--Capítulo IV--
A la espera de que Satoshi pudiera regresar, Buntaro ordenó que se mantuviera una estrecha vigilancia alrededor de la casa, si no para detenerle, al menos que sirviera de aviso para los que vivían dentro. Ahora que sabían quien era el asesino, lo único que tenían que hacer era detenerle, si bien era algo que no iba a resultar nada fácil. El comisario había dejado muy claro que en cuanto que los policías que estaban de guardia divisaran al asesino, tenían que dar parte a jefatura para que una división de fusileros fuera hasta allí y le obligara a rendirse...
Por otra parte, aquellos tres días Tokio había tenído que estar constantemente sobre su marido para impedir que hiciera cualquier cosa. Era impresionante la maña que se daba para levantarse sin su permiso y darse una vuelta por la casa... Saito no lo hacía especialmente para molestarla, pero era superior a sus fuerzas pasarse los días tumbado sin hacer absolutamente nada. Cierto que el primer día intentó hacer todo lo que ella le decía, pero esa misma tarde decidió que ya estaba bien de dormir y de ser cuidado tanto por Tokio como por Moe.... Y más aún cuando Chou se pasó por su casa para informarle de su conversación con Aoshi.
Aunque sabía que su hermano había tenído un sensei bastante particular hasta que murió en extrañas circunstancias, nunca había relacionado su estilo con el de Shinomori. Esta relación le convertiría en un aliado particularmente bueno de no ser porque ciertos asuntos tenía que resolverlos a su manera...
Parecería una tontería, pero el contarle a Tokio la historia le había aliviado en cierto modo, y eso le hacía ver las cosas de otra manera. Además, ella tenía razón. Si había conseguido vencerle una vez... por qué no iba a poder hacerlo dos? Si había perdido la pelea del día pasado no había sido por otro motivo que porque Satoshi había logrado desconcentrarle, tanto con sus palabras como con su presencia, y los recuerdos que ésta conllevaba. Cuando regresara estaba totalmente seguro de que no encontraría modo alguno de afectarle.... y entonces perdería el combate
La
llegada casual de la policía había sido totalmente providencial,
ya que al verles por la ventana, Satoshi salió realmente corriendo
de allí sin acabar su trabajo.... Seguramente su jefe estuviera
ligado de algún modo al Gobierno y, por lo que él conocía
de estos casos, lo más seguro era que si se dejaba coger acabaría
muerto en circunstancias tan extrañas como su sensei...
*******
El tercer día, después de comer con las dos mujeres y después de que le dejaran solo en la habitación, Hajime se levantó del futón donde le tenían casi secuestrado, se puso el uniforme para pasar desapercibido entre la multitud de policías que había fuera, cogió una nihontou y, escondiéndose bajo la gorra, salió por la puerta lateral de la casa.
Sus compañeros apenas le prestaron atención, y el hombre respiró casi feliz cuando estuvo fuera de su propiedad. El día no era especialmente diferente a los demás; estaba nublado, y posiblemente acabaría lloviendo al caer la tarde, pero el sentir el aire frío en la cara y el suelo empedrado bajo sus botas bastaban para ponerle de buen humor. No tenía destino predestinado, había salído a dar un paseo....
Lentamente sacó un cigarrillo y lo encendió sin pausar su marcha. Suspiró ligeramente, dejando salir el humo en una pequeña columna; en las calles de Kyoto podía fumar todo lo que le apeteciera sin que nadie le fuera a regañar por ello...
Con paso tranquilo y calmado para no darse mucho trabajo, el hombre fue recorriendo las calles de la ciudad, recreándose en ellas como hacía mucho tiempo que no hacía. Sí, ciertamente las recorría casi todos los días que patrullaba, pero cuando uno está trabajando no puede permitirse el lujo de ir observando todo con minucioso detalle, viendo las cosas a su alrededor tan sólo por el placer de verlas
Una tienda llamó su atención lo suficiente como para que se acercara a verla. Era una armería frente a la que había pasado muchas veces, pero que nunca había tenido tiempo de visitar. El escaparate estaba repleto de fusiles y pequeñas pistolas; armas que estaban muy de moda en aquellos años pero que a él no le acababan de gustar.
Sintió una presencia muy particular en esa tienda, la de un guerrero, y, aún más picada su curiosidad, tiró la colilla al suelo y se decidió a entrar.
