Mil disculpas por la demora. Como sabrán los q leyeron Vivir intentando, tardé porq estuve trabajando en la web mía y de mis amigas [1]http://pagina.de/laschichis (sin entran, gracias!)
Bueno, gracias a todos por los reviews, y espero q les guste este cap. Los últimos párrafos tal vez los noten como resumidos, es q quería terminar rápido y me casé de escribir.
Aunq digan q escribo horrible, por favor, un review.
Besos, Agus.
Capítulo 6: La casa de los Gritos
Se arrastró por el oscuro y estrecho túnel hasta que alcanzó a ver una luz del otro lado. Con mucho sigilo, salió a una casa vieja, y llena de tierra: la casa de los gritos, construida cuando su Papá estaba en Hogwarts, para Remus.
Escucho unos gritos sofocados arriba, así que subió silenciosamente con la varita al frente. A medida que avanzaba, los recuerdos de cuando el estaba en tercer año surgían de repente, experimentando todo el terror que había sentido esa noche.
Llegó hasta el cuarto al final del pasillo, y se detuvo junto a la puerta. Cuidando de no hacer ruido, abrió la puerta unos centímetros, y se encontró con la habitación en la cual había visto a su padrino por primera vez. Sin embargo, esta vez no había un gran perro negro ni un chico pelirrojo acostado en la cama, sino la niña de esa tarde atada en una silla y el hombre enmascarado caminando alrededor de ella.
-Mira niña... me vas a tener que dar el diamante si quieres salir viva de aquí- decía el hombre visiblemente enojado- Si me lo das... recapasitaré en matarte o no- su risa despectiva envolvió la habitación.
Harry trató de pensar rápidamente un plan... tenía pruebas suficientes para poder apresar al hombre, ya que había grabado en un objeto muggle, una grabadora, todo lo que el maniático había dicho.
Lo más rápido que pudo, analizó la situación. El hombre estaba en la habitación con las ventanas tapiadas, o sea que la única escapatoria posible además de desaparecer era escaparse por la puerta. Harry podría entrar con la capa, y murmurar el hechizo para que no se pudiera efectuar una desaparición en la casa, que haría que el hombre lo descubriera. Allí se sacaría la capa, trataría de hacer a la chica a un lado, y pelearía con el hombre, hasta lograr inmovilizarlo y llamar a alguien que lo ayudase a transportarlo a Hogwarts, o al Ministerio de Magia.
Cuando escuchó que el hombre volvía a hablar, decidió que era el momento justo, por si la puerta llegaba a hacer algún ruido. Entró y lo suficientemente bajo para que se escuchara a duras penas, pero que el hombre lo descubriera, murmuró -Nomdesapareus
El secuestrador enseguida lo notó, y furioso, exclamó -¿Quién rayos está ahí? Si no sale, juro que la mato. -señaló a la pequeña con su varita.
Harry se desprendió de la capa, y apuntó al extraño con la varita. - Usted está en graves problemas. Deje a la chica si no quiere dejar de vivir en este mundo.- le dijo, mirándolo con desafío. El encapuchado pareció reconocerlo.
- ¿Harry Potter? Ja, ja. Mira quién se viene a aparecer, el fantástico Harry Potter. A mi no vienes con tus juegos, fanfarrón asqueroso.
Harry rápidamente lanzó un hechizo que movió a la chica, al mismo tiempo que el hombre lanzaba el hechizo mortal, que le rompió una pata a la cama. El auror lo enfrentó, desarmándolo. En seguida hizo que saliera una cuerda de su varita. Sin embargo, el encapuchado dejó a una lado la magia, y con una patada le voló la varita a Harry. Él le pegó un puñetazo, y comenzaron a pelear en la habitación, junto a la niña que los miraba asustada.
El secuestrador sacó una navaja del bolsillo, y le hizo un corte en la frente. Harry sintió que la sangre le manaba a borbotones, y empezó a caerle en los ojos, impidiéndole ver al adversario. Aprovechando esto, el hombre rodeó con una brazo en cuerpo de Harry y le puso el cuchillo en la garganta.
- Me parece que el que va a dejar de vivir no soy yo, adorado señor Potter. Vaya con su estúpida cicatriz a saludar a sus padres de mi parte, si no le incumbe.
