Capítulo 9: Down deep into the pain.

"Acude esta tarde a la sla artificial que hay en el puerto de Aberdeen. Ven solo. Necesito hablar contigo, es importante. Zanueff.

PD: deja quietecito el traje de la Orden. La discreción es vital".

Este lacónico e-mail había aparecido esta mañana en la terminal de Ky Kyske como por arte de magia. No pudo evitar una sonrisa al leerlo. Chipp podía ser un maestro del sigilo y colar aquella carta entre los avanzados servidores de la Orden sin dejar rastro, pero nunca podría evitar las faltas de ortografía. Le caía bien, aunque se habían conocido en circunstancias bastante extrañas.

Recordó la primera vez que se topó con él. Era un puro guiñapo balbuceante tirado en un callejón de Washington, incapaz de extender la mano para pedir limosna y comprar los diez gramos de droga que el cuerpo le exigía a gritos. Le impresionó tremendamente ver a alguien tan joven en aquel estado. Apenas tendría dos años más que él, pero aparentaba sacarle diez. Como tantas veces en su vida, había girado la cabeza y pasado de largo, más interesado en los deberes propios que en las penas ajenas...

Y tres años más tarde había vuelto a ver aquel rostro en una recepción a un ministro chino en el Ministerio de defensa francés. Estaba allí impecablemente trajeado, bebiendo agua de Selz y no perdiendo detalle de nada. El bueno de Chipp era del Servicio Secreto chino, y se alegraba por él. La noche siguiente se hicieron amigos, y Chipp le contó todo lo que había tenido que pasar. Cómo le había descubierto aquel anciano intentándole robar la cartera. Sus malos modos al desintoxicarle de toda la mierda diaria que consumía. Los dos años y medio de entrenamiento en las artes Ninjitsu por el sorprendente viejecito. Y finalmente, su ingreso en los servicios de inteligencia de su país. Ahora era un freelance, trabajaba para los gobiernos de distintos países siempre y cuando que el objetivo le convenciese. Y era muy bueno. Ya quedaban pocas cosas que pudieran ponerle nervioso tras lo que había sufrido en sí mismo. Tenía una personalidad afable, muy cariñosa con sus amigos, pero si se cabreaba era terrible con todas las artes ninjitsu en su puño. Definitivamente, Chipp le caía bien. Hacía casi cuatro años que no le veía.

Por eso comprendió que algo iba mal cuando se encontraron esa tarde en Aberdeen. Chipp estaba nervioso. Estaba muy nervioso, y lo peor de todo es que se no hacía nada por disimularlo. Estaba a punto de tartamudear. Le temblaban las manos. Miraba constantemente de un lado para otro. Ky tenía la esperanza de que su amigo hubiese recaido en el consumo de drogas, porque si seguía limpio era señal de que andaba metido en algo muy gordo.

-Ya era hora, demonios. Diez minutos más y habría salido de Hong Kong a toda velocidad. No podía darte más detalles en el email. Este sitio no es seguro. Acompañame- no le dijo más. Se volvió silenciosamente y empezó a caminar hacia los arrecifes del puerto. A Ky cada vez le gustaba menos lo que veía. Chipp era amante de los trajes elegantes, y llevaba un raído chándal gris y un portaplanos a la espalda. Seguramente escondía algún tipo de arma en el portaplanos. El papel no pesaba tanto.

Por fin llegaron al lugar donde Chipp le quiso conducir. Era una de tantas cuevas naturales entre los arrecifes. Esos lugares eran muy frecuentados por los mendigos y toxicómanos para pasar la noche, pero los recientes asesinatos nocturnos en Hong Kong habían desalojado la zona fulgurantemente.

-Y bien, amigo ¿De qué se trata? ¿A qué viene tanto sigilo? Me estas asustando...

-Necesito asilo político para dos personas dentro de la Orden Cruzada. Sin preguntas ni formularios. Llevarnos a un lugar seguro sin filtraciones ni papeleos de ningún tipo, que solamente lo sepas tú y alguien dentro de la Orden que te tenga al tanto. No hablaré con nadie más. Poseo montones de informaciones valiosas a cambio. Pero lo necesito ya, he recorrido más de tres mil kilómetros en tres días.

