Capítulo 5: Mister Big Time.

Hong Kong. Bar Dancing Queen. El último grito en locales de moda. Céntrico, discreto, buena música, buen ambiente y buena bebida. Cualquiera que sea tu gusto, apetencia, situación monetaria u orientación sexual, de allí saldrás satisfecho.

-¿Qué demonios estoy haciendo yo aquí?. Pierre, ésta me la pagas, lo juro- el que así juraba era un bastante cohibido Ky Kyske, rogando para que nadie conocido o ningún periodista le encontrase allí. Ya era bastante embarazoso tener que enfrentarse con el local, para que al día siguiente lo supiese todo el mundo. Suspirando, hizo una señal a la camarera más próxima para que se acercase.

-¿Qué deseas, guapo?- le preguntó la camarera. Ky no se consideraba un mujeriego. De hecho, nunca había tenido una relación con nadie del sexo opuesto, pero la camarera que se le había acercado era tan sexy que no podía mirarla directamente sin sonrojarse. Decir que llevaba minifalda era un eufemismo: llevaba un cinturón ancho. El traje rojo acentuaba todas y cada una de sus curvas. "Mejor parecer frío que idiota," pensó.

-¿Qué tenéis sin alcohol?- preguntó sin volver la cabeza. Su pataleta en la central le había costado una buena resaca, y no podía iniciar sus investigaciones volviendo a emborracharse.

-Si quitamos el agua de los baños, me temo que nada, corazón. Pero si quieres algo light, puedo preparártelo. Soy especialista en combinacines de topo tipo, aunque te va a salir por un buen puñado- la camarera sonreía como si no pudiese pensar que hacía aquel joven en un antro como el Dancing Queen. Al menos era simpática. Ky decidió que prefería hablar con ella antes que con cualquiera de los pomposos clientes que exibían su mal gusto en las mesas contíguas.

-A ver que te parece la propuesta que voy a hacerte. Me preparas ése cóctel que dices y te quedas aquí un rato hablando conmigo. Acabo de llegar a la ciudad y estoy un poco perdido- con un poco de suerte, mostraría la hospitalidad que se supone a los hosteleros. Y si no, al menos podría acabar cuanto antes y largarse. El humo le estaba dando dolor de cabeza.

-No estarás intentando ligar conmigo ¿verdad?. El que tengas una cara bonita y un fajo de billetes no te dá derecho a todo. Tengo diecisiete años, un novio que te partiría la cara gustoso y no pienso convertirme en una cualquiera en este tugurio. Ya ha pasado con otras camareras y no es nada agradable.

-Tranquila, no he venido con esas intenciones. Sólo quiero hablar. Y no soy un poli, eso tenlo por seguro. Simplemente acabo de llegar de París y estoy muy confuso. No quiero meterme en una rencilla entre bandas por no estar informado- después de todo, no le había mentido. Ser un Caballero Cruzado no significaba ser policía. Además, la policía de Hong Kong estaba tan corrupta que prefería no tener tratos con ella.

A los pocos instantes la chica estaba sentada a su lado y la copa en la mesa. La probó con cautela. Sabía bien, pero demonios, si éso era lo que ella entendía por light, sería mejor que fuese su última copa de la noche. Y los calores que empezaba a sentir en su cuerpo no eran cosa de la bebida. Puede que la maldita camarera no quisiese ligar con él, pero se le estaba acercando de una manera más que sospechosa. Y mantenía esa mirada inocente. Ky volvió a acordarse de todos los muertos de su amigo Pierre. Lo había hecho a propósito. Iba a matarlo.

-Y cuéntame, dulzura ¿Qué tal está Pierre? Hace lo menos dos años que no lo veo, y todavía me debe un montón de pasta, así que dile que Jam no se olvida tan fácilmente de las deudas. Tú debes ser aquél compañero del que hablaba siempre ¿Ky? Creo que era así. Ahora ¿vas a decirme que hace un joven virtuoso e inocente como tú en el Dancing Queen?

