DIABLO, EL VERDADERO GÉNESIS.



6ª Parte





Llegaron al pueblo justo para presenciar la matanza. Unos humanos habían irrumpido arrasando todo a sangre y fuego. Al traspasar las puertas, uno de los hombres vio a la pareja y gritó algo incomprensible para Memnoch y Lilith.

No tuvieron mucho tiempo de pensar en lo que decía, ya que una lluvia de flechas y lanzas de caza cayeron sobre ellos. Memnoch reaccionó levantando su campo A.T. levitando sobre el suelo y repeliendo la agresión.

-¡¿Se puede saber que hacéis?!- les preguntó acercándose a ellos -¡¿por qué matáis a vuestros hermanos?! ¡¿no os vale la carne de los animales?!-.

Los atacantes se replegaron amedrentados por la exhibición de poder de Memnoch aunque ninguno de ellos había sido herido. Memnoch volvió a posarse en el suelo y los hombres le volvieron a llamar con ese nombre desconocido para él.

Memnoch estaba terriblemente furioso; miró a su alrededor y pudo ver a la gente muerta a sus lados. Dio un paso hacia ellos cuando una mano le sujetó por el brazo.

-Tranquilízate, Memnoch- suplicó Lilith -también ellos son tus hijos- .

Memnoch se giró hacia su compañera -¿cómo puedes decir que son mis hijos? ¿no has visto lo que han hecho?- se volvió hacia los hombres que ahora estaban recuperando las lanzas de entre los cuerpos de los muertos y se preparaban para rodearles -merecen un castigo de acuerdo con el daño que han causado-.

A través del aire, una figura se acercaba al poblado. Esto desvió momentáneamente su atención hacia dicha figura. Se posó enfrente de ellos sin hacer ruido y Memnoch comprendió de quién era la culpa al instante.

-¡Hola Lilith! ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos-.

-¿Qué quieres Adán?- preguntó Lilith dando un paso al frente.

-Vengo a reclamar lo que es mio por derecho y que ese entrometido me robó vilmente- fue la contestación que recibió mientras Adán señalaba con el dedo a Memnoch.

-¡Yo no robé nada!- exclamó Memnoch mientras su campo A.T. empezaba a crecer.

-Te derrotaré y Lilith volverá a ser mia- dijo Adán sonriendo con desprecio hacia su antigua compañera.

Lilith observó a los humanos como estaban empezando a temblar de miedo mientras Memnoch y Adán aumentaban su tamaño y cambiaban su forma. Si seguían creciendo de esa manera, dentro de poco matarían a todos los que estuvieran cerca. La madre de todos los humanos se puso a la espalda de Memnoch y le susurró al oído -si vas a combatir, hazlo en un lugar donde no puedas hacer daño-.

Memnoch asintió y levantó el vuelo haciendo una señal a Adán para que lo siguiera. Este sonrió hacia Lilith un minuto antes de seguirle y se despidió con estas palabras.

-Cuando vuelva... acabaré con esos engendros a los que llamas hijos y concebirás a los mios-.

Después de varias horas volando, llegaron hasta una explanada desierta. El frío empezaba a sentirse por acercarse la estación de las nieves a esa zona de la Antártida. Memnoch esperó a que Adán llegara, puesto que era mucho más rápido al tener un ala más que él.

Cuando por fin llegó Adán, desplegó sus diez alas al posarse en la tierra. Memnoch todavía no había desplegado las suyas y se limitaba a observarlo.

-¿Por qué haces esto?- preguntó -¿no te basta con nuestro destierro y nuestra maldición?-.

Adán sonrió ante la pregunta -Lilith es mia y cuando acabe contigo, volverá a mí-.

Seguidamente, Adán atacó con potente rayo de partículas que salió de la palma de su mano dirigido hacia su oponente. En menos de un segundo, Memnoch desplegó sus once alas y con su campo A.T. lo desvió hacia el espacio.

-No tienes nada que hacer- afirmó Memnoch cuando hubo desviado el rayo -soy superior a ti-.

En ese momento Adán se lanzó contra él y de un golpe derribó al arcángel haciendo que cayera al suelo a varios cientos de metros de distancia. Este se incorporó de inmediato pero no hizo gesto alguno.

-¡¡Vamos, pelea!!- exclamó Adán.

Memnoch se volvió dando la espalda a su contrincante -no tiene sentido que peleemos... nunca podrás vencerme. Será mejor que te vayas de aquí y nos dejes tranquilos a Lilith y a mí-.

Adán apretó los puños. Sabía que él tenía razón, la superioridad de Memnoch era indiscutible por la forma en la que no le afectaron sus dos ataques. En un lateral de su cuerpo, algo sólido pareció formarse y Adán se lo quitó del costado.

