Notas: Ésta será la última publicación de "Fusión Prohibida", les traigo ya los dos últimos capítulos (que tendrán un final inesperado). Primero que nada me disculpo, había dicho que los capítulos largos habían cesado, pero resultó que el 19 es tan largo, que mejor lo partí en dos (no recordaban que tuviera tanta extensión). De una vez también agregué el epílogo, que está corto... así que espero disfruten esta lectura y no los decepcione.

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Capítulo 19 "¡Yo quisiera tantas veces!, el pasado retornar"

Parte uno.

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"Mi cuerpo se desvanece, cuando la sombra invade mi corazón, mis sentidos se confunden, pero no es así, pues se funden en almas de otros corazones... y juntos somos la unión, reflejada en la emoción, de las grandes situaciones de la vida, quiero pensar que hay una nave voladora, que transporta sueños e ilusiones, fundiendo corazones.... esa fusión Prohibida, yo la adquirí" .
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- ¡Increíble! - gritó Zetaro Ichijiouji, al montar en Imperialdramon y sentir el aire chocar en su cuerpo - Es una lástima que no pueda ver a mi Minomon crecer, ¡Yo quería que se fusionara con el Chibimon de Kyo!, ¿Verdad que sería genial, amigo?

- ¡Por supuesto, Zet! - apoyó el adolescente hijo de Daisuke - Algo haremos para ver nuestro propio Imperialdramon.

- Hermano, ¿Yo podría digievolucionar DNA con alguien? - cuestionó Satoru.

- Claro que sí, hermanito - apoyó el mediano y morado Zet, luego volteó a ver a Kurumi, que estaba abrazada fuertemente a su rejuvenecido padre - Kurumi, ¿Por qué no me habías dicho lo emocionante que es ser el hermano mayor?

- Es que tú no eres emocionante - dijo la chica en son de burla, pero luego se concentró en expresar su miedo - ¡Uyyy!, ¿no podríamos bajar un poco, papi?, ¡Está muy alto! .

Todos iban en Imperialdramon cruzando el Digimundo con gran velocidad, muy pronto llegarían a la Isla File.

- ¿Ven ese lago? - apuntó Joe - bajo el agua está la casa de Genai.

- Lastimosamente estará abandonada - se lamentó Toshiro, recordando su crimen.

- ¡No lo estará por siempre, muchacho! - le dijo Davis - Genai volverá, así que no te aflijas, ¿De acuerdo?

- De acuerdo - contestó Toshi, no muy convencido.

Siguieron viajando, observando el paisaje, de pronto Mimi exclamó:

- ¡Mira, Ben!

- ¿Qué pasa, Mimi?

- Grosero, soy tu mamá, no me digas por mi nombre - reprendió ella.

- Técnicamente una niña de 10 años no puede tener hijos - insistió el principito - ¿Y qué quieres que vea?

- ¡Olvídalo, ya para qué! - rezongó ofendida.

- La princesa Mimi quería mostrarte su castillo, Ben - habló Tai - Una vez fue la temible soberana de ese lugar; todo por tener una voz bonita.

- ¡Tai, yo no soy una princesa!, no me recuerden eso, me porté muy mal en esa ocasión.

- Pues, ¿Qué fue lo que hizo? - preguntó Yuri Hida.

- Encarceló a Tai, Joe, Agumon y Gomamon - explicó Sora.

- ¡Vaya, mi progenitora era muy rebelde! - exclamó Benjamín, muy orgulloso.

- No, rebelde no - insistió Tai - sólo una princesa. (sabía que con eso Mimi se enfadaría, le gustaba torear a las niñas de vez en cuando).

Mimi le dio como regalo, un coscorrón.

- ¡Qué no soy eso! - chilló.

- Si Tía Mimi no es princesa, Ben tampoco es príncipe, ¿Verdad? - preguntó Doguen.

- ¡Por supuesto que no es un príncipe, ni siquiera en sueños! - respondió May, con mucha ironía

Ben renegó. "¡Claro que sí soy un príncipe!" gritó a todo pulmón, haciéndose el ofendido.

- Sora, allá está el pueblo fantasma - anunció Yolei - ¿Lo recuerdas?

- Por supuesto, nunca jugué tanto a las cartas como aquel día.

- Y ahí está la montaña que escalé con Tentomon, donde abundaban los letreros sobre escre... escre.. - Izzy cortó la frase drásticamente, no quería pronunciar esa palabra.

- ¿Sobre qué, papá? - indagó Osen.

- ¡Sobre excrementos! - respondió Tentomon, la mayoría puso una expresión de desapruebo.

- Seguro andaban todos embarrados de porquería - dijo Ben, con asco.

- Esos letreros los puso Demidevimon, ¿Verdad hermano?, eran mentira.

- Posiblemente, Tk - replicó Yamato - Nosotros también escalamos esa montaña y no vimos nada.

Gabumon y Patamon asintieron.

- ¡Chicos, allá está la Casa gigante, donde descubrimos la verdadera identidad de la mujer araña! - informó Ken.

- Es verdad - dijo Cody, medio melancólico - En esa ocasión, tú y yo no nos llevábamos muy bien.

- Eso no importa - animó Kari.

- Sí, además quiero que sepan que ya casi llegamos a la Isla File - avisó Davis.

Todos miraron que la Isla se veía a lo lejos, suspiraron resignados.

- Perfecto - dijo Tai, inesperadamente - Bien chicos, nos veremos allá; ¡Agumon, Digievoluciona!

Y obedeciendo a su amigo del Valor, Agumon pasó a ser Greymon, y luego, Metalgreymon. El antiguo líder saltó a su digimon, lo siguieron su hijo Taiki y Koromon.

- ¡Ese Tai! - gruñó Matt.

- ¿Hizo algo malo el tío Tai? - inquirió Kotty.