El local era pequeño, pero estaba muy bien aprovechado. Las paredes habían desaparecido literalmente bajo la gran cantidad de fusiles y de nihontous que sustentaban. El dueño le dio los buenos días cortesmente, y Saito correspondió a su saludo quitándose la gorra con una ligera sonrisa. La otra persona se volvió a mirarle con ojos azul hielo
"De compras, Shinomori?" Le preguntó observando que sobre el mostrador había varias kodachis con diferentes fundas y empuñaduras
"Sí --asintió el ninja-- Cómo es que te han dejado salir?"
"Bueno --iba a encojerse de hombros, pero dado su estado de salud decidió que sería mejor no hacerlo-- Todo inspector de policía tiene sus métodos. Esas son todas las nihontous que tiene?" Le preguntó al tendero
"Sí, señor, puede cojerlas si lo desea" Dijo el hombrecillo encantado con la idea de tener a dos clientes potenciales en su pequeño comercio
Hajime se acercó entonces a la pared donde estaban colgadas todas las katanas y comenzó a inspeccionar la funda y la empuñadura minuciosamente, una por una, para ir descartando las que no serían útiles en un combate y las que no le gustaban de las que podrían tener posibilidad de ser compradas.
Tenía una de ellas en las manos, una de funda azul oscuro, cuando la conversación que mantenían los otros dos le llamó la atención. Aoshi estaba discutiendo con el tendero, que sabía bastante de armas, sobre las ventajas e inconvenientes de las kodachis
"Es casi imposible golpear a un oponente que lleve una kodachi si no luchas en igualdad de condiciones con él" Le dijo el ninja desenfundando una de las que le habían gustado para comprobar la hoja
"Es cierto-- el tendero asintió levemente-- pero si usted me atacara llevando yo una nihontou, nunca podría acercarse lo suficiente a mi como para herirme"
"Eso depende del uso que le dé a la kodachi, me equivoco, Shinomori?"
El hombre de ojos claros se volvió hacia el policía y asintió levemente. El tendero les miró desconcertado al entender que ellos sabían algo que a él se le escapaba, y que además no tenía ni idea de lo que podría ser
Saito desenfundó la kanana y apuntó con ella al pecho del ex-okashira, aún para más sobresalto del dueño de la tiendecita "A pesar de que tu kodachi sea defensiva, crees que serías capaz de bloquear mi Gatotsu con ella?"
Aoshi observó la hoja de la espada que le apuntaba con total calma mientras en su mente recordaba la técnica del otro hombre "Con una no lo sé, con dos sí-- se pronunció finalmente tocando el filo de la katana-- Es una buena espada"
"Sí que lo es --asintió Hajime bajándola y guardándola en su funda-- pero no estoy tan seguro de que pudieras detener mi ataque. De cualquier forma no vamos a probarlo, así que tendremos que dejarlo como una posibilidad"
"Tienes miedo de no tener razón, Saito?"
El Miburo se rió entre dientes ligeramente, dejando ver sus colmillos "Claro que no, ahou, pero si te venciera luego íras tras de mí todo el día para matarme y eso realmente sería un incordio. Tendero --le dijo lanzándole la nihontou, sin hacer caso a la mirada resentida del ninja-- otro día vendré a por ella. Guárdela bien hasta entonces"
El
hombrecillo asintió con los ojos muy abiertos. Estaba realmente
impresionado por lo que acababa de suceder allí hacía unos
segundos, ya que las hojas de su periódico y el poco de cha que
quedaba en una taza cerca de él habían comenzado a agitarse
en la última parte de la conversación de los dos hombres......
---0ooo0---
Chou andaba a paso ligero por las calles, comiéndose un par de bolas de arroz de malas maneras y refunfuñando para sí entre bocado y bocado; No había tenido tiempo de pararse a comer en ningún sitio, porque estaba demasiado ocupado atendiendo a mil y un problemas a los que tenía que hacer frente él solo por no estar Saito en activo. Lo normal era que se repartieran el trabajo; mientras su jefe redactaba --muy a su pesar-- los informes que le correspondían, él recorría las calles solucionando el resto de los problemas. Pero ahora... tenía que hacerlo todo él!
Precisamente en aquellos momentos iba de camino hacia su casa; tenía que preguntarle sobre un caso de terroristas que llevó él hacía varios meses ya y que por algún extraño motivo estaban de nuevo dando guerra...
