Capítulo 4: Holiday.
Lentamente, Baiken abrió los ojos.
Para ser exactos, el ojo izquierdo. El otro lo había perdido hace ya demasiado tiempo, cuando apenas era una niña. Si toda la gente hubira vivido la mitad de las desgracias que la joven japonesa había vivido en su infancia, se habría suicidado o estaría en algún psiquiátrico, encerrado con una camisa de fuerza.
Pero Baiken era mucho más fuerte que aquellas personas. Sobrellevaba la falta de su ojo y su brazo izquierdo con un odio interior hacia el responsable de aquella mutilación. Era un odio fiero, ardiente, que la mantenía viva y constante en su búsqueda. Auque a veces se preguntase si todo aquello por lo que pasaba valía la pena.
-Por favor, no intente incorporarse. Los puntos de su pierna podrían abrirse, y me ha costado mucho el cerrarle la herida- quien decía esto era un joven médico que la miraba desde la puerta de la habitación. No parecía mal tipo. Pero Baiken iba a enseñarle algo que le iba a hacer lamentar aquellas horas invertidas en su curación.
-¿Donde estoy?¿y mis cosas?- preguntó mientras se incorporaba, a pesar de las instrucciones del médico. Demonios, tampoco se sentía tan mal. Había sido mucho peor cuando tenía 13 años y perdió el brazo, y allí estaba todavía.
-Se encuentra en la enfermería de la areonave Ulysses, a aproximadamente 2500 metros del suelo. La trajo aquí un conocido del Capitán Stephens. Lleva inconciente casi 4 días. Al principio temí que no se librase de ésta, pero su organismo ha revelado una capacidad de curación sorprendente. El hematoma que tenía en el dorsal parecía un cuadro de Picasso, y hubiese jurado que sólo hubiera podido producirlo la fractura traumática de 4 costillas o más. Sin embargo, en las radiografías de esta mañana no indican tal cosa. Espero que sea capaz de aclararmelo, porque como médico estoy hecho un mar de dudas. Y ahora, si persiste en su intento de levantarse tendré que atarla a la cama porque no estoy dispuesto a hacer virguerías con la aguja de nuevo- el médico parecía divertido mientras le hablaba, pero el tono de voz era muy serio. Bueno, era hora de dejarle las cosas claras al buen doctor.
-¿Cuatro días dice? Entonces esto ya sobra. Ahora sea bueno y dígame donde está la persona que me trajo aquí o tendrá que improvisar otro vendaje para usted- sin miramientos, Baiken se arrancó el vendaje de su pierna izquierda. Estaba muy manchado de sangre. El médico se abalanzó para contener la hemorragia, pero se paró en seco a mitad de camino
Efectivamente, había sido tiempo perdido. La piel bajo el vendaje estaba perfectamente. Sin un sólo arañazo. Nadie diría que allí había antes 25 puntos de sutura.
El médico se había quedado con la boca abierta en mitad de la sala. No parecía capaz de decir algo coherente en un buen rato, así que Baiken se levantó desnuda y se acercó hacia el lío de ropas cercano. Allí estaba su kimono y su calzado. El médico estaba catatónico, así que no le importó vestirse delante suya. Tampoco es que pudiese decir que fuera una belleza escultural. "En otros tiempos podría haberlo sido" pensó, pero su muñón izquierdo y el ojo perdido le habían hecho perder bastantes puntos ante el jurado. Sin contar con las quemaduras de la espalda. "Esas no curarían" se recordó, pero no había venido a un concurso de Miss Universo. Aquel tipo de la placa en la frente tenía que explicarle muchas cosas. Muchísimas.
Dejando al médico todavía plantado en mitad de la sala, Baiken se encaminó hacia el pasillo. Tras un rato de andar, había descubierto que aquello no era un avión cualquiera. Era una aeronave asquerosamente grande. De improviso, tuvo que apartarse del camino de una auténtica avalancha de niños que corrían por el pasillo, gritando y pidiendo de comer. "¿Qué era aquello, una escuela?". Ninguno de aquellos críos tendría más de 15 años. Decidió dejarse de sutilezas y agarrar al último que pasaba. Era una cría con un absurdo sombrero pirata y unas botas pensadas para alguien diez números mayor que ella.