-Tranquilo, Chipp, tranquilo. Sabes que haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte. Por ahora puedo darte una respuesta afirmativa. Los jefes van a hacer caldo con mis huesos, pero por tí esto dispuesto a lo que sea. ¿Te has metido en tratos sucios con alguien?

-Digamos que tengo a los gobiernos de unos cuantos países detrás mía. Los más importantes son los de Rusia, Zepp, China, Korea y los USA. Pero hay más aún. Y quizás el 95% de los caza-recompensas del mundo. Como ves, tengo la mierda hasta el cuello.

-Chipp, esto es algo muy serio. ¿Dónde esperas que os meta a tí y a tu acompañante?. Por amor de Dios, tienes que darme más detalles. ¿Qué demonios has encontrado o robado?- Ky tenía el presentimiento de que estaba caminando por aguas muy turbias. Chipp no era ningún novato. Tenía que estar muy desesperado para acudir a él. Eso significaba que ya había acudido a otras fuentes y le habían dado la espalda. Estaba dispuesto a dejarse despellejar, pero por lo menos quería saber el motivo.

-¿Qué demonios he encontrado? Ha! Que ironía tiene el Creador a veces!. Te diré lo que he encontrado: Un demonio. Al menos eso es lo que piensa todo el mundo. Lo malo es que yo llevo conviviendo con él cerca de dos años, y le quiero más que a una hermana. Sólo queremos vivir en paz. Ya les dimos una oportunidad, y la tiraron por el váter. Ahora es tiempo de desaparecer como el humo. Y créeme que no estoy dispuesto a cortarme para lograrlo.

-Chipp, muchacho, estaba hecho un mar de dudas y tú me hablas en acertijos. ¿De qué demonios estás hablando? Esto cada vez me dá peor impresión.

-Será mejor que lo veas tú mismo. Pero antes prométeme que no desenvainarás la espada. Júramelo.

-Tranquilo, Chipp. Te lo juro. Por nuestra amistad.

-Dizzy, sal, por favor. No tengas miedo. Es un amigo.

Chipp habló hacia el interior de la cueva. Ky oyó un suspiro de alivio, y una figura se adelantó entre las sombras. Era una muchacha de aspecto pacífico, vestida con una sencilla túnica marrón y unos zapatos. No aparentaba más de 16 años, y no pasaba del metro setenta. Llevaba el pelo recogido en un par de cortas coletas a los lados. Ky no había hecho ningún movimiento brusco o amenazador, pero la muchacha expresaba en su cara vivo terror. No sabía si debía salir de las sombras. Ky no sabía que era lo extraño que notaba en aquella chica, hasta que se fijó en su cara.

Sus ojos. Eran de color dorado intenso. El color de las pupilas de un gear.

Tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no agarrar el mango de StormSlayer. Bajo aquella fachada inocente se escondía un mostruo sediento de sangre y destrucción. Quién sabe como había conseguido adaptar una forma humana tan verídica. "Por Dios, Chipp, ¿en qué te has metido y quieres meterme a mí...?" pensó. Gruesas gotas de sudor corrían por su frente.

-Esta es Dizzy. Es algo así como mi hermana pequeña. Mi maestro la encontró en un bosque recién nacida, allá en Korea. La madre había muerto de parto, tenía casi setenta años. Al poco tiempo nos dimos cuenta que no era normal. En un año creció hasta como la ves ahora, y hablaba como nosotros. Pero puedes creerme cuando te digo que jamás ha hecho mal alguno. Es la criatura más inocente que he visto en mi vida. Ni siquiera tiene poderes energéticos congénitos, o por lo menos no los ha mostrado.

Chipp hablaba tranquilamente sin dejar de mirarle. Ky tenía la impresión de que estaba hablando no para tranquilizarle a él, sino para tranquilizarla a ella. La llamada Dizzy seguía sin dejar de mirarle fijamente. Parecía esperar en cualquier momento su ataque.

-Hace cosa de seis meses, mi maestro sufrió un ataque al corazón, allá en Korea. Dizzy sabía que a lo mejor si le llevaba a un hospital lo curarían, así que bajó al pueblo más cercano con el pobre viejo a cuestas. Los lugareños en cuanto la vieron avisaron al Ejército. El viejo Hanzo murió en sus brazos mientras los militares se la llevaban a un centro de investigación vigilado. Y allí sin más miramientos se pusieron a diseccionarla. Sin hacerle una sola pregunta, y por supuesto, la anestesia era algo prescindible en un gear. Cuando llegué allí y la saqué de aquel lugar ya había sufrido tres intervenciones. Los muy hijos de puta hasta le extirparon el bazo para ver si era humano al 100%. Y desde entonces ambos estamos huyendo. Necesitamos tu ayuda, Ky.