Al llegar le extrañó no ver a los policías que habían de estar vigilando la entrada... De dos bocados acabó con la mitad de la última bola que le quedaba y, con la mano en la empuñadura de la katana, entró en el jardín. Miró hacia los lados; tampoco vio a nadie allí.... Fue andando hasta llegar a la puerta, y a mitad de camino el olor de sangre fresca llegó hasta él.
Intentando hacer el menor ruido posible corrió hasta la parte trasera de la casa, y allí encontró que todos los guardias que habían colocado yacían muertos, apilados unos encima de otros, tiñendo el suelo de rojo con su sangre
Está aquí...!!! Cómo habrá hecho para matarles a todos sin que pudieran dar la alarma....? Eh?? Se dio la vuelta de pronto al notar una presencia a su espalda, y rápidamente dio un salto hacia atrás para alejarse de él
Satoshi limpiaba su kodachi con un suave paño de algodón mientras miraba al rubio policía. Llevaba puesto un gi suelto sobre los pantalones oscuros que estaba manchado con la savia de los policías asesinados, y el fiero corte que cruzaba su rostro estaba comenzando a cicatrizar "Sorprendido, verdad? Apuesto a que te estás preguntando cómo lo he hecho..."
"Hmpf. No sé de qué te pavoneas tanto, yo podría haberlo hecho también"
El moreno sonrió ladino primero, y se rió entre dientes después "No me hagas reir, como asesino eras patético... Pero ahora lo eres más aún, ya que has traicionado tus ideas para seguir con vida..."
Chou frunció el ceño ligeramente y empuñó la katana "Son cosas de la supervivencia. Cuando acabe mi contrato seré un hombre libre de nuevo. Pero mientras tanto mataré en nombre del Gobierno, cosa que me encanta..." Se rió, sus ojos marrones brillando por la posibilidad de poder hacer correr sangre con su nihontou
"La pena es que tengas que dejar de disfrutar de tu nueva condición de "perro policía" tan pronto..." Saito Satoshi entrecerró los ojos, fijándolos en el antiguo Juppongatana, mientras se colocaba en posición de atacar
"Ven aquí, vamos.... no te tengo miedo...." Sonrió Chou maligno, encantado con la idea de volver a tener un combate de verdad
Satoshi
se lanzó al ataque, y pronto sus aceros se cruzaron... A pesar de
que el policía sabía que el enemigo usaba el kempo, fue incapaz
de preveer sus movimientos y de una fuerte patada le mandó contra
una de las paredes de la casa
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Tokio y Moe dieron un respingo al escuchar el fuerte golpe. Se miraron unos segundos, preguntándose qué habría pasado, y pronto más jaleo llegó hasta sus oídos. La mayor se acercó a una ventana cautelosamente, teniendo todo el cuidado del mundo para que nadie pudiera verla. Desde su rango de visión no alcanzaba a distinguir nada anormal; el jardín estaba bien, sin indicios de que alguien estuviera peleando, y tampoco podía ver a nadie...... De pronto, la pierna de alguien vestido de azul, presumiblemente de policía, se dejó ver. Por la postura que mantenía, el personaje estaba de rodillas.... y no parecía hacer mucho por levantarse...
Moe no pudo aguantar más la intriga y se acercó a su hermana "Qué pasa, Nee-chan....?" Susurró poniéndose a su lado e intentando mirar por la ventana. Ella puso una mano en su cabeza para impedírselo, y la obligó a apartarse de allí tomándola de un brazo
"Alguien está peleando fuera...." Murmuró sintiendo que su respiración se aceleraba
"Crees que.....?"
Asintió "Seguramente sea Satoshi......"
Sin decir nada más, las dos mujeres se levantaron y corrieron hasta la habitación. Cual sería su sorpresa al encontrarla vacía.....
"Se... Se ha ido!!" Moe no podía creer lo que veía; sobre el futón desordenado estaba su kimono, y sobre él una nota que decía que volvería pronto
Tokio miró la nota unos segundos antes de apretarla en su mano. Luego se volvió hacia su hermana "Moe... tienes que irte de aquí. Escucha, si sales ahora por la puerta de delante y corres, no te cojerá"
"Qué dices?! No te dejaré sola con ese psicópata!" Frunció la otra el ceño encarándose con ella
"Esto no es asunto tuyo, cariño" Replicó calmada pero con seriedad
"Pe-pero Nee-chan....!"
