Capítulo 17 "Cuatro llantos de niñas bonitas"
Escucho la melodía, sé quien es el autor de dicha música, pero tengo que admitir que cuando lo oigo tocar, me estremezco, él es todo un artista. Le anunció a mi madre que quería estar solo, pero con eso se refería a que no quería compañía de humanos, Gabumon estaba con él, y lo oía silencioso, ellos no hablaban mucho, quizás no lo necesitaban, eso lo comprendo, porque yo misma soy así... dicen que lo heredé de él.
También estoy alejada de Kotaro y los demás, me apetecía estar sólo con Pyokomon, cargarla en brazos y caminar sin rumbo fijo, admirando el maravilloso Digimundo, con sus flores deslumbrantes de colores vivos, su tierra castaña, con tinte amarillo, sus jardines naturales, y salvajes; me gusta mucho ver todo eso, pero, no se lo digan a nadie, ese es mi secreto, me sentiría débil si alguien supiera que mi punto clave es el ambiente y su fantástica naturaleza.
- May, May - me llama mi Digimon.
No le respondo, estoy muy melancólica y cada vez que veo sus ojitos verdes me dan ganas de llorar... ¿Lo han notado?, mi Pyokomon parece una pequeña flor, un capullo, y tiene el rostro tierno y rosado, como los bebés que acaban de nacer.
- Mayumi, por favor, no te quedes tan callada - vuelve a insistirme, pero tampoco la obedezco, sigo meciéndola en mis brazos, caminando, dejando atrás el sonido de la armónica de Yamato Ishida, mi padre.
Muchas voces se oyen susurrar, los he visto a todos; cuando iba caminando cerca del lago, pude ver al Sr. Joe Kido con Doguen, ambos con sus Digimons de agua, se bañaban y reían, pero no estaban felices, ¡Estaban tristes!, querían ocultarles a Gomamon y Bukamon la cruel verdad: "La puerta del Digimundo se cerrará".
Hace unas horas que se abrieron los digihuevos, primero se abrió el del papá de Taiki, pero no tardaron mucho los de los adultos, todos eran bebés digimons y tiraban burbujas de forma muy tierna, pero eso sí, no se quedaron así, digievolucionaron (según nuestros términos), eso gracias al uso de los emblemas, que tienen un poder sorprendente. Los pequeños tuvimos que esperar más que nuestros padres, pero los cálculos del tío Izzy no fallaron, y pronto los tuvimos en nuestros brazos, estábamos tristes, unos se hacían los alegres, como mi primo Seiyuro Takaishi, que comenzó a decir que su Poyomon parecía gelatina y era resbaladizo, seguro que eso lo hacía para animarnos, pero él nunca me engaña a mí, al menos eso creo.
Sigo caminando, pero sin darme cuenta, empiezo a llorar, no sé contenerme, cuando estoy sola nunca me detengo, pero ahora debería aparentar ser fuerte, mi querido digimon está muy asustado, ¿o asustada?... sinceramente quiero que alguien me explique cómo se maneja la sexualidad en los monstruos digitales, tendré que platicar un día de estos con mi amiga Osen Izumi.
- May, ¿No confías en mí?... ¡Oh, yo quisiera que sí lo hicieras!, pero te entiendo... gracias por salvarme.
¡Rayos!, hice sentir mal a Pyokomon, soy una insensible, ¡Claro que confío en ella!, pero no quiero que sufra, no antes de tiempo, los adultos anunciaron que tendríamos una hora libre antes de decirles a los Digimons que nos separaríamos para siempre de ellos, y de este mundo.
- No hay de qué, salvarte era más que mi obligación - le contesto, con una risa fingida, secándome las lágrimas con disimulo.
- Esas lágrimas, ¿Son de felicidad?
Me quedo callada por un instante, luego me doy la vuelta y camino hacia donde había escuchado a mi padre tocar.
- Es la música que él toca, ¿verdad que es bonita?
Corro hacia mi papá, sin importarme que quisiera estar solo, lo abrazo y me suelto llorando, ¿Por qué hago esto?, ¡No lo sé!, sólo había visto hacer eso a mi hermano Kotaro, cuando se desahogaba en los brazos de otro, le tenía envidia, ahora comprendo que no sirve de nada hacerme la fuerte, soy un niña de 10 años, ¡Me gusta refugiarme en mi papá!, sentir que me apoya, que no estoy sola, me gusta sentir, que no soy fuerte, soy sólo Mayumi Ishida, quizás antes sentí ser algo más, ahora conmigo misma me basta.
Lo abrazo con fuerza y lloro en su regazo, pero no me atrevo a mirarlo, estaba muy feliz con su soledad y yo lo he interrumpido, él respira agitadamente, parece conmovido, pero como ya dije, no me atrevo a alzar mi cara para verlo.
- Perdón papá - sollozo con voz tartamuda, típica de los llorones - yo... no quería molestarte, pero es que... no quiero... que...
Mi padre me separa un poco de él, alza mi rostro, y me mira con ternura, con fortaleza.
- ¡Mi querida May! - replica con voz cortada, y me vuelve a abrazar, parece complacido, como si hubiera esperado siglos a que le demostrara mi afecto de hija - tranquila, mi niña - vuelve a decir, con elocuencia, ¡Demonios!, siento como si fuera Kotty, un niño mimado, siempre quise ser mimada.
- Es que no quiero que pase, no me gustan las despedidas, ¡No quiero!
- Hay cosas que... pues, pasan, y en contra de nuestra voluntad, pero hay algo que debes saber... el nunca, no existe, no hay cosas eternas, estoy seguro de que no será un adios para siempre.
Tanto Gabumon, como mi Pyokomon nos miran, como interrogando, pero bien nos conocen, y saben que nada ganan con indagar, las cosas saldrán a su tiempo, ¿verdad?, pues sí, eso creo.
- Hija, ya ha pasado una hora, regresemos al campamento.
- De acuerdo - obedezco, ya más calmada, supongo que me he desahogado.
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Ha pasado una hora, 60 minutos en los que estuve fingiendo que nada pasaría, cosa nada difícil, sólo me aguantaba las ganas de llorar.
Mi Motimon estuvo haciendo muchas preguntas, yo contesté casi todas.
"Osen, ¿Qué fue lo que pasó?". Le contesté que el humano y los digimons se enemistaron a tal punto, que decidieron acabar con la convivencia de ambos mundos, que sabía a la perfección que no todos los digimons odiaban a los humanos, por eso existía la fusión, la fusión prohibida.
"¿Pero qué es la Fusión Prohibida?", insistió, la verdad, yo tengo la culpa de su curiosidad, lo impuse a querer saber de todo, supongo que eso no es malo, ¿A que no?.
"Es la unión de la base de datos de todos los digimons, el espíritu de esa fusión son los emblemas; si se llegaba a realizar dicha fusión (que está prohibida por las escrituras), sería el fin del Digimundo, quizás también de la tierra, hubiera habido un caos tremendo, el ser que sería resultado de esa fusión sería muy poderoso... no he pensado mucho en las consecuencias, porque lo impedimos, gracias a la prueba final", me gusta mucho hablar con mi digimon, aunque tengo que admitir que esta vez estaba muy tensa, temía decir más de lo debido.
"Sí, tú lo impediste, Osen, ¡Gracias!", yo le había sonreído.
"Lo impedimos todos, padres e hijos, realizando el puente de corazón, con ello demostramos que vale la pena que los digimons y los hombres convivan"
No hablamos más de eso, supongo que su mente tiene un límite, que yo no quería traspasar.