Esta vez se atragantó con el licor. La tapadera. Su supuesta falta de conocimientos. Las posibilidades de pasar desapercibido. Todo al garete. La chica serviría bebidas, pero de tonta no tenía un pelo. Y encima le estaba rozando con la zapatilla por debajo de la mesa. Aquello le iba a costar a Pierre muchas explicaciones. Ky trató de recuperar la compostura y olvidarse de aquel zapato que le estaba erizando todos los pelos del cuerpo.

-Pierre te envía saludos, pero no me comentó que eras tan joven. Y tienes mi palabra de que sólo vengo a buscar información, no a empapelarte el local. Parece que le causaste buena impresión, porque ahora también es barman.

-No pareces mal chico, así que escúchame. Lo que hayas venido a averiguar lo sabe ya medio continente, así que nadie vendrá por mí si te lo cuento. Lo que tus estúpidos jefes llaman "guerras de bandas" es en realidad algo más complejo. Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero se rumorea que una de las organizaciones criminales más grandes de la ciudad anda buscando como loca a un desertor. Envían a todos sus efectivos tras él. Y no tienen éxito, vuelven hechos trozos. No sé quién será el desertor, pero debe ser un auténtico asesino, porque esos tíos son profesionales. No se te ocurra meterte en medio o volverás a París en un sobre postal. Y ahora lárgate de aquí antes de que alguno de mis clientes se piensen que pueden recibir el mismo trato cariñoso que te estoy fingiendo. Ya he tenido que desalojar a más de uno y los destrozos cuestan mucho.

Vaya, así que todo era teatro. No sabía si sentirse aliviado o apenado. Pero ya tenía lo que buscaba, y no era cuestión de entretener más a la joven. Bastante había hecho ya por él. Pagó su consumición, dejó una generosa propina por las molestias y se volvió a despedirse de Jam. Desde luego debía ser toda una actriz, porque el beso que le lanzó desde la barra hizo que terminasen de subírseles los colores.

Una hora más tarde, Ky reflexionaba sentado en su coche, estacionado entre dos calles de mala muerte en los suburbios de Hong Kong. Así que todo era un asunto interno entre clanes mafiosos. La información que la Orden tenía al respecto era poco precisa. Se sabía de algunas organizaciones criminales que trabajaban a nivel mundial, como Lapislázuli, BlackNoiah o LaSombra, pero solo eran rumores. Se decía que los líderes eran practicantes de magia negra, habían modificado sus cuerpos para adaptar las células gear a su organismo y memeces semejantes. Necesitaba algo más sólido para volver. Además, no podía quitarse de la cabeza el que el posible asesino fugado fuese el mismo que le robó la HellSlayer. Sería una coincidencia increíble.

De repente, algo muy pesado impactó en el techo del coche, dejándolo bastante abollado. Al principio Ky creyó que era una maceta caída o algo semejante, pero cuando salió del vehículo lanzando maldiciones descubriría que, después de todo, podría volver con algo más sólido.

Era un cadáver, y le faltaba la cabeza.

Rápidamente miró hacia el lugar de donde podría haber caído el cadáver. Entre tejado y tejado vió pasar una sombra saltando, seguidas por cuatro más. Antes de que acabase la noche iba a tener un poco de acción. No se molestó en quitarse la ropa que llevaba y ponerse el atuendo reglamentario de la Orden. Se limitó a coger a StormSlayer del asiento de atrás y de un ágil salto se dispuso a perseguir a los corredores por los tejados.

No tardó mucho en llegar al lugar donde los corredores se habían parado a pelear de nuevo. "Aquello estaba resultando la noche de las sorpresas" pensó. El perseguido llevaba un corto traje blanco con los bordes azules, y los atacantes iban de negro riguroso. El típico traje de los asesinos de LaSombra. Pero no debían ser muy buenos. El fugitivo acababa de propinar tres patadas en la cabeza a uno de ellos, que cayó inconsciente.

¿¿Él??