Harry se preparó de lo peor. Le habría gustado, por lo menos, morir como sus padres, no cortado en la garganta por una navaja muggle. En cuanto empezó a sentir una presión en el cuello, cerró completamente los ojos y dejó de resistirse. Pero de repente, la presión comezó a ceder. Sintió que el secuestrador aflojaba el brazo que lo sostenía, y logró zafarse. Al limpiarse con una manga la sangre de los ojos vio porqué su adversario lo había soltado.
De la mano de la chica, salía un luz blanquesina, que recorría toda la habitación alumbrándola con un rayo de esperanza, y que hacía que el hombre se estremeciera de horror, agazapado contra una pared.
Harry enseguida aprovechó la oportunidad para recoger su varita y atar al encapuchado. Una vez hecho, utilizó el mismo hechizo usado unos cuantos años antrás para llevar a Severus Snape a través de los terrenos de Hogwarts.
La niña puso la mano libre sobre la fuente de la luz, y esta se apagó repentinamente. Harry fue a desatarla, y le dijo con dulzura. -Hola, yo soy Harry. Agárrame la mano y sígueme, te voy a sacar de aquí. - La chica debería tener unos seis, cinco años. Tenía una hermosa cabellera dorada y una tez blanca que le daban una imagen de angelito. Con una de sus pequeñas manitas agarró a Harry, que caminó hasta el túnel, con el secuestrado atado flotando a sus espaldas.
Así llegó hasta las puertas de Hogwarts, y entró cargando a la niñita. Justo se encontró con Enid, que estaba cerrando el gran salón, mientras que hacía una ronda nocturna.
- ¡Harry! ¿Qué... qué es lo que pasó? -preguntó extrañada, observando a la pequeña y al hombre que flotaba atado a los pies de él.
- Una larga historia... ¿podrías ayudarme a subir a la chica, por favor? Yo quiero llevar al maldito traidor. -dijo, pasándole a la niña que tenía en brazos.
Harry puso de pie al encapuchado, ya despierto. No le quiso sacar la capucha, ya que le pareció una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que el mortífago o lo que fuere seguramente estaba bajo el efecto de la poción multijugos.
- Enid, podrías venir conmigo hasta el despacho del profesor Dumblendore, por favor?... No creo que pueda seguir llevando a la niña y manteniendo al hombre a raya el resto del trayecto.
- Sí, no hay problema. -le dijo mirando con preocupación la frente llena de sangre seca de Harry- Tenés una herida muy fea ahí... Deberías ir a la enfermería. -dijo, mientras empezaban a subir las escaleras.
- No, primero quiera ver a Dumblendore.
Luego de caminar un rato por los oscuros pasillos, y de subir interminables escaleras, con Enid cargando a la niña en brazos, y Harry obligando al encapuchado a moverse con la varita clavada en la espalda, llegaron frente a la estatua que escondía la entrada al despacho del director de Hogwarts.
- Chupetines de vómito - dijo Enid, y la entrada se abrió, dejando a la vista unas escaleras. En cuanto llegaron arriba, Harry se encontró con el único despacho que había visitado casi tantas veces como el de Defensa Contra las Artes Oscuras... luego, le seguía el de pociones. Se acordó la vez que, en quinto año, Snape lo mandó a ordenar todo su despacho y limpiar todas y cada una de las mazmorras porque le había tirado una poción Pico de Pato a Malfoy... el castigo no fue muy lindo, pero valió la pena ver a Malfoy toda una semana con un gran pico anaranjado bajo su nariz...
Harry dejó de un lado los recuerdos y se obligó a concentrarse en el presente. Enid acostó a la niña en una gran sillón colorado que había en un costado, y él obligó al hombre enmascarado a permanecer parado, mientras la joven profesora buscaba la manera de llamar a Dumblendore sin que se despierte todo el castillo.
Como adivinando su propósito, el sabio director salió desde una puerta escondida en pijamas, y preguntó pacientemente.
- Buenas noches... ¿Qué es lo que ha pasado acá?