Mi papá está con su eterna computadora, tecleando sin cesar, tratando en vano de resolver el problema... se preguntarán, ¿Cuál problema?, el problema del Adios, a nadie le gusta separarse de lo que quiere, en nuestro caso, me atrevo a confesar que nuestros compañeros digitales, son parte de nuestras vidas... Tentomon está a su lado, los dos en silencio, pero sé que ambos están impuestos al mismo, yo creo que el silencio es una forma de comunicación entre dos personas, si tú te comunicas así con alguien, te felicito, es todo un arte.
Todos se están acercando a nosotros, primero llegó la "Tía" Mimi, Ben y sus digimons, ella se acerca a mí y me sonríe cálidamente, eso hace que me incomode, no estoy impuesta a esos tratos, pero sé que lo hace con buena intención, quiere ganarse mi cariño, y yo no hallo como hacerle entender que no necesita hacerlo, como sea, la respetaré como la esposa de mi padre, Koushiro Izumi.
Su hijo Ben mira con desprecio a mi progenitor, luego me dice.
- Así que a tu padre también le gusta hacerse el cerebro con la computadora, ¡vaya!, de tal astilla, tal palo.
- Es al revés, Ben - contesto, sin obedecer a su tono irónico.
Como siempre que perdía, se quedó callado, no festejé mi triunfo, no me gusta ganar, además, sé que está muy triste, sólo que él es muy diferente a mí, todos reaccionamos distinto cuando estamos nerviosos o presionados, en mi caso, me porto muy indiferente, en su caso, se porta arrogante.
Tía Yolei y su familia han llegado, Zet ha estado llorando, su Minomon luce preocupado; Kurumi también se ve desganada, pero trae en su cara esa sonrisa fingida, típica en las niñas como ella, desinhibidas y coquetas; sus padres están más serios, especialmente el Sr. Ken.
Poco a poco, van llegando todos, mi papá lo nota y deja de teclear, mira a Tentomon con resignación y extraña dignidad.
- ¡Osen! - grita Taiki, mientras corre hasta donde estoy, me toca dulcemente con su mano - ¿Estás bien?
- Claro, Taik - le miento ¡Claro que no estoy bien!, tengo mucho miedo a separarme del Digimundo, igual que él. -tú no te ves muy bien.
- Supongo, ya llegó la hora, ¿no es así?
- Sí
- ¡Tenemos que hacer algo! - me exige, como si yo pudiera ayudarlo, como si algo dependiera de mí, odio que hagan eso, yo no soy tan maravillosa e inteligente como la gente cree, a veces sólo logran incomodarme, pero sé que Taik lo único que quiere de mí, es no perder la fe, la fe que cuidadosamente ha tejido para conmigo, lo lamento, porque voy a defraudarlo, no sé que hacer esta vez - Debemos esperar - me dice.
- ¿Esperar qué? - pregunto dudosa.
- ¿No lo recuerdas?, ¡Los Digimons legendarios!, ellos dijeron que volverían.
- ¡Lo sé, pero... no podemos confiar en ellos, Taik, ¿Qué tal si no regresan?... ¿Sabes lo que pasaría si no nos vamos?, te lo recordaré: nuestras bases de datos se borrarían y nos perderíamos en el mundo de la información, como la primera vez que nuestros padres vinieron, el equilibrio se ha roto, ya no hay más que decir, la puerta se cerrará... dile adios al Digimundo y a todo lo demás!
No me di cuenta de lo que dije, hasta que terminé de gritar totalmente exaltada, sentí la mirada de todos los presentes, bastante asustados de mi comportamiento, yo había explotado, y no me había dado cuenta de ello... que vergüenza, Motimon observa cómo se me ha desfigurado la cara por la presión, ¡les juro que tengo muchas ganas de salir corriendo y no averiguar nada más!.
- ¿Es verdad lo que dices, Osén? - me pregunta Motimon, muy angustiado.
No quise verme grosera, pero no respondí, mejor le di la espalda.
- Lo... siento... no quise hacerlo, perdón, papá - ruego el perdón de la "audiencia", lo hago por cortesía, pero no me arrepiento de nada, sólo de haber explotado.
Me tapo la cara con mis manos, y sin quererlo, me pongo a llorar, me da más vergüenza todavía, me quiero callar, pero no sé ahogar mi llanto, ¿Alguno de ustedes me puede decir cómo puedo hacerlo?.
Zetaro se acerca a mí y me abraza, ¡Rayos!, ¿Por qué hace eso?, provoca que tiemble y me ponga roja.
- No llores, Osen - acaricia mi cabello, intenta consolarme, es muy lindo, a veces quisiera ser como él - No hiciste nada malo.
Pero Zet no es apoyo, también se suelta llorando, aunque de forma discreta, a los adultos les debió parecer tierno, si yo no hubiera sido vista por tantas personas, hubiera disfrutado el momento.
- Trataré de no llorar - digo yo, y quito mi cara de tensión, mejor les dedico a todos mi mejor sonrisa de hielo, Zet se calla en cuanto empiezo a hablar, me suelta por un momento, luego me ofrece su mano, yo la acepto, extrañamente me da fortaleza y se me quita la pena, a veces yo misma me imagino cosas, aquí nadie se reirá de Osen Izumi, al menos no en mi cara, y eso me basta, no tendré más vergüenza.
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Venía junto a mi padre, íbamos a la reunión que se había acordado con el fin de decirles a los digimons que nos separaríamos de ellos.
Con mi brazo libre, cargaba a Upamon, que como siempre, andaba sonriente, con su rostro medio bobo, medio gracioso, me gustaba mucho mi digimon.
Debo confesarles algo, aunque me pesa mucho que los digimons se separen del mundo de los humanos, debo admitir que creo que es lo mejor, habrá menos conflictos y mayor equilibrio, sé que Upamon sabrá ser feliz sin mí, aunque confío en que me recuerde a veces.
La vida es un juego en el que hay que ganar, pero hay muchas maneras de triunfar y es nuestro deber saber interpretar el destino. Mi padre, Cody Hida, lleva muchos años en el juzgado, peleando por los derechos de los Digimons, por encontrar justicia, pero ya se ha cansado de insistir, y sé que aunque también lamente mucho separarse de Armadillomon, sabe que es lo mejor, porque es muy sabio.
No tiene que ser para siempre, ¿Saben?, la puerta al Digimundo se abrirá un día de estos, y espero estar ahí, para defender y ayudar, como una guerrera... eso es lo que dice mi bisabuelo que debo ser, pero con este viaje descubrí lo que yo quiero, para mi sorpresa, lo mismo que mis superiores.
Espero no ser la única que piense que una separación es lo mejor, pero creo que sí; Kyosuke es muy terco y jamás verá lo que yo puedo ver o creer, le gusta seguir sus instintos, poco ha de conocer lo que es la razón; Seiyuro es el niño de la eterna Esperanza, de lo positivo y cree mucho en esos conceptos, quiere ver las cosas de manera sencilla, aunque sean complicadas; Kurumi se limitará a desafiar su objetividad y a seguir su corazón, es una chica que no está impuesta a perder en éste tipo de cosas, eso creo... a todos los demás los cegará el amor que le tienen a sus digimons, sólo hay que ver la cara que tiene Osen, está llorando abrazada de Zetaro; Taiki no sabe qué hacer ante tal impotencia, los hermanos Ishida también; Toshiro me ve desde lejos, al otro extremo, está junto a su madre Hikari, me saluda y se sonroja, no va a ser lo mismo con él, ahora que sé que le gusto, bueno, debe ser pasar algo bueno, ya que a mí también me encanta, pero en cuanto a los suceso que van a pasar, se va a limitar a no pensar en ello, Toshi me ha dicho que es su forma de afrontar las cosas.
Doguen tal vez lo entienda, pero no estoy segura.
