Capítulo 2: Survive.

A la mañana siguiente, Baiken no despertó.

Debían ser cerca de las 9 de la mañana, y Sol BadGuy empezaba a preguntarse si las palabras que había cruzado con la mujer que salvó la tarde anterior serían las últimas. No sabía mucho de medicina, pero había visto mucha gente agonizando, y Baiken tenía todas las papeletas para caer en coma irreversible. "No es de extrañar," pensó. "Cualquiera habría estirado la pata de inmediato o durante la noche. Pero la pequeña aún respira. Poco, pero respira. En fin, creo que esto me supera".

Sol se levantó y empezó a rebuscar entre las cosas que sacaba de su raída mochila. Con vendas y antisépicos no iba a curarle las dos costillas fracturadas, y además, ya los había usado en las heridas de la pierna. Empezó a moverse con ademanes que revelaban la prisa y frustración que sentía. No pensaba dejar morir a aquella joven en mitad del culo del mundo. Todavía tenía que explicarle demasiadas cosas. Pero para remendar aquel destrozado cuerpo iba a tener que llevarla a un hospital, y según el mapa el más cercano estaba a cosa de 800 kilómetros de donde estaba. Demasiado camino para hacerlo a pie y cargado con un herido.

Finalmente encontró lo que estaba buscando en su mochila, y se puso a montar las distintas partes de las que constaba. La batería, el transmisor y el auricular. "Menos mal que le especifiqué a aquel niñato que debía hacerlo resistente y apto para idiotas. Si no ahora debería estar estudiando el manual de intrucciones". Conectar con un satélite por GPS no era ninguna bicoca, pero al fin pudo empezar a buscar frecuencias de llamada. Estuvo trasteando con los mandos cerca de 15 minutos, hasta que se hartó y propinó un buen puñetazo a la caja receptora. -¡¡¡Maldíta sea, CONTESTA!!!- a veces las máquinas funcionaban mejor si se les gritaba un rato.

-Aquí la aeronave Ulysses. Introduzca su código de identificación, o libere esta frecuencia.

-¡¡Joder, ya era hora!!- ladró Sol por el intercomunicador-. Código Beta-Seis-Bravo-Ocho-Nueve. Ponme con el capitán de inmediato. Y dile que le llevo el paquete de Winston que le debía, él lo entenderá.

-Amigo, no sé de donde habrá sacado ese código de prioridad, pero si quiere que le ponga con el capitán preparese para ello- carraspeó el comunicador entre la estática. -Va a haber que levantarle y tendrá resaca. Será un milagro si no le manda un par de misiles como bienvenida.

-Gracias por las preocupaciones, aeronave Ulysses, pero le agradecería mucho mas si fuese cagando leches a levantar a esa calamidad que tienen por capitán y nos sacase de este tugurio- dicho esto, cortó la comunicación y se dispuso a esperar que contestasen. No iba a ser agradable su bienvenida, pero no le quedaba más remedio. Además, siempre le había encantado sacar de sus casillas a aquel aficionado.

No tuvo que esperar mucho. Apenas pasados cinco minutos la radio empezó a bramar de nuevo. Y la sarta de exabruptos que empezaron a salir por el interfono no fue breve. Lentamente, Sol se encendió un pitillo y puso los ojos en blanco mientras la radio repasaba toda su genealogía de muy malas maneras.

-¿Te has cansado ya, chaval? De acuerdo, sé que no es el momento ni el lugar para recordar deudas, pero necesito evacuación médica y un trasporte, y los necesito para ya- le contestó cuando la radio por fin cesó de proferir improperios hacia su persona.

-¿Que pasa?¿Algún marido traicionado te ha cosido la tripa a navajazos y después te ha abandonado en mitad del desierto?- volvió a recitar el transistor, esta vez con tono sarcástico.

-No tienes esa suerte, amigo. Tengo aquí un compañero que va a espicharla si no lo remiendo, así que dejemos las sutilezas para cuando me tengas en el puente. Te dejaré cebarte a gusto. Pero ahora, querido ¿quieres hacer el puñetero favor de mandarme un helicóptero?

-Caramba, BadGuy, te estás volviendo un sentimental. Eso sí que es una novedad. De acuerdo, te mandaré un helicóptero, os recogerá a los dos y curaré a tu amigo mientras te empujo personalmente por la escotilla de basuras. Dame tu posición.

Aquello ya empezaba a cansarlo. Tecleó las coordenadas de su posición y cortó el canal. El Ulysses bien podía estar en la otra punta del planeta, pero sabría que vendría a todo trapo. Mirando el cuerpo que yacía a escasos dos metros de donde él estaba, Sol buscó otro cigarrillo. Si tardaba mucho el capitán iba a cabrearse de veras. Ni siquiera iba a poder sobornarle con el prometido paquete de Winston.

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Comentarios del autor:

Vale, es cortito, pero estoy destrozado. Anoche dormí dos horas, así que supongo que refleja mi estado de ánimo. Las fiestas de pueblo son el cachondeo padre, pero dejan a uno para el arrastre. Los diálogos me agobian y la gente se me queja de que no meto más peña. ¡¡¡Pacienciaaa!!!

Kim Kapwham 21-8-2001