- No, el problema es que Gabumon no puede volar y yo también quería ir a explorar la isla por última vez.

- ¡Pues yo creo que Tai tuvo una excelente idea! - opinó Sora - ¡Biyomon!

- Sí, Sora. Biyomon digivols a........ ¡Birdamon!

- ¡Bien!, ¿Vamos, May?

- Claro, madre - respondió la hijita, mientras se sostenía de la garra izquierda de el ave junto con Pyocomon.

Las chicas de la familia Ishida se fueron.

- ¡Oye, Sora! - renegó Matt - ¿Y tu hijo y yo, qué?...

Pero su esposa iba muy lejos.

- Creo que varios imitaremos a Tai - admitió Takeru, con su encantadora vocecita infantil - Conviértete en Pegasusmon, Patamon; quiero dar un paseo con Seiyuro.

- Excelente - opinó el hijo.

- Y yo quiero ir a visitar la tumba de los Nunemons - dijo Kari - ¿Me acompañas, Toshi?

- Sí.

- Pues yo llevaré a Osen a la pirámide de Centarumon, ahí hay notas muy interesantes sobre el poder del digivice.

- Me parece muy interesante, papá.

Tentomon se convirtió en Kabuterimon.

- Oye Izzy, ¿No pensarás en dejarnos, verdad?

- Este... Mimi... yo...

- Lilymon no puede llevarnos, además, yo quiero que Ben conozca el lugar donde me salvaste.

- Como digas... - dijo Izzy, con rostro avergonzado.

Yolei también se preparó para le viaje, y su Hawmon se volvió Halsemon, gracias al Digiegg del Amor.

- Vamos a pasear, Kurumi - sugirió Miyako.

- ¿Bromeas, mamá?, mejor me quedo en Imperialdramon, es más seguro.

- ¡Yo voy contigo, mami! - pidió Zet

- ¡Y yo! - siguió Satoru.

- ¡Bingo, hijos!, suban.

Todos ellos huyeron, dejando en Imperialdramon a: Daisuke, Kyosuke, Ken, Kurumi, Cody, Yuri, Joe, Doguen Yamato y Kotaro.


---Mimi---

Quisiera dejar pasar por alto todo lo que siento y lo que me acontece, pero no puedo, ya no es tan sencillo como antes... tengo aspecto de niña, pero soy un adulto, de eso no cabe duda.
Acabamos de llegar a las ruinas en donde había un laberinto, Izzy quiere mostrarle a Osen el poder del Digivice, yo también quise venir, aunque él no me haya invitado... ¡Por Dios!, quiero sentirme niña, quiero revivir todo, ¡No más recuerdos!, ahora puede ser real.

- Increíble - dijo mi futura hijastra al entrar a la pirámide - ¿Aquí conocieron a Centarumon?, ¡Ah, pero era malo por el engrane negro!, ¿Verdad? - ella habla con mucha curiosidad - En paseos escolares había venido, pero nunca entré a estas ruinas, ¿Por qué?

- La entrada estaba cerrada - respondió mi Izzy - Ningún humano podía entrar, ni siquiera los elegidos.

- Pues no es un bonito sitio para visitar, ¡Menos para andar de turistas! - opinó Benji, se veía notablemente molesto - ¿Verdad, Tanemon?

Tanemon asintió, no era bueno para darle la contraria a mi hijo, creo que Palmon también tiene esa actitud.

- Probablemente no es estético, pero me trae muchos recuerdos - opiné sonriendo.

Izzy caminó hasta hallar una pared con símbolos, sonrió muy entusiasmado, como si algo lo hubiera iluminado en aquél momento, anteriormente pude enojarme, pero ahora ya no me molestaba que fuera tan obsesivo en ese tipo de cosas.

- ¿Vas a descifrar esos símbolos?, ¡Ah!, es que la otra vez no tuviste tiempo para hacerlo, ¿No?... bien, hazlo, pero no tardes mucho - dije con otra sonrisa, esta vez una más natural.

- No se trata de eso - replicó con voz calmada y dulce - Es que... justo ahí, en la esquina inferior derecha, hay un signo interesante, también lo vi en la parte de la profecía que no pude descifrar.

- ¿En serio? - indagó Osen - Probablemente eso sea nuestra esperanza, papá

- Posiblemente, si logro entender el contexto de éstos símbolos, es probable que encontremos la respuesta a muchas cosas.

Escuché todo eso, pero no puse atención, en parte sí me desesperaba que en sus últimas horas en el Digimundo se pusiera ha hacer eso; aunque comprendo perfectamente que es su modo de vivir y disfrutar las cosas; Tentomon estaba acostumbrado a las actividades de Koushiro, su adaptación era natural, se había sentado cerca de Izzy y en ocasiones hacía comentarios sobre lo que su compañero hacía, tenían su manera de llevarse, y yo no quería interrumpir, ¡Pero tampoco me iba a aburrir!, ¡Había rejuvenecido!, mis arrugas eran historia, y si mi mente estaba gastada, al menos mis ánimos no, yo me iba a divertir, y lo iba a hacer a mi manera.

Observé la entrada al laberinto que había cruzado hacía muchos años, me dieron unas ganas terribles de adentrarme al sitio, de explorarlo y tener una aventura... ¿YO?, ¿Buscando el peligro?, ¡Rayos, había enloquecido!, pero no importaba, yo quería volver a vivir y esta era una manera de hacerlo. No sentí que hubiera peligro, no había ningún digimon con engrane negro a la vista, habíamos acabado con la maldad. ¡Estaba decidido!, yo entraría a ese laberinto y saldría por mi propia cuenta, seguro que al cruzarlo, encontraría el camino.

Me apresuré a entrar, no quería que los niños o Izzy me vieran, iban a pensar que estaba loca por buscar el peligro... ¡Bah!, ya no hay riesgo, ahora sí puedo ser valiente.