- Buenas noches, Profesor Dumblendore -dijo Harry, agarrando con más fuerza al secuestrador, que trataba por todos los medios de escapar- Lamentamos la interrupción, es que se ha cometido un secuestro dentro de los límites de Hogwarts... -y comenzó a contarle toda la historia, empezando con la clave del bosque, hablándole del diamante que el hombre pedía, y terminando con la lucha y la luz de la niña. Dumblendore lo miraba tranquilamente, y cuando terminó se paró, le sacó la capucha al secuestrados, dejando al descubierto la cara de Arugus Flich.
- Que mala idea... robarle pelos a los muertos... ¿no sabes que no sirve de nada hacer eso? -dijo Harry, agarrándolo fuertemente por la espalda.
- Bueno, debemos esperar a que pase el efecto. Mientras, quisiera hablar con la niña. -dijo Dumblendore, yendo hasta el sillón donde la pequeña estaba sentada tranquilamente
Enid se acercó al director, y le dijo al oído: -Se llama Ethel, dile Eli y es la hija de la vendedora de HoneyDunkes. (No me acuerdo como se escribe y el tercer libro lo presté, si está mal, mil disculpas)
- Hola, Eli. ¿Usaste el Diamante para hacer la luz, no? -le preguntó con delicadeza, con esa voz que a todo chico le da confianza enseguida.
La pequeña lo observó tranquila y asintió lentamente al director del colegio. Él le agarró una manita y la levantó del sillón, al cual enseguida convirtió en una cama, para que ella se acostase. La niña apenas cerró los ojos se quedó dormida. Harry quedó mirando la cara llena de inocencia, y felicidad... recordó su vida a esa edad, y volvió a sentir el deseo de toda su vida de haber crecido junto a sus padres, y disfrutar de toda su infancia jugando junto a sus amigos, o con escobas de juguete.
La metamorfosis que estaba sufriendo el secuestrador lo devolvió a la realidad. Harry tuvo que aflojarle un poco las cuerdas, porque el verdadero cuerpo era mucho más grande y robusto que el esquelético cuerpo (como había estado en sus últimos años) del antiguo celador.
- Enid, ve a buscar a Fleur y dile que traiga la poción más fuerte de la verdad que tenga. Luego trata de contactar a la madre de Ethel. -dijo Dumblendore.
Las palabras recién pronunciadas resonaron en la cabeza del auror "ve a buscar a Fleur y dile que traiga la poción de la verdad más fuerte que tenga"... luego recordó. Esas mismas palabras habían sido pronunciadas por Dumblendore el día de la desastrosa final del Torneo de los Tres Magos, el día que Voldermort había vuelto.
El hombre terminó la transformación. Harry se adelantó, tratando de ver la cara. Reconoció el rostro enseguida... el mortífago que había secuestrado a una niña, que había peleado con él y lo había tratado de matar, era un conocido, un personaje en sus años de Hogwarts.
Estaba enfrente de Colin Creevery.
Una vez que volvió Enid, escucharon pacientemente todo el relato de Colin. Como por miedo, tal como lo había hecho Peter pensó Harry, se había pasado al lado oscuro del nuevo amo del mal que rápidamente ganaba nuevos "asistentes". También escucharon que se lo había mandado a buscar un diamante que tenía la niña, pero que no sabía para nada de qué trataba eso.
Cuando el hombre terminó, Enid se fue y volvió al rato con una señora de unos treinta años de edad, abundante cabello color ciruela, y de una silueta generosa.
- Ella es la madre de Ethel, -la presentó la profesora de Transformaciones- la Señora Lambston.
Una vez que todos se saludaron, la mujer despertó a Ethel, que sonrió al encontrar a sus mamá. Luego de agradecer tres veces a cada uno, bajaron todos (menos Dumblendore, que se quedó custodiando a Colin) a acompañar a la Sra. Lambston y su hija a la puerta de entrada.
- Gracias por todo una vez más. -dijo, antes de irse.
Harry observó como la niña, toda contenta, se iba de la mano de su mamá. Sin embargo, antes de terminar de bajar todos los escalones, Ethel se dio vuelta, y avanzó hasta Harry. Sacó algo de su bolsillo, lo puso en las manos de muchacho, y se fue junto a su mamá.
En cuanto desaparecieron de la vista, Harry abrió la mano para ver que era lo que Ethel le había dejado. Al bajar la mirada, se encontró con un brillante y blanco diamante.