Bueno, no importa si concuerdan conmigo, ni siquiera si yo creo en algo, las cosas van a pasar porque así es la vida, a veces negra, a veces color rosa... más bien es multicolor.
- Tai, por favor, dígannos qué pasa - rogó Agumon, el digimon del Sr. Yagami - ¿Qué quiso decir Osen con que la puerta se cerrará?
- Quiso decir lo que esas palabras significan, literalmente - comentó Taichi Yagami, con voz seria, la verdad, cada vez que él o el tío Davis se ponían serios, había que poner atención, algo malo pasaba.
- La puerta que conecta nuestros mundos está a punto de desaparecer para siempre, el problema es que, ni ustedes pueden regresar, ni nosotros podemos quedarnos... - habló mi padre, con paciencia y voz firme, sin ser quebradiza, admiro su fuerza, yo seré como él algún día.
Hubo un silencio en general, muy incómodo, pero sería más incómodo que yo o alguien más interrumpiera, cada cabeza debía analizar los hechos.
- ¿Cuándo... cuando se cerrará la puerta? - preguntó Wormmon
- Creo que en dos días, las profecías dicen que podemos irnos con el transporte de la primera vez, en aquél trolebús, pero como ustedes saben, eso está en la isla File, tenemos muy poco tiempo para trasladarnos...
- ¿Estás seguro, Izzy? - ahora habló Tentomon.
- Sí - contestó tío Koushiro - eso me temo, te juro que quisiera no estar seguro, encontrar una salida, pero aún no puedo hacerlo, tenme paciencia, porque haré lo posible por abrir la puerta desde la Tierra.
- Yo siempre he confiado en ti.
Es bonito ver cuan grande ha llegado a ser la unión entre los digimons y sus compañeros, yo observo a todos, mi padre y Armadillomon se abrazan, me distraje mucho viendo los otros cuadros y olvidé el mío propio.
- Yuri, Yuri
- Upamon... - le contesto - lamento mucho que esto pase.
Le sonrío, para darle ánimos, y lo logro.
- No te preocupes, no es tu culpa - me dice ingenuamente, por supuesto que no es mi culpa, aún así, me conmueve, y mucho.
- Estos son los momentos en los que debemos creer en el mañana, en que existen los reencuentros, en que vivirás feliz sin mí.
- ¿Volveré a verte, Yuri?
- Aún no me he ido.
La reacción de los digimons fue madura, en lo que cabe, yo ya había notado que había digimon más serios, maduros y conscientes, otros eran más tontos, otros tímidos y callados, había algunos hasta fanfarrones y carrilludos, incluso unos muy sensibles, pero ahora parecían seguir el mismo estereotipo, y era admirable, al menos para mí.
El pequeño Kotaro Ishida hacía esfuerzos supremos para no hacer un berrinche, como que la mirada de su madre lo calmaba, quisiera que mi madre estuviera aquí, claro que eso no viene al caso.
- ¡No quiero dejar de verte, Tsunomon! ¡Buaaaaaaaaa buaaaaaaaa! - gritó olvidando la censura materna.
Tsunomon se esconde en los brazos de mi pequeño amigo de seis años, y lloran a todo pulmón.
Todos fijan sus ojos en ellos, esa explosión infantil provocaría más derrames de lágrimas.
- Yo tampoco quiero irme - dijo Kyo - por favor, busquemos la manera ¡Tiene que haberla!, papá, por favor, intentémoslo.
- No podemos dejar que se borre nuestra base de datos, no permitiré que mueras, entiéndelo Kyosuke, esto está fuera de nuestro alcance.
- ¡No, no lo está!, ¿Dónde quedó aquél niño aventurero que eras?, ¡El que nunca se rendía!
- Kyo, cállate - reprendió el tío Daisuke con voz grave, tenía los ojos llorosos, me impresionó bastante, el ambiente se estaba llenando de histeria - ¡Tú no sabes lo que dices!, no retes a tu padre, porque no sabes lo que ronda por mi cabeza, ¿has entendido?, no tienes ni la más remota idea de lo que me cuesta dejar a V-mon, mucho menos sabes lo que es ser padre y velar por el pellejo de tu hijo, hasta entonces, cierra tu boca, y aprende a ser prudente.
Ahora sí que estaba admirada, con mis pupilas dilatadas y mi boca temblorosa.
- Tranquila, Yuri - dijo Seiyuro, que estaba cerca de mí - cualquiera se turba oyendo al tío Davis regañar así, pero es la verdad, no tenemos idea de lo que piensan o hacen nuestros padres, les debe costar mucho trabajo decir un adios como el que acontecerá.
- Y no sólo eso, piensa lo que sufrirán al sentirse tan impotentes - apoyó Toshiro, que se había acercado a nosotros.
Los dos se veían tan fuertes, que me sorprendían, Toshi cargaba a Salamon y le proporcionaba calurosos cariños, Sei jugaba con la dentadura de Tokomon, la fortaleza de ambos, me opacó, me sentí ahogada entre la esperanza y luz que emitían, me repugnó ver seguridad en sus rostros, como si ellos fueran a solucionar todo, o supieran que volverían al Digimundo, que nada era imposible; lo que me transmitían era una mezcla de conformidad y esperanza, pero me descontrolaban esas cosas, ya que son casi contrarias.
- Sólo nos queda una cosa - dijo Sei, ahora con más seriedad.
- ¿Qué cosa?, ¿Conformarnos?
- ¡Eso nunca! - pareció regañarme - sé que eso harás tú, pero yo no.
- ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué es lo que nos queda por hacer?
- Al menos a mí, sólo me queda NO LLORAR.
Sus palabras... ¡Malditas letras unidas, las de Seiyuro!, ¿Por qué dijo eso?, pareciera ser que le gustaba jugar con mis sentimientos o que conocía mi mente, ¡Qué sé yo!, pero me dieron ganas de llorar, no sólo eso, sentí una cascada invadir mis ojos, como si ahí hubiera un caudal, un río... debilité mi imagen ante el mundo, casi nunca hacía eso, porque me sentía inferior cuando lo hacía, eso estaba mal hecho, me hice más fuerte llorando, a Seiyuro no le quedó nada, también se puso a llorar, Toshi nos imitó pero de forma silenciosa.
- Sei... dijiste eso para que yo llorara, ¿verdad?
- Pues sí, quería liberarte del dolor que estabas escondiéndote a ti misma.
Me dio un beso en la mejilla, luego hizo una reverencia algo burlona a Toshiro, como diciéndole "Lo siento Toshi, sé que es tu chica", ¡Pero yo no soy su chica, y eso Toshiro lo sabe!, como sea, mi amigo rubio y ocurrente, tenía razón, había liberado a Yuriko Hida de una fortaleza falsa, ahora me limité a imitar a Kotty, escondí a Upamon en mi regazo y nos pusimos a chillar, siendo parte ahora de la histeria que invadía el lugar.
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No podía creerlo, a pesar del drama que se formaba a mi alrededor, yo no estaba llorando como debería, no es que no me sintiera triste, para nada, creo que nunca antes me sentí tan desdichada, bueno, tal vez la vez que sentí que iba a morir o cuando vi que mi padre le disparó a mi madre y pareció matarla, bueno, no debo comparar esos acontecimientos, son muy diferentes a lo que siento ahora, ¡Qué frustración!, no me salen las lágrimas, tengo los ojos rojos, eso sí, pero mi lagrimal no parece tener intenciones de funcionar.
Quería demostrar que era sensible, hasta Mayumi tenía los ojos húmedos, Yuri se desahogaba con su digimon, ni se digan los demás... entonces, me doy cuenta de una cosa **Quiero llorar porque los demás lo hacen**, pero no necesito hacerlo, es peor castigo para mí no emitir llanto, y estamos en época de sufrimientos, ¿O no?.