- ¿A dónde se dirige? - preguntó Osen, ¡Ay, no, que mala suerte!, me había descubierto - Podría ser peligroso.

Bueno, la iba a ignorar, pero no puede, así que le dije lo más severa que pude.

- ¡No vas a detenerme!, podré verme como una niña, pero sé lo que hago, soy una adulta - le recriminé, como si ella me hubiera negado algo, observé que inclinó la cabeza.

- No... no quiero detenerla, sólo pensé que... bueno, no importa - decía con nerviosismo - en ningún momento quise ordenarle algo... pero, ¿Podría ir con usted?

¿Por qué quería ir conmigo?, bueno, eso no importaba, aunque ya no era la misma, había algo en lo que nunca cambiaría: No me gustaba estar sola.

- Por supuesto, preciosa - dije mientras seguía caminando.

Ya nos habíamos adentrado, caminábamos con buen ritmo por esos lugares, la pequeña pelirroja no iba muy convencida, sabía que no había hecho lo correcto, sin embargo, seguía tras de mí, cargando con euforia a su Motimon.

- ¿Por qué no llamó a su Digimon? - me preguntó.

- Palmon no hubiera querido verme entrar aquí - comenté - por cierto, Osen, ¿Cuándo dejarás de hablarme de usted?, no soporto que lo hagas, no ahora que soy una niña de nuevo.

- Lo lamento - se disculpó, como toda una damita - supongo que es la costumbre.

- ¡Nada de costumbre! - rezongué - ¡Lo que son las cosas!, mi hijo Benjamín se ha olvidado de que soy su madre y tú, me tratas como si fuera una anciana, ¡No lo entiendo!

- Trataré de ser menos formal - dijo con nervios al verme alterada.

- ¡Oiga, Osen sólo trataba de ser amable! - defendió Motimon.

Tal vez había sido ruda con la niña, pero la verdad es que me descontrolaba y muchas veces no sabía cómo actuar ante ella.

- Tranquilo, Motimon - replicó con voz firme - es mi culpa, no sé como comportarme.

Sus palabras eran sabias, y tenía toda la razón, ninguna de las dos tenía una idea de cómo comportarse ante la otra, y eso, era aterrador. ¿Qué haría?, pues nada, sólo trataría de divertirme y hacerla pasar un buen rato.

- Olvida lo que dije, y busquemos una salida - dije con optimismo.

- De acuerdo - contestaron el digimon y la hija de Izzy.

-- Izzy ---

- No, no podré hacerlo, Tentomon - dije sin dar crédito a mis palabras, me sentía como un inútil - cada vez que llego a ese signo, olvido lo que ya había descifrado, es como una maldición...

- No te presiones Izzy, tómalo con calma - apoyó mi mejor amigo, que tenía forma de una catarina.

- No me gusta perder de esta manera, ¡Y ese maldito símbolo me ha vencido de nuevo!... tal vez quiere decir que no puedo cambiar el destino, que las cosas pasan porque sí, no soy Dios para evitarlas o desviarlas, y creo, creo que debo de aprender a quedarme con dudas - mi compañero digital no me respondió inmediatamente - ¿Qué me ves? - le pregunté a notar su verde mirada en mí - ¿Tengo algo en la cara?

- ¡Es que has madurado mucho! - respondió inesperadamente - quería que volvieras a ser niño para decírtelo, cuando eres grande, hay cosas que no te puedo decir.

- ¿Quiere decir que hay secretos entre los dos? - le indagué mostrándome ofendido, pero no lo estaba.

- Siempre ha habido secretos entre los dos - me recordó él.

- Ya lo sé.

Ser niño me hacía sentir verdaderamente torpe, mi estatura no era notable, nunca lo ha sido, pero cuando tenía 10 años parecía tener unos 8, mis movimientos podían ser ágiles hace mucho tiempo, pero ahora sentía que este cuerpo no era el mío, como si fuera artificial, como si esto fuera un sueño. Probablemente me recriminaría toda la vida por no estar gozando esto, por no jugar y decir cosas como cuando niño, pero no recordaba cómo debía ser o comportarme, y no quería defraudar a Tentomon.

- ¿No te estás divirtiendo, verdad? - cuestioné con severidad - De verdad quisiera comportarme una vez como tú lo deseas.

- Izzy, a mí sólo me gusta que seas tú mismo, si concordé con los demás Digimons en este deseo, fue porque quería verte como la primera vez que nos conocimos, ese fue un día muy especial.

- Comprendo...

El malencarado Ben entró a las ruinas, lo vi caminar directo a mí, parecía incómodo.

- ¿Dónde está mi mamá, Izzy? - preguntó como si yo supiera, Palmon y Tanemon estaban tras él.

- No tengo idea, probablemente esté afuera - contesté sin voltear, seguía afligido por mi derrota.

- ¡No está afuera!, estaba aquí dentro, junto a la cerebrito - gritó algo histérico - ¿Qué no te importa?, ¡Oye, no me ignores!, ahora los dos somos niños y no me voy a censurar.

Creo que la poca paciencia que tenía, se me había esfumado, no es que no tuviera experiencia con niños varones, había ayudado en la crianza de Toshiro y Taiki, yo mismo era niño, pero Ben, ¡Ese Ben!, sí que me sacaba de quicio, ahora mismo me estaba retando.

- Será mejor que te calmes - sentencié enojado - si no, haz lo que quieras, Ben.

El chico estaba fuera de sí.

- ¡Claro que hago lo que quiero!, y si no cuidas a mamá, te haré pagar - dijo lanzándome un puñetazo, ¡Dios mío, mi hijastro me había golpeado! .

Recibí el puñetazo sin quejarme, tenía mucha fuerza, pero no me tumbó. Lo miré a los ojos, él había tomado su puño derecho con su mano izquierda, sus ojos miel estaban llorosos, de no ser Ben, juraría que estaba arrepentido.