-Escucha, cría: ¿Donde está el capitán de este cacharro? Vamos, habla de una vez.
La cría se zafó del puño de Baiken con una ligereza que le sorprendío. Desde luego estaba bien alimentada. Se quedó mirándola unos instantes de arriba a abajo y luego empezó a hablar como una ametralladora.
-Ehh, señora, un respeto. No soy una cría. Mi nobre es May. ¿Y tú de dónde sales? Ahh, tú debes ser la chica que trajo el amigo de Johnny. Vaya me quitas un peso de encima. Como no salías de la enfermería no sabía tu pinta. Me alegro de que seas una vieja fea. Si llegas a estar buena habría sentido celos porque pudieses quitarme a mi Johnny. Pero con esas pintas y esa sábana vieja por encima Johnny tendría que estar tonto para fijarse en ti. Y desde luego mi Johnny es TODO menos tonto. Bueno, puede que caigas rendida a sus encantos como todas las visitantes, pero te advierto de que si le tocas un sólo pelo de su estupenda cabezammm!!!...- Baiken tuvo que taparle la boca con una mano. Las crías parlanchinas la exasperaban. Ya estaba bastante malhumorada por la situación para vérselas con adolescentes hormonadas e hiperactivas. ¿Y quién demonios era ese Johnny?.
-Vale, niña, ya has hablado bastante. Llega el tiempo de ser amable y llevarme hacia el capitán de esta bañera, y hazlo AHORA y en silencio o tendré que ponerme seria. Discutiremos mis atributos físicos en otra ocasíon- no había sido muy sutil, pero esperaba que funcionase.
Al parecer funcionaba. La cría agarró un berrinche considerable pero consiguió llevarla por un maremágnum de pasillos y escaleras hasta lo que parecía un gran hangar. La sala mediría unos treinta metros de largo, y al fondo estaban aparcados un par de helicópteros tan viejos que daba miedo montarse. En mitad del hangar dos tipos parecían estar peleando, o por lo menos estaban enzarzados. Distinguió una gabardina negra y unos pantalones blancos entre el revolcón. Si era quien creía que era el portador, iba a desear que aquel tipo le hubiese partido el cuello. Desde luego tenía intenciones, porque los juramentos de muerte y mutilación que se proferían ambos contrincantes ponían los pelos de punta. Al fondo, un grupo de quinceañeras no hacían mas que animar y apoyar al tipo de la gabardina negra. Por lo visto tenía éxito entre las adolescentes de la nave. Baiken estaba ya de muy mal humor, así que decidió dar por terminada la contienda. Se acercó a los dos hombres que intentaban hacerse sendas presas, y se concentró. Sin ademanes bruscos, introdujo su puño entre ambos cuerpos que seguían maldiciéndose.
Algo brilló por unos instantes. Después de un segundo, ambos contendientes salieron despedidos el uno del otro por una energía de color rojizo, quedando sentados de culo a unos dos metros de distancia uno del otro. Baiken no se lo pensó. Desenvainó su Katana y se dirigió hacia el caido a su derecha.
-BadGuy, maldito hijo de perro sarnoso ¿Vas a explicarme que significa todo esto antes de que te rebane el cuello?
El interpelado se levantó con una sonrisa sarcástica. -Hola, cariño. Yo también me alegro de que estés bien y nos volvamos a encontrar- no parecía muy afectado por la amenaza, pero Baiken no se amedrentó. Despertarse a dos mil metros de altura y desnuda no es que la pusiese de buen humor, y a charla con la cría lo había empeorado. Acercó el filo al cuello del caido, que parecía buscar algo en sus bolsillos.
-Señorita, créame si le digo que comprendo perfectamente los odios que pueda sentir hacia el aquí sentado Badguy, pero en mi nave no se permiten armas. Al menos si yo no llevo otra encima. Así que envaine su katana y venga a la galería cercana. Allí podremos hablar. Además, está dando muy mal ejemplo a mis hijos.