Poromon me mira con sus gigantes ojos azules, y mueve su pico de forma elegante, parece hablar con el aire, pero no es eso, lo que sucede es que no le salen las palabras.
- Poromon, te voy a dar un regalo - le digo mientras parpadeo con nerviosismo.
- ¿En serio, Kurumi? - me pregunta, yo asiento, me quito mi boina favorita y la acomodo en el cráneo de mi amigo, que al mismo tiempo, era su cuerpo entero n_n.
- ¿Para mí?
- Claro, pero quiero que me prometas una cosa, cuando te vuelva a ver, serás un Hawmon muy apuesto, y usarás este gorro, ¿De acuerdo?... ¡Ah!, ya recuerdo, tendrás que hacerle un hoyo al sombrero, jeje, digo, para la pluma que te saldrá en la cabeza.
Cree que estoy bromeando, Poromon es tan ingenuo, como mi hermano Zet, para serles sincera las personas inocentes son mis favoritas.
Cada quien está ocupado con su digimon, despedidas adelantadas y cosas así, oigo como mi padre, Ken Ichijiouji, menciona en voz alta que en 10 minutos iniciaremos nuestra travesía hacia la Isla File, se me enchina la piel de una manera increíble, otra vez deseo llorar... nadie me toma en serio porque parezco una niña superficial, creen que sólo me interesa ligar chicos, armar cosas y llamar la atención, en parte tienen razón, hoy mismo puedo comprobarlo, quiero llorar para que miren como me veo, que intenten consolarme, eso me gusta, ¿Tiene eso algo de malo?, al menos no para mí; pero no soy sólo eso, también habitan dentro de mí, unos sentimientos que considero lindos, agradables, sublimes, me gusta mucho darle amor a las personas, y siempre intento demostrarlo, pero creen que estoy jugando, que planeo una intriga, y llego a lo mismo, ¡No me toman en serio!...
¿Qué si qué pienso de la situación?, pues me enrollo con tantos pensamientos sin lógica, una parte de mí quiere conformarse, pensar en que es lo mejor, que Poromon se librará de mí, de una niña tonta, pero eso es engañarme, ¿No creen?, yo no quiero que se libre de mí, mucho menos dejar atrás un mundo tan bello como este, deseo hacer algo para impedir que se cierre la puerta, pero no me he puesto a pensar cómo impedirlo, porque no llegaré a nada, he visto cómo mi padre y los adultos están sintiendo la peor impotencia de sus vidas, y no deseo sumarle a mis sentimientos esa fracción de ver que no me saldrán la cosas como yo quiero, que feo es eso, creo que es casi peor que sentir odio.
Ahora que le heredé mi gorrito a mi digimon volador, mi cabello se mueve constantemente por el viento, si Kyo no estuviera tan triste por el regaño de su padre, seguro que se reiría de mí, parezco un Leomon azul. Comienzo a caminar y a chismearle a todos que en 5 minutos partimos, nadie me encomendó esa misión, pero si no puedo llorar, al menos no me pueden privar de llevar nuevas noticias. El más cercano a mí, es Doguen, que extraño, tampoco está llorando mucho.
- Hola, Doguen - lo saludo de forma estúpida, pero no es mi culpa, no tenía otra manera de dirigirme a él, con esa cara de naufragio que trae... ¡Lo sabía!, lo hice sonreír, sólo tuve que hablar como si fuera coqueta.
- Hola... - me dice mirando al suelo, Bukamon vuela a su lado, veo que su cabello está húmedo, parece que estuvo nadando por ahí, malvado, no me invitó el ingrato, como sea, vengo a otra cosa - Dentro de diez minutos partimos, así que déjate de llantos, que debes estar listo.
Mi amigo Kido, de 11 años, se queda mirando mi rostro, no parece ser el mismo niño de siempre.
- Yo... No estoy llorando - me dice de pronto - y estaré listo a la hora, ¿Verdad Bukamon?
- Claro, Doguen.
Es verdad, él no está con sus ojos hinchados, ni tiembla su mandíbula, sólo lagrimea un poco, ¿Por qué no se desahoga?
- ¿Por qué no lo haces?, ¿Por qué no lloras?
- Porque siempre soy un llorón, ya no quiero serlo - contesta con seriedad, no me gusta su comportamiento - pero cuando decidí no llorar, empecé a sentirme más triste, para ser sincero.
El llanto es una liberación de males, eso quise haberle dicho, pero era mejor que siguiera en su empeño de ser fuerte, realmente me era indiferente.
- ¿Sabes?, mejor debes preocuparte por ti
- ¿Por qué?
- Tú tampoco estás llorando, y estoy seguro de que a nadie le prometiste no hacerlo.
Le acaricia la café piel a su foca-digimon, me vuelve a desviar la mirada... mi estancia ahí lo pone incómodo, ¡No entiendo a Doguen!, frunzo el ceño y me retiro, ya no iré a informar a nadie, que se las arreglen solos, lo que yo quiero es llorar, si es necesario, me voy a picar los ojos, pero no me quedaré sin hacerlo, no por ver quien me consuela, no por llamar la atención, ¡Por Dios, tengo 13 años!, debo aprender ha hacer las cosas que quiero porque yo las deseo, no por ver que dicen los demás.
Voy caminando con paso decidido, pero me detengo al notar que la tierra tiembla, ligeramente, pero se mueve, una nube intensa y gigante comienza a brotar de la nada y una luz muy brillante ciega mis ojos, me dejo caer y me cubro la cara, en señal de protección; tengo miedo, no hay nadie a mi alrededor, escucho unas voces a lo lejos, sé quienes son, ¡Son ellos! ¡Los Digimons Legendarios!, ¡Han venido a ayudarnos!, ellos no permitirán que los digimons y humanos nos separemos... Me doy cuenta de que.. ¡Sí!, estoy llorando, pero no porque esté triste, lloro porque creo en que habrá esperanza, pienso en que todo es un sueño que ellos harán acabar; así es, señoras y señores, se puede decir que Kurumi Ichijiouji está llorando, pero casi de felicidad.
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Fin del Capítulo 17
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Aclaraciones: En este capítulo me enfoco en las cuatro niñas hijas de los elegidos y en la perspectiva de las mismas, incluso, ellas son las narradoras. La primera parte es dedicada a "Mayumi Ishida", siguiendo "Osen Izumi", "Yuriko Hida", para finalizar con "Kurumi Ichijiouji".
Lo que sucedió fue que los Digimons salieron del Digihuevo y tuvieron un reencuentro con sus compañeros, para después contarles la cruel verdad: El Digimundo y la Tierra ya no estarían conectados. Finaliza con la llegada de los Digimons Legendarios.
Notas antiguas de la Autora: ¡Nihao!, después de mucho tiempo me decidí a actualizar, iba a escribir algo muy distinto a esto, pero salió muy diferente porque no tenía planeado qué hacer, espero les haya gustado, no estuvo muy extenso, lo admito, tampoco muy interesante, pero gracias a este pequeño paréntesis en el próximo episodio, se me facilitarán mucho las cosas; gracias a los lectores que siguen este fic.
¡¡Sólo me resta desearles a todos una feliz Navidad!!
Comentarios a: ziddycm@hotmail.com
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Notas Nuevas: Aquí les traigo el capítulo 17, espero lo hayan disfrutado, a mí me pareció interesante profundizar la mente de las niñas, ya que ninguna tiene la misma perspectiva de la situación. Ya quedan sólo tres capítulos más, más bien, dos y el epílogo (que es corto), así que sigan la saga. Muchas gracias por su apoyo, por sus reviews y cartas.
El siguiente capítulo se titula "El deseo de los Digimons" (creo), lo publicaré pronto, así que estén atentos.