Ahora sí que de veras estaba pasmado. El fugitivo era una mujer, y se movía con una velocidad superior a todo lo que había visto hasta ahora. Superior incluso a la suya, y él mismo había sido más rápido que el maestro Kliff. Evadía los ataques de los tres asesinos restantes como si no le importasen, mientras su largo pelo rubio se movía de manera hipnótica. Era un combate silencioso, veloz y mortal bajo la luz de la luna. La fugitiva no se andaba con miramientos: de un solo movimiento apartó a dos de ellos y la patada siguiente envió al tercero contra la pared cercana. El sonido de su cuello al romperse fue audible desde su posición. Pero el tercero se alzó silenciosamente y desenfundó un arma de fuego. La disputa iba a terminar de un ataque por la espalda si no intervenía.

Se acercó al terrado de dos saltos, el primero silencioso, pero en el segundo no pudo serlo. Ky giró sobre sí mismo en una espectacular pirueta y alcanzó al desprevenido asesino con el plano de la espada en plena trayectoria ascendente. El golpe fué brutal, lanzando al contrincante dos metros hacia ariba en vilo. Pero todavía tenía un arma, así que no iba a dejarle que la usase. Concentró la enegía eléctrica que StormSlayer le proporcionaba en la punta de su espada, y lanzó una descarga directamente al asesino que todavía estaba volando mientras gritaba el nombre de su golpe preferido: -¡¡Stun Edge!!

La descarga alcanzó al infeliz de lleno, y cayó tres pisos más abajo. Sería difícil que ya se levantase. Se giró y miró directamente a la muchacha. No aparentaba tener más de veintitrés años, y no se sorprendió de su presencia. ¿Le había visto antes?. No lo sabía. Pero parecía recitar algo en voz baja. Sólo alcanzó a oír el final de la frase.

-¡¡Lancer!!

Multitud de afiladas agujas doradas volaron de ella hacia Ky directamente. No tuvo ni tiempo para moverse, y menos mal que no lo hizo. El asesino restante ya se levantaba y estaba a punto de apuñalarle por la espalda. El ataque pasó rozándole la oreja derecha y se clavaron profundamente en la cara del encapuchado, que cayó muerto al instante. Ky se quedó un momento paralizado por la sorpresa. Jamás había visto un ataque de tal tipo, ni tan rápido. La chica ni siquiera había movido los brazos. ¿Cómo demonios había lanzado ese ataque?.

La desconocida no se inmutó siquiera. Le dió la espalda y se dispuso a marcharse. Ni una palabra de agradecimiento. Parecía incómoda. Pero Ky no iba a dejar que se marchase así como así.

-¡¡Eh!! ¡¡Espera!! ¿Eres la fugitiva de la que todo el mundo habla? Mi nombre es Kyske. Puedo ayudarte. Por favor, no te marches.

La muchacha no se volvió. Sólamente habló con voz triste antes de desaparecer entre las sombras.

-No puedes ayudarme. Ni tú ni nadie. Tu estúpida Orden no sería capaz ni de proteger una cabina de teléfonos de los asesinos de LaSombra. Estoy sola. Pero no olvidaré lo que has hecho hoy por mí. Nos veremos...

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Comentarios del autor:

Diox mío que paliza de capítulo. ¡Ahrgs! Trato de poner en palabras lo que viene a mi mente, pero creo que no queda tan chulo como debería, especialmente el tema de los ataques. Todavía me queda mucho por aprender, benkio, benkio. Menos mal que tengo aquí la discografía de NightWish para motivarme. Cuatro horas de curro ininterrumpido y las féminas se quejan de que presento a demasiados personajes femenino y muy poca chicha masculina. Estoy salido, no puedo evitarlo (gomen :-). Bueno, a partir de ahora solo quedan tíos, ¡¡así que paciencia por favor!!. Mañana, Anji Mito, recarga de tabaco y más ganas. Yo me voy a papear y a acabarme el Final Fantasy Tactics.

Kim Kapwham 22-8-2001