Esta vez el que hablaba era el tipo de negro. Se había incorporado y se había puesto otro ridículo sombrero pirata. "¿Es que todos aquí llevan sombreros así?" pensó. Era estúpido, pero la pinta de aquel hombre no concordaba con su aspecto. Aparentaba unos veintisiete años, rubio de pelo corto y bastante alto. Llevaba gafas de sol, y exudaba confianza en sí mismo. Pero también parecía capaz de despojarse de todo ese barniz de chulería y actuar como una persona madura... a veces.
-Muy bien, lléveme con el capitán de esta nave y hablaremos todos- suspiró Baiken mientras envainaba la espada. Sol se levantó tranquilamente y se encendió un pitillo. Parecía capaz de fumar en las circunstancias más inverosímiles.
-Bastará con que vayamos a la galería contigua. Le agradezco que entre en razón. Y si busca al capitán del Ulysses, me temo que lo tiene delante- le habló el hombre de negro mientras hacía ademanes a las docenas de adolescentes para que evacuasen el hangar. Dicho esto, se encaminó hacia la puerta, mientras Baiken se preguntaba en qué clase de navío había ido a caer para que un tipo como ése fuese el capitán.
Un cuarto de hora más tarde, los tres se encontraban en el camarote del capitán Jonathan Stephens. Johnny, para el 99% de la tripulación. Baiken se puso a mirar por uno de los ventanales que cubrían la pared. No veía mas que aguas azules. Debía estar sobre el Pacífico o sobre el Atlántico. Johnny se sirvió un vaso de ron y le ofreció otro a Baiken. Cuando Sol hizo ademán de pedir uno para sí, Johnny ya había guardado la botella. Tipo precavido, ya que se conocía las tendencias de Sol al beber. Era capaz de acabar con todas las reservas de alcohol de la nave y empezar a beber chupitos de combustible de los motores.
-Señorita, ante todo déjeme expresarle mi alegría por su rápido restablecimiento. Casi diría que milagroso. Me han comunicado que ha dejado al doctor McCoy algo así como alucinado. Pero ya que estamos todos tranquilos y en familia, ¿vas a dignarte decirme porqué movilizas mi nave, me desvías 600 kilómetros de mi ruta original y me haces perder una ingente cantidad de dinero, BadGuy?
Sol tenía cara de fastidiado. Le costaba mucho explicar sus actos, pero esta vez iba a tener que tragar. Después de todo, llevaba cuatro días viviendo de gorra en el Ulysses, y salvo la pelea de esta mañana, Johnny se había mostrado cordial, dentro de sus límites.
-Muy bien, tranquilos todos que el menda va a hablar. La cosa es simple. Me paseo por Nueva York cuando veo que a la aguerrida señorita aquí presente la atacan tres gears. La salvo de dos de ellos, pero está herida de gravedad. Y como no voy a dejarla ahí para los cuervos, te llamo para que la evacúes y tan contentos. ¿Feliz?- estaba casi rozando el cabreo. Pero Johnny sonrió. Aquello le había costado bastante dinero. BadGuy iba a tener que tragar mucho más. Muchísimo.
-Inmensamente, pero eso no explica ni la mitad de las cosas. Primero, que salves a esta señorita en concreto y te muestres tan preocupado por su curación cuando no la conoces de nada. Si fuera otro, díría que andas detrás de ella, pero en tí es caso perdido. Y segundo, no explica que la señorita aquí presente lleve un arma de más de 200 años de antigüedad y sea capaz de terminar con la vida de un gear plenamente operativo, como se te ha escapado al decir que te cargaste a dos. Por no hablar del hecho de que llegase aquí en coma terminal y hoy sea capaz de separarnos a ambos con un brazo- bueno, el tema de la chica era asunto suyo, pero si mataba dos pájaros de un tiro mejor. Siempre le habían atraído las mujeres misteriosas.
En ese momento Baiken se levantó y empezó a hablar. Tenía tan mala cara como Sol, pero parecía que iba a ponerse a soltar verdades. "Demonios del mar, parecen marido y mujer" pensó Johnny para sí. Pero no quiso interrumpir.