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Escucho la melodía, sé quien es el autor de dicha música, pero tengo que admitir que cuando lo oigo tocar, me estremezco, él es todo un artista. Le anunció a mi madre que quería estar solo, pero con eso se refería a que no quería compañía de humanos, Gabumon estaba con él, y lo oía silencioso, ellos no hablaban mucho, quizás no lo necesitaban, eso lo comprendo, porque yo misma soy así... dicen que lo heredé de él.
También estoy alejada de Kotaro y los demás, me apetecía estar sólo con Pyokomon, cargarla en brazos y caminar sin rumbo fijo, admirando el maravilloso Digimundo, con sus flores deslumbrantes de colores vivos, su tierra castaña, con tinte amarillo, sus jardines naturales, y salvajes; me gusta mucho ver todo eso, pero, no se lo digan a nadie, ese es mi secreto, me sentiría débil si alguien supiera que mi punto clave es el ambiente y su fantástica naturaleza.
- May, May - me llama mi Digimon.
No le respondo, estoy muy melancólica y cada vez que veo sus ojitos verdes me dan ganas de llorar... ¿Lo han notado?, mi Pyokomon parece una pequeña flor, un capullo, y tiene el rostro tierno y rosado, como los bebés que acaban de nacer.
- Mayumi, por favor, no te quedes tan callada - vuelve a insistirme, pero tampoco la obedezco, sigo meciéndola en mis brazos, caminando, dejando atrás el sonido de la armónica de Yamato Ishida, mi padre.
Muchas voces se oyen susurrar, los he visto a todos; cuando iba caminando cerca del lago, pude ver al Sr. Joe Kido con Doguen, ambos con sus Digimons de agua, se bañaban y reían, pero no estaban felices, ¡Estaban tristes!, querían ocultarles a Gomamon y Bukamon la cruel verdad: "La puerta del Digimundo se cerrará".
Hace unas horas que se abrieron los digihuevos, primero se abrió el del papá de Taiki, pero no tardaron mucho los de los adultos, todos eran bebés digimons y tiraban burbujas de forma muy tierna, pero eso sí, no se quedaron así, digievolucionaron (según nuestros términos), eso gracias al uso de los emblemas, que tienen un poder sorprendente. Los pequeños tuvimos que esperar más que nuestros padres, pero los cálculos del tío Izzy no fallaron, y pronto los tuvimos en nuestros brazos, estábamos tristes, unos se hacían los alegres, como mi primo Seiyuro Takaishi, que comenzó a decir que su Poyomon parecía gelatina y era resbaladizo, seguro que eso lo hacía para animarnos, pero él nunca me engaña a mí, al menos eso creo.
Sigo caminando, pero sin darme cuenta, empiezo a llorar, no sé contenerme, cuando estoy sola nunca me detengo, pero ahora debería aparentar ser fuerte, mi querido digimon está muy asustado, ¿o asustada?... sinceramente quiero que alguien me explique cómo se maneja la sexualidad en los monstruos digitales, tendré que platicar un día de estos con mi amiga Osen Izumi.
- May, ¿No confías en mí?... ¡Oh, yo quisiera que sí lo hicieras!, pero te entiendo... gracias por salvarme.
¡Rayos!, hice sentir mal a Pyokomon, soy una insensible, ¡Claro que confío en ella!, pero no quiero que sufra, no antes de tiempo, los adultos anunciaron que tendríamos una hora libre antes de decirles a los Digimons que nos separaríamos para siempre de ellos, y de este mundo.
- No hay de qué, salvarte era más que mi obligación - le contesto, con una risa fingida, secándome las lágrimas con disimulo.
- Esas lágrimas, ¿Son de felicidad?
Me quedo callada por un instante, luego me doy la vuelta y camino hacia donde había escuchado a mi padre tocar.
- Es la música que él toca, ¿verdad que es bonita?
Corro hacia mi papá, sin importarme que quisiera estar solo, lo abrazo y me suelto llorando, ¿Por qué hago esto?, ¡No lo sé!, sólo había visto hacer eso a mi hermano Kotaro, cuando se desahogaba en los brazos de otro, le tenía envidia, ahora comprendo que no sirve de nada hacerme la fuerte, soy un niña de 10 años, ¡Me gusta refugiarme en mi papá!, sentir que me apoya, que no estoy sola, me gusta sentir, que no soy fuerte, soy sólo Mayumi Ishida, quizás antes sentí ser algo más, ahora conmigo misma me basta.
Lo abrazo con fuerza y lloro en su regazo, pero no me atrevo a mirarlo, estaba muy feliz con su soledad y yo lo he interrumpido, él respira agitadamente, parece conmovido, pero como ya dije, no me atrevo a alzar mi cara para verlo.
- Perdón papá - sollozo con voz tartamuda, típica de los llorones - yo... no quería molestarte, pero es que... no quiero... que...
Mi padre me separa un poco de él, alza mi rostro, y me mira con ternura, con fortaleza.
- ¡Mi querida May! - replica con voz cortada, y me vuelve a abrazar, parece complacido, como si hubiera esperado siglos a que le demostrara mi afecto de hija - tranquila, mi niña - vuelve a decir, con elocuencia, ¡Demonios!, siento como si fuera Kotty, un niño mimado, siempre quise ser mimada.
- Es que no quiero que pase, no me gustan las despedidas, ¡No quiero!
- Hay cosas que... pues, pasan, y en contra de nuestra voluntad, pero hay algo que debes saber... el nunca, no existe, no hay cosas eternas, estoy seguro de que no será un adios para siempre.
Tanto Gabumon, como mi Pyokomon nos miran, como interrogando, pero bien nos conocen, y saben que nada ganan con indagar, las cosas saldrán a su tiempo, ¿verdad?, pues sí, eso creo.
- Hija, ya ha pasado una hora, regresemos al campamento.
- De acuerdo - obedezco, ya más calmada, supongo que me he desahogado.
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Ha pasado una hora, 60 minutos en los que estuve fingiendo que nada pasaría, cosa nada difícil, sólo me aguantaba las ganas de llorar.
Mi Motimon estuvo haciendo muchas preguntas, yo contesté casi todas.
"Osen, ¿Qué fue lo que pasó?". Le contesté que el humano y los digimons se enemistaron a tal punto, que decidieron acabar con la convivencia de ambos mundos, que sabía a la perfección que no todos los digimons odiaban a los humanos, por eso existía la fusión, la fusión prohibida.
"¿Pero qué es la Fusión Prohibida?", insistió, la verdad, yo tengo la culpa de su curiosidad, lo impuse a querer saber de todo, supongo que eso no es malo, ¿A que no?.
"Es la unión de la base de datos de todos los digimons, el espíritu de esa fusión son los emblemas; si se llegaba a realizar dicha fusión (que está prohibida por las escrituras), sería el fin del Digimundo, quizás también de la tierra, hubiera habido un caos tremendo, el ser que sería resultado de esa fusión sería muy poderoso... no he pensado mucho en las consecuencias, porque lo impedimos, gracias a la prueba final", me gusta mucho hablar con mi digimon, aunque tengo que admitir que esta vez estaba muy tensa, temía decir más de lo debido.
"Sí, tú lo impediste, Osen, ¡Gracias!", yo le había sonreído.
"Lo impedimos todos, padres e hijos, realizando el puente de corazón, con ello demostramos que vale la pena que los digimons y los hombres convivan"
No hablamos más de eso, supongo que su mente tiene un límite, que yo no quería traspasar.