-¡¡Memnoch!!- exclamó -esto no ha terminado-.

El objeto resultó una lanza. En uno de sus extremos, estaba dividido en dos puntas y con ellas apuntaba hacia Memnoch. El arcángel sonrió ante la lanza.

-¿No pensarás que eso me hará daño?-.

Adán pareció recomponer su figura aunque los dos medían más de 50 metros de alto y sus alas estaban extendidas con todo su poder.

-No la subestimes... la hizo nuestro Señor para mí-.

Con gran fuerza la lanzó hacia Memnoch y esta salió silbando a una gran velocidad. Este por su parte se limitó a crear un gran campo A.T. entre la lanza y su cuerpo, pero para sorpresa suya, la lanza parecía a punto de penetrar en ese campo A.T.

En justo momento en el que el campo A.T. fue anulado, Memnoch se apartó de la trayectoria de esta, pero no fue lo suficientemente rápido y esta atravesó su brazo para volver de nuevo hasta Adán como si de un bumerang se tratase. Con un brazo herido y sangrando copiosamente, Memnoch le lanzó una mirada de odio a Adán.

-No es posible que nuestro Señor te haya dado el poder de matar- dijo Memnoch al incorporarse.

Adán volvió a sonreír -¡estás acabado!- exclamó mientras volvía a lanzar la lanza hacia él.

Esta vez, Memnoch no opuso un campo A.T. a la lanza. Sabía que eso era totalmente inútil. Por lo contrario lo que hizo fue canalizar su energía creando una especie de tunel por el que la lanza entró. En vez de oponerse, con gran esfuerzo redirigió la lanza hacia Adán.

Adán se encontró ahora con una lanza que venía directamente hacia él. Instintivamente alzó su campo A.T., pero fue en vano. La lanza le atravesó el pecho quedando afianzado así. Como última venganza, invirtió su campo A.T. produciendo una explosión que afectó a todo el planeta. Memnoch fue alcanzado de lleno y perdió su cuerpo material.

Misato estaba asombrada por la batalla que había tenido lugar. Nunca había creído que el Primer Impacto hubiera ocurrido así.

-¿Qué paso después?- preguntó a su compañero.

-Después dios se apiadó de mí...- dijo el diablo -al ver lo que había hecho Adán con la lanza que él mismo le dio... me dijo que me concedería un deseo-.

-¿Un deseo?-.

-Sí, me concedería un deseo... podría volver a tener un cuerpo o volver al paraíso... lo que quisiera-.

-¿Y cuál fue ese deseo?-.

-Pedí a dios que os diera un alma inmortal para que vivierais más años y sentir con mayor intensidad tal como podía sentir yo-.

-¡Que fue el diablo el que nos dio el alma!- exclamó Misato -¡eso sí que no me lo creo!-.

-Ven y observa- se limitó a decir Memnoch.

En el otro lado del mundo, Lilith había creado con su campo A.T. una burbuja en la que protejía a cuantos hijos suyos habían tenido la suerte de permanecer a su lado. Fuera de ella, la terrible explosión estaba acabando con el 95% de la vida animal. Al cabo de varios días, dejó que sus hijos salieran al exterior. Estos observaron toda la desolación que la explosión había dejado tras de sí, el olor a podredumbre era insoportable y un aspecto desolado se advertía hasta donde la vista alcanzaba.

Al principio, todos los hombres estaban desorientados ante la magnitud del desastre y fue Lilith la que tuvo ayudarles a sobrevivir gracias a la ayuda de sus diez alas. Misato pudo comprobrar por su situación priviligiada la figura celestial del arcángel Memnoch en un instante en el que se comunicó con Lilith.

-¿Qué vino a buscar Adán?- preguntó Lilith al espíritu incorporeo.

-Vino a por ti y para acabar conmigo y con mis hijos- respondió este -peleamos y gané, pero ahora temo por ellos. Nuestro Señor les ha concedido alma, por lo que no morirán tan pronto, pero la maldición que lanzó contra nosotros se cumplirá ahora-.

-No te entiendo. ¿Cómo que se cumplirá ahora?-.

-Sólo tienes que escucharles... me están echando las culpas de lo ocurrido...-.

-¡Pero eres su padre!- exclamó Lilith.

-Ahora que no soy carne y ellos tienen alma... puedo leer en ellas el resentimiento hacia mí... ¿sabes cómo me llaman? me llaman el acusador... y lo que es peor, piensan que Adán es su padre...-.

-¡¡¿Qué Adán es su padre?!!- se sorprendió Lilith -yo les aclararé todo...-.

Sin dejar que Memnoch la parara, Lilith salió al exterior y llamó a los hombres que todavía no estaban muy desperdigados por el mundo. Al cabo de varias semanas, todos los hijos de Lilith estaban presentes en una gran explanada ante ella. Haciendo uso de su poder, se comunicó con ellos a través de la telepatía haciéndoles saber que ellos eran hijos suyos y de Memnoch.