- Debes odiarme - repliqué muy contrariado - pero no es sano que seas así de posesivo. Seguramente Mimi, Motimon y Osen entraron al laberinto, trataré de localizarlas con la laptop.

Me di la vuelta y seguí tecleando, y aunque no lo veía, Ben se dejó caer, comenzó a llorar y se arrastró hacia donde me hallaba. Tímidamente tocó mi camisa naranja.

- Perdón - murmuró muy arrepentido - ¡Perdóname!, ¡Te pegué por idiota!, pensé que había cambiado, pero no es así, soy malo, soy un niño muy tonto.

- Ben... gracias - respondí, me sentía muy apenado - debí cuidar mejor de las chicas.

- ¡No, no es eso! - gritó - ¡Es que me simpatizas, pero quiero odiarte!

- ¿Qué? - ahora sí que estaba confundido.

- ¡Sólo perdóname! - me respondió, yo no podía hacer otra cosa, mas que, perdonarlo.

- Te perdono, ¿De acuerdo?, hagamos las paces, y rescatemos a las niñas

--Mimi---

- Creo que no fue buena idea entrar al laberinto, ya nos perdimos... - dije muy molesta conmigo misma - ¡Qué tonta!, ¡mira, ya hemos pasado por este pasillo más de dos veces!

- Sí, posiblemente el camino tengamos qué hacerlo nosotras - opinó Osén - tendremos que destruir las paredes, pero no sé cómo hacerlo, si Palmon estuviera con nosotras, podría Digievolucionar a Togemon y su boxeo nos ayudaría, pero no está.

- ¡Osen, déjamelo a mí! - exclamó Motimon, muy feliz.

La luz de la Digievolución acogió al rosa ser, y Motimon pasó a ser: Tentomon.

- ¡Excelente, puedes digievolucionar! - gritó Osén, muy contenta - ¿Cómo lo hiciste?, ¡Te ves muy bien!

El joven Tentomon se sonrojó.

- Es parte del deseo de los digimons.

- ¡No! - se entercó mi hijastra - lo que pasa es que ahora tengo un emblema, una razón de ser, y te doy fuerzas para que te hagas más fuerte - dijo muy convencida - estoy muy orgullosa.

- Pero con Tentomon junior no será suficiente, ¡El hyper trueno no romperá paredes! - desalenté, bien, tal vez debí mostrarme optimista..

Escuchamos unos ruidos, la pared a nuestras espaldas se rompió.

- ¡Mimi, Osen!, ésta es la salida - dijo una voz que reconocí como la de Ben.

- ¡Soy tu mamá, niño! - regañé, pero me mostré contenta.

- Sí, madre, como digas - siguió él, ¡Guaaauu!, se estaba civilizando, al menos me llamaba "madre" en vez de Mimi.

- Esto de salvar a gente en laberintos se está haciendo costumbre - dijo Izzy, estuve a punto de correr y besarlo, pero me contuve - vayamos con los demás.

- ¡Ben, Motimon se hizo Tentomon!

- ¿En verdad? - entonces mi hijito vio a Tentomon - ¡No te creas mucho por eso, seguro que Tanemon puede hacerse Palmon!

- ¿Ah, sí?, pues quiero verlo - dijo ella, como presumiendo. El gusto no le duró mucho, porque Tentomon junior volvió a ser un Motimon - ¿Qué pasó, perdiste tu fuerza?

- No lo sé, Osen

- Bueno, no importa.

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Mientras tanto
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--Hikari---

- Esta es la tumba de los Nunemons - dije señalando una cruz - sólo es simbólica, los digimons no necesitan tumba.

- Es verdad - comentó mi querido Toshi - cuando ellos mueren, sus partículas se desintegran, todo su cuerpo se convierte en mariposas fugaces... se van volando, y llegan hasta la ciudad Inicio, donde renacen.

- Tienes razón - afirmé.

- Ojalá hubiera matado a un digimon, y no a Genai, en él no se vieron esas mariposas coloridas... supongo que murió para siempre.

- El hubiera no existe... Toshi, ¿Cuándo dejarás de lamentarte?

- No soy débil por sentirme culpable, tú y Gatomon se sienten así por la muerte de Wizardmon, ¿No es así?

- Tienes razón, es algo inevitable.

- Pero no por eso me voy a dejar vencer, así que no te preocupes por mí - replicó con serenidad.

Nos hincamos delante de la cruz simbólica y arrojamos flores, Toshiro hizo como si rezara, probablemente no lo estaba haciendo, yo tampoco, no podía rezar. Gatomon estaba a mi lado y no me quitaba la vista de encima. Me sentía extraña, como si mi espíritu revoloteara en mi nuevo joven cuerpo, quería sentirme niña y no lo lograba, y es que, aunque el ser humano no lo acepte, hay cosas que cambiarán y no volverán a ser las mismas aunque lo deseemos, me sentía mal, pensé que Gatomon quería que me comportara como la Kari de 8 años.

- Kari, ¿Sabes por qué pedí que te hicieras pequeña? - me interrogó Tailmon (Gatomon)

- Querías verme como la primera vez - respondí, sin pensar mucho.

- No, al contrario, quería despedirme como la primera vez - dijo sabiamente - quería que a la hora de irte, me dijeras "Nos vemos", para así albergar la esperanza de volverte a ver - hizo una pausa, exploraba mi alma con su mirada - pero no dirás eso, ¿Verdad?, sientes que no nos volveremos a ver...

Es verdad, yo no podría despedirme como en 1999, no es que hubiera perdido mi personalidad, ni siquiera mi emblema, ¡Tampoco la infancia!, porque vivía de esos recuerdos; simplemente no podría hacerlo, no estaba segura de nada esta vez, y no me gustaba actuar sin saber.