"Prométeme que de mis niños si.... si nos pasara algo"
"Cl-claro... pero... qué vas a hacer...?" Preguntó. Su hermana sabía kendo, sabía defenderse, pero no tenía ninguna posibilidad contra Satoshi
"Lo que no haré será rendirme... --bajó la cabeza ligeramente y sonrió -- No te preocupes, no haré ninguna locura... Cuando todo esto termine te avisaré, vale? Ahora vete, rápido..."
Moe miró unos momentos en sus ojos verdes, luego la abrazó e hizo lo que le habían mandado.... Por su parte, Tokio, quien aún escuchaba el ruido ocasional de la batalla en el exterior, tomó su kodachi y con rapidez se cambió el kimono por uno de practicar kendo
************
El muro de la casa se dejó sentir duro tras la espalda de Chou, que volvió a caer de rodillas al suelo, sin respiración, sangrando por la boca. Antes se había preguntado cómo era posible que Satoshi pudiera haber esquivado su espada flexible, cómo había sido capaz de hacerle tanto daño al golpearle con esos puños de acero.... pero ya no se preguntaba nada porque su mente estaba demasiado nublada para ello
Con una patada en su estómago, el moreno le tiró boca arriba, sobre unas florecillas rojizas, para luego poner una bota sobre su pecho "Supongo que no das mas de sí, mmm? --se llevó una mano a la espalda y sacó la kodachi-- Acabemos de una vez. No eres el único al que tengo que matar, sabes...?"
"A quien más tienes que matar, si se puede saber?"
Satoshi volvió la cabeza de golpe y se encontró de frente con su hermano, a quien no había sentido llegar. Hajime, con una mano en la empuñadura de la katana, pasó de mirarle a observar a Chou, que a estas alturas estaba inconsciente, y luego al jardín, que estaba destrozado por la pelea, cubierto de cadáveres y lleno de sangre "Hmpf. Por qué todo el mundo tiene ese afán por destrozar mi casa.....?" Comentó fastidiado agitando levemente la cabeza
El mayor bajó el arma y se encaró con él "Pensé que nunca saldrías de tu ratonera... Ya iba a entrar a buscarte, sólo tenía que acabar con esta escoba rubiales"
El policía arqueó las cejas levemente mientras se quitaba la gorra y se desabrochaba los primeros botones de la camisa azul para permitirse mayor movilidad "Pshe. Seguro que no te ha dado demasiado trabajo, mm?"
"Nah, sólo un poco menos que tú --se burló sonriendo ligeramente y dándole una patada al pobre hombre inconsciente-- Estás preparado para morir? Espero que sí, porque esta vez no te salvará nadie"
Saito Hajime cerró los ojos unos momentos mientras se permitía una sonrisa "No me vencerás tan fácilmente como crees, Satoshi, ya lo verás" Desenfundó la nihontou que, aunque no era de sus favoritas, estaba bien forjada y afilada, de modo que le serviría bastante bien para lo que tenía en mente. Después de tener tres días enteros para pensar, había tenido tiempo más que suficiente como para recordar que la mejor defensa es un buen ataque
Satoshi se rascó descuidadamente la ligera barba que le diferenciaba de su hermano mientras le observaba un poco desconcertado por su autoconfianza, e hizo un gesto de dolor cuando sin querer se tocó la herida. Pronto vio que su guante se había manchado de sangre "Ésta me la pienso cobrar muy cara, oyes?" Le amenazó apretando la mano en la empuñadura de su kodachi
"Ah, vamos, menos hablar y más actuar. Le dije a Tokio que regresaría pronto y eso pretendo hacer" Se sonrió, esperando que su provocación fuera suficiente. Tal y como esperaba, el impulsivo Satoshi se lanzó a la carga contra él, recorriendo la escasa distancia que les separaba como alma que lleva al diablo a pesar que desde que pelearon por primera vez, hacía ya tantos años, cojeaba de una pierna.
Saito dio un fabuloso salto hacia atrás, preparándose para su ataque definitivo. El Zeroshiki habría partido en dos al aku ahou de su hermano mayor antes de que pudiera ni siquiera darse cuenta de lo que pasaba...