Mi papá está con su eterna computadora, tecleando sin cesar, tratando en vano de resolver el problema... se preguntarán, ¿Cuál problema?, el problema del Adios, a nadie le gusta separarse de lo que quiere, en nuestro caso, me atrevo a confesar que nuestros compañeros digitales, son parte de nuestras vidas... Tentomon está a su lado, los dos en silencio, pero sé que ambos están impuestos al mismo, yo creo que el silencio es una forma de comunicación entre dos personas, si tú te comunicas así con alguien, te felicito, es todo un arte.
Todos se están acercando a nosotros, primero llegó la "Tía" Mimi, Ben y sus digimons, ella se acerca a mí y me sonríe cálidamente, eso hace que me incomode, no estoy impuesta a esos tratos, pero sé que lo hace con buena intención, quiere ganarse mi cariño, y yo no hallo como hacerle entender que no necesita hacerlo, como sea, la respetaré como la esposa de mi padre, Koushiro Izumi.
Su hijo Ben mira con desprecio a mi progenitor, luego me dice.
- Así que a tu padre también le gusta hacerse el cerebro con la computadora, ¡vaya!, de tal astilla, tal palo.
- Es al revés, Ben - contesto, sin obedecer a su tono irónico.
Como siempre que perdía, se quedó callado, no festejé mi triunfo, no me gusta ganar, además, sé que está muy triste, sólo que él es muy diferente a mí, todos reaccionamos distinto cuando estamos nerviosos o presionados, en mi caso, me porto muy indiferente, en su caso, se porta arrogante.
Tía Yolei y su familia han llegado, Zet ha estado llorando, su Minomon luce preocupado; Kurumi también se ve desganada, pero trae en su cara esa sonrisa fingida, típica en las niñas como ella, desinhibidas y coquetas; sus padres están más serios, especialmente el Sr. Ken.
Poco a poco, van llegando todos, mi papá lo nota y deja de teclear, mira a Tentomon con resignación y extraña dignidad.
- ¡Osen! - grita Taiki, mientras corre hasta donde estoy, me toca dulcemente con su mano - ¿Estás bien?
- Claro, Taik - le miento ¡Claro que no estoy bien!, tengo mucho miedo a separarme del Digimundo, igual que él. -tú no te ves muy bien.
- Supongo, ya llegó la hora, ¿no es así?
- Sí
- ¡Tenemos que hacer algo! - me exige, como si yo pudiera ayudarlo, como si algo dependiera de mí, odio que hagan eso, yo no soy tan maravillosa e inteligente como la gente cree, a veces sólo logran incomodarme, pero sé que Taik lo único que quiere de mí, es no perder la fe, la fe que cuidadosamente ha tejido para conmigo, lo lamento, porque voy a defraudarlo, no sé que hacer esta vez - Debemos esperar - me dice.
- ¿Esperar qué? - pregunto dudosa.
- ¿No lo recuerdas?, ¡Los Digimons legendarios!, ellos dijeron que volverían.
- ¡Lo sé, pero... no podemos confiar en ellos, Taik, ¿Qué tal si no regresan?... ¿Sabes lo que pasaría si no nos vamos?, te lo recordaré: nuestras bases de datos se borrarían y nos perderíamos en el mundo de la información, como la primera vez que nuestros padres vinieron, el equilibrio se ha roto, ya no hay más que decir, la puerta se cerrará... dile adios al Digimundo y a todo lo demás!
No me di cuenta de lo que dije, hasta que terminé de gritar totalmente exaltada, sentí la mirada de todos los presentes, bastante asustados de mi comportamiento, yo había explotado, y no me había dado cuenta de ello... que vergüenza, Motimon observa cómo se me ha desfigurado la cara por la presión, ¡les juro que tengo muchas ganas de salir corriendo y no averiguar nada más!.
- ¿Es verdad lo que dices, Osén? - me pregunta Motimon, muy angustiado.
No quise verme grosera, pero no respondí, mejor le di la espalda.
- Lo... siento... no quise hacerlo, perdón, papá - ruego el perdón de la "audiencia", lo hago por cortesía, pero no me arrepiento de nada, sólo de haber explotado.
Me tapo la cara con mis manos, y sin quererlo, me pongo a llorar, me da más vergüenza todavía, me quiero callar, pero no sé ahogar mi llanto, ¿Alguno de ustedes me puede decir cómo puedo hacerlo?.
Zetaro se acerca a mí y me abraza, ¡Rayos!, ¿Por qué hace eso?, provoca que tiemble y me ponga roja.
- No llores, Osen - acaricia mi cabello, intenta consolarme, es muy lindo, a veces quisiera ser como él - No hiciste nada malo.
Pero Zet no es apoyo, también se suelta llorando, aunque de forma discreta, a los adultos les debió parecer tierno, si yo no hubiera sido vista por tantas personas, hubiera disfrutado el momento.
- Trataré de no llorar - digo yo, y quito mi cara de tensión, mejor les dedico a todos mi mejor sonrisa de hielo, Zet se calla en cuanto empiezo a hablar, me suelta por un momento, luego me ofrece su mano, yo la acepto, extrañamente me da fortaleza y se me quita la pena, a veces yo misma me imagino cosas, aquí nadie se reirá de Osen Izumi, al menos no en mi cara, y eso me basta, no tendré más vergüenza.
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Venía junto a mi padre, íbamos a la reunión que se había acordado con el fin de decirles a los digimons que nos separaríamos de ellos.
Con mi brazo libre, cargaba a Upamon, que como siempre, andaba sonriente, con su rostro medio bobo, medio gracioso, me gustaba mucho mi digimon.
Debo confesarles algo, aunque me pesa mucho que los digimons se separen del mundo de los humanos, debo admitir que creo que es lo mejor, habrá menos conflictos y mayor equilibrio, sé que Upamon sabrá ser feliz sin mí, aunque confío en que me recuerde a veces.
La vida es un juego en el que hay que ganar, pero hay muchas maneras de triunfar y es nuestro deber saber interpretar el destino. Mi padre, Cody Hida, lleva muchos años en el juzgado, peleando por los derechos de los Digimons, por encontrar justicia, pero ya se ha cansado de insistir, y sé que aunque también lamente mucho separarse de Armadillomon, sabe que es lo mejor, porque es muy sabio.
No tiene que ser para siempre, ¿Saben?, la puerta al Digimundo se abrirá un día de estos, y espero estar ahí, para defender y ayudar, como una guerrera... eso es lo que dice mi bisabuelo que debo ser, pero con este viaje descubrí lo que yo quiero, para mi sorpresa, lo mismo que mis superiores.
Espero no ser la única que piense que una separación es lo mejor, pero creo que sí; Kyosuke es muy terco y jamás verá lo que yo puedo ver o creer, le gusta seguir sus instintos, poco ha de conocer lo que es la razón; Seiyuro es el niño de la eterna Esperanza, de lo positivo y cree mucho en esos conceptos, quiere ver las cosas de manera sencilla, aunque sean complicadas; Kurumi se limitará a desafiar su objetividad y a seguir su corazón, es una chica que no está impuesta a perder en éste tipo de cosas, eso creo... a todos los demás los cegará el amor que le tienen a sus digimons, sólo hay que ver la cara que tiene Osen, está llorando abrazada de Zetaro; Taiki no sabe qué hacer ante tal impotencia, los hermanos Ishida también; Toshiro me ve desde lejos, al otro extremo, está junto a su madre Hikari, me saluda y se sonroja, no va a ser lo mismo con él, ahora que sé que le gusto, bueno, debe ser pasar algo bueno, ya que a mí también me encanta, pero en cuanto a los suceso que van a pasar, se va a limitar a no pensar en ello, Toshi me ha dicho que es su forma de afrontar las cosas.
Doguen tal vez lo entienda, pero no estoy segura.
Bueno, no importa si concuerdan conmigo, ni siquiera si yo creo en algo, las cosas van a pasar porque así es la vida, a veces negra, a veces color rosa... más bien es multicolor.