- Yo nada más sé algo, Gatomon - traté de decir - Quiero que albergues la esperanza necesaria, sólo así podremos volver a vernos.

Salamon nos miraba atentamente, Toshiro tenía los ojos cerrados y pretendía estar en otro mundo, pero sé que ambos nos escuchaban, y en lo profundo de sus seres, albergaban la fe que había propuesto, la fe eterna de creer que existe una Luz.


--Takeru---

Lo sabía, tenía el presentimiento de que la Ciudad del Inicio estaría llena de digihuevos, para serles sincero, nunca había visto tantos juntos. Tuve el enorme deseo de criarlos a todos y esperar a que nacieran, recordé cuando Patamon y yo la habíamos hecho de niñeros, ese día me había sentido muy importante.

Mi hijo Seiyuro bajó de Pegasusmon después de mí y admiró el lugar, tenía dibujado en su rostro una sonrisa alentadora, pero muy diferente a la mía, se veía que no era tan maternal como yo.

- Impresionante - opinó mientras se acercaba a uno de los huevos - Si nacen todos al mismo tiempo, habrá grandes problemas de población... ¡qué digo, sobrepoblación!

- Ehhh, sí, tienes razón.

- Es una suerte que Tokomon y los demás hayan podido nacer antes, ¿verdad?, bueno, no es tan bueno, se harán ancianos mucho antes, también.

- ¡Seiyuro, no exageres! - replicó Patamon, que había dejado de ser un Pegaso digimon.

Caminé hasta él y cargué uno de los huevos; comencé a acariciarlo.

- Sé que no es mucho tiempo, pero podemos aprovechar para cuidarlos.

- ¿Cuidarlos?, ¿no será mejor dejar que nazcan solos?.

- Yo creo que es mejor cuidarlos, para que estén mejor atendidos.

- No, lo contrario, si nos quedamos, cuando nazcan, se acostumbrarán a nuestros cuidados y luego sufrirán - insistió Sei, pero no habló más y me imitó.

- Bueno - dije con esa extraña vocecita que tenía - me queda muy poco tiempo en el Digimundo, y quiero hacer esto; pero tú no tienes que hacerlo, puedes ir a nadar al lago con Tokomon.

- Olvídalo, sabes muy bien que aunque no me guste hacerlo, lo haré.

- ¿Por qué, Sei?

- Porque eres mi padre - contestó casi con ironía, pero luego se puso serio - aunque, tal vez lo haga porque quiera imitarte.

- ¿Imitarme?

- ¡Eso mero! - exclamó - me gusta como te comportas, lo que haces, y como te expresas, cuando era más pequeño, no era como tú, y... la verdad, me hubiera gustado ser como Takeru Takaishi.

Realmente no me imaginaba que el estereotipo a seguir de mi hijo, fuera justamente yo; me sentí agobiado, Seiyuro tenía una personalidad única, jamás me gustaría que fuera como yo, pero él, sin darse cuenta, lo era (en parte).

- ¡A mí me gusta como eres! - lo apoyó Tokomon.

- Gracias... jeje, soy simpático, ¿Verdad?

- ¡Oye, tampoco olvides la modestia! - respondió Tokomon.

- No te das cuenta, hijo - le dije, pero me sentía algo ridículo hablándole en ese tamaño - pero cuando eras pequeño, tenías las cualidades más importantes en un niño.

- ¿En serio?, pues me lo voy a creer - Sei parecía haber dejado el espíritu serio, le gustaba ser positivo - ¡Tokomon, ayúdanos!, bueno, hasta eso que no se te puede pedir mucho en ese tamaño.

Sei siguió cuidando de los digihuevos, y no se dio cuenta de cuando su pequeño Tokomon, se volvió un... ¡Sí, era un Patamon!.

El Patamon de mi hijo me obligó a callar, voló hacia Seiyuro, y le dio la sorpresa de su vida.

--Miyako---

- ¡Mira Satoru, allá abajo hay una ciudad!

- ¡Es una ciudad de juguete!, ¿Verdad, Zetaro?

- ¡Sí, hermanito!

- Hijitos, Bajaremos a que jueguen -dije sin pensarlo dos veces, me sentía muy feliz en esos instantes, sabía que ese gozo iba a ser temporal, estaba consciente de que muy pronto dejaría de ver a Hawmon para siempre, pero no quería pensar en eso, porque en esos momentos era joven de nuevo, traía la ropa con la que solía visitar el Digimundo, y lo mejor de todo era que Satoru había crecido lo suficiente como para disfrutarlo.

- ¡Bingo! - gritaron tratando de imitarme. ¡Ah, que niños tan tiernos me dio Dios!

Halsemon bajó al suelo, y en cuanto pusimos el pie en la tierra, Satoru y Zetaro corrieron a ver los juguetes, recordé al enorme digimon del felpa que cuidaba la Ciudad de los juguetes, Mimi se refería a él como el Alcalde del lugar y en varias ocasiones había ido con ella para que él nos diera mucha alegría con su ataque de corazones rojos.

Estuve viéndolos jugar un momento, y me di cuenta, de que aunque era físicamente era una niña de 12 años, mientras Zet y Satoru estuvieran frente a mí, jamás me volvería a sentir pequeña, siempre tendría responsabilidades, ¡Tres enormes responsabilidades!.

- Yolei...

- Sí, Hawmon - respondo a su educado llamado.

- ¿Recuerdas que cuando te conocí, no querías pelear y tenías miedo de subir en mí?.

- ¡Claro, lo recuerdo muy bien!

- Me da mucho gusto haberte cuidado todo este tiempo, hemos sido buenos compañeros, ¿No es así?

- Los mejores - aseguré.

- Y también ha sido un placer pelear contigo; pero tenía que decírtelo en esta forma.

- ¿De niña?, ¿Por qué?