Cuando pelearon el otro día no es que no se le ocurriera la idea, es que no encontraba manera posible de neutralizarle como para dar la vuelta al combate. Satoshi era un tipo ágil para ser medio cojo y se dio buena maña para esquivar el Gatotsu cuando le atacó, pero él no podía decir lo mismo de su kempo. Nunca antes se había enfrentado a un luchador de ese estilo y, a pesar de todos sus trucos y su experiencia en el Shinsengumi no fue capaz de evitar perder... Ahora la cosa era distinta. Tenía la mente fría, las ideas claras. Atacaría el primero, y vencería sin problemas. Nadie, por mucha agilidad que tuviera podría esquivar el Zeroshiki a esa distancia....
En el momento en que se disponía a lanzar la katana contra él, Satoshi dio un salto en el aire, desdoblándose en tres morenos que caían sobre él perfectamente armados. Ni qué decir tiene que el policía no pudo detenerse a pensar cuál era el verdadero, así que, confiando en su habilidad y sobre todo en su suerte, atacó...
Satoshi gritó de dolor cuando la nihontou atravesó su hombro izquierdo, haciendo llover una buena cantidad de sangre. La técnica le hizo volar hacia atrás con una fuerza casi sobrehumana, chocó contra una de las ventanas, que se partió debido al golpe, y acabó tirado en el suelo del salón de la casa.
Tokio, que había sido espectadora de primera linea, no daba crédito a lo que sus ojos veían. Jamás había visto a Hajime ejecutar una técnica como aquella. El Gatotsu era de por sí destructivo, pero no tanto como aquello... Miró al hombre en el suelo, que estaba chorreando sangre por la brutal herida de la espada, y luego a la ventana destrozada. Y pronto a su marido, que entró por el boquete que él mismo había practicado frotándose ligeramente las costillas
El policía la miró también, y hubiera sonreído al ver su cara de sorpresa de no ser que tenía cosas más importantes que hacer. Se acercó a ella, le cogió la kodachi que tenía enfundada y sujeta en el kimono de kendo que llevaba, y fue andando hasta Satoshi. El hombre estaba incorporándose cuando llegó hasta él
"Ahora te mataré" Dijo totalmente serio, contrarrestando la expresión asesina que su hermano tenía en el rostro con una propia. La mujer miró extrañada cómo su marido se colocaba, no en la posición del Gatotsu, sino en la del estilo Murai
"Dejadlo ya, por todos los dioses...!!" Se oyó gritar la voz de una chica, mejor dicho, de una mujer. Tokio arqueó las cejas cuando se dio cuenta de que ella misma lo había dicho. El mundo se volvió brumoso y cambió a un gran dojo que no había visto en su vida. Todo a su alrededor parecía totalmente, borroso, como sacado de un sueño. Tragó aire cuando se dio cuenta de que los hombres frente a ella habían retrocedido más de diez años en el tiempo....
Esto es... lo que me contó Hajime.... Acertó a pensar con los ojos totalmente abiertos. Una fuerza sobrenatural, totalmente ajena la impulsó a echar a correr hacia ellos. Cogió del kimono a su marido y el joven Saito se volvió espada en mano, la tomó del pelo y puso la espada en su yugular
Tokio miró en sus brillantes ojos ámbar totalmente aterrada, sabiendo perfectamente cómo acababa la historia y sin poder hacer nada por evitarlo. De pronto todo a su alrededor volvió a la normalidad; su casa, los hombres, todo, y hubiera pensado que el dojo y el resto habían sido una alucinación suya de no ser porque Hajime la tenía sujeta y bien sujeta y la hoja de la kodachi aún se apretaba contra su cuello
El policía arqueó una ceja cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, pero antes de que pudiera plantearse el soltara se dejó escuchar una voz que los dos hombres reconocieron como la de Yukio
"Véngame, cariño..."
Todo sucedió en unos segundos. Con un rápido ademán, Satoshi desenfundó un tanto que tenía escondido y lo hendió en el cuerpo de su hemano, que aún estaba preguntándose por qué la amenazaba de ese modo. Hajime tragó aire con dolor ante los horrorizados ojos de la mujer y cayó de rodillas entre sus brazos. Una mano temblorosa se aferró a la empuñadura del cuchillo, perfectamente ensartado entre dos de sus primeras costillas. La risa de Satoshi no parecía tener fin en sus oídos...