Un murmullo se extendió entre toda la gente mientras recibían esa noticia. Lilith quiso saber que era lo que pensaban y pidio ayuda a Memnoch. Al cabo de unos instantes, la voz llorosa de Memnoch se hizo audible para Lilith.

-Ahora eres la compañera del diablo-.

-¿Qué significa diablo?- preguntó mentalmente.

-Es una palabra odiosa que nos describe... creen que nosotros sólo queremos su mal y ahora nos temen. Han hecho mártir a Adán-.

Lilith observó a sus hijos, hijos de los primero hijos que tuvo fruto del amor de ella y Memnoch. Estos se separaban de ella llamándola de nombres que ella no sabía qué significaba. Intentó acercarse a ellos, pero estos la rehuyeron con el miedo reflejado en los ojos.

-Yo os protegí- parecía suplicar a los más cercanos.

-¡Eres la compañera del diablo!- exclamó el más cercano señalándola con el dedo.

Todos los demás asintieron temerosos y Lilith se volvió para entrar de nuevo en su cabaña. Durante los siguientes días, no salió de ella. Misato observaba como Lilith no paraba de llorar en su interior mientras Memnoch la acompañaba invisible a los ojos de los demás.

-¡Que crueldad!- murmuró girándose hacia su acompañante.

-Es la maldición de dios- dijo este con la vista fija en ella.

Al cabo de una semana, mientras Lilith dormía, un humo espeso llegó hasta su nariz haciendo que se despertara. Abrió los ojos todavía somnolienta y lo primero que vio fueron las llamas que estaban devorando su cabaña de madera.

Tosiendo, levantó un campo A.T.con el que destrozó la cabaña haciendo que saltara en mil pedazos. En el exterior vio a los hombres portando antorchas y armados con lanzas.

-¡Acabemos con ella!- gritó uno.

-¡Es la causante de nuestras desgracias!- contestó otro intentando enardecer a los demás.

Lanzaron sus lanzas hacia Lilith, pero estas no llegaron a tocarla. Con lágrimas en los ojos, levitó por encima de sus cabezas y desapareció entre las nubes.

-¿Ha dónde ha ido?- preguntó angustiada Misato.

-Nunca lo supe...- se limitó Memnoch a contestar.

Todo a su alrededor se volvió gris y Misato comprendió que volvían a su tiempo. Aparecieron los dos en un parque cerca del instituto de los chicos y Memnoch la indicó un banco.

-¿Por qué hemos vuelto? quiero volver y ver lo que pasó-.

-Tranquilízate Misato- pidió Memnoch -ahora estás muy alterada por lo que has visto, descansa y pasea un rato. Necesitas pensar en lo que has visto...-.

-Pero...-.

Memnoch desapareció antes que Misato pudiera replicar nada. La mujer se quedó allí sentada con la palabra en la boca cuando torció el gesto y cruzó los brazos -No hay duda... sabe cual es la mejor manera de enfadarme- .

Rei observaba el exterior a través de la ventana cuando algo la llamó la atención. Un pequeño gorrión se había posado en el alféizar de la ventana y la miraba con curiosidad. Se acercó hasta el cristal y empezó a picarlo. Como movida por alguna orden, Rei abrió la ventana y el gorrión entró dando saltitos hasta su pupitre.

-Hola... ¿cómo estás?- oyó en su cabeza.

-¿Quién eres tú?- prguntó mentalmente.

-Soy yo, Memnoch...-.

Rei miró al gorrión a los ojos y vio que este tenía las pupilas rojas. Al instante, lo recogió sin que este intentará escapar de sus manos y se lo llevó hasta la cara. El gorrión cerró los ojos y frotó su pico delicadamente en la mejilla de la chica.

-Debes irte- pensó Rei.

-La mayoría de edad de nuestros hijos ha llegado...- contestó Memnoch -sólo les estoy dando la posibilidad de elegir-.

-Tranquilo... yo confío en él. Sabrá elegir-.

Rei abrió las manos, pero el gorrión había desaparecido y esta volvió a su estática posición observando el paisaje.

Misato seguía sentada en el banco en el que Memnoch la había dejado reflexionando lo que había visto cuando este apareció por detrás de un árbol.

-¿He tardado mucho?- preguntó burlonamente.

Misato se levantó impetuosa y le cogió de un brazo -estaba impaciente, ¿acaso no sabes que a una señorita no se la hace esperar?-.

-Bueno, bueno...- intentó tranquilizarla Memnoch -ahora vamos a ver la última parte de todo esto-.

El mundo desapareció y todo se volvió a quedar gris.







CONTINUARÃ