Agradezco a todos los que me dejaron un review. Nunca esperé tantos, así que estoy re-contesnta. Le pido perdón a todos por el retraso, lo que pasa es q no pude entrar, y además no tuve tiempo de escribir, pero ahora vengo con todas las pilas, y espero q les guste.
Besitos a todos, Agus.
Capítulo 4: La vuelta a HogwartsCuando Malfoy volvió a la habitación, la escena que encontró no fue la que esperaba. En vez de encontrar a Harry y Graüben sentados en
la mesa, los encontró tirados en el suelo. Harry estaba arrastrando a Graüben, que yacía desmayada.
- ¿Qué demonios hiciste? –le preguntó Malfoy, furioso.
- Qué demonios hizo ella, querrás decir. Suerte que tengo rápidos reflejos, porque en caso contrario sería yo el desmayado por su hechizo.- le contestó Harry tranquilamente.- Y cuida tu lenguaje.
Malfoy entornó los ojos, enfadado. Se acercó a Harry, y lo ayudó a depositar a Graüben en una silla. Notó el corte que Harry tenía en el brazo.
- ¿Eso te lo hizo su hechizo?
- Sí –le contestó, tratando de impedir que saliera más sangre.- Debemos investigar si tienen algún otro pariente, podría haber más involucrados. Voy a tratar de averiguar más sobre este nuevo grupo. Llevemos a estos mortífagos al ministerio, más tarde voy a ir ver a Dumblendore.
Harry acompañó a Malfoy hasta el ministerio, en donde le mandó una lechuza a Dumblendore diciéndole que esa tarde tomaría el
expreso de Hogwarts.
A todos los magos les impresionaba que el gran mago Albus Dumblendore siguiera vivo. Por eso mismo, por todo el conocimiento que
había adquirido en toda su vida, Harry continuamente le mandaba lechuzas para que le diera un consejo. Pero esta vez, le pareció mejor ir
a verlo, así le contaba lo que averiguó sobre en nuevo grupo.
Cerca del atardecer, llegó a la Plataforma 9 ¾,en King Cross. Ya había recibido una respuesta diciéndole que lo esperaban, así que el Expreso estaba en funcionamiento, aguardando su llegada.
Se subió a un compartimiento, y el tren arrancó. Le resultaba un poco extraño que todos los compartimientos estuvieran vacíos, en vez
de llenos de chicos que gritaban y jugaban. La razón era que todas las veces que había visto a Dumblendore, habían sido en vacaciones o
en otros lugares, por lo cual Harry siempre había usado otros transportes.
Durante todo el viaje el estuvo trabajando en el nuevo grupo, y en el enfrentamiento de esa tarde. Para escribir diferentes apuntes tuvo
que usar la vuelapluma, ya que la herida le impedía escribir.
A eso de las nueve llegó el carrito de la comida con su cena. Ya que estaba él solo, le trajeron carne con papas hervidas y jugo de
calabaza. Siguió trabajando hasta que se durmió.
Se despertó con la sacudida del tren al llegar, a la mañana siguiente. Recogió sus cosas y viajó hasta la puerta de Hogwarts en un carruaje
Allí lo estaba esperando Ron, que en cuanto llegó lo saludó con un entusiasta: -¡Hola!
- Hola, Ron. –Harry lo siguió dentro del castillo- ¿Cómo va todo por acá?
- Bastante bien, aunque no sabes lo que le sucedió hoy a Fleur... –Ron rió por lo bajo, acordándose de lo que le contó Neville, profesor de Herbología- Estaba enseñando a los de segundo la poción agigantadora, y Pondra Abbot, una de las alumnas, le tiró todo su caldero en los pies. ¡Se le pusieron del tamaño de un pupitre! –Harry se rió, imaginándose a Fleur Delacour con los pies de un Yetti.
Al llegar al segundo piso, Ron se paró frente a una puerta antigua.
- Bien, Harry, el desayuno empieza en quince minutos. Ésta va a ser tu habitación los días que te quedes, así que acomódate y baja, que Dumblendore te espera para desayunar. Yo estoy acá a la vuelta, aunque de seguro debes saber donde queda el despacho de Defensa
Contra las Artes Oscuras.
Harry se acordaba muy bien en donde quedaba. Durante sus siete años en Hogwarts había ido bastantes veces. Siempre le causó gracia
ver como cambiaba el decorado según el profesor.
La habitación era simple y luminosa, tenía una escritorio y una mesita cerca de la puerta que conducía al dormitorio y al baño. Harry
ubicó las pocas cosas que llevaba y bajó a desayunar. El salón estaba lleno de estudiantes, que hablaban de las cosas para hacer ese día. A Harry eso le despertó muchos recuerdos, algunos lindos, y otros no tan felices. El primero que le regresó a la mente fue el baile de navidad en séptimo año. Se acordó del mortífago, y de la pelea en la que se vio involucrado antes de que lo secuestraran, para llevarlo frente a Voldermort. Trató de no pensar en eso, y se dirigió a la mesa de los profesores, en donde Dumblendore le había preparado una silla a su lado.
Harry lo saludó, al igual que a todos los profesores: Lourdes Morring de Astrolgía, Neville de Herbología, Fleur de Pociones, Binns de Historia de la Magia, Olimpe Hagrid de Creaturas mágicas, Laveander de Adivinación, Enid Wilson en Transformaciones, Dennis Creevery en Encantamientos y, por supuesto, Ron. El resto del equipo no había llegado, así que se sentó y comenzó a desayunar.