"Unas brujas me ayudaron a convocar su espíritu, Hajime, y sabes qué me dijo? --Satoshi sonrió ladino mientras miraba cómo la sangre de su hermano goteaba en el tatami. Agarró la empuñadura de la espada con gesto serio, tomo aire, apretó los dientes y dio un fuerte estirón, sacándola y lanzándola a un lado. Se puso la mano derecha sobre la terrible herida, que sangraba profusamente, tiñendo sus ropas-- Que el día en que volviéramos a cruzar nuestras espadas ella estaría allí para ayudarme..."
Tokio miró a los dos hombres cubiertos de sangre, y al tatami del salón de su casa, que estaba teñido por lo mismo. Aquello parecía una roja pesadilla sin fin... Sacó la funda de su cinturón y, dejando a su marido en el suelo, se incorporó; se defendería con eso del enemigo, aunque se cuestionó si serviría de algo contra su kempo
"Voy a mataros a los dos... --se medio rió entre jadeos el mayor, soltándose el brazo inutilizado por el zeroshiki-- Nuestra venganza será completa ahora...!" Medio tambaleándose se incorporó, y la cadena que pendía de su cuello cayó al suelo, partida en dos al igual que el anillo. Los miró unos momentos; todo estaba sucediendo tal y como las brujas le predijeron...
El policía levantó la mirada, que se volvía borrosa por momentos, hacia el hombre. Hizo el gran esfuerzo de levantarse, pero sus piernas no le sujetaron derecho y de nuevo acabó arrodillado, escupiendo sangre, mirando impotente cómo Tokio se interponía entre los dos dispuesta a pelear. La mano en la empuñadura del tanto se tensó unos momentos, y luego tiró para sacárselo, aún sabiendo que estaba haciendo una estupidez que podría costarle muy cara
Quizás demasiado... Pero no dejaré que lo haga sola...Pensó mientras apretaba fuertemente la otra mano contra la herida, que pronto se escurrió entre sus dedos
Satoshi se encaró entonces con su cuñada, recreándose en el miedo que sabía que la inspiraba y en la respiración entrecortada de su hermano, que no tenía nada que envidiarle a la suya propia. El hombre iba dando tumbos, su mirada nublándose debido a la hemorragia, pero eufórico por otra parte por estar tan cerca de su venganza. Había vivido todos aquellos años para eso, única y exclusivamente luchando por hacerse fuerte, por ser el mejor para que llegado el día de su encuentro final pudiera hacerle pagar por amargarle la infancia.... y la vida.
Así, renqueando pero sonriendo, el mayor de los hermanos se lanzó a por Tokio quien intentó valientemente defenderse y atacar. Saito les vio moverse, correr de un lado a otro, esquivar, parar, bloquear, todo sin que la balanza se inclinara con seguridad por cualquiera de los dos. Como conjurado por la suerte, Satoshi logró conectar una patada en el estómago de la mujer, que se dobló hacia delante sin resuello y le dio la oportunidad de golpearla otra vez
El tanto silbó al pasar junto al oído del moreno, quien se dio la vuelta al instante sólo para ver a su hermano a cuatro patas renegar de su mala puntería
"Ese será tu último acto de rebeldía hermanito" Siseó acercándose hasta allí. Satoshi, con el brazo izquierdo colgándole, dejando un regero de savia a su paso, y Hajime, desde el suelo, lugar que besaría al momento si se movía. Ambos intercambiaron entonces miradas. Miradas borrosas y confusas lanzadas con los mismos ojos pero en distintas personas, igual de doradas e igual de cargadas de odio y rencor por tiempos pasados
"Espérame en el Infierno, Hajime! Exclamó dándole una patada en el estómago al hombre, que se derrumbó en el suelo sin hacer intención de levantarse. Se rió ligeramente, satisfecho a pesar de que sentía cómo las fuerzas le fallaban. Satoshi se giró a tiempo para ver a su cuñada acercarse a él corriendo con aviesas intenciones. La mujer fue a golpearla con la saya, pero él la cogió con su mano sana. Tokio enarcó las cejas cuando le vio agacharse para mirarla con esos ojos fieros, y no pudo sino gritar al sentir la rodilla del otro en su estómago. El mayor soltó la funda para tomarla a ella del pelo y patearla una vez más, pero un golpe seco en la parte alta de los riñones le hizo caer de rodillas lanzando maldiciones
Un hombre alto, vestido con un gi claro y dos kodachis enfundadas en la enorme saya negra la tomó en sus brazos y la ayudó a levantarse "Está bien?" Preguntó sin perder de vista al enemigo
Ella levantó los ojos, aún sintiendo que le faltaba el aire y vio el perfecto rostro de Shinomori, su flequillo negro cubriéndole los ojos azules como el mar "S-Sí..."