-Sobre el asunto del interés de BadGuy por mi persona, no estoy del todo segura, pero apostaría que tengo algo de idea. Supongo que todo se basa en que haya sido capaz de cargarme a uno de esos bichos y curarme tan rápidamente. No pienso dar detalles, pero sólo le revelaré, capitán, que soy distinta. No soy humana al ciento por ciento. Me curo más rápido y soy más fuerte. No pienso decirle las razones, tendrá que conformarse con eso. La Katana que llevo es herencia familiar, y está mejor conmigo que cogiendo polvo en un museo. Ahora, si no quiere tener a mi persona a bordo, le sugiero que enfile a tierra y me deje en el primer sitio que encuentre. Le agradezco las atenciones.
Dicho todo esto, se sentó y adoptó una postura que Johnny le recordaba a algo. La atmósfera se estaba haciendo tensa por momentos. Mejor quitar un poco de hierro al asunto. Más tarde descubriría a qué le recordaba. Era un documental de la televisión. Describía a una leona acorralada dispuesta a saltar hacia delante al mínimo movimiento.
-Señorita, deje que le haga una observación. En esta nave nadie es rechazado. Nadie. Crecí huérfano, y el que me dedique a la piratería no significa que sea un mal tipo. Mis asaltos son rápidos y sin muertos. Y en mi nave acojo gentes de todo tipo. Desde drogadictos a los que desintoxico hasta huérfanos de guerra. Habrá visto a muchos de ellos por los pasillos. Así que puede tener la seguridad de que aquí nade va a echarla. Si decide quedarse será bienvenida, y si decide marcharse le dejaremos donde desee. Así trabajo y así se hace en mi nave.
De improviso Sol empezó a reirse. A mandíbula batiente. Con carcajadas que retumbaban por media nave. Johnny estaba acostumbrado a estos ataques de risa, así que esperó a que terminase y se enjuagase con la mayor dignidad que pudo adoptar. Jodido BadGuy, siempre le estropeaba los discursos.
-Ahh, que ataque de risa. Chico, siempre me olvido de ese pico de oro que tienes- se enjuagó una lágrima y se encendió el penúltimo pitillo de la tarde antes de continuar-. Esto vamos a hacer. Vas a dejarnos en Hong Kong. A los dos. Te pilla de paso y no me mientas. Y después de eso quedará saldada la deuda que tienes conmigo por sacarte de aquella apestosa prisión de la Orden Cruzada. ¿Te viene bien?
Escuchado eso, tanto Baiken como Johnny estallaron. La falta de respeto de aquel maleducado ya pasaba de lo aguantable. Johnny le reprochó el que le viniese con esas cuando se había escapado porque Sol reventó su pared de celda aparte de la suya y la contigua. Baiken profirió amenazas de todo tipo si pensaba que iba a dejarse arrastrar a una reserva japonesa y dejarla allí como una atracción de museo. Cuando por fin se calmaron,. Sol contestó muy tranquilo con una sonrisa:
-Vamos a Hong Kong porque yo tengo que visitar a un amigo. Creo que ese amigo puede darte un par de respuestas a lo que llevas buscando tanto tiempo, y de paso hacerte un brazo nuevo. ¿Te apuntas?
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Comentarios del autor:
El capítulo más largo por ahora, y el mejor por ahora en mi opinión. Todo el mundo tiene una parte de importancia, pero más centrado en Baiken. La muchacha me está dando muchísimo trabajo. Y menos mal que todavía no ha salido Millia, porque entonces si que voy a sudarlas. El tono educado de Johnny con las mujeres y su mala leche hacia Sol me encanta, parece un Han Solo postmoderno. A ver si se me ocurren más ocasiones para que aparezca. Si esperáis que salga May en papeles más importantes lo llevais claro. Planeo para el siguiente una situación muy cómica para Ky, y luego una pelea brutal, veremos como sale. ¿Alquien puede dejarme el último CD de Iron Savior? ¡¡Estoy loco por escucharlo!!
Kim Kapwham 22-8-2001