References
1. http://pagina.de/laschichis
Bueno, gracias a todos por los reviews, y espero q les guste este cap. Los últimos párrafos tal vez los noten como resumidos, es q quería terminar rápido y me casé de escribir.
Aunq digan q escribo horrible, por favor, un review.
Besos, Agus.
Capítulo 6: La casa de los Gritos
Se arrastró por el oscuro y estrecho túnel hasta que alcanzó a ver una luz del otro lado. Con mucho sigilo, salió a una casa vieja, y llena de tierra: la casa de los gritos, construida cuando su Papá estaba en Hogwarts, para Remus.
Escucho unos gritos sofocados arriba, así que subió silenciosamente con la varita al frente. A medida que avanzaba, los recuerdos de cuando el estaba en tercer año surgían de repente, experimentando todo el terror que había sentido esa noche.
Llegó hasta el cuarto al final del pasillo, y se detuvo junto a la puerta. Cuidando de no hacer ruido, abrió la puerta unos centímetros, y se encontró con la habitación en la cual había visto a su padrino por primera vez. Sin embargo, esta vez no había un gran perro negro ni un chico pelirrojo acostado en la cama, sino la niña de esa tarde atada en una silla y el hombre enmascarado caminando alrededor de ella.
-Mira niña... me vas a tener que dar el diamante si quieres salir viva de aquí- decía el hombre visiblemente enojado- Si me lo das... recapasitaré en matarte o no- su risa despectiva envolvió la habitación.
Harry trató de pensar rápidamente un plan... tenía pruebas suficientes para poder apresar al hombre, ya que había grabado en un objeto muggle, una grabadora, todo lo que el maniático había dicho.
Lo más rápido que pudo, analizó la situación. El hombre estaba en la habitación con las ventanas tapiadas, o sea que la única escapatoria posible además de desaparecer era escaparse por la puerta. Harry podría entrar con la capa, y murmurar el hechizo para que no se pudiera efectuar una desaparición en la casa, que haría que el hombre lo descubriera. Allí se sacaría la capa, trataría de hacer a la chica a un lado, y pelearía con el hombre, hasta lograr inmovilizarlo y llamar a alguien que lo ayudase a transportarlo a Hogwarts, o al Ministerio de Magia.
Cuando escuchó que el hombre volvía a hablar, decidió que era el momento justo, por si la puerta llegaba a hacer algún ruido. Entró y lo suficientemente bajo para que se escuchara a duras penas, pero que el hombre lo descubriera, murmuró -Nomdesapareus
El secuestrador enseguida lo notó, y furioso, exclamó -¿Quién rayos está ahí? Si no sale, juro que la mato. -señaló a la pequeña con su varita.
Harry se desprendió de la capa, y apuntó al extraño con la varita. - Usted está en graves problemas. Deje a la chica si no quiere dejar de vivir en este mundo.- le dijo, mirándolo con desafío. El encapuchado pareció reconocerlo.
- ¿Harry Potter? Ja, ja. Mira quién se viene a aparecer, el fantástico Harry Potter. A mi no vienes con tus juegos, fanfarrón asqueroso.
Harry rápidamente lanzó un hechizo que movió a la chica, al mismo tiempo que el hombre lanzaba el hechizo mortal, que le rompió una pata a la cama. El auror lo enfrentó, desarmándolo. En seguida hizo que saliera una cuerda de su varita. Sin embargo, el encapuchado dejó a una lado la magia, y con una patada le voló la varita a Harry. Él le pegó un puñetazo, y comenzaron a pelear en la habitación, junto a la niña que los miraba asustada.
El secuestrador sacó una navaja del bolsillo, y le hizo un corte en la frente. Harry sintió que la sangre le manaba a borbotones, y empezó a caerle en los ojos, impidiéndole ver al adversario. Aprovechando esto, el hombre rodeó con una brazo en cuerpo de Harry y le puso el cuchillo en la garganta.
- Me parece que el que va a dejar de vivir no soy yo, adorado señor Potter. Vaya con su estúpida cicatriz a saludar a sus padres de mi parte, si no le incumbe.