- Porque así te conocí, así es más sencillo.

Dejamos de hablar y caminamos muy contentos hacia los niños, los vi platicando muy animados, me acerqué a ellos, y me puse a expiarlos... jeje, creo que aún quedaban mañas de la vieja Yolei.

- Satoru, ¿Vienes del futuro?

- No lo sé, Zet.

- Cuando tú tengas 5 años en verdad, yo tendré como 14.

- Sí, pero yo no te recuerdo grandote, sólo de esta manera - dijo mi pequeñín - no creo que venga de un lugar.

- Es verdad, a lo mejor, nada más creciste.

- ¡Pues yo no entiendo, Zet!

- ¡No te preocupes, Sato-kun!, como tu hermano mayor, prometo hacer que entiendas, le preguntaré a Osen.

- ¡Ah, a tu novia!

- Pues, algún día.


--Taichi---

Me prometeré a mí mismo grabar cada una de las vistas que mis ojos captan, el Digimundo es sorprenderte, siempre me he preguntado cómo surgió y porqué existe, parece que fuera ayer que Kari y yo encontramos nuestro primer digihuevo, toda mi alma parecía una licuadora de sentimientos, ¿Por qué tenía que crecer tan rápido?, ¿Por qué la vida era fugaz?, separarme de Agumon iba a ser complicado, pero mientras yo lo llevara muy dentro de mí, su recuerdo me ayudaría, sería reconfortante, y llegaría a viejo con los mejores recuerdos de este lugar, de estas aventuras, de mi vida.

Nada es para siempre, y prefiero separarme de este mundo, sería penoso que Agumon me viera morir, así que pienso que es mejor así.

Mi hijito está muy alegre, disfruta mucho montado en Metalgreymon, su cabello se mueve con el viento, pienso que se le verían muy bien mis googles; creo que se los regalaré, ahora que he vuelto a ser un niño, se formó una base de datos de mi antiguo vestuario.

- Papá, ¿Puedes bajar?

- ¿Ya te aburriste, Taiki?

- No, pero quiero ver el mar de esa orilla, justo ahí, donde están esas casetas telefónicas, el agua se ve azul verdosa, pero es transparente.

- Sí, queremos bajar - apoyó Koromon.

- De acuerdo, me dará mucho gusto ir ahí.... ¿Recuerdas, Metalgreymon?

- Claro, Tai - dijo este - en ese lugar fue la primera vez que digievolucioné en Greymon.

Bajamos, como Taik lo quería. Mi hijo corrió al mar y llenó su bule de agua del Digimundo, seguro la quería de recuerdo.

- Debe ser muy difícil que dejes todo esto - me dijo - has vivido tanto en este mundo, lo has salvado tantas veces, que debes tener muchas ganas de llorar por tener que irte.

- También es complicado para ti, Taik

- Sí, lo es, pero tú tienes toda una vida aquí, yo sólo 10 años.

- ¡Oye, tu padre aún es jovencito de corazón!

Adoro a mi hijo, y su forma de ser; no se parece a mí tanto como dicen y creo que tuvo la suerte de no tener mis errores garrafales.

- Mira, papá, ¿No es ese el Birdamon de tía Sora?

- Sí. ¡Sora! - le grité a mi mejor amiga - ¡Por aquí!

Birdamon se acercó, también venían Mayumi y su Digimon.

- Es una lástima que no tenga una mamá tan linda como ella, ¿No? - dijo Taik, sin ironía, pero con tristeza.

- No te lamentes por eso, la madre que se nos da, siempre es la adecuada para la ocasión.

- ¡Taiki, no estés triste! -ayudó Koromon.

- No estoy triste, además, yo no quiero una mamá.

Me hace sentir mal que mi querido niño se exprese así de su madre, mi intención nunca fue que la odiara, sólo que no pensara en ella, pero parece que siempre me salen las cosas mal, y ni siquiera me doy cuenta.

Sora y compañía aterrizaron muy pronto, las dos niñas sonreían.

- ¡Viajar en Birdamon es maravilloso! - exclamó mi futura nuera, ¡Eh..!, sé que me adelanto, pero aunque parezca obsesivo, no descansaré hasta ver a mi hijo casado con la primogénita de Matt, bueno, si veo que se aman, tampoco obligaré a la pareja.

- Pues yo creo que es mejor viajar en Metalgreymon - defiende Taik, como si fuera una competencia - ¿Verdad, papá?

- Claro, no sé qué le ven de maravilloso andar colgadas con una mano de la garra de Birdamon - admití, quería que Sora pusiera la cara "fúrica-divertida", era una de sus mejores a los 11 años.

- ¡Tai, no sabes lo que dices! - exclamó haciendo el gesto que les comenté.

Mayumi y Taiki siguieron hablando, no sé de qué, quería hablar con Sora.


--Sora---

Sabía que Tai quería platicar a solas conmigo, así que lo seguí. Me sentía muy rara, como si las fronteras que habíamos alzado ya no existieran, parecíamos de nuevo dos niños de 11 años, y... tengo que admitirlo, a esa edad, él me gustaba.

Era muy triste dejar a Biyomon, siempre había sido un digimon muy consentido, y aunque al principio yo no me acostumbraba a cuidar a mimados, ahora era toda una experta.
¿Cuánto hace que dejé de ser pequeña?, ¿Cuánto hace que dejé de ser la Sora niña?, ¡Oh, no lo sé!, pero me hecho de menos.

- Sora, todo es más bonito así, ¿A que sí?

- Tienes razón, cuando eres niño, todo es mucho más sencillo, hay menos responsabilidades...

- Todo a su edad es proporcional, tú siempre fuiste una niña juiciosa y valiente, ¡Todo un prospecto a seguir!... eras mi tesoro.

No pude evitar preguntarle.

- ¿Es que ya no lo soy?

