Capítulo 3: Our diabolical rupture.

"Su solicitud requiriendo su entrega exclusiva al caso del robo de la espada HellSlayer y la búsqueda del ladrón fugitivo ha sido rechazada. La sede central considera que un hombre de su valía y habilidades debe entregarse a todo tipo de tareas y no únicamente a un caso con pocas posibilidades de resolverse. Sus órdenes son investigar el reciente incremento de asesinatos entre bandas ocurridos en Hong Kong. En la oficina de la ciudad le informarán. A título personal, le comentaré que los privilegios que usted pudiese contar como discípulo del fallecido maestro Kliff Andersen se le han terminado. Cumpla su tarea ejemplarmente, o prepárese para entrenar aprendices.

El Estado Mayor.

París. 12-8-2157"

La han rechazado.

Ky Kyske tuvo que reprimir un grito de frustración. Estaba en mitad de la Sede de los Caballeros Cruzados en Asia, y un acto así daría que hablar en alguien que acaba de recibir órdenes. Bueno, las órdenes han de cumplirse mañana. Ky Kyske no se considera alguien vicioso. Siempre ha sido el cadete modelo. No bebe. No fuma. No se mete en peleas. No se le conocen líos de faldas. Fué el más disciplinado y joven caballero a los 16 años, el favorito del legendario maestro Kliff Andersen, famoso héroe de guerra.

Por eso su entrada en el bar de oficiales de la Orden fue recibida con un silencio sepulcral. Silencio que se acentuó cuando se dirigió al barman y pidió whisky. No un vaso, una botella.

A la media hora ya estaba razonablemente borracho. No se empieza a beber en cinco minutos. Pero hasta en esos momentos se comportaba como un caballero. No intentó armar bronca ni ligar con camareras. Se retiró a una esquina y allí siguió llenando su vaso con expresión lúgubre.

-Espero que sepas lo que estás haciendo, Ky. Algo como esto en los demás resultaría normal, pero en tu caso puede recorrer medio mundo. Te he acompañado en la academia desde los 12 años, y lo más raro que te he visto hacer es beber licor de coco creyendo que era leche. Te tiraste vomitando dos días ¿recuerdas?. Así que trata de calmarte y desembucha, porque si no podrías caer de una embolia cerebral dentro de nada.

Pierre. El fiel Pierre. Si había alguien al que Ky pudiese llamar amigo, ése era Pierre. Le había acompañado desde que eran niños. "Qué gran carrera tenías por delante, Pierre," pensó Ky. "Siempre fuiste mejor que yo con la espada. Pero tuviste que ponerte en medio cuando aquella cosa que encontramos en la cueva me lanzó una ráfaga de láser. Ahora tienes media pierna de teflón y aluminio, un pulmón artificial y te contentas con servir bebidas en una central que se está cayendo a trozos presa de su propia corrupción. A veces Dios nos juega malas pasadas. Como ahora."

-Bueno, amigo, parece que no estás del todo consciente, así que no te importará que te cambie el vaso por esta bebida. Es un cóctel mío. Espero que no te importe- le dijo Pierre, esta vez ya sentado en el reservado. La bebida tenía un aspecto asqueroso, rojo brillante, y burbujeaba. Pero Ky ya no tenía sus sentidos lo bastante despiertos para saber con quién estaba hablando, menos para diferenciar lo que bebía.

Instantes después, Ky vomitaba el desayuno y la cena de ayer, junto con una generosa ración de whisky, en el callejón adosado al club de oficiales. Afortunadamente, estaban solos. Levantamuertos, llamaba a su cóctel Pierre. Nadie sabía exactamente qué es lo que llevaba, pero se rumoreaba que contenía un huevo crudo y algo de lo que le echaban a los aviones como combustible. Desde luego, había hecho honor a su nombre. Pierre tuvo que ayudar a Ky para llegar a su habitación, pero cuando llegaron ya estaban ambos más despiertos.

-Gracias, amigo. Lamento que la habitación esté en este estado, pero ahora mismo no voy a ponerme a arreglarla. Ahora dejame sólo, o puede que tengas que aguantar varias horas de delirios de borracho- comentó Ky mientras se tumbaba en su cama.

