rostro en un momento en el que dios no le miraba y yo como un inocentón, empecé a quejarme-.
***************************************************************************
-Señor... ¿por qué me castigas asÃ? todavÃa no has escuchado toda la historia-.
-¿Qué es lo que quieres Memnoch, mi querido arcángel? Adán me ha contado todo lo que debÃa saber y tú sabes que no debes interferir en el universo material, eres sólo un mero observador-.
-Pero, él ha querido hacer un acto abominable que va en contra de todo lo que tú representas...-.
Dios sonrió ante su arcángel y le dirigió la palabra como si un padre intentara explicarle una lección a un niño -Memnoch, todas las criaturas deben doblegarse a Adán, yo le hice amo y señor de todo lo que vive-.
-Lilith es igual que Adán... y él ha intentado...-.
-Asà con el sufrimiento su alma se purificara para dar más gloria a mi persona- cortó dios.
-¿Y el amor? ¿dónde quedán el afecto y el amor...?-.
-¡Memnoch!- le interrumpió visiblemente enfadado -¿estás acaso poniendo en tela de juicio mi plan? vas por un mal camino, y puede llevarte a terribles consecuencias-.
-Lilith...-.
-¡¡Basta!! de ahora en adelante estarás fuera de los lÃmites del JardÃn de Edén, y ahora vete-.
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-Y no volviste- afirmó Misato, la cual habÃa terminado de comer y escuchaba con los codos apoyados en la mesa.
-Te equivocas, volvÃ... en cuanto terminó la audiencia, volvà junto al lado de ella- Memnoch observó que Misato habÃa terminado -pero volvamos a nuestra excursión-.
-¡Un momento! puede que tú no tengas necesidades, pero yo tengo que dormir, comer y otras cosas- dijo Misato mientras se levantaba de la mesa.
-De acuerdo, de acuerdo- cedió Memnoch -volveremos a tu tiempo y cuando hayas descansado lo suficiente, podremos volver para continuar-.
Todo se volvió de nuevo gris alrededor de la mujer y en un instante, estaba en su habitación. Miró el reloj de su muñeca y este le indicaba que habÃan pasado 15 horas desde que se fuera con Memnoch. Una rápida mirada a un reloj de pared que tenÃa en su habitación, indicaba que desde que habÃa desaparecido en el mirador de Neo Tokyo-3 hasta ahora sólo habÃan transcurrido 2 horas.
Salió de la habitación con cuidado y abrió la del cuarto de baño. Después de que el sonido de la cisterna se escuchara, salió más relajada y fue directa hasta la nevera de donde sacó una lata de cerveza. Se sentó en la mesa y abrió la lata llevándosela mecánicamente a los labios. La puerta de la habitación de Shinji se descorrió y este asomó la cabeza.
-Ya has llegado... no te oÃ- dijo Shinji.
-¿Has ido al hospital hoy?- preguntó Misato intentando mantener una conversación.
-SÃ, pero Asuka sigue igual-.
-¿Y Rei? ¿ha ido hoy al instituto?-.
-SÃ... y hemos hablado un poco- cerró la puerta y se puso los cascos.
-Si estoy sigue asÃ, no sé a dónde vamos a ir a parar- pensó Misato antes de darse cuenta que su cerveza estaba vacÃa. La agitó por un momento frunciendo el ceño y se fue a su habitación. Una vez dentro, llamó a Ritsuko por el móvil.
-¿Ritsuko? sÃ, soy yo... ¿podrÃas hacerme un favor? necesito unos dÃas libres y me preguntaba si se lo podrÃas decir al comandante Ikari... ¡sÃ! muchas gracias- colgó con un dedo y se quedó observando el teléfono -espero Memnoch que todo esto valga la pena... porque creo que para un mundo asÃ, no hay esperanza-.
Se acostó en su futón y fue entonces cuando se dio cuenta de lo cansada que estaba. Antes de que un pesantimento cruzara su mente ya estaba durmiendo plácidamente. Memnoch la observaba desde el exterior de la ventana, al cabo de unos minuto y cuando estuvo seguro que dormÃa fue descendiendo hasta desaparecer.
Rei yacÃa en su cama, pero no podÃa dormir. El hombre ese que ayer se habÃa encontrado la habÃa trastornado de una manera muy profunda. Se levantó a beber un vaso de agua cuando por el rabillo del ojo vio una sombra recortada por la luz de la luna en la ventana.
