Capítulo 7: Venus in the Morning.
Otra noche en vela.
Ky estaba tumbado en su cama en la central de La Orden de Los Caballeros Cruzados, en Hong Kong. Al ser de alta graduación le habían dado una habitación bastante decente, con unas impresionantes vistas a la ciudad. El edificio era la construcción más alta de la zona, y según Ky creía, él estaba en el piso 25. No era ninguna bicoca, la altura evitaba el infernal ruido de coches de abajo. Pero seguía sin poder dormir.
Ya había perdido la cuenta de las noches que hacía que padecía insomnio desde que llegó a Hong Kong. No es que se sintiese cansado ni estuviese tomando estimulantes. Cualquiera que lo conociese más de diez minutos sabía que Ky no probaba nunca droga más fuerte que el café de las mañanas. Pero tambíen sabían que cuando Ky Kyske mordía una presa, no la soltaba. Era su personalidad. No podía dejar las cosas a medio hacer. Era superior a sus fuerzas. Y esa manía era lo que había estado a punto de acabar con su carrera. Ahora tenía un nuevo caso en mente, tenía las piezas para resolverlo, pero no conseguía cuadrarlas.
Teníamos un aparente caso de disputas entre bandas locales excepcionalmente sangriento que se había tornado en una vendetta de un clan mafioso hacia uno de sus fugados. Recordaba que la chica le había dicho que los perseguidores eran de LaSombra, pero eso no le daba muchos datos. Las computadoras de la Orden exigían unos códigos de seguridad que el tardaría años en conseguir por la via legal. Por lo visto, debían de estar realmente cabreados con ella. No se manda a un grupo de cinco asesinos por una sola persona así como así. Y estaban entrenados, de eso no tenía duda. Lo más gracioso de todo es que ella los manejaba como si fuesen marionetas. Jamás había visto caer a 4 tipos tan rápido a manos de un humano. Se preguntó si realmente había sido necesario intervenir en ayuda de aquella desconocida.
La desconocida. Otra vez.
Quizás esa era la razón por la que no podía dormir. Quizás el casto y puro Kyske, el eterno idealista solitario, se había enamorado. Quizás era por eso por lo que constantemente se le aparecía en la mente su imagen, luchando contra aquellos tipos como un ángel bíblico. Quizá...
Pero aquello no le llevaba a ningún sitio. Ni le iba a ayudar a resolver el problema ni le iba a ayudar a dormir. Lo más probable es que no volviese a verla en toda su vida. Que huyese a algún país lejano, o que muriese en Hong Kong u otro sitio, acosada por el Clan. Igual podía estar en estos momentos herida, agonizando en algún callejón. A él le daba lo mismo...
¿De verdad se lo daba?
Llamándose a sí mismo idiota, Ky se levantó y se dirigió a la cocina. Café a las cuatro y media de la mañana. Una idea caunto menos, peregrina. "Que demonios, no iba a conseguir dormir de todas maneras" pensó. Se demoró en su realización, tampoco iba a ir a ningún sitio. Al volver a su habitación, se fijó en su mesita de noche. Allí había un objeto del que no se había percatado antes. Tranquilamente se volvió a examinarlo. Debía haberlo dejado allí la mujer de la limpieza. Era fino y alargado, de un palmo de largo y color dorado. Le recordaba a algo, pero no sabía el qué.. A esas horas de la mañana no tenía la cabeza demasiado despejada. De repente se hizo la luz en su mente.
Diez agujas como ésa, clavándose en un rostro todavía vivo. Entonces se dió cuenta de que su ventana estaba abierta.
-Buenas noches, joven Caballero Kyske. Bonitos calzoncillos. ¿Es la marca oficial de la Orden?
Allí estaba ella. Apoyada en el alféizar de la ventana como si el hecho de que fuese un piso 25 le trayese sin cuidado. Su largo y rubio pelo destellaba bajo la luz de la Luna. Seguía siendo lo más parecido a un ángel que Ky había visto en toda su vida.
-Esto... ehh.. yo... espera un minuto ¿quieres?- aquello era mala suerte. Tres días pensando en ella y te sorprende en calzonzillos. Desde luego, si existía un Orden Universal, debía estar de vacaciones.