-Y un cuerno. Si no me lo cuentas mañana estarás otra vez en la esquina, y se me ha acabado el líquido de baterías para el Levantamuertos, así que tengo toda la tarde libre.

Lentamente Ky empezó a desgranar todo lo que llevaba reconcomiendolo por dentro desde ya hacía año y medio. Su nombramiento como Caballero cruzado a los 17 años y la gran responsabilidad que entrañaba. El brillo de orgullo que tenían los ojos del maestro Kliff cuando le entregó la espada StormSlayer, una de las 3 armas legendarias que la Orden de los Caballeros Cruzados poseía. Su primera misión, un transporte de rutina de París a Londres. La caja de aspecto plano y alargado que debían proteger con sus vidas. El ataque de alguien en el Canal de La Mancha. De una sola persona, y desarmada. De aquel demonio rojo y blanco que apartó a sus mejores hombres como si fuesen muñecos de trapo y los arrojaba al mar mientras canturreaba. De cómo paró los tajos de su poderosa arma con las palmas de las manos sin que empezase siquiera a sudar. De cómo lo agarró por la pechera y lo envió inconsciente dos plantas más arriba. Y luego, la vuelta a casa. La humillación ante los jefes. El contenido de la caja, la espada HellSlayer, tan poderosa que debía ser desmantelada en Londres. El descrédito del maestro Kliff en la Orden. La enfermiza búsqeda del ladrón que llevaba desde entonces por medio mundo, la reciente muerte del maestro y su retirada del servicio en primera línea. Ahora debía trabajar en colaboración con la policía Honkongesa o retirarse.

-¿Eso es todo?- Ky asintió, y Pierre levantó la cabeza-. Sinceramente, creía queme ibas a contar alguna historia sobre alguna joven de dorados cabellos y ojos verdes, el caballero de la brillante armadura y la pesadumbre del amor a distancias. Ahora, cuando hayas terminado de autocompadecerte y culparte por algo de lo que no tuviste la culpa, levanta y escúchame. Maldita sea, aquel tipo robó la espada, de acuerdo. ¿Y qué? ¿Vas a tirar los años de entrenamiento y dedicación por un deharrapado? ¿Crees que el maestro Kliff hubiera querido verte así? Ahora debes dejarlo pasar, centrarte en otras cosas y olvidarlo. Cuando surja el momento, actuarás como es debido, pero mientras tanto, dale un poco de tiempo al tiempo.

Por vez primera en toda la tarde, Ky amagó una sonrisa. Como siempre, Pierre había cogido sus pensamientos, los había agitado y se los había devuelto en vaso largo. Quizás después de todo era mejor barman que soldado. Lamentaría separarse de él.

-¿Vas a Hong Kong? De acuerdo, pásate por este sitio- Pierre le extendió una tarjeta escrita en caracteres chinos. Sólo podía leer una cosa: Dancing Queen, en letras de molde-. Es un garito que conozco. Todo lo que ocurre en la ciudad se trama allí, y si no se sabe antes que en ningún otro sitio. Además, lo lleva una amiga mía de la infancia. Te vendrá bien conocerla. Dale recuerdos de mi parte.

Ky tuvo que reprimir su cara de espanto. La última vez que Pierre le había presentado a una de sus amigas había tenido que recorrer las calles de medio París semidesnudo porque la mujercita había intentado seducirle y ante la negativa se había propuesto llamar a su hermano que era descargador de barcos. Esperaba que aquella vez las cosas fuesen mejor que la última. Al menos, no hablaba chino.

-Ehh, no me pongas esa cara. Seguro que te estás acordando de Lucille. Venga ya, no es culpa mía si ligas por la cara, amigo. Pero reconoce que cuando llegaste estabas rojo como un tomate. Pocas veces me he reído más...

Aquella habilidad que tenía Pierre para saber lo que estaba pensando resultaba de lo más incómoda en ocasiones. Quizás, después de todo, no le viniera mal un cambio de aires...

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Comentarios del autor:

Este ya me ha salido más fino. Presentado segundo protagonista y todo su pasado expuesto. No me descontenta la personalidad de Ky, tiene 19 años y está más verde que las lechugas, como puede verse. ¡¡¡Esto son condiciones de trabajo infrahumanas!!! ¡¡¡Necesito tabaco!!!.

Kim Kapwham 21-8-2001