"Mi nombre es Shinomori Aoshi, de Oniwabashu --se presentó poniendo a Tokio tras de sí-- Masashiro y los tuyos trajísteis la deshonra al clan al asesinar a mi maestro, el anterior okashira. Seguramente tú escapaste en la batalla, por eso vives, pero ha llegado la hora de devolver el honor a los Oni" Dijo el ninja con toda la tranquilidad del mundo, mirando al alto moreno con sus fríos ojos azules. Después de que Chou fuera a hablar con él tres días atrás había estado considerando la posibilidad de encontrarse cara a cara con Satoshi, incluso lo llegó a discutir con Okina... Llegaron al acuerdo en que si veían la oportunidad no la desaprovecharían, pero que tampoco irían a buscarle, no en los pacíficos tiempos Meiji. Si estaba allí en aquellos momentos era porque personas de su confianza habían avisado de que en cierto distrito de Kyoto se estaban sucediendo una serie de asesinatos a plena luz del día, y como Oniwabashu su deber era ir a mirar qué sucedía. Claro que, si había tomado sus kodachis era porque en cierto modo presentía, por la localización de los hechos, que Satoshi estaría inplicado en el asunto....
Satoshi no podía creer lo que estaba oyendo. Que aquél hombre, el discípulo del hermano de su maestro Masashiro le retara a un duelo para cobrarse venganza era algo que nunca pensó que pudiera sucederle
Un día no muy lejano los tuyos acabarán contigo... Le dijo una de las brujas al leerle el futuro No será tu sangre quien te mate, pero sí alguien cercano a ti...
Le miró entonces jadeante, y se forzó a ponerse de pie, aunque su cuerpo ya apenas sí le respondía. Estuvo ergido unos segundos antes de perder pie y tener que apoyar de nuevo una rodilla sobre el tatami. En su cara se mezclaron rabia y frustración
Aoshi desenfundó sus armas y estudió a su contrincante, sus facciones idénticas a las del policía, sus heridas, la sangre que se derramaba por todo él "Voy a matarte" Le dijo con voz monótona, sin ningún tipo de sentimiento ni en su tono ni en sus ojos de hielo
"Jamás.... no perderé tan cerca de vengarme...!" Exclamó, y de algún modo sacó fuerzas para levantarse de nuevo. Miró al ninja con ojos febríles y agitó la cabeza con ánimos de aclarar su visión
Aoshi vio cómo Satoshi se colapsaba sobre sí mismo; su cuerpo ya no daba más de sí. Era un hombre fuerte, con mucha vitalidad, pero nadie es capaz de aguantar mucho con heridas tan brutales como esa. Si le hubiera dado en otro sitio estaría muerto hace tiempo pensó mirando su brazo, que era todo un reguero de sangre Por la altura ha tenido que partirle algun hueso... Es increíble la resistencia al dolor que tienen en esta familia...
"Mierda...Me-me vengaré.... aunque sea después de muerto!"
El ninja suspiró ligeramente y enfundó las kodachis con inmensa lentitud "Eso no son más que tonterías"
"Claro... que lo... haré... y tú... también... morirás..." Sonrió mostrando sus colmillos lupinos, mirándole con un brillo febril en los ojos mientras con el brazo sano arañaba el tatami en un vano intento de levantarse
Se cruzó de brazos y le miró con desprecio "No te creo, no eres más que un charlatán. Pero si cojes esa kodachi de ahí al morir me lo tomaré en serio" Vio entonces sus ojos girar hasta la espada en el suelo, junto a él. Murió y con su último aliento la tomó entre sus dedos enguantados, resbaladizos de sangre
Tokio se acercó a ellos jadeando, con los ojos muy abiertos por lo que acababa de suceder, ya que había escuchado toda la conversación que los dos hombres se habían traído entre manos "Shi--Shinomori..... qué..." Pero no terminó la frase, Aoshi se volvió a mirarla con sus ojos azul cielo
"No se preocupe, no pasará nada. No conoce la leyenda del samurai y el ajusticiado?" Le preguntó, dejando a la mujer aún más perpleja si cabe. Qué... qué clase de pregunta es esa.... acabamos de salvar el pellejo de milagro.....