-¿Todos en la Orden sois igual de simpáticos o es cosa exclusiva? Se os cuela una hermosa mujer por la ventana y lo único que sabéis hacer es tartamudear y poneros rojos. Que decepción...
-Ehh.. espera. No te vayas. Por favor. ¿Quieres sentarte? Traeré algo de café- "y me vestiré, de paso," pensó. Estaba rayando la estupidez más absoluta. Fué pitando a la cocina, agarró la cafetera, otra taza y un albornoz al vuelo. No era mucho, pero serviría.
Cuando volvío la joven había desaparecido. ¿Lo había soñado? Pues había sido un sueño realmente verídico. Se maldijo por las malas pasadas que el subconsciente le jugaba a veces, y no pudo evitar oírse jurar en voz alta.
-Desde luego, Kyske, te estás luciendo últimamente. Ya ni siquiera eres capaz de tener un sueño erótico como Dios manda.
-Es lo primero coherente que te oigo decir en toda la noche. Ahora que estás despierto, ¿hablamos?- la desconocida estaba de nuevo en el alféizar de la ventana. Ky ni siquiera se había enterado de que había vuelto. El sentimiento de nudo de tripas subió un buen porcentaje. Aquello no estaba resultando nada bien.
-Muy bien señorita. Usted ya me conoce, pero no tengo el gusto de conocerla a usted...
-Millia Slovaskaya Rage. Y déjate de formalismos. Nunca he sido capaz de aguantarlos. He tenido que aguantarlos toda mi vida.
-Como desees. ¿Y debo el placer de su visita...?- estaba siendo asquerosamente seco. Se le había olvidado el detalle de que la mujer sentada delante suyo era una asesina como pocas había visto hasta ahora. Más le valía tratarla con tacto o era hombre muerto. Acababa de descubrir que no sería capaz de levantar su espada contra ella ni aunque le estuviese sacando las tripas. Aquellos ojos verdes le taladraban a uno el alma.
-Primero, agradecerte tu actuación de anoche. Podría habérmelas arreglado sola, pero me ahorraste tiempo. Aunque todavía no entiendo cómo saliste vivo, la verdad. Aquella pirueta en el aire fue el movimiento más arriesgado y estúpido que he visto en toda mi carrera.
-No iba a dejar a una dama a su suerte contra aquellos cuatro asesinos. Ni mi entrenamiento ni mi conciencia me lo permitirían.
-No te eches tantas flores, chaval. Esta dama que tienes delante tiene que matar a cinco de esos asesinos una vez cada tres días, más o menos. Y hasta ahora me ha ido bien. Pero no he venido solamente a por eso. La razón que me tre aquí es saber cuánto estaría dispuesta tu preciosa Orden a mojarse el culo por el bien común.
La estaba cagando por momentos. Desde luego, el trato con mujeres no era lo suyo. Especialmente si eran tan hermosas como la que tenía delante. Pero si necesitaba ayuda, desde luego que iba a prestársela.
-Si se refiere a que la pongamos bajo protección o la ocultemos en lugar seguro, desde luego que puede contar con nosotros.
-Te sorprendería la cantidad de gente que nos hemos cargado estando bajo vuestros infalibles sistemas de protección. Y te sorprendería más aún la cantidad de personal que tenemos infiltrado aquí. No, me refiero a que si estaría dispuesta a un ataque directo y frontal contra una sede del crimen. Apoyo aéreo, armamento de última generación y cosas así...
Ky tuvo que tragar saliva. Si ya estaba nervioso, ahora estaba casi cayendo en el pánico. No todos los días averigua uno que los Cruzados es una institución corrupta.
-¿Qué esta planeando en concreto? Sin más detalles no puedo decirte nada en firme.
-Hablo del ataque directo al cuartel general del Clan LaSombra. Será el gran mazazo. Todos los jefazos están allí. Yo podría hacer de guía para evitar las trampas. Sólamente quiero ocuparme de una persona. El resto es cosa vuestra. Si cae LaSombra, caerán como un castillo de naipes el resto de los clanes. Después de todo, trabajan para nosotros".
-Estás hablando de una operación militar en toda regla contra objetivos civiles. El propósito de la Orden es cazar Gears, no invadir guaridas. Si me plantase ante mis superiores con esto, se me reirían en la cara- Ky sabía que no era la mejor manera de empezar una relación, pero era la pura verdad. Mejor no dar falsas esperanzas.