-...Por favor, señor Kyske. Dice la verdad. Chipp me ha hablado mucho de usted. Dice que es el único amigo que tiene. No nos abandone.

Esta vez era Dizzy la que había hablado. Ky estaba helado. Era un tono de voz humano, como el suyo o el de cualquiera. Ni amenazas ni coacciones. Y sonaba asustado. Para ser un Caballero Cruzado se estaba volviendo un sentimental en los últimos tiempos. Tenía que tomar un poco el aire. Sin decir palabra, salió de la cueva.

-Ky, sé que suena de locos, pero debes creerme. Si la encuentran se pondrán a experimentar con ella, a buscar el porqué de su aspecto humano. Querrán clonarla para crear gears humanos capaces de infiltrarse sin levantar sospechas. ¿Por qué crees si no que están como locos detrás suya? ¿Crees que los USA y Rusia, por no hablar de Zepp, iban a aliarse para algo que no fuese sacar tajada?.

-Lo sé, Chipp, lo sé, pero todo esto es demasiado grande para que lo acepte en un instante. Déjame un tiempo para pensarlo. Cinco minutos ¿Vale?

Silenciosamente, Dizzy salió de la cueva. Se acercó a Chipp por detrás y simplemente le tocó en el hombro. Como por arte de magia, restos de cables y basuras que estaban esparcidos por el suelo se cerraron en torno a el sorprendido ninja, paralizándole por completo y dejándolo atado al suelo. Chipp jamás había visto algo semejante. Ky esta vez sí empuñó su arma. Dizzy habló con voz apenada:

-Lo siento, Chipp, pero lo que voy a hacer es lo mejor para ambos. No tengas prisa en reunirte conmigo, por favor. Señor Kyske, por favor, tengo que hablar con usted a solas. Y traiga su espada. Será necesaria.

Y sin decir más se encaminó de nuevo hacia la cueva. Lentamente Ky la siguió, con todos los sentidos alerta. Aquello había sido una farsa. Aquel ser iba a matarle a él y a Chipp, para luego desaparecer. Pero iba a plantar batalla con todas sus fuerzas. Toda su vida se había preparado para un enfrentamiento así. Cuando penetró de nuevo en la cueva, Dizzy le esperaba. No amagó un solo ataque.

-Señor Kyske, deseo que me mate. No tengo lugar en este mundo, y no deseo que Chipp sufra más por mí. Va a echar por tierra toda su vida por una causa perdida. Ha hecho ya demasiado por mí, y le quiero demasiado para que siga sufriendo. Usted es un Caballero entrenado, no tengo dudas de que sabrá hacerlo rápida y limpiamente.

Le dió la espalda y se arrodilló delante suya, dejando su cuello listo para el mandoble que acabaría con su vida. Aquello dejó a Ky anonadado. El ser infernal que se suponía estaba dispuesto a dejarse matar como un cordero para evitar sufrimientos a un humano. Todo lo que decía era lógico. Aquella muchacha podría ser joven, pero la nobleza que revelaban sus actos no parecían fruto de la experiencia. Eran naturales. Desde fuera, oyó los gritos de Chipp, jurando que le mataría si le hacía caso. Pero a eso Ky le daba igual, estaba dispuesto a dejarse matar por su amigo si ello significaba su redención. Lamentablemente, Ky no tenía el alma tan temperamental como su amigo. Él también entendia que no existía otra salida.

-Dizzy, quiero que sepas que jamás me había encontrado con un ser como tú. Iré al infierno directamente por lo que me pides, y no voy a tener un momento de paz por lo que voy a hacer. Representas lo mejor de ambas razas. Desearía que nos hubiesemos conocido en otras circunstancias.

No pudo evitar que le temblase la voz. Levantó a StormSlayer, que lanzaba reflejos eléctricos.

-Lo sé. Y gracias...

Cerrando los ojos, Ky se dispuso a bajar su espada.