"No, no la conozco...." Respondió entonces para rematar la absurdez de la situación. Allí estaban, en medio de su salón medio destruido, todo lleno de sangre, su marido malehrido, su cuñado cadaver, y ellos hablando de leyendas
"Bueno. En breves palabras el samurai ajusticia a un hombre y le encomienda una ultima tarea antes de morir para que se olvide de su afan de venganza en el más allá. Y eso he hecho yo" Dijo el hombre cruzándose de brazos con toda la naturalidad del mundo. Tokio le miró sin creérselo aún... Un guerrero, un ninja... y culto! Habría pensado en ello más detenidamente de no ser porque la sangre del suelo la recordó de golpe lo que había pasado....
******
"Estará bien, no se preocupe" Comentó el ninja mientras se apoyaba en una de las paredes de la clínica. Había bastante gente, como de costumbre, pero el lugar era grande y tenía a varios doctores trabajando allí. Hacía bastante tiempo que no tenía que ir... la verdad era que era su segunda vez. Y las dos había estado con el policía y su mujer, casualmente.
"Vamos Nee-chan, Hajime ha pasado por cosas peores, ya verás como en unos días le tienes fumando y maldiciendo por la casa como de costumbre" Bromeó su hermana pequeña poniéndole una mano en el hombro. Tal y como prometiera Tokio le mandó una misiva para que supiera que todo había terminado y que estaban en la clínica...
Tokio suspiró y les miró preocupada. Los doctores no habían le habían dado muy buenas noticias sobre su estado. Al parecer la herida era profunda, en una zona comprometida, cerca de un pulmón... Sí la hoja había llegado hasta él... Agitó la cabeza negándose a pensar en ello... Su marido se había pasado la vida peleando, aquella vez no sería menos. El ninja la vio apoyarse en una pared, y para cuando las rodillas de la mujer dejaron de poder sujetarla él estaba allí para tomarla de nuevo en sus brazos. Le apartó el flequillo oscuro de la cara y vio que se había desmayado
Rápidamente su hermana llamó a un doctor, y Aoshi la pasó a una habitación donde la hicieron un reconocimiento completo. Al final no fue más que un susto, no tenía nada que no se curara con un par de días de descanso. El reloj de la clínica dio las dos de la tarde, y Moe dio un respingo "Tengo que irme... tengo q recojer a los chicos....! Pero..." Comenzó a pensar en voz alta
"Yo me quedaré con ella hasta que vuelva" Dijo el hombre dejando la saya en el suelo y sentándose en un lateral de la habitación
"En serio? De verdad que no le importa?"
"En
serio. No me importa. Váyase a hacer lo que sea" Continuó
Aoshi. De pronto se dio cuenta que tenía que estar en Aoiya para
ayudar a la hora de la comida, y de que cuando volviera las chicas
le gritarían y Misao se le tiraría encima, preocupada como
siempre que tardaba más de la cuenta en regresar. Suspiró
y se apoyó contra la pared. De cualquier manera, lo hecho hecho
estaba....
FIN
N del A: Bueno, no sé qué tal os habrá parecido esta historia, espero que bien.... Yo me lo he pasado muy bien haciéndola, la verdad es que tardé un montón hasta que me inventé la problemática... En realidad veréis, esta historia y la que le sigue, una que espero tener pronto terminada, están inventadas a un tiempo, más que nada porque mientras intentaba conectar pedazos se me fueron ocurriendo más y más cosas... Pronto vi que en una no podía usar todo, pero en dos sí... y decidí relacionarlas para que "ciertas partes" de la siguiente tomaran sentido..... Bueno, que sí, ya me callo, total, hasta que no os leáis Say It Isn't So no vais a enteder a qué me refiero.... ^^
De cualquier manera espero que os lo hayáis pasado bien con Satoshi y compañía, jejejeje, sólo espero que no me peguéis mucho cuando leáis la siguiente historia que cerrará el ciclo --> Wanted Dead, not Alive // Family Affairs // Say It Isn't So --
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