-Si esa es la opinión de vuestra Orden, me resultáis de tan poca utilidad como el resto de las policías de barrio. Mejor te dejaré dormir...- y dejando la taza de café a medio terminar se dirigió a la ventana.
-Espera, por favor. He dicho que era la opinión de la Orden. Pero no tiene por qué ser la mía. Comprendo que quieras acabar con LaSombra, pero ¿qué buscas tú a cambio?- era una jugada desesperada, pero decidió jugarla a fondo.
-Expiación. Paz para mi alma. Sólo busco eso.
-Entonces déjame ayudarte. Hablo en serio. No quiero encontrarme con tu cadaver en un callejón de Hong Kong. Si necesitas algo, pídemelo- y era la pura verdad. Salvando los balbuceos cuando la vió la primera vez, era lo más sincero que había dicho en toda la noche.
-¿Ayudarías a una desconocida sin esperar nada a cambio? ¿Le darías la espalda a la Orden que te ha mantenido durante diez años por mí? Lamento decirtelo, pero en mis ambientes las confianzas a primera vista no son habituales. Menos viniendo de un poli.
Todo o nada. Conservarla o perderla. El cielo o el infierno. Ky no estaba del todo seguro de dónde se metía, pero descubrió que no le importaba.
-¿Quieres pruebas? De acuerdo. Lo juro por el alma de mi maestro Kliff Andersen, el hombre que dió a la Humanidad cincuenta años de paz hasta el momento. Descanse en paz. No ha existido jamás nadie en el mundo que me importase más. Fué mi maestro, mi mentor y lo más cercano que tuve jamás a un padre. Si alguna vez sentiste algo parecido, comprenderás lo que trato de decirte.
Millia lo miró lentamente a los ojos. Pareció recordar algo muy doloroso, pero se dominó.
-En efecto, sé de lo que hablas. Yo también tuve un maestro muy querido. Confiaré en tí, Kyske. Seguramente me lleve a la muerte, pero estoy cansada de huir. Cansada de esconderme. He de acabar con esto de una vez.
-Espero que puedas volver a ver a esa persona a la que apreciaste, de verdad. Pero quiero que sepas que aquí tendrás un refugio siempre que quieras. Además, mi espalda ya está acostumbrada a dormir en sofás...- Ky trató de hacer una broma. Si llegaba a hacerla sonreir se habría ganado el cielo por esa noche.
-Yo también espero encontrar a mi maestro. Encontrarle y matarle. Me convirtió en una asesina sin escrúpulos ni sentimientos. Dios sabe a cuantos más antes que yo- y una vez más hizo ademán de irse. Esta vez definitivamente.
-Hasta que nos volvamos a encontrar, Kyske.
-Ky. Mi nombre es Ky. Yo también me he hartado de formalismos. Lamento lo de tu maestro, soy un bocazas.
-Eres joven, simplemente. Joven e inocente. Adiós, Ky. Volveré- y se dejó caer por el marco de la ventana. Ky corrió hacia ella para evitar la desgracia, pero cuando se asomó la vió bajando entre saltos por la fachada, con esa agilidad característica suya.
-Adiós, Millia. Te esperaré...
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Comentarios del autor:
Sí, me he levantado romántico de la siesta ¿pasa algo?. Episodio de enlace entre lo que va a pasar, que no va a ser poco. Está mal que lo diga, pero me encantan estos episodios. Primero porque me permiten mostrar la personalidad de los personajes fuera del "yo te atizo y tú me atizas" que ya se ve de sobras en el videojuego. Y segundo, porque me encanta poner de pardillo a Ky. A éste lo voy a espabilar a leches. Es el contrapunto perfecto a la chulería sempiterna de Sol. En el próximo voy a revelar todo el pasado de Baiken con un estilo semejante al que acabáis de leer, y en el siguiente saldrán Chipp, Potemkin y otro más que no voy a revelar. Este episodio está dedicado al señor Spike Spieguel, especialista en amores trágicos. Y yo me voy a acostar que mañana me levanto a las 5:00 a.m.
Kim Kapwham, madrugada 23-8-2001