- Tai, por favor, dígannos qué pasa - rogó Agumon, el digimon del Sr. Yagami - ¿Qué quiso decir Osen con que la puerta se cerrará?
- Quiso decir lo que esas palabras significan, literalmente - comentó Taichi Yagami, con voz seria, la verdad, cada vez que él o el tío Davis se ponían serios, había que poner atención, algo malo pasaba.
- La puerta que conecta nuestros mundos está a punto de desaparecer para siempre, el problema es que, ni ustedes pueden regresar, ni nosotros podemos quedarnos... - habló mi padre, con paciencia y voz firme, sin ser quebradiza, admiro su fuerza, yo seré como él algún día.
Hubo un silencio en general, muy incómodo, pero sería más incómodo que yo o alguien más interrumpiera, cada cabeza debía analizar los hechos.
- ¿Cuándo... cuando se cerrará la puerta? - preguntó Wormmon
- Creo que en dos días, las profecías dicen que podemos irnos con el transporte de la primera vez, en aquél trolebús, pero como ustedes saben, eso está en la isla File, tenemos muy poco tiempo para trasladarnos...
- ¿Estás seguro, Izzy? - ahora habló Tentomon.
- Sí - contestó tío Koushiro - eso me temo, te juro que quisiera no estar seguro, encontrar una salida, pero aún no puedo hacerlo, tenme paciencia, porque haré lo posible por abrir la puerta desde la Tierra.
- Yo siempre he confiado en ti.
Es bonito ver cuan grande ha llegado a ser la unión entre los digimons y sus compañeros, yo observo a todos, mi padre y Armadillomon se abrazan, me distraje mucho viendo los otros cuadros y olvidé el mío propio.
- Yuri, Yuri
- Upamon... - le contesto - lamento mucho que esto pase.
Le sonrío, para darle ánimos, y lo logro.
- No te preocupes, no es tu culpa - me dice ingenuamente, por supuesto que no es mi culpa, aún así, me conmueve, y mucho.
- Estos son los momentos en los que debemos creer en el mañana, en que existen los reencuentros, en que vivirás feliz sin mí.
- ¿Volveré a verte, Yuri?
- Aún no me he ido.
La reacción de los digimons fue madura, en lo que cabe, yo ya había notado que había digimon más serios, maduros y conscientes, otros eran más tontos, otros tímidos y callados, había algunos hasta fanfarrones y carrilludos, incluso unos muy sensibles, pero ahora parecían seguir el mismo estereotipo, y era admirable, al menos para mí.
El pequeño Kotaro Ishida hacía esfuerzos supremos para no hacer un berrinche, como que la mirada de su madre lo calmaba, quisiera que mi madre estuviera aquí, claro que eso no viene al caso.
- ¡No quiero dejar de verte, Tsunomon! ¡Buaaaaaaaaa buaaaaaaaa! - gritó olvidando la censura materna.
Tsunomon se esconde en los brazos de mi pequeño amigo de seis años, y lloran a todo pulmón.
Todos fijan sus ojos en ellos, esa explosión infantil provocaría más derrames de lágrimas.
- Yo tampoco quiero irme - dijo Kyo - por favor, busquemos la manera ¡Tiene que haberla!, papá, por favor, intentémoslo.
- No podemos dejar que se borre nuestra base de datos, no permitiré que mueras, entiéndelo Kyosuke, esto está fuera de nuestro alcance.
- ¡No, no lo está!, ¿Dónde quedó aquél niño aventurero que eras?, ¡El que nunca se rendía!
- Kyo, cállate - reprendió el tío Daisuke con voz grave, tenía los ojos llorosos, me impresionó bastante, el ambiente se estaba llenando de histeria - ¡Tú no sabes lo que dices!, no retes a tu padre, porque no sabes lo que ronda por mi cabeza, ¿has entendido?, no tienes ni la más remota idea de lo que me cuesta dejar a V-mon, mucho menos sabes lo que es ser padre y velar por el pellejo de tu hijo, hasta entonces, cierra tu boca, y aprende a ser prudente.
Ahora sí que estaba admirada, con mis pupilas dilatadas y mi boca temblorosa.
- Tranquila, Yuri - dijo Seiyuro, que estaba cerca de mí - cualquiera se turba oyendo al tío Davis regañar así, pero es la verdad, no tenemos idea de lo que piensan o hacen nuestros padres, les debe costar mucho trabajo decir un adios como el que acontecerá.
- Y no sólo eso, piensa lo que sufrirán al sentirse tan impotentes - apoyó Toshiro, que se había acercado a nosotros.
Los dos se veían tan fuertes, que me sorprendían, Toshi cargaba a Salamon y le proporcionaba calurosos cariños, Sei jugaba con la dentadura de Tokomon, la fortaleza de ambos, me opacó, me sentí ahogada entre la esperanza y luz que emitían, me repugnó ver seguridad en sus rostros, como si ellos fueran a solucionar todo, o supieran que volverían al Digimundo, que nada era imposible; lo que me transmitían era una mezcla de conformidad y esperanza, pero me descontrolaban esas cosas, ya que son casi contrarias.
- Sólo nos queda una cosa - dijo Sei, ahora con más seriedad.
- ¿Qué cosa?, ¿Conformarnos?
- ¡Eso nunca! - pareció regañarme - sé que eso harás tú, pero yo no.
- ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué es lo que nos queda por hacer?
- Al menos a mí, sólo me queda NO LLORAR.
Sus palabras... ¡Malditas letras unidas, las de Seiyuro!, ¿Por qué dijo eso?, pareciera ser que le gustaba jugar con mis sentimientos o que conocía mi mente, ¡Qué sé yo!, pero me dieron ganas de llorar, no sólo eso, sentí una cascada invadir mis ojos, como si ahí hubiera un caudal, un río... debilité mi imagen ante el mundo, casi nunca hacía eso, porque me sentía inferior cuando lo hacía, eso estaba mal hecho, me hice más fuerte llorando, a Seiyuro no le quedó nada, también se puso a llorar, Toshi nos imitó pero de forma silenciosa.
- Sei... dijiste eso para que yo llorara, ¿verdad?
- Pues sí, quería liberarte del dolor que estabas escondiéndote a ti misma.
Me dio un beso en la mejilla, luego hizo una reverencia algo burlona a Toshiro, como diciéndole "Lo siento Toshi, sé que es tu chica", ¡Pero yo no soy su chica, y eso Toshiro lo sabe!, como sea, mi amigo rubio y ocurrente, tenía razón, había liberado a Yuriko Hida de una fortaleza falsa, ahora me limité a imitar a Kotty, escondí a Upamon en mi regazo y nos pusimos a chillar, siendo parte ahora de la histeria que invadía el lugar.
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No podía creerlo, a pesar del drama que se formaba a mi alrededor, yo no estaba llorando como debería, no es que no me sintiera triste, para nada, creo que nunca antes me sentí tan desdichada, bueno, tal vez la vez que sentí que iba a morir o cuando vi que mi padre le disparó a mi madre y pareció matarla, bueno, no debo comparar esos acontecimientos, son muy diferentes a lo que siento ahora, ¡Qué frustración!, no me salen las lágrimas, tengo los ojos rojos, eso sí, pero mi lagrimal no parece tener intenciones de funcionar.
Quería demostrar que era sensible, hasta Mayumi tenía los ojos húmedos, Yuri se desahogaba con su digimon, ni se digan los demás... entonces, me doy cuenta de una cosa **Quiero llorar porque los demás lo hacen**, pero no necesito hacerlo, es peor castigo para mí no emitir llanto, y estamos en época de sufrimientos, ¿O no?.