- Sí, pero no se lo digas a Matt.

Me sonrojé, es que parecía que el pasado regresara.

- Quiero que me hagas dos favores, querida amiga.

- De acuerdo.

- Primero: Nunca cambies, y no permitas que dejemos de ser amigos.

- No hay problema - repliqué, muy contenta.

- Segundo: ¡Juguemos fútbol!

- ¿Fútbol?, Tai, dejé de jugar después de terminar la primaria.

- ¡Vamos, Sora, no seas mala!, luces como una niña

- ¡Está bien!

Entonces mi mejor amigo gritó.

- ¡Oigan, tortolitos, juguemos un partido de fútbol!

Me dio risa que Mayumi se sonrojara y que Taiki se pusiera nervioso, "¿Tortolitos?", menos mal que mi Matt no está para verlos.

- ¡Ya vamos, papá! - gritó Taiki.

Entonces recordé que nos hacía falta algo muy importante.

- Tai, no tenemos balón.

- Claro que sí, ¡Agumon, en posición!

- Está bien, Tai, pero no me pegues duro.

Agumon adoptó forma de pelota y el desconsiderado de Taichi, lo pateó con fuerza, el dinosaurio naranja de mi amigo no se quejó, estaba impuesto a eso.

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En otro lugar de la isla file
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--Joe---

Imperialdramon aterrizó justo en el sitio donde había un tren, más bien un trolebús, recordé que en ese mismo vagón habíamos pasado la primera noche que estuvimos en el Digimundo.

Cuando era chico, siempre me tomaba las cosas en serio, me preocupaba en exceso y aunque era el mayor, también era uno de los más paranoicos, creía que mi misión era proteger a los más pequeños, me sentía responsable. Un defecto mío era culparme en exceso y sobre todo acarrear con preocupaciones ajenas; todo eso, de una manera, me lo reprochó Gomamon; mi mejor amigo siempre que me quiso ver fuerte, quería que fuera valiente y que se me quitara lo indeciso, yo creo que no lo logró del todo, pero aprendió a quererme como soy; probablemente vio cosas buenas en mí, se dio cuenta de que era consciente y precavido. Lo que sí sé, es que cada uno de mis amigos aprendió cosas de mí, así como yo cosas de ellos.

Dicen que las despedidas no son bonitas, pero yo creo que sí. No encuentro mejor manera de decirle adios a mi compañero de toda la vida.

- ¿Sabes, Joe?... creo que fui el único digimon que riñó con su compañero - dijo mi amigo con picardía - ¿Estuvo mal?

- Al menos fuiste sincero.

- Cuando te ves pequeño, me dan muchos deseos de jugarte bromas.

- ¡Ni lo digas!

Gomamon se retiró sonriendo, me dijo que iría a ver qué hacían Doguen y los demás niños. Daisuke y Ken conversaban por ahí, Cody estaba con su Armadillomon, seguramente platicando, y Matt, bueno, él estaba cerca de mí, tocando su armónica.

Recordé el momento en el que decidí seguir a Yamato, lo quería imitar, quería encontrar mi camino, ni siquiera analicé que tal vez él estaba más perdido que yo, Matt era valiente y rebelde, se dejaba guiar por sus sentimientos... yo quería ser como él; incluso, en mi terquedad, dejé sola a Mimi.
Me acerqué y tomé asiento.

- ¿Te molesto? - pregunté

- Claro que no - aseguró con una mirada sincera -Joe Kido no es un amigo que moleste, eso déjaselo a Tai.

Parecía tener ganas de bromear.

- Bueno, estoy seguro de que cuando me rescataste en ese restaurante, sí fui una molestia.

- ¿Bromeas?, gracias a ti en esa ocasión Garurumon se convirtió en Weregarurumon, lograste que mi emblema de la amistad brillara.

- ¡Pues fue todo un honor! - exclamé con ánimos, me gustaba oír a Matt de manera tan segura y directa, y creo que hice bien en tomarlo como ejemplo, posiblemente estuvo perdido, pero ya encontró su camino.


--Yamato---

No es tan sencillo, no es fácil... pero cuando las cosas son así, lo mejor es no creer en ellas. Así que aunque sabía que separarme de mi Gabumon era difícil, tenía que aprender a vivir con ello. Mucho tiempo me consideré muy seco e insensible, otros creían que era obsesivo y frío, pero todos nos equivocamos, yo sólo soy melancólico. Y ahora que mi figura ha retornado y rejuvenecido, me gusta mirar mi infantil rostro en el agua, me veo, y sonrío, pero no recordaba tener esa sonrisa, generalmente sufría mucho, mi corazón estaba pasando por una mala racha. Ahora, ya que estoy conforme, se me facilita sonreír e intentar ser simpático, y no son sentimientos forzados, ¡para nada!, es algo natural... creo que estoy conforme.

Dejaré de ver a Gabumon, pero me conformaré con su recuerdo, siempre fue el más fiel de mis amigos; al menos, el único que me cubrió con su piel. Joe platica conmigo animadamente, y, ¿Saben?, me siento muy afortunado al haber tenido el emblema de la amistad, porque, no hay nada como tener a alguien con quien contar.

En estos momentos soy un niño, siento como uno, pero soy adulto, y mi mente desliza hechos sólo permitidos a mi edad... por cierto, ¿Dónde estará Sora?, fue muy mala jugada de su parte abandonarnos a Kotty y a mí, pero bueno, lo ha de haber hecho inconscientemente.

- ¡Papá! - gritó Kotty, mi hijito menor - Ahora que eres chico, ¿Podrías jugar con nosotros?

- Sí, por favor - pide Tsunomon.

- ¡Pero qué dices, Kotaro! - regañó Doguen - Nuestros papás se verán pequeños, pero son grandes.

- ¡Buaaaa!, es que yo quiero jugar con mi papito.