Aunque estaba pendiente de la conversación, no dejó de notar las miradas interrogantes y los susurros de los chicos. Era extraño para
todos los estudiantes que un hombre adulto desconocido, ya que no la habían reconocido, llegase en pleno Febrero.
Al terminar de desayunar, esperó que el comedor se vaciara antes de hablar con el director.
- Bueno, Profesor Dumblendore, como usted sabe, estoy aquí para que hablemos de un nuevo caso, muy extraño con respecto a los anteriores.
- Harry, vas a tener que disculparme, pero no puedo hablar tranquilo hasta mañana. Mañana te espero a tomar el té en mi despacho. Espero que no te sea una molestia tener que quedarte aquí...
- No, no me lo es para nada. Recorreré todo el castillo, y mañana nos reuniremos. Hasta entonces- le contestó, y salió del comedor. Decidió salir a dar una vuelta por el parque.
Recorrió toda la orilla del lago, y en cuanto llegó hasta el Sauce boxeador, vio una cosa brillante en sus raíces. Se acercó lentamente y toco el nudo que lo inmovilizaba, para poder ver lo que había a los pies del árbol. Llegó hasta el objeto, y lo agarró con delicadeza. Era un dije
de plata con forma de corazón, de esos que se pueden abrir.
Le preció extraño, pero al examinarlo vio que era inofensivo. Decidió que le pertenecía a algún estudiante. Se lo guardó en el bolsillo de
la túnica verde que llevaba, para abrirlo más tarde, y reconocer al dueño con ayuda de Ron.
Siguió recorriendo el castillo, espiando en las aulas a medida que pasaba. Casi todos los estudiantes estaban en clases, así que decidió ir
a la biblioteca para buscar el libro que le había recomendado Enid, diciéndole que allí podría encontrar las raíces de Voldermort. Enid era una chica de Ravenclaw que había entrado para primero cuando Harry comenzaba quinto. Dado que se vio involucrada en la caída de Voldermort causada por Harry, Hermione, Ron y Malfoy, éstos tenían muy buena relación con ella. Era bajita y muy flaca. Tenía un largo pelo castaño con un flequillo que continuamente se sacaba de los ojos. Sin embargo, eso no impedía que se vea su color azul eléctrico.
Al llegar a la biblioteca, se encontró con algunos estudiantes haciendo la tarea. Muchos de ellos dejaron de leer para observarlo disimuladamente . Él siguió de largo, hasta donde estaba Madame Pince, la bibliotecaria.
- ¡Hola Potter! La Profesora Wilson me avisó que había llegado para hablar con el Director. ¿Estás buscando algo o sólo viniste por venir?-
le dijo. Harry nunca tuvo buena relación con Madame Pince, aunque no sabía la razón.
- Hola, Pince. Estoy buscando un libro llamado "Las raíces oscuras", que seguramente está en le sección prohibida.- Harry se quedó parado, esperando que la señora encontrase el libro. Al darse vuelta, se dio cuenta que los alumnos lo miraban sin ningún disimulo, ahora que ya sabían quién era.
En cuanto tuvo el libro, se sentó y empezó a hojearlo. Sin embargo, no consiguió prestar atención a la lectura. Sus pensamientos iban de
un lado a otro. Se metió en su sueño, el del muro. Había estado analizando la imagen que le vino después del velorio del padre de Hermione, y había decidido que eso era algo relacionado con el muro. Eso debía ser una respuesta a alguna de sus preguntas. Tal vez era una solución para pasar el muro, una pista de lo que aquello significaba.
Luego de varios minutos, se encontró pensando en Leyla. Esa chica le despertaba sentimientos nuevos. La primera vez que la había visto, le había dejado una sensación de claustrofobia, al haberse encontrado encerrado en su mirada. Era algo extraño, pero eso era la definición
de cómo se sintió. En cambio, ahora la veía de otra manera. Sentía paz y tranquilidad cada vez que pensaba en ella, sentía una sensación
que nunca antes había sentido, como si ella hubiera revolucionado sus emociones.
De repente, se vio interrumpido por alguien que le tocaba al brazo. Se dio vuelta, y se encontró con una muchacha de unos catorce años, que lo miraba con fascinación.
- Disculpe la interrupción señor, pero... ¿es usted Harry Potter?
Harry le sonrío, y le contestó –Disculpas aceptadas. Sí, soy Harry Potter.
La chicas la devolvió la sonrisa, y tímidamente le ofreció una pergamino y una pluma.
- ¿Podría... podría usted firmarme un autógrafo, por favor? –le preguntó, algo cohibida. Harry le firmó el pergamino sintiéndose halagado. Nunca antes le habían pedido un autógrafo.
Unas horas más tarde, Harry decidió anotar todo lo que había conseguido en el resumen que había hecho durante el viaje, así que fue
hasta su despacho.
Allí, al entrar en el cuarto, se encontró con la mujer que había invadido sus pensamientos esa tarde. Se encontró con Leyla, parada en el medio de la habitación.
Estoy medio apurada, así que no hago más comentarios. Sólo les pido un review, aunq sea para decirme que me suicide antes de escribir tan mal!!!!!!