Harry se preparó de lo peor. Le habría gustado, por lo menos, morir como sus padres, no cortado en la garganta por una navaja muggle. En cuanto empezó a sentir una presión en el cuello, cerró completamente los ojos y dejó de resistirse. Pero de repente, la presión comezó a ceder. Sintió que el secuestrador aflojaba el brazo que lo sostenía, y logró zafarse. Al limpiarse con una manga la sangre de los ojos vio porqué su adversario lo había soltado.
De la mano de la chica, salía un luz blanquesina, que recorría toda la habitación alumbrándola con un rayo de esperanza, y que hacía que el hombre se estremeciera de horror, agazapado contra una pared.
Harry enseguida aprovechó la oportunidad para recoger su varita y atar al encapuchado. Una vez hecho, utilizó el mismo hechizo usado unos cuantos años antrás para llevar a Severus Snape a través de los terrenos de Hogwarts.
La niña puso la mano libre sobre la fuente de la luz, y esta se apagó repentinamente. Harry fue a desatarla, y le dijo con dulzura. -Hola, yo soy Harry. Agárrame la mano y sígueme, te voy a sacar de aquí. - La chica debería tener unos seis, cinco años. Tenía una hermosa cabellera dorada y una tez blanca que le daban una imagen de angelito. Con una de sus pequeñas manitas agarró a Harry, que caminó hasta el túnel, con el secuestrado atado flotando a sus espaldas.
Así llegó hasta las puertas de Hogwarts, y entró cargando a la niñita. Justo se encontró con Enid, que estaba cerrando el gran salón, mientras que hacía una ronda nocturna.
- ¡Harry! ¿Qué... qué es lo que pasó? -preguntó extrañada, observando a la pequeña y al hombre que flotaba atado a los pies de él.
- Una larga historia... ¿podrías ayudarme a subir a la chica, por favor? Yo quiero llevar al maldito traidor. -dijo, pasándole a la niña que tenía en brazos.
Harry puso de pie al encapuchado, ya despierto. No le quiso sacar la capucha, ya que le pareció una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que el mortífago o lo que fuere seguramente estaba bajo el efecto de la poción multijugos.
- Enid, podrías venir conmigo hasta el despacho del profesor Dumblendore, por favor?... No creo que pueda seguir llevando a la niña y manteniendo al hombre a raya el resto del trayecto.
- Sí, no hay problema. -le dijo mirando con preocupación la frente llena de sangre seca de Harry- Tenés una herida muy fea ahí... Deberías ir a la enfermería. -dijo, mientras empezaban a subir las escaleras.
- No, primero quiera ver a Dumblendore.
Luego de caminar un rato por los oscuros pasillos, y de subir interminables escaleras, con Enid cargando a la niña en brazos, y Harry obligando al encapuchado a moverse con la varita clavada en la espalda, llegaron frente a la estatua que escondía la entrada al despacho del director de Hogwarts.
- Chupetines de vómito - dijo Enid, y la entrada se abrió, dejando a la vista unas escaleras. En cuanto llegaron arriba, Harry se encontró con el único despacho que había visitado casi tantas veces como el de Defensa Contra las Artes Oscuras... luego, le seguía el de pociones. Se acordó la vez que, en quinto año, Snape lo mandó a ordenar todo su despacho y limpiar todas y cada una de las mazmorras porque le había tirado una poción Pico de Pato a Malfoy... el castigo no fue muy lindo, pero valió la pena ver a Malfoy toda una semana con un gran pico anaranjado bajo su nariz...
Harry dejó de un lado los recuerdos y se obligó a concentrarse en el presente. Enid acostó a la niña en una gran sillón colorado que había en un costado, y él obligó al hombre enmascarado a permanecer parado, mientras la joven profesora buscaba la manera de llamar a Dumblendore sin que se despierte todo el castillo.
Como adivinando su propósito, el sabio director salió desde una puerta escondida en pijamas, y preguntó pacientemente.
- Buenas noches... ¿Qué es lo que ha pasado acá?