- ¡Oye!, no llores, ¿Qué dices, Joe? - pregunté.

- Decir de qué - contestó haciéndose el despistado.

- ¿Jugamos con ellos? - seguí, no sé porqué, pero quería jugar.

- ¿En estos momentos?, ¿Sería adecuado?

- ¡Joe!, ¿Cuándo volverás a tener 12 otra vez?

- Bueno, tienes razón.


Me levanté de mi asiento y caminé hacia mi angelito; esto de ser papás en la niñez es verdaderamente extraño, y para serles sincero, me siento especial cuando me sucede algo anormal.

No soy el Matt atormentado por el divorcio de sus padres y la sobreprotección a su hermano, he regresado a ser niño, pero ya no tengo esos traumas.


--Cody---

Yuriko me ha expresado todo lo que siente respecto a que el mundo Digital se separe del real, sé que se siente muy triste consigo misma, se reprende por opinar que la separación es lo mejor, me ha dicho que ella preferiría ser como Kurumi o cualquiera de las otras niñas, está llorando e insiste en rechazar su supuesta severidad... ella es muy dura consigo misma.

Me veo reflejado en ella, en aquél entonces tenía 9 años, pero creía ser el más severo y justo de mis amigos, lloraba cuando me sentía impotente, me derrotaba con facilidad, me reclamaba en silencio cuando no podía entender a TK o perdonar a Ken, me sentía miserable; pero nunca debí sentir eso, mi actitud la tuve que haber admirado, porque era fuerte, a mi manera.

- No llores, Yuri - le dice Upamon.

- Yo no lloraba, pero ahora ya no puedo dejar de hacerlo - chilló ella - ¿No están enojados conmigo?

- ¿Por lo que dices del Digimundo? - pregunta mi Armadillomon, mi hija asiente.

- Claro que no, yo comprendo mucho tu opinión.

- ¿Y por esa opinión, soy insensible?

- ¡Hijita! - dije sin poder evitar el interrumpir - No eres insensible, al contrario, tu pensamiento es acertado.

- ¿En verdad?

- Confía en nosotros - seguí - yo también creí estar equivocado muchas veces, en ocasiones decía una cosa y pensaba en otra, no quería perdonar, pero terminé haciéndolo, porque aunque mi mente no quería hacerlo, mi corazón no descansaba... y tú, has sido muy valiente al decir lo que sientes.

- Gracias...

Guardo silencio unos momentos, el pequeño Kotaro le hace señas a Yuri.

- ¡Yuri, Armadillomon, Upamon, Sr. Cody! - dice el pelirrojo - ¡Vamos a jugar!

Mi hija de 11 años se levanta, me hace una reverencia y se marcha.

- Iré en un momento - exclamo - avisaré a Ken y a Davis.


--Davis---

¿Quien iba a pensar que iba a ver a Imperialdramon volar de nuevo?, ¿¡cómo podía siquiera imaginar que volvería a ser niño!?, todo esto es maravilloso. Cuando era pequeño, estoy seguro de haber sido el niño más feliz del mundo. Mi familia estaba llena de locos, mi hermana siempre ligando a mis amigos, y mis padres con sus cosas, pero doy gracias por tan buenos miembros. Tenía grandes amigos; una con quien pelear amistosamente, como Yolei; una a quien amar, esa es mi Kari; otro que me aconsejaba, Cody; ¡Hasta tenía un rival!... Tk; incluso, tenía la suerte de tener un mejor amigo, Ken Ichijiouji.

Era mi último día en el Digimundo, ya no vería más a V-mon... eso me ponía triste, pero si V-mon había querido volverme a ver chico, era sólo por una cosa: quería verme alegre.

- Davis, Davis...

- ¿Qué pasa, V-mon?

- ¿Recuerdas cuando querías que me convirtiera en Ultrangemon?

- Claro, estaba obsesionado con que fueras un angelito, para conquistar a Kari.

- ¿Querías que se convirtiera en un ángel Digimon sólo por eso? - preguntó Ichijiouji, se veía asombrado.

- ¡Ay!, ¿Qué apoco tú no querías que Wormmon se convirtiera en un pajarito, para gustarle a Yolei?

- La verdad, no - contestó el cruel, tiene razón, yo tenía la mente muy embobada en aquél entonces.

Me dolerá mucho no ver a V-mon todos los días, incluso estaba seguro de que Makoto lo iba a extrañar... por cierto, ¿No es aquél mi Kyo?, mmm, sí, ¿Y qué hace con Kurumi?... mmm, se ven muy animados.... jeje, emparentaré con Ken.

---Ken---

A mi mente había venido el recuerdo de Osamu, mi hermano muerto, luego recordaba el Mar Oscuro y las tinieblas... mis recuerdos se estancaban en mi época gris: Cuando era el Emperador de los Digimons. Pero gracias a no se qué, esos recuerdos estaban llenos de niebla, y mi mente remembraba con más facilidad mi recuperación y mis amigos... me gustó crecer y darme cuenta de que no estaba solo.

En todo este tiempo, Wormmon y yo éramos muy unidos, nunca me abandonó, a pesar de que yo era un desgraciado, tuvo fe en mí, como Davis y los demás elegidos, incluso Cody, quien tardó más en aceptarme, y creo que hizo bien en tardar en hacerlo, la vida no es fácil y no hay que ser confiados.

Era un niño de nuevo, mis manos eran pequeñas, nunca fui bajo de estatura, pero el haber regresado a la infancia, me hacía sentir muy chaparro, estaba del tamaño de mi hija mayor, y eso era extraño. Tuve una suerte enorme en la vida y siempre estaré agradecido, no voy a ponerme a pensar en que moriré, o a que éste es el último adios, ¡No, Wormmon!, juro que encontraré la manera de volver, después de todo, yo ya he logrado venir solo.

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Continua en la parte dos....
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