Poromon me mira con sus gigantes ojos azules, y mueve su pico de forma elegante, parece hablar con el aire, pero no es eso, lo que sucede es que no le salen las palabras.
- Poromon, te voy a dar un regalo - le digo mientras parpadeo con nerviosismo.
- ¿En serio, Kurumi? - me pregunta, yo asiento, me quito mi boina favorita y la acomodo en el cráneo de mi amigo, que al mismo tiempo, era su cuerpo entero n_n.
- ¿Para mí?
- Claro, pero quiero que me prometas una cosa, cuando te vuelva a ver, serás un Hawmon muy apuesto, y usarás este gorro, ¿De acuerdo?... ¡Ah!, ya recuerdo, tendrás que hacerle un hoyo al sombrero, jeje, digo, para la pluma que te saldrá en la cabeza.
Cree que estoy bromeando, Poromon es tan ingenuo, como mi hermano Zet, para serles sincera las personas inocentes son mis favoritas.
Cada quien está ocupado con su digimon, despedidas adelantadas y cosas así, oigo como mi padre, Ken Ichijiouji, menciona en voz alta que en 10 minutos iniciaremos nuestra travesía hacia la Isla File, se me enchina la piel de una manera increíble, otra vez deseo llorar... nadie me toma en serio porque parezco una niña superficial, creen que sólo me interesa ligar chicos, armar cosas y llamar la atención, en parte tienen razón, hoy mismo puedo comprobarlo, quiero llorar para que miren como me veo, que intenten consolarme, eso me gusta, ¿Tiene eso algo de malo?, al menos no para mí; pero no soy sólo eso, también habitan dentro de mí, unos sentimientos que considero lindos, agradables, sublimes, me gusta mucho darle amor a las personas, y siempre intento demostrarlo, pero creen que estoy jugando, que planeo una intriga, y llego a lo mismo, ¡No me toman en serio!...
¿Qué si qué pienso de la situación?, pues me enrollo con tantos pensamientos sin lógica, una parte de mí quiere conformarse, pensar en que es lo mejor, que Poromon se librará de mí, de una niña tonta, pero eso es engañarme, ¿No creen?, yo no quiero que se libre de mí, mucho menos dejar atrás un mundo tan bello como este, deseo hacer algo para impedir que se cierre la puerta, pero no me he puesto a pensar cómo impedirlo, porque no llegaré a nada, he visto cómo mi padre y los adultos están sintiendo la peor impotencia de sus vidas, y no deseo sumarle a mis sentimientos esa fracción de ver que no me saldrán la cosas como yo quiero, que feo es eso, creo que es casi peor que sentir odio.
Ahora que le heredé mi gorrito a mi digimon volador, mi cabello se mueve constantemente por el viento, si Kyo no estuviera tan triste por el regaño de su padre, seguro que se reiría de mí, parezco un Leomon azul. Comienzo a caminar y a chismearle a todos que en 5 minutos partimos, nadie me encomendó esa misión, pero si no puedo llorar, al menos no me pueden privar de llevar nuevas noticias. El más cercano a mí, es Doguen, que extraño, tampoco está llorando mucho.
- Hola, Doguen - lo saludo de forma estúpida, pero no es mi culpa, no tenía otra manera de dirigirme a él, con esa cara de naufragio que trae... ¡Lo sabía!, lo hice sonreír, sólo tuve que hablar como si fuera coqueta.
- Hola... - me dice mirando al suelo, Bukamon vuela a su lado, veo que su cabello está húmedo, parece que estuvo nadando por ahí, malvado, no me invitó el ingrato, como sea, vengo a otra cosa - Dentro de diez minutos partimos, así que déjate de llantos, que debes estar listo.
Mi amigo Kido, de 11 años, se queda mirando mi rostro, no parece ser el mismo niño de siempre.
- Yo... No estoy llorando - me dice de pronto - y estaré listo a la hora, ¿Verdad Bukamon?
- Claro, Doguen.
Es verdad, él no está con sus ojos hinchados, ni tiembla su mandíbula, sólo lagrimea un poco, ¿Por qué no se desahoga?
- ¿Por qué no lo haces?, ¿Por qué no lloras?
- Porque siempre soy un llorón, ya no quiero serlo - contesta con seriedad, no me gusta su comportamiento - pero cuando decidí no llorar, empecé a sentirme más triste, para ser sincero.
El llanto es una liberación de males, eso quise haberle dicho, pero era mejor que siguiera en su empeño de ser fuerte, realmente me era indiferente.
- ¿Sabes?, mejor debes preocuparte por ti
- ¿Por qué?
- Tú tampoco estás llorando, y estoy seguro de que a nadie le prometiste no hacerlo.
Le acaricia la café piel a su foca-digimon, me vuelve a desviar la mirada... mi estancia ahí lo pone incómodo, ¡No entiendo a Doguen!, frunzo el ceño y me retiro, ya no iré a informar a nadie, que se las arreglen solos, lo que yo quiero es llorar, si es necesario, me voy a picar los ojos, pero no me quedaré sin hacerlo, no por ver quien me consuela, no por llamar la atención, ¡Por Dios, tengo 13 años!, debo aprender ha hacer las cosas que quiero porque yo las deseo, no por ver que dicen los demás.
Voy caminando con paso decidido, pero me detengo al notar que la tierra tiembla, ligeramente, pero se mueve, una nube intensa y gigante comienza a brotar de la nada y una luz muy brillante ciega mis ojos, me dejo caer y me cubro la cara, en señal de protección; tengo miedo, no hay nadie a mi alrededor, escucho unas voces a lo lejos, sé quienes son, ¡Son ellos! ¡Los Digimons Legendarios!, ¡Han venido a ayudarnos!, ellos no permitirán que los digimons y humanos nos separemos... Me doy cuenta de que.. ¡Sí!, estoy llorando, pero no porque esté triste, lloro porque creo en que habrá esperanza, pienso en que todo es un sueño que ellos harán acabar; así es, señoras y señores, se puede decir que Kurumi Ichijiouji está llorando, pero casi de felicidad.
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Fin del Capítulo 17
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Aclaraciones: En este capítulo me enfoco en las cuatro niñas hijas de los elegidos y en la perspectiva de las mismas, incluso, ellas son las narradoras. La primera parte es dedicada a "Mayumi Ishida", siguiendo "Osen Izumi", "Yuriko Hida", para finalizar con "Kurumi Ichijiouji".
Lo que sucedió fue que los Digimons salieron del Digihuevo y tuvieron un reencuentro con sus compañeros, para después contarles la cruel verdad: El Digimundo y la Tierra ya no estarían conectados. Finaliza con la llegada de los Digimons Legendarios.
Notas antiguas de la Autora: ¡Nihao!, después de mucho tiempo me decidí a actualizar, iba a escribir algo muy distinto a esto, pero salió muy diferente porque no tenía planeado qué hacer, espero les haya gustado, no estuvo muy extenso, lo admito, tampoco muy interesante, pero gracias a este pequeño paréntesis en el próximo episodio, se me facilitarán mucho las cosas; gracias a los lectores que siguen este fic.
¡¡Sólo me resta desearles a todos una feliz Navidad!!
Comentarios a: ziddycm@hotmail.com
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Notas Nuevas: Aquí les traigo el capítulo 17, espero lo hayan disfrutado, a mí me pareció interesante profundizar la mente de las niñas, ya que ninguna tiene la misma perspectiva de la situación. Ya quedan sólo tres capítulos más, más bien, dos y el epílogo (que es corto), así que sigan la saga. Muchas gracias por su apoyo, por sus reviews y cartas.
El siguiente capítulo se titula "El deseo de los Digimons" (creo), lo publicaré pronto, así que estén atentos.
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