- Buenas noches, Profesor Dumblendore -dijo Harry, agarrando con más fuerza al secuestrador, que trataba por todos los medios de escapar- Lamentamos la interrupción, es que se ha cometido un secuestro dentro de los límites de Hogwarts... -y comenzó a contarle toda la historia, empezando con la clave del bosque, hablándole del diamante que el hombre pedía, y terminando con la lucha y la luz de la niña. Dumblendore lo miraba tranquilamente, y cuando terminó se paró, le sacó la capucha al secuestrados, dejando al descubierto la cara de Arugus Flich.
- Que mala idea... robarle pelos a los muertos... ¿no sabes que no sirve de nada hacer eso? -dijo Harry, agarrándolo fuertemente por la espalda.
- Bueno, debemos esperar a que pase el efecto. Mientras, quisiera hablar con la niña. -dijo Dumblendore, yendo hasta el sillón donde la pequeña estaba sentada tranquilamente
Enid se acercó al director, y le dijo al oído: -Se llama Ethel, dile Eli y es la hija de la vendedora de HoneyDunkes. (No me acuerdo como se escribe y el tercer libro lo presté, si está mal, mil disculpas)
- Hola, Eli. ¿Usaste el Diamante para hacer la luz, no? -le preguntó con delicadeza, con esa voz que a todo chico le da confianza enseguida.
La pequeña lo observó tranquila y asintió lentamente al director del colegio. Él le agarró una manita y la levantó del sillón, al cual enseguida convirtió en una cama, para que ella se acostase. La niña apenas cerró los ojos se quedó dormida. Harry quedó mirando la cara llena de inocencia, y felicidad... recordó su vida a esa edad, y volvió a sentir el deseo de toda su vida de haber crecido junto a sus padres, y disfrutar de toda su infancia jugando junto a sus amigos, o con escobas de juguete.
La metamorfosis que estaba sufriendo el secuestrador lo devolvió a la realidad. Harry tuvo que aflojarle un poco las cuerdas, porque el verdadero cuerpo era mucho más grande y robusto que el esquelético cuerpo (como había estado en sus últimos años) del antiguo celador.
- Enid, ve a buscar a Fleur y dile que traiga la poción más fuerte de la verdad que tenga. Luego trata de contactar a la madre de Ethel. -dijo Dumblendore.
Las palabras recién pronunciadas resonaron en la cabeza del auror "ve a buscar a Fleur y dile que traiga la poción de la verdad más fuerte que tenga"... luego recordó. Esas mismas palabras habían sido pronunciadas por Dumblendore el día de la desastrosa final del Torneo de los Tres Magos, el día que Voldermort había vuelto.
El hombre terminó la transformación. Harry se adelantó, tratando de ver la cara. Reconoció el rostro enseguida... el mortífago que había secuestrado a una niña, que había peleado con él y lo había tratado de matar, era un conocido, un personaje en sus años de Hogwarts.
Estaba enfrente de Colin Creevery.
Una vez que volvió Enid, escucharon pacientemente todo el relato de Colin. Como por miedo, tal como lo había hecho Peter pensó Harry, se había pasado al lado oscuro del nuevo amo del mal que rápidamente ganaba nuevos "asistentes". También escucharon que se lo había mandado a buscar un diamante que tenía la niña, pero que no sabía para nada de qué trataba eso.
Cuando el hombre terminó, Enid se fue y volvió al rato con una señora de unos treinta años de edad, abundante cabello color ciruela, y de una silueta generosa.
- Ella es la madre de Ethel, -la presentó la profesora de Transformaciones- la Señora Lambston.
Una vez que todos se saludaron, la mujer despertó a Ethel, que sonrió al encontrar a sus mamá. Luego de agradecer tres veces a cada uno, bajaron todos (menos Dumblendore, que se quedó custodiando a Colin) a acompañar a la Sra. Lambston y su hija a la puerta de entrada.
- Gracias por todo una vez más. -dijo, antes de irse.
Harry observó como la niña, toda contenta, se iba de la mano de su mamá. Sin embargo, antes de terminar de bajar todos los escalones, Ethel se dio vuelta, y avanzó hasta Harry. Sacó algo de su bolsillo, lo puso en las manos de muchacho, y se fue junto a su mamá.
En cuanto desaparecieron de la vista, Harry abrió la mano para ver que era lo que Ethel le había dejado. Al bajar la mirada, se encontró con un brillante y blanco diamante.
References
1. http://pagina.de/laschichis