Pero fué incapaz. Algo lanzado desde el exterior con una fuerza inmensa le golpeó en la espalda y lo lanzó contra una de las paredes. Cuando quiso levantarse, se dió cuenta de que lo que le había golpeado era el cuerpo incosciente de Chipp. Alguien le había golpeado con tal inhumana fuerza que le había arrancado de sus ataduras y lo había lanzado casi diez metros. Ky comprobó que su amigo respiraba, y oyó voces fuera. Ese tipo de voz profunda no podía ser mas que de un grupo de gente en el planeta.

Soldados esclavos de Zepp. Brutos lobotomizados mejorados cibernéticamente capaces de tumbar un gear con sus propios puños. Bien, iba a saber lo que era una pelea de verdad.

Ky no podía andarse con miramientos con aquella gente. Con que simplemente le tocasen le dejarían K.O, así que salió de la cueva velozmente, y recorrió los últimos metros deslizándose por el suelo debido al impulso. Cayó cerca de uno de los soldados. Era inmenso, de casi tres metros de alto, y sus brazos eran casi tan largos como él, hinchados de esteroides. "Cuanto más grandes, más torpes y mejor caen" pensó. StormSlayer describió un arco e impactó directamente contra las rodillas del más cercano. Cercenó limpiamente la primera, y casi al completo la segunda. Aquel tipo debía sobrepasar los 350 kilos, así que rodó por el suelo para evitar que le aplastase. Localizó otro más, que ya estaba en el umbral de la cueva. No pudo evitar ver como lanzaba un par de granadas de gas al interior. Si era simplemente paralizante, aún podría salir bien librado. Pero si era Dioxis o alguna toxina semejante, ya nada quedaría vivo ahí dentro.

Ky sintió como una furia ciega le nublaba los ojos. Sus amigos podrían estar muriendo en aquel momento y él estaba haciendo acrobacias en el portal. Se lanzó corriendo hacia el restante soldado, con la punta de StormSlayer rozando el suelo, dejando un reguero de chispas a su paso. Su enemigo se volvió pesadamente y lanzó ambos puños a la vez hacia él. Era un golpe que habría destrozado un tanque. Pero Ky no era ningun tanque. Gritando, se agachó mientras corría, pasó por debajo de ambas descomunales extremidades y se situó justo debajo del soldado. Saltó con todas sus energías a la vez que su espada describía un arco completo, en un tajo circular hacia arriba de tal potencia que el propio Ky se elevó casi metro y medio.

No sólo había logrado paralizar al gigante. Lo había sajado de arriba abajo. El soldado aún pudo dar un paso antes de caer muerto. Ky recobró las esperanzas de encontrar vivos a sus compañeros.

Esperanzas vanas. Una enorme mano le agarró la cabeza cuando no había tocado tierra todavía. Casi axfisiado, Ky comprendió que había más de dos soldados asignados a esa misión, y el tercero se había mantenido oculto. Después, sólo notó un tremendo dolor en todo su cuerpo. El soldado le había lanzado tal descarga láser en el cuerpo que Ky colgó de su mano como si fuese un muñeco roto. Sin ningún miramiento, lanzó el cuerpo exánime al mar.

Transcurridos cinco minutos, un gigantesco helicóptero de doble rotor se posaba en las inmediaciones del lugar. El gigantesco soldado recibía las felicitaciones de su superior mientras dejaba el cuerpo incosciente de Dizzy en un tubo criogénico. Una vez más, Potemkin había realizado su misión con éxito.

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Comentarios del autor:

Nuevo record de longitud. Y nuevo record de trasnoche por mi parte, son casi las cuatro de la mañana. No estoy nada descontento del episodio, me gusta como queda la personalidad de Dizzy. Chipp sigue tan impulsivo como siempre, y cuando tenga que rescatarla no va a quedar ni el apuntador. Dado que no me convence nombrar los ataques, he preferido describirlos en detalle para que cada uno averigue cuál es, pero para ser más exactos, aquí Ky hace el Crescent Slash y el Vapor Thrust, mientras que Potemkin hace el infame y odiado Gigatech Press. Estoy muy agotado, mañana haré otro episodio introspectivo, pero exclusivamente de malosos... jejeje, Zato y la horma de su zapato....

Kim Kapwham, 25-8-2001