-Has venido... no te esperaba- dijo ella sin dejar de llenar el vaso de agua.
-Te he encontrado, después de nuestra separación estamos otra vez por fin juntos...- respondió Memnoch.
-SÃ, pero ahora es diferente, estoy confundida y la verdad es que no sé quien soy-.
Memnoch hizo un gesto de acercamiento cuando Rei levantó la mano -¡no! será mejor que te vayas hasta que me aclare y sepa que es lo que quiero-.
Memnoch dejó caer los brazos y la cabeza -está bien, me voy-.
El despertador en la habitación de Misato hizo un ruido infernal y obligó a esta a levantarse para apagarlo (se encontraba al otro lado de la habitación). Cuando a tientas dio con él le dio un manotazo para apagarlo -¡maldita sea! ¿qué hace aquà el despertador?-.
-Fui yo el que lo puso para que no te durmieras-.
Misato cogió el despertador y se lo tiró al diablo -¡fuera de aquÃ! ¡pervertido!- y se volvió a tumbar tapada como estaba con la manta.
Shinji terminaba de hacer el desayuno cuando alguién llamó a la puerta. Se acercó a la puerta preguntándose quién podrÃa ser y la abrió esperando que fuera Kensuke, aunque hacÃa tiempo que no iba a visitarle.
-Buenos dÃas, ¿está la señorita Misato Katsuragi en la casa?- saludó un desconocido al abrirle la puerta.
-SÃ... sà está-.
-Me alegro- se metió dentro de la casa -¿podrÃas avisarla de mi visita?-.
Shinji se acercó a la habitación de Misato y la llamó a través de la puerta sin quitar ojo al sonriente visitante -¡Misato!- llamó -¡ha venido a verte...!- se giró hacia el desconocido -¿cómo me dijo que se llamaba?-.
-No te dije cómo me llamaba, pero mi nombre es Memnoch-.
Shinji se volvió a dirigir a la habitación -¡ha venido Memnoch de visita!-.
De repente se abrió la puerta de golpe y Misato salió vestida como si fuera a ir un dÃa al campo. Su cabello estaba recogido en una larga cola de caballo y tenÃa puesta un camiseta corta. Encima de ella un chaleco marrón claro con gran cantidad de bolsillos hacÃa juego con unos pantalones cortos de explorador. Para terminar con unas botas en la mano para realizar senderismo.
-Shinji... voy a estar unos dÃas fuera haciendo un trabajo de campo con el señor Memnoch, no te importa quedarte sólo ¿verdad?-.
-No... no me importa quedarme, ya estoy acostumbrado- se volvió Shinji hacia el diablo -¿su nombre es Memnoch?-.
-Sà chaval, asà es como me llama todo el mundo que me conoce de cerca- .
-Es curioso... ayer con Rei, me pareció oir algo relacionado con su nombre-.
Una gota recorrió la cabeza del diablo mientras intentaba salir del paso como buenamente podÃa -bueno... hay mucha gente con ese nombre hoy en dÃa... ¿nos vamos ya Misato?-.
Salieron los dos de la casa y Memnoch suspiró visiblemente aliviado por perder a ese chico de su vista. Misato se acercó hasta él y le dio un pellizco -¿qué pasa con Rei? ¿no crees que eres un poco mayor para ella?-.
Para cambiar de tema, Memnoch la preguntó por su coche. Misato no se habÃa acordado de él desde que volviera del JardÃn del Edén -¡lo dejé en lo alto del mirador!- exclamó -¡y abierto!-.
-No te preocupes por él, yo ya me encargué de que no le pasara nada- sonrió Memnoch mientras señalaba con la mano la plaza del parking de la mujer.
Misato se dirigió hacia el vehÃculo y lo arrancó después de montar en él -funciona muy bien- comentó en voz alta.
-Bueno... sólo le hice unos pequeños arreglos- la respondió Memnoch -pero basta de cháchara, tenemos poco tiempo y hay muchas cosas que enseñarte-.
Según cambiaban de tiempo y lugar, la opacidad gris del viaje se le estaba haciendo familiar a Misato y no se asustó cuando llegaron al JardÃn del Edén.
-Es por aquÃ- señaló Memnoch -lo que va a ocurrir ahora es de crucial importancia-.
Lilith se encontraba sentada en una enorme piedra tomando el sol tatareando la cación que Memnoch la habÃa enseñado. HabÃan pasado varios dÃas desde su encuentro con el arcángel y no habÃa vuelto a saber de él. Iba desnuda, cosa natural, pero en su mano izquierda sostenÃa una pequeña fruta con un fuerte color rojo y con los dedos de la mano derecha, mojaba las yemas en la pulpa y se la pasaba por los labios. Luego giraba la cara en dirección al sol para que se secase y se le quedaran los labios pintados del color de la fruta.
Adán hizo su entrada a espaldas de la mujer y la tocó en un hombro haciendo que esta se sobresaltara. Ella todavÃa no habÃa olvidado lo que quiso hacer hace unos dÃas y se apartó rápidamente.
-No quiero hacerte nada- forzó una sonrisa -sólo querÃa decirte que hablé con el Señor y me dijo que te perdonara...-.
-¿Perdonar? ¿tú a m�- se golpeó Lilith en un muslo -¡eso sà que es gracioso!-.
Adán no podÃa apartar la vista de los labios de su compañera y su excitación estaba empezando a ser visible -el Señor me dio una compañera que eres tú...- se paró por unos instantes -¿qué te has puesto en los labios? te hace parecer más bella...-.
Lilith retrocedió un poco y se puso de pie. En toda su piel se podÃan apreciar delicados dibujos que exaltaban sus formas y su manera de moverse la hacÃa mucho más bonita; pero ahora no pensaba en atraerle, temÃa a Adán. Este se incorporó también e intentó acercarse -no tengas miedo... al fin y al cabo el Señor dijo "creced y reproducÃos"-.
-No se te ocurra hacer nada- Lilith observaba los ojos de Adán -no permitiré que me humilles-.
-El Señor me dio permiso...- sonrió Adán y la cogió del brazo.
Comenzó a forcejear Lilith con Adán, pero este tenÃa más fuerza que ella y poco a poco la fue dominando. Las lágrimas que brotaban de sus ojos diluÃan las marcas rojas que se habÃa pintado pocas horas antes. Adán sonreÃa como un poseso -después me darás las gracias- la susurró al oÃdo en una ocasión.
-¡¿Qué te crees que estás haciendo?!- exclamó una voz de espaldas a ellos.
-¡¡Memnoch!!- exclamó Lilith al oir la voz.
Adán soltó a Lilith y se incorporó para ver al que habÃa osado dirigirse asà hacia el rey de la creación. Lilith en cuanto se vio libre, se incorporó y fue al lado de Memnoch cogiéndole del brazo izquierdo. Memnoch mantenÃa su figura terrenal pero sus ojos estaban llenos de ira y observaban fÃjamente a Adán.
-Has desobedecido al Señor- comenzó a decir Adán -pero si te vas por donde has venido y nos dejas acabando lo que nos has interrumpido, no le diré nada de esto-.
-¡Eres despreciable!- contestó Memnoch arrastrando cada sÃlaba -¡no te mereces tener a tu lado una compañera como Lilith!-.
Una luz cegadora apareció de la nada. Misato se tuvo que tapar los ojos o quedar ciega para siempre, pero nunca olvidará esa voz que parecÃa salir del interior de ella misma.
-¡¡MEMNOCH!! ¿QUÉ HACES EN MI JARDÃ
4ª Parte
El sonido del estómago de Misato la indicó a esta que hacÃa más de 24 horas que no probaba bocado. Memnoch no parecÃa que tuviera hambre, pero era un arcángel, y estaba por encima de eso. Decidió no decir nada para seguir observando lo que ocurrÃa a su alrededor, pero un segundo rugido acompañado de un agudo dolor la hizo comprender que era peligroso oponerse a su estómago.
-Memnoch- llamó la atención de su acompañante -¿podrÃamos comer algo? la verdad es que hace horas que no como nada-.
Memnoch se volvió y se disculpó con una pequeña reverencia -¡oh! perdona, no habÃa caÃdo en la cuenta de que podrÃas tener hambre...- miró a su alrededor y la señaló el mirador donde hace unos minutos estaban Lilith con el Memnoch de ese tiempo -subamos allà y te daré algo que comer-.
Recorrieron la pequeña distancia entre ellos y el mirador. Misato se sentó donde habÃa estado Lilith mientras Memnoch sonrió. Alzó una mano y como por arte de magia apareció delante de Misato una mesa surtida con todo tipo de viandas. Misato cogió un pequeño panecillo y se lo llevó a la boca. Una mueca de asombro apareció en su cara.
-¡Es igual a los bollos que hacÃa mi madre!-.
-La verdad es los ha hecho ella, yo sólo me he limitado a traerlos...- la guiñó un ojo -¿no te acuerdas de la regañina de tu madre cuando eras pequeña por comerte unos bollos que habÃa hecho para tu padre y que tú no habÃas tocado?-.
-Traidor- contestó ella frunciendo el ceño y levantando la cara ofendida -me dolió mucho eso...-.
-Bueno, bueno... mientras comes te contaré lo que sucedió en la corte celestial-.
Misato volvió a la comida mientras Memnoch se sentó enfrente de ella en una silla que también apareció como de la nada.
-En primer lugar- comenzó -cuando llegué al cielo, Adán ya habÃa estado hablando con dios y se habÃa quejado de Lilith por su falta de sumisión. Cuando llegué allÃ, Adán me miró con furia y me acusó de ser yo el causante de todo. Ante mi estupor, dios no terminó de creerse la historia, pero en aras de la convivencia pacÃfica, me negó la entrada en el JardÃn del Edén. Una sonrisa malévola apareció en su rostro en un momento en el que dios no le miraba y yo como un inocentón, empecé a quejarme-.
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-Señor... ¿por qué me castigas asÃ? todavÃa no has escuchado toda la historia-.
-¿Qué es lo que quieres Memnoch, mi querido arcángel? Adán me ha contado todo lo que debÃa saber y tú sabes que no debes interferir en el universo material, eres sólo un mero observador-.
-Pero, él ha querido hacer un acto abominable que va en contra de todo lo que tú representas...-.
Dios sonrió ante su arcángel y le dirigió la palabra como si un padre intentara explicarle una lección a un niño -Memnoch, todas las criaturas deben doblegarse a Adán, yo le hice amo y señor de todo lo que vive-.
-Lilith es igual que Adán... y él ha intentado...-.
-Asà con el sufrimiento su alma se purificara para dar más gloria a mi persona- cortó dios.
-¿Y el amor? ¿dónde quedán el afecto y el amor...?-.
-¡Memnoch!- le interrumpió visiblemente enfadado -¿estás acaso poniendo en tela de juicio mi plan? vas por un mal camino, y puede llevarte a terribles consecuencias-.
-Lilith...-.
-¡¡Basta!! de ahora en adelante estarás fuera de los lÃmites del JardÃn de Edén, y ahora vete-.
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-Y no volviste- afirmó Misato, la cual habÃa terminado de comer y escuchaba con los codos apoyados en la mesa.
-Te equivocas, volvÃ... en cuanto terminó la audiencia, volvà junto al lado de ella- Memnoch observó que Misato habÃa terminado -pero volvamos a nuestra excursión-.
-¡Un momento! puede que tú no tengas necesidades, pero yo tengo que dormir, comer y otras cosas- dijo Misato mientras se levantaba de la mesa.
-De acuerdo, de acuerdo- cedió Memnoch -volveremos a tu tiempo y cuando hayas descansado lo suficiente, podremos volver para continuar-.
Todo se volvió de nuevo gris alrededor de la mujer y en un instante, estaba en su habitación. Miró el reloj de su muñeca y este le indicaba que habÃan pasado 15 horas desde que se fuera con Memnoch. Una rápida mirada a un reloj de pared que tenÃa en su habitación, indicaba que desde que habÃa desaparecido en el mirador de Neo Tokyo-3 hasta ahora sólo habÃan transcurrido 2 horas.
Salió de la habitación con cuidado y abrió la del cuarto de baño. Después de que el sonido de la cisterna se escuchara, salió más relajada y fue directa hasta la nevera de donde sacó una lata de cerveza. Se sentó en la mesa y abrió la lata llevándosela mecánicamente a los labios. La puerta de la habitación de Shinji se descorrió y este asomó la cabeza.
-Ya has llegado... no te oÃ- dijo Shinji.
-¿Has ido al hospital hoy?- preguntó Misato intentando mantener una conversación.
-SÃ, pero Asuka sigue igual-.
-¿Y Rei? ¿ha ido hoy al instituto?-.
-SÃ... y hemos hablado un poco- cerró la puerta y se puso los cascos.
-Si estoy sigue asÃ, no sé a dónde vamos a ir a parar- pensó Misato antes de darse cuenta que su cerveza estaba vacÃa. La agitó por un momento frunciendo el ceño y se fue a su habitación. Una vez dentro, llamó a Ritsuko por el móvil.
-¿Ritsuko? sÃ, soy yo... ¿podrÃas hacerme un favor? necesito unos dÃas libres y me preguntaba si se lo podrÃas decir al comandante Ikari... ¡sÃ! muchas gracias- colgó con un dedo y se quedó observando el teléfono -espero Memnoch que todo esto valga la pena... porque creo que para un mundo asÃ, no hay esperanza-.
Se acostó en su futón y fue entonces cuando se dio cuenta de lo cansada que estaba. Antes de que un pesantimento cruzara su mente ya estaba durmiendo plácidamente. Memnoch la observaba desde el exterior de la ventana, al cabo de unos minuto y cuando estuvo seguro que dormÃa fue descendiendo hasta desaparecer.
Rei yacÃa en su cama, pero no podÃa dormir. El hombre ese que ayer se habÃa encontrado la habÃa trastornado de una manera muy profunda. Se levantó a beber un vaso de agua cuando por el rabillo del ojo vio una sombra recortada por la luz de la luna en la ventana.
-Has venido... no te esperaba- dijo ella sin dejar de llenar el vaso de agua.
-Te he encontrado, después de nuestra separación estamos otra vez por fin juntos...- respondió Memnoch.
-SÃ, pero ahora es diferente, estoy confundida y la verdad es que no sé quien soy-.
Memnoch hizo un gesto de acercamiento cuando Rei levantó la mano -¡no! será mejor que te vayas hasta que me aclare y sepa que es lo que quiero-.
Memnoch dejó caer los brazos y la cabeza -está bien, me voy-.
El despertador en la habitación de Misato hizo un ruido infernal y obligó a esta a levantarse para apagarlo (se encontraba al otro lado de la habitación). Cuando a tientas dio con él le dio un manotazo para apagarlo -¡maldita sea! ¿qué hace aquà el despertador?-.
-Fui yo el que lo puso para que no te durmieras-.
Misato cogió el despertador y se lo tiró al diablo -¡fuera de aquÃ! ¡pervertido!- y se volvió a tumbar tapada como estaba con la manta.
Shinji terminaba de hacer el desayuno cuando alguién llamó a la puerta. Se acercó a la puerta preguntándose quién podrÃa ser y la abrió esperando que fuera Kensuke, aunque hacÃa tiempo que no iba a visitarle.
-Buenos dÃas, ¿está la señorita Misato Katsuragi en la casa?- saludó un desconocido al abrirle la puerta.
-SÃ... sà está-.
-Me alegro- se metió dentro de la casa -¿podrÃas avisarla de mi visita?-.
Shinji se acercó a la habitación de Misato y la llamó a través de la puerta sin quitar ojo al sonriente visitante -¡Misato!- llamó -¡ha venido a verte...!- se giró hacia el desconocido -¿cómo me dijo que se llamaba?-.
-No te dije cómo me llamaba, pero mi nombre es Memnoch-.
Shinji se volvió a dirigir a la habitación -¡ha venido Memnoch de visita!-.
De repente se abrió la puerta de golpe y Misato salió vestida como si fuera a ir un dÃa al campo. Su cabello estaba recogido en una larga cola de caballo y tenÃa puesta un camiseta corta. Encima de ella un chaleco marrón claro con gran cantidad de bolsillos hacÃa juego con unos pantalones cortos de explorador. Para terminar con unas botas en la mano para realizar senderismo.
-Shinji... voy a estar unos dÃas fuera haciendo un trabajo de campo con el señor Memnoch, no te importa quedarte sólo ¿verdad?-.
-No... no me importa quedarme, ya estoy acostumbrado- se volvió Shinji hacia el diablo -¿su nombre es Memnoch?-.
-Sà chaval, asà es como me llama todo el mundo que me conoce de cerca- .
-Es curioso... ayer con Rei, me pareció oir algo relacionado con su nombre-.
Una gota recorrió la cabeza del diablo mientras intentaba salir del paso como buenamente podÃa -bueno... hay mucha gente con ese nombre hoy en dÃa... ¿nos vamos ya Misato?-.
Salieron los dos de la casa y Memnoch suspiró visiblemente aliviado por perder a ese chico de su vista. Misato se acercó hasta él y le dio un pellizco -¿qué pasa con Rei? ¿no crees que eres un poco mayor para ella?-.
Para cambiar de tema, Memnoch la preguntó por su coche. Misato no se habÃa acordado de él desde que volviera del JardÃn del Edén -¡lo dejé en lo alto del mirador!- exclamó -¡y abierto!-.
-No te preocupes por él, yo ya me encargué de que no le pasara nada- sonrió Memnoch mientras señalaba con la mano la plaza del parking de la mujer.
Misato se dirigió hacia el vehÃculo y lo arrancó después de montar en él -funciona muy bien- comentó en voz alta.
-Bueno... sólo le hice unos pequeños arreglos- la respondió Memnoch -pero basta de cháchara, tenemos poco tiempo y hay muchas cosas que enseñarte-.
Según cambiaban de tiempo y lugar, la opacidad gris del viaje se le estaba haciendo familiar a Misato y no se asustó cuando llegaron al JardÃn del Edén.
-Es por aquÃ- señaló Memnoch -lo que va a ocurrir ahora es de crucial importancia-.
Lilith se encontraba sentada en una enorme piedra tomando el sol tatareando la cación que Memnoch la habÃa enseñado. HabÃan pasado varios dÃas desde su encuentro con el arcángel y no habÃa vuelto a saber de él. Iba desnuda, cosa natural, pero en su mano izquierda sostenÃa una pequeña fruta con un fuerte color rojo y con los dedos de la mano derecha, mojaba las yemas en la pulpa y se la pasaba por los labios. Luego giraba la cara en dirección al sol para que se secase y se le quedaran los labios pintados del color de la fruta.
Adán hizo su entrada a espaldas de la mujer y la tocó en un hombro haciendo que esta se sobresaltara. Ella todavÃa no habÃa olvidado lo que quiso hacer hace unos dÃas y se apartó rápidamente.
-No quiero hacerte nada- forzó una sonrisa -sólo querÃa decirte que hablé con el Señor y me dijo que te perdonara...-.
-¿Perdonar? ¿tú a m�- se golpeó Lilith en un muslo -¡eso sà que es gracioso!-.
Adán no podÃa apartar la vista de los labios de su compañera y su excitación estaba empezando a ser visible -el Señor me dio una compañera que eres tú...- se paró por unos instantes -¿qué te has puesto en los labios? te hace parecer más bella...-.
Lilith retrocedió un poco y se puso de pie. En toda su piel se podÃan apreciar delicados dibujos que exaltaban sus formas y su manera de moverse la hacÃa mucho más bonita; pero ahora no pensaba en atraerle, temÃa a Adán. Este se incorporó también e intentó acercarse -no tengas miedo... al fin y al cabo el Señor dijo "creced y reproducÃos"-.
-No se te ocurra hacer nada- Lilith observaba los ojos de Adán -no permitiré que me humilles-.
-El Señor me dio permiso...- sonrió Adán y la cogió del brazo.
Comenzó a forcejear Lilith con Adán, pero este tenÃa más fuerza que ella y poco a poco la fue dominando. Las lágrimas que brotaban de sus ojos diluÃan las marcas rojas que se habÃa pintado pocas horas antes. Adán sonreÃa como un poseso -después me darás las gracias- la susurró al oÃdo en una ocasión.
-¡¿Qué te crees que estás haciendo?!- exclamó una voz de espaldas a ellos.
-¡¡Memnoch!!- exclamó Lilith al oir la voz.
Adán soltó a Lilith y se incorporó para ver al que habÃa osado dirigirse asà hacia el rey de la creación. Lilith en cuanto se vio libre, se incorporó y fue al lado de Memnoch cogiéndole del brazo izquierdo. Memnoch mantenÃa su figura terrenal pero sus ojos estaban llenos de ira y observaban fÃjamente a Adán.
-Has desobedecido al Señor- comenzó a decir Adán -pero si te vas por donde has venido y nos dejas acabando lo que nos has interrumpido, no le diré nada de esto-.
-¡Eres despreciable!- contestó Memnoch arrastrando cada sÃlaba -¡no te mereces tener a tu lado una compañera como Lilith!-.
Una luz cegadora apareció de la nada. Misato se tuvo que tapar los ojos o quedar ciega para siempre, pero nunca olvidará esa voz que parecÃa salir del interior de ella misma.
-¡¡MEMNOCH!! ¿QUÉ HACES EN MI